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El fabricante de juguetes por SebbyPhantomhive

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Sebastian iba en dirección a su modesta casa que estaba a unas cuadras del taller donde había dejado a su hermoso socio supuestamente descansando pero conociéndolo podía intuir que seguiría trabajando. Ese joven era muy perseverante y obstinado rasgos interesantes para el demonio que se relamía los labios para percibir todavía el sabor de los besos que le regaló minutos antes.


Llegando a casa donde comenzaría a preparar la cena para llevarla a su joven enamorado, se confundió un poco al ver quien lo esperaba en la puerta. ¿Astre? Se cuestionó para si mismo al ver a ese joven, pero no podía ser el, apenas lo había dejado y aunque físicamente eran iguales podía percibir una gran diferencia entre ambos que solo el entendía.


—¿Usted debe ser Ciel? —Le cuestionó Sebastian acercándose a este disimulando su sorpresa le mostraba una amable sonrisa.


—Eso quiere decir que estoy en la dirección correcta. Deduzco que mi hermano está hospedado aquí.


—Su deducción es acertada joven Phantomhive.


Ambos se quedaban viendo entre si con una sonrisa de fingida amabilidad de algún modo el recelo era mutuo, entre los dos al parecer había algo que los unía y los separaba ese era Astre, quien sin sospechar que este encuentro se daba muy entusiasmado terminaba uno de sus juguetes.


—Que descortés de mi parte, por favor entre que está haciendo frío. —Le hablaba Sebastian para romper el silencio algo incómodo que se había formado con la inesperada visita.


—Gracias, es usted muy amable. —Murmuró el joven mientras pretendía entrar y el otro en la puerta lo invitaba a pasar. —¿Aquí está mi hermano?


—El por ahora vive aquí... Pero pasa mayor parte del tiempo en otro lugar.


—No entiendo... ¿En qué tipo de lugar podría pasar su tiempo? —Algo dudoso cuestionaba por su mente no pasaban buenas ideas.


—No vaya a pensar mal de Astre el no anda en mal camino.


—¿Se me notó mi mal pensamiento? ¿o usted lee la mente?


—Soy algo intuitivo... Noté en su mirada que piensa que su hermanito se ha dedicado a la vida alegre o algo así. —Murmuró con una risita.


—Pues la verdad por lo mismo vine, Astre prometió volver pronto, en sus cartas no habla mucho de lo que hace aquí en esta bella y tentadora ciudad y eso nos preocupó a mis padres y a mi. —Hablaba Ciel con seriedad al otro que atento solo escuchaba.— ¿Qué puede retener a un joven lejos de su familia?


—Muchas cosas... Tal vez su hermano solo quiere ser independiente, tal vez solo se enamoró de esta ciudad, quizás solo sigue sus sueños o se enamoró de alguien. Quien sabe... Usted lo conoce debería intuirlo.


—Eso vengo a averiguar. —le respondió algo molesto, definitivamente este hombre no le agradaba pensaba para si mismo. —Podría llamarlo por favor.


—El no se encuentra aquí ahora, como le dije el pasa la mayor parte del tiempo en otro lado.


—Entonces si es muy amable me llevaría a ese lugar. —Le hablaba algo ya impaciente.


—Si, será un placer... —Murmuraba Sebastian que disimulaba su  malhumor ante ese joven altanero y pedante, cuan diferente de su hermano.


Ambos salieron de la casa rumbo al taller, Sebastian sabía que no podía involucrarse en los asuntos familiares de su querido socio, era el quien debía informar a su hermano el motivo por el que decidió quedarse. Apenas se dirigieron la palabra mientras caminaban, hasta que llegaron al taller y quedaron al pie de la puerta principal.


—Le pido que espere aquí, le avisaré a su hermano que usted a venido a visitarlo.


—¿Por qué no puedo pasar? —Algo molesto cuestionaba Ciel.


—Está todo desordenado por favor tenga paciencia, su hermano se enoja si entramos sin avisar.


Ciel chasqueaba la lengua con molestia, el asunto misterioso de su hermano comenzaba a ser molesto por el aspecto del lugar podía deducir que era un taller, ahora comenzaba a visualizar lo que podía estar pasando. Sebastian entraba al taller con algo de prisa encontrándose con su amado de inmediato que trabajaba en uno de sus juguetes.


—¿Se te quedó algo? Dijiste que vendrías después con la cena. —Le hablaba el joven al verlo entrar cuando minutos atrás apenas se había marchado.


—Es que alguien vino a visitarte y quiere verte.


—Ah si... ¿Quien? —Cuestionaba algo dudoso pensando que Sebastian le estaba jugando una broma.


—Tu lindo y preocupado hermanito.


—¡Ciel! ¿El está aquí? —Exclamaba entre emocionado y sorprendido al pensar en su hermano. —No esperaba que viniera.


—¿No? Yo pensé que se había tardado. —Algo sarcástico le decía sin mucha alegría, Astre miraba su extraña actitud y no la entendía, ¿estaba enojado? ¿celoso?


—No te agrada que haya venido. No te preocupes, el no va a separarnos. —Hablaba en un susurro abrazando sutilmente al otro que desviaba la mirada, al parecer ese joven había descubierto el motivo de su molestia que ni el mismo había notado.


—No es eso... Solo que es algo pesado tu hermano. —Apenado respondía mientras desviaba la mirada apretaba su cintura en ese abrazo.


—Pero tendremos que ocultar lo nuestro por ahora, no creo que debamos decírselo todavía.


—Lo sé mi bello Phantomhive, lo sé... Pero que difícil será para ti el disimular que me amas locamente.


—Cállate. —diciendo aquello le daba un pequeño beso casi de inmediato se separaron.


—Le diré a tu hermanito que pase a verte el pobre debe estarse congelando afuera.


Con una sonrisa Sebastian salía para traer a su hermano, Astre trataba de arreglar un poco el lugar para recibir a su visita pero era imposible arreglar tanto desorden.


—¡Astre! —Casi en un grito lleno de emoción le llamaba al entrar, acercándose lo abrazaba con alegría, tal vez su amor por su hermano menor era algo obsesivo pero lo amaba sinceramente, estaba tan feliz de sentirlo entre sus brazos, de poder verlo.


—También me alegra verte Ciel... —Con una sonrisa le decía en ese abrazo, Sebastian solo miraba la escena no pudiendo evitar sentirse algo celoso porque no le gustaba que alguien más tocara lo que el ya consideraba suyo, pero este extraño sentimiento lo disimulaba mientras trataba de arreglar lo que había en una de las repisas.


—Te extrañamos en casa... —Le confesaba Ciel mirando a su hermano fijamente— ¿Estás haciendo tus juguetes?


Cuestionaba al ver todo su alrededor y no veía posible como pudo persistir en su anhelo aun con el desplante que le hizo el juguetero que iba a ayudarle, su hermano asintió algo apenado.


—¿Por qué no nos contaste? Entonces ¿Ese famoso juguetero si te aceptó como su aprendiz?


—No les conté porque quería que fuera una sorpresa, dentro de una semana estaremos inaugurando nuestra primera tienda de juguetes aquí en París, y si no salen las cosas como son, no quería decepcionarlos. Y con respecto a ese señor, el no me ha ayudado con esto, el primer día me rechazó sin decir más. —Lo último lo dijo con un aire de tristeza mientras agachaba la mirada avergonzado.


—Lo siento mucho por eso, debiste sentirte muy mal a su rechazo.


—Si un poco, pero me sentí más que mal por su rechazo, era malestar por la incertidumbre de lo que haría ahora. Entonces apareció Sebastian y se ofreció a ayudarme.


—¿Sebastian?


Astre miró a su socio que estaba cerca y lo llamaba para que estuviera a su lado.


—Lo siento, a pesar de haber hablado con usted no me presente apropiadamente... Soy Sebastian Michaelis.  —Con una sonrisa amable se presentaba a su hermano, notando como este disimulaba su fastidio, como demonio tenía bien estudiado el complicado comportamiento humano, al parecer a Ciel no le agradaba nada que ahora el formara parte de la vida de su hermano aun más que el le haya ayudado a quedarse en París separándolo de él.


—Se llama como nuestro perro... —Con burla Ciel le decía para molestarlo.


—Si, ya Astre me lo había comentado, que penoso llamarse como el perro de tu socio.


—¿Socio? —Ciel cuestionaba mirando a ambos.


—Si, como te dije Sebastian se ofreció a ayudarme, es quien a financiado parte de este trabajo, así que somos socios en este proyecto.


—Ya veo... Pero si no llega a funcionar tu negocio, regresaras a casa. ¿Verdad?


—Yo quiero regresar a casa... —En voz baja respondía Astre a esas palabras que sentía tan pesimistas hacia el— Pero no quiero regresar con una derrota, espero sinceramente que este negocio surja.


—Y surgirá... Sabes que confío en tu trabajo y talento, te has esforzado mucho estas semanas. —Hablaba Sebastian dándole ánimos, no le gustaba nada la actitud algo egoísta de Ciel, aunque ya sabía que los humanos eran egoístas no imaginó que aun un fuerte apego también conllevaba aquello, suponía que el amor era libre de egoísmos pero al parecer se equivocaba.


—No quise decirlo así Astre claro que yo te apoyo y no te deseo ningún mal, espero que si funcione, aunque debías abrir la tienda en Londres y no aquí.


—Quiero arriesgarme aquí donde nadie me conoce, que compren mis juguetes porque les guste no por compromiso a mi buen nombre como supongo sucedería en Londres.


—Asi que piensas a quedarte aquí si todo sale bien.


—Tal vez unos meses... —Le respondía pero más que por el negocio se quedaba por Sebastian de alguna forma en Paris aunque sea en secreto se sentía libre de amarlo, yendo a Londres ya podía imaginarse a su familia sobre él.


Aquella respuesta no le gustó para nada a Ciel pero la disimuló con una sonrisa, sentía que no podía permitir a su hermano quedarse en esa ciudad. Sus planes no salieron como el pensaba y eso le molestaba en gran manera, pero ya sin más opción solo tenía que idear un nuevo plan.


Ciel se dispuso a pasar los días ahí hasta la inauguración de la tienda, notaba una interacción algo extraña entre su hermano y su socio, pero no quería imaginarse que ahora Astre podría ser homosexual, aun cuando eso no estaba bien visto por la sociedad, es más era un estilo de vida repudiable para algunos, sin contar que mancharía el buen nombre de los Phantomhive, no creía capaz de eso a su hermano tal vez solo eran buenos amigos pensaba.


—¡Mañana es el gran día...!—Emocionado Ciel exclamaba cuando en el taller junto a la pareja arreglaban un poco el lugar que estaba ya algo desocupado pues los juguetes ya elaborados los habían llevado a la tienda por la tarde.


—Estoy muy nervioso... —Hablaba el otro joven rascándose la cabeza por los nervios, su futuro se jugaba en esa tienda que inauguraría al día siguiente suficiente motivo para ponerse ansioso, pensaba para si mismo.


—Deberíamos relajarnos yendo a beber algo. —Proponía Ciel con una sonrisa.


—No me parece mala idea. ¿Qué dices Astre?


—No sé... —Respondió a la pregunta de Sebastian, pero tanto insistió Ciel que aceptaron, yendo los tres a un bar de la ciudad, comenzaron a beber con el pretexto de celebrar la inauguración de la Compañía Funtom como había llamado Astre a su pequeño negocio.


—Astre... Las mujeres aquí son muy lindas, deberías buscar una novia aquí... Yo no puedo porque ya estoy comprometido.


—Eso no me interesa ahora, no tendría tiempo para atender una novia. —le decía Astre algo apenado pues para Sebastian que figuraba como su novio secreto si tenía tiempo, quien al escucharlo solo sonreía ante su respuesta.


—¿Y tu Sebastian? Ya deberías tener una novia...


—Debería... Pero por ahora solo me dedico a tener romances furtivos sin ningún compromiso. Soy joven debo disfrutar... —Le respondía al joven, Astre que le oía se llenaba de celos y coraje que disimulaba con una falsa sonrisa mientras bebía de su copa.


Ya era casi media noche y se notaba a Ciel más ebrio que los otros dos, así que decidieron marcharse llevándolo a casa casi cargado, lo dejaron recostado en su cama donde se durmió enseguida. La pareja se dirigía a la sala solo estaban algo ebrios.


—Voy al taller, me faltó arreglar un muñeco.


—Querido... Ya llevamos todos los juguetes no falta ninguno. Descansemos por ahora... —Le decía abrazándolo por la cintura para convencerlo.


—Quiero agregar ese muñeco... No te estoy pidiendo que vengas conmigo puedo ir solo. —Le respondió de mala manera mientras le torcía la mirada y soltándose brusco de su agarre se disponía a salir de la casa.


—¿Por qué te enojas conmigo? —Le cuestionaba Sebastian saliendo de la casa lo seguía.


—Preguntale a tus romances furtivos.


—Oh es eso... Pero sabes bien que es mentira, solo lo dije para no decirle a tu hermano que no necesito novia porque tengo al novio más hermoso del mundo y después besarte frente a él.


—Si como digas... No te creo... Tal vez yo soy uno de esos tantos romances furtivos que tienes.


—Que celoso eres, claro que no... Tu eres mi único romance y no es furtivo, es verdadero.


Astre seguía caminando dejando un poco los celos injustificados le miraba y caminaba a su lado en esa fría noche.


—Ojalá pudiera tomarte la mano para caminar juntos sin miedo a que nos juzguen.


Sebastian lo detuvo y notando que nadie estaba cerca tomando su mano comenzaron a caminar, apenado y sonrojado el joven se dejaba guiar con una sonrisa tímida llegaban al taller.


—¿Recuerdas Sebastian lo que dije que haríamos cuando inauguráramos la tienda?


—Claro que lo recuerdo espero ansioso mañana. —Con una dulce sonrisa le respondía.


—Creo que estoy listo ahora. Quiero estar contigo esta noche, tal vez sea porque estoy medio ebrio... Pero lo deseo... —Avergonzado le respondía en un susurro.


—¿Estás seguro? —Cuestionó Sebastian pero en respuesta solo sintió como le robaban un beso de los labios que el correspondió, entrando al taller se besaban ansiosamente.


—Sebastian te debo tanto... Has sido mi apoyo estas semanas... No sé como agradecerte todo lo que me has dado —Le susurraba sobre los labios cariñoso mientras se dirigían al sofá donde ocasionalmente usaba para descansar y dormir.


—No me debes nada... Con que me dejes estar a tu lado es suficiente para mi.


—Te amo mucho... —Confesaba emocionado el joven aferrándose a el en un fuerte abrazo, Sebastian le miraba sin decir algo solo sonreía. —Eres tan extraño, te expresas sin reservas sobre cualquier tema y cuando se trata de tus sentimientos te reservas.


—Si soy extraño si lo ves así... Pero...


—No tienes que apenarte por ello ni justificarte, tal vez tus labios no pronuncien tales palabras de amor pero sé que amas por la forma en que me miras, me tocas aun cuando estás en silencio puedo sentir tu amor hacia mi...y eso señor Michaelis me hace feliz.


Al decir esas palabras el joven conmovido se le abrazaba más dulcemente, sentía el corazón salirse de la emoción al sentirse amado, por su parte el demonio no sabía como interpretar aquello, el no estaba enamorado o eso quería pretender comenzaba a confundirse con respecto a que sentir.


Lentamente los dos unieron sus labios en un beso mientras se acomodaban en ese sofá, entre caricias y besos decidieron que esa noche sería especial era perfecta para su entrega. Pronto se veía a los dos semidesnudos, Astre debajo del bien formado cuerpo de su ahora amante sentía como un extraño calor se apoderaba de su ser, sonrojado se dejaba llevar por Sebastian quien se notaba más experimentado en el arte de amar.


—Te amo... —Susurraba sobre sus labios con una sonrisa, la tenue luz de la madrugada los cubría a ambos en esa entrega. Lo próximo que sintió fue como Sebastian bajaba su ropa interior, era la primera vez que vería su entrepierna desnuda y eso lo apenaba más, tapándose el rostro con sus manos sentía su cuerpo estremecerse ante sus caricias.


—Que penoso eres... Y aun así te ves lindo... —Le susurraba Sebastian al oído estando casi recostado sobre el comenzaba a restregarse en su desnuda y despierta entrepierna. —¿Te gusta?


Entre jadeos el joven no respondía pero solo bastaba ver su rostro de placer para saber que le gustaba como estimulaban su virilidad de esa forma, lo próximo que sintió fue que su amante también se quitaba su ropa interior comenzando a rozar fuerte sus miembros entre si. Ambos jadeaban con fuerza entre besos no dejaban de acariciarse de forma lasciva y firme.


—Querido... Seamos uno solo... —Agitado y excitado Sebastian le pedía mientras con su dedo rozaba traviesamente su entrada a lo que Astre asintió estremeciéndose todo por ese roce.


—Ahhh... Duele... —Con un gemido de dolor le advertía el joven sintiendo como la erección de su amante comenzaba a invadirlo, agitado le miraba suplicante. —Pero sigue...


Al principio lágrimas de dolor eran las que de sus ojos se asomaban, apenado se las secaba sintiendo como invadía su interior se mordía los labios.


—Empezaré a moverme... Si duele mucho la saco... Ngh... —Igual agitado Sebastian le decía, su mirada parecía destellar pero del placer que sentía al profanar ese virginal cuerpo, además de como lo apretaba deliciosamente, comenzó a moverse. Estuvieron en un movimiento lento pero intenso por unos minutos, deleitándose de besos se sentían más enamorados que nunca, pronto el ritmo de sus caderas era más rápido y parecian acoplarse a la perfección en esa unión llena de placer, llamándose uno al otro entre gemidos se aferraban más a sus sudorosos y estremecidos cuerpos.


El éxtasis los invadió a los pocos minutos, estremeciéndose vertían sus esencias, Sebastian en el interior de él, y Astre bañando el vientre de su amado con el suyo. Exhaustos se abrazaban con extrema ternura tratando de recuperar el aliento.


—Te amo Sebastian... —Susurraba el joven abrazándolo muy emocionado aunque algo adolorido estaba feliz, sentía que ahora nadie podría separarlos, ya se pertenecían uno al otro.


—Y yo a ti... Tu alma hermosa vibra al estar conmigo, haciendo que yo la ame más. —le hablaba en un susurro el demonio aunque esa declaración de amor era algo rara el joven emocionado la aceptaba robándole un beso sonreía sinceramente.


—Nadie podrá separarnos... —Enamorado el joven le hablaba mientras buscaba su regazo para acomodarse.




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