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La raíz de mis deseos por Ilusion-Gris

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• Narra Itachi 

La palabra sorpresa se queda corta con lo que sentí al encontrar a Neji.

Me impactó verlo tan tranquilo. Sí, comprendía que ya no era el chico reservado de corazón amable e inocente, ahora parecía solitario y frío, pero ni de lejos se compara al cambio que mi hermano tuvo.

[...]

A la semana de hablar con Sasuke, sobre la relación que mantenía con Neji, me presentó a una chica como su novia, me asombró que lo hiciera, no esperaba que encontrara tan rápido a alguien de su interés, pero eso fue solo el principio. Parecía que nada en este mundo ocasionaba reacción en él o lo hacía maravillarse. Nada lo deslumbraba, perdió el interés en todo, aquel niño inmaduro y gruñón desapareció, aquel chico que disfrutaba tocando guitarra y saliendo con amigos se esfumó, el hermano que se desesperaba con mi actitud sobreprotectora y se enternecía cuando miraba a Yin y a Yang ya no existía. Incluso la arrogancia que lo caracterizaba simplemente se fue. Lo único en lo que mantenía ocupada su mente era con escribir.

Cuando Neji se marchó fue la última vez que vi una reacción en él.

[...]

El castaño ya no iba a la casa, pensé que me preguntaría el motivo, pero no lo hizo y supongo que llegó a su límite.

Un día me dijo, casualmente, que llevaría a su novia al bar para que me viera tocar. Tan solo fue una excusa para verlo a él, yo lo sabía y esa fue la última vez que intuí cómo pensaba.

Cuando la última canción terminó, y ayudé a guardar los instrumentos, me dirigí a la mesa en la que se encontraba Sasuke con Karin esperando, pero antes de llegar lo encontré a mitad de camino.

—¿Por qué hay otro chico tocando en el lugar de Neji? —preguntó intentando ocultar el temor de su voz.

—Sasuke... ¿Qué no lo sabes?

En verdad no tenía idea de que mi hermano ignoraba el hecho de que Neji ya no tocaría más con nosotros.

—¿Saber qué? —Levantó una ceja perdiendo la paciencia y se cruzó de brazos aparentando desinterés.

—Neji se fue del país para estudiar derecho.

—¿Qué? —Me observó sin dar crédito a lo dicho—. Él debe de estar estudiando música —afirmó con seguridad.

—No, Sasuke —hice el amago de tomarlo del hombro, pero él retrocedió—, hace ya tres meses que se despidió de Akatsuki.

Su rostro adquirió lentamente varias expresiones, primero de enojo, luego de asombro, para terminar en una de tristeza.

—No lo sabía... Pero ¿qué más da? —Dio la vuelta en dirección a Karin.

[...]

En todo el camino a casa Sasuke guardó silencio, Karin y yo éramos conscientes de su humor y decidimos no intentar hacerlo hablar.

[...]

A partir de ese día cuando llegaba de Konoha se concentraba en escribir y escribir, tiraba cada fin de mes libretas completas con escritos que él mismo hacía.

Cuando se graduó entró a la carrera de letras en la misma universidad en la que estudié arquitectura y pasó exactamente lo mismo, en cuanto llegaba se encerraba todas las tardes en su cuarto a escribir, era muy perfeccionista, por eso un maestro se interesó y lo ayudó a publicar una de sus obras.

Me regaló un libro de la primera edición. El romance que escribió concluía con un «y vivieron felices para siempre», pero pude percibir falsedad e inconformidad, lo narraba de una forma en que parecía que la perfección existía, pero lejos de ser perfecto lo sentí forzado y doloroso.

Nunca terminó con Karin, a pesar de que todo el mundo notaba que no la quería, nunca se separó de ella. En una ocasión lo enfrenté y le dije que eso no era amor, él tranquilamente y sin inmutarse me contestó «ella es lo que quiero y deseo». Incluso la chica poco a poco parecía entender que jamás lograría entrar al corazón de Sasuke, con el tiempo y con cada día que transcurría, Karin se quejaba más de Sasuke, le gritaba y le reclamaba. Una vez terminó con él, pero al final regresaron con la noticia de que se casarían, yo sabía que Sasuke había aceptado porque Karin estaba convencida de que el matrimonio arreglaría todos sus problemas, sin embargo, yo no estaba de acuerdo. Hablé muchas veces con él y no parecía importarle en lo más mínimo mi opinión, me sentía desesperado al ver a mi hermano menor sin sentimientos ni deseos. En una ocasión exploté y le grité «si tan solo la quisieras un poco de lo que quisiste a Neji lo aceptaría», él me miró y sonrió con melancolía, parecía que el Sasuke que conocía se había desvanecido, se limitó a observarme como esperando que agregara algo más, al final él no dijo nada y me dejó solo en aquella habitación.

Me dolía verlo, me dolía saber que no podía hacer nada para ayudarlo. Jamás hubo el mínimo deseo en Sasuke por buscar a Neji y yo tenía la esperanza de que algún día el castaño regresara e impulsara a mi hermano. Pero ese día jamás llegó y mi hermano se casó con una chica que no amaba.

Por eso al platicar con Neji y verlo bromear con Gaara me hizo creer que el único que sufría era Sasuke, que el único dañado había sido mi hermano, una vez escuché «la persona que rompe la relación, al final, es la que más arrepentimiento y dolor obtiene», nunca lo creí, pero ver a Neji tranquilamente conversando frente a mí y sonriéndole a Gaara, me hizo creer que era cierto.

• Narra Sasuke 

Unos gritos de placer se oían con claridad a través de la pared, lamentablemente solo se trataba de mis ruidosos vecinos. El cuarto de estudio de mi nuevo departamento, que había comprado con Karin, quedaba justo al lado del cuarto de mis afortunados vecinos.

Eran aproximadamente las cuatro de la madrugada, yo me encontraba dando pequeños golpes a las teclas de mi laptop con insistencia, borraba, volvía a escribir, de nuevo borraba todo, rehacía, me detenía unos segundos para pensar, y de nuevo borraba, un hermoso ciclo sin fin, pero al final obtenía los frutos de los que quedaba medianamente conforme.

Había olvidado la dicha de hacer las cosas bien, nada me complacía por completo, nada tenía lo necesario para que me hiciera sentir orgulloso, no quedaba simplemente satisfecho, y no solo se aplicaba a lo que escribía, se aplicaba a todos los aspectos de mi vida, excepto uno que ahora parecía extinguirse con lentitud y yo no podía retenerlo por más tiempo. Se evaporaba de mi alcance.

Al principio el sexo con Karin iba de maravilla, según sus propias palabras, pero eso se debía a que mi mente tenía grabadas las expresiones de Neji, mi tacto parecía recordar su piel, mis oídos escuchaban sus suaves gemidos y mi olfato todavía percibía su aroma, pero con el paso del tiempo su recuerdo se esfumaba de mi memoria, sabía que había algo malo en mí, que hacerlo con Karin pensando en Neji no era algo sano, pero dejé de prestarle atención.

Tan solo un día perdí totalmente su recuerdo, ya no podía más, no lograba excitarme, no lograba tener sexo con Karin, nuestra relación se vio muy afectada, prácticamente el sexo era lo único que nos unía y ahora ya no quedaba nada.

Ella en su mundo de frustración terminó conmigo, no me dolió ni siquiera un poco, lo único que sentí fue decepción de mí mismo.

Los dos meses que estuve sin Karin solo sirvieron para una cosa, me di cuenta que mi situación no tenía remedio.

Algunos fines de semana me dirigía a un antro donde me sentaba en la barra y miraba a todas las personas, «apenas llega a un metro y medio, sus facciones no me gustan, su mirada es desagradable, tiene un perfume muy fuerte, su sonrisa es hipócrita, se toca el pelo demasiado, ¿qué es eso?, ¿un lunar?, su vestimenta me provoca vergüenza, su corte es horrible, la forma en que pronuncia la "r" es molesta, no para de hablar», chicos y chicas, todos parecían tener defectos para mí, ninguno llamaba mi atención y comencé a beber sin moderación. Dicen que cuando uno está borracho cualquier persona puede volverse atractiva, ¿no? Poco a poco fui perdiendo la conciencia y cuando al fin un poco de lucidez llegó a mí, me encontraba en la cama a punto de penetrar a un chico y, sorpresa, no podía, ni con litros de alcohol recorriendo mis venas lograba excitarme.

A la semana de ese encuentro fallido Karin me llamó pidiendo que habláramos, al parecer estaba más que convencida que el matrimonio lograría despertar algo dormido en mi interior que nos impedía ser felices, yo no la contradije, no me quedaba nada, era mi única esperanza y sin más le pedí que se casara conmigo.

Llevamos medio año de casados y nada se ha activado en mi interior. Ella está en la habitación, probablemente llorando, mientras yo sigo escribiendo como si el mundo dependiera de ello.

Si me preguntan por Neji, por qué lo dejé, la explicación no tiene sentido ni para mí. Cuando Itachi me interrogó por primera vez pude ver una sola cosa con claridad, hasta ese momento estaba ilusionado con él, más que ilusionado, estaba cegado, había enloquecido completamente, todos mis planes incluían a Neji, todo lo que quería tenía relación con él, todo lo que amaba, todo lo que deseaba, todo lo que aspiraba, todo lo que era en ese preciso instante, simplemente ya no era yo, era un Sasuke que le pertenecía a Neji. Me aterró, no descubrir que le pertenecía, lo que me aterró es que no me importara, saber que mi voluntad y existencia habían sido arrebatadas y yo era la persona más estúpidamente feliz del planeta. Un odio irracional comenzó a crecer en mi interior, cuando fui consciente de que un pedazo de mi voluntad había retornado a mí, lo único que quería era alejarlo y no tener contacto con él.

Pero cuando él se marchó, cuando por fin sabía que ya no lo vería más, me dolió, me dolió en cada centímetro de mí ser y lo ignoré, ignoré que mi existencia había perdido más que a Neji.

• Narra Neji 

Su hermosa risa retumbó en las paredes directo a mis oídos. Tumbados en el suelo de su departamento, con música de fondo, platicábamos sin parar. Los temas de conversación parecían infinitos como la música que se reproducía en su celular, pero inevitablemente esa tarde llegamos a una conversación no muy agradable.

—No puedo creerlo, ¿cómo fue eso posible? —Sin apartar la mirada del techo me habló con tono de asombro.

—No lo sé, en realidad no hay una buena explicación, simplemente perdí la habilidad de tocar. —Mi voz salió trémula.

—Pero ¿querías ser músico? —Sus palabras despertaron algo en mi interior.

—Era lo que soñaba —sonreí con nostalgia—, pero como todo lo que amo, se esfumó.

—Si lo dices así suena como si tu vida fuera una completa tragedia. —Me miró de reojo.

—Por un tiempo pensé que era una tragedia, mi padre murió, mi madre se fue, la persona que amé me dejó, la música se esfumó, todo desapareció y lo único que permaneció es una vida vacía.

Cerré los ojos para apartar los fantasmas que amenazaban con atormentarme.

—Pero me tienes a mí, tienes a Hinata, también a Lee y Tenten, no vuelvas a pensar que todo lo bueno desapareció o me veré obligado a golpearte. —Me empujó con su hombro levemente.

—Por favor, hazlo, eso me ayudaría mucho. —Abrí los ojos y me encontré con los suyos observándome fijamente.

—Sabes, creo deberías comprar un piano y volver a intentarlo —dijo como si hubiera tenido la idea del siglo.

—No creo que sirva de algo, ahora soy un abogado y tengo un trabajo estable, mi tiempo para soñar y fantasear terminó hace mucho.

Traté de incorporarme, pero Gaara me tomó del brazo impidiendo que me levantara.

—Un trabajo que odias —señaló con fastidio—, eres joven, apenas cumpliste veinticuatro años, todavía hay tiempo para cambiar tu destino.

—¿Destino? —Lo miré con amargura—. El destino es justo lo que tengo ahora.

—Claro que no, mírame a mí, hace un mes me gradué de derecho y ni siquiera lo ejerceré.

—Tú eres diferente, Gaara, tú tienes el mundo a tus pies, puedes hacer lo que quieras, tu padre te mantendrá incluso si decidieras hacer absolutamente nada.

Me levanté con rapidez para marcharme.

—Deja de pensar que eres la víctima de todo —habló a mi espalda—. Lo que te pasó con el piano fue porque tú así lo deseaste.

—¿Qué yo lo deseé? —Lo encaré enfadado.

—Sí, no fue excusa para que simplemente no pudieras tocar más. —Me retó y esperó mi respuesta.

—No tienes idea de lo que dices —mis palabras salieron con desprecio—, no tienes idea de lo mucho que me odié por no poder tocar, pero cuando lo hacía me atormentaba más y ya no quería incrementar mi sufrimiento.

—Eres un cobarde. —Su voz salió fría y la última palabra la sentí como una puñalada.

Le di la espalda y me moví para poner distancia entre nosotros, pero de nuevo me retuvo interponiendo su brazo en la salida.

—Neji. Sé lo que se siente.

—¡No, tú no sabes nada! ¡Nunca tuviste nada con Naruto! ¡Nunca sabrás que lo que duele más es recordar los momentos juntos, cuando más feliz te sentiste, y ahora verte en la asquerosa realidad, te hace dar cuenta que no fuiste más que un ingenuo, un estúpido por creer que siempre sería así! —Le grité enfadado y aparté su mano con brusquedad—. Pero claro, tú no tienes idea. El cobarde eres tú por ni siquiera intentarlo, lo más cerca que obtuviste fue un abrazo de amistad con Naruto. —Saqué toda la frustración que llevaba arrastrando y en el proceso metí a Gaara en mi mierda cuando él nada tenía que ver.

—Neji, no digas nada de lo que te puedas arrepentir. —Distinguí tristeza en su voz.

—¿Yo? Eres tú el que me ataca con sus palabras. —Lo miré ofendido.

—Entonces dime ¿cómo debería llamar a lo que te pasó? —Se acercó lentamente—. Tú sabes que no poder tocar más no fue culpa de Sasuke, tan solo acéptalo... —Tomó mi rostro entre sus manos.

—Jamás lo he culpado a él, solo fue el resultado de amar a la persona equivocada.

—Neji... —Me obligó a mirarlo—. Daría todo porque fueras feliz y ese dolor no te atormentara más.

Sus palabras me congelaron, sus ojos miraban directamente a los míos y me di cuenta que no mentía. Sentí sus manos temblar en mis mejillas y observé cómo lentamente se acercó más. Sus labios tocaron los míos y con desesperación comenzó a besarme. No podía reaccionar, mi cerebro no procesaba sus palabras y sus acciones. Sentí sus manos bajar a mi cintura para eliminar la poca distancia que existía entre nuestros cuerpos. Su calor fue lo que me hizo despertar a la realidad. Cerré los ojos y le correspondí, sin saber si era lo correcto o si tenía algún sentido.

Pero seguía doliendo. Seguía amándolo, seguía deseando no haberlo conocido, si tan solo no hubiera permitido que su presencia me afectara, o no hubiera aceptado quedarme en casa de Itachi, si tan solo hubiera ignorado mi curiosidad cuando fui detrás de él para descubrir a los gatos, si tan solo le hubiera dicho que no tocara mi pelo, si me hubiera apartado cuando me besó, o haberle dicho que no lo volviera a hacer, si me hubiera negado a tener sexo con él, si no hubiera permitido que entrara a mi vida, ahora podría cerrar los ojos y disfrutar este momento con Gaara, pero no podía. Odiaba a Sasuke y sobre todo a mí por no ser capaz de olvidarlo.

Me aparté bruscamente de Gaara sin darle oportunidad de reaccionar. 

—Lo siento. —Me alejé de él, salí rápidamente de su departamento y me marché.

[...]

Treinta y cinco llamadas perdidas en una semana y todas de la misma persona.

Me encontraba frente a la pantalla de mi laptop, leyendo algunos papeles que me serían útiles para el próximo caso que atendería, miré el reloj, pronto serían las siete y me tendría que marchar a casa. Tenía un ligero dolor de cabeza que me impedía concentrarme, por lo que guardé mis cosas y me despedí de mis colegas.

El aire fresco no logró hacerme sentir mejor.

Habían pasado seis años desde que me marché de Japón, cuando me gradué le llamé a mi tío avisando que me quedaría aquí un tiempo a trabajar, al principio le molestó, pero después me preguntó cuánto tiempo seguiría viviendo en Inglaterra, aún no sabía la respuesta. Llevaba un año trabajando en Londres.

Las llamadas a Tenten y Lee se habían convertido en reclamos por parte de ellos, me pedían que regresara. No había asistido a su boda y eso les había dolido, pero me perdonaron.

Hablar con Hinata era un poco más difícil, ella me había dicho que vendría a visitarme con Naruto en navidad, pero yo me negué diciendo que tenía mucho trabajo. No quería verlos y que me platicaran lo bien que el matrimonio de Sasuke marchaba. Sabía que estaba mal.

Estaba a punto de llegar a mi departamento cuando vi una cabellera pelirroja frente a mi puerta.

—Me alegro de verte tan bien —me habló con expresión ausente—. ¿En algún momento pensabas responder mis llamadas?

—Gaara... —Lo miré. Las ojeras que siempre llevaba ahora parecían más pronunciadas—. Lo lamento, no había encontrado el momento adecuado.

—¿Cuándo sería el momento adecuado para ti? —Me desafió con la mirada—. ¿Tal vez diez o quince años?

—En verdad lo lamento, pero...

Dio dos pasos hacia mí y me interrumpió.

 —Me gustas, quiero ser más que tu amigo, tal vez no fui muy claro la última vez, por eso te lo digo de frente. Sal conmigo, Neji.

Parpadeé asombrado, no podía creer lo que estaba pasando.

—No le des tantas vueltas. Intentémoslo juntos, puede que resulte y al final te enamores de mí.

—Gaara, yo no creo poder. —Lo miré confundido—. No sería correcto, todavía no olvido a...

Me calló con sus labios, traté de apartarlo, estábamos en la banqueta y las personas pasaban a nuestro lado.

—Neji, inténtalo o no me detendré hasta que aceptes.

—¿Estás loco? Nos puede ver alguien.

—Me importa una mierda si tus vecinos o los míos nos ven, me importa una mierda si todo el mundo se entera, me importa una mierda lo que piensen los demás, me gustas y quiero tomar tu mano todo el tiempo, salir contigo como pareja y besarte cuando me dé la gana.

Lo miré aterrado, esas palabras eran lo que más deseaba escuchar.

—¿Cuál es tu respuesta?

No hubo respuesta, jalé de su cuello estrellando nuestros labios, besándolo con vehemencia y olvidando por completo el mundo que nos rodeaba.

[...]

Me sentía como en un sueño, donde todo lo que me rodeaba comenzaba a tomar forma, una forma hermosa, una forma que nunca antes había experimentado.

Su mano cálida que percibía a través de la piel, sus palabras amables a plena luz del día, sus gestos románticos en medio de la multitud, los besos robados en los momentos más inesperados. Él me daba todo lo que alguna vez soñé en secreto. No todo era perfecto, pero se acercaba bastante.

Pero ¿era amor?, ¿o tan solo pretendíamos que lo era?

Yo sabía lo que era el amor, y esto que teníamos era hermoso, único, pero el amor que alguna vez llegué a sentir era todo, me hacía sentir la persona más feliz con tan solo su mirada, retorcía el mundo hasta adaptarlo a nuestro antojo, con el corazón siempre acelerado disfrutando el presente y añorando el mañana, saboreando nuestras almas sin pudor, lo imperfecto era lo mejor, cuando no congeniábamos, cuando contradecía mis gustos, cuando hablaba. Su voz rompiendo el silencio y llegando a lo más profundo en mi interior, nuestra risa y nuestro llanto combinado explotando en nuestros oídos. Ese era el amor que experimenté con Sasuke, y su ausencia me dejó destrozado.

Tan solo dos meses y me comenzaba a sentir bien, pero seguía sintiendo que era un sueño, como si evadiera la realidad y me refugiara en sus brazos.

[...]

—Neji. —Movió su mano frente a mis ojos para atraer mi atención.

—Perdón, ¿decías algo? —Lo miré.

Suspiró.

—Te decía que sé que llevamos poco tiempo saliendo, pero en verdad muero de ganas por tener sexo contigo, es la primera relación seria que mantengo y me gustaría hacer las cosas bien.

—Está bien, pero yo seré el activo. —Mis labios se curvaron en una sonrisa.

—¿Qué? —Me miró perplejo—. ¿Hablas en serio?

—¿Tengo cara de bromear? —Enarqué una ceja.

—Neji, tengo más experiencia que tú, ambos disfrutaremos más si yo soy el de arriba. —Trató de persuadirme.

—No, puedes ir olvidando el sexo si crees que aceptaré ser el pasivo.

[...]

Dos horas después me encontraba con las piernas abiertas ante Gaara. ¿Cómo fue que al final me había convencido? No, nunca me convenció, al final perdí el control de la situación y terminé dominado por él.

Sentí los dedos húmedos de Gaara hurgar con desesperación. El dolor que antes me era tan familiar, ahora me volvió a tomar por sorpresa, sabía lo que vendría a continuación y estaba todo menos ansioso de emoción.


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