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Crónicas de un héroe por Silence Tsepesh de Lenfet

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Notas del capitulo:

Hola de nuevo

Seguimos la historia de Kiran, espero que la disfriten.  Muchas gracias a las personas que siguen leyendo esta pequeña historia.

Los días que siguieron no supe si Anker me estuvo evitando o solamente no pudimos coincidir, pero no nos vimos mucho, apenas si nos cruzábamos en los pasillos. Coincidencia o no,  siempre estábamos ocupados. Habían llegado nuevos niños, además, se estaban recibiendo  visitas para  llevarse a algunos de los más grandes a lugares donde aprenderían más.


— oye, Kiran ¿estás bien?


— ¿ah?


— pareces pensativo.


—…— Enid y Jency me miraron. Sentí la mano de Netikerty en mi brazo— no es nada… es solo… creo que algo va a cambiar pronto.


— ¿crees?


— se puede sentir ¿no lo sienten ustedes?— los tres negaron. No, por supuesto que ellos no sabían a qué me refería con eso. Incluso ahora es difícil de explicar esa sensación, ¿quizá es por meditar tanto? ¿Por conectarse con la energía de los demás? El caso es que yo sentía que algo iba a cambiar, y mucho más pronto de lo que esperaba.


— ¿Seguro?


— Eso creo— no quería asustarles de ningún modo.  Ya casi no tenía nada que hacer, ni en la enfermería, casi todo lo que hacía era ayudar a los demás cuando no entendían algo, o a mejorar algún desperfecto en sus intentos por hacer magia. Eso me gustaba porque eran momentos en los que yo mismo practicaba. Por las noches, cuando nadie me veía, también probaba hacer cosas nuevas, aunque experimentar la fuerza de los rayos no era algo muy recomendable en un lugar tan pequeño, mucho menos cuando no llovía y no podía usar esa escusa si algo salía accidentalmente mal. 


 Había pasado una semana desde que habíamos encontrado a Anker Ibsen en la calle, cuando lo volví a ver. Había estado en el patio, meditando, cuando una chica me pidió que le ayudara con las plantas.  Le gustaban, pero la magia de la tierra no le salía como quería. Ella quería hacer crecer los rosales, cambiarlos de color. Solo lograba hacer crecer zarzas que se enredaban en los tobillos de quien pasaba cerca.


— creo que eso que hacer es interesante ¿puedes mostrarme?


— pero Kiran, yo quiero rosas, flores. No esto.


— Solo muéstrame— ella suspiro, haciendo gestos con la cara. El rosal que teníamos enfrente no se movió, y en cambio, del suelo brotaron las zarzas que rápidamente se fueron directo a mis tobillos y se enredaron, como serpientes vivas.


— ¿Lo ves?


— umm… creo que piensas demasiado en no sacar zarzas, que terminan saliendo zarzas ¿Por qué no te concentras mejor en las rosas? Puedes buscar el rosal y usar la magia directamente sobre el en lugar de pensar en los arbustos.


— ah…


— Kiran— me gire. Anker estaba caminando hacia nosotros— te estoy buscando. Te llaman en el salón principal.


— oh… tengo que irme, sigue practicando— seguí de paso a Anker, que no se detuvo cuando llego con nosotros— ¿paso algo?


— no lo sé. Karsten me pidió que te buscara.  No es muy difícil encontrarte ¿sabes? todos saben dónde estás. Eres demasiado solicitado ¿no lo crees?


— me gusta ayudar…


— no me refiero solo a eso. Estoy… sorprendido por tu popularidad. Normalmente solo es unos días, ya sabes, no todos los días llega gente nueva por aquí. Y cuando pasa, es normal que cause algo de inquietud. Pero tú… ha pasado mucho desde que viniste— no estaba seguro que me quería decir con eso. No tuve oportunidad de preguntarle nada más, llegamos al salón principal. Karsten estaba fuera, esperando.


— ¿Qué pasa?


— necesitamos hablar. Gracias, Anker— era una obvia invitación para que se fuera. Él solo se encogió de hombros y se fue— Kiran, esto es sobre tu deseo por salir en los grupos. Van a hacerte algunas preguntas, y luego decidirán si sales o no.


 — ah… ¿ya?— La noticia me tomo desprevenido— ¿ahora?


— hay… una situación que quizá acelere las cosas.


— oh. Entonces está bien— pase primero por la puerta. Adentro habían dejado un espacio vacío en el centro. Había pensado que estaría nervioso llegado el momento, pero lo cierto es que estaba muy confiado. Había algunas personas ahí, incline la cabeza para saludar. Karsten cerró la puerta.


— ¿eres Kiran?


 — lo soy.


— ¿Estás aquí por que deseas ayudar al parlamento en sus búsquedas y sus intentos por mejorar…?— no sabía si era una especie de iniciación, ardía en deseos de comenzar.  Me concentre en responder con monosílabos.  Nadie me había dicho que esto era tan ordinario como un interrogatorio.


— ¿Cuál es tu habilidad más desarrollada?


— ¿más desarrollada? No tengo una habilidad más desarrollada— sentí un silencio pesado, y entendí que debí sonar como alguien que no sabe nada— realmente puedo hacer cualquier cosa,  controlo bien la magia, se hacer pociones y sanar también.


— ah, si… aquí está un reporte de  Shui Lao Xing. Estuviste trabajando con ella.     


— todavía trabajo con ella.


— ¿Puedes hacer una demostración?— era mi momento. La sala era pequeña, pero no tenía problemas con eso, como normalmente pasaba con la mayoría.   Lo más sencillo de usar en ese lugar era el fuego. Use pequeños espirales de fuego, haciendo que subieran y bajaran por mi cuerpo, sin quemarme. Use también el agua de los vasos, el viento… no hice crecer nada allí por temor a destruir la sala. Hice todo lo que sabía, en una demostración que ahora me parece un poco pretenciosa.  Solo tenía que demostrar que usaba la magia perfectamente, y creo que quedo más que demostrado.


Termine, sonriendo. Incluso había usado la energía de los rayos, electricidad, provocando chispas en la sala.


— ¿Algo más?— Karsten parecía orgulloso. Quizá pareciera que yo estaba presumiendo, pero la verdad esa pregunta no era para enorgullecerme, era una pregunta inocente, con toda la intención de seguir haciendo lo que me pidieran.


— ¿eres capaz de sanar a alguien?


— lo he hecho varias veces, pero admito que nunca he estado fuera. No he luchado más que una sola vez, y no he sanado a nadie en medio de una  batalla. Por eso deseo salir, quiero ayudar en serio a que todos vuelvan con bien, que no haya mucha preocupación.


— entiendo. ¿Alguien tiene algo más para Kiran?— solo escuche murmullos.


— Teníamos entendido que no hablabas el idioma cuando llegaste— la voz era de una mujer. No reconocía a nadie. Ese no era un secreto, así que asentí antes de responder.


— no lo sabía. Lo aprendí al llegar, también he aprendido más idiomas,  los demás me han estado enseñando,  además del hindi sé francés,  alemán, español, árabe, griego,…


— está bien…— me interrumpió— pues… yo no tengo ninguna objeción en que se una formalmente a los otros ¿alguien tiene alguna queja?— espere, ansioso. Nadie dijo nada— entonces, Kiran, eres bienvenido al parlamento.


—…


— hay una misión pequeña, considéralo una prueba más para saber en qué área te desempeñarías mejor.


— ¿Qué tengo que hacer?— no soné desesperado, pero si emocionado, lo que causo más de una risa amable en la sala.     


— espera los detalles mañana. Aún tenemos que ver algunas cosas.


— gracias.  Estaré esperando— Karsten me hizo una seña, yo incline un poco la cabeza para despedirme y salí. Creo que es la primera vez que estuve tan feliz, casi salgo corriendo y saltando por todos lados, quería ir corriendo con Jency, con quien fuera y gritarles que ahora era parte de algo más. No lo hice, por supuesto, y no estaba tan seguro de decirle a Jency por la mañana que nos encontramos en el desayuno.


— ya, dímelo ¿Qué paso?


— ¿Cómo?


— todos saben que te llamaron ¿Qué querían? ¿Fue por lo de las salidas? 


— Si…— voltee alrededor. Nadie nos prestaba atención— pase la prueba, voy a ir en una misión pronto— Jency soltó un grito y comenzó a reír. Esa posiblemente era un reflejo de mi reacción reprimida.


— Jency, basta… no es para tanto.


— ¡Claro que sí! Eso es algo grande. Ya verás que pronto voy a alcanzarte, quizá vayamos juntos en alguna ocasión. ¿Crees que dejen elegir a los compañeros?     


— No lo sé…— era una buena pregunta, y me entusiasmo tanto la idea, que pasamos el resto del desayuno hablando sobre lo que haríamos una vez que los dos pudiéramos ir a esas misiones, cuando pudiéramos ser de ayuda para los demás.  Nadie más parecía saber lo que había pasado, porque nadie se acercó.


— vayamos a celebrar.


— ¿celebrar?


— sí, una celebración. Paguemos por una buena comida, y eso…— se sonrojo mientras murmuraba algo que no entendí— podemos ir a una taberna.


— oh…— no sabía que eso le gustara a Jency, quizá no le gustara y solo quería probar, como me entere más tarde. Yo no había ido nunca a esos lugares, aunque más de una invitación me habían hecho— está bien— de algún modo, me parecía apropiado.  Así que fui a la enfermería para pedirle el día a Shui, y luego salí con Jency.


Paseamos todo el día, riendo y hablando todavía sobre lo que haríamos después. Conjeturábamos sobre quien más podría acompañarnos, porque sabíamos que  la mayoría de las salidas eran en grupos. Yo optaba más por personas como Netikerty, silenciosas e inteligentes, mientras Jency iba más por personas como Karsten o Anker.


Ninguno conocía alguna taberna, deambulamos por las calles, ya de noche. Entramos en una de las tabernas menos ruidosas que encontramos, además de que era la que mejor aspecto tenia. Ahora me doy cuenta de lo gracioso que debimos vernos, dos jóvenes que miraban todo con cautela, temor y cierto asombro. Que no tenían idea de lo que era el alcohol, ni las peleas que comúnmente se hacían en esos lugares. La chica que se nos acercó, con muy poca ropa, dejo a Jency con la cara roja y balbuceando cosas sin sentido. Yo me reí, aunque también estaba avergonzado.


— ¿Y bien? ¿Pedirán algo?  


— Tráenos  dos cervezas— le pedí. Jency la siguió con la mirada. Yo seguí riendo.


—  esto es… extraño. No te burles.


— deja de mirarla como si fuera un fenómeno, es una mujer nada más.


— Eso no es solo una mujer— los dos reímos a carcajadas. Ella volvió, visiblemente más animada al ver que íbamos a usar nuestro dinero en ese lugar.  El dinero lo ganábamos ocasionalmente haciendo labores extra en el hogar o para las personas que llegaban a pedirlo. La cerveza no me gustó mucho, me pareció amarga y fuerte. Me entretuve hablando con otros de los clientes, riéndome de lo desinhibido que se volvía Jency con cada trago de la bebida.  Las chicas no tardaron en acercarse, después de tanta practica con las chicas del hogar, me lograba librar de ellas a momentos fingiendo que iba al baño o salía a tomar aire. Una vez lejos, podía volver a pasar desapercibido.


Ya era muy tarde cuando pensé en volver. Jency se veía bastante cómodo, aunque ebrio.   


— Jency…


— ah, Kiran… ¿Qué pasa?


— me voy a ir.


— Claro, claro— no creo que me escuchara. Yo solo había bebido dos cervezas, salí feliz de allí, riendo al recordar a Jency y en como lo encontraría por la mañana si es que lo encontraba.  Las calles estaban vacías, comenzaba a hacer frio y solía nevar en lo más crudo del invierno. Me gustaba la nieve, en la india no podía ver cosas como esa, acostumbrado un clima más caluroso, el invierno en el norte era frio, pero me había gustado, tenía un encanto que no sabría describir.


Mientras caminaba, algo salió a mi paso, algo pequeño que corrió en mi dirección. Por unos momentos creí que se trataba de algún animal, un perro o una rata muy grande. Hasta que no sentí un tirón, note que era una persona, e intentaba romper mis bolsillos por medio de jalones. Le detuve antes de que volviera a correr.


— ¿Qué estás haciendo?— era un niño, delgado y mugriento. No me respondió, pero vi la desesperación en su rostro. Suavice mi reacción— si querías dinero, solo tenías que pedirlo, robar puede causarte muchos problemas— como no había bebido mucho, me quedaba algo de dinero.


—  Es culpa del médico— el niño tenía una voz aguda, y hablo muy alto, molesto— es su culpa. No quiso darme medicinas, le dije que iba a trabajar limpiando para pagarle. Solo me hecho de la tienda.


— ah…  esto es todo lo que tengo por ahora… ¿Para que necesitas medicina?


— mi hermana…— su voz se quebró. Supongo que adivinan lo que paso después. Le pedí que me llevara a su casa para ver a su hermana, porque ¿Qué sería de la vida si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo? El niño me llevo por callejones, lugares que en mi vida había visto, sucios y llenos de personas que se quejaban. Era lo más cerca del infierno que conocía— es aquí. Mamá no puede trabajar ahora, y el dinero que trae papá es para pagar las deudas que tenemos— la puerta era delgada, a punto de caerse.


— Ya veo— la casa por dentro no era mejor. Apenas dos cuartos, pocas cosas.  No había nadie más que una niña tendida en la cama. Su cara estaba enrojecida, respiraba con dificultad. Me incline sobre ella, sentándome en la silla que estaba junto a la cama— ¿y tu madre?


— No lo sé…— mientras revisaba a la niña, escuche la voz de la mujer. Regañaba al niño por haber salido. Me concentre en la niña. Estaba débil, y la enfermedad no ayudaba. Podía hacer algo por ella, pero no mucho si seguía en esas condiciones.


— ¿Qué está haciendo? ¿Por qué le trajiste?— antes de que la mujer volviera a hablarme, la niña abrió los ojos. Ya no tenía fiebre, y la infección que sufría en las vías respiratorias había desparecido. Dijo algo, y la mujer, en lugar de reclamarme algo, se lanzó sobre la niña en un abrazo. Sonreí al ver la escena. Me sentía… extremadamente feliz. Me fui alejando a la puerta, yo ya no tenía nada que hacer allí. El niño me sonrió.


—  te las devuelvo. Perdón por intentar robarte.


— Siempre hay otras soluciones— le revolví el cabello— quédatelas, las van a necesitar más que yo.


— Gracias— no era el niño. Esas gracias vinieron de la mujer, que me miraba intensamente desde la cama.  Incline la cabeza antes de salir. Esas palabras, dichas con tan intensidad, valieron más para mí que cualquier tesoro que pudieran darme.


 


Jency estaba con los efectos de las bebidas al otro día, y como nadie me había dicho nada, después de estar un rato con shui y comer un poco, volví a salir del hogar. No sabía cómo llegar desde allí, pero cuando ubique la taberna, fue fácil caminar hasta la casa de ese niño.


— ah, eres tú.


— Hola… ¿Cómo siguió tu hermana?— la niña se asomó en ese momento de la casa. Me sonrió tímidamente. Aún estaba un poco pálida, pero sabía que solo era cuestión de tiempo para que mejorara por completo— Les traje algo.


— ¿Algo?— saque del bolso los panes y parte de la comida que habían servido en la mañana. Los dos niños se acercaron— ¿son para nosotros?


— claro, todo.


— usted…— apenas pude mirar antes de ver a la mujer abrazarme. El abrazo me dejo sin aire. Eso nunca me había pasado antes, cuando había curado a otras personas. Me agradecían, sí, pero era todo— ha salvado a mi hija, no sé cómo… no sé cómo agradecerle…


— No necesita hacerlo— mientras hablaba, se acercó otra mujer. Y otra… había vivido eso mucho tiempo antes, así que no me sorprendió cuando me encontré curando niños y jóvenes. Primero unos cuanto ese día. Cuando volví al otro día, y al otro, había más. Y más. Recordé la india, cuando las multitudes dormían fuera de mi casa.  Se volvió rutina salir después de la comida, llevar algo de comida, medicinas, ropas… en fin, todo lo que ya no usábamos y las personas podrían usar.


— ¡Kiran! ¡Llego Kiran!— los niños siempre venían riendo. A cambio, había comenzado a tener cosas pequeñas que la gente me regalaba. Una flor, un suéter tejido. Cosas que valoraba mucho.  Era una lucha inútil, lo sabía, había cientos de personas que necesitaban dinero, alimento, un hogar. Yo solo podía darles salud, y eso solo por un tiempo, cuando yo no estuviera, eso iba a acabarse también. Yo no podía luchar contra el hambre.


—  Miren lo que les traje hoy— Eran  algunas muñecas y soldados de madera.  Los tomaron y se fueron rápido a jugar.  Ese día no había tantos enfermos, al parecer, había hecho mucho en ese sentido aunque yo no lo sentía así. Nadie sabía dónde vivía, porque había tenido mucho cuidado en no usar el mismo camino, y procuraba usar la magia para perderme de su vista.


—  Kiran, no deberías traerles tantas cosas.


— está bien,  son juguetes que ya no usan en donde vivo. ¿Cómo está todo por aquí?— esos lugares eran hogar de gente pobre, de borrachos, prostitutas, mendigos…


— Mejor desde que vienes— la anciana con la que hablaba había sido una de las primeras que ayude. Ahora solía incluso darme algo de comida, que yo rechazaba y ofrecía a alguien más. Nadie tampoco sabía lo que hacía aquí, no se lo había dicho ni  a Jency, y por fin me había librado un poco de las citas con las chicas— todo sería mejor si existieran más personas como tú.


— es muy amable— en esos momentos, estaba curando a un hombre con una fea herida en una de las piernas.


— Kiran— me quede inclinado sobre el hombre. Conocía esa voz. Me gire, y me topé con la mirada de Anker Ibsen.


— enseguida regreso—  por algún motivo, me sentí en problemas. No hacía nada malo, pero verme descubierto…— puedo explicarlo…


— con que esto es lo que haces. Todo el mundo se está quebrando la cabeza pensando en lo que hace Kiran, y resulta que estas… aquí.


— Las personas necesitaban ayuda— es todo lo que pude decir— ¿Por qué estás aquí?


— te seguí— admitió sin inmutarse— me han dicho que teníamos una salida, una misión. Y te buscaba para decírtelo.


— ¿misión?


— sí, tu y yo. Es algo pequeño, pero…— se encogió de hombros— ¿necesitas ayuda aquí?  Me gustaría hablar de los detalles de esa salida, aunque… ¿es un mal momento? estuve escuchando hablar de ti a estas personas— me miro, y por primera vez, sentí que me miraba diferente, Anker estaba orgulloso.


—  supongo que puedo tomarme unos minutos.


— no, no. no pienso quitarle a estas personas a su único héroe. Hablemos por la noche, te esperare después de la cena, porque quieren que salgamos lo más pronto posible. Así puedes arreglar las cosas por aquí.


— Está bien— Anker se dio la vuelta cuando le alcance a sujetar de la muñeca— espera, Anker. Esto… lo que has visto hoy…


— no te preocupes, no le contare a nadie tu secreto. Aunque no es algo que deba avergonzarte— eran las mismas palabras que yo le había dicho antes. Me sonrió.


— no lo hace. Gracias.


— en serio… no sé cómo puedes ser como eres. Eres demasiado bueno para ser verdad. Así que encontrar esto no me sorprende para nada, aunque creí que sí, la verdad es que si de alguien lo puedo esperar, es de ti, Kiran— Anker se inclinó hacia mí, sus labios besaron mi mejilla— sigue siendo un héroe, Kiran— susurro antes de irse.


Era la primera vez que me llamaban héroe, y había sido justamente Anker Ibsen quien me dio el título que me persiguió por muchísimos años.  Creo que en ese momento, mi destino quedo sellado en más de un sentido.

Notas finales:

Mas pequeños misterios revelados. Se que se impacientan por saber en donde carajos entra Hadrien en esta historia, un poco de paciencia que ya llegara, que estos dos no se conocieron inmediatamente.


Gracias por leer <3


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