Taemin movió con mucho cuidado el carrito vagón donde estaba transportando a sus nietos. Tenía que repartirlos todos pronto, o empezaría a comer pescado frito todos los días como snack. Resopló para quitarse el cabello del rostro, tratando de lucir presentablemente él antes de llamar a la puerta.
Por supuesto que sabía a quiénes ofrecerles a sus preciados bebés, no era tan inconsciente como para regalarlos a cualquiera que se cruzara frente a él. Así que tenía que ponerse a trabajar.
Tuvo que llamar a la puerta cuatro veces, la señora Jo era algo mayor, y vivía sola. Un poco de compañía no le haría mal, además Taemin sabía que sus hijos y nietos la visitaban todos los fines de semana, asegurándose de que la chica de aseo que habían contratado hubiese ido como siempre. Estaría bien dejarle a ella uno de sus bebés, estaría en buenas manos.
-¿Diga?- La señora Jo preguntó mucho antes de abrir la puerta, y aún así Taemin decidió ser paciente con ella y esperarla.
-Buenos días señora Jo.- Taemin se aseguró de poner esa cara que la anciana siempre quería pinchar. La mujer simplemente era muy afectuosa, y le encantaba estar al pendiente de sus vecinos para cotillear con ellos.
-Oh querido, que alegría verte por aquí. Hace mucho tiempo que no me encuentro contigo en los pasillos. ¿Has estado comiendo bien? Sabes que siempre puedes venir a pedirme gachas con camarón, no me gustaría que por estar siempre pensando en el trabajo no te alimentes bien. Ese chico tuyo tampoco lo he visto por aquí, cualquiera creería que se han mudado…- Ella comenzó a hablar, soltando cada uno de sus pensamientos con el privilegio que su edad le daba.
-Gracias señora Jo, he estado comiendo bien, se lo aseguro. Pero con gusto la siguiente semana acepto venir a comer con usted gachas.- Taemin agradeció, cortando la plática de la señora antes de que ella empezara a contarle lo que había escuchado en su club de tejido. -De hecho, Minho y yo hemos estado muy ocupados con el trabajo, pero eso no evita que nos acordemos de usted siempre.- Sonrió.
-Por supuesto, como si pudieras engañar a esta anciana.- Ella no se dejó amedrentar, sin embargo. -¿En qué puedo ayudarte Taeminnie?
Taemin rio, la señora Jo le agradaba, incluso para ser una humana de avanzada edad, ella era muy divertida de escuchar cuando sus ideas no se descarrilaban. Tal grado de concentración sólo lo alcanzaba al momento de estar pasando un chisme, Taemin totalmente vivía para escucharla hablar.
-En realidad venía a preguntarle si no le gustaría un poco de compañía silenciosa, y quisiera adoptar a uno de mis nietos.- Suspiró, agachándose para tomar una pecerita en donde uno se sus nietos nadaba fastidiado por el pequeño confinamiento. -Me temo que no tengo más espacio para poder cuidar bien de ellos, y estoy en la misión de encontrarles un buen hogar.
-Oh querido, ¿pero entonces por qué criarlos?- Ella cuestionó, subiéndose las gafas que colgaban de su cuello gracias a una cadena, para así poder ver el pequeño pececito de color rojizo con manchas oscuras.
-No lo hago.- Exhaló frustrado. Aún no podía creer como estos pequeños traviesos lo habían logrado. -Mi tanque ni siquiera es el lugar ideal para que nazcan. Tiene un filtro, la mayoría de los peces adultos ven la hueva como un ingreso de proteína extra, y definitivamente el agua no se cambia lo suficiente como para que estos bastardos sobreviviecen.- Se quejó, puesto que a pesar de tener todo en contra, habían nacido 20 pececitos goldie.
La mujer rio, negando con la cabeza antes de tomar la pecera que Taemin sostenía.
-Estaban destinados a nacer, son luchadores.- Le sermoneó. -Le diré a mi nieto mayor que investigue lo necesario que esté pequeño amigo ocupa para estar cómodo .
-Gracias señora Jo.- Exhaló, aliviado de tener un bebé pececito menos que buscarle refugio. -No le tomaré más de su tiempo, todavía tengo que seguir en mi misión.- Se disculpó. -La visitaré la siguiente semana, podría contarme cómo les ha ido juntos.
-Por supuesto que sí, te estaré esperando querido. Y, Taeminnie, me parece que la familia del 207 le encantaría tener a un nuevo integrante.
-Gracias, la veo después.
Y así partió, de regreso al elevador, con el mayor cuidado del mundo para no seguir estresando a sus pequeños bebés que pronto estarían viviendo en nuevos hogares.