El joven Phantomhive se encontraba en la cama descansando cómodamente luego de su paseo con Sebastian, pensaba en él mientras miraba el techo de la habitación, evocando en su mente lo amable y atento que había sido, además de eso en ningún momento se aburrió a su lado su compañía era muy agradable. Esa sonrisa radiante, la profundidad en su mirada eran detalles de su atractivo que no podía apartar de su mente, de alguna forma le hacía recordar a su padre con la diferencia que este le provocaba un sentimiento diferente y eso no era correcto.
Sonrojándose sentía como su pecho se aceleraba al darse cuenta de lo que estaba sintiendo, la falta de experiencia en temas románticos le estaban haciendo una mala pasada, simplemente el estaba confundiendo amabilidad con otra cosa, pero a la vez pensaba en la actitud de Sebastian que parecía coquetearle todo el tiempo. Eso lo hacia dudar.
Estaba algo confundido con respecto a la primera impresión que este galante caballero causó en su ser, una confusión que no se sentía mal pensaba para si mismo, era algo reconfortante. Y si le sumaba a toda esta confusión estaba su repentina propuesta. ¿Quién en su sano juicio invertiría dinero en el proyecto de un completo extraño? No quería ser desconfiado pero dudaba de sus intenciones, si eran sinceras, tal vez tenían un trasfondo perverso para engañar a un pobre ingenuo o quería aprovecharse de él en otro sentido.
-Debería pensar seriamente en su propuesta y no estar pensando tonterías. -Murmuraba para si mismo algo molesto y sonrojado, por lo pronto no sabía que decisión tomar, quería consultarlo con alguien pero no tenía con quien, podía llamar a su casa a pedir un consejo a su hermano o padres aunque ya se imaginaba su respuesta. Que regresara a casa y que ellos le darían el dinero que necesitara, y era una buena opción, pero no quería verse obligado a levantar su negocio con ayuda de su familia era una cuestión de orgullo propio. Por lo pronto y hasta decidirse mandaría una nueva carta a su familia avisando que se quedaría unos días más, sin mencionar el rechazo que sufrió.
La noche estaba por caer mientras Astre se preparaba emocionado para la cena con su buen amigo Sebastian, en quien no había dejado de pensar toda la tarde, a la salida del hotel se disponía a caminar al restaurante donde habían pautado verse, cuando de repente sintió que alguien caminaba tras de el muy cerca, algo que era molesto mirando de reojo trataba de ver quien era, al escuchar su voz sintió como su corazón de nuevo se aceleraba.
-Buenas noches joven Phantomhive. -Cerca de su oído le susurraba en un acercamiento algo coqueto, esto provocaba un sonrojo en el joven que volteaba a verlo a la vez rompiendo esa incómoda cercanía mientras le respondía el saludo con una mala mirada.
-No haga eso, no me sorprenda de esa forma. -Murmuraba disimulando su reciente bochorno con molestia- Pensé que nos veríamos en el restaurante.
-Si, pero me aburría esperarte allá así que decidí venir a buscarte y hablar mientras caminamos. ¿Te molesta?
-No me molesta, pero si me molesta un poco que me trates con tanta confianza.
-Somos amigos, los amigos no pueden tratarse con tanto formalismo. -Le decía con una encantadora sonrisa, el joven desviaba la mirada y con un suspiro se resignaba a que le tratara así.
-Como guste, mas yo lo trataré con formalismo. -Algo burlón con una sonrisa el joven le refutaba mientras caminaban, con una amena conversación llegaban al fino restaurante y durante la cena seguían disfrutando la compañía uno del otro. Hasta que llegaron al tema de la propuesta en que los dos se comportaban con mayor seriedad.
-Todavía no he decidido... -Le respondía Astre con duda, estaba indeciso por no conocer sus verdaderas intenciones- Es algo que no se puede tomar a la ligera, es su dinero y no me gustaría que quedara en la calle por mi culpa.
-Eres muy lindo al preocuparte por mi futuro, pero yo sé que es una buena inversión, tengo un instinto para estas cosas, sé reconocer cuando algo es bueno. -Le hablaba con su característica sonrisa y parecía ser sincera su aclaración apenando un poco al joven- Confío en tu talento, juntos podremos hacer surgir este negocio.
Astre se quedó pensativo mientras comía lento su postre de chocolate, Sebastian sonaba tan seguro en lo que decía, nadie había antes confiado tanto en él y mucho menos en su talento, su familia más veía este anhelo como un capricho de niño mimado, ese lo podía percibir por la manera en que lo subestimaban. Este caballero que le agradaba mucho estaba apostando por él y ese detalle le halagaba.
-¿Qué garantía podría darle de que esto saldrá bien y no perderá su inversión? -Con duda le cuestionaba para que el le diera alguna pauta para tomar la decisión.
-Ya que lo pones así... Más que una garantía quiero ponerte una condición.
-¿Cuál? -Cuestionó en un murmullo algo curioso por lo que pediría.
-No quiero ser solo alguien que te da el dinero, quiero involucrarme en todo, ayudarte en lo que pueda.
-Es muy coherente lo que dice, supongo que ayuda no me vendría mal.
-Entonces... ¿Aceptas que seamos socios?
El joven al oír su pregunta asintió con su cabeza mientras en sus labios se perfilaba una pequeña sonrisa, aunque dudaba un poco sentía que debía aceptarla. Ambos celebraron haciendo un brindis por una nueva amistad y el inicio de un nuevo negocio juntos. A la mañana siguiente ellos acordaron verse temprano para iniciar la compra de materiales y alquilar un pequeño taller para trabajar, estaban entusiasmados por el trabajo que comenzarían o tal vez era solo por el simple hecho de tenerse cerca.
Mientras tanto en la mansión Phantomhive esa mañana llegaba la carta que Astre había escrito antes, emocionados todos leían las noticias de este, aunque su hermano no le alegró nada lo que en ella decía ya que se suponía que tenía que regresar pronto después de ese desplante y por lo visto no volvería sin especificar muy bien el motivo. Le molestaba que su plan no hubiera funcionado y que su hermano menor haya buscado una alternativa para quedarse en París, la curiosidad le invadía o pensaba que tal vez sólo se quedaba para no hacer evidente su fracaso, le daría unos días sino tendría que ir el mismo a averiguar que sucedía.
Pasaron algunos días se podía ver a Astre muy emocionado armando uno de sus juguetes en su pequeño taller en la bella ciudad de París. Se podía observar a su alrededor mesas y repisas donde tenia materiales, juguetes algunos no muy elaborados otros que parecían mejor presentables, esto era evidencia de su esfuerzo y de las ganas que tenía por cumplir su sueño. Algo fatigado se sentaba a descansar un poco, no pudiendo evitar pensar en su benefactor, ese hombre quien lo apoyaba tanto de forma económica como dándole ánimos, hasta le ayudaba a armar a algunos juguetes o cosía su ropa, los pintaba, era un trabajo en equipo eso le alegraba.
-¿Descansando? -Era la galante voz de Sebastian entrando al desordenado taller alterando al joven que se sonrojaba un poco porque parecía que con el pensamiento lo había invocado.
-Un poco... -Le respondió con un pequeño bostezo mientras lo veía caminar hacia el.
-Has trabajado mucho estos días, casi ni duermes, si sigues así vas a enfermarte. Debes calmar tu emoción un poco.
-No me regañe señor... -Replicaba burlón el joven mirándole de reojo como se paraba a su lado y revisaba el juguete que recién acababa de hacer. -¿Cómo quedó? ¿Te gusta?
-A mi me gusta algo más que este juguete. -Con una coqueta sonrisa se le insinuaba le miraba de pies a cabeza al estar ahí sentado, al sentirse observado de esa forma Astre solo se sonrojó entendiendo su descarada insinuación.
-Deje de decir cosas como esas, me confunde.
-Ya te dije que los amigos aquí en París se hablan de esa forma. -Burlón le hablaba mientras sacaba de una bolsa un postre de delicioso chocolate, el joven no sabía si eso era cierto dudoso ingenuamente le miraba.
-Es mentira, solo dice eso por molestar, no creo que los amigos se hablen de esa forma. Además eso de gustarte no lo entiendo muy bien... ¿a que te refieres?
-Cómo explicarlo... -Musitó Sebastian poniendo el postre frente a el, se le ocurría una idea- A ti te gustan los postres... ¿No?
-Si... Pero eso que tiene que ver...
-Pues como a ti te gustan los postres a mi me gustas tú, tu eres como mi postre. -Con una sonrisa divertida le decía notando como el dulce joven frente a él se sonrojaba poniéndose nervioso.
-Creo que fue una mala comparación, lo siento.
-¿Te gustaría comerme? -Le cuestionó tímidamente pero algo sugerente, Sebastian entendió sus intenciones al parecer los días de tanto coqueteo y convivencia comenzaban a dar frutos.
-Sabes que si... Creo que te has dado cuenta de mis intenciones contigo. -Le confesaba agachándose un poco para estar cerca de su rostro.
-Si me he dado cuenta y te las permito porque... -Murmuró nervioso tanto por lo que quería expresar como por tenerlo cerca- Tu me gustas mucho... Pero sé que no es correcto.
Confesando aquello sentía como su corazón parecía salirse del pecho y su rostro ardía como una dulce fiebre que solo Sebastian podía provocar, el otro al oírlo tomaba su mentón delicadamente entre sus dedos para obligar a mirarlo. Con una amorosa sonrisa embelesado se disponía a responderle a tan tímida confesión.
-¿Quien puede decir que sentir esto no es correcto? Este sentimiento que te devuelve la vida que da calor a tu corazón... Que te hace ser feliz solo junto a la persona que amas. Si eso es incorrecto... -Le decía con una sonrisa sincera y tomaba con su mano desocupada la suya entrelazando sus dedos- Amigo mío te invito a recorrer conmigo el camino incorrecto, prometo no soltarte.
-Si... -Fue lo único que acertó a decir preso del nerviosismo que sentía ante la romántica situación.
Se quedaron en silencio, sus miradas parecían entrelazarse dulcemente en espera de lo que pasaría, sus labios se acercaban poco a poco, el joven al sentir ese beso tan cercano cerraba los ojos sintiendo de inmediato como esos cálidos labios de Sebastian rozaban los suyos haciendo que se estremeciera todo. Tiritando un poco más sentía como este comenzaba a mover sus labios en los suyos con firmeza, tratando de corresponder ese beso se apenaba por no poderle seguir el ritmo, frustrado le miraba.
-Tranquilo, ya aprenderás a besar conmigo, te enseñaré. -Le hablaba burlón el mayor con una sonrisa acariciaba su rostro que parecía enfadarse por lo que dijo y pensaba refutarle pero robándole un beso decidió callarlo y así daban por iniciado ese romance que correcto o no era solo suyo.
Pasaron varios días de convivencia de trabajo y amor, Astre sentía enamorarse cada día más de su galante caballero que atento lo cuidaba y apoyaba en sus labores.
-Mira Sebastian... -Emocionado el joven corriendo se le acercaba con su nuevo juguete creado, luego de muchos intentos por fin quedaba presentable y quien más que le diera el visto bueno que su enamorado.
-Te quedó hermoso... -Le halagaba tomando entre sus manos el juguete y lo revisaba- No me equivoqué en confiar en tu talento querido mio...
-Sebas... Sebastian... -Murmuraba sonrojado el joven al sentir como este lo abrazaba de una forma provocativa que hacia que su cuerpo alterara un poco.
-Los novios se abrazan de esta manera cuando se aman mucho... -Le advertía divertido mientras rozaba sus labios y no dejaba de abrazarlo de esa forma que intimidaba al más joven.
-Siempre tienes que decir las cosas como si fuera un ingenuo... -Le replicaba con fingido resentimiento- Solo di que te gusta abrazarme así y ya.
-Creo que ya estamos listos para...
-¿Para qué? -Cuestionaba algo inocente el joven sin saber a que se refería en si, tenía una leve idea pero aun creía que era muy pronto para eso.
-Para hacer el amor... -le susurró al oído mientras lo abrazaba más fuerte presionando su cuerpo que se estremecía al suyo para provocarlo.
-Ehhh... No estoy listo para eso... -Le decía muy avergonzado escondiendo su rostro más sonrojado en su hombro para que no lo viera.
-No debes tener miedo y seré paciente en enseñarte. -le decía al oído mientras acariciaba su espalda muy cariñoso en ese abrazo. -asi como te enseñé a besar.
-No es miedo... Es solo que... Es muy pronto... -hablaba nervioso separándose de el le miraba tímido a los ojos- Cuando estemos juntos de esa forma quiero que sea perfecto para ti.
Ante tan dulce y sincera aclaración, Sebastian calmó sus ímpetus y solo acariciaba ese bello rostro que reflejaba en cada gesto un amor genuino, le emocionaba ser el primer amor de ese joven y extrañamente el mismo comenzaba a sentir una atracción más allá de su alma que fue lo que primero llamó su atención. Dándole un apasionado beso acallaba sus propios indignos pensamientos que este joven provocaba en su ser, indignos a su naturaleza que estaba renuente a sentir alguna emoción humana, pero en lugar de que ese beso detuviera esos pensamientos solo sentía como con cada muestra de amor que este le regalaba vulnerable parecía caer en sus redes.
-Sebastian... Cuando inauguremos nuestra primera tienda... -agitado separándose de sus labios le hablaba- ese día... haremos el amor... Lo prometo.
-Inauguramemos nuestro negocio y yo inauguraré tu cuerpo ese dia no suena mal... -le decía burlón mientras rozaba sus labios.
-Eres un idiota... Pero así idiota te amo... -Susurraba tiernamente y le daba un pequeño beso, era la primera vez que sus labios pronunciaban tales palabras de amor, a pesar de sentirlas hace ya semanas apenas se las decía y eso le apenaba mucho. Sebastian algo sorprendido por su declaración sentía algo extraño porque era la primera vez que alguien le decía esas palabras que no dudaba eran genuinas, solo correspondió el beso con dulzura pero sería difícil que el las pronunciara.
Mientras tanto con maleta en mano un joven llegaba a París, muy animado y curioso por lo que su querido hermanito hacia, ¿qué era eso que lo retenía en aquella ciudad y lo apartaba de él? Se cuestionaba internamente mientras buscaba la calle donde supuestamente Astre estaba quedándose a vivir, emocionado por volverlo a ver se dirigía a dicha casa para sorprenderlo.