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El Último Caballero. por Isabel Uchiha Malfoy

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Notas del capitulo:

Lamento mucho la demora, se que no tengo perdón... Pero se los recompensare con lemon, y un cap. Largo, eso si os recomiendo que consigáis sangre para una transfusión pues la necesitaréis, también un pañuelo, porque tendréis derrames nasales masivos... Eso si aclaró que el escrito esta en primera y tercera persona, así que bueno os dejo leer, MIDORY hermosa esto es para ti. Espero cumplir con tus espectativas. Sin más os veo en notas finales.

Luna: Harry, deja de moverte - pidió mientras terminaba de ajustarle el chaleco del traje que ya tenía puesto.
 
Ron: Sigo preguntándome ¿porqué tenemos que vestir así? - cuestionó mientras Neville hacia lo mismo con el.
 
Cedric: Bueno, dado que Harry decidió hablar con Malfoy y los demás, no pueden aparecer de la nada, frente a una de las familias más antiguas del mundo mágico, vistiendo harapos - alegó mientras se acomodaba el cabello a como le gustaba.
 
Harry: Pero los Malfoy ya saben mi crianza, esto es estúpido - se quejó pues se sentía incómodo con eso puesto.
 
Tres semanas habían pasado ya del incidente en el campeonato de Quiddich, tiempo en el que junto se entrenaban, a menos el y Ronald porque los demás les habían ayudado a mejorar, incluso a pesar de que a los 3 primeros días les había costado mucho, de ahí en más fue realmente fácil, incluso las pociones, oclumencia y legeriments, había que saber de ambas para que nadie se metiera en sus cabezas, además de que lo habían llevado con los gobblins para que le sacarán el pedazo de alma de Voldemort, algo que fue sumamente doloroso, y había logrado ver varios objetos los cuales había dibujado y según lo que luna le había dicho, eran los otros pedazos de alma que Voldemort escondía, que destruyéndolos podrían tener más posibilidades de ganarle de una vez y por todas, pero también había tenido la visión de algo más grande y peligroso asechando al güero Slytherin y eso le preocupaba, se había prometido protegerlo a costa de lo que fuera y eso haría, por eso había decidido hablar con los Malfoy, harían un trato. 
 
Suspiró pesadamente, quizá los chicos tenían razón, y de cierta forma si quería causar buena impresión en sus futuros suegros debía de hacer algunos "sacrificios", lo cual comparándolo con las cosas que ha hecho desde que entró a Hogwarts, no tenían comparación en nada, sin duda esto era mejor.
 
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La luz cálida del sol dándole de lleno en el rostro lo hicieron despertar al fin, tuvo que parpadear varias veces para acostumbrarse, estaba entumido, sentía los músculos agarrotados y su entrepierna ardía, algo que le extraño, el suave cosquilleo en el pecho lo hizo ver en esa dirección y al reconocer el rostro de su bello ángel los recuerdos vinieron a su mente como una película muggle.
 
             Flash Back 
 
- mmm... Ahhh!!... Lucifer!! - escuchó gemir a su niño al sentir sus caricias en sus nalgas mientras compartían un húmedo y sensual beso.
 
- Te deseo amor - declaró tirando de el hasta tenerlo sentado a horcajadas sobre su regazo - Ahh!! - gimió al sentir el vaivén de las caderas de su niño provocando que ambas semi erecciones se rozarán constantemente.
 
- Yo también Lucifer - declaró aumentando la velocidad del vaivén sintiendo el fuerte apretón de sus nalgas - Ahh! Lucifer, hazme tuyo, te lo suplico - pidió entre jadeos con el rostro sonrojado y afianzando su agarre en los hombres de su esposo.
 
- No amor, tu no tienes que suplicar me porque te haga el amor - aseguró con la voz ronca.
 
Con bastante facilidad lo alzo, su pequeño siempre fue ligero, y lo depósito sobre la cama, posicionado se el encima de éste.
 
- Te amo Miguel - declaró cerca de los labios de este, podía sentir su respiración acelerada, y a pesar de estar sonrojado, sus ojos estaban fijos en su persona velados en deseo y amor, sin poder contenerse más cortó la escasa distancia entre sus rostros.
 
Un beso salvaje, apasionado y húmedo dio inicio, la guerra de lenguas se daba dentro y fuera de sus bocas, haciéndoles gemir y jadear complacidos, sintió a su niño rodearlo con sus piernas hermosas y brazos obligándolo a pegarse más a él, un nuevo gemido de placer los hizo romper el beso cuando ambas erecciones ya bien despiertas se rozaron, fue tal el corrientazo de placer que los hizo curvar las espaldas.
 
Sus barbillas estaban húmedas por la saliva que habían derramado durante el beso, se arrancó la camisa y la aventó lejos, le dirigió una mirada a su niño y sonrió seductor ante la mirada depredadora que este tenía sobre él, se inclinó de nuevo besando sus labios de forma suave pero sensual y húmeda,  gimió cuando su niño clavó las uñas en sus hombros, bajo por la barbilla directo al cuello, donde inició su placentera tortura, su niño se curvó al sentir su lengua y labios jugar con su punto débil, quiso seguir bajando pero la camisa que este traía puesta se lo impedía, vio a su niño y le sonrió antes de abrirla de un tirón haciendo que todos los botones saltaran por todos lados, no tuvo queja alguna, por el contrario lo que recibió fue un gemido de excitación.
 
Lo contempló con adoración y deseo, su bella piel levemente tostada y los bellos botoncitos rosas completamente duros, sonrió ante la sonrisa coqueta de su niño, y gruñó al ver como este comenzaba a recorrer su propio cuerpo, con la yema de los dedos en apenas solo un roce, hasta que sus dedos atraparon sus propios botones y comenzó a acariciar los y apretarlos, mientras se mordía el labio inferior, sin despegar le la mirada de encima, nunca lo había visto hacer eso, ¿dónde lo habría aprendido y con quien?, eso lo hizo apretar los dientes y decidido a dejar bien en claro que el era únicamente suyo le arrancó los pantalones de un tirón haciéndolo curvar la espalda de forma sensual y abriéndole las piernas, más si le era posible.
 
Lo besa salvajemente, escuchando los gemidos ahogados de este en sus bocas, que parecía que en cualquier momento se fundirían en una sola.
 
Desliza las manos hasta llegar al slip del bóxer negro ajustado que delataba una más que descarada erección, que cuya cabeza se asomaban resquicios de humedad.
 
- Esta... Caliente la cosa ¿cierto? - 
 
Pregunta descarado, recibiendo a cambio un gemido por parte de su ángel, que le provoca una mirada perversa, iba a comerse a su ángel como hacia tanto tiempo deseaba y que no hacia.
 
- Hayyy... Mi angelito - dijo con falso pesar, haciendo que Miguel se sonrojará más.
 

Acerca sus dedos para tocarlo por encima de la ropa interior, tanteando la parte abultada con un dedo, con dos, tres, cuatro y toda la mano, tocando por todas partes, enterrando los dedos, masajeando, jalando la tela. 
 
Miguel ahoga un grito fantástico después de vencer la vergüenza del primer contacto, los dedos de Lucifer se deslizan por sobre la tela, tocando y dibujando círculos, poniéndolo peor, desquiciándolo.
 
Algo dentro de la ropa interior de Miguel salta. Por todos los dioses.
Cómete a la presa, Lucifer. Este clava dos dedos en el espacio perfecto entre el pene de Miguel y sus testículos, lo hace ronronear, Miguel no puede dejar de mirar, los dedos de Lucifer husmean en su entrepierna y aunque es vergonzoso, lo hace sentir placer hasta la punta del cabello.
 
Sus manos suben un poco, lo toman de la cadera y Miguel sin ser dueño de su cuerpo deja ir un poco la pelvis hacía adelante, insinuándose, rogando. Lucifer se ríe con esa risa extraña animal, y acerca la cabeza un poco.
Lo muerde ahí, en ese lugar.
 
No es suave pero no es fuerte, duele pero no es doloroso, es placentero pero tortura. Miguel libera el primer gemido incontrolado de toda su vida, y luego deja salir el otro cuando siente la lengua caliente de Lucifer humedeciendo la tela de su bóxer y por consiguiente humedeciendo eso.
 
-¡Lucifer!...-
 
-¿Pasa algo, Mikki? - 

 

Todavía tiene la desfachatez de hablar como si no estuviera pasando nada, habla mientras entierra la cara entre su intimidad, mientras sigue lamiendo la tela con esa lengua caliente, mientras muerde débilmente la piel que puede alcanzar sobre el bóxer de Miguel, todo hasta que Miguel grita de nuevo -¿Pasa algo?- lo pregunta de nuevo como si nada.
 
-Lo siento…-
 
Su ángel se disculpa y El se ríe una vez más.
 
- Se me antoja que lo sientas mucho, mucho más - 
 
Zambulle una mano dentro de la tela, y por fin ese contacto se da, piel con piel, sus dedos enrollando el miembro de Miguel, caliente, y húmedo, con los dedos se acomoda la erección de Miguel, la masturba un poco, la hace pre-eyacular cuando le presiona la punta y finalmente saca la cabeza, sonrosada y húmeda del bóxer.
 
Luego lo lame, le lame la piel blanca de su torso, le lame debajo del ombligo y en el bajo vientre, le lame en círculos, succionando la piel que se rebela y baila, luego le lame la parte de la erección que esta a la vista, con toda la lengua, ajustado las manos a su cadera y jalándolo hacia adelante, envolviendo la cabeza de su miembro con los labios, succiona y lame, Miguel gime y jadea bruscamente, como si el aire faltara, cubriéndose el rostro con las manos y mirando por los espacios de los dedos. Su lengua  se desliza, tibia, rosada y tan húmeda que es caótico.
 
-¡Lucifeer!...-
 
-¿Pasa algo, Mikki?-
 
-¡Si! ¡Pasa mucho, muchísimo Lucifer!...-
 
Su respuesta  es bajarle el bóxer  de un tirón, deslizarla hasta las rodillas y lamerle las ingles. La voz de Miguel se agudiza. Miguel sabe lo que va a pasar, ha leído sobre eso, lo ha vivido en el pasado, hace tanto tiempo que le parece un sueño lejano, ha imaginado que pasa de nuevo, se ha tocado pensándolo. No hay punto de comparación. Es decir, NO LO HAY.
 
Sus labios besan el miembro, suavemente y más que suficiente, Miguel jadea y la excitación lo marea brutalmente, el calor es tanto que incluso nota que el empieza a sudar, ve el rastro del calor en los ojos azules y luego ve su miembro entrar en la boca de su esposo, su amor, aquel que en su juventud creyó inalcanzable y ahora desde hacia mucho era suyo, pero que por odios ajenos terminaron separados y anhelando se el uno al otro.
 
-¡sisisisisisisisisisisisiLuciferrrr!-
 
Sus labios se contraen, succiona y con la punta de la lengua acaricia el glande húmedo de Miguel, lo prueba una y otra vez, se separa por momentos, lame su erección completa por los lados, de frente, con toda la lengua, con la punta, con los labios, con mucha saliva.
 
La habitación se diluye, siente que si no se sostiene de algo va a caer más allá de la cama y el suelo, así que se sujeta de lo primero que ven sus ojos. El cabello de Lucifer se mete entre sus dedos y Lucifer succiona con más fuerza cuando Miguel lo jala.
 
La erección de Miguel se resbala dentro de Lucifer suavemente, adentro, muy adentro y luego afuera, Miguel siente la lengua de Lucifer dibujando caminos sobre su piel, y de nuevo adentro, Miguel lo jala del cabello y el se saca el pene de la boca, también saca la lengua y lo lame haciendo círculos sobre el glande, de los labios de Miguel se escapan palabras sin hilo y muestras de satisfacción.
 
Baja la cabeza, le lame la base del pene, lo masturba con una mano y luego haciéndole cosquillas con la barba se mete sus testículos en la boca, un por uno.
 
Miguel aprieta tan fuerte su cabello entre sus dedos que No puede evitar la queja, pero no se detiene, sigue lamiendo, tocando, Miguel afloja un poco el agarre y abre un poco más las piernas, al menos hasta donde se lo permite el bóxer le permite, le da paso para que lo haga perder el control.
 
Más.
 
Los dedos se revuelven entre su cabello y el mueve su boca y se revuelve entre las piernas, su lengua le nubla los sentidos y lo deja en un mundo donde solo esta El, su lengua y su voz, su cabello en los dedos y todo ese calor, todo ese placer. 
 
Miguel siente que va a venirse de un momento a otro, sin avisar, dentro de los labios de Lucifer, dentro de esa boca roja que lo consume y lo pierde.
 
Lo imagina, el semen en los labios de Lucifer, el placer, la locura del momento.
 
- ¡Lucifer! - Tiene que gritarlo para estar seguro de que lo va a decir -¡Para, detente!...- pero Lucifer no se detiene, sigue, con ímpetu, apretando con los labios -¡Por favor, Lucifer, para!- las lagrimas de placer contenido se reúnen en los ojos de Miguel y su voz se quiebra, Lucifer se separa y le mira trágicamente.
 
- ¡Aun no terminas! - lo reclama, Miguel pierde sentido de ubicación y razón de ser.
 
- Es que…- el rubor se triplica, la voz le falsea, Miguel baja los ojos – Quiero…- el valor se muere en su pecho, pero el deseo sale por los poros – Es no quiero venirme si no... - los ojos de Lucifer lo miran, azules y enormes, infinitos – Es contigo en mi interior - suelta por fin, su rostro se sonroja al máximo y sabe que puede que su cuerpo este igual.

 
Lucifer no puede evitar sonreír, se aleja de el y le termina de quitar los bóxers y en un movimiento rápido, le da la vuelta hasta dejarlo boca abajo, Miguel jadea en sorpresa, pero no reclama, y asombrando a Lucifer alza su trasero sin despegar el torso de la cama, Lucifer se deleita con la escena, su niño estaba igual de deseoso que el y no iba a hacerse de rogar. Rápidamente se deshizo de su ropa pues literalmente era el único que aún la conservaba.
 

Lucifer besó su espalda, besó sus nalgas, después las separó con sus manos para luego sumergir su lengua y lamer, repentina y fugazmente, la entrada del arrebolado ángel.
 
-Aaahhhhh... aahhhh... ahhh... -gemía Miguel con mayor descontrol que antes. ¡¡¡Lucifer estaba lamiendo su entrada!!! Era... era demasiado estimulante, demasiado fuerte, demasiado caliente... eran sensaciones a las cuales no estaba acostumbrado y ahora ni siquiera era capaz de respirar. Se ahogaba mordiendo la almohada que estaba a su alcance, la mordía con fuerza y la empapaba de saliva, de sudor y lágrimas de pura satisfacción. Sentía aquella lengua lamerle con frenesí, mientras escuchaba los jadeos de Lucifer; éste sintiéndose endurecer de tan solo darle placer y escucharle gemir a él de esa manera tan deliciosa.
 
Miguel pensaba que no había más manera de hacerle perder la razón, se equivocaba: Lucifer había tomado de nuevo entre sus manos su pene, acariciándole con intensidad. 
                   
-ahhmmm... ahhmm... ahhhmmm... mmm... -gime seguidamente, con la voz alterada por la excitación.
 
Los movimientos de su mano aceleraban junto a las lamidas que le daba a la entrada de Miguel, hacia mucho que fantaseaba con eso, desde que sabía que lo amaba y el día en que le hizo el amor por primera vez, sabía que estaba perdido e irremediablemente loco por su ángel. 
 
Miguel echaba su cabeza hacia atrás y hacia fuerza con sus brazos para erguirse y quedar a cuatro patas, apretando con sus manos las sábanas.
 
La espalda de Miguel se contorsionaba casi dolorosamente, para después volver a encorvarse y ocultar su colorada cara en la almohada, intentando apagar con esto sus desbocados gemidos.
 
-Haa... Lucifer... detente... ahhmm..., detente... -dice en un hilo de voz-, por... favor... detente...; voy... a... correrme si... ahhhh... si sigues... así... -termina diciendo, antes de dejar caer su cabeza sobre la almohada nuevamente. 
 
Lucifer lo ignoro y continua con su tarea, masturbando más rápido y casi introduciendo la punta de su lengua en la estrecha entrada.
 
Miguel, enloquecido de deleite, termina por eyacular sobre la mano de Lucifer, quien retira su mano del miembro laxo para llevarla a su boca y saborear el semen de su angelito.
 
-Mmmm... eres delicioso, Mikki... -susurró. 
 
Miguel le observó desde su posición con el rostro perlado de sudor, tanto como su cuerpo; pero aun faltaba una cosa,... Con la mano embadurnada de semen, el Lucifer  introdujo un dedo en el cuerpo del Miguel.
 
Miguel gritó al sentir la invasión. Hacia mucho que deseaba eso, deseaba a Lucifer, a su amor y este usaba su propio semen para dilatar mucho más su entrada, que de por si ya lo estaba del puro placer que le había proporcionado minutos antes.
 
- ... Luciferrr... ahhhmmm... - musitó el nuevamente excitado Miguel. 
 
Frunció los ojos cuando notó otro dedo entrar. Apretó con fuerza las sábanas y escondió el rostro en la almohada al sentir como movía juntos los dedos, haciendo círculos dentro de él, notándolos entrar y salir para después hundirlos hondamente.
 
- Estás... tan... mojado... - musitó Lucifer acelerando los movimientos de sus dedos, haciendo un sonido viscoso excesivamente erótico.
 
Miguel alzó más su trasero y abrió más las piernas antes de mirar a Lucifer por entre sus brazos. Ansioso y esperando sentir algo más grande y más largo que los dedos de Lucifer.
 
- ...ahhh... ¿estás preparado, amor...? - preguntó mientras le abría las nalgas y abrió un poco más sus piernas, frotó su erección en medio de sus glúteos y lo penetró.
 
Miguel soltó algunas pequeñas lágrimas de dolor que cayeron sobre el colchón.
 
- Relájate... hazme caso, Mikki, solo relájate... - le suplica Lucifer al momento de introducir por completo su duro miembro.
 
Era la primera vez que Miguel sentía algo de esta magnitud. La dolorosa presión de ser penetrado con aquel gran "amigo" que se gastaba Lucifer... Mucho más de la que recordaba y vaya que recordaba todo.
 
Poco a poco la sensación se fue haciendo soportable, por lo cual, Miguel pidió movimiento lanzando una significativa mirada a su compañero, llena de lujuria y pasión. Lucifer le correspondió de inmediato, saliéndose un poco y hundiéndose trabajosamente de nuevo.
 
Ambos soltaron suspiros pausados ante la primera sacudida. Las siguientes muy similares a la inicial, aunque con cierta diferencia, Lucifer podía moverse más fácilmente dentro de Miguel, y éste había comenzado a disfrutar de las placenteras descargas que le daban cuando Lucifer alcanzaba su punto sensible.  
 
Con una fuerza mayor, Miguel estrujaba las sábanas; era tanta que sus nudillos se habían puesto blancos. Los dedos de sus pies se contraían y apretaban cuando sentía los embates de Lucifer, cuando le penetraba con fuerza y profundidad, cuando acariciaba su próstata con la punta del pene.
 
Lucifer aceleraba a medida que Miguel le suplicaba que fuera más rápido.
 
— Ngh… Termina dentro… — 
 
Miguel pidió a como pudo. Estaba cerca de llegar al clímax, y quería que Lucifer lo llenara con su semilla.
 
— Siempre amor  — alegó Lucifer, volviendo a detenerse para enderezar al ángel, sin salir de su interior, y pegarlo a su pecho, alzándole el mentón con una mano para tener paso libre con sus labios sobre el cuello, mientras empujaba suavemente con su pelvis y sus manos le acariciaban todo el frente desde el vientre hasta los pezones que terminó pellizcando entre sus dedos. —¿Te gusta? - 
 
— Como no tienes idea… —Miguel contestó sin dudas, disfrutando cada roce y cada suave embestida, pasando un brazo por detrás de la nuca de Lucifer, mientras que su otra mano apretaba uno de sus muslos y con sus caderas se mecía despacio buscando acoplarse al vaivén.
 
Lucifer, buscó los labios Miguel entre que aumentaba el ritmo.
 
Pronto el vaivén tomó un compás apasionado en medio de gemidos y bramidos. La respiración forzada de ambos contrastaba con el sonido húmedo de las penetraciones y la masturbación que Lucifer le hacía a Miguel, comenzando a sentir cómo su mano se mojaba con pre seminal.
Por dentro, las paredes cálidas parecían contraerse sobre el miembro rígido de Lucifer, quien ansiaba tanto culminar y a la vez retardar lo más posible aquella delirante sensación, pero la excitación tan elevada le cegaba y guiaba para no detenerse.
 
— Mngah… Ahh… Miguel… —jadeaba su nombre yendo más rápido, mordiéndole el hombro y apretando la erección en su mano.
 
— Así… Hmngh… — Miguel se estremecía gimiendo sin control y humedeciéndose cada vez más, agonizante de puro placer, percibiendo el orgasmo que llegaba palpitante. — Lucifer... - empujó sus caderas buscándolo, ladeando el rostro para mirar lo más que la agitación le permitía.
 
Lucifer correspondía fijando sus zafiros hambrientos en esos esmeraldas de brillo suplicante. Sus labios no se tocaban, pero el aliento de ambos se mezclaba casi como si fuera un beso ardiente.
— Te deseo, Miguel… Mngh… Te deseo… — Lucifer ralentizó de nuevo, pero buscando clavarse con firmeza para golpear justo sobre la próstata de Miguel, haciéndole temblar y sacándole una serie de gemidos por demás ardientes.
 
Lucifer jadeaba en medio de una sonrisa perversa, más no demoró en retomar las penetraciones rápidas, y esta vez no volvería a detenerse. Ambos estaban llegando al máximo placer en medio de sudor y agitación. Tanta era la sincronía entre los dos, que tal parecía llegarían juntos al más allá, en vida que los esperaba con las puertas abiertas mientras más se fundían como uno solo. Lucifer se hubo aferrado del cuerpo de Miguel en un abrazo necesitado con un brazo, sin dejar de masturbarlo al ritmo de las penetraciones, y apoyándose con la fuerza de sus piernas dejó que sus caderas embistieran al ángel sin cesar. Poco después, Miguel comenzó a sentir el dulce escalofrío recorriendo su cuerpo presagiando el orgasmo. Cerró los ojos, recargando la cabeza en el hombro Lucifer, formando una sensual curva con su espalda arqueándose sin dejar de sujetarse de su flamante esposo.
 
— ¡Aaahh!... ¡Mnaahh!... -
 
Lucifer embistió con firmeza, estimulado por los espasmos que apretaban su erección a punto de estallar y los acalorados gemidos de Miguel haciendo eco por toda la habitación. Fue cuestión de segundos que ambos llegaran al tan deseado clímax que los atrapó en medio de gloriosas contracciones internas y expresiones que demostraban el completo goce que habían alcanzado juntos, derramando su simiente para satisfacción mutua.
 
— Mig… ¡Aagrrh!... -
 
Lucifer abrazó el esbelto cuerpo como si su vida dependiera de ello, pegándose casi hasta fundir su pecho agitado a la espalda de su ángel, apretando los ojos en lo que terminaba su vasta descarga dentro de aquel cálido lugar. Por su parte, Miguel aun seguía experimentando la placentera reacción de los espasmos que se propagaba por cada nervio con rapidez, percibiendo cómo era llenado por el semen de Lucifer como si fuese un río salvaje.
 
El tiempo se había esfumado, y ambos apenas eran conscientes de cómo habían terminado: arrodillados en medio de la cama hecha girones, apoyándose uno en el otro para no desplomarse, y tratando de recuperar el aliento.
 
Miguel entreabrió los ojos, liberando un suspiro ronco y otro poco de semen que ahora escurría por toda la mano de Lucifer y goteaba sobre las sábanas blancas, incluso notó que la semilla del ojiazul resbalaba por sus muslos. Ladeó su rostro para fijarse en el de Lucifer, quien le miró con una especie de ensoñada devoción, y sin poder evitarlo se inclinó a besar de nuevo esos finos labios que le correspondieron sin dudar.
 
Lucifer se corrió tantas veces dentro de Miguel que perdieron la cuenta. Llevaron al máximo su encuentro. Se besaron hasta que sus labios se desgastaron. Drenaron hasta la última gota de su energía y al final de la exhausta jornada el semen de Lucifer escurría a raudales por las piernas de Miguel, mientras que el semen de este relucía en el vientre de Lucifer.

 
              "End Flash Back"
 
Sonrió satisfecho al recordar eso, sin duda su ángel lo había extrañado tanto como el.
 
Lo vio de nuevo y le dio un suave beso en los rosados labios, mientras un ligero golpe se dejo escuchar, pronto vio a su segundo amor en la vida entrar y llegar hasta ellos.
 
Val: Parece que ya se contentaron - afirmó más que otra cosa.
 
Lucifer: ¿Te enoja? - quiso saber.
 
Val: No, todo lo contrario - respondió mientras veía a su papi dormido - Además, no soy quien para interponerme - aseguró para dar la vuelta y dirigirse de nuevo a la puerta - Draco recibió correo esta mañana - dijo y Lucifer no entendió - Al parecer Harry y sus amigos quieren hablar con el a escondidas de sus cuidadores y me pidió que fuera a encontrarlos y que ustedes me acompañarán - respondió a la pregunta muda de su padre - Tienen dos horas para estar listo padre - alegó para cerrar la puerta.
 
Sonrió, ahora si estaba satisfecho, su hija lo aceptaba y eso lo hacia sentirse feliz y lleno. Su rostro adquirió seriedad, haría pagar a Gabriel cada día que estuvo separado de su esposo y su hija, lo haría pagar por el sufrimiento que le hizo pasar a su hija, de eso se encargaría personalmente.
 
Notas finales:

Espero os haya gustado, ya sabéis dejad un RW para saber vuestros sentir con todo el cap. Bye!! Nos vemos en otra actualización.


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