Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Casi perfecto - Wigetta por ElizabethSherlock

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Narra Samuel:

-¿Puedo... puedo pasar la noche contigo? - Le pregunté un tanto dudoso a Guillermo, simplemente lo pregunte sin pensarlo, pero de alguna forma ya me había acostumbrado a que su presencia me hiciera hacer cosas que no controlaba.

Guardó silencio unos segundos, para luego mirarme con cara seria.

-Creo que fui muy claro al decir que no sería objeto sexual de nadie -Dijo en un tono bastante molesto. Su cara no mostraba más que molestia. Por otro lado yo no entendía por qué decía algo como eso.

-¿Pero de qué hablas? - Fue lo único que atiné a decir.

-A mí no me van a ver la cara... yo no voy a ser su esclavo sexual -Dijo esto último con una voz alta y decidida, de un momento a otro se veía más hostil, no solo estaba imponiéndose, sino que parecía casi una amenaza.

-¿De qué estás hablando? Yo jamás dije algo como eso - No entendía por qué se comportaba de manera tan hostil conmigo.

-Quizás con palabras no, pero con tus acciones... -No terminó la frase, me miro con cara acusadora. -No dejaré que me usen a su antojo.

Fue entonces cuando comprendí lo que pasaba... "nadie, van, su, usen", no solo hablaba de mí, sino de más personas. Inhalé profundamente, captando por supuesto, el olor embriagador de Guillermo, pero no solo de él. Otro hombre lobo había estado en el lugar, un miembro de nuestro clan. Mi cara se tornó seria, estaba juntando las pistas de lo que había pasado aquí, el por qué decía ese tipo de cosas Guillermo, por qué estaba tan hostil. El olor de uno de los nuestros que había estado aquí no hace mucho tiempo era la pista mas clara.

De nuevo fui tomado por mis instintos, sin pensarlo entré en la celda. Guillermo me dijo algo, quizás una amenaza, no lo quise escuchar, en ese momento solo me importaba descubrir quién fue el maldito que había venido con Guillermo y lo había dejado así de perturbado. Inhalé de nuevo, rastreando el olor del culpable. Una oleada de rabia me sacudió por completo al percibir que el olor se hacía más fuerte a medida que me acercaba a Guillermo... no solo había estado en el lugar, sino que también había estado muy cerca de él.

-Te lo advierto... si das un paso más estas muerto. -No me había percatado de que tan cerca estaba ahora de él, estaba a unos dos metros de distancia.

-Tú no eres el objeto sexual de nadie... porque tú solo eres mío. -Como dije antes, no entendía lo que me pasaba, ni lo que hacía, mucho menos de lo que decía, estaba enojado, muy enojado con esa persona que había estado aquí antes.

-DIJE que NO soy de NADIE -Gritó amenazante, al parecer yo no era el único cabreado.

Estaba actuando de muy mala manera, las cosas estaban yendo de mal en peor con Guillermo. Traté de tranquilizarme, respiré profundamente, dejándome relajar con el aroma de Guillermo, ignoré con todas mis fuerzas el olor del otro lobo que había estado aquí, concentrándome solo en su olor. Poco a poco me fui tranquilizando, luego me encargaría del cabron.

-Entonces... te pido por favor que me dejes ser ese "nadie". -Mi voz más dulce que tenía escondida quien sabe dónde fue la que sin querer salió en ese momento.

Él me miró desconcertado, parecía querer decir algo pero no le salían las oraciones, solo palabras sin concluir. Su cara se tornó un poco roja, parecía que se había avergonzado. Se giró dándome la espalda, mientras ponía sus brazos cruzados.

-No dejaré que se aprovechen de mi, lárgate de una vez. -A pesar de lo de antes, su voz salió sin titubeos, con un toque de amenaza.

Aproveché esa pequeña debilidad para tomarlo por sorpresa por detrás. Lo rodeé con mis brazos para evitar que escapara de mí, porque por supuesto, estaba revolviéndose en mis brazos. Pero yo era más fuerte.

-¡Suéltame! ¿Qué crees que haces? -Preguntó muy enojado. Ahora que estaba más cerca de él, pude captar de quién era el olor, eso gracias a que en la ropa de Guillermo, había unas pequeñas gotas de sangre. Ese maldito me las pagaría después...

-Esa sangre es de... -Tome una pausa ya que se me era difícil decir lo que había pasado por mi mente. No me quería ni imaginar a ellos dos en una posición similar a la que tuve con él la noche anterior. Una increíble tristeza empezaba a apoderarse de mi, él debía ser solo mío -No pensé que necesitarías sangre tan pronto...

-Yo no he bebido su sangre -Dijo enojado -El se lo buscó por ser un gilipollas.

Un gran alivio soplo mi tristeza, era bueno saber que no había pasado nada entre ellos. Bueno, mas que una evidente pelea. Aunque lo que importaba era que él estaba bien, enojado, pero bien. Lo abracé un poco más fuerte, sumiendo mi cara en su nuca, su olor estaba volviéndome loco, no pude evitar besarle, con pequeños y cortos besos.

-¿Q-qué haces? Dije que no dejaría que se aprovechen de mi. -Dijo con una voz titubeante. Revolviéndose un poco.

Me detuve de inmediato. Él tenía razón, no podía continuar haciéndole cosas sin que él estuviera de acuerdo. No pude evitar sentirme un poco mal por haberlo hecho antes sin su consentimiento.

-Lo siento... es que me vuelves loco -Confesé.

No recibí respuesta, pero seguramente lo había sorprendido, porque dejó de moverse.

-No quiero hacerte daño, no quiero que me tengas miedo, no quiero que me odies, no quiero que los demás te toquen... -Esto era lo que nuestra raza conocía como "Amor de lobo". Nuestra raza siempre tan intensa, vivíamos nuestros sentimientos a flor de piel. Vivir apasionadamente era un forma de vida para nosotros los hombres-lobo. Luchábamos con euforia, y amábamos con pasión. -Quiero protegerte, quiero cuidarte, quiero estar a tu lado...

-Entonces no me hagas daño, no me hagas odiarte, no te aproveches de mi, no me uses como objeto... - Dijo Guillermo en un tono muy bajo.

-No lo pretendo... -Le quería demostrar que mis intenciones no eran aprovecharme de él sexualmente a costa de su cuerpo, ya que de verdad me importaba sus sentimientos -Tu puedes usarme si quieres, bebe mi sangre si así lo deseas, si necesitas alimentarte yo te daré mi sangre.

Después de unos segundos de silencio, casi creí que nunca recibiría respuesta, pero Guillermo habló.

-Pero... ¿a cambio de qué?

-Que me dejes estar a tu lado.

Poco a poco el cuerpo de Guillermo se fue relajando. Cuando sentí que se había relajado por completo, fui soltando poco a poco mi agarre. Cuando al fin lo solté, este se giró hacia a mí para mirarme de frente. Me miró fijamente a los ojos, su rostro lo había dejado claro, las palabras sobraban, sin tener que decírnoslo sabíamos que era lo que queríamos. Cerré mis ojos para que dispusiera de mi, dejándome a su voluntad. Sentí cómo se aproximó lentamente, posando su mano en mi mentón, para subirlo de forma delicada, dejando mi cuello descubierto. Me sentía desprotegido, vulnerable... pero no importaba, porque también estaba ansioso de sentirlo cerca.

Bajó su mano hacia mi cuello y luego hacia mi nuca. Con su otra mano me tomó por mi hombro para darse apoyo. Sus labios se posaron en mi cuello, rozándolo lentamente, saboreando cada parte de mi piel donde hacía contacto, para después de una pequeña pasada con su lengua por la zona donde me mordería, clavara sus colmillos. Pero en esta ocasión fue más delicado que la primera vez, apenas si había perforado lo suficiente mi piel como para que saliera sangre de ella. Sentí esos dos pequeños hoyos que había creado con sus colmillos, pasó su lengua sobre ellos retirando la sangre que había salido apurada de mis venas.

-No te preocupes... mi saliva hará que no sientas tanto dolor - Dijo con voz tranquilizadora, ahora entendía por qué me sentía mejor cuando pasaba su boca por segunda vez después de haberme mordido.

Parecía no tener prisa, dejaba que la sangre brotara por si sola para luego quitarla de los agujeros con su lengua, evitando así que la sangre tapara la salida de la misma. Era una tortura lenta y deliciosa. Me dejé llevar por la situación, yo ya había disfrutado a costa de él, era mi turno de hacerlo sentir bien dejándolo hacer lo que quisiera, si le gustaba beber mi sangre no se lo negaría. De un momento a otro sus brazos me rodearon más que antes, pegando su parte superior a mi cuerpo. Juntó su boca en la herida provocada por sus colmillos y succionó la sangre, haciendo que saliera de mi cuerpo. No pude evitar dejar salir un quejido de dolor, más que nada porque no me lo esperaba.

Sentía una pequeña oleada de dolor cada vez que succionaba, ahora entendía por qué no había empezado a succionar desde un principio. Su peso me fue empujando poco a poco al suelo hasta caer sentado sobre el piso. Sin ninguna pena ni pudor Guillermo se sentó sobre mi, sin dejar de alimentarse en ningún momento de mi sangre. No pude evitar que mi virilidad creciera bajo de él, pero pareció no importarle. Se veía más que concentrado en succionar la poca sangre que lograba salir de los pequeños agujeros que había hecho. Pero se hizo evidente que yo no era el único que encontraba excitante esta situación... Pude sentir en mi abdomen una notable excitación en la entrepierna de Guillermo.

Me tomé la libertar de abrazarlo pasando mis brazos a su espalda, para después empezar a acariciarla. Al contrario de negarse, Guillermo empezó a succionar mi sangre con más ímpetu. Tenía que aceptar que hasta en ese momento él era el que dominaba en la situación, pero yo no me quería quedar atrás. Con mis brazos lo pegué más a mi cuerpo, haciendo que su entrepierna chocara con mi abdomen, ahogó un pequeño gemido en mi cuello por mi acción, pero siguió alimentándose.

Perdido en su cercanía intenté llevar las cosas un poco más lejos. Metí unas de mis manos entre nosotros buscando el miembro de Guillermo. Me escabullí entre sus ropas para al fin encontrarlo. Lo acaricie de forma delicada, con un poco de miedo a que se negara. Para mi suerte respondía más que bien por lo que hacía, empezó a moverse ligeramente de arriba abajo sobre mi. Varios gemidos fueron reprimidos en mi cuello mientras lo seguía acariciando. Por un momento dejó de succionar dando paso libre a suspiros y gemidos, pero casi de inmediato volvió a atacar mi cuello, pero esta vez de forma más profunda, más dolorosa. Inevitablemente deje salir un quejido. Sus colmillos ahora habían llegado más lejos, sentía la sangre brotar con mayor rapidez que antes. Volvió a pasar su lengua en un intento de hacer que no me doliera tanto, por supuesto que lo logró, pero lo que vendría después no podría aliviarlo. Tomé su miembro con mi mano, moviendo lo de arriba abajo por toda su extensión, provocando fuertes gemidos en mi amante. Este, notablemente excitado, empezó a succionar la mordida de nuevo. Debido a que la herida era más grande que antes, el dolor lo era también, así como la cantidad de sangre que salía de mi.

Era tanta la emoción del momento que no nos dimos cuenta que se nos estaba yendo de las manos. Más bien Guillermo no se dio cuenta que yo literalmente me estaba yendo de sus manos. Mi cuerpo se empezó a sentir cansado, mis ojos se volvieron nublados, mis brazos empezaron a fallarme, así como el resto de mi cuerpo. De un momento a otro la oscuridad se había apoderado de mi, privándome de mis sentidos.

 

Desperté con un dolor de cabeza extraño, todo mi cuerpo se sentía adolorido, como si hubiera hecho mucho ejercicio. Abrí los ojos lentamente, intentando enfocar lo que había a mi alrededor. Lo primero que vi fue a Guillermo sentado al lado de mi, mirando a un punto de la celda.

-Al fin haz despertado... -Su tono era apagado, con un toque de preocupación.

-No entiendo, ¿Qué fue lo que me pasó? - No entendía por qué me sentía tan jodido.

-Es por mi culpa... bebí demasiado de tu sangre -No me miraba a la cara, ni mostraba ningún sentimiento en su rostro, pero su tono era bastante triste.

-Joder... no sabía que tenías tanta hambre -No me imaginaba que tendría que hacer o como hacerle para poder seguir alimentándolo. Seguramente tendría que mantenerme en una muy buena salud para regenerarme con mayor rapidez.

-Yo... quiero pedirte una cosa -Dirigió sus ojos hacia mí por primera vez desde que había despertado -No quiero que vuelvas aquí nunca mas.

No podía creer lo que escuchaba, ¿era enserio lo que me estaba pidiendo? ¿Después de lo que había pasado anoche? ¿Después de haber accedido a que me dejaría estar con el? ¡No! No permitiría que tomara esa decisión tan ridícula.

-No entiendo por qué ahora sales con eso, creí que ya habíamos hablado -Le dije molesto, molesto se quedaba corto.

-En realidad no hablamos... -Lo miré con cara incrédula a lo que rápidamente contestó. -Eso no fue hablar y lo sabes.

-¡Pero yo fui muy claro! dije que quería estar contigo y tu aceptaste. -Grité, estaba bastante molesto, me sentía usado, pero sobre todo dolido.

-Yo jamás dije que aceptaría... -Guillermo estaba siendo muy frio, tan frio que sentía como flechas frías atravesaban mi pecho.

-Me amenazaste porque dijiste que no querías que te usara ¡Y tu terminas por utilizarme!-Mis ojos empezaron a humedecerse. Lo necesitaba, en verdad que lo necesitaba, pero me estaba pidiendo que me alejara de el.

-Yo en verdad no quería que las cosas sucedieran de esta manera. -Cada palabra que decía pinchaban mi corazón como agujas.

Me incorporé lo más rápido que pude, quedando sentado a su nivel, ignorando todo el dolor que sentía en mi cuerpo. Lo tome de su camisa jalándolo hacia mi.

-¿!Por qué?! Dime porque ya no quieres que vuelva -Con la poca fuerza que tenía lo tambaleaba para que respondiera, ya que en ese momento ni siquiera me volteaba a ver a la cara. -¡Contesta! ¿Acaso te divierte verme de esta forma tan patética? ¿Solo jugaste conmigo? ¡Debiste de haber terminado con mi vida entonces!

Guillermo retiró mis manos de su camisa, casi con brusquedad.

-Solo vete... vete antes que te termine matando. -Se incorporó y alejó lo más que le permitió la celda, lo más alejado de la salida, dándome la espalda.

Estaba en completo shock, no podía creer lo frió que había sonado cada una de sus palabras. No le pude contestar nada, porque nada salía de mi boca. Mi corazón estaba hecho un lio, palpitaba con dolor. Como pude y con todo el dolor que me atacaba el cuerpo en ese momento, me levanté y salí lo más rápido que pude del lugar, alejándome con paso lento. Ya a unos metros de distancia de las mazmorras me detuve un momento ¿Era acaso ese olor en el aire el de agua salada? ¿Era posible que Guillermo estuviera llorando? No... imposible, seguramente era el olor de mis lágrimas, que de un momento a otro empezaron a caer por mi rostro sin control, una tras de otra.

 

Cinco días habían pasado después de lo sucedido, me preguntaba cómo había aguantado tanto tiempo sin verlo. En realidad para mi habían sido solo 3 días, por que dos de ellos había dormido todo el día, mi cuerpo estaba tan cansado que caí en un sueño profundo. Para mi desgracia cuando desperté los chicos habían salido de caza. Tenía que hablar con ese gilipollas que había perturbado a Guillermo, nadie podía acercase de esa forma a lo que me pertenece. 
No me reconocía estos últimos tres días, estaba deprimido, de mal humor, me sentía ansioso todo el tiempo. Era tanta mi urgencia de recuperarme rápidamente, que me había escapado por las noches de La Hoguera para conseguir alimento extra. No solo lo hacía por estar tan debilitado por la falta de sangre, sino por lo que se a avecinaba.

Este día regresarían, este día dejaría las cosas en claras con él. No es que quisiera ser tan posesivo, pero no dejaría que lo hiriera o le siguiera metiendo ideas extrañas. Me alegraba que me hubiera recuperado por completo, me sentía fuerte y decidido. Pero no encontraba la valentía de ir a ver a Guillermo ¿Qué le diría? No podía hacer simplemente como si no hubiera pasado nada. De hecho muy posiblemente él no quería ni verme.

Ya era tarde cuando los chicos regresaban a la Hoguera. Me adelanté a la entrada de la montaña para encontrarme con ellos. No paso mucho para que dé entre los arboles salieran todos lo cazadores. Era inconfundible su olor, su llegada siempre era percibida por nosotros. Olían a sangre... muerte, cosa bastante común para nosotros. La mayoría cargaba cuerpos de animales grandes, o por lo menos partes de ellos, en otras ocasiones traían cuerpos de humanos, pero no acostumbraban hacerlo. La mayoría pasaban a un lado de mi saludándome, ofreciéndome comida, pero yo solo esperaba a alguien.

-¡Increíble! Nunca pensé que llegaría el día en que nos recibieras de esta manera - El culpable salía de entre los arboles cargando un jabalí. Llegó hasta donde estaba haciendo una señal de ofrecimiento de comida, la cual por supuesto negué.

-Estaba esperándote... Frank... -No me gustaba nada que se hiciera el que no había pasado nada, no había duda, el había sido el que había estado con Guillermo hace unos días.

-Bueno bueno... ¿Acaso me extrañaste? -Lo miré enojado, era obvio para mi que se estaba haciendo el que no había hecho nada. Espere que todos los demás se hayan ido para seguir hablando.

-Sabes... me sorprende que hayas tenido fuerza para ir de caza... -Acusé indirectamente.

-Ya ves... yo siempre tengo fuerza para hacer MIS cosas... -Eso sonó con bastante mala leche, mi rabia iba en aumento por sus palabras.

-Ya veo... es curioso que digas que son "tus" cosas... -No había necesidad de mencionarlo, los dos sabíamos bien de qué estábamos hablando.

-Bueno... no es como si fueran de alguien en realidad -Él hablaba serio, su mirada era retadora, sus palabras con malicia.

-Voy a decirte una cosa... NUNCA toques lo que es MIO. -Dije en tono de amenaza.

-No tocaré nada tuyo... pero las cosas sin dueño las puede reclamar cualquiera -Contestó.

No pude controlarme más, era demasiada la rabia que sentía en mi interior. Me lancé sobre él tirándonos en el suelo. El por supuesto respondió enseguida, nos proporcionábamos golpes mutuamente. Él en un movimiento rápido cambio nuestra posición, quedando arriba de mi permitiendo le golpearme en la cara, por mi parte yo intentaba cubrirme para no recibir tanto daño. Con mi fuerza lo empujé lejos de mi para volver a estar encima de él y de esta manera encestar le unos bueno puñetazos, el cómo pudo detuvo mis golpes con sus manos.

-¡No sé qué te hace pensar que él es tuyo! -Gritó enojado.

-¡A ti que te importa! ¡No te vuelvas a acercar a el!- Conteste de igual manera.

-¿Qué crees que pensara tu madre cuando se entere? -Amenazó. Detuve mis golpes un momento, estaba paralizado por sus palabras. Era algo que siempre evitaba pensar. -¿Qué crees que haga cuando descubra que su hijo es un traidor maricón?

-¡Cállate! -Grité. Intenté golpearlo de nuevo en la cara, pero aun no me liberaba de su agarre.

-¡¿Crees que podrás ser feliz con el?! ¡¿Crees que él te aceptara?! ¡NO SUEÑES! -Sus palabras estaban dando duro en mi corazón en las heridas que había dejado Guillermo.

-¡¿y a ti?! ¡¿Qué te hace diferente?! -Le grité enojado. El muy gilipollas empezó a reír. -¡Contesta!

-¿Yo?... por lo menos yo si soy libre... -Contestó con una sonrisa.

Me quede sorprendido, no sabía que responder... porque era cierto. Yo nunca fui libre, no podía hacer lo que quisiera, todos los del clan esperaban mucho de mi. Mi futuro estaba planeado, crecería para ser el líder del clan, para vivir por el clan y morir por el. Nadie aceptaría la relación tan caótica como la que tenía con Guillermo. Pero al contrario él... él era libre, podía hacer lo que quisiera, ser el sobrino del jefe del clan no le traía nada de responsabilidades, solo era respetado y favorecido por el parentesco. ¿Pero a quien le importaría si el se quería convertir en un "lobo solitario"? No era raro que los jóvenes decidieran irse de La Hoguera en busca de aventuras, de cualquier forma casi siempre regresaban al clan siendo más maduros y fuertes que antes.

Me sentí débil, toda mi determinación se estaba esfumando. El me retiró de su cuerpo, dejándome abajo.

-No deberías meterte en problemas... ¿No querrás decepcionar a todo el mundo verdad?

-Déjame solo... -Dije débilmente.

-Él nunca fue tuyo -Me dijo al oído. -Pero no te preocupes el pronto tendrá dueño.

Lo miré enojado, no me importó nada en ese momento, no me interesaban los demás, ni que podría pasar conmigo. Lo tome de su camisa para jalar lo hacia mi.

-¡NO TE ATREVAS A TOCARLO, POR QUE NO TE LO PERMITIRÉ! -Algo de mi determinación había regresado.

Volví a cambiar nuestras posiciones, retomando fuerza de no sé dónde. El me miró sorprendido. Estaba por soltarle un buen puñetazo en la cara, pero fuimos interrumpidos por un centinela.

-¡¿Qué hacen ahí tirados gilipollas?! ¡Se acercan un grupo grande de sanguijuelas de clase baja, vayan a avisarle al clan! -Nos gritó desesperado el centinela.

No podía creerlo, al parecer los cazadores habían sido seguidos por ellos, sin darse cuenta los habían guiado a nuestra guarida. No tenía sentido, nunca había pasado algo como esto. ¿Por qué un grupo de sanguijuelas se arriesgarían a meterse en la boca de lobo?... Era obvio... estaban en busca de sangre de calidad... la sangre de Guillermo.

Los dos corrimos hacia la Hoguera, no había tiempo para peleas, nuestro clan estaba en peligro. Llegamos al centro de la guarida donde estaba el "Hall". Prendimos la hoguera que estaba en el centro del lugar, esa era la señal de que algo andaba mal. 
Poco después de haberla encendido los miembros del clan iban llegando poco a poco al lugar. Todos estaban expectantes, era rara la vez que se invocaba una reunión de tan improvisto con la señal de fuego que se expandía por todos los túneles. Mi madre llegó rápidamente tomando su posición en el centro, lugar donde nos encontrábamos Frank y yo.

-¡¿Qué ha pasado?! ¿Por qué prendieron la Hoguera? -Nos preguntó desesperada mi madre.

-Tal y como tu dijiste mi reina, un grupo de sanguijuelas se dirigen hacia nosotros. - Le contestó Frank. Mi madre lo miró sorprendida.

-¿Qué tan grande es el grupo? -Cuestionó mi madre preocupada.

-No lo sabemos, pero el centinela se veía muy asustado -Le contesté.

-Podríamos intentar negociar con la vida de la sanguijuela. -Dijo mi madre. Tanto como yo como Frank nos exaltamos, estaba por pedirle que ni siquiera lo considerara como opción, pero fui interrumpido por Frank.

-No creo que funcione... son de clase baja, ellos solo vienen por sangre. -Era cierto, si había algo peor que las moscas eran los vampiros de clase baja. No podían controlarse, siempre con necesidad de alimentarse, sin importarles lo demás.

Mi madre guardó silencio unos segundos, quizás lamentando no haberse encargado de Guillermo antes. Su cara era de verdadera angustia. Dio unos pasos al frente para quedar justo en el centro del lugar. Todos esperaban expectantes las palabras que diría mi madre

-Un grupo de vampiros de clase baja se acercan a La Hoguera. -Se pudo escuchar la sorpresa por todo el lugar, los ancianos murmuraban lamentos y los jóvenes estaban impactados. -No podemos dejar que se acerquen o entren en La Hoguera, todos los jóvenes irán a por ellos.

Un enorme silencio se hizo presente en el Hall, muchos de los jóvenes se miraban asustados. Otros simplemente agacharon su cabeza... tenían miedo. Miedo a pelear contra lo desconocido, miedo a morir a manos de las sanguijuelas... miedo a acabar como sus padres.

No quería que se rindieran sin ni siquiera intentarlo. Antes hubiera sentido lo que ellos, miedo a la muerte. Pero no era miedo lo que sentía en ese momento, no, para nada. Sentía una determinación sofocante, que me hacía hervir la sangre. ¿Por qué tenerle miedo a la muerte, si íbamos a permanecer escondidos como cobardes? ¿Por qué dejarnos vencer por nuestras sombras, si éramos nosotros lo que caminábamos por encima de ellas? ¿De que nos servía seguir viviendo, si no éramos capaces de conservar nuestra vida? No me preocupaba por mi existencia ¿Realmente qué valor tenia? Si me quedaba como cobarde en la Hoguera ¿Tendría algún valor o sentido entonces? No, no la tendría. Por que yo tenía un motivo por el cual seguir luchando, un motivo por el cual seguir viviendo... un corazón que latía por su dueño.

-No hay nada que temer hermanos míos -Hable fuerte para todos los miembros del clan, pero sobre todo a los jóvenes. -La muerte se avecina, reclamando nuestros nombres. Quiere que nos reunamos con nuestros padres y hermanos... ellos nos acompañaran en la batalla y nos recibirán con los brazos abiertos en el mas allá.

El rostro de lo jóvenes cambiaron a una mas segura, otros gritaron con determinación, sacudiendo sus cuerpos y haciendo sonidos graves.

-¡NO! ¡Tu no iras a ninguna parte, te quedaras en La Hoguera! -Me ordenó mi madre. Volteé a verla a los ojos, guardando silencio unos segundos.

-No madre... de ninguna manera me quedaré como un cobarde aquí mientras mis hermanos mueren con honor.

-¡Que tonterías dices! Tu no irás a NINGUNA parte.

-¡IRE A LUCHAR TE GUSTE O NO! -Grité en un casi gruñido. Mi madre me miro asustada. -Y no podrás hacer algo para impedirlo.

Mi sangre se sentía caliente, hervía por todo mi cuerpo. Mis músculos se empezaron a tensar, engrosándose por todos lados. Mis huesos empezaron a crecer y endurecerse. Era doloroso, mi cuerpo reaccionada a mis sentimientos. Mis colmillos surgieron a medida que mi boca crecía. Mis orejas se punteaban para darle pasó a cada pequeño sonido que se hacía en el Hall. De pronto ya no era el mismo, sentía la necesidad de carne, no deseaba otra cosa mas que asesinar, luchar, descuartizar. Una emoción me recorría por todo el cuerpo con solo pensar en lo que se acercaba, muerte.

Un largo y potente aullido salió de mi garganta, un canto de guerra, un llamado a mis hermanos. El mensaje era claro... "Levántense hermanos, que hoy es día de guerra". Ellos respondieron a mi llamado, sus cuerpos se transformaron, dando paso a los guerreros que llevaban dentro. Respondieron con un aullido, deseosos por la batalla. Así era nuestra raza, así era nuestra naturaleza, nuestros instintos nos guiaban sin fallas. Siempre tan intensos, era la única forma de sentirnos vivos. "Luchamos con euforia, y amamos con pasión".


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).