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Hijos de la sangre por Shiochang

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Hijos de la sangre
El retorno de la espada del rey

Heero abrió los ojos y vio que su esposo estaba del otro lado de la cama a espaldas a él, pobre, le venía quitando energías desde hacía rato, pero tan pronto recuperaran a Zero, lo liberaría de esta obligación, su trenzado no tenía por qué perder tanta energía, casi no disfrutaban el uno del otro porque el trenzado estaba terriblemente cansado y dormía la mayor parte del día y de la noche.
- Diana, no molestes - dijo en un susurro y Heero se acercó a él - no quiero que hagas eso, me voy a quedar con Heero.
- ¿Con quién sueñas, Dúo?
- Ya te lo dije, no quiero regresar a casa, amo a Heero y con él me quedo.
- Mi muñeco - pasó las manos en torno a su pecho apoyando los labios en la marca que le había dejado en el cuello - yo tampoco te dejaría por nada del mundo.
- ¿Heero? - volteó la cabeza.
- Hablabas dormido - le rozó la oreja con la lengua - ¿quién es Diana?
- ¿Estás celoso?
- Contéstame - lo mordió.
- Es mi hermana - le sonrió - estás despertando a mi amigo - tomó su mano y la llevó hasta su sexo - sabes que tus caricias me excitan.
- Pues vas a quedarte con las ganas - lo soltó sonriendo malignamente - debemos regresar a casa para preparar la ceremonia y la defensa de nuestro reino.
- Hazme el amor primero - le pidió.
- Convénceme - le ordenó malicioso.
- Conque con esas andamos - sonrió divertido el trenzado - prepárate para mi ataque lujurioso - le advirtió y se sentó sobre él.
Heero acarició las manos que recorrían su pecho y luego las caderas sentadas sobre las suyas, amaba que Dúo se pusiera así, no quería una relación unilateral, ambos debían disfrutarla al máximo, en especial antes que llegaran los hijos.
- ¿En qué piensas? - le dijo besando su cuello.
- En que debemos aprovechar el tiempo antes de la noche de la Luna Azul - buscó sus labios - ¿cómo te los imaginas?
- Yo quiero que se parezcan a ti - le acarició la oreja - ¿cuántos tendremos?
- Imagino que sólo uno, en especial si conseguimos romper nuestra maldición.
- ¿Se puede romper? - lo miró intrigado.
- Claro que sí, sólo que se necesitan las cinco espadas del poder - le acarició la mejilla - pero olvidemos eso, hay cosas mejores que hacer con el tiempo que tenemos - le dijo coqueto atrayéndolo de regreso a su boca - te amo.
- Me encanta la manera en que lo dices - dijo apasionado aceptando su beso mientras sus manos traviesas recorrían su cuerpo acariciando sensualmente cada rincón excitado los sentidos.

Quatre despertó cansado y total y completamente adolorido, ahora sabía porque Wufei siempre decía que Zech era un bruto con él, que era un amor muy doloroso el suyo, pero que aquellos momentos de dolor eran compensados con creces por todos aquellos de placer que le brindaba el rubio. Claro que a él no le estaba haciendo ninguna gracia, no amaba a Trowa, lo que sentía por él era solo lujuria provocada por su saliva en su sangre, nada más. Además, no tenía intención de perdonarle que lo hubiese obligado a casarse con él sin antes haberlo cortejado como se merecía. Se alejó de su pecho tratando de no provocar más dolores en su cuerpo acomodándose contra la almohada al otro lado de la cama. Ahora si que odiaba al tipo, no por lo que había pasado, sino por haber dejado en su sangre esa terrible necesidad de sentirlo en él.
Trowa se despertó sintiendo que le faltaba ese dulce calorcito que lo había acompañado tanto rato mientras dormía, así que abrió los ojos y miró a su ahora esposo, de seguro estaba terriblemente adolorido, esta había sido su primera vez, estaba seguro, pero lo notaba distante, distraído ¿le habría hecho algún daño? Se enderezó y se apoyó en un codo mirándolo detenidamente un buen rato antes de decidirse a hablar.
- ¿Estás bien, Quatre? - le tocó la cara y este le apartó la mano.
- Te odio - le respondió molesto tratando de apartarse de él, pero su cuerpo adolorido no lo permitió - mira como me has dejado - refunfuñó.
- Lo siento, amorcito, yo... - le dijo tratando de abrazarlo.
- No me llames así - lo empujó pero no consiguió mucho, no tenía las fuerzas para rechazarlo y menos cuando su cuerpo comenzaba a reaccionar a su cercanía.
- Oh, vamos - se acercó más colocando una mano en su vientre muy cerca de donde estaba su sexo ya despierto - sabes que me deseas una vez más.
- Mi cuerpo responde al tuyo - replicó furioso admitiendo su deseo - pero eso no significa que mi corazón te pertenezca.
Trowa sintió que esas duras palabras hacían mella en su corazón enamorado, pero mantuvo la misma expresión en su rostro, no le haría saber a su pequeño que podía herirlo así o lo haría cada vez que quisiera rechazarlo.
- ¿Quién querría tener un corazón de piedra como el tuyo? - le dijo apartándose - sólo tu cuerpo merece el esfuerzo de aguantar tu genio.
- ¡Maldito! - le dijo Quatre sacando fuerzas de donde no las tenía yéndose con todas sus fuerzas contra él para atacarlo - ¡te mataré! - pero no se esperaba la respuesta instantánea de su cuerpo desnudo al rozar contra el de su esposo y trató de retirarse, pero era demasiado tarde para eso, la libido de ambos se había despertado.
- Me gusta este juego - murmuró Trowa tomando entre sus dientes el labio inferior de Quatre - te deseo - terminó antes de atraparlo por completo en un beso cargado de pasión.

Goddar Sturb, hermano mayor de ese clan, caminaba de la mano con Diana Maxwell por los alrededores del castillo de los Barton mientras planeaban la manera de robar las partes de Zero que tenía el tío de la chica en el castillo Maxwell y las otras dos espadas de su clan, sabía que no sería una tarea fácil, así como tampoco lo sería hacérselas llegar a su verdadero dueño sin revelar la identidad de su esposo.
- Menudo lío nos dejaron tu hermano y tu primo - dijo el joven pensativo - no solo debemos recuperar las tres partes de Zero del castillo, sino también a Heavyarms y a Deathscythe y entregárselas a ellos sin que sus respectivos esposos sepan quienes son ellos.
- Mira que venir a casarse ambos con el enemigo - dijo ella - aunque me parece que ambos son muy afortunados.
- Trowa tiene problemas con su esposo - sonrió Goddar mirando las estrellas - lo va a tener que convencer que lo ama antes que se entere quien es.
- Bien, regresaré al castillo Maxwell a tratar de ganar tiempo para que tomes las espadas antes de la noche de la Luna Azul, según sé aquella noche la gente del clan de Benice tiene dones excepcionales que permiten que con magia nazcan hijos nuevos con sangre de los dos padres aunque sean de distinto sexo.
- Debemos hacerlo ya que la noche posterior atacarán los reinos de la frontera y si el rey ocupa Deathscythe, será el fin de nuestras esperanzas de ser normales.
- ¿Qué quieres decir?
- El clan Yuy es dueño de la otra parte de la leyenda, ellos saben cómo llegamos a ser lo que somos y acabar nuestra maldición - miró hacia el castillo - no sé mucho al respecto, pero sé que igual como las cinco unidas dan la inmortalidad, las cinco unidas darán libertad.
- ¿Cómo sabes eso?
- Sencillo, mi princesa, yo mantengo contacto con ellos - sonrió - y no soy el único, excepto que el rey tiene espías muy cercanos a la realeza, en cambio, yo no, hasta ahora.
- Es mejor que nos pongamos en movimiento, Heavyarms está en el salón principal, nos la llevaremos.
- Nos estamos metiendo en problemas - dijo el muchacho divertido - me encanta eso, aunque a mi padre le va a dar un ataque ahora si se entera, luego me tendrá que dar las gracias.

Zech estaba sentado en la cabecera de la cama mirando a su esposo en silencio, no era normal que Wufei estuviera tan cansado, pero desde que Zero no estaba en palacio todos aquellos que tenían sangre Yuy necesitaban energía vital y él no tenía otra manera de obtenerla que tomarla de su adorado esposo o beber la sangre de algún humano y eso sería lo último que haría.
- Mmm - fue todo lo que el moreno dijo antes de acomodarse sobre las piernas de su esposo - estoy cansado ¿Me estás quitando energías?
- No quería hacerlo - le acarició el cabello - lo hice de manera inconsciente.
- Mientras te ayude a seguir en este mundo, me importa poco - dijo cerrando los ojos mientras acariciaba la pierna del rubio - dentro de poco será la Luna Azul y podremos iniciar nuestra familia.
- Tu hermana no estará nada de contenta - le recordó Zech divertido - aún tiene esperanzas que terminemos nuestro matrimonio cuando se cumpla el plazo.
- Yo te quiero mucho, Zech, me importa muy poco la manera en que terminamos juntos, así que le moleste a quien le moleste, te daré un hijo esa noche ¿te lo imaginas? Rubio como tú y...
- No, moreno como tú - lo interrumpió - con toda tu belleza.
- Debería ser una combinación de ambos - lo corrigió.
- Conque se parezca a ti yo seré feliz - respondió Zech pensativo - sólo espero que Zero esté de regreso en el clan para entonces, no me gusta sobrevivir a costillas tuyas, te ves hermoso dormido pero me gustas más gimiendo de pasión.
- ¿En serio? - se enderezó - podemos hacerlo ahora, no estoy tan cansado.
- No lo creo - sonrió el rubio divertido - pero hacía mucho que no te me ofrecías así - se burló.
- Si no quieres, no importa - se volvió a acostar ofendido dándole la espalda.
- No te pongas así, amorcito - le dijo Zech acercándose a él suave y dulcemente, besándole el hombro desnudo - es que me preocupa quitarte más energía y terminar haciéndote daño.
- Una cosa, amorcito - le replicó molesto - yo no soy ni seré una frágil criatura que se vaya a romper fácilmente, y debes recordar que mientras yo te dé mi energía de forma voluntaria, ésta no se agotará.
- Perdona, Wufei, pero es que te quiero tanto.
- Mmm, tal vez sea mejor que yo tome la iniciativa - dijo el moreno volviéndose hacia él - así no me quitarás energía.
- Veamos que haces - replicó este recostándose de espaldas.
El joven moreno se sentó en la cama y amarró las muñecas de su esposo a la cabecera sorprendiendo a éste.
- ¿Qué me vas a hacer?
- Una maldad - dijo besándole los labios - sólo disfruta - le ordenó bajando por su cuello hasta su pecho y de regreso a sus labios - ¿sabes? Tu piel es exquisita - mordió delicadamente la piel de su cuello dejando una marca rojiza - me gusta mucho - volvió a bajar por su piel hasta atrapar una tetilla - una verdadera delicia - puntualizó con deleite masajeándola con la lengua mientras una de sus manos torturaba la otra.
- ¡Wufei! - le reclamó intentando abrazarlo pero sin conseguirlo ya que estaba amarrado - suéltame.
- No, vas a retorcerte de placer - afirmó arrastrando la lengua haciendo un camino húmedo hasta la otra tetilla para acariciarla e la misma manera mientras sus manos viajaban por sus costados acariciando de adentro hacia fuera su vientre plano hasta que una se detuvo en la evidencia de su deseo.
Zech se arqueaba al paso de sus dedos gimiendo suavemente de placer, pero luego se empezó a agitar con fuerza al sentir como sus labios y lengua acariciaban su piel convirtiendo su sangre en verdadero fuego líquido, en especial cuando hundió esta última en su ombligo y sus manos comenzaron a acariciar su parte más sensible bajando por el interior de sus muslos hasta su entrada.
- ¡Ah! - gritó arqueando su cuerpo de placer cuando sintió que Wufei tomaba su miembro entre sus labios y hundía uno de sus largos y delgados dedos en su interior preparando el camino - ¡Wufei! - chilló sin poder librarse.
- Te quiero retorciéndote de placer - le dijo antes de volver a tomar su miembro entre los labios mientras con una mano masajeaba su entrada y con la otra le frotaba el pene subiendo y bajando junto con su boca.
- ¡Wufei! - volvió a retorcerse intentando liberarse sin lograrlo - detente, me vas a hacer terminar - le rogó pero el moreno lo ignoró continuando con su trabajo - ¡Ah! - gritó y se dejó ir derramándose por completo en los labios de su esposo.
- ¿Te gustó? - sonrió el moreno limpiando los restos del semen del rubio con el dorso de su mano retirando con cuidado sus dedos de su entrada.
- Me matas - admitió sin aire - suéltame ¿quieres?
- No, aún no termino contigo - dijo malicioso.
- ¡Wufei! - le reclamó.

La noche no era lo bastante larga como para quedarse sentados esperando noticias acerca de las nuevas órdenes giradas por el rey de Meridian, al menos así lo veía Goddar guardando las partes de Zero en una caja especial, había descubierto que si las tocaba alguien que no tuviera la sangre del clan Benice estas comenzaban a lanzar rayos a diestra y siniestra sin consideración y ello lo expondría como traidor.
Mientras, Diana había robado a Heavyarms del castillo Barton y se había puesto en contacto con sus primos para fijar el punto de encuentro, sólo que había sido el rey de Benice quien había llegado a un acuerdo y determinó el lugar, así que tenían que actuar con mayor cautela si no querían meter a Dúo en problemas.
- ¿Tienes a Zero?
- Claro, princesa, me dio un poco de problemas pero lo tengo a buen recaudo ¿conseguiste la espada de Trowa?
- Si, pero entregársela va a ser un problema, ¿cómo le explicamos a su esposo que él sea capaz de controlar una espada que sólo un Barton puede manipular?
- Princesa, no necesita manipularla hasta que llegue el momento indicado, ya para entonces no importará que sea un Meridian, simplemente lo amará.
- Espero que tengas razón y que las estrellas se equivoquen, ya que alguien tiene una estrella de muerte sobre su cabeza.
- ¿Estrella de muerte? - repitió alarmado.
- No sé a ciencia cierta que significa aquello, pero se cierne oscilante sobre las cabezas de Dúo, Trowa y sus respectivos esposos.
- Quizás sea por el fin de la maldición - dijo pensativo - es lo que tratan de decirnos, nuestra muerte como demonios y nuestro renacer como humanos.
- Espero que sea eso, no me gustan estos presagios inexactos.
- Despreocúpate, belleza, estarán a salvo mientras se amen, verás que sí.

Heero miraba en silencio a su trenzado esposo, no sabía si creerle lo que le decía, pero si había una manera de recobrar a Zero sin entrar en batalla lo apoyaría, pero eso de tener las espadas de los Meridian sin tener quienes las controlaran sólo les servía para ganar tiempo.
- Confía en mí - le rogaba Dúo cogiéndolo de la mano mientras caminaban hacia la frontera dejando atrás el campamento - así podremos tener paz.
- ¿Conoces la leyenda de las cinco espadas?
- Sólo sé que las cinco espadas reunidas hacen a su dueño inmortal.
- Pero reunidas las cinco espadas también nos podrían liberar de nuestra necesidad de sangre para tener energías- le dijo Heero - sin embargo, se necesita que las cinco se unan en una sola atravesando por un mismo punto un corazón...
- ¡Ni sueñes que te voy a permitir hacer éso! - lo interrumpió el trenzado angustiado - no me vas a dejar viudo y sin descendencia.
- Dúo - suspiró - no pretendo dejarte solo y sin descendencia, en poco tiempo será la noche de la Luna Azul y tendremos un hijo.
- ¿Me explicarás ese ritual?
- Bueno, te puedo contar la leyenda y hay en nuestro pueblo acerca de este ritual: "a la hora señalada, cuando la luna llena se acerca al soberano de Benice, aquellos que quieren ser padres deben unir sus cuerpos y sus armas en un solo pensamiento, el fruto del amor que ambos se tienen, estar seguros de querer tener descendencia para que una de sus partes de aquella parte de sí que se ha de volver una nueva vida, permitiendo que su sueño se realicen".
- ¿Por qué ocurre una vez cada cinco años si la luna llena se ve todos los meses?
- Es muy simple, sólo una vez cada cinco años se acerca al soberano de nuestro clan en nuestra magia se ve multiplicada por 10 - lo jaló hacia su costado - claro que este ritual tiene un pequeño inconveniente, si la pareja que entregar aquella parte que se ha convertir en un nuevo ser no se encuentra preparada para aquello, lo más probable es que el bebé al nacer le quite la vida, creo que por eso mi hermano mayor no quiso que Traize tuviera un hijo, tal vez temía perderlo.
- Pero él está triste ahora, se quedó sin hijo y sin esposo.
- Seguramente mi hermano jamás pensó que moriría tan pronto - dijo encogiéndose de hombros - después de todo, no como nosotros quienes iniciamos de nuevo esta tonta guerra por las cinco espadas del poder, ellas habían estado ocultas mucho tiempo en las montañas de Maronia, allá donde vive Quatre, sin embargo, dos ellas fueron robadas por el clan de Meridian hace ya unos 50 años, en vano hemos intentado recuperarlas, pero ellos bañaron en sangre las espadas y éstas sólo responden aquellos que tienen esa sangre.
- Entonces con la gente de sé clan no puede usar tu espada ¿verdad?
- Por supuesto que no, ya que fue un Yuy quien bañó ese espada con su sangre y las otras con las de ciertos nobles de su casta, asegurándose así que ya nadie más las pudiera usar.
Dúo y Heero se detuvieron junto a unos enormes árboles que marcaban el límite entre los dos reinos y se encontraron con dos sombras tenebrosas, dúo se sorprendió al principio deber a su hermana y a su prometido frente a ellos pero consiguió dominarse a tiempo aunque notó una mirada extraña por parte de su esposo, quien no dijo nada.
Los dos jóvenes del clan Meridian le entregaron al soberano las tres espadas dentro de una caja de metal, dentro de la misma había otra que contenía las partes de su propio espada.
- Encuentra aparte, porque es muy gritona, estuvo a punto de delatarme cuando la sacaba del castillo - dijo Goddar divertido - las otras hicieron lo mismo, pero fueron menos escandalosas.
- Debe ser porque es la espada del trueno - se escogió de hombros - sólo aquellos que tienen mi sangre pueden manipularla sin problemas, en este caso el único, aparte de mi, que puede hacerlo es Zech, de que tienen mi sangre por línea paterna y por lo tanto también es un Yuy..
- Lady Relena la tomó dos veces mientras estaba en el castillo - dijo Diana - y a ella no se le dispararon los rayos.
- Ella es, desgraciadamente, hermana de Zech, y por lo tanto también tiene mi sangre - admitió algo enfadado - y eso no tiene remedio.
- Entonces ella es una traidora - dijo Diana preocupada - debe ser la misma que le entregó al rey los datos de la batalla antes que los líderes de vuestro clan salieran de hondonada perdida.
- Tenemos fuerte sospecha de que así es, pero para desterrar la nuestro clan tenemos que tener pruebas que llena culpable de todas nuestras desgracias, de otra manera estaríamos actuando mal.
- Pero ya sido totalmente injusta con vuestro clan, después de todo, muchos murieron esa noche ya que al rey del nuestro no tuvo compasión con nadie, incluso se dio el lujo de matar el mismo a sus hermanos antes de matar al resto de los soldados.
- Desgraciado, él y toda su sangre me pagarán muy caro lo que le han hecho mi familia - dijo Heero furioso apretando los puños con rabia.
Dúo tragó duro, le daba miedo que su esposo se pusiera en ese plano, después de todo el también tenía la sangre del rey y cuando se enterara quien era en realidad, estaría metido muchos problemas, tal vez hasta dejara de amarlo.
Diana cerró los ojos angustiada por su hermano, estaba metiendo entre los datos de los caballos con todo esto ¿cómo decirle al joven rey estaba jurando la muerte de su propio esposo? De seguro aquello no le gustaría nada y lo primero que haría con el pobre dúo sería dejarlo de su lado para siempre y aquello sería terrible para el trenzado, lo podía ver en sus ojos.
Heero tomó la caja de las espadas y se las puso bajo el brazo antes de tenderle la mano a su trenzado esposo regresar al campamento donde los esperaban sus primos. Notó algo extraño en él, pero no dijo nada, de seguro su pequeño amado le diría que le pasaba sin que tuviera que preguntarle.

Todo el clan se encontraba reunido en el salón principal del castillo Yuy en espera deberán ritual de reunión de las espadas que conformaban a Zero, espada del trueno. Les causaba mucha curiosidad ver qué harían las espadas del clan Meridian cuando una persona extraña a este clan las manipulara.
A Quatre le había llamado la atención la palidez que mostraba dúo, también se dio cuenta cuando su esposo y él salieron a caminar al jardín sin Heero. No le gustaba para nada esa extraña afinidad que parecían tener, era como si se conocieran de antes, pero su esposo en un demonio como él, en cambio dúo hermano antes de unirse con el rey, entonces ¿cómo explicarse que fueran los dos atacados al mismo tiempo por la magia negra los enemigos? Iba a decirle a Heero acerca de sus dudas como por eso, sin embargo, decidió quedarse callado, después de todo dirían estaba celoso y aquello no era cierto.
Wufei se había encargado de vigilar a las personas que habían llegado el castillo, no quería que su "querida cuñada" se enterara del regreso de en la espada de su primo y arruinará el ritual así como tampoco querían que se enterara quien las cinco espadas estaban reunidas en el castillo, ella probablemente le diría rey enemigo que había espías en sus líneas y aquello les quitaría la poca ventaja que habían obtenido.
Heero estaba sentado en el trono tratando de acumular toda su energía mágica para poder reunir las tres espadas en una, le preocupaba bastante el desgaste que haría de ella, después de todo, esta la adquiría de su trenzado esposo cada día al amarlo y lo dejaba muy agotado y el desgaste de reunión de Zero lo obligaría a tratar de obtener inconscientemente mayor energía para mantenerse antes que Zero comenzara a hacer su trabajo correctamente y le brindara energías suficientes para el ritual de la luna azul.
Dúo había visto que su esposo no le prestaba atención, así que se acercó a su primo y le pidió que lo acompañará al jardín porque necesitaba urgentemente hablar con él, tenían que encontrar la manera de decirles a sus esposos sin que éstos enojaran quiénes eran en realidad, no querían imaginarse como sería su vida si Heero lo echaba su lado.
- Fueron Diana y Goddar quienes nos trajeron las espadas - le informó - desgraciadamente, ella le dijo a mi esposo como murieron sus hermanos y él dijo: "él y toda su sangre me pagarán muy caro lo que le han hecho mi familia". No me agrada que diga eso, si descubren lo que somos lo menos que harán será desterrarnos de su lado, yo me moriría sin él.
- Seguramente a ti te iría mejor que a mí, mi esposo no quiere verme ni en pintura, al menos fuera de la cama - dijo molesto - Quatre aún no me perdona que lo haya forzado a casarse conmigo, dice que me odia, incluso la otra noche trató de matarme, lo único malo es que su cuerpo corresponde al mío y viceversa. No sé qué voy hacer para convencerlo de que lo amo.
- ¿Has intentado decírselo?
- Parece que no te has dado cuenta, pero yo no me atrevería ni a decírselo, terminaría haciéndome más daño si lo sabe, sin saberlo me destroza.
- Y decías que yo era un romántico empedernido.
- Es mejor que regresemos adentro, no vaya a ser que alguno de nuestros esposos se den cuenta que no estamos y el tuyo se ponga celoso.
- Heero no es como Zech, que es celoso hasta de la sombra de Wufei.
Regresaron al salón y cada uno se sentó al lado derecho de su respectivo esposo esperando que se iniciara el ritual de la unión de las tres partes de Zero, después de todo aquello era lo más importante que lo que pudiera pasar el futuro. Sin embargo, la estrella de la muerte seguía oscilando sobre las cabezas de ambos.

Continuará...

Perdonen que haya demorado tanto escribiendo este capítulo, tenía planeado hacerlo un poco más largo, sin embargo el título no me daba para más así que lo dejó hasta aquí.
El intento de lemon entre Wufei y Zech va para aquella persona que me lo pidió expresamente (perdona que no diga tu nombre, en estos momentos no lo recuerdo)
Shio Chang.

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