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Mechanical Lifeblood por CrawlingFiction

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Notas del capitulo:

¡Gracias por leer!

Mechanical Lifeblood


Capítulo 2: Corazón intacto


 


Saliendo de una negra ensoñación movió lentamente una de sus manos. La cabeza dolía a horrores e intentó abrir los ojos con pesadez.


—¡Despertó! Ya, ya ¡quítale eso! —ordenó la histérica voz de HakYeon que le terminó de sacudir el aturdimiento del cuerpo. La estela blanquecina se volvió la nitidez de tres rostros escudriñarle; uno con preocupación, otro con asombro y el último con mera indiferencia. De un sobresalto intentó retroceder a rastras por el suelo— ¡HongBinnie, me alegra tanto que estés bien! —se le lanzó encima asfixiándole de un apretado abrazo. Sus ojos chocaron con los de TaekWoon y asustado bajó la mirada a su antebrazo vendado.


—¡Tu brazo! ¡Estás herido! —guiado por un reflejo le agarró el brazo. Una corriente eléctrica le hizo sobresaltar.


—¡No hagas eso! —HakYeon le apartó más. HongBin aterrado turnó sus grandes ojos a ese rostro y a su propia mano. Un hilito de sangre escurría por el lateral de una de sus uñas.


Le había electrocutado.


—¡¿Quién mierda eres tú!? —chillo aterrado levantándose torpemente para intentar escapar. De un tirón le regresaron al piso.


—¡Deja de moverte, HongBin, cálmate! —pidió sosteniéndole de los hombros y luchando por contenerle las piernas inquietas.


—¡Te dije que lo mejor era una lobotomía con anestesia local, HakYeon! —gritó el otro hombre de pie atrás de ellos.


—¿Qué? ¡No! —giró y negó rápidamente con la cabeza— ¡Él es el chico del cuál te hablé, JaeHwan! —insistió.


—¿Es el receptor de T130-26? —preguntó ese chico raro de cabello amarillo platino alborotado a todas partes y gafas redondas de nerd. Su bata blanca por sobre el pijama estampada de gatitos le daba un aspecto más perturbador.


—¡Ya te he dicho que no le llames así! ¡Es y será TaekWoon! —regañó molesto. Sus ojos estaban cristalizados. De un empellón se lo quitó de encima.


—¡Cállense los dos, maldición! ¡¿HakYeon, qué está pasando!? —gritó aún más alto. TaekWoon sentado en un rincón se encogió en un enorme ovillo queriendo hacerse invisible. Al moreno darse cuenta suspiró y volvió a sonreír.


—¿Te duele algo, Binnie? —acarició su cabeza con mimo— ¿Te golpeaste al caer? Creo que algo de azúcar te haría bien —ensanchó la sonrisa— Tengo unas galletas de avena en casa que te fascin-


—¡No quiero de tu comida! ¡Deja de estarme cebando como un cerdo! —se lo quitó de encima con un manotazo— ¡¿Por-por qué por qué me tratan como loco cuando él es el psicópata se estaba abriendo la carne con un destornillador!? —señaló frustrado al pelinegro semidesnudo a un rincón.


—HongBinnie… —suspiró llevándose las manos a la cabeza— Cálmate y escúchame, ¿puedes? Debes calmarte, vamos a preocupar a los vecinos —tomó de sus manos para tranquilizarle. Mosqueado se volvió a apartar de mala gana. ¡Su insistencia en tocarle le ponía aún más los pelos de punta!


—Como si me importara… —gruñó malcriado.


—Creo que es mejor que lo vea por sí mismo —dijo JaeHwan. El mayor asintió resignado— Evitaré que escape —fue y cerró la puerta, ignorando su presencia. HakYeon tragó fuerte y a gatas se acercó a TaekWoon. HongBin confuso no sabía ni adónde mirar.


—Taekkie, la mano… —tras tomar su mano le llevó al frente. HongBin incómodo desvió la mirada de esos ojos azules opacos como vidrio templado.


—¿Qué…? ¿Q-Qué ha-? —las palabras murieron en su boca. HakYeon rodeó su espalda desnuda con los dedos y presionó un par de botones. La piel pálida de su pecho como por acto de magia difuminó a una plancha de pulido acero y la forma tenue de sus pectorales se abrió lentamente. Enredado entre las costillas y el esternón aparecieron manguerillas negras, placas de metal lacado. Cruzando la frontera de su abdomen una compleja tubería se abría paso entre sus órganos. Venas ennegrecidas revueltas entre cables de mil colores y carne humana convivían en aparente paz. Subsistía un ser humano entre cobre y hierro.


Horrorizado bajó la mirada a la estela de sangre negra que goteaba al suelo de madera. El olor a carne humana, sangre y acero era nauseabundo.


—Él es Jung TaekWoon… era, TaekWoon. Ahora es T130-26. Mi mejor amigo… —murmuró con un deje de tristeza— Sufrió un accidente hace cinco años… y, casi pierde la vida. Yo se la devolví, creo que lo hice…


—¿U-Un…un robot? —balbuceó incrédulo.


—Un ciborg, aunque a este paso parece más un androide —corrigió con simpleza JaeHwan ante la mirada desaprobatoria de HakYeon. Temeroso gateó hasta acercarse a TaekWoon, cuyos ojos opacos y sin vida le miraban, o más bien, seguían gracias a un sensor sus movimientos. Se acercó a milímetros de su hermoso rostro. No respiraba y no sentía el calor de su aliento. Esos vitrales azulados centellaron apenas haciéndole sobresaltar.


—Es inofensivo, puedes tocarlo —dijo con una sonrisa amarga.


—¿Es… es esto real? ¿N-No me están tomando el pelo? —palpó sus mejillas. Deslizó los dedos sobre sus labios entreabiertos. Tan suaves y fríos como una caricia de invierno— ¿Es una persona real…?


—T130-26 tiene el setenta por ciento de sus componentes de origen artificial —dijo con serenidad JaeHwan— Año con año hemos tenido que aumentarlas por el rechazo paulatino a las implantaciones electrónicas.


HongBin estremeció cuando esos espejos azul cielo volvieron a centellar.


En ese destello sintió por un segundo que era un ser humano autentico.


—Es su alma negándose a lo que le hicimos… —desvió la vista a otro lado para que no le vieran llorar— Sus ojos… la voz, el rostro, manos, y algunos órganos internos se mantienen intactos —HongBin contrariado miró a JaeHwan— El corazón sigue intacto… —repitió para sí mismo.


—Son azules por un implante intraocular que le inserté para poder reconocer fácilmente el funcionamiento adecuado de su organismo —explicó rápidamente. Volvió a mirar al ciborg que se mantenía inmóvil pese a sus dedos presionarle los labios. Avergonzado apartó la mano de golpe.


—Mientras más azules son indica que las prótesis se amoldaron perfectamente, que su cuerpo se habitúa y resiste a ellas… —añadió— Que se está convirtiendo en una máquina funcional.


—¿Máquina? —farfulló. Volvieron a tomarle de las manos, esta vez con verdadera necesidad.


—Necesito que te quedes, HongBin —suplicó HakYeon con el rostro arrasado de lágrimas— Por favor, no nos dejes…


—Pero, ¿de qué hablas? —negó con la cabeza. Todo le daba vueltas. Todo era tan confuso— No entiendo nada.


Tomó aliento y apretó sus manos.


—Tras el accidente… —suspiró queriendo ser fuerte— Tras el accidente estuvo en coma varios meses —comenzó a relatar— No le daban esperanza alguna de sobrevivir. Hasta sus padres dieron la autorización de eutanasia, hasta ellos perdieron la fe. Lo iban a dejar partir y donar sus órganos —JaeHwan se acercó a TaekWoon y presionando los botones de su espalda volvió a cerrar su pecho expuesto— El día que lo iban a desconectar pude sobornar los médicos y logré quedármelo. No lo desconectaron, pero en los papeleos aparece legalmente muerto —HongBin estremeció. Las manos de HakYeon temblaban— V-Vendí mis autos y parte de mi herencia en vida. N-Necesitaba de alguien que le hiciera despertar… —su voz quebró, sin embargo, continuó— Mi padre no aceptaba mi capricho, le era enfermizo —sonrió dejando caer las lágrimas de sus ojos— Era mi único amigo desde niño. Conseguí dar con un reconocido doctor en Japón. Él me dio una esperanza… Si lo ofrecía a para la última fase de su experimento de prótesis mecánicas podría quizás… tocar su mano otra vez. Lo hice, le di todo mi dinero y lo más importante; toda mi fe —se detuvo en medio de su narrativa. HongBin desvió a ver al ciborg que parpadeaba despacio. ¿Estaría escuchando también?


—¿Y… qué pasó? —murmuró instándole a continuar.


HakYeon contuvo un sollozo en la garganta y se forzó en sonreír.


—Era… era irreconocible. El hombre cerró con fuerza los ojos. Esa imagen de su mejor amigo en una camilla de quirófano cubierto de sangre, cables y acero le perseguía en todas sus pesadillas— P-Pensé en que, ¿qué había hecho?, hasta que a las semanas abrió los ojos y sonrió… Estaba vivo.


—¿El doctor…? —balbuceó.


—Es mi padre —respondió JaeHwan. Soltó a HakYeon y volvió a acercarse a TaekWoon. Esto tenía ser un sueño, seguramente. Ladeó ligeramente la cabeza a un lado y el pelinegro le imitó a lentitud. Parpadeó, siendo imitado por los ojos azules que titilaban como luces LED.


—Perdió todos sus recuerdos… —murmuró mirando con sumo cariño al ciborg— Su vida reseteó, aunque no me importaba; le enseñé a leer, a contar, a caminar, a hablar... Nos cuidamos el uno al otro escondidos aquí.


—Todo parecía estar bien… —agregó JaeHwan— El primer ciborg vivo del mundo. Pero comenzó a rechazar las piezas.


—Su mente también fue perdiéndose en el camino; la máquina se sobreponía a sus sentimientos de ser vivo. Ya no sentía ni con su piel, y poco después con el corazón. Una máquina hueca y defectuosa —se puso en pie pasando los puños debajo sus ojos llorosos.


—¿Y…? ¿Por qué no…? —atrevió a inquirir. Una triste risita afloró en la habitación.


—No puedo —respondió con firmeza— Egoísta, ¿verdad? Todas las noches lo pensaba, créeme —le sonrió sobrecogiéndole aún más— Había perdido por completo las esperanzas, hasta que un día llegué a casa y le encontré llorando. Para JaeHwan era una fuga subrepticia del sensor intraocular izquierdo, pero para mí; para mí eran lágrimas. No sólo le arrebaté el fin de su futuro, sino que le regresé a un presente miserable… Se sentía solo—apretó los puños y suspiró— JaeHwan y su padre perfeccionaron su caminar y motricidad fina y salíamos juntos a todas partes, pero no era suficiente. Necesitaba hacer algo más o le perdería. Entonces… —se sacudió la tristeza y volvió a sonreír con determinación y alegría— Así que me mudé a la habitación de abajo y alquilé esta.


—Pensaba eras dueño del edificio —dijo sin pensar. Aún procesaba esos ojitos brillantes que le examinaban ignorante de su alrededor. Sus palabras además removieron su interior. Era una vorágine confusa y extraña…


—¡Lo soy! —rio juguetón— Lo necesito para pagarle las operaciones. Y necesito algo más, a ti —le señaló— Me imagino que le descubriste más rápido de lo que esperaba, y te desmayaste. Él, TaekWoon, me llamó. ¡Sentí preocupación en su voz! —exclamó con fervor— Hacía años que no le escuchaba de esa manera.


HongBin retrocedió deseando huir por la derecha.


¿En qué lío se había metido?


—Según los datos que arrojan los sensores de emocionalidad y el lector empírico… —JaeHwan se ajustó las gafas al puente de su nariz mientras examinaba su tablero de anotaciones— Hubo una alteración de diez por ciento del rango de neutralidad.


—¡Le produjiste preocupación, HongBin! —le cogió de los hombros sacudiéndole ligeramente por la pasión que desbordaban sus palabras— ¡Tú, un desconocido! ¡le hiciste sentir! —ascendió a tomar de sus mejillas volviendo a lloriquear— Aún es el TaekWoon de siempre, ¡debajo ese engranaje de mierda lo es! ¡Escucha, sé que todo esto es una locura! pero, te prometo, si te quedas no pagarás alquiler, ¡no te cobraré nada por estar aquí! —rogó— Sólo quédate a su lado. Ayúdame a que vuelva a sentir. Ayúdalo, te lo pido… —HongBin turnó sus ojos aterrorizados a HakYeon y a TaekWoon que regresó a su posición de bolita gigante.


—¿Q-Qué se supone q-que deba hacer…? —tartamudeó— ¿Su cuidador?


—No siempre puedo estar aquí. Viajamos constantemente a Japón por sus estudios y prótesis. Si le hicieras compañía, si fueras su amigo… —pidió en un hilo de voz— Estaría muy agradecido. No es malo, te lo juro.


Volvió a mirar al enorme ovillo robot. El titilar azul se hacía entrever aún debajo sus brazos cruzados.


—Y… no me matará mientras duermo, ¿verdad?


Eso era un sí.


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