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«Ven conmigo al baile, loser» por MarLe514

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Notas del capitulo:

Gracias para todos aquellos que comentaron y les gustó~ os amo~

EL BAILE ESCOLAR

 

Richie suda se miró al espejo como cuarenta veces, haciendo poses de actores mientras inspeccionaba su reflejo. Sus manos sudaban, sus pies sudaban, incluso lugares que normalmente no deberían sudar, lo hacían. Esa noche era la esperada velada, y no, no se trataba de navidad, sino del esperado baile de invierno.

“¡Oh... Debes estar bromeando! El gran Richie Tozier no conoce ese estado tan patético.” Se animó arreglándose la corbata roja que había tomado de su padre. Y aunque sonriera de forma picara a su reflejo aparentando serenidad, en realidad estaba tan nervioso como idiota. Pues esa mañana había confundido la leche con jugo de manaza, y no notó que era hasta que llevaba medio plato y solo tres Frootloops de cereal flotando.

Eran casi las nueve cuando tiró de los pantalones elegantes sobre sus piernas flacas empezando a vestir sus mejores galas. Pero cuando se colocó el saco de su traje, noto un agujero del tamaño de su dedo a la altura del brazo.

—Ah, debes estar bromeando…—Maldijo metiendo su dedo en el hueco. Ya no había tiempo, fue hasta el escritorio de su habitación y vacío su mochila sobre la mesa, cuando divisó el plumón lo destapó y pintó la camisa blanca de negro, ocultando así el agujero. Nada ni nadie arruinaría esa estúpida noche. Cuando acabó observó su brillante trabajo con una sonrisa petulante, arreglado sus rizos desordenados con más gel, peinándolo estilo Elvis Presley hacia atrás.

Se miró por millonésima vez al espejo practicando sus expresiones para Eddie. Estaba dispuesto a impresionarlo.

—Hey, ¿qué tal, chiquito? — Dijo tratando de sonar sexy, pero solo terminó como un cutre intento de Barnie. Suspiró volviendo a intentar. —Oh, luces como una rosa... —Luego negó frenéticamente. Eso sonaba patético. —No-no. —Carraspeó. —Sería sol para darte todo el día, bebé. —guiñó.

—Richie, ya es hora. —El gritó de su madre lo sacó de su nada humillante práctica. Su pulso se elevó hasta las nubes y tuvo que coger la bolsa de papel empezando a hiperventilar.

“Demonios, ¿qué pasa conmigo? Soy el gran Richie Tozier… me estoy comportando como un virgen.”

El pelinegro suspiró y se quitó las gafas, completamente decidido. No veía un carajo, pero se sintió confirme con su aspecto. De todas formas siempre las usaba y sabía que sería algo nuevo el no llevarlas. Guardo la orquídea que había comprado en la tienda de Benny, ocultándola en su saco,  y bajó las escaleras, subiendo al coche de su madre.

Odiaba ser llevado al baile en el auto cafetera de la vieja loca, pero esa era la condición que le había dado. Y bueno era eso, o pasar la noche viendo Scooby-Doo.

En el auto su madre solo empezó a parlotear y tararear música deprimente que Richie calificó como elementos de tortura rusa.

Finalmente y gracias a espíritu santo, la señora Tozier aparcó el coche frente al pórtico de los Kaspbrak.

—Apresúrate y ve por tu novio. —Murmuró ella encendiendo un cigarrillo y empezando a fumar.

Richie enrojeció terriblemente. —¡¿Qué dices, mujer?! —Gimió azotando la perta y caminando hasta la entrada. Cuando estuvo frente a la perta roja, hizo un puño y se golpeó el pecho dándose valor. —Tengo que ser siempre el mejor, mejor que nadie más, atraparlos mi prueba es, entrenarlos mi ideal. ♫ Yo viajaré de que aquí a allá, buscando hasta el fin. Oh! Pokemon yo entenderé tu—♫ —empezó a cantar con ritmo.

La puerta se abrió de pronto y Eddie le miró con una ceja levantada desde adentro.—¿Que estás haciendo?

Richie ahogó un grito de sorpresa. —Ah, maldición me asústate. —Murmuró recobrando la compostura.

Eddie sonrió, tenía puesto un traje celeste y el yeso continuaba sobre su brazo derecho, sus mejillas estaban rosadas y sus ojos brillaban más que nunca. Cuando fijo su mirada en el chico de pie frente a su pórtico su respiración se detuvo y su corazón dio un vuelco.

El pelinegro tenía el cabello peinado hacia atrás y no llevaba más gafas, joder, eso le hacía ver tan...

Eddie trago saliva.

Richie... Él se veía tan guapo.

Richie ladeó la mirada hacia el bajito, y como veía poco menos que un topo solo sonrío. —Eh, ten. —Dijo rápidamente, sacando la orquídea de su saco. Lo había visto en “My Fiar Lady” el hombre siempre obsequia una flor a su mujer. —Esto... Lo compre para ti. —Murmuró avergonzado colocándoselo en la muñeca, sin apartar la mirada del suelo.

Eddie se sorprendió por el presente, pero no pudo evitar sonreír como un idiota. —¿Qué es? — Preguntó.

Richie se avergonzó aún más. —N-nada, ya vamos, mi madre está esperando. —Tomó su mano y lo guio al coche.

El camino fue incomodo y silencioso, oh Dios Richie quería cavar un pozo y meterse ahí cuando su madre habló sobre relaciones seguras y el VIH.

“Oh mierda, Diosito solo llévame.”

—Okay, hasta nunca, mamá. —Jadeó Richie cuando llegaron a la escuela, y azotó nuevamente la puerta del coche.

—Pasaré por ustedes a las doce. —Dijo dando otra calada a su cigarro. —Diviértanse, pero no demasiado. —Guiñó la mujer, para luego pisar el acelerador.

Richie viró los ojos. —Olvida eso, por favor. —Pidió.

Eddie solo sonrió, se sentía emocionado, nunca antes había ido al baile, y de pronto toda esa emoción se convirtió en pánico, sostuvo con fuerza la mano de Richie y le hizo detenerse. —No sé si es una buena idea. —Murmuró. Siempre estaba temeroso de los brabucones y ser arrojado a la fuente de ponche como primera experiencia en segundo grado, definitivamente le dejó un gran trauma.

Richie le tomó de las mejillas con amabas manos y lo sacudió. —Estas con el fabuloso Tozier, y nada va a sucederte. —Le aseguró con arrogancia.

Eddie suspiró asintiendo, y se pusieron a andar. Habría sido una magnifica entrada de película cincuentera, pero Richie tropezó con el primer escalón y cayó de cara, haciendo reír a todos, incluso el Dj detuvo la música.

“Fantástico.”

Richie se frotó la nariz, no veía una mierda sin las gafas. Eddie soltó lagrimitas de la risa y su estomago empezó a doler, Richie definitivamente sabía como hacerle olvidar el miedo y era lo que más amaba de él, se encogió a su altura y le extendió la mano con una sonrisa brillante, que lamentablemente Tozier no pudo disfrutar. —Tomalá, de esta forma no caerás, andando.

Richie cogió su mano y la calidez se extendió por toda su palma hasta el brazo. Y ese mínimo y estúpido gesto le hizo en puberto semi adolescente más feliz de la tierra.

Y ambos caminaron de esa forma entre la gente, cogidos de la manos. Y si bien Richie tenía la cara tan roja como un cartel incandescente, en ningún momento insinuó querer soltarla.

El gimnasio estaba decorado con una bola disco, y globos púrpura por todas partes con un extravagante cartel de: Baile de invierno 1957.

—Me… siento nervioso. —Admitió Eddie, con las manos sudorosas. —Lo siento… están húmedas. —Desenredo sus dedos y seco sus palmas en sus pantalones.

Richie percibió como su animo se iba apagando, por lo que le tomó del brazo llevándolo a la zona de bebidas, tomó un vaso y lo rellenó de ponche. —Ya, relájate un poco, Kaspbrak…—Dijo en tono conciliador ofreciéndole la bebida.

Eddie se sintió mucho mejor luego de darle un sorbo, de pronto Bill y Ben, los amigos de Richie se acercaron con expresiones alarmadas hacia ellos, la comodidad de Eddie se esfumó.

—Hey, amigos! —Dijo animado Richie.

Ellos le inspeccionaron. —¡Joder, no lleva sus gafas! ¿Cuántos dedos ves aquí? —Ben le mostró siete.

Richie solo le mostró su dedo medio. —Que bien que los encuentro muchachos, ya deben conocer a Eddie, cariño, saluda. —Presentó el pelinegro como si se tratara de una mascota, y no su novio.

Ambos se miraron entre sí. —E-e-e-es una bro-broma ¿v-verdad? —Siseó estupefacto Bill.

—¡Lo sabía! ¡Fue abducido por los aliens! ¡Muéstrame tu ombligo ser del mal! —Chilló Ben, intentando levantar su camisa.

Richie puso los ojos en blanco, dándole un manazo en los cachetes al gordito. —Me alegra que estén felices por mí. —Masculló sarcástico, para luego pasar su brazo por los hombros de un incomodo Eddie. —Vamos cariño, aquí empieza a apestar. —Dijo en tono satírico alejándose de sus mejores amigos.

Eddie tenía la cabeza gacha y los ánimos por el suelo. Tal vez había sido una mala idea ir al baile con Richie… realmente no quería que perdiera a sus amigos por él. Y cuando levantó la mirada para encarar al más alto, vio a la bellísima Beverly bailando con Stan en medio de la pista, rápidamente dirigió su mirada a Richie comprobando su estado.

Él ni siquiera parpadeó ante la escena. De hecho no le importaba, además no tenía las gafas y para él era solo dos manchas amorfas moviéndose.

—Venga, vamos a bailar. —Le arrastró a la pista y le obligó a rodearle el cuello.

Eddie se sonrojó. —Todos están mirando. —Murmuró avergonzado.

Richie le sujetó la cintura con fuerza. —Bueno, entonces me luciré con mis increíbles pasos de baile. —Dijo en tono divertido.

El castaño mordió sus labios, jamás podría tener la confianza absurda de Richie Tozier. Solo apoyó su frente sobre su hombro ocultando su rostro y aunque solo fue por que estaba apenado, a Richie le explotó el corazón. Diablos Eddie olía a uva. Sí, era definitivamente su shampoo.

Richie sonrió como un bobo, acercando su cuerpo más al de Eddie, y cuando sus labios rozaron el cartílago de su oreja le susurró. —Esto, de verdad, me recuerda a esa tarde en tu cuarto…—murmuró pervertidamente. —Te veías tan lindo llorando…

Eddie agrandó los ojos y rojo de la vergüenza y la furia le dio un pisotón a Richie el bocazas.

El pelinegro soltó una carcajada frotándose el piecito. Pero Eddie dio media vuelta con intensiones de ir a esconderse a los baños y no salir hasta Navidad, pero en el camino tropezó con Henry Bowers, el idiota psicópata que siempre le molestaba en la escuela, y diablos, Eddie estuvo a nada de mojar sus pantalones.

—Oye, perdedor de mierda, ¿acabas de empujarme? —Preguntó lleno de furia el adolescente.

Richie le sintió temblar y rápidamente se colocó frente al pequeño. —Relájate un poco, Bowers… ¿Estas con tu periodo o algo así? —Masculló entre dientes. 

Victor, el amigo de Henry soltó una risita que inmediatamente trató de ocultar bajo su mano. Henry enfureció mirando a Eddie.—Creí haberte dicho que no mostraras tu cara de rata en el baile, perdedor. —Masculló con fuego en la mirada.

Eddie tembló de pies  a cabeza. Richie apretó los puños a cada lado, nadie además de él, tenía permitido llamar “perdedor” a su Eddie.

—Eddie no es un perdedor. Así que discúlpate. —Levantó la voz sonando enfadado.

Ellos soltaron una carcajada, de repente Henry le tomó del cuello, levanandolo del suelo. —¿Qué dijiste, imbécil? —Escupió.

—R-Richie, en serio no importa, solo vamos. —Pidió Eddie tirando de su brazo, en unos segundos definitivamente se pondría a llorar.

—Eso, hazle caso a tu noviecita, marica. —Henry soltó una risa seca, empujándole al suelo.

Richie tenso la mandíbula. —Dije: Discúlpate. — Se puso de pie y tomando algo de vuelo, le dio un empujón mandándolo también al suelo.

Eddie se quedó con la boca abierta.

 

El rubio de ojos celestes y siniestro aura tronó los huesos de su cuello, mirándole con señales de: Estas muerto.

 

Solo un minuto después Richie fue arrojado por las puertas traseras del gimnasio, Eddie salió corriendo un segundo después lanzándose sobre Richie, completamente preocupado y en pánico.

El pelinegro tenía la cara magullada, el ojo morado y el labio partido. Genial. Había sido prácticamente un saco de boxeo, pero no se arrepentía de nada, pues nadie humillaba a su chico.

—¡¿Richie, estas bien?! ¡Estas sangrando! —Chilló exaltado y los ojitos llorosos.

Pero, Richie se puso de pie casi a tientas, antes muerto que lucir débil frente a Eddie.

Víctor y Henry aparecieron unos segundos después, mirándoles socarrones. —Ese maldito, ¡¿porque sigue parándose, acaso quiere morir?! —Se quejó el pelinegro.

Richie levantó sus puños, encorvado y adolorido.—Discúlpate… con Eddie... —Exigió hecho polvo.

Ellos se miraron entre sí, con sorpresa, y después fe unos segundos maldijeron. ¿Acaso era humano?

—Púdranse, homos de mierda. —Dijo Henry dando por terminado aquel encuentro. Cuando entraron el sonido metálico de las pesadas puertas retumbó en sus oídos.

“Mierda… no siento las piernas.”

Richie cayó de rodillas ya sin fuerzas, y Eddie fue lo suficientemente rápido para abrazarse a él impidiendo que se lastimara más de lo que estaba.

—¡¿Que estabas pensando?! Richie, tonto. —Dijo sin dejar de abrazarlo.

—Lo siento... No logre que se disculparan... —Murmuró cabizbajo.

Eddie sintió su pecho estrujarse, se había conmovido tanto que hasta creía que cada vez se enamoraba más y más de Richie Tozier. —¡Eso no tiene importancia ahora, tonto!

—La tiene. —aseguro adolorido. —Mi padre siempre dice que si no puedes proteger a tu mujer, no te la mereces. —sonrió con los dientes llenos de sangre.

Eddie se sonrojo violentamente.

¡¿Qué diablos significaba eso?!

Richie ladeó la cara en dirección a Eddie y sólo en ese momento se encontraron a centímetros con las narices rosándose. Eddie quiso apartarse, pero Richie le tomo de la cara con ambas manos, no tenía buena vista, por lo que era la primera vez en la noche que lo veía correctamente. Y lucía hermoso.

—Wow, realmente te ves súper lindo. —admitió embobado.

Eddie tragó duro, su corazón se hacía cada vez más propiedad de Tozier y era estúpido resistirse.—No-no digas tonterías. —Murmuró desviando la mirada.

—Oye Eddie... Me duele. —Murmuró adolorido.  

—¡Eh! ¿Donde? —Eddie le inspecciono preocupado.

Richie apuntó su labio partido. —¿Sabes...? Deberías lamerlo. —dijo, recordando la broma de Ben con la panza cortada.

Pero, Eddie, pese a ninguna posibilidad de inclinó sobre Richie completamente armado de valor, repasó su lengua de forma tímida sobre su labio, muriendo por dentro de la vergüenza.

La sensación de humedad caliente hizo que Richie casi sufriera una embolia.

Eddie se apartó vergonzosamente con un poco de saliva escurriendo por su comisura. —Li-listo...

Richie se relamió los labios, mientras el calor se acumulaba en su zona baja, los recuerdos calientes de su primera vez le golpearon y con una sonrisa pervertida, tanteó su suerte. —Huh, Eddie... También... me duele aquí. —apuntó su entrepierna de forma lasciva.

Eddie fijo su mirada y sus mejillas no tardaron en ponerse rojas como un letrero incandescente. —¡Eres... UN IDIOTA TOZIER!

Y así dio un fuerte golpe en su cabeza.

—¡Auch! Pero, no puedes culparme por intentarlo. —Dijo encogiéndose de hombros.

—Cá-cállate. —Dijo ofendido cruzándose de brazos. —No entiendo cómo me enamore de ti. —Se quejó.

—Es obvio, soy fabu… Espera, ¡¿qué?!

—¡Nada!

—Oh vamos, Eddie, dilo otra vez. —Pidió haciendo morritos.

—Ya déjame en paz.

—Aww, ven aquí.

—¡Ah! ¡Mgh, ba-basta! ¡Richie!


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