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Joey´s Pizza por Iztaxochitl

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Notas del capitulo:

Bueno, después de la trágica e inevitable muerte de mi PC, por fin he conseguido otra y estoy de regreso.

 

Espero de todo corazón que disfruten esta historia, que aunque parece que va un poco lenta, pronto empezará a moverse más.

- ¿Me vas a explicar, o qué? – Dijo Mokuba mientras se sentaba en el sillón del despacho de Seto. A pesar de que era tarde y el pelinegro tenía escuela mañana, se negó rotundamente a irse a acostar sin una explicación de su hermano.

-Ya te lo dije. Iba manejando para acá, cuando me distraje por poner música y ese chico se atravesó. Yo no vi la luz roja del semáforo y él no escuchó nada por estar con unos audífonos con el volumen a todo- Seto pesadamente se sentó en la silla tras su escritorio. Buscó unas aspirinas en el cajón y se dispuso a tomarlas para el terrible dolor de cabeza que lo aquejaba desde hacía mucho.

- ¿Y no le ofreciste ayuda, o si quiera una disculpa? – En la voz de Mokuba se notaba cierto desagrado por ese pensamiento.

-Por supuesto que sí, ¿quién me crees? Él simplemente me insultó y se dio media vuelta para marcharse sin siquiera agradecer que lo quisiera ayudar- Fue el turno de Mokuba de enarcar una ceja. Casi no podía creer que su hermano estuviera admitiendo que se equivocó.

Siempre había visto a Seto como alguien prepotente y ególatra.

-El punto es que es mi jefe ahora. Se más amable por favor- Fue el turno de el mayor de subir la ceja.

-Amable? ¿Que no viste que nada más llegué y empezó a gritarme? ¿Cómo se puede ser amable con alguien así? -

-Es normal- dijo Mokuba mientras ponía sus manos detrás de su cabeza más despreocupado.           -Imagina que alguien te haya querido atropellar, y luego entra a KC y lo ves. Realmente hubieras hecho mucho más de lo que hizo Joey- Seto tuvo que, silenciosamente, admitir que su hermanito tenía razón.

-Además, tienes que llevarte bien con él- Seto se cruzó de brazos y vio al menor a los ojos, esperando una clara respuesta.

Mokuba se puso de pie y se le acercó. -Claro! Vamos a necesitar de tus buenos consejos y asesoría para poder sacar adelante ese negocio. Las pizzas de Joey son buenísimas. Podías decir que son las mejores que he probado. Pero su restaurante esta al borde de la quiebra porque el es un analfabeto en esto de hacer negocios. Cosa para lo que tú eres experto- Mokuba sonrió maliciosamente.

-Y qué te hace pensar que yo voy a ayudar a ese… perro? - Mokuba estalló en carcajadas.

-Exactamente eso, hermanito- dio media vuelta y se dirigió a la puerta, pero antes de salir volteó y le guiñó el ojo mientras decía. -Eso, y que yo estoy interesado en ayudarlo, y tú en ayudarme a mí- y sin más se fue a su habitación dejando a un perplejo CEO sin entender realmente que había querido decir.

 

Ya en su habitación, Mokuba se tiró en la cama y se sacó los zapatos. Agarró su teléfono celular y comenzó a jugar un poco, matando el aburrimiento antes de dormir. Pensó en Duke, y tuvo tantas ganas de llamarlo. Pero se contuvo, porque sabía que si por fin lo localizaba, el pelinegro querría verlo, y aún no tenía la confianza de Seto como para que lo dejara salir, menos a estas horas.

Con él en su mente, se quedó dormido. Deseando ver a su amigo/amante y que estuviera bien.

 

 

Por su lado, Joey se encontraba en la pizzería. Terminó de lavar y poner todo en su lugar, y se dedicó a sacar el catre que tenía detrás del refrigerador para tenderlo y dormir.

Puso todo en su lugar, cepilló sus dientes y apagó las luces.

Se acostó, pero a diferencia de otras noches y a pesar de estar agotado, no pudo conciliar el sueño. Toda la situación con Mokuba y su hermano le rondaba la cabeza. La verdad es que no esperaba encontrarse con el ojiazul en su restaurante, y mucho menos que resultara ser el idiota que casi lo atropella.

Estaba molesto. Con el castaño, y consigo mismo porque sabía que todo lo que ese cascarrabias le había dicho era real, y él había sido muy irresponsable esa tarde.

-Es un idiota- Joey contaba con un gran ego también, y aunque era evidentemente más humilde que el castaño, tampoco era un hueso fácil de roer.

-Espero no toparme con él otra vez- pensó a la vez que se daba la vuelta para respirar profundo y tratar de conciliar el sueño. Tardó un poco, pero por fin lo logró.

 

 

Ya por la mañana, Seto se encontró a un muy animado Mokuba en la cocina.

-Buen día Seto- dijo con una alegría que tenía mucho que no le veía.

-Buen día Moki. ¿Acaso te caíste de la cama? - respondió el CEO divertido.

-JA JA JA, muy gracioso Seto. Pero ni con eso opacarás mi buen humor- Ambos se sentaron a la mesa y les trajeron un desayuno abundante y completo. Mokuba rápidamente empezó a devorar unos hot cakes y un plato de fruta.

Por su parte, el castaño tomó un plato de fruta y uno de huevo revuelto. Tomó el periódico matutino y empezó a ojearlo, sin poder concentrarse. Una duda carcomía su interior.

-Y a que debemos tu buen humor? Normalmente en sábado y a estas horas estarías roncando- El castaño no despegó la vista del periódico, pero en realidad su atención estaba en su hermano. El menor masticó con cuidado su alimento y habló.

-Iré a ver a Joey. De seguro necesitará ayuda hoy- Seto bajó el periódico y lo volteó a ver a los ojos.

-A la pizzería? ¿Hoy? Pensé que descansabas fines de semana- El CEO estaba intrigado.

-Sí, es cierto. Pero por el momento él necesita mucha ayuda, y como no tengo nada que hacer en casa, y estoy bajo arresto domiciliario, ¿pues mejor voy y le ayudo no crees? - La sonrisa de Mokuba parecía tierna, pero no terminaba de convencer a su hermano.

-No estás bajo arresto domiciliario Moki, simplemente estás en un periodo de aprendizaje para que te conviertas en…- fue interrumpido.

-Un hombre de bien, un digno Kaiba, un muchacho responsable… blah blah blah, lo sé. No es necesario que me recuerdes que no puedo salir solo- La voz del pelinegro sonaba algo molesta.

-Si eres consciente de ello, entonces sabrás que solo te dejaré ir con un chofer-

-Lo sé-

-Entonces le diré a Atemu que te acompañe- El pelinegro volteó a ver a su hermano.

-Pensé que Atemu era tu guardaespaldas- eso lo pronunció con algo de sorpresa.

-Y acaso no puede ir contigo? - Mokuba no supo que decir. Subió los hombros restándole importancia al asunto y siguió desayunando.

 

 

Después de un rato, se despidieron y el menor salió con el guardaespaldas rumbo a la pizzería de Joey.

Cabe mencionar que en el poco tiempo que Yami llevaba trabajando para los Kaiba, poco había interactuado con el menor. No estaba nervioso, de hecho, tampoco Mokuba. Pero sí era una especie de experiencia nueva para ambos.

-Puedo preguntar algo? - Expresó el de cabellos coloridos, sorprendiendo a Mokuba.

-Adelante-

-Según me dijo el señor Kaiba este es su día de descanso en su trabajo. ¿Por qué desea ir para allá? - Ya se esperaba Mokuba algo así.

-Mi hermano te dijo que me preguntaras, ¿verdad? - Yami tenía toda su atención en el camino, pero no por eso dejó de escuchar el drama que Mokuba le imprimió a su tono de voz.

-No. Es simple curiosidad mía la verdad- Aunque el pelinegro no se creyó del todo esa respuesta, decidió que tampoco había daño en responder al cuestionamiento.

-Pues, has de saber que no puedo salir de casa a divertirme a ningún lado. Así que, de estar encerado sin hacer nada y morir de aburrimiento a salir un poco y distraerme con Joey, prefiero lo segundo-

-Parece que le ha tomado afecto a su jefe- Mokuba pensó un momento.

-Sí. Es un gran tipo. ¿Pero, sabes algo? Nunca había conocido a nadie como tú-

-A qué se refiere? - Estaban casi arribando a su destino. Mokuba esperó a que Yami estacionara el auto a la vuelta del restaurante, y una vez apagado el vehículo, volteó a verlo para contestar su duda.

-Nunca había conocido a un custodio tan curioso. Todo siempre fue tan formal con todos, que hasta era aburrido. Creo que tú eres mejor, más divertido, y quizás podríamos ser amigos- La sonrisa de Mokuba fue sincera, y recibió una reciproca de parte de Atemu.

-En fin, te quedarás aquí? -

-Así es. Si necesita cualquier cosa solo avíseme. Yo estaré al pendiente- Mokuba asintió y salió del auto, dejando al pelipicudo con una grata sensación interna.

 

 

Adentro de la pizzería, Joey luchaba con una masa que tenía, por descuido de él, agua de más, y por lo tanto era demasiado pegajosa y difícil de manipular. No escuchó la puerta, ni sintió cuando alguien se le acercaba por la espalda. Y como el pelinegro se dio cuenta de eso, decidió jugarle una cruel broma.

-HOLA JOEY! - El rubio brincó, y a su vez casi cae al suelo del susto que le dio ese grito.

-Pero ¿qué te sucede Mokuba? ¿Piensas matarme de un infarto? Aún no he arreglado mi testamento- dijo agarrándose el pecho a la altura del corazón, dándole poca importancia a embarrarse de masa. El menor tan solo sonrió pícaro e inocente.

-No, eres demasiado divertido para eso. Solo quería demostrarte que cualquiera podría entrar, robarte y tú ni cuenta te dabas- eso sonó casi como a regaño.

-Pues, quizás tenas razón. Tengo pensado poner una campaña en la puerta para que suene cada que alguien entre y me avise. Pero no lo he hecho- El rubio puso su mano detrás de su cabeza como excusándose, sin darse la más mínima cuenta del embarradero que ahora era su cabello.

-Pero dime, ¿qué haces aquí? No te esperaba- dijo siguiendo con su labor, y aún sin darse cuenta de su desastre.

-Pues, he venido a ayudar- Mokuba vio como Joey suspiró pesadamente.

-Mokuba, por favor me malentiendas. Me agradas mucho y me parece excelente tener a alguien agradable con quien platicar. Pero nada más te contraté de lunes a viernes porque se me dificulta mucho tu pago. Si vienes en fin de semana voy a quebrar tan solo de pagarte-

-Y tú no me malentiendas a mí- dijo el pelinegro mientras jalaba una silla cerca de su jefe y tomaba asiento. -Cuando dije yo que venía a trabajar? Hoy no vine como empleado, vine como amigo- Evidentemente Joey estaba sorprendido.

Siguió amasando un buen rato. Mokuba estaba hipnotizado.

Durante esa semana él había sido partícipe de esa actividad casi cada día. Y se había dado cuenta que parecía fácil, pero era más difícil que un examen de trigonometría.

-Me pasas la harina por favor? - El menor no dijo nada, solo le alcanzó el bote de la harina destapado y siguió viendo como su jefe trabajaba incesantemente.

Después de unos 10 minutos Joey se limpió el sudor con el antebrazo, exhalo y tapó la masa para dejarla en reposo. Fue a lavarse las manos y regresó con Mokuba.

-Bien, ya terminé-

-Wow, siempre me sorprende verte hacer eso. Por más que lo intento no puedo, pero lo haces ver fácil- dijo Mokuba mientras su jefe le pasaba un vaso de agua.

-No es que sea fácil, es la práctica. Solo con práctica y disciplina puedes llegar a mejorar y superarte a ti mismo-

-Eso sonó tan, tan, pero tan… mi hermano- ambos se vieron a los ojos durante unos segundos, y estallaron en carcajadas. Liberaron mucha tensión a través de la risa.

-Es solo la verdad- dijo el rubio.

-Lo sé. Pero no pude evitar el comentario- Joey siempre se había considerado a si mismo muy alegre, y siempre había procurado ser así aun sintiéndose decaído. Pero estar con Mokuba era algo que siempre sacaba un buen lado de su buen humor. Era gracioso y comprensivo, y siempre bromeaban. Pero Joey también pudo notar que, a pesar de las bufonerías y tonterías del menor, cuando le tocaba trabajar, podía ser dedicado y serio.

-En fin, he venido a ayudarte Joey- dijo el pelinegro ya más serio.

-Gustas barrer o trapear? - Mokuba volvió a reír ante esa broma.

-No, no, por ahí no va la cosa. Como te dije, mi hermano es un gran empresario y pienso yo que podría ser de gran ayuda. Quiero que veamos cuales son los puntos buenos y los puntos por mejorar de este lugar para poder ayudarte- Joey se sorprendió.

-Y qué te hace pensar que quiero que tu hermano me ayude? - dijo el rubio con recelo. Se notaba resentido.

-Creo que eres lo suficientemente inteligente como para anteponer el bienestar de tu negocio, y de tu futuro, a una riña pasajera por un accidente- bueno, el pelinegro tenía un punto.

Uno muy bueno, por cierto.

Con un suspiro, Joey reflexionó momentáneamente, aunque ya sabía la respuesta.

-Está bien, tienes razón. ¡Manos a la obra! - Se pudo de pie, seguido por Mokuba.

Antes de caminar, volteó levemente y vio al pelinegro de reojo.

-Cómo voy a hacer para pagarles? No creo que tu hermano haga algo por mi así nada más- El menor puso su mano en el hombro del más alto e hizo que volteara a verlo.

-No te preocupes Joey. Yo se que este lugar tiene potencial. Desde el primer momento que entré y probé tu deliciosa pizza me di cuenta de eso. Si este lugar despega como yo creo que lo hará, tendrás más que suficiente para pagar, no solo a mí y a mi hermano, sino al equipo de trabajo que vas a necesitar- la confianza en los ojos y la voz de Mokuba fueron transmitidas a Joey, quien le sonrió.

-Muchas gracias Mokuba- sin que el pelinegro lo esperara, el rubio se acercó y lo abrazó, siendo correspondido en el acto.

- ¡Ahora sí, manos a la obra! - La felicidad en la voz del rubio era innegable, así ambos se dispusieron a pasar toda la tarde tomando notas acerca de todo lo que se podría mejorar y aquello que no se debería tocar porque ya era excelente.

Notas finales:

Excelente día!

Hermosa noche!


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