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Noches Reversibles (HoMin) por PHANY

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El teléfono no dejaba de vibrar en el escritorio.

Lo silencio sin mirarlo. Concentrado como estaba, no permitiría ninguna interrupción. Sin embargo, la pantalla seguía iluminándose en cada tanto, y aunque ya no se movía y sonaba insistentemente, no pudo seguir trabajando. De mala gana lo cogió, frotando sus cansados ojos con el dorso.

–¡¿Qué?! – hablo sin ningún reparo, omitiendo por supuesto, revisar el nombre del remitente en la pantalla.

–Ho..la… ¿ChangMin?

Mierda. –Lo siento Irene, yo… discúlpame, – Idiota. – el trabajo me tiene algo... estresado, ¿sabes? Y, yo… pero…dime, ¿en qué puedo ayudarte? – ¿Es enserio? Su estúpido tartamudeo la hizo reír.

–Solo quería saludarte. Y… preguntarte si quieres almorzar más tarde. ¿Te interrumpo?

­–No claro, que no, y sí, yo siempre quiero almorzar. ­– Ella volvió a reír. Y al escucharla hacerlo, por un momento, ChangMin olvido lo estresante que el día le había resultado en la oficina.

–¿Recuerdas esa cafetería donde…?

–Si. – sonrió pegando aún más el teléfono a su oreja. Como no iba a recordarlo. – ¿Te veo allá a las 2pm?

–A las 2pm será. –

–Te veo más tarde.

–Nos vemos.

Observo por un momento la pantalla después de colgar: Irene, y volvió a sonreír. Verificando la hora, se cronometro para terminar el trabajo pendiente en hora y media.

 

 

 

–¿Irene?

–¡Hani!

Ambos se miraron tratando de sobre ponerse al entusiasmo de aquel encuentro entre abrazos y chillidos repletos de una estrepitosa emoción. JunSu se encogió de hombros negando ante la pregunta que evidentemente disparaba con la mirada. Aquella escena no era extraña para él, su novia tenía amigos regados hasta por debajo de las piedras, y a él simplemente le resultaba difícil poder recordarlos a todos cada que se topaba con uno en cualquier lugar. ChangMin dio una mordida más a su emparedado, antes de observar mejor a la chica.

Una linda morena de largos cabellos.

Por alguna razón su aspecto le resulto familiar. Ella lo miro sin quitar esa preciosa sonrisa que se le había dibujado desde que se había acercado a la mesa, y la vergüenza se coló en él.

–¿No quieres acompañarnos? – Hani parecía ser la más entusiasmada.

Irene, tal como la novia de JunSu la había llamado antes, negó. – No, no quiero interrumpir su reunión.

–Solo almorzábamos, no es la gran cosa, aunque ChangMin a veces se dé aires de la realeza. – esta vez fue JunSu quien intervino.

Hani pareció recordar, en medio de su excitación, que no estaba sola. –Oh, sí, déjame presentart…

–¿Hablas enserio? –a Irene le brillo la expresión de incredulidad y emoción en el rostro. –¿Quién no conoce a Xia JunSu?

Su amigo rio.

–Bueno, si, como sea. – Hani se encogió de hombros, a veces ella misma olvidaba quien era su novio. –Y él es ChangMin, un muy buen amigo. ­–

El castaño se limitó a asentirle volviendo a lo suyo.

–¿Vienes con alguien? –insistió Hani cogiéndola de la mano, sin esperar su respuesta, para arrástrala a la silla que reposaba vacía entre ChangMin y ella.

Irene termino sentada, negando.

–Entonces almuerza con nosotros.

 

Los murmullos que comenzaron a generarse al rededor, llamaron la atención de los cuatro. Media hora antes habían lidiado con algo similar cuando arribaron a esa cafetería, y las personas habían reconocido a JunSu, sin embargo, esta vez la atención no era a causa de la misma persona.

Lo miro entrar con esa expresión reluciente en el rostro. Disfrutaba de la atención de las personas, las miradas, los murmullos; la admiración en general. Su sonrisa era la viva prueba de ello.

–¿Ese de ahí no es JaeJoong…? –a Irene se le agrandaron los ojos con la evidente agitación contenida. – Por Dios, por Dios, juro que vendré más seguido a este lugar…–

Ella fue la única notoriamente entusiasmada en una mesa de cuatro. Hani solo asintió para su amiga, JunSu siguió bebiendo de su capucchino con el cuidado pertinente para no quemarse, sin inmutarse, y ChangMin pretendió hacer lo mismo hasta que su teléfono comenzó a sonar.

Sus ojos viajaron al mostrador, donde un sonriente y amable JaeJoong asentía a una chica luego de grabarle un autógrafo improvisado en una servilleta, con el teléfono pegado a la oreja.

Mordió su mejilla, dentro de su boca, antes de contestar, por muy estúpido que le resultara. Trato de ignorar los ojos de JunSu, luego éste desvió la mirada, ignorándolo.

–Quise acercarme a saludar, pero como Xia está por ahí, sé que no soy bienvenido…

–Fue una decisión inteligente de tu parte.

JaeJoong pareció ignorarlo. –Estaba por llamarte, que suerte la mía el encontrarte aquí.

 

–¿Está mirando para acá? –la voz de Irene a su lado se mezclaba con la de la bocina en su teléfono. – ¡JaeJoong está mirando para acá!

–Tranquila, JunSu y él trabajan en la mima agencia. –Hani trato de restarle importancia mientras picaba las frutas en su tarta, escogiendo las más bonitas para no comérselas, y las otras dárselas a su novio.

–Lo dices porque tu novio es una estrella, y tu una que va en ascenso, y seguramente convives todo el tiempo con…

 

–El viernes, a las 9pm. Yo pasare por ti. – Recargado en el mostrador sus ojos se clavaron en los suyos a la distancia. JaeJoong tenía una mirada que simplemente no podías ignorar. Unos ojos tan penetrantes y arrebatadores, que a veces, incluso a él, le era difícil omitir.

Quizá ese era su mayor influencia… Aquello que ejercía esa potestad sobre él, y por lo que le era tan difícil decirle que no a cualquier cosa que le pidiera.

–Gracias por avisarme con anticipación, es más, si querías, podías notificarme el mismo día, una hora antes, y que importa si tengo planes, ¿no? – el tinte de sarcasmo fue evidente.

–Exacto. – JaeJoong sonrio.

ChangMin resoplo con desdén, sin apartar la mirada. –Pero no es necesario que pases por mí, solo dame la dirección, e iré por mi cuenta.

–Iremos en mi auto. – soltó al otro lado, con esa expresión serena, pero con total imperio en cada una de sus palabras.

No dijo nada más, y JaeJoong le sonrió satisfecho, antes de colgar. Agradeció a la cajera mientras tomaba su pedido, y salió del lugar, en tanto una nueva ola de murmullos se generaba a su espalda.

Estaba por guardar el teléfono, cuando dos mensajes de texto arribaron.

[J:

Odio tener que esperar para verte…]

A veces JaeJoong solía soltar, de la nada, cosas como esas, haciéndolo sentir un revoltijo incomodo en el estómago.  Le incomodaba saber que sus palabras podían tener algún efecto en él…

 

El segundo mensaje hizo que la sangre se le subiera rápidamente al rostro, y que repentinamente el emparedado se le atorara en la garganta causándole una terrible sensación de asfixia...

Una escabrosa sensación de ahogo por la falta de aire.

Sus brazos se movieron, en un imperceptible manoteo cuando supo que él mismo no podría hacer nada.

JunSu fue el primero en auxiliarlo abrazándolo por la espalda, practicando una maniobra de primeros auxilios que había aprendido quien sabe en dónde. Hani e Irene, quienes parecían seguir discutiendo la vida de las estrellas, se levantaron asustadas, intentando darles un poco de espacio, y agitando algunas servilletas, pretendían regalarle ese oxigeno vital que no estaba llegando a sus pulmones ni a su cerebro.

Su rostro había pasado de varios colores ya, entre un rojo brillante hasta un morado mortal. JunSu logro presionar en el lugar exacto, con la fuerza suficiente, para que aquel trozo de pan saliera de su cuerpo, dándole una segunda oportunidad a la vida. A su vida.

No estaba seguro que aquel a quien llamaban Dios, existiera, pero si en algún lugar se encontraba, le agradecía infinitamente que hubiese ilustrado a JunSu con cosas útiles, y no tonterías como la mayor parte del tiempo.

En ningún momento había soltado el teléfono. Y ahora que el sentimiento de su casi muerte había casi desaparecido, no sabía cuál de los dos escenarios le producía esa terrorífica vergüenza; si las miradas de las personas a su alrededor por el espectáculo que acababa de dar, o que alguien mirara lo que JaeJoong había escrito…

Palabras que simplemente no se atrevía a repetir en voz alta.

Los meseros y las personas, que se habían arremolinado asustadas, comenzaban a darles espacio, y a alejarse. Sin embargo…el llanto de Irene lo saco de sus pensamientos, cuando JunSu lo dejo reposar en la silla que instantes antes ocupaba.

–¿Cariño, que pasa? – Hani se acercó para rodearla y estrecharla. Ni siquiera ella había salido aun del susto.

Irene negó limpiando sus lágrimas con el dorso de su mano, dirigiéndose a él. – ¡¿Qué te pasa?! ¿Podrías dejar de mirar el teléfono cuando comas? ¡Casi te mueres, idiota! ­ –

 

 

Rio, rememorando esa expresión asesina de la chica dos días atrás. Reviso una última vez el reloj en el tablero del auto, al salir del edificio. Tenía diez minutos para llegar.

Desde entonces, ella había enviado mensajes todos los días, preguntando como estaba, y luego bromeando y charlando de cualquier cosa trivial y estúpida que a ambos se les ocurriera. Desconocía si había sido Hani o JunSu quien había compartido su información personal con ella, pero por primera vez, no le desagradaba el hecho de que ocurriera.

 

–¿Teléfono? – lo señalo la chica con el índice, rebuscando con la mirada entre sus ropas, como si lo trajese oculto.

ChangMin levanto las manos en señal de rendición. –Nada de teléfono, sheriff. –sonrió.

–Bien, puedes sentarte. – ChangMin resoplo con gracia. – Y si no quieres que te arreste, más te vale que no mientas.

–Prometo no verlo mientras estemos comiendo, ¿de acuerdo? –No podía permitirse el lujo de no contestar una llamada del trabajo. –¿Llegaste hace mucho?

Irene rodo los ojos, zanjando el tema. –No mucho realmente. ¿Y, cómo vas con la animación?

–Bien, aunque estas personas sí que son quisquillosas con la publicidad que manejan. Por fin han quedado satisfechos con el resultado. Te juro que si lo rechazaban una vez más…Renunciaba.

–Aja. –

–Bueno, quizá no, pero declinaba con el proyecto. Hay personas con mucho talento en la oficina, y mi estilo puede no ser del gusto de todos los clientes…

–Pero eres bueno, por eso les gusta tu trabajo, y por eso te buscan.

–Eso no es algo que pueda yo negar.

–Oh, sí, había olvidado que te llaman Shim Modesto ChangMin. – Sonrió, mirándola beber el café que seguramente había pedido al llegar.  Ella noto su mirada. –No te daré de mi café, si eso es lo que estas pensando…

– Descuida, pediré el mío, y será el jumbo, no un mediano.

–Cállate, que es el primero, el segundo lo pagaras tú.

ChangMin rio elevando los hombros mientras rascaba su nuca. E Irene no podía simplemente ignorar lo mucho que le gustaba cuando sus ojos se cerraban asimétricamente al reír.

 

 

–YunHo…

Un escalofrió lo recorrió entero al escuchar aquel nombre.

 

**************************************

 

–Pero ya vamos tarde… – Ella puso esa cara que YunHo tanto odiaba. Porque… si seguía mirándolo de ese modo, difícilmente podría negarle algo.

–Vamos YunHo, no tardare nada, ¿sí? – rogo, y sin esperar su respuesta, lo arrastro a la entrada.

–Bueno, pero rápido. – Para qué negarlo, simplemente le era imposible decir que no. Bo Ah sonrió, y sin perder tiempo entro. ­– Te espero aquí afuera.

Pero luego de un segundo, ella regreso sobre sus pies. – ¿Te imaginas lo que será cuando este embarazada? – lanzo la pregunta casi para sí misma, con una inmensa sonrisa, para volver a desaparecer dentro de esa cafetería con la que se habían topado.

YunHo Imagino que así se sentía cuando un balde de agua fría mojaba tu piel desnuda en un día de invierno.

O quizá diez baldes, y luego golpeaban tu estomago con un bate de béisbol.

 

 

**************************************

 

Meses atrás, incontables veces se había sobresaltado al escuchar aquel nombre, pensando que se trataba del mismo hombre al que buscaba, pero la desilusión siempre llegaba a tiempo para abofetearle con la realidad. Siempre era un rostro que no era el suyo. Y nuevamente el desasosiego lo aplastaba, oprimiéndolo, reduciéndolo, recordándole lo imbécil que seguramente se veía buscando en desconocidos, a quien poco le había importado largarse…

Sin embargo, una semana atrás JunSu le había dado la certeza de que JaeJoong no mentía, y era la primera vez que escuchaba aquel nombre desde que había recibido la noticia, que cualquier e insignificante detalle…le hizo sentir una terrible paranoia.

Sus ojos buscaron con rapidez el lugar de donde provenía aquella voz. Poco le importo, otra vez, lo idiota que pudiese verse, necesitaba asegurarse que no se trataba de él…como siempre. Porque no podía ser él.

–ChangMin, ¿estás bien? ¿sucede algo? – A Irene le fue imposible no notar el cambio en el castaño. Seguía cada movimiento impaciente del otro, y lo imito cuando lo vio levantarse y dirigirse a la entrada. –¿Qué sucede? – le cuestiono sin recibir respuesta, comenzando a desesperarse. – ¿quieres decirme?

 

************************************

 

Bo Ah salió de la cafetería atendiendo una llamada.

YunHo tomo la bolsa y el café humeante que había recién comprado. Ella solo atino a sonreírle, mientras ambos comenzaban el andar tomados de la mano.

Si papá…

YunHo entonces dejo de escuchar, mirando al frente. Restaba aun una cuadra para llegar al lugar de la cita. Temía que ya les hubiesen cancelado.

Suspiro.

Aunque había acordado con Bo Ah buscar lo más rápido posible un lugar en donde vivir, algo, muy dentro de él, era reacio a la idea.  Todavía. Como si en el fondo, aquella parte de él luchara aun sin resignarse a la decisión que había tomado, guardando una minúscula esperanza de que todo tomara un rumbo diferente.

¿Pero es que acaso tenia opción?

No.

Y era estúpido engañarse pensado que tenía elección. Él mismo estaba alejando aquella posibilidad, si es que la había, con cada decisión, y no había cabida para los arrepentimientos.

–Papa pregunta cómo va todo.

–¿A sí?

 

*****************************************

 

–Comienzo a pensar que el problema es el lugar ¿sabes? – ChangMin la miro de reojo, sintiéndose aún más avergonzado. – Creo que esa cafetería esta maldita, y el efecto cae sobre ti.

–Ya te dije que confundí a alguien… – Otra vez.

–Eres raro…– soltó ella, en el asiento del copiloto. ChangMin puso sentir su mirada clavada en él. Sus ojos viajaron a ella nuevamente, por simple curiosidad, encontrándose con esa bellísima sonrisa. –…pero me agradas, aunque estés medio loco.

ChangMin sonrió tras el volante. – Tu no te quedas atrás, ¿sabes?

–Lo sé. Es aquí, a la derecha, por favor. –dijo ella acomodando su abrigo y alistando su bolso. – ¿Qué harás mañana por la noche?

La imagen de JaeJoong se cruzó en su mente. – Tengo una reunión…de negocios.

–Oh, ya… –el auto se detuvo.

­–Pero podemos vernos el fin de semana, ¿qué dices? – se giró al mirarla bajar.

Ella asintió con entusiasmo. –Hecho, pero nada de cafeterías, ¿quieres? Y tú pagas todo.

ChangMin bufo riendo. –Sin cafeterías, y…lo…pensare.

Irene cerró la puerta, comenzando a caminar. De vez en cuando se giraba para mirarlo.

Arranco el auto hasta que ella se perdió tras la puerta de su edificio, directo a casa.

 

Al salir del elevador, sus ojos rehuían siempre de la puerta de a lado, sin embargo, siempre terminaba mirándola…

 

 

Una vez más era de madrugada y él volvía del trabajo.

Sus pies lo arrastraron automáticamente al elevador al entrar en el edificio. Por esas horas nadie, más que el portero, quien ya estaba acostumbrado a verlo a deshoras, lo saludo. No hizo más que asentir, como siempre en un intento de sonrisa a medio terminar.

Pincho el botón en la pared, por ningún motivo tenía pensado subir quince pisos con su equipo a cuestas. La puerta del elevador se abrió frente a él, y su cuerpo fue empujado fugazmente por quien salía de dentro casi corriendo. Un estúpido sujeto rubio.

Molesto se giró con la intención de encarar al tipo, pero este ya estaba lo suficientemente lejos empujando la puerta de la entrada, de cara a la avenida.

–…idiota. – murmuro, como si pudiera escucharlo. Estaba demasiado cansado como para ir tras él y recriminarle su descuido pues ni siquiera se había inmutado, así que se ocupó en lo propio. Al diablo el sujeto, al diablo todos. Froto sus ojos con el dorso de la mano y entro.

El típico sonido de la caja metálica le anuncio su destino, con un paso al frente espero el segundo en que la puerta se abriera para salir y por fin largarse a dormir y no despertar hasta dentro de dos o tres días. Sin embargo, su rostro se atravesó en su camino. Sus ojos se ampliaron al ver el elevador abrir las puertas en el piso, como si estuviera esperando a alguien, pero al ver que se trataba de él, la desilusión titilo fugazmente en sus ojos.

–¿Qué tal…? – saludo amablemente disimulando lo que fuera que le sucediera.

Lo que fuera que le sucediera, no era asunto de ChangMin. Pensó.

Nunca habían hablado, no que recordara. Y es que simplemente era raro que ChangMin estuviera en casa a cualquier horario o día de la semana como para conversar o establecer algún tipo de amistad con alguna persona en el edificio.

–Que hay. - respondió el castaño saliendo con calma. Palmeando los bolsillos de su pantalón, encontró sus llaves, sin embargo, la tarea se le dificulto con las maletas a cuestas. ¿Era en serio? ¿Ahora su puerta parecía querer hacerle la vida imposible también?

–¿Necesitas una mano? – le cuestiono el hombre aun frente al elevador, observando lo complicado que le estaba resultando moverse.

–Por favor. – le entrego las llaves. Si, a un desconocido vecino. No tenía las ganas para plantearse por qué si o no dárselas.

–¿Siempre trabajas hasta estas horas? – Las mangas de su blanca camisa estaban dobladas hasta sus antebrazos, pudo mirarlas mientras las llaves chocaban entre sí por el movimiento.

–No siempre, a veces trabajo en casa, los horarios dependen de la cantidad de trabajo…– No era necesario entrar en detalles que seguramente no entendía. Respondía por simple cortesía, y posiblemente él preguntaba por la misma razón.

–Yo también viajo mucho, y es complicado incluso venir a dormir a casa. –

–Ya. - Su departamento estaba abierto, al pie de la puerta, ChangMin esperó. Él comprendió entonces que aún tenía las llaves en su mano, y se las entrego, mostrando sus blancos y perfectos dientes con una sonrisa.

Algo en él, en ese momento, hizo sentir incomodo a ChangMin.

–Hey… cuando tengas tiempo, podemos bebernos una cerveza, ¿Qué dices?

– Seguro.

–Por cierto, soy YunHo. – alargo su mano. –

–ChangMin. ­– alcanzo a estrecharle del mismo modo.

–Un gusto ChangMin. – YunHo lo miro por un instante sin decir nada, para luego soltarlo volviendo a regalarle ese gesto como de película. –Nos vemos pronto. –

Cerro por fin la puerta, preguntándose quién diablos era YunHo.

 

YunHo…

YunHo…

YunHo.

Otra vez él.

Muchas veces había intentado largarse de ese departamento donde los estúpidos recuerdos lo sofocaban amargándole la existencia… Flotando en su mente sin pedirle permiso, como ahora, como siempre. Pero había llegado a la conclusión de que el lugar no era el problema. El problema estaba en él.

¿Cómo pretender huir de algo que estaba en su cabeza? Y simplemente no podía arrancarlo de ahí…

Tomo asiento frente a su propio departamento, recargando la espalda en la puerta, cansado de llegar a la mima conclusión de siempre, cansado de sí mismo.

Su nuca golpeo contra la superficie tras ella una y otra y otra vez, como si el dolor físico pudiera opacar el dolor dentro de él.

 

 

“Un día me iré, me iré de verdad.

No sé si me vez del todo capaz.

De cambiar de nombre y edad, y si me encuentras decirte:

“¿De qué me estás hablando?”

 

No, no, no, no lo hare jamás.

Me falta valor, o fuerza vital.

¿De qué me sirve salir de esta inmensa cuidad

si de quien pretendo huir, seguirá dentro de mí? Y eres tú.

Eres tú.

Si puedo escapar, es con la mente.”


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