Las puertas se abrieron, permitiendo que todos los pasajeros pudiesen entrar a la sala de llegada. Taemin subió sus lentes oscuros sobre su cabeza, mirando al tumulto de gente que esperaba encontrar a sus familiares, amigos, compañeros de trabajo y demás. Le molestaban, se sentía irritado de verles ahí, estorbando el paso, obstruyendo su camino fuera del aeropuerto y de regreso a casa. Le dolían los músculos, en especial lo de la espalda, tras largas horas de estar sentado en la misma posición escuchando conferencias que realmente no habían aportado nada nuevo para su más reciente investigación. Se sentía frustrado y cansado. Sólo quería encontrar un lugar apartado para poder aparecerse en su departamento y meterse en cama.
No esperó escuchar su nombre ser llamado en lo alto, y el desconcierto que sintió al ver a Minho haciéndole señas al otro de la sala no pasó desapercivido. Se encontraba estupefacto, y probablemente eso fue lo que evitó que tuviera filtros al hablar.
-¿Qué estás haciendo aquí?- Cuestionó al ángel, mirándole de pies a cabeza. No llevaba puesta su ropa de trabajo, y tampoco se veía apresurado por salir de ahí. Realmente era un escenario que no había previsto en lo absoluto.
-¿Por qué la sorpresa?- Minho rio, abrazándole apretadamente junto con un beso en su frente. -He venido a recogerte de tu vuelo.
Taemin sabía que debía sentirse aliviado con esa respuesta, pero sus músculos estaban demasiado tensos por su viaje, y el vuelo no había sido de ayuda en lo absoluto. Estaba más que irritado, que incluso la voz de Minho lograba colocarle algo nervioso.
-Anoche dijiste que tenías el turno de la tarde, debería estar trabajando.- Exhaló, escapándose de los brazos de Minho. Había algo en la lógica de Minho que no estaba sentando bien con este Taemin cansado e irritado que solamente quería poder llegar a casa y dormir.
Minho abrió la boca, no pudiendo decir palabra. Podía palpar el rigor con el que Taemin hablaba, estaba molesto. No se dejó amedentrar, en cambio sostuvo sus manos, acariciádolas con sus pulgares esperando darle un poco de confort.
-Lo cierto es que, te extrañé. Estuviste lejos por dos semanas, y después de que hablamos ayer me di cuenta que estaba siendo demasiado negligente contigo.- Se explicó. -No pude despedirte cuando te fuiste, y no te vería hasta la noche. Pero no quería eso. Pensé que te alegrarías de verme.
-Estoy sorprendido.- Taemin dejó caer su cabeza en el hombro del ángel, exhalando. -Y estoy terriblemente cansado. ¿Podemos hablar luego e ir a casa ahora?
Minho sonrió, deslizando su mano entre el cabello de Taemin por un momento. Podía sentirle tenso, cansado, y sabía que si empujaba suficiente en la dirección equivocada lo tendría siendo mordazmente hiriente. Su lindo demonio probablemente lo que necesitaba era un baño caliente y un merecido descanso, así que se lo concedería.
-Vamos amor, te llevaré a casa ahora.- Le animó, tomando sus maletas y alentándole a que le siguiera.
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