Minho regresó al centro commercial, buscando con la mirada a su al rededor hasta visualizar al lindo chico sentado al filo de la fuente. Rio internamente al pensar en lo mucho que Taemin se debía estar conteniendo de hacer un disturbio y entrar ilegalmente a la fuente para provocar que los guardias de seguridad del lugar se pusieran en acción.
Se apuró a llegar con su demonio, sentándose a su lado y abrazándole por la cintura.
-Te tengo.- Sonrió, divirtiéndose con el pequeño brinco de sorpresa que Taemin dio. –No vas a poder hacer maldades ahora.- Exhaló, colocando besos por todo el rostro del menor. –Eres mi prisionero.
Taemin se rio a carcajadas, dejándose hacer por los besos cariñosos del ángel, en lo que lograba calmar su risa.
-Por el creador, eres demasiado empalagoso.- Se quejó fingidamente. –Haces toda una escena romántica sólo porque nos hemos apartado unos cuantos minutos.- Pero en el fondo, a Taemin le gustaba sentirse tan rosita cuando Minho se ponía en ese modo cariñoso.
-¿Sólo fueron minutos?- Aflojó sus labios, haciendo un enorme puchero. -¡Es demasiado! Necesito que me recompenses por tan ardua labor.
-¿La de dejar las compras en el auto?- Una enorme risotada salió desde la garganta de Taemin. –Eres tan exagerado.- Tronó un largo beso sonoro en el cuello del ángel. –De acuerdo, basta de esta escena rosa. Tenemos un lugar a dónde ir.
-¿Ah? ¿A dónde vamos, amor?- Minho se puso de pie, ayudando a Taemin a que se levantara. –Porque presiento que estaré demasiado involucrado en esto.
-¿Tan mala fé me tienes?- Se cubrió la boca, escondiendo una sonrisilla maliciosa. –Pero tienes razón, estarás muy involucrado, no permitiré lo contrario.- Tomó la mano del ángel y le arrastró hacia donde se dirigían.
Minho podía seguir ciegamente a Taemin hasta el fin del mundo, siempre. Realmente nunca esperó ser llevado hasta donde el demonio le arrastraba. Sintió aquel peso extraño dentro de su estómago, que sólo se relacionaba con Taemin, y que significaba que su sangre se estaba calentando. Frente a ellos había una de esas sex shops que había empezado a abrir recientemente en la ciudad, cuyo logo era unos sexys cuernos y cola de diablo.
Mordió su labio inferior, moviéndose automáticamente junto a Taemin. ¿Taemin le llevaba ahí para que vieran los juguetes? ¿Tal vez comprarían algunos? Sintió que no podía moverse más, estaba un poco entrando en pánico. No tenía conocimiento algo de nada de eso, y Taemin era tan…Experimentado.
-Cariño, no tengas miedo.- Taemin susurró, besándole tiernamente. –Puedo sentir el interés emanando de ti, y la preocupación. Te aseguro que no tienes nada de que temer.- Le alentó, abriendo la puerta y entrando a la tienda sin soltar la mano de Minho para que no tuviera otra opción más que seguirle.
El lugar era oscuro, con luces puestas estratégicamente para resaltar los productos en exhibición. Minho genuinamente sintió sudor frío, y que no podía moverse más allá de donde estaba.
-Tae…- Apretó fuerte su mano, para que se diera cuenta que no podía avanzar de ahí. –Yo no puedo, no creo…
Taemin le miró, tardándose unos segundos, como si estuviera pensando. Terminó por sonreír de manera dulce, asintiendo. Le regaló un beso corto en los labios al ángel, asintiendo.
-Está bien, creo que has llegado muy lejos para tu primera vez.- Alentó. –Mírame, ¿sí? No sólo lo que compraré, sino la manera en que me comporto, mi confidencia. Esto no es para tener vergüenza, sino para divertirte un poco, sentirte bien. No tienes por qué tenerle miedo a eso. Además, no estamos dañando a nadie, sólo queremos explorar lo que nos puede dar placer. Prometo ser un buen maestro.- Picoteó de nuevo los labios del angel, haciéndole ver que el pudor era algo que no cabía dentro de su vida sexual. Era sólo de ellos, y de nadie más. –No me tardaré…tanto.- Bromeó.
Minho observó desde el rinconcito que tomó junto a la puerta, como Taemin se paseaba por el lugar, tomando varias cosas que colocaba en una canasta. Por los cielos, ¿cuántas cosas iba a comprar? Sintió un escalofrío enorme recorrerle la espalda, mientras la ansiedad le invadía al ver como Taemin se decidía por no tomar nada más y dirigirse a la caja registradora. Oh cielos, oh cielos, oh cielos. Se mordió el labio inferior, al ver que Taemin empezaba a charlar con la chica que estaba cobrando los productos. Sabía que no estaba coqueteando, Taemin no tenía esa aura oscura en él, ni su sonrisa seductora, era sólo una sencilla charla amistosa.
Pero Minho hubiera preferido que Taemin estuviese coqueteando con la chica, en vez de ver que el demonio le señalaba alegremente desde donde estaba, provocando que la chica lo notase por primera vez en la tienda. Ella le sonrió amablemente, regresando a su charla con Taemin. Sin embargo, el enorme sonrojo en Minho desapareció.
-Listo amor.- Taemin le tomó por el brazo, en cuanto regresó a su lado.
Minho agachó la cabeza, algo intimidado, mientras salían de la tienda. No quería saber si la chica los había mirado al irse, o si alguien los miraba salir de ahí. Al menos agradeció que la bolsa donde estaban los objetos comprados era más que discreta.
-¿Podemos ya ir a casa?- Susurró, esperando que la tortura de Taemin terminara pronto.
Taemin rio por lo bajo, acomodando su cabeza sobre el hombro del alto.
-Eres adorable.- Se burló. –Algún día no le tendrás miedo a esto, pero por ahora está bien. Vayamos a casa.