Minho dejó sus zapatos en la entrada, sin molestarse mucho en usar las pantuflas que le esperaban a un costado. Caminó descalzo por el pasillo hasta llegar al área común. Entonces pudo ver a Taemin, sentado en la barra de la cocina, leyendo una revista mientras comía un brownie. Alzó una ceja, preguntándose de dónde rayos esta vez Taemin había conseguido esos dulces.
-Hey…- Le saludó, besándole en el cabello. Taemin se giró a penas un poco para soplarle un beso al aire, demasiado concentrado en su artículo acerca de una civilización antigua. ¿De dónde sacaba esas revistas? Minho jamás había visto a Taemin ir a comprarlas, así que estaba hasta cierto grado seguro que se las quitaba a alguno de sus colegas en la universidad (sino es que a todos). -¿Cómo te fue hoy?
-Bastante normal, a decir verdad.- Exhaló, estirando la mano hacia el plato con los pastelillos.
-Hummm…- Minho soportó una risa, Taemin estaba demasiado concentrado en su lectura como para ser productivo en una conversación. –¿Y los brownies? ¿Cómo llegaron hasta nuestra barra?- Intentó de nuevo, esta vez tomando uno y dándole una pequeña mordida. -Oh maldición…Esto es demasiado bueno.- Jadeó, consciente que estaba exageradamente buenos. ¡Había maldecido! -¿Dónde los compraste?
Taemin exhaló, claramente exasperado por no poder leer a gusto. Le dedicó una mirada escéptica al ángel, terminando por voltear los ojos.
-No puedo creer que no distingas lo hecho por tandas, a lo hecho en casa.- Bajó su revista, sonriendo antes de robarle a Minho su brownie. -Los trajeron los vecinos del 308. Al parecer hicieron muchos, y decidieron regalarlos.
-¿Cómo pueden haber hecho demasiados?- Cuestionó, tomando un par más antes de que Taemin se los comiera todos. -Ellos realmente saben cocinar, creo que ni Kibum haría algo así de bueno.
Taemin rio, cubriéndose la boca, asegurándose de recordar esa afirmación para después molestar a su amigo humano. Definitivamente haría arder troya.
-Supongo que los sabores naturalez de cada ingrediente resaltan más en sus manos.- Se encogió de hombros, volviendo a tomar su revista.
-¿A qué te refieres?. Minho le cuestionó, bajando su brownie a medio comer.
-¿Uh? ¿No lo has notado?- Taemin le miró sorprendido. -¿Su rastro de magia? ¿Su olor a naturaleza? Estos chicos son un par de dríadas.
Minho miró con extrañez a su novio, procesando la información y entonces haciendo click todo en su lugar. Debían de tener un muy potente hechizo sobre ellos, si lograban esconder sus ornamentas hasta el grado de verse como un par de humanos normales.
-Pero…- Frunció el ceño, pensando en voz alta. -Creí que las dríadas eran ninfas, ¿eso no las hace exclusivamente mujeres?
Taemin se encogió de hombros
-Tal vez sean mitad dríadas, así se explicaría el por qué son hombres, y también el por qué pueden vivir tan lejos de sus robles. Aunque todavía me causa extrañez que un par de dríadas escojan vivir en la ciudad, cuando podrían buscarse un lugar en las afueras.
-Wow yo…no tenía idea de nada de lo que me estás diciendo.- Minho miró a la nada, cuestionándose si pasaba demasiado tiempo en el hospital, y a dónde se había ido todo su conocimiento en las demás criaturas que existían además de los ángeles y demonios. -Pensé que aquí sólo residían humanos, y…no lo sé.
-Cariño, ellos se mudaron hace poco, no te preocupes demasiado por eso.- Taemin le acarició la mejilla, dándole un poco de consuelo ante su obvia mirada afligida. -Además, si es verdad que son mitad ninfa, su habilidad numero uno es saberse esconder a la vista. Se esconden como un par de humanos, en un área protegida por un ángel. Me parece a que en realidad se están escondiendo de alguien, o tal vez son un par de amantes que se escaparon para estar juntos.- Rio por lo bajo. -Son muy jóvenes, así que no me sorprendería que así fuera.
-¿Jóvenes? No puedes hablar de juventud, Taem. Eres un bebé.- Minho rio, recargándose en el tacto de la mano del demonio.
-Ellos lo son más, amor.- Taemin aseguró. -No les calculo más de 96 años, a ambos, y no lo sé… Realmente se siente como que son muy jóvenes.- Rio por lo bajo. –Me hace querer estar al pendiente de ellos, realmente creo que se trata de una historia de amor prohibido. Sobretodo porque uno de ellos está corrupto, pero puedo ver la bondad en su alma. Su corrupción no es por maldad, sino por amor.
Minho inhaló, sosteniendo el aliento más de lo usual. Pocas veces había visto este lado tan cálido y amable de Taemin con alguien que no fuera él, o Kibum. Este par de chicos realmente debían remover algo en Taemin, y sentía tanta curiosidad de ello.
-¿Por qué?
-Ellos…Me recuerdan a ti y a mi.- Sonrió suavemente. -Un ser de luz, y el otro corrupto, enamorados, y probablemente en contra de todo lo que les han enseñado.- Exhaló, su aliento algo quebrado al final. -Quisiera saber su historia, para poder ayudarlos un poco más, que sean felices, así como tú y yo. Si nosotros podemos estar juntos, ellos también deberían de poder, sin tener que esconderse.
Minho ahogo un ruido en su garganta, sintiéndose más que orgullo de Taemin, y muy conmovido. El amor que Taemin sentía por él era tan grande, que quería que los demás pudieran sentirlo sin tener que censurarlo de ningún modo. Y él definitivamente amaba a Taemin del mismo modo. Se aseguraría de estar al pendiente de ese par de jóvenes dríadas, para poder ayudarlos en todo lo posible.
-Dime…¿cómo es que sabes tanto de las dríadas?- Rio un poco, tratando de bajar el nudo que se le formó en la garganta.
-Oh…- Rio, agitando su cabeza. -Minho tonto.- Le molestó. -Tienen ornamentas, ya sabes, ornamentas de venado.- Hizo un gesto con su mano libre, dibujando las ornamentas al aire. -Y flores en sus cabezas, son absolutamente hermosas. Y aseguran de mostralo, adornándolas con cadenas y joyas.- Agitó su cabeza, dejando mostrar sus propios cuernos enroscados. Color dorado, decorado con cadenas que se enredaban en ellos, hasta bajar y engancharse a los aretes en sus orejas. En cada cadena colgaban al menos un par de joyas, desde rubís, esmeraldas, hasta citrinos, además de uno que otro cuarzo -No te olvides Min, que también hay algo de naturaleza en mí.-
Minho exclamó un susurrado oh, acariciando los cuernos cimarrones de Taemin sin pensarlo. Le encantaban, y sabía que Taemin también los adoraba. Así que tenía sentido, el diablillo probablemente había investigado a todas las criaturas que tenían ornamentas como él, y eso era algo que encontraba terriblemente adorable.