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El Último Pétalo por lust4life

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Notas del capitulo:

Todos los personajes le pertenecen únicamente a J.K. Rowling

Los gritos de su padre se escucharon cada vez más lejanos, y Draco cayó de rodillas al suelo. Como ya estaba solo, dejó fluír las muchas lágrimas que había estado aguantando.
 
Al menos tenía el consuelo de saber que su padre estaría a salvo en casa y así se repondría de su delicado estado de salud.
 
Escuchó pasos acercarse a la mazmorra, aunque ya no le importaba que lo vieran llorar. De soslayo vió en la entrada a la bestia observándolo.
 
—Te lo llevaste antes de que pudiera despedirme —dijo entre lágrimas— Nunca más lo volveré a ver y...ni siquiera pude despedirme de él.
 
Un estremecimiento de culpa golpeó a la bestia. Quizás, sólo quizás, había sido un poco duro. Se dejó controlar por su lobo interno, que reclamaba dejar en claro quién era el que dominaba en aquel lugar. Y no pudo evitar sentirse muy mal consigo mismo. Muchos años antes, él tuvo que vivir una situación parecida con sus respectivos padres, el rey y la reina, en la que ambos se marcharon del castillo prometiéndole encontrar una cura que deshiciera la maldición. 
 
Evidentemente, jamás volvió a saber de alguna cura. Ni tampoco de sus padres.
 
No quería recordarlo.
 
Soltó un leve carraspeo— Te llevaré a tu habitación.
 
El silencioso llanto de Draco se detuvo, ¿había escuchado mal? 
 
—¿Habitación? Creí que...
 
—¿QUIERES QUEDARTE EN LA TORRE? —Lo interrumpió con un grito. Draco negó— ¡Entonces sígueme!
 
Mientras caminaban a través de los corredores del castillo, en su urgencia por encontrar a su padre, Draco no se había dado cuenta, pero toda la decoración era bastante macabra. Las estatuas y los retratos le provocaron escalofríos. 
 
Las ganas de llorar regresaron con fuerza, estaba seguro de que jamás se acostumbraría a vivir en ese lugar. Prefería millones de veces más a su rústica pero acogedora casa de campo.
 
La bestia iba por delante alumbrando el camino. Le estuvo dando vueltas al asunto, pero ya de nada servía negarlo. El jóvencito que lo seguía cabizbajo, era una valiosa oportunidad para poner fin a todos esos años de sufrimiento en los que fue sometido cuando era apenas un niño. El problema radicaba en que por primera vez en su vida, no sabía cómo llevar actuar frente a algo hasta entonces desconocido.
 
Tenía que lograr que Draco lo amara. Pero, ¿cómo?
 
El candelabro que cargaba en su mano lo miró. Su expresión debió haber sido muy fiel a sus pensamientos.
 
—Harry —susurró Ron— Díle algo amable...
 
Harry titubeó— Espero que tu estancia en el castillo sea agradable.
 
No obtuvo respuesta.
 
Ron le hizo una seña para incitarlo a seguir.
 
—Este será como tu hogar. Puedes ir a donde quieras, excepto al Ala Oeste...
 
— ¿Qué hay en el Ala Oeste?
 
Harry volteó iracundo. Las llamas de Ron oscilaron— ¡ESTÁ PROHIBIDA!
 
Finalmente, y para alivio del rubio, llegaron a un aposento casi al final del pasillo.
 
—Si necesitas algo mis sirvientes te atenderán.
 
Ron se precipitó a su oído— ¡Invítalo a cenar! —susurró.
 
—Vas a acompañarme a cenar.
 
—No tengo hambre.
 
—Vas a acompañarme a cenar...¡ES UNA ÓRDEN! —gritó cerrando la puerta de golpe. 
 
Toda la habitación quedó a oscuras, y Draco ya estaba muy abatido para seguir batallando. Se lanzó sobre el colchón de una cama ubicada al centro del dormitorio y ocultó su cara contra la almohada para ahogar los sollozos de angustia y prepotencia que escapaban de su boca.
 
 
 
 
 
 
Entre el bullicio de carcajadas, charlas animosas y el sonido de los rebosantes vasos de cerveza chocar entre sí dentro de la taberna Las Tres Escobas, Cedric hizo una mueca cuando el alcohol bajó por su garganta. Llevaba más de dos horas metido ahí, con los demás borrachos intentando cruzar más de una palabra con él.
 
No estaba de humor, en absoluto. Y sólo bastaba una mirada venenosa para que quién sea que se atreviese en invadir su espacio, regresara sobre sus pies inmediatamente por donde llegó.
 
Una de sus manos masajeó su sien, él también estaba ebrio, pero por más cerveza que bebiera, la ira y la frustración no querían darse a torcer. 
 
¿Quién demonios se creía Draco Malfoy para hacerle sufrir semejante humillación? Y lo peor de todo, para rechazarlo de esa manera...Pidió otro jarro de cerveza, ignorando la mirada de reproche de Madame Rosmerta...
 
Ese rubio enajenado se las pagaría, estaba seguro de eso. De la forma que fuera, lo desposaría y cuando al fin le perteneciera, lo haría pagar por cada herida a su preciado orgullo. 
 
—Vamos, Cedric. Anímate —dijo Ernie palmeando su espalda. Cedric gruñó, ¿acaso no fue lo suficientemente claro para que nadie lo molestara?— Hey, mírame...Si quieres escuchar el consejo de un amigo, ¡olvídate de él! ¡tú eres el mejor hombre del reino, hay muchas otras doncellas que...!
 
Se levantó abruptamente del taburete y lo tomó del cuello— No quiero a nadie más, él es el único que me interesa en este maldito pueblo, ¿por qué no lo entiendes? ¡Ya déjame en paz!
 
— Ya ya, entiendo. Sólo quería hacerte sentir mejor, no me gusta verte así... 
 
Cedric lo ignoró mientras se dejaba caer con pesadez de nuevo en su asiento. No iba a rendirse así como así, él era Cedric Diggory; miembro de una de las familias más ricas del reino de Hufflepuff, era uno de los hombres más fuertes, uno de los más apuestos. Tenía un futuro brillante por venir...
 
¡Por las barbas de Merlín! ¿Qué era lo que buscaba Draco entonces? Él tenía todo lo que un jóven o doncella pudiese imaginar cómo un esposo ideal.
 
El rechazo de aquella tarde fue sin duda una dolorosa bofetada para su enorme ego. No señor, no se dejaría aplastar por Malfoy así tan fácil. Desde que nació se le había otorgado cualquier cosa que desease, y por supuesto, esta no sería la excepción. 
 
Con ese juramento consigo mismo, llevó la jarra de cerveza hacia su boca de un largo sorbo, cuando la puerta de la taberna se abrió estruendosamente.
 
— ¡Necesito ayuda! ¡Ayudénme! —  Todas las cabezas voltearon a mirar cómo un alterado Lucius Malfoy corría por todo el lugar pidiendo auxilio— ¡Lo tiene! ¡Lo tiene y lo ha encerrado!
 
— ¿A quién, Lucius? —preguntó Madame Rosmerta detrás de la barra, mirando preocupada a Malfoy.
 
— ¡A DRACO! ¡ENCERRÓ A DRACO EN LA MAZMORRA! ¡TENEMOS QUE RESCATARLO!
 
Cedric frunció el ceño. Y una sonrisa burlona surcó sus labios. Siempre supo que ese tipo era un demente pero, ¡no a tal grado!
 
— ¡Tranquilízate, Lucius! Dime, ¿quién tiene encerrado a Draco? —Se puso de pie mientras hablaba arrastrando las palabras.
 
—¡Una bestia! ¡Un horrible hombre lobo! ¡Ha caído bajo las garras de una monstruosa bestia! —gritó.
 
Lucius esperó que todos ofrecieran su ayuda para sacar a Draco del castillo y por sobretodo, del peligro que significaba que permaneciera un minuto más bajo el mismo techo de aquel monstruo. Nada lo preparó para la ola de carcajadas que inundaron cada rincón del bar. ¡No entendía! ¿Ellos creían que estaba mintiendo?
 
—¿Es grande? —preguntó Ernie.
 
—¡GIGANTÉSCA!
 
—¿Con un hocico horrible? — preguntó otro.
 
—¡HORROROSO!
 
—¿Con colmillos largos y feos?
 
—¡Sí, sí... —Lucius se acercó a Cedric tomándolo por los hombros— ¡Usted, Diggory, es amigo de mi hijo! ¡Tiene que ayudarme a buscarlo!
 
El jóven Hufflepuff soltó una risa. Tomaría esto como un pequeño desquite hacia Draco por rechazar su propuesta de matrimonio.
 
—Por supuesto, Malfoy. Vamos a darte la ayuda que necesitas...
 
La voz esperanzada de Malfoy lo hizo sonreír aún más— ¿En serio? ¡Muchas gracias, se los agradezco, de verdad!
 
Segundos después, el rubio aterrizaba de un golpe seco a la calle cubierta de nieve. 
 
Adentro, Cedric se quedó pensando en el espectáculo gratuito que acababa de darles el padre de Draco. Ese viejo estaba más loco que su propio hijo...Era un viejo loco...Y aquel hecho hizo llegar a su mente un ingenioso plan. 
 
El insano juicio de Lucius podía ser la llave a la solución de todos sus problemas. Sacaría el mayor provecho a su particular descubrimiento.
 
Y al final, Draco no se negaría a ser completamente suyo.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Notas finales:

Bueno, por aquí quería aclarar que Harry no es un hombre lobo como los otros que ya conocemos. Su apariencia difiere ligeramente con la de un licántropo común, es un poco más grotesca. También, a diferencia de ellos, él si puede controlarse a sí mismo y a su instinto animal (o por lo menos la mayoría del tiempo), por eso no ha saltado a devorar a Draco apenas lo vió, y porque lo necesita XDDD

Supongo que eso es todo por ahora, así que muchas gracias por leer :3 n.n

 


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