Minho llegó a casa, dejando todo en su lugar, arrastrando sus pues fuera de sus zapatos. Estaba cansado, y podía saborear perfectamente las vacaciones ya. Sólo un par de horas más. Inauguraría esas horas, durmiendo.
Era tarde, le había llamado a Taemin diciéndole que no le esperara para cenar, pero incluso ya era demasiado tarde como para que el demonio siguiera despierto. Se escurrió en silencio por el lugar, hasta llegar a la recámara, abriendo la puerta com cuidado. Taemin dormía cómodamente en su lado de la cama, mientras que en la otra mitad Launcelot y Sweetheart se habían acomodado como si fuera su lugar correspondiente.
Minho torció los labios en una mueca, entrando a la habitación. Se paró frente a la cama, observando a sus mascotas. Los adoraba, pero hoy no podía permitir que estuvieran en su lugar.
-Despierten.- Comandó, dejando que su voz fuera imperiosa.
Sweetheart fue el primero en alzar la cabeza, mirando a Minho fijamente. Launcelot sólo alzó las orejas, negándose a moverse por orden del ángel.
-Abajo, vayan a sus camas.- Les dictó, esperando que le hicieran caso.
No debió de sorprenderse cuando Sweetheart volvió a recostarse en la posición en la que se encontraba antes de que Minho les despertara. ¡Launcelot ni se había movido! Rodó los ojos, acercándose más a la cama, tratando de sacar a sus mascotas de su lugar.
-¡Muévanse!- Insistió, recibiendo a cambio un gruñido, que no estuvo seguro de parte de quien provino. Alzó la mirada, dejando escapar silenciosamente un bufido entre sus labios; Taemin dormía tranquilamente, sin darse cuenta de lo malcriados que podían llegar a ser sus amadas mascotas. -¡De acuerdo! Ganan.- Minho les gruñó de regreso, tomando su almohada y saliendo de la habitación.
Su sofá, después de todo, era bastante cómodo.
Minho trató de moverse, sintiendo ese peso extra sobre su cuerpo. Entonces lo notó, una tranquila respiración contra su cuello. Abrió los ojos, descubriendo que Taemin se encontraba durmiendo sobre su pecho, ambos se encontraban cubiertos por una ligera manta, que probablemente Taemin se había traído consigo en el momento que decidió acurrucarse encima de él.
-…¿Cariño?- Le acarició con los nudillos la mejilla, susurrando suavemente para despertarle.
-Hmmm.- Taemin se estremeció, abriendo sólo un poco los ojos.
-¿Estás bien?- Pasó su otra mano por la espalda del menor, acariciando con lentitud y calma.
-Neh…- Le sonrió adormilado, volviendo a acomodarse en la cómoda posición que había encontrado al momento de encaramarse sobre el ángel. –Quería dormir contigo.
Minho sonrió, encontrando encantadores los pequeños ronquidos que Taemin estaba soltando al dormitar de nuevo.
-¿En serio? ¿O nuestros malcriados bebés te corrieron de la cama?- Exhaló, evitando reír.
-Ellos…simplemente decidieron que ya no querían compartir la cama conmigo.- Murmulló.
-De acuerdo, eso lo creo.- Le dedicó un beso de buenas noches, permitiéndole dormir de nuevo. Él también cerró los ojos, abrazando al cuerpo demoniaco sobre de él, para poder deslizarse tranquilamente al mundo de los sueños.
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