Taemin resolló, mirando cómo en la sala Minho leía distraídamente un libro, mientras acariciaba y rascaba la espalda de Launcelot. Taemin volvió a jadear, logrando que Minho bajara su libro y mirara a través de la habitación hacia la cocina. Taemin le miraba con tremendo puchero en el rostro, sin cortar los ingredientes para la comida.
-¿Qué ocurre, Tae?- Cuestionó.
-Últimamente…Launcelot ya no me hace caso. Y se la pasa pegado a ti. ¡Tú ni siquiera lo quieres!- Gimoteó, frunciendo los labios en un puchero.
-Yo nunca dije que no lo quería.- Sonrió. –Además, me he dado cuenta que realmente me gusta su compañía.- Le acarició la nuca, escuchando un ronroneo a cambio. –Los llaman gatos endemoniados, pero este es bastante tranquilo.
-Conmigo no lo es.- Taemin frunció su ceño. –Es juguetón, y activo…¿Qué le hiciste? Launcelot no se me acerca ni por error, ahora. Y si paso a su lado, sale corriendo…- Chilló.
-Cariño, ¿te has puesto a pensar que el comportamiento de Launcelot cambió después de que trajiste a Sweetheart a casa?- Minho esbozó una media sonrisa, mientras el gato se acomodaba sobre su regazo.
-¿Qué? No, es absurdo.- Taemin se cruzó de brazos, con una mirada pensativa. -¡Por favor! ¿Cómo puede ponerse celoso de Sweetie? Digo, ¡míralo!- Lo recogió del suelo. Sweetheart normalmente buscaba recostarse a los pies de Taemin, cuando él se quedaba quieto por mucho rato. -¿Te causarían celos este bebé?
-Taemin, baja a Sweetheart, estás cocinando.- Exhaló, riendo al recibir un lo siento como respuesta, seguido por Taemin dejando al cachorro en donde se encontraba descansando y yéndose a lavar las manos. -Tú lo dijiste, Tae, es un bebé. Cualquier mascota adulta se siente amenazada por un nuevo cachorro.- Informó. Además, Taemin era demasiado consentidor con el perro. Y no es que estuviera mal, Minho veía con buenos ojos el que el cachorro ya se encontrara en su peso ideal, o que jugueteara por todos lados. Pero entendía perfectamente por qué el gato se sentía ofendido. Era el mismo modo en que Taemin reaccionaba ante los celos.
-¡Pero no se molestó al traer nuevos peces!- Taemin volvió a concentrarse en cortar las verduras que dejó abandonadas hacía rato.
-Taemin, son peces. Confinados a una pecera. Que no podemos estar mimando por toda la casa.- Rodó los ojos, sabiendo que Taemin estaba negado a creer que eran celos los del gato.
-¿Pero por qué tú?- Resolló, soltando el cuchillo y mirando de manera ofendida a Minho. –Tampoco le agradabas a Launcelot.
-Creo que lo nuestro, era un caso de falta de comunicación.- Rio, divertido con lo que Taemin le decía.
-Esto es fastidioso.- Mascó entre dientes, tirando las verduras y algo de carne en una olla con agua hirviendo. Se lavó las manos y salí de la cocina, acercándose al sofá donde Minho y Launcelot se encontraban. –Vamos gatito, ven a mí.- Rogó, sentándose a un costado de Minho. –Me quieres más a mí, ¿recuerdas?- Gimoteó, extendiendo sus brazos en pos de que Launcelot se subiera a su regazo. –Por favor, por favor, por favor.- Susurró bajito.
Launcelot echó la cabeza hacia un costado, mirando a Taemin. Parecía no querer moverse de las piernas de Minho, pero después de un par de segundos, se puso en pie y saltó a las piernas de Taemin.
-Yo sabía que me amabas~.- Taemin exhaló con alivio. -¿Por qué te dejaste engatusar por el feo de Minho? No vayas por el camino del bien, gatito mío.
-¿Desde cuándo te parezco feo?- Minho rio fuerte, divertido por completo con los celos de Taemin.
-Desde que te robaste a mi gato.-Aflojó su labio inferior, con apariencia de ponerse a llorar en cualquier momento.
-Nuestro gato.- Corrigió. –Y no lo robé, tú lo orillaste a ser así.
-¿Por haber hecho una buena acción?- Taemin gimió. -¡Lo entiendes ahora! No debo de hacer cosas buenas, lo mío es incitar al pecado.
-Pienso que me gusta que hagas lo correcto.- Le sonrió, acercándose para robarle un beso. –Pero amor, ya no puedes traer más amiguitos como estos a casa.
-¿Por qué no?- Resopló, abriendo sus ojos de manera enorme en una bonita mueca.
-No cabemos, Tae.- Rio. –Tenemos un perro que llega a crecer mucho, un gato que necesita de mucha actividad, y doce peces de tres distintas especies.- Trató de explicar. –No hay más espacio para otro.
-Pero son bonitos.- Gimoteó.
-Lo son, pero también necesitan hogares adecuados…Además, tus celos por la poca atención de Launcelot te están matando.- Se burló.
-Me quejaría, pero tienes razón…- Gruñó.
-Sí, a veces la puedo tener Tae.