Muchos conocidos de Taemin estaban en esa fiesta sorpresa. Gran parte de sus colegas de la universidad, otros cuantos que sólo fueron sus compañeros de clases cuando fue estudiante en esta época. Algunos de los compañeros de trabajo de Minho, con quienes también se llevaba bien. Incluso, Bom, la chica de la florería estaba ahí para celebrar el cumpleaños de Taemin.
Y Taemin les estaba agradeciendo de uno por uno. Le gustaba platicar, y vaya que lo hacía hasta por los codos, además de que quería averiguar quién había dejado qué en la mesa de picnic que había sido reservado para los regalos. Porque era su día, y estaba siendo consentido y mimado por todos.
Fue hasta que llegó con sus suegros, que la verdadera actitud infantil de Taemin salió a flote. Brincó sobre su lugar alegremente, aceptando los cumplidos que su suegra no dudaba decirle. Además de que su suegro de hecho estaba dándole la razón en esos pequeños debates que les gustaba mantener.
-Mamá, papá.- Minho saludó, al acercarse después de dejar lo que él consideró era suficiente tiempo para que Taemin hablara con ellos. –Me permiten llevarme a Taemin un momento.
-Hijo, estás siendo un poco egoista al querer llevarte a Taemin de ese modo.- Sahyun comentó, no regañando a su hijo, sino más bien como el berrinche de una niña pequeña cuando le dicen que tiene que dejar de achuchar al cachorrito que vio en la tienda de mascotas.
-Vamos Sahyun, nuestro hijo no está siendo egoísta.- Minhyuk intervino antes de que Minho perdiera ante su madre. –Estoy seguro que él sólo quiere demostrarle su amor y afecto a Taemin, en privado.
-Papá tiene razón, mamá por favor.- Minho insistió.
-Está bien omma, regresaré en un minuto.- Taemin sonrió adorablemente, despidiéndose de sus suegros y siguiendo a Minho.
Mordió un poco el interior de su mejilla, preguntándose por qué se alejaban de la fiesta. El parque se elevaba un poco en unas colinas que había, y donde habían sido colocadas algunas bancas, ahí fue donde se detuvieron. Taemin se sentó mirando con algo de expectación a Minho. ¿Por qué el ángel lo había apartado de los demás?
-¿Entonces? No sólo me mires.- Gimoteó, desesperándose con la boba sonrisa de Minho. -¿Para qué me trajiste aquí?
-Taemin, te amo.
-Eso ya lo sé.- Rio, cubriéndose la boca. –Lo dices todo el tiempo.
-Me gusta decirlo todo el tiempo.- Sonrió. –Me gusta que el mundo lo sepa, aunque mamá tenga razón y yo sea egoísta, porque quiero que sepan que eres mío y no compartirte en lo absoluto.- Admitió. –Pero sé que eso es imposible…- Suspiró, tomando la mano del demonio. –Lo pensé hasta que logré encontrar una forma de lograr tenerte para mí, y aun así no ser egoísta…- Sostuvo la respiración por un momento.
-¿Min?- Taemin mordió su labio, tocando el rostro del ángel con su mano libre. –Se nota que has pensado mucho esto.- Rio. –Me lo puedes decir, cualquier cosa que hayas pensado.
-Sé que no nos podemos casar, y aunque pudiéramos, probablemente no lo aceptarías por el simple hecho de que el matrimonio es seguir reglas, y detestas las reglas.- Exhaló entre risas. –Pero yo…- Buscó en su pantalón. –Taemin ah, me harías muy feliz si aceptas este regalo.- Mostró la pequeña caja color azul. –Porque aquí están todos mis sentimientos por ti.- La abrió, mostrando el pequeño anillo entrelazado en oro y oro rosa.
Taemin no tenía palabras, ni siquiera podía respirar. Se alegró de estar apartados de los demás, porque si seguían sin respirar pronto se transformaría en demonio para compensar la falta de oxígeno. Por más que intentó, ni una palabra salió de su boca; sólo un grito ahogado de emoción antes de abalanzarse sobre el ángel y aplastarle en un largo abrazo.
-¡Me encanta! ¡Me encanta! ¡Me encanta!- Repitió emocionado. -¡Sí! Maldición, lo amo.- Rio, apartándose para extender su mano, indicando que quería que Minho le pusiera el anillo. Chilló nuevamente al tener el anillo puesto, mirándolo como un niño a un caramelo. –Apartir de ahora, diré que estamos comprometidos.- Rio infantilmente, brincando sobre su lugar.
-¿Lo harás?- La esperanza iluminó el rostro de Minho. –Quiero decir, en algún futuro ¿podríamos decir que estamos casados?
-¡Sí Minho! ¡Sí!- Volvió a brincar sobre el ángel, besándole mucho. –Apartir de ahora, siempre que tengamos que cambiar de identidad, y volver a comenzar, digamos que estamos casados por favor.
Minho exhaló aliviado, encontrando el aire que no sabía que necesitaba. Envolvió sus brazos en la cintura del demonio, riendo con las cosquillas que el entusiasmo de Taemin le causaba al ser enviado en ondas de placer.
-No pensé que fuera a ser así de sencillo.- Admitió.
-Min, puede que no me gusten las reglas. Pero quieres que sólo sea tuyo; es esa posesividad la que estoy alentando. Quiero que me quieras así de mal, para que nunca dejes de hacerlo.- Le besó. –Y. No. Puedo. Dejar. De. Amarlo.- Indicó entre más besos. Amaba el anillo en su dedo, amaba que Minho hubiese admitido que lo quería sólo para sí mismo, y que hubiese buscado una solución en sus términos para no sentirse tan conflictuado. –Yo también te amo, Minho. Y has hecho de este, mi mejor cumpleaños.