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Días en el Paraíso por Ari_123_love

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-¡No! No, no, no, no. ¿Por qué me hiciste esto?- Taemin se limpió la cara, tratando de serenarse. –Creí que me amabas. ¡Eso se supone que debes de hacer! ¡Te he dado todo de mí! Y las cosas estaban yendo tan bien.- Dejó de dar vueltas sobre su lugar, para poder acuclillarse. –Incluso, sé que es hipócrita que yo diga esto pero, ¿por qué no pudiste resistir la tentación?- Exhaló, entrecortadamente. -¡Te controlaste tan bien por tres semanas! ¿Qué quieres que haga ahora, Launcelot?- Cogió al gato entre sus brazos, mirando al pobre cadáver bajo sus patitas. –Minho amaba a ese pez.- Sollozó.

Vaya que estaba metido en un gran problema. Había logrado evitar que Minho viera las varias veces que su gato intentó jugar con el aquel pez goldie, pero ahora ¡no podía esconderlo! Miró con preocupación al pececito que ya ni se movía, necesitaba deshacerse de él, y que Minho no notara su ausencia. Oh, maldición, Minho se enojaría mucho, y no podría escapar de su regaño. Lo peor de todo, es que Minho probablemente le diría que esto lo había hecho apropósito, dejando que Launcelot jugara con Miki. ¡Y todo porque no le creía que no estaba celoso! No lo estaba, sólo un poco molesto. ¿Cómo no estarlo? Minho le estaba dando mucha más de su atención a ese tonto pez, que él. ¡Incluso un día, le dio un beso a través del vidrio de la pecera como despedida, y se olvidó de darle uno a Taemin! Regresó a los diez segundos, tratando de besar a Taemin, pero este se negó, alegando que a él también se le hacía tarde.

Suspiró, soltando a Launcelot, y recogiendo el cuerpo del difunto Miki. Corrió al baño, se mordió el labio inferior, sabiendo que estaba totalmente mal lanzarlo por el retrete. ¡Pero debía deshacerse de la evidencia!

-Lo siento, amiguito. Estaba molesto contigo, pero no quería que te pasara esto.- Se despidió, dejándole caer en el remolino de agua que se iba.

Trató de darle un minuto de silencio, pero no pudo resistir más de cuarenta y cinco segundos. Necesitaba correr a la tienda de mascotas y comprar un goldie nuevo. Miki era en su mayoría rojo, pero el vientre lo tenía blanco, con algunas manchas negras. ¡Esto era una misión imposible! Lo sabía muy bien. Aun así, cuando llegó a la tienda de mascotas, y explicó lo que había pasado, los empleados se vieron muy amables al ayudarle a encontrar un pez que se pareciera lo más que se pudiera al que había robado gran parte del corazón de Minho (más de lo que a Taemin le agradaba).

Volvió a casa, mirando el reloj en su muñeca, cada diez segundos. Minho había tenido una cirugía programada, así que sabía que llegaría tarde a casa. Sólo esperaba por poder salir del tráfico y colocar el nuevo pez en su pecera.

-Bien, Miki #2, has llegado a casa.- Exhaló, mirando la bolsa donde se encontraba el pez, nadando. –Tu nuevo papá es Minho, y estoy seguro que te amará mucho. Sólo no le digas que te acabo de comprar.- Abrió la bolsa y la vació en el tanque que había estado reciclando agua, sin un pez.

La puerta del departamento se abrió, provocando que saltara del susto. Miró al fondo del pasillo, encontrándose con Minho dejando sus zapatos en el recibidor. Lanzó la bolsa vacía detrás de la pecera, y escondió el recibo de pago dentro de su gabardina.

-Hey, ¿qué estás haciendo?- Minho le sonrió, entrando a la pequeña sala.

-Hola, Min. Yo…Em, estaba platicando con…Miki.- Le señaló. –Tratado de paz, nada más.- Sonrió, escondiendo las manos detrás de su espalda.

-¿En serio?- Minho se veía aliviado. -¿Puedo saber qué involucra ese tratado de paz?- Dio un paso más cerca hacia la pecera, no llegando muy lejos debido a que Taemin le abrazó, obligándole un paso hacia atrás.

-Secreto.- Jadeó. -¿Sabes? Muero de hambre, ¡deberíamos salir a cenar!

-¿Cenar? No prefieres que yo cocine…- Minho intentó dirigirse a la cocina (por lo cual debía cruzar la sala).

-¡No!- Taemin le jaló por el brazo. –No te haré cocinar; no después de que trabajaste tanto hoy.

-¿Tae?- Minho frunció el ceño ante la insistencia de su novio.

-La verdad, quiero ir a ese nuevo restaurante. Me ha tentado.- Mintió. -¿Me llevas? ¿Por favor?

-…De acuerdo.- Exhaló. –Vayamos a cenar.

Taemin empujó a Minho hasta la puerta, regresándose solamente cuando recordó que no podía dejar que Launcelot cayera de nuevo en tentación. Cogió un libro de su maletín, y abierto por la mitad, lo colocó como tapa sobre la pecera. Eso serviría, al menos en lo que volvía, y descifraba una solución. Antes de salir del departamento, le dedicó una mirada a su gato y cerró la puerta.

     

                  

¡Lo tenía! Sabía perfectamente qué hacer. Sólo le había tomado toda la cena pensar en cómo hacer que Minho no se diera cuenta que su lindo pececito estaba algo diferente. Mientras no se acercara a la pecera, en veinticuatro horas, todo estaría bien. Por eso mismo, cuando llegaron al departamento, Taemin le arrastró hasta su habitación.

-Min, hagamos el amor.- Suplicó, haciéndole caer en la cama. Se sentó sobre su cadera, evitando que se pusiera de pie.

-¿Ahorita? ¿En serio?- Minho rio, sosteniendo al demonio por la cintura. -¿Por qué quieres hacer el amor?

-Porque te amo.- Respondió rápidamente. Y porque se sentía culpable.

-Yo también te amo, Tae.- Le acarició el rostro.

Taemin dejó escapar un jadeo culposo, haciendo un puchero. Detestaba mentirle a Minho, pero no se arriesgaría a hacerle enojar con esa noticia. No, cuando la condición para tener a Launcelot en casa, era que se supiera comportar. Llenó el rostro de Minho de besos, pidiéndole disculpas con cada uno de ellos. También, prometiéndole cuidar mejor de sus mascotas, de ahora en adelante.

-Min…- Jadeó. –Amor, estuve pensando, y creo que Miki necesita más amigos.- Hizo un puchero.

-¿Más amigos?- Minho alzó una ceja, sosteniéndole por el cuello con una mano, y la cintura con la otra. -¿Por qué lo crees?

-Él está tan solito en esa pecera, necesita compañía.- Explicó. –Si tuviéramos otros peces, él tendría compañía. No es como si pudiera salir a jugar con Launcelot.- No por favor, ya no más salir a jugar con el gato.

-¿Qué dices?- Volvió a reír. –Si tuviéramos más peces, no cabrían en la pecera.

-Podemos comprar una más grande. ¡Y poner muchos peces ahí!- Jadeó, vendiendo la mejor sonrisa que tenía. –Peces pequeños, y grandes, de muchos colores.

-Creí que no te gustaba en lo absoluto tener a Miki, y ahora quieres más.- Le recriminó. -¿Qué  escondes?

-…Las peceras grandes, tienen tapa…- Masculló bajito, admitiendo la mitad del problema.

-¿Así que es eso?- Frunció el ceño. –¿Algo más?- Volvió a preguntar.

-No…

-Bien.- Minho fijó su mirada en la de Taemin. -¿No te importaría tener más peces? Creo que te pones bastante celoso de uno, como para tener unos cuantos más.

-Es sólo un pez, yo sé que me amas más a mí.- Resopló en un quejido. –Miki también es mi responsabilidad, así como Launcelot la tuya. No son el gato de uno, y el pez del otro. Son de ambos, y debo de ver por ambos del mismo modo.

-Me alegro que pienses así, amor.- Minho asintió. –Está bien, unos cuantos peces más no harán mucha diferencia.

-¿Sí? ¡Sí! Mañana iré a la tienda de mascotas, y escogeré los más bonitos peces.- Se emocionó.

-Eres todo un caso, Tae.

Notas finales:

Tae cree que Minho no sabrá nunca que su pez es otro :v ¿Ustedes qué opinan? ¿Minho se dará cuenta del cambio de peces? ¿Se enojará? xD 

 


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