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Paper Love and Black Heart. por McMaddy02

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Notas del capitulo:

Hola, hola…

Que gusto compartirles un nuevo capítulo.

Continuamos con la intensidad. Pero ahora tenemos dos invitadas especiales en la historia >:3 Mi mejor amiga Estefania Herrera interpretando a Stephania Chanteur y a Cats Dont Draw interpretando a Radharani Chitrakaar. Es raro que las presente xD pero es que son personajes completamente míos y eso me emociona (por supuesto agarré detallitos de su personalidad y apariencia).

También quiero agradecer a The Galaxy Muffin por la idea del hermoso poema aparecido en este capítulo. Les recomiendo darse una vueltita por su página en Facebook y en Tumblr, sé que su arte va a encantarles <3

Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Alan Ituriel.

Sin más que decir, espero que sea de su agrado <3

Sed de ti.

Sed de ti me acosa en las noches hambrientas.

Trémula mano roja que hasta su vida se alza.

Ebria de sed, loca sed, sed de selva en sequía.

Sed de metal ardiendo, sed de raíces ávidas......

 

Por eso eres la sed y lo que ha de saciarla.

Cómo poder no amarte si he de amarte por eso.

Si ésa es la amarra cómo poder cortarla, cómo.

Cómo si hasta mis huesos tienen sed de tus huesos.

Sed de ti, guirnalda atroz y dulce.

Sed de ti que en las noches me muerde como un perro.

Los ojos tienen sed, para qué están tus ojos.

 

La boca tiene sed, para qué están tus besos.

El alma está incendiada de estas brasas que te aman.

El cuerpo incendio vivo que ha de quemar tu cuerpo.

De sed. Sed infinita. Sed que busca tu sed.

Y en ella se aniquila como el agua en el fuego.

 

-Pablo Neruda-

Un regalo, era una caja negra con un moño rojo, colores característicos de quien provenía. El doctor inspeccionaba el exterior del pequeño obsequio sin levantarlo de su escritorio en su laboratorio, el lugar en donde lo había encontrado, no era el primer regalo que recibía y estaba seguro que a ese ritmo tampoco sería el último. Habían pasado días desde aquel suceso desastroso en su laboratorio, aquel momento en el que descubrió que el demonio con el que se había emparejado quizá jamás cambiaría, nunca dejaría de tener arrebatos en su contra cuando su paciencia llegara a un estado crítico. Pasado ese día, había encontrado un sinfín de regalos para él en todas partes; un ramo de flores a su puerta por las mañanas, una caja de bombones en el comedor, prendas elegantes en su habitación y ahora estaba eso, una caja con quien sabe qué cosa, que no tenía ni la curiosidad de abrir. Estaba cansado de todo aquello, no negaba que eran lindos detalles, pero no era lo que ambos necesitaban, Black Hat no llegó a tocar el tema ni una sola vez en los días anteriores, no dormían juntos y tampoco se dignaba a darle los regalos personalmente, pero Flug sabía que no dejaba de pensar en ello, por las noches escuchaba la preciosa melodía de un violín en alguna parte de la mansión, era como si le dedicara composiciones tratando de expresar de esa manera lo que no podía pronunciar.

 

El doctor alejó el obsequio, sacó de un cajón el pequeño sobre negro que contenía la invitación al aniversario de la organización, recordaba bien todos los años en los que asistió como un simple mesero, llevando bebidas, atendiendo ordenes absurdas, soportando a los arrogantes villanos que se mofaban de su posición y aprovecharse de ello para tratarlo como basura, en su momento le daba igual, después de todo era un simple subordinado, pero ¿Qué significaría asistir como invitado? ¿Recibiría respeto? ¿Rechazo? ¿Odio? No sabía a qué estaría dispuesto Black Hat en esa celebración, si realmente haría que fuese tratado como un invitado más o lo dejaría a su suerte en las garras de despiadados seres. La duda invadió su relación, la confianza se estaba perdiendo por un detalle estúpido, recordaba esa ocasión en la que el demonio lo había defendido de las redes sociales realizando una amenaza pública… No más que un acto en beneficio propio, le quedaba claro que para Black él solo era algo de su propiedad.

 

Flug reposó la cabeza en su escritorio, observaba la carta, sentía un pesar en su pecho, una sensación de ansiedad, deseaba que todo acabara y volviera a ser hermoso como antes, pero eso significaría ceder, enseñarle a su pareja que esa era la manera de arreglar sus conflictos, con obsequios caros, no quería eso. Ahora el tiempo libre era fastidioso, tuvo que recurrir a medidas drásticas para obtener un descanso al fin, medidas que esperaba que su jefe jamás supiera, sabotear la página en donde se publicaba el catálogo para así evitar los pedidos en línea le había dado muchos días para terminar sus encargos pendientes, al fin estaba libre, pero ya no había en que usar ese tiempo.

 

Se levantó de su silla, deseaba un café, al llegar a la cocina se dio cuenta que no era el único, ahí estaba Black Hat sirviéndose una taza, inexpresivo y distraído, no notó su presencia de inmediato.

 

-Buenas tardes jefe. –Saludó Flug, incómodo, vertió el café en una taza.

 

Black permaneció en silencio unos segundos, carraspeó y finalmente se dignó a contestar. -Buen día.

 

Reinó la quietud, ambos bebían de su taza de café, miraban a sitios opuestos, sentían la necesidad de decir algo, pero no encontraban las palabras.

 

-Te ha… -Se atrevió Black- ¿Te ha gustado el obsequio?

 

Flug lo miró atónito, no había dicho antes nada sobre los regalos, el demonio le dedicaba una expresión que no veía a menudo; el ceño fruncido presente como siempre pero un tenue brillo de aflicción en sus ojos, realmente lo estaba pasando mal. El doctor sintió culpa repentinamente, hizo a un lado el regalo como si nada y ahora debía responder.

 

-Yo… no he visto que hay dentro.

 

Otro largo momento en silencio se hizo presente. El villano dejó la taza a medio beber en la mesa cuadrada de la cocina y salió a paso rápido del sitio. El joven lo vio salir, como un impulso retardado lo siguió pero detuvo su marcha al verlo atravesar la puerta del comedor.

 

En el pasillo, Demencia se topó con el demonio, como siempre, le dedicó una amplia sonrisa que se desvaneció de inmediato al ver su semblante.

 

El demonio llegó a su oficina con calma aparente, calma efímera, de inmediato golpeó con furia un muro, con su inhumana fuerza lanzó un librero de un extremo a otro, derrumbándolo todo. Estaba frustrado, sentía impotencia, la había liado y ahora no sabía qué hacer, nuevamente se sentía tan ignorante. Creía haber hecho todo lo que se suponía que hacían los humanos al dar una disculpa, pero solo fue ignorado y rechazado, aun no entendía del todo los sentimientos ¿Cómo actuar entonces? Sin tener la mínima idea de lo que su pareja exigía silenciosamente ¿Cómo lo remediaría?

 

Recordó ese doloroso momento, aquél en el que fue tratado con indiferencia, en el que los preciosos ojos verdes que atesoraba no lo miraron con cariño. Dio una invitación que pensaba sería un detalle magnífico, pero una acción pasada lo arruinó todo, fue un arrebato que lo puso en juicio y ahora su verdugo insistía en torturarlo lento antes de darle fin. Definitivamente amar podía ser a veces un acto de villanía.

 

Respiró hondo, chasqueó los dedos y todo regresó a su sitio, de nuevo el lugar estaba en orden. Sabía que tenía que solucionarlo, pero tampoco se iba a dejar vencer.

 

 

 

La chica entró en el comedor encontrando a un científico lleno de angustia que miraba la puerta, inmóvil.

 

El doctor se sentó en una silla y bruscamente dejó caer la cabeza en la mesa del comedor, balbuceaba algo.

 

-Hola Nerd. –Saludó animada.

 

-¿Qué quieres, Demencia? –Preguntó hastiado sin despegar la cara.

 

-¿Me prestas tu dispositivo anti gravitacional?

 

Flug levantó el rostro para mirarla con fastidio. –Demencia, la última vez que te lo presté lo usaste por toda la mansión y adheriste los muebles al techo, ¿Adivina quién tuvo que despegarlos?

 

-¿A caso no fue divertido? –Dijo riendo.

 

-No. Ahora vete, no estoy de humor. –Contestó regresando a su miseria sobre la mesa.

 

La joven permaneció ahí, se sentó en una silla junto a él, lo miraba seria. -¿Por qué no lo perdonas? –Preguntó de repente.

 

-¿Eh?

 

-Estás molesto con él ¿No es así?

 

El doctor volvió a mirarla, estupefacto. –Lo estoy.

 

-¿Por qué no lo perdonas? –Insistió.

 

-Porque… -Inició- Demencia, no creo que deba hablar esto contigo. –Finalizó molesto.

 

-Eres más idiota de lo que pensé. –Comentó, no iba a rendirse.

 

Flug resopló resignado. –Bien ¿Qué quieres decirme?

 

-Respóndeme. –Ordenó tajante.

 

-Porque me hizo daño y no ha hecho nada por arreglarlo. –Contestó serio y cabizbajo.

 

-¿Gritarte? ¿Ofenderte? ¿No es algo que Blacky hace siempre?

 

-Sí, pero…

 

-¿Y cómo podría no haber hecho nada? Nunca había visto a Blacky comprar cosas tan inútiles y dárselas a un tonto como tú.

 

El doctor la miraba sorprendido, se veía seria, incluso molesta, tenía una postura que no conocía en ella, parecía más cuerda que nunca.

 

-Creo que… siendo lo que somos, él no debería tener esos arrebatos conmigo, pensé que había cambiado, pero me equivoqué, volvió a gritarme y estoy seguro de que, si Belle no se hubiera interpuesto, me habría golpeado. –Comentó casi como un susurro, se veía apagado y triste.

 

-¿Estamos hablando del mismo Black Hat? –Preguntó extrañada.

 

-¿Qué?

 

-Nadie puede detener a Black Hat ¿De verdad eres tan torpe como para creer que la zorra fue lo único que lo detuvo? ¡A él le importa una mierda! –Dijo casi a gritos. –Si él hubiera querido golpearte lo habría hecho.

 

Flug permaneció pensativo, tenía mucho sentido. –Pero, él sabe que me lastimó y no ha hecho nada.

 

-Flug, si algo he aprendido como fabulosa arma mortal. –Dijo arrogante- Es que nadie da lo que no tiene. –Continuó, encogiéndose de hombros- Si intentas robarle a alguien pero no tiene dinero, no te dará nada, si quieres que algún héroe idiota te de información pero no la tiene, no te la dará.

 

El doctor se mostró inseguro, no creía entender bien la analogía, afortunadamente la chica se dio cuenta.

 

-Lo que quiero decir es… que si Black Hat no tiene las herramientas para comportarse diferente no podrá hacerlo, deberías poder comprenderlo, eres un pobre estúpido y él lo entiende bien, no intenta cambiarte ¿Por qué tú si a él? –Resopló, le parecía increíble que él mismo no pudiera deducir nada de eso- Si quieres una disculpa, al menos enséñalo a hacerlo, dale las herramientas, pero aun así no intentes cambiar lo que es: el mejor villano.

 

La miraba boquiabierto ¿De dónde había salido todo eso?, se daba cuenta que siempre la había subestimado, Demencia tenía más para dar de sí de lo que había pensado, lo más duro de todo aquello era que tenía razón. Ahora podía darse cuenta que tener dignidad fue lo correcto, pero lo había castigado de más y peor aún, lo hizo sentir que cualquier cosa que intentara era en vano, incluso despreció el último obsequio. Flug se levantó de su silla, hizo algo que jamás hubiera pensado hacer, se acercó y la abrazó con fuerza.

 

-Gracias Demencia. –Dijo con una sonrisa.

 

La chica quedó estática, era lo último que esperaba, aun cuando el doctor la soltó permaneció quieta. –Ew… -Soltó, seria, desviando la mirada.

 

-Quinto cajón del mueble junto a las escaleras. –Dijo antes de salir corriendo del comedor.

 

Demencia sonrió, eso había sido sumamente incómodo, pero se sentía satisfecha.

 

Flug corrió, estaba dispuesto a solucionarlo de una vez por todas. Teniendo en cuenta la hora, en ese momento Black Hat estaría en el gran salón esperando una visita importante, quizá tendría tiempo para hablar con él. Se dirigió a la parte trasera de la planta baja de la mansión, ahí había un salón grande para fiestas que daba al jardín marchito en el patio trasero, el doctor abrió las puertas sin cuidado topándose con una imagen un tanto decepcionante; el villano charlaba con dos mujeres, las visitas habían llegado, la conversación debía esperar.

 

-Flug. –Llamó Black, notándolo- Llegas en buen momento. –Reconoció.

 

Si la ironía tuviera un rostro sería el de ambas mujeres, artistas talentosas solicitadas constantemente por el Lord de la mansión, especialmente en esas fechas, el villano acostumbraba a llamarlas antes de cada aniversario para preparar el ambiente de la celebración y de paso sobarse un poco el ego, así había sido durante décadas.

 

La primera de ellas era Radharani Chitrakaar, una mujer humana de aspecto joven, de rasgos menudos, piel morena clara y pelirrojo cabello corto, llevaba puesto un pantalón pesquero verde y una camisa sencilla color perla, en su cuello se enroscaban varios collares de cuentas negras, tobilleras doradas la adornaban sobre sus pies descalzos y sus ojos se hallaban cubiertos por un vendaje que rodeaba su cabeza. Ella era ciega, las historias contaban que realizó un pacto, intercambió uno de sus ojos por la habilidad de recrear con sus manos todo aquello que su mente imaginara, a su vez, ver en su imaginación todo lo que sus dedos tocaran, y su otro ojo fue cambiado simplemente por la vida eterna, un castigo auto otorgado. Había realizado un pacto con una increíble ambición que no reflejaba, su carácter taciturno, cordial y reservado hacían increíble pensar que haría algo como eso y en especial que fuera tan solicitada por el villano de villanos.

 

Por otro lado, en un extremo totalmente opuesto, se encontraba Stephania Chanteur. Era una mujer sin duda hermosa, de piel clara, pelirrojo cabello largo, un poco robusta pero con curvadas líneas y grandes atributos, lucía un gran vestido victoriano tinto con encaje negro de finales del siglo XIX, le gustaba ser refinada y pomposa. Su rostro era como una pintura barroca, sus labios llevaban colorete rojo intenso, sombra oscura sobre unos ojos grandes de una pupila alargada como la de un reptil que brillaba en tonalidades tornasol, era preciosa pero tenía una imagen bastante inquietante. De igual manera era una humana inmortal, pero se decía que, como Radharani, hizo un pacto con algún ser desconocido, intercambió su hábil audición por convertirse en la músico más talentosa jamás conocida, tocaba cualquier instrumento; desde una simple guitarra, hasta un estilófono. Su don no solo era ser habilidosa con cualquier herramienta musical, incluso su voz, al ser completamente sorda también consistía en escuchar con sus ojos, ella podía ver el sonido y entonar de esta manera hasta la sinfonía más compleja. Por el contrario que la artista ciega, Stephania tenía un carácter duro y parcialmente explosivo, podía ser amable pero al superar su límite se volvía agresiva, Flug recordaba haberla visto clavarle una flauta a un invitado en el ojo por una sugerencia a su interpretación musical.

 

Ambas vivían juntas, trabajaban juntas, hacían todo una a lado de la otra, incluso su estrecha amistad, que nadie sabía dónde había comenzado, era una enorme ironía.

 

-Señor. –Respondió con simpleza acercándose hasta donde estaban.

 

-¿Él es el nuevo modelo? –Preguntó Radharani, con un tono plano, inexpresiva.

 

-En efecto. –Respondió- Doctor, la señorita necesita algo de usted, atiéndala. –Ordenó- Lady Chanteur, venga conmigo.

 

Flug los vio alejarse, la mujer se abanicaba y miraba atenta hablar al demonio. En todo momento Black se mostró un tanto indiferente, no estaba aquella expresión dolorosa, todo aparentaba ser normal. El doctor fijó su atención en la artista ciega, ella permanecía quieta, esperando.

 

-¿En qué puedo servirle? –Preguntó con amabilidad.

 

La mujer se acercó, puso una mano sobre la bolsa de Flug y le dedicó una mueca de disgusto.

 

-Descubre tu rostro. –Ordenó.

 

El doctor la miró desconcertado y nervioso. –Perdón pero no me siento muy cómodo sin...

 

-¡Solo obedece! –Gritó Black Hat desde el otro lado del salón, aparentemente estaba muy atento a lo que sucedía ahí.

 

Resignado y dudoso, el científico se quitó la bolsa y los goggles, los dejó a un lado y esperó impaciente. –Listo. –Comentó incómodo.

 

La artista volvió a acercarse, puso las manos en su rostro y comenzó a acariciarlo, pasaba los dedos delineando cada borde, por encima de sus párpados, pasó de forma simultánea a sus orejas, peinó su cabello, rodeó su cuello y continuó por el resto de su cuerpo, se detuvo intrigada en sus manos. El doctor se sentía avergonzado, era una situación extraña, era como si lo esculpiera, como si intentara moldearlo, su rubor se intensificó cuando la joven acarició ciertas partes más íntimas, aun así decidió no reaccionar. Al llegar a sus pies, Radharani se levantó abruptamente, en silencio caminó hasta una gran maleta rectangular, de ella desdobló un caballete, sacó un lienzo en blanco colocándolo en él, finalmente extrajo pinceles y tubos de pintura, y los dejó sobre una mesa cercana.

 

Flug la vio poner todo en orden y rápidamente empezar a pintar, estaba admirado de la precisión de sus trazos, la velocidad con que los realizaba, no se equivocaba; sabía a la perfección donde se ubicaban los extremos del lienzo, que color era el que tocaba, incluso cuando el pincel ya se quedaba sin pintura. Para él era imposible que realmente fuera ciega.

 

-Incómodo ¿Cierto? –Preguntó de repente una voz femenina y profunda.

 

Stephania se había acercado hasta quedar junto a él, lo miraba divertida. Instintivamente Flug buscó con la mirada a su pareja, salía del gran salón sin siquiera avisar, pero bien ¿Qué tendría que decirle él si en ese momento solo eran jefe y subordinado? Inclusive la indiferencia dolía, debía hablar con él pronto.

 

-Un poco. –Contestó casi como mera cortesía, intentaba no entablar conversación- Si me disculpan, debo…

 

-Fue igual de incómodo la primera vez con Lord Black Hat, y bastante difícil. –Comentó, soltó una pequeña risa- Algo así como intentar darle un baño a un gato, rejego, obstinado, tardamos mucho en convencerlo. –Contó con nostalgia- Afortunadamente Radharani jamás olvida, no es necesario repetirlo.

 

Flug sonrió para sí, era completamente cierto, un felino obstinado.

 

-Creí a Black Hat narcisista. –Dijo Radharani dándoles la espalda- Jamás creí que me pediría pintar para él a alguien más.

 

-No seas imprudente Radha. –Respondió la cantante.

 

-¿Pintarme a mí? –Preguntó sorprendido. Con lo anterior era más que evidente pero por alguna razón no había caído en la cuenta hasta ese momento- Espere… ¿Usted pudo oírla? –Preguntó el doctor extrañado.

 

-Soy sorda, pero puedo ver las palabras. –Explicó orgullosa-  Y lo que dice es cierto, tampoco lo creí posible. El Lord lo pidió para su colección privada, definitivamente debes ser muy importante para él. –Dijo sonriéndole con complicidad.

 

Entre todo su narcisismo, aparentemente había un espacio disponible para él, aunque no podía evitar sentir una ligera duda ¿Se trataba de admiración? ¿O era atesorarlo como un objeto? Todo aquello era un precioso detalle, pero para calmar su mente y su corazón, no debía dejarse nublar por nada, definitivamente tenía que dejar todo en claro con el demonio, aunque le fuese tan complicado hacerlo hablar. Que increíbles marcas tan difíciles de ignorar había provocado una sola acción, en definitiva Demencia tenía razón, pero era como si la duda se le hubiese sembrado cual semilla y ahora creciera poco a poco alimentada de circunstancias externas, tenía que arrancarla de raíz.

 

-O posiblemente porque es hermoso. –Soltó Radha- Eres el villano más bello que he sentido, eres como una mujer. –Dijo sin cuidado.

 

Stephania rio con burla. –Disculpa su encantadora honestidad, pasamos mucho tiempo solas.

 

-No hay cuidado. –Respondió, esos comentarios comenzaban a volverse extrañamente halagadores- Si no necesitan nada mas de mí, con su permiso me retiro.

 

-Adelante, ya tengo lo que necesito. –Contestó Radha, tajante.

 

El doctor salió de ahí, se dirigió a la oficina de Black, con gran nerviosismo respiró hondo antes de entrar. Al abrir las puertas se encontró con el demonio en su escritorio, hablando al teléfono.

 

-Señor, necesito hablar con usted. –Habló con determinación, interrumpiéndolo.

 

El villano lo miró molesto. –Estoy ocupado. –Contestó.

 

-Es importante. –Dijo suplicante.

 

Black no soltó el teléfono, lo miró amenazante. –Estoy ocupado. –Volvió a decir, severo.

 

Flug retrocedió ante esa mirada penetrante y se fue decepcionado, sentía que lo merecía, durante muchos días se portó indiferente y nada agradecido por todos los detalles, suponía que era su pago. Llegó a su laboratorio de nuevo, se sentó en su escritorio y apoyó la cabeza en él, nuevamente se sentía miserable. Un objeto llamó su atención, junto a él estaba el pequeño obsequio de Black Hat, aquel que había ignorado todo el día. Sin pensarlo dos veces abrió el regalo, era nada más ni nada menos que el avión que le hacía falta a su colección, no era el mismo, pero era el modelo que perdió por culpa del villano, ahí, pequeño bajo una cúpula de cristal sobre una base negra, de algún modo era gracioso, era como si con ello quisiera enmendar más de un error.

 

¿A dónde se había ido su valor? ¿Por qué tan de repente se rendía ante una mirada molesta? Era increíble, tanto tiempo a su lado, tantas noches en la misma cama y de repente retrocedió por algo tan simple.

 

-Suficiente. –Se dijo a sí mismo.

 

Decidido, fue a la oficina de nuevo, entró en ella sin siquiera tocar, el demonio seguía atendiendo una llamada, pero no por mucho, Flug simplemente le arrebató el teléfono y lo colgó.

 

-Pero… ¡¿Qué es lo que crees que estás haciendo?! –Gritó Black, furioso.

 

-Necesito hablar con usted. –Respondió molesto.

 

El demonio encajó las garras en la mesa, reprimía una respuesta agresiva, ahí estaba de nuevo esa mirada que le partía su marchita alma.

 

-Ya no quiero seguir así. –Dijo Flug, agobiado- Sé lo que ha estado haciendo por mí, lo reconozco, pero no es lo que necesitamos. –Continuó, ahora se veía angustiado, se escuchaba desesperado- Aunque... no estoy seguro de que usted pueda darme algo diferente.

 

Black lo miraba confundido. -¿Qué es lo que necesitamos? –Preguntó- No… ¿Qué es lo que tú necesitas? –Corrigió acertadamente.

 

Flug permaneció en silencio por algunos segundos. –Necesito… no lo sé. –Admitió, se sentó en una silla cercana- Supongo que necesito sentir que me quiere. –Dijo avergonzado, suspiró- ¿Sabe? Puedo permitir sin problemas los insultos, las ordenes y quizá los gritos, pero no quiero sentir de nuevo que puede hacerme daño… y sobre todo, que no somos una pareja. –Se acercó y tomó gentilmente la mano del villano- Tardé mucho en entender que no puedo cambiarlo, tampoco quiero hacerlo, es solo que quizá mi “estúpida humanidad” necesita sentirse apoyada por quien se supone que es mi… novio. –Finalizó, abochornado.

 

Black Hat estaba atónito, eso había sido muy sincero, no lo esperaba y tampoco sabía reaccionar a ello.

 

-Flug… ¿Por qué estás conmigo? –Preguntó de repente.

 

El doctor quedó mudo, la verdad era que no lo había pensado. Admitía que de él le atraía su cultura, su caballerosidad, incluso su actitud seductora y dominante, pero incluso cosas como esas podrían no importar cuando había dolor de por medio, había algo más que no se pronunció antes. La pregunta era desconcertante, delataba que el demonio no aseguraba narcisista mente que se quedaría a su lado solo por ser él.

 

-Señor Black Hat, yo lo amo.

 

Black se soltó instintivamente, si hubiese podido habría retrocedido. Esa era una frase quizá muy fuerte para él, ambos sabían de su atracción mutua, pero si se ponía a pensar, el doctor jamás le había pronunciado cariño y, aunque Black alguna vez le confesó su enamoramiento, ni siquiera un “te quiero” o “me gustas” había salido de su boca en ningún momento. Lo amaba, de acuerdo ¿Y él?

 

El demonio sabía que había una palabra que de forma sincera era imposible pronunciar para él, iba en contra de todo lo que creía, pero habría de hallar la forma.

 

-Sed de ti me acosa en las noches hambrientas. –Inició en voz baja, serio- Trémula mano roja que hasta su vida se alza. –Continuó, el doctor lo miraba dudoso- Ebria de sed, loca sed, sed de selva en sequía. Sed de metal ardiendo, sed de raíces ávidas... –Recitó, relajó su postura y volvió a tomar la mano del joven dedicándole una mirada determinada- Por eso eres la sed y lo que ha de saciarla.

 

Flug se ruborizó, comenzaba a entender lo que sucedía.

 

-Cómo poder no… Si he… Cómo poder no… -Repitió pausado, erróneo, algo lo frenaba.

 

-Cómo poder no amarte si he de amarte por eso. –Completó el doctor- Si ésa es la amarra cómo poder cortarla, cómo. –Continuó, le dedicó una dulce sonrisa.

 

El villano relajó su expresión, respiró tranquilo, ese bello semblante le traía paz en momentos como ese. -Cómo si hasta mis huesos tienen sed de tus huesos. Sed de ti, guirnalda atroz y dulce. –Siguió.

 

-Sed de ti que en las noches me muerde como un perro. –Sonrió con complicidad- Los ojos tienen sed, para qué están tus ojos.

 

-La boca tiene sed, para qué están tus besos. –Pronunció, se acercó hasta él y plantó un suave beso, fue correspondido de inmediato.

 

-El alma está incendiada de estas brasas que te aman. –Dijo jadeante al separarse.

 

-El cuerpo incendio vivo que ha de quemar tu cuerpo.

 

-De sed. Sed infinita. Sed que busca tu sed. –Regresó el beso, esta vez con más intensidad.

 

-Y en ella se aniquila como el agua en el fuego. –Finalizó.

 

Ambos permanecieron observándose, ese había sido un gran paso, y una bella reconciliación. Al parecer ese tipo de cosas seguían uniéndolos.

 

-Señor Black Hat, lo amo. –Volvió a decir, se subió en el escritorio que los separaba y se echó sobre el demonio, abrazándolo con fuerza.

 

-No lo digas tanto, me da repelús. –Comentó.

 

El doctor rio divertido. –Como usted diga.

 

-Yo… admito que no debí tratarte así. –Dijo con dificultad- No volverá a repetirse. –Aseguró con firmeza-  Y… aun quiero que asistas al aniversario.

 

-Tengo una condición. –Respondió. El villano frunció el ceño, nadie lo condicionaba, pero aceptó resignado- No me deje solo y no permita que me traten como basura.

 

El demonio lo meditó un instante –No puedo permanecer contigo todo el tiempo.

 

-Entonces hágalo en la medida de lo posible, pero aun así no quiero ser tratado como si fuera nada. –Pidió serio, realmente lo deseaba.

 

-De acuerdo.

 

Flug sonrió ampliamente, lo abrazó con fuerza aun sobre sus piernas, le aliviaba que todo estuviera en orden de nuevo y sabía a la perfección que no era el único. Black lo estrechaba en sus brazos, olfateaba su cuello, cerraba los ojos, tranquilo, sentía que algo había sanado, era extraño, pero se sentía bien.

 

A pesar de todo continuaban tambaleándose, aquella condición era crucial inconscientemente, solo quedaba esperar. Mientras las certezas llegaban, el doctor preparaba algo que podría cambiar sus días.


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