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Amor Asesino por Tina Black

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Notas del capitulo:

Y otro capítulo mas. Disfrutenlo.

Fueron los veinte minutos más eternos de camino del hotel a la casa. Zeff estaba intentando asimilar la situación por la que estaba pasando. Aun no creía lo que acababa de hacer. ¿Matarlo? No. Eso iría en contra de sus principios como asesino profesional.  ¿Abandonarlo en la siguiente cuadra y dejarlo a su suerte? No. ¿Llevarlo mejor a una jefatura de policía y que ellos se encargaran? Tampoco. Estas eran algunas de las cosas que se le venía en mente, hacía lo posible por no ponerse nervioso mas aun cuando estaba al volante; de vez en cuando le echaba un vistazo a su pequeño copiloto quien al parecer estaba temeroso por lo que fuera a pasar. Tenía la mirada abajo, sus manos estaban sosteniendo con fuerza la tela del abrigo que cubría sus rodillas, ya que también no sabía cómo darle las gracias tanto por lo que hizo por él en la noche del restaurante como lo que sucedió hace rato. Tanto el como Zeff, no sabían si siquiera iniciar un tema de conversación como si nada, pero ambos sabían que eso sería tonto. El chef decidió por fin llevárselo a su casa y una vez ahí, se dispondría a cuestionar al niño.

Al doblar la siguiente esquina, fue tan grande la sorpresa de Sanji al ver aquella linda casa algo apartada de los demás condominios. Era la primera vez que veía la clásica residencia del viejo Japón. Zeff dejó detenido el auto para bajar y abrió el zaguán sin antes advertirle a su “huésped” que no se atreviera ni siquiera el pensar escapar. Al entrar por fin a la vivienda, le ordenó al muchacho a que saliera por fin del carro y lo sostuvo del brazo para llevarlo por fin a dentro no sin antes quitarse los zapatos, el pequeño pudo haber hecho la misma acción, solo que no llevaba zapatos y lo único que cubría sus pies eran unas calcetas. Llegaron a la reconfortable y cálida sala. El chef fue hasta la ventana que daba vista al jardín mirando su reflejo y el del chico; Sanji por otra parte, no quiso hacer algún movimiento que le fuera a molestar al mayor, así que optó por quedarse parado a un lado del sillón.

En seguida, Zeff se retiró y fue sentarse al sofá y con esa penetrante mirada que no quitaba de encima sobre aquel muchacho se dispuso por fin a hablar -¿Y bien...? ¿Qué vamos a hacer? –Preguntó con ironía –Será mejor que me digas que fue lo que te pasó. Depende de ello si decido aniquilarte o no...

Sanji se petrificó por un instante. ¿Cómo explicarle la forma de cómo llegó a ese lugar? Por desgracia era algo que no podía decir. Estaba completamente decepcionado por lo que le hicieron que no tenía humor ni para recordarlo –Yo... –Agachó la cabeza con temor –Ya no importa... –Escuchó como el rubio se levantó de su lugar y se acercó a el. Cuando levantó por fin la mirada ya había un arma apuntando a su frente.

-¿Entonces eso significa que tampoco te importa morir? –Preguntó con ese frio semblante.

-Yo... No puedo... –Cerró los ojos esperando su fin, pero su ahora dueño bajó la pistola sin prisa alguna y observó como el pequeño hacía lo posible por no temblar del miedo que ahora lo invadía. No quería mostrar debilidad alguna, pero le era imposible y mas aun teniendo en frente a un hombre con un aura un tanto pesada e intimidante.

-¿Sanji, verdad? –El pequeño asintió y abriendo poco a poco los ojos -¿No vas a decirme que sucedió contigo y con tu familia? –El niño respondió negando con la cabeza algo inseguro -¿Acaso estás bajo amenaza? –Esta vez no respondió y prefirió desviar su vista a otro lado -¿Entonces no te buscaran o algo?

-No... Yo... Yo nunca le importé... –Dijo esto último en un murmuro que no pudo escuchar con claridad su captor.

-En fin... –Puso su mano a su nuca y se rascó un poco y se dirigió otra vez a su asiento –Siéntate... –El pequeño obedeció y se fue  sentar al sillón que quedaba en frente del mayor –Como sabrás... –Se recargó en el respaldo sin quitarle la vista al pequeño quien solo posó sus manos en sus piernas viendo con inseguridad al mayor –Ese dinero lo iba a usar para algo... Pero jamás pensé en usarlo para comprar a un mocoso de doce años...

-Catorce... –Le corrigió sin querer.

-Bueno, catorce... ¿Dime que voy a hacer con un mocoso que tal vez y apenas sabe lavar su ropa...? –Solo vio como el pequeño frunció el ceño ante tal comentario mirando a sus manos –No te cobraré nada. –Se inclinó hacia adelante recargando sus antebrazos a sus piernas –Ya que eres mío... Estoy seguro que no hice una mala inversión –Sonrió de lado mostrando un poco de picardía –Así que podré hacer lo que quiera contigo... Y si me dijiste que no hay nadie quien te busque, me lo dejas más fácil... –Se levantó del sofá y fue directo hasta Sanji quien solo miraba aun a sus manos y sorpresivamente vio ahora el rostro del mayor haciendo que se sobresaltara. Zeff acercó su rostro a la de Sanji –Haré contigo lo que yo quiera... –Dijo esto mientras el pequeño intentaba retroceder, pero fue inútil. Recargó su peso al respaldo del sillón al mismo tiempo que Zeff juntó su cara en el cuello del menor.

-Por-Por favor... No... –Decía al ser aprisionado por los fornidos brazos de su dueño. No sintió miedo, pero si nervios por la forma en cómo lo estaba tocando. Aquella acción no era con alguna mala intención, o al menos eso era lo que el joven presentía ya que el rostro de Zeff aun permanecía en su cuello, sus labios estaban tocando aquella pálida y suave piel, pero no lo estaba besando, sus manos solo tocaban su espalda con delicadeza. Pensó que tal vez se trataba de un abrazo y al querer corresponder, el mayor se separó de él de un tajo. Se levantó y volteó a otro lado dejando a un pensativo muchacho.

-Ve a darte una ducha... –Dijo sin aun voltear a ver al pequeño –El baño está subiendo esas escaleras girando a la izquierda... Allí hay unas batas limpias en el estante... –Se retiró por fin yendo a un pasillo que lo llevaría a la cocina dejando al rubio un tanto confundido.

[...]

Sanji se encontraba en una habitación de huéspedes vistiendo una pijama que le había dejado Zeff en el estante de las batas con una pequeña nota que le indicó donde se encontraba dicha habitación.  Se puso un bóxer de color azul marino que era un poco más grande que su talla, pero llevaba una cinta para ajustarlo, se colocó un desodorante que encontró a lado del futón y por último se puso una enorme camisa de color crema. Aun al abrocharse todos los botones, la prenda de seguía colgando de su hombro derecho, reacomodó la camisa para que esta vez colgara del lado izquierdo. Dejó a un lado eso al contemplar el espacioso cuarto en el cual habitaba ahora. Las clásicas paredes de madera decoradas con papel blanco, las famosas puertas corredizas y el armario con aquellas mismas puertas, pero con un papel decorado de golondrinas de oro con verde olivo. Se levantó del futón y fue hasta ese armario, al abrirlo vio que también tenía un excelente espacio en donde podrían caber dos o tres personas; las dos puertas corredizas que tenía la habitación, una era para salir al pasillo y la otra para salir al jardín. Sin pensarlo dos veces, fue a abrir la que le daría una hermosa vista a un estanque y a lado de este un hermoso árbol de cerezo. Salió al corredor y se sentó en este para  apreciar con mayor detalle la vista que le causaba una tranquilidad.

-¿Es bello no? –Escuchó aquella voz logrando sacarlo de sus pensamientos. Giró a la derecha encontrándose con el viejo quien estaba sentado en el mismo corredor y recargado en el poste fumando una pipa –Parece que seremos vecinos de habitación. Sanji solo le limitó a ver al mayor –Aunque este es mi estudio... Casi siempre duermo aquí...

-¿Estudio? –Preguntó curioso.

-Si, aquí me dedico a hacer las recetas y los diseños de los platillos... No es fácil ser un chef... Y... –Dio una calada a su pipa y sacó un gran rastro de humo tan blanco y miró con frialdad a su pequeño inquilino –Un asesino... –Se le heló un poco la sangre al ver aquella cara sombría, pero al escuchar las palabras de Zeff, no se inmutó, algo que sorprendió al mayor, pero mejor lo dejó a un lado y continuó –Y ya que tu estas involucrado en mi vida, te daré dos opciones. –Se levantó de su lugar para sentarse muy cerca del pequeño quien  no dejaba de verlo con timidez –Lo más fácil sería matarte, pero habría desperdiciado mis treinta millones, así que decidí conservarte, al menos hasta que esté aburrido de ti... Y me tomé la molestia de hacer esto... –Sacó de la manga de su kimono un documento conformado de siete cuartillas y se lo entregó al pequeño –Te daré tiempo para que lo leas con calma. Un hombre de negocios como yo debe estar preparado para todo... –Dijo al ver la cara del pequeño que reflejaba asombro y duda –Pero de una vez te advierto... –Posó su mano sobre el hombro del niño y le apretó como si ya se tuvieran demasiada confianza –Voy a estar vigilándote... Si intentas escapar, te torturaré al grao de que desees nunca haber existido. ¿Me oíste? –Dijo con una ineludible voz y aun apretando el hombro del pequeño quien solo prefirió callar y tomó la mano del mayor con algo de miedo.

-De acuerdo... Pero... ¿Podría soltarme? Me está lastimando...

-Solo si aceptas esta pequeña condición...

-Si... Prometo no escapar...

-Bien... –En eso, se escuchó a alguien tocar la puerta –Quédate aquí y no intentes nada, maldito mocoso... –Se levantó dejando al fin al pequeño para que leyera los papeles.

Fue hasta la puerta, al abrirla ya no había nadie, al salir por completo se tropezó con un maletín de piel color café. Algo dudoso testereó mas el objeto con unos pequeños punta pies, para cerciorase de que no hubiera nada extraño. Por suerte, solo se trataba de un simple maletín; al levantarlo se percató de que llevaba algo pesado, así optando por mejor entrar con él a la casa, pero no sin antes echar otro vistazo a su alrededor por algunos minutos.

Al entrar fue de nuevo hasta la habitación donde se encontraba Sanji y lo encontró en una esquina sentado leyendo la segunda hoja. Dio un pequeño suspiro y fue a su estudio a revisar el contenido de la maleta. Se sentó en frente del escritorio y encima de este puso el maletín. Vio que en la agarradera había una pequeña llave la cual uso para abrirlo; encontró en su interior  una carpeta hecha con el mismo material del maletín, unos libros y un pequeño marco de  6x8 cerrado en forma de libro de madera con un decorado de unas hojas de otoño. La hizo a un lado y fue directo a ver la carpeta y fue su sorpresa al ver que el contenido que llevaba era la documentación del pequeño –Vinsmoke Sanji... –Vio su acta de nacimiento con atención y al llegar a los datos mas personales del documento se le hizo un pequeño nudo en la garganta, pero sobre todo en su corazón –No cabe duda... –Dijo al arrugar un poco la hoja. Prefirió hacerla a un lado y vio el resto de los papeles los cuales llevaban el pasaporte, cartilla, certificados escolares –Vaya... –Vio la documentación de la escolaridad del muchacho junto con sus boletas –Educación privada en casa... Y por lo que veo no es un mal estudiante. Se deshicieron de él, eso es seguro... No me sorprende que tengan contactos con la mafia para poder hacer este tipo de cosas así de sencillo... Pero... –Se quedó por un momento callado al ver el resto de los papeles y entre cerrando los ojos al observar el acta -¿Por qué hacer algo así? O al menos que haya sido secuestrado o algo... Aunque ya era para que ellos dieran aviso a las autoridades... –Por más que quería buscar otra respuesta, era más que evidente que el que lo dejó abandonado fue esa persona tan cercana a su sangre –Esto es extraño.  Ese niño tuvo un mal día, será mejor no preguntarle más, al menos por ahora... –Escuchó a alguien tocar la puerta del corredor y de inmediato guardó todo y abrió el cajón del escritorio para ocultar ahí la maleta –Adelante... –Dijo carraspeando un poco la garganta. Sanji entró temeroso al estudio con las hojas en mano -¿Ya listo? Toma asiento... –El pequeño obedeció y fue a sentarse a una silla que estaba a un lado del chef –¿Dime, tuviste alguna duda?

-No, todo me quedó claro... Seré suyo hasta que usted... –Tragó saliva mirando de nuevo a sus manos al hacerse un pequeño masaje entre sus dedos con tristeza –Esté aburrido de mi presencia...

-Exacto. ¿Y que más? –Dijo indiferente.

-Obedeceré a cualquier orden que usted me dicte. Si yo quiero hacer algo, debo preguntarle antes... –En esos momentos, sintió una enorme, pero cálida mano acariciar su mejilla descubierta y pasando lentamente por su cuello para comenzar a acariciarlo con movimientos suaves. Esto provocó que se asomara un tímido sonrojo en su cara. Después, aquella mano pasó por su mentón y con ello le hizo levantar su cabeza para dejar ver esa inocente carita.

-Así me gusta... –Dijo con seriedad –No tengas miedo... –Volvió a acariciar su mejilla –Prometo que o seré malo contigo, siempre y cuando acates todas mis ordenes. –Sanji solo asintió con la cabeza –Y en vista de que no me quieres contar como fue que llegaste a parar a ese lugar, voy a darte tu primer castigo –Esta vez dijo asomando una sonrisa ladina – sin dejar de acariciar la mejilla del pequeño.

-¿Qué me va a hacer? –Preguntó asustado.

-Primero, vas a estar aquí una semana siendo mi sirviente... Te encargarás de limpiar cada rincón de la casa y como ya podrás darte cuenta, es muy grande. Te deseo suerte con eso –Le dio unas amistosas palmadas. El mayor se recargó en su cómodo asiento y miró por un momento al techo mientras cruzaba un poco sus piernas –Como recordarás, tal vez no tenga el mismo nivel que tu en cuanto a economía, pero si soy un hombre de carrera. Eso significa que tengo un prestigio, por lo menos en Tokio. No dudo que tu familia sea reconocida, pero no tanto para que tú puedas pasar desapercibido. –Sanji aun no entendía con claridad el plan que tenía en mente su dueño –Parece que aun no has captado mi idea, no importa. Lo que vamos a hacer es, que ante la sociedad tu y yo seamos familia...

-¿Por qué?

-Porque sería extraño que de la noche a la mañana un niño tan lindo como tú esté viviendo con un hombre maduro como yo y la verdad no quiero perder mi reputación por escándalos... Así que para evitar este tipo de problemas, he decidido que serás mi sobrino...

-Es-Está bien...

-Ahora... Te lo advierto. Así como lo dice el documento, te lo diré para que pueda caber mejor en esa cabecita tuya... –Esta vez su tono de voz cambió por una imponente y llena de ira –Si se te ocurre escapar, lo vas a lamentar muy caro... Soy un experto en encontrar gente... Soy el más grande cazador, por lo menos en el mundo de la mafia... Así que si lo intentas, voy a encontrarte y hacer de tu vida el verdadero infierno.

-De acuerdo. –Dijo sin reclamo el muchacho mirando a Zeff a los ojos –Obedeceré en lo que sea...

-Bien... Ahora... –Tomó una pluma que estaba a lado y se la entregó al joven –Firma el contrato. De aquí en adelante serás mío. En cualquier momento podría ordenarte que me traigas mis cosas, o prepararme un té... –Se levantó y le ordenó al joven que hiciera lo mismo O incluso –Se acercó a este y lo tomó sin prisa alguna de la cintura y lo junto más a su cuerpo mirándolo con un poco de lujuria –Para ser un muchachito de secundaría, eres un poco mas alto... –Sanji llegaba un poco abajo del pecho de Zeff, algo que para él le resultaba algo excitante –Nunca he estado con un pequeño, pero si esta va a ser mi primera vez con uno, que mejor que contigo... –El pequeño cerró de inmediato los ojos esperando por lo peor, ya que vio que el mayor tenía las intenciones de besarlo, y así fue, solo que los labios de Zeff no tocaron los suyos, si no en su frente. Un beso  que no mostraba lo que el mayor intentaba aparentar –Te daré tiempo... –Dijo una vez que se separó un poco del niño –Lo haré cuando sea el momento indicado, pero aun así... –Lo miró con cinismo y una sonrisa tenebrosa –Cuídate la retaguardia. –Eso dejó petrificado a Sanji quien de inmediato se separó del mayor y fue corriendo a su habitación encerrándose con llave dejando a un viejo intentando controlar su risa –Normalmente esto funciona con las mujeres, pero no pensé que lo lograría con ese mocoso –Dijo esto seguido de una risa.

Regresó a su escritorio y sacó de nuevo el maletín para seguir viendo los documentos del niño –Veamos... –Volvió a revisar las boletas –Me pregunto quién habrá dejado esto aquí... Ese niño está lleno de misterios... Y por lo visto, es un chico de pocas palabras y no sabe convivir... Tampoco lo puedo tener encerrado... –En el otro cajón, sacó una libreta de contactos –Tal vez ese idiota pueda ayudarme... –Salió del estudio para ir a la sala donde se encontraba el teléfono, descolgó y comenzó a marcar a un viejo amigo ya retirado del mundo de la “plomería”.

Mientras tanto,  a lo lejos de la casa, entre los arbustos que dividían la propiedad de la casa con las demás vecindades, se asomaba una delgada silueta sin quitarle aun la vista a la propiedad. Comenzó a perderse entre las hojas dejando por fin en paz a esos dos.

 

Notas finales:

De aquí en adelante vendrá la acción! Y me refiero a tal vez un triángulo amoroso ¬w¬


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