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Hijos de la sangre por Shiochang

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Hijos de la sangre
El castillo de Meridian.

La desaparición del joven heredero al trono no pasó desapercibida para nadie en el Castillo Maxwell, sin embargo, nadie le prestó mayor atención, ni siquiera su tío, bien sabía todo el mundo que el tío no soportaba al extrovertido príncipe y a su primo Trowa, por lo que no era de extrañar que no anduvieran en el castillo principal cuando el rey estaba allí. Tampoco era secreto que dentro del mismo reino había quienes no estaban con el rey, pero nadie se atrevía a traicionarlo a no ser que uno de los príncipes se manifestara en forma clara al respecto.
Trowa se mantenía alejado de los salones principales, no quería hacer notar que Dúo no estaba con él y tener que dar explicaciones de su ausencia y que él no lo hubiese acompañado. Y tampoco quería decir que se había dedicado a sondear a aquellos que probablemente secundarían a Dúo si se decidía a traicionar a su tío.
Se preguntó que estaría haciendo su alocado primo en esos momentos, obviamente aún no llegaba a su amor, habían convenido una señal al partir el trenzado, pero era lógico, estaban demasiado lejos de la capital del Clan de Benice. Se volvió a mirar el castillo, todo el mundo, al menos los que apoyaban al rey en esta absurda guerra, seguía en conferencia, desde que se enteraron que había un sobreviviente de los Yuy que tramaban algo muy grande y grave y no sabía cómo averiguar algo sin meter en problemas al trenzado.
- ¿Pasa algo malo, Trowa? - le dijo una chica y este se volvió a mirarla que no era otra que Diana, la hermana menor de Dúo.
- Simplemente me preguntaba...
- ¿Sabes dónde anda metido mi hermano?
- ¿Podemos hablar en otro lado? - le pidió y se alejaron del castillo rumbo al bosque - él se fue a buscar a la persona que ama, pero me temo que no alcance a llegar a su lado antes que tu tío lo descubra.
- ¿Qué quieres decir con eso?
- Mira, no te lo puedo explicar, es un secreto entre Dúo y yo. Sin embargo, te puedo decir que a tu tío no le gustaría el novio que Dúo se buscó y que por eso se fue.
- ¿Acaso es un humano?
- Si fuera así no sería problema, con conventirlo en uno de nosotros bastaría - movió la cabeza - me gustaría saber si aquel hombre le ama con la misma intensidad y si le pondría alguna protección.
- Dorothy se pondrá furiosa cuando se entere que Dúo prefirió a un chico antes que a ella - sonrió - pero siempre ha sido tan pedante, se lo merece, no me gustaría por cuñada y menos como reina.
- ¿Me ayudarías con tu magia para ayudar a Dúo a conquistar a ese joven?
- ¿Quién es?
- Mira, yo no lo conozco, pero por ayudar a Dúo haré un conjuro con más magia de la que poseo, no podremos saber qué pasa, pero ayudaremos mucho en la felicidad de ambos.
- Muy bien ¿Cuándo?
- Haremos el ritual en una de las torres de mi castillo.
- ¿No estaremos demasiado lejos?
- Tal vez, pero la magia surtirá efecto sólo a la hora en que los dos tengan centradas sus mentes uno en el otro, de no ser así, regresará a nosotros y sabremos que Dúo va destinado al fracaso.
- Vamonos, entonces, cuanto más pronto lo hagamos, mejor.

El sol comenzaba a asomarse cuando las tropas de Zech y Traize se detuvieron en el castillo de Oz, a ellos no les hacía daño exponerse a los rayos solares, pero se debilitaban demasiado y lo mejor sería descansar, aún les quedaban dos días de viaje rumbo a la capital.
- Si es el chico que le gusta a Heero, debemos llevarselo lo más pronto posible - le dijo el rubio mirando a la distancia al chico que caminaba guiado por Ly-Anne hacia una de las torres - ha estado insoportable y sería bueno que se distrajera, tal vez esta noche con un conjuro especial...
- No, Zech, quiero saber lo que trama, no termino de creerme que estuviera prisionero esa noche y se escapara justo cuando Heero estaba peleando y que siguiera con vida luego de eso. Tú sabes bien como son los Meridian, es un chico guapo y fuerte, y eso les agrada ¿por qué no comérselo? No, creo que ellos sospechan que le gusta a Heero y quieren que lo llevemos con él.
- Es un joven humano, tal vez había alguien encaprichado con su belleza y por eso no lo dañaron y el aprovechó de escapar mientras estaban de fiesta - le dijo - además, han corrido rumores que tú te quieres quedar con nuestro reino casándote con Heero, eso apagaría las murmuraciones, que llevaras al novio de Heero a sus brazos.
- Pero él necesitaría tener la marca de Heero en su cuello - le recordó.
- Mmm - movió la cabeza - es difícil.
Caminaron dentro del castillo y cada uno se retiró a su habitación pensando en qué hacer para conseguir la marca de Heero para el muchacho que dormía profundamente.
Por el mismo cansancio nadie se dio cuenta que una sombra vagaba por los alrededores buscando una víctima...

Era una noche de clara luna llena, dos jóvenes estaban sentados en la orilla del lago, uno de ellos tenía el largo cabello castaño tomado en una trenza y el otro, recostado sobre el pasto, tenía los mechones del frente todos desordenados que se mecían al viento. El trenzado se acercó en silencio y se apoyó contra el pecho del otro que sólo lo abrazó con fuerza mientras lo dejaba descansar con el oído contra su corazón.
- Hueles bien - murmuró el trenzado aspirando su aroma - ¿Qué sabor tienes?
- Nadie se atrevería a morderme - le dijo con voz suave y un poco ronca - ¿por qué no lo intentas? - lo desafió acariciando su cabello.
- Prefiero probar tu boca - se enderezó y apoyó su boca sobre la del otro cerrando ambos los ojos para disfrutar del tierno beso.
Y una sombra oscura los rodeó sin que ellos lo notaran.
El beso dejó de ser casto, ambos sentían la saliva caliente del otro en su lengua, una danza incansable y un continuo intentar dominar el beso mientras sus manos casi por inercia comenzaban a acariciar el cuerpo del otro, la ropa les comenzaba a sobrar y comenzaron a sacársela al otro a tirones.
- Sabes... rico... - murmuraba entrecortadamente el trenzado mientras pasaba su lengua por el delgado y esbelto cuello de su amado.
- Tú... también... - dijo el otro suspirando de placer.
El trenzado comenzó a trazar con besos húmedos el camino hasta uno de los pezones de su amado, lo torturó con los dientes y lo rodeó con la lengua antes de comenzar a succionarlo con deseo hasta dejarlo totalmente sencible, luego lo soltó y fue por el otro trazando un nuevo sendero de pequeños besos.
- ¡Ah! - gritó de placer cuando una mano traviesa alcanzó su anhelado objetivo, atrapando aún sobre la ropa el alborotado sexo de su amante.
- Es mi... turno - lo apartó y se quitaron la poca ropa que les quedaba encima, consiguiendo acariciarse más intimamente, con más pasión y fueron cambiando de tono, el calor inundaba sus cuerpos ya sudados - ¿Qué te gustaría?
- Tómame - rogó el trenzado - quiero que seas mi dueño para siempre.
- ¿Estás... seguro? - pasó los dedos por su trasero sobando levemente la zona por donde se adueñaría de su cuerpo.
- ¡Si! - gimió totalmente excitado abriendo las piernas para facilitarle la labor.
El joven de los cabellos desordenados lo volteó y comenzó a acariciarlo suavemente dilatando lentamente el ano, lubricando la zona con su saliva mientras el trenzado parecía desarmarse del placer que lo estremecía hasta los huesos.
- ¡Tómame ya! - gritó desesperado y su amante se colocó detrás de él hundiéndose lentamente en él - ¡Ah! - gimió sintiendo dolor.
- Calma - le dijo él obligándolo a sentarse sobre él para que se acostumbrara a tenerlo dentro antes de comenzar a moverse en su interior - te quiero - le susurró limpiando unas lágrimas de sus hermosos ojos color violeta mientras buscaba su boca.
- ¡Heero! - dijo su nombre al sentir que le daba el mayor placer al moverse lentamente en su interior. Echó el brazo izquierdo hacia atrás asujetándose a su cuello sobre el hombro mientras el otro aferraba a la mano que se movía sobre su sexo procurándole placer.
Lentamente el dolor fue olvidado siendo reemplazado por un placer infinito, algo que no alcanzaba a comprender ya que su mente estaba ida al igual que la de su amante que inconcientemente al momento del orgasmo le enterró los colmillos en la carne en la base del cuello marcándolo como suyo, lo que lo hizo estallar con un gritó de dolor y placer a la vez.

- ¡Ahg! - fue el grito del trenzado que despertó a todo el mundo en el Castillo de Oz. De inmediato abrió los ojos, su cuerpo estaba cansado y adolorido como si hubiese estado haciéndolo todo el día y sólo había sido un sueño ¿o no?
En ese momento Ly-Anne entró en la habitación y lo que vió la dejó abismada y pálida.
- ¿Cómo se hizo éso, joven? - le preguntó y Dúo trató de sentarse pero su cuerpo estaba demasiado adolorido y no le respondía.
- ¿Qué cosa?
- La herida que tiene en el cuello - dijo pálida.
Dúo la miró extrañado y se puso la mano en el cuello sintiendo que algo húmedo le corría por la camisa. Al principio pensó que era sudor, pero al ver la sangre en su mano se asustó.
- No puede ser, yo sólo estaba soñando - murmuró.
- ¿Quién lo mordió, Joven?
- ¿Morderne? - repitió.
- Los Benice marcan a sus parejas así - le dijo ella.
- Aquí no ha entredo nadie ¿verdad? - dijo asustado temiendo que alguien se hubiese aprovechado de él mientras dormía - no puede ser, yo no puedo... - y se puso a llorar desconsolado.
- Iré por su excelencia, él sabrá que hacer - dijo segura y salió corriendo, de seguro él sabría que hacer para descubrir quien había sido - espero que esté despierto ya.
Subió a las habitaciones principales y golpeó suavemente la puerta.
- Adelante - dijo Traize y ella supo de inmediato que estaba conversando con alguien - ¿Pasa algo malo, querida?
- Es el joven Dúo, ha dado un grito que nos ha sobresaltado a todos y está herido.
- ¿Herido? - repitió Zech mirándola - ¿qué clase de herida?
- Una mordida... en el cuello - terminó luego de dudar un segundo - está mal, se puso a llorar mucho.
- ¿La marca de un Benice? - dijo Traize - Vamos, si es el chico que le gusta a Heero estaremos metidos en un feroz problema si alguien lo ha marcado ya.

- ¡AHG! - fue el grito que se escuchó por todo el castillo Yuy y muchos corrieron a ver que le pasaba a su príncipe. Wufei y Quatre entraron a toda velocidad en su habitación con el derecho de ser sus primos por sangre y ambos se quedaron en silencio al verlo con la boca manchada de sangre y la ropa empapada en sudor.
- ¿Estás bien, Heero? - se acercó Quatre pero Heero desvió la mirada tapándose la boca con una mano.
- Marcaste a alguien ¿verdad? - dijo Wufei sin ninguna diplomacia con lo que recibió una mirada enojada del rubio - Es cierto ¿no? - insistió ignorando a Quatre.
Gruesas lágrimas comenzaron a correr por las mejillas del principe y asintió, no recordaba bien el sueño, sólo recordaba que antes de alcanzar el orgasmo había hundido los dientes en la base del cuello de su amante y no tenía la más remota idea quién era ¿Y si no era su amado trenzado? Cuando lo encontrara ya no podría estar con él, había marcado a alguien más.
- ¿Qué pasó, Heero?
- No lo sé - admitió - simplemente sé que le mordí, pero no tengo idea de quién es.
- Eso está malo - dijo Wufei sentándose en un sillón frente a sus primos - no cualquiera puede llegar a tus habitaciones, sólo los humanos y aquellos que estamos emparentados por sangre podemos violar tus conjuros y la magia nos dijo que nadie ha estado aquí contigo y que tú no te has movido.
- ¿Recuerdas algo? Necesitamos una pista que nos ayude a encontrarle - le dijo Quatre.
- Nada, solo la suavidad su su carne rompiéndose bajo mis dientes.
- Maldición - gruñó Wufei - y no podremos usar un conjuro para encontrarlo hasta que comience la Luna creciente en tres días.

Trowa se sentó exhausto, lo había logrado, había conseguido penetrar en los sueños de ambos y había conseguido que el joven Yuy le diera una poderosa protección a Dúo.
- Debemos regresar al castillo de Meridian, si descubren a Dúo, no podremos defenderlo estando tan lejos - dijo Diana.
- No te preocupes, pequeña, nuestra magia lo ha puesto a salvo, ahora sólo es hora de esperar los acontecimientos y antes de la próxima luna llena Dúo estará de regreso y será rey de Meridian.
- Hablas como traidor - lo regañó molesta.
- Además - dijo ignorando su regaño - si yo regreso a palacio, descubrirán que Dúo no está en el reino y ésto significará que tu tío lo declare traidor y lo condene a muerte en ausencia - la miró - y tú no quieres éso para él ¿verdad?
- No - suspiró - espero que esté bien.
- Lo está - sonrió - pronto estará entre los brazos de la persona que más ama.
- ¿No me puedes deecir ahora quién es?
- Lo siento, mientras no tenga noticias de Dúo, prometí no decir nada a nadie, nos metería a los dos en problemas.
- Eres muy malo.
- No seas curiosa - se puso de pie - vamos adentro, comienza a ponerse el sol y estamos muy desabrigados para una noche sin luna.
- Mi gustaría conocer a quien ama Dúo - murmuraba ella molesta mientras bajaban de la torre - debe ser alguien muy especial.
- Estoy deguro que lo es.

Haciendo uso de un conjuro muy antiguo y poco complicado, Quatre se apareció en el castillo Oz para hablar con Traize y Zech sobre lo que le había pasado a Heero esa tarde y los notó pálidos y angustiados.
- ¿Qué pasó?
- Nada bueno - dijo Traize cansado - no hemos podido convencer al chico que nos deje ver su herida para averiguar quién lo mordió.
- ¿Alguien fue mordido?
- …l asegura que no se movió en toda la tarde ded su cuarto, que estaba cansado - dijo Zech - sin embargo, tuvo relaciones con alguien, todas las señales están allí, y además, lo marcó y él lo único que hace es llorar que ya no podrá ser de Heero.
- Que extraño - dijo Quatre - Heero ha estado toda la tarde en su habitación, no salió de allí, sin embargo, tiene las señales de haber estado con alguien a quién marcó, su boca estaba llena de su sangre, pero no recuerda quién fue.
- ¿Sería posible que, por medio de alguna magia maligna, ambos hayan estado juntos? - dijo Wufei apareciendo dede improviso.
- Te dejé cuidando a Heero - lo regañó Quatre.
- Me echó de su habitación, dice que no quiere ver a nadie, que se quiere morir.
- No nos queda más que averiguar si las marcas del muchacho son las suyas, de ser así lo mejor será llevarlo de inmediato al castillo Yuy si no queremos quedarnos sin regente - asintió Zech mirando feo a Traize antes de guiar a Quatre a la habitación del chico.
- ¿Hay algo que debamos saber? - dijo Wufei mirando a Traize.
- Sí, es el chico que le gusta a Heero, estoy casi seguro - le dijo él siguiendo a los otros - cuando despertó después de la batalla, Heero me habló de él pensando que había sido una ilusión y yo me prometí encontrarlo, pero no lo llevé de inmediato al castillo porque quería conocerlo primero.
- Nos hubieramos ahorrado todo este problema si me hubieses hecho caso y hubiesemos señalado que ya tenía dueño aunque no estuviera marcado.
- Ya te di mis razones, Zech, no me lo eches en cara ¿quieres? - le dijo molesto - ¿Cómo iba a pensar que alguien se fuera a aprovechar del chico estando bajo nuestra protección?
- Basta - les dijo Quatre - aquí intervino una poderosa magia negra que viajó una gran distancia con un solo objetivo, proteger al muchacho a cargo de ustedes hasta llegar a los brazos de la persona que ama.
- ¿Cómo? - los cuatro se volvieron a mirar al chico.
- Es una magia muy antigua y sólo reacciona cuando las mentes de dos personas que se aman están enfocadas la una en la otra, no puedo dedfinir de donde vino, pero viajó grandes distancias y, como ambos soñaban de seguro algo muyy parecido, convirtió el sueño en realidad, lamentablemente, el despertar fue tan brusco que ambos olvidaron el sueño.
- Entonces, me voy de regreso - dijo Wufei - debo deecirle lo que descubrimos a Heero antes que haga alguna locura.
- Bien, y ordena que se prepare de inmediato la ceremonia de enlace, si Heero ya probó su sangre, es peligroso para el chico andar suelto sin poder controlar ahora lo que es.
- Bien - desapareció.
- Este Wufei - gruñó Zech molesto - llega sin saludar y se va sin despedirse ¿Acaso no soy su esposo? Un día de estos se las va a ver conmigo.
- Olvídate de eso por ahora, ya te podrás desquitar luego - le dijo Traize - deebemos convencer a Dúo que se deje ver la herida y llevarlo al castillo Yuy lo antes posible antes que comience a sentir hambre.
- Bien.

Wufei entró en la habitación de Heero y lo encontró de pie frente a la ventana con la mirada perdida a la distancia. Se estremeció al verlo, la única vez que le vio así fue luego de la muerte de su madre, ni siquiera cuando murieron sus hermanos había quedado en ese estado, esa vez su mirada era dura y juraba venganza, esta era vacía, ya nada le importaba.
- Heero, encontramos a quien marcaste...
- No quiero saber, Wufei, vete.
- Quatre dice que fue magia negra la que convirtió el sueño que compartían en realidad.
Heero se volvió hacia su primo ahora si intrigado.
- ¿Un sueño compartido?
- Mordiste al chico que te gusta.
- ¿Dónde está? Quiero verlo.
- En el castillo de... - se calló al entender sus intenciones - no, debes esperarlo aquí, lo convertiste en uno de nosotros y debes terminar de ponerle tu sello si no quieres que sea como los Meridian.
- ¿Cómo sé que no me estás mintiendo para tranquilizarme?
- Entiendo tu desconfianza - dijo buscando algo que lo hiciera creer - Traize lo traía hacia acá, dijo que le había hablado de él cuando despertaste después de la batalla.
- Tráeme una prueba que es él, Wufei, o jamás te creeré.
- ¡Demonios, Heero, jamás te he mentido! - le gritó exasperado.
- Siempre hay una primera vez para todo - volvió la mirada hacia el vacío - vete.
- ¡Eres exasperante! - dijo furioso y desapareció.

Quatre estaba sentado en la cama de Dúo con el muchacho apoyado en su regazo, no había permitido que le quitaran la venda del cuello y mucho menos había escuchado que Heero había tenido algo parecido y que era a causa de una magia muy poderosa, a la mera mensión del nombre del príncipe se ponía a llorar.
estaba por quedarse dormido cuando apareció alguien más en la habitación y se escuchó un golpe y un quejido.
- Zech - le reclamó - ¿por qué me pegas?
- Y todavía preguntas - le dijo el rubio de pelo largo - llegas sin saludar, te vas sin despedirte y te olvidas de mí y quieres que no me enoje.
- Perdona, pero es que Heero...
- ¿Y yo qué? - le dijo poniendo una cara que Wufei se puso de pie y lo besó.
- Perdona, sabes que te amo.
- Ejem - les dijo Traize - te mandamos a cuidar a Heero.
- Quiere una prueba que es quién le decimos.
- O sea, no te creyó.
- Siempre hay una primera vez para todo - lo imitó tan bien que Dúo se le quedó viendo - vete.
- Es la misma voz de mi sueño - dijo Dúo mirándolo temeroso sin saber que imitaba a Heero.
- ¿Estás seguro? - le dijo Quatre y el asintió.
- ¿Le dijiste algo tú a él en tu sueño?
- Bueno - dijo sonrojándose - "Hueles bien ¿sabrás igual?"
- ¿Ninguna frase más larga?
- Wufei, ellos tuvieron relaciones en ese sueño ¿qué podrían haberse dicho? - le dijo Zech - tú nunca dices mucho cuando lo hacemos ¿verdad?
- ¡Zech!
- Wufei y Zech son esposos - le dijo Quatre divertido - se aman aunque se la pasen peleando.
- Empezaron así - sonrió Traize moviendo la cabeza.
- Entonces, regreso con Heero - besó en el cuello a Zech y volvió a desaparecer.
- ¿Qué pasó? ¿Por qué se va?
- Mira, creemos que quien te mordió fue el proppio Heero, pero él, al igual que tú, no ha querido escucharnos.
- ¿Es... es Heero... mi dueño? - dijo esperanzado.
- Si nos dejas ver la marca que tienes en el cuello te lo diremos con certeza - le dijo Traize - ninguna mordedura de un Benice es igual a la de otro, ni siquiera la de dos gemelos.
Dúo miró a Zech y luego a Quatre antes de comenzar a sacarse la venda del cuello, tenía miedo, no quería pensar en aquella posibilidad, pero ¿y si no era la mordedura de Heero?

Trowa estaba sentado entre las sombras en el jardín de su castillo cuando vio llegar a dos guardias imperiales de Meridian, lo que se acercaron a su prima que estaba más a la vista.
- Princesa - le dijeron con reverencia - andamos buscando al príncipe Dúo por órdenes del rey.
- ¿Qué quiere de él mi tío Dermail? Trowa y él no se encuentran aquí en estos momentos.
- Existen serias sospechas que su alteza ha traicionado a nuestra gente y que es por su causa que el último de los Yuy sigue vivo.
- ¿Cómo pueden decir tamaña estupidez? - dijo Diana furiosa.
- Todo el mundo vio que el príncipe no hizo nada cuando lo atacaron.
- Según supe, el joven ese fue golpeado y lanzado al precipicio durante la batalla, seguramente Dúo creyó que había muerto. Además, no sabemos si había gente abajo ¿verdad? Si se hubiese lanzado lo habrían atrapado a él.
- Sabemos que no había nadie allí.
- Pero lo supieron después de la batalla - insistió ella defendiendo a su hermano.
- Pues él debe defenderse a sí mismo ante el consejo, dígaselo cuando regrese y dígale también que el joven Trowa lo acompañe si no quiere ser acusado de traidor también - se volvió haciendo una reverencia y se marchó.
- ¿Oíste, Trowa? Ahora, ve por Dúo y regresen al castillo principal.
- Es imposible, Diana - movió la cabeza - Dúo no está en el reino, no sé a ciencia cierta dónde esté en estos momentos.
- ¿Qué dices?
- Dúo no volverá y nos acusan de traidores - afirmó tranquilamente - tu tío está jugando mal sus cartas ¿sabes? El que acuse a Dúo de traidor encenderá la mecha que dividirá el reino de Meridian.
- ¿Por qué?
- Mucha gente está completamente segura que el rey ha reiniciado la guerra con el único fin de unir las cinco espadas del poder para recuperar su juventud y tener la inmortalidad.
- ¿Quién puede creer tamaña tontería?
- Dúo y yo sabemos que es verdad, Diana, por eso lo ayudé a huir, tu tío sabe que mientras yo viva no podrá dominar a Heavyarms y que estaré a salvo mientras alguien con la sangre de mi madre esté viva, así que tú también corres peligro si consigue las dos espadas que aún tienen los Benice.
- Es una locura.
- Por supuesto, pero prefiero ser traidor al rey que al corazón de mi primo y a mi gente - le dijo - estarás a salvo mientras no nos encuentren, sin embargo, creo que es mejor que yo también desaparezca, adiós.
- Trowa, ten cuidado, dicen las estrella que de la misma sangre del amor de Dúo será el amor tuyo y te hará sufrir mucho antes de aceptarte.
- Lo veo difícil - le sonrió y se perdió entre las sombras de la noche.

Heero ni siquiera se volteó a vera Wufei cuando volvió a aparecer a su lado, aunque sabía que estaba acabando con la poca paciencia de su primo.
- "Hueles bien" - empezó imitando perfectamente la voz de Dúo - "¿Sabes igual?"
Se volvió asombrado a mirarlo, eran las palabras que aquel muchacho le había dicho en su sueño, ahora lo recordaba bien.
- El muchacho dijo que te las había dicho en su sueño, tiene el cabello castaño tomado en una larga trenza...
- ¿Dónde está? - lo agarró por los hombros.
- Ya te lo traen, Zech, Traize y Quatre estaban tratando de convencerlo para que se tranquilizara y les mostrara la marca que le dejaste en el cuello.
Se acercó a la puerta y le ordenó a un guardia:
- Que preparen el salón principal para la ceremonia de filiación antes del amanecer.
- Sí, Su Alteza.
- Hasta que reaccionas - dijo Wufei sentándose en la cama - debes cambiarte, no vas a andar en tu propia boda en paños menores ¿no te parece?
- Ordena que preparen la ropa de mi novio de inmediato, debe verse perfecto también - le dijo dirigiéndose al baño.
- Ni siquiera me has preguntado cómo le llama - le recordó.
- ¿Cómo se llama?
- Dúo Yuy - le dijo y desapareció.
- Suena bien su nombre - sonrió como hacía mucho no lo hacía y de metió a bañar, pronto, muy pronto, tendría al trenzado de sus sueños entre sus brazos...

Continuará...

Bueno, estoy intentando sacarlo rápido para poder dedicarme en exclusiva a la otra historia que tengo y que me ha salido más dura de lo que yo pensaba.
En fin, va dedicada a Uru Yuy y a Aimoon chan.
Shio Chang.

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