-Buenos días, abuela –le susurró al oído.
-¡AH!-Grito.
Tsunade pego tal brinco al verse sorprendida, que derramo todo el sake de su copa, sobre la mesa.
-¡HIJO DE TU MADRE! –Grito la Godaime- ¡¿Quién te enseñó a entrar por la ventana?!
Naruto no pudo responder, porque la risa no se lo permitía y se agarraba la barriga con fuerza.
-Jajaja –Se retorcía- ¿Y tú te haces llamar Hokage? –Se burlaba- ¡Ni los genin se dejan sorprender así!
El rubio esquivaba las sillas que le lanzaban y sortear el escritorio que le pasó por encima, fue increíblemente sencillo.
Tsunade respiraba como caballo después de una carrera.
-¿QUE DEMONIOS QUIERES AQUÍ, MOCOSO?
Naruto difícilmente podía dejar de reír, ya que su pasatiempo favorito, era destrozar la oficina de la Hokage -indirectamente.
Al poco rato, llegaron dos AMBU que, ignorando los gritos de su líder y al remolino de Konoha, recolocaron el resistente escritorio en su lugar.
-Venía a pedirte un favor.
-¡No estoy de humor para hacer favores, gracias a ti!
Suspiro molesta y trato de bajarle al enojo.
-Este lo harás –dijo seguro.
Tsunade lo reto a continuar, con una mirada llena de odio.
-¿Qué cono quieres? –Gruño.
Se sirvió otra copa de sake y se la empino de golpe.
-Un mes de vacaciones –dijo como si nada y con una gran sonrisa.
Como mismo había entrado, como mismo salió. La Hokage escupió el sake como si este estuviera envenenado.
-¡Lárgate de mí vista, Uzumaki! No tengo tiempo para tus payasadas.
-Vamos, vamos –la calmaba con las manos- Escúchame primero, oba-chan.
Una vena se hincho en la sien de la rubia.
Naruto creyó que lo mejor sería dejar de jugar con su paciencia, de lo contrario no podría convencerla.
-Se trata de un acto de caridad –dijo rápido.
-¿Ah? ¿De qué hablas? –dijo más tranquila.
-¿Has escuchado, sobre la bestia de los Inuzuka? -Tanteo.
La mujer se carcajeo bajito.
-¿Con la cantidad de problemas que me ha causado ese animal? ¡Por supuesto que he escuchado de él!
Naruto sonrió zorrunamente y la rubia temió lo que vendría a continuación e incluso se aferró a su botella de sake.
-Pues…, Kiba acaba de regalármelo.
3…2…1…
-¿QUEEEEEEEEEEEEEEEEEEE?
A esas alturas, todos en la aldea ya sabían que Uzumaki Naruto estaba en la oficina de la Hokage. ¿Quién sino, podía hacerla gritar así?
-¡Vamos cálmate! ¡No es para tanto!
Intentaba detener a la mujer que amenazaba con acabar con el clan Inuzuka.
-¿TIENES IDEA DE LO PELIGROSO QUE ES ESE ANIMAL? –Levanto el puño.
Naruto se rasco la mejilla, inocentemente.
-Ya tuve el placer de conocerlo –sonrió.
La rubia lo observaba con la boca abierta.
-¿Y aun así quieres que te de un mes de vacaciones, para ayudarlo a adaptarse a vivir aquí y evitar que lo sacrifiquen?
Naruto bufo.
-Y yo aquí creyendo que no me habías prestado atención.
-Ahora si se te quemo la olla, mocoso.
Naruto se puso serio.
-¡No es justo que lo sacrifiquen, porque no tiene a donde ir!-Dejo salir su vena de justiciero.
Tsunade se empino la botella de sake. Necesitaría artillería pesada, si quería quitarle esa idea de la cabeza.
-Ese animal mata por placer –intento con eso.
Fue en vano.
-Ese animal solo defiende lo que cree, que es su territorio.
-¿Y pretendes encontrarle un lugar donde se sienta cómodo? ¡No estamos hablando de un gato doméstico!
-Ya lo sé.
-Tampoco podrás razonar con él, como lo haces con Kyubi.
-¡Pero son muy similares! El mismo carácter arisco, odia que lo tengan encerrado y no le gusta la cercanía de las personas.
La mujer se quedó con la boca abierta.
-¡IDIOTA! –le golpeó la cabeza con el puno- ¡Todo eso, es lo que lo hace peligroso! ¡Lo único que los diferencia, es que Kyubi ya está encerrado dentro de ti!
Naruto se levantó, mientras sobaba su cabeza.
-Al menos déjame intentarlo –puso ojos de cachorro-. ¿Por favorrrrrrrrrrr?
Ella enarco una ceja.
-Esos ojos solo funcionan, cuando no me pides que te deje suicidarte.
-No me sucederá nada malo –sonrió-. Tengo un zorro en mi interior y puedo invocar sus instintos en cualquier momento. Sé cómo tratar a Sasuke.
-Te lo imaginas, pero no lo sabes con certeza –se negó nuevamente.
Naruto suspiro y decidió usar su última carta.
-¡Entiendo! –dijo resignado.
Tsunade lo miro incrédula.
-¿En serio? ¿Te rindes?
-¿Qué remedio? –Se dirigió hacia la ventana- Pensé que accederías por ser mi cumpleaños, pero ya veo que me equivoque.
Hizo ademan de irse pero…
-¡Espera!
Naruto se dio la vuelta, “confundido”.
-¿Es tu cumpleaños? –Lo miraba sin creérselo.
Asintió con la cabeza.
-¡¿Por qué no me lo dijiste antes?!
-¿Cuándo he celebrado yo mi cumpleaños? –Se cruzó de brazos e hizo un puchero- Kiba y Yamato son los únicos que se acordaron y decidieron hacerme un regalo
La mayor se sintió culpable, por no haber recordado el cumpleaños de su ninja preferido. Casi su nieto –ya empezaba a creérselo de tanto oírlo decir “oba-chan.
-Pero…ese regalo es…-dijo dudosa.
-¡Es precioso! –Sonrió sonador-. En mi vida he visto algo tan hermoso y de verdad quiero evitar que lo maten, oba-chan.
En momentos como aquel, llamarla así solo lo ayudo a ablandarla.
Ella suspiro resignada.
-Está bien.
Apenas lo dijo y ya tenía a un rubio haciéndole cariñitos.
-¡Gracias, gracias abuela!
-Deja de llamarme abuela, sino quieres ser tú el sacrificio.
Naruto se separó de inmediato.
-Entonces, ¿me lo puedo llevar?
-Si-gruñó.
-¿Un mes?-siguió tentando a la suerte.
-Ni más ni menos.
-¿Vacaciones pagadas?
-¡YA TE DIJE QUE SI! ¡Ahora lárgate y asegúrate de que no vuelva a ver a ese gato!