Taemin…- Minho gimoteó, extendiendo sus brazos como el demonio lo había ordenado. –Sólo toma la que dice talla grande y terminemos con esto.- Gimoteó.
-Eres un bebé quejumbroso.- Taemin resopló entre dientes, midiendo el largo de los hombros en la camisa que había desdoblado para ver si era la talla correcta. –Quiero que seas el más guapo de todos en el hospital, lo cual ya eres, pero tu vestimenta lo realzará.- Volvió a doblar la camisa, tomando otra que había en la pila. –Te prometí reponer cada camisa y camiseta que corté, te negaste a ir a un sastre, así que ahora debes callar la boca y lucir bonito.- Volvió a comparar las medidas.
-¿Por qué siento que Kibum está hablando através de ti? Pasas demasiado tiempo con ese humano.- Se quejó, bajando los brazos.
-Pasaba demasiado tiempo con ese humano antes de conocerte, Min.- Taemin rio, regalándole un beso en la mejilla. –No podrás sacarlo de mi sistema nunca. Además, podrías dejar de lloriquear, hemos terminado.
Minho exhaló, no sintiéndose del todo aliviado. Sabía que mientras Taemin llevaba la enorme cantidad de camisas que había escogido con precisión, al grado de revisar si cada medida correspondía con las de Minho, a la caja para cobrarlas, él debía de tratar de recoger el resto de las bolsas de compras de las tiendas en las que antes el demonio le había arrastrado.
Cuando al fin logró equilibrarse, y acercarse a donde Taemin pagaba la ropa, fue invadido por tres bolsas más. Apretó los ojos, rogándole al creador que regresara de su retiro y detuviera a Taemin de seguir comprando. Casi como si Taemin hubiese escuchado ese rezo, rio. Le regaló un beso en la mejilla, alentándole.
-Ve a dejar esas cosas al auto, tengo que ir al cajero automático a sacar algo de dinero.
-¿Eh? ¿Dinero en efectivo? Creí que preferías usar la tarjeta de crédito.- Si bien, estaba espantado por escuchar que las compras seguirían, estaba más confundido de escuchar que el menor usaría dinero. ¡Ni siquiera podía mantener su tarjeta de crédito ubicada! Seguramente sería un desastre en cuanto el dinero tocara sus manos.
-Así es, y en general no me importa. Pero pensé en ti, y en lo muy avergonzado que estarás si llega el recibo de pago, con la oportunidad de que los vecinos lo vean.- Se burló, cubriéndose la boca. –Anda, ve dejar eso, y nos vemos dentro de diez minutos en la fuente central.
Minho apretó los labios, preguntándose que era lo que Taemin tramaba. Suspiró, aceptando que a veces recibir una pequeña sorpresa del demonio, de hecho, no estaba mal. Accedió, acercándose a como pudo entre tantas bolsas, para darle un beso en los labios, y después dirigirse al estacionamiento de aquel centro comercial en donde estaba siendo torturado por su pareja.
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