En una imponente nave cercana a la tierra, una mujer de piel magenta deslizaba el dedo, similar a una garrar de color rojo, velozmente sobre la pantalla de un dispositivo móvil, se mostraba impasible, pero en su interior la rabia crecía. Por todas las redes sociales, al menos las utilizadas por villanos, se publicaron una gran cantidad de fotografías de la fiesta, ya había pasado una semana y el revuelo no cedía, la principal culpable de eso era Domina Edgy, tenía unas incontenibles ganas de acabar con la joven, especialmente porque muchas de esas fotografías eran de la paliza que la chica lagartija le había propinado esa noche, una humillación que no dejaría pasar fácilmente, suponía que sin esa fuente inagotable de chismorreo el alboroto se acabaría, aunque pretendía acabar con aquello por otro medio. El villano del sombrero de copa la había expulsado de sus listas de villanos aliados, ya no podía hacer pedidos a la organización, no podía llamar o acercarse, así que sus planes comenzaron a tomar otro rumbo.
La mujer desenroscó su cuerpo de artrópodo, caminó hasta el tablero de control de su nave. Quizá lo adecuado para no ensuciar más su reputación sería irse a algún planeta lejano por un tiempo, lamentablemente su inmenso orgullo no le permitía doblegarse ante la burla, era una gran soberana ¿Qué dirían de ella si abandonara la contienda por un insignificante mortal terrícola? Marcó algunos comandos en el tablero y contempló, a través del cristal de su nave, el planeta que empezaba a repudiar.
Preciosa joya sobre sus finos dedos, un anillo de plata con una piedra oscura de procedencia desconocida se lucía hermoso en su mano izquierda, el doctor admiraba aquella joya con anhelo. En la mañana posterior a la fiesta, la fina alhaja había aparecido en su dedo, sin explicación alguna apareció ahí, por el característico diseño y lo costosa que aparentaba ser, de inmediato supo quién se la obsequió, por un instante pensó en cuestionar el motivo, pero era más que seguro que el inmenso orgullo del demonio no le había permitido quedarse de brazos cruzados después de la propuesta, suponía que era una manera de quedar a mano, ahora ambos poseían un anillo de compromiso. El científico suspiraba, se sentía ansioso, deseaba con todas sus fuerzas que aquel día llegara, ahora estaba seguro de que ambos se merecían.
-Doctor.
Le gustaba admirar su mano e imaginar el momento en que colocarían sus anillos de matrimonio.
- ¿Doctor?
Aún tenían tanto que arreglar, tenía contempladas a algunas personas para llevar papeles importantes en su boda.
-Doctor Flug.
¿Quién se sentaría en su lado durante la ceremonia? No tenía familia, alguien debía tomar ese puesto.
- ¡Flug!
El joven salió repentinamente de su trance, devolviendo su atención a su acompañante.
- ¿Me estaba escuchando? –Preguntó la mujer de largo cabello blanco. Susi Amm Villi era su nombre, aquella villana habitante de las montañas nevadas de Finlandia, trataba de explicar su problemática al dominar tierras enemigas, su imponente lobo de cristales azules los miraba expectante.
-Yo… Uh… –Balbuceó, si era franco, no había escuchado ni una sola palabra por parte de la mujer.
Susi se masajeó la cien, frustrada. –Doctor, esto es importante ¿Qué le ocurre hoy? –Por primera vez en todo ese rato, la villana notó la ausencia de los guantes del chico, observó la sortija en su dedo anular y lo miró con sorpresa- ¿Van a casarse?
El doctor reaccionó avergonzado, tarde o temprano todos debían enterarse, después de todo la lista de invitados era larga, la chica lobo estaba entre ellos. –Si. –Respondió rascándose la nuca- Pero por favor no mencione nada, aún no queremos hacerlo público.
La mujer habitualmente tenía un carácter serio, era una fuerte guerrera, estaba más acostumbrada a convivir con bestias que con personas, lo que la hacía fría e indiferente, pero esa vez su reacción fue muy inesperada, sonrió ampliamente y se apoyó sobre el escritorio. - ¡Eso es maravilloso! –Exclamó emocionada- Desde que los vi en la fiesta supuse que ocurriría tarde o temprano, son una hermosa pareja ¿Ya tienes florista?
Flug estaba admirado, jamás la había visto si quiera sonreír. –Em… No.
-Excelente, en las montañas crecen las más hermosas flores de escarcha y cristal, déjamelo a mí. –Se levantó de su silla, se dirigió a la salida e hizo una seña a su lobo para que la siguiera- También me ocuparé del ramo. –Le guiñó un ojo y salió.
El doctor permaneció quieto. –Pero… aun no terminamos…
En su oficina, el dueño de la gran mansión revisaba directorios telefónicos, apuntaba nombres y números en una libreta, de vez en cuando hacía alguna que otra mueca de disgusto y continuaba buscando. Un toque a la puerta lo hizo gruñir.
-Solo entra. –Ordenó.
-Señor Black Hat. –Llamó el doctor.
- ¿Ya tienes lo que te pedí? –Preguntó sin dejar de mirar las hojas.
Flug sonrió enternecido, sabía que era lo que lo tenía tan ocupado. –Aún no termino, pero ya tengo algunos nombres.
- ¿Quiénes?
-Como damas de honor pensaba en…Demencia. –Dijo con dificultad, no era una idea que le encantara, pero ella lo había solicitado y se lo debía- Farfala, Spectre, Domina, Ékrixi y Radharani…
-Ella no. –Dijo tajante- Tengo pensado hacer que Radharani oficie la ceremonia.
-Uh bien, entonces debo pensar en alguien más. –Dijo para sí- Como caballero de honor solo tengo a Dominos Umbra.
El villano despegó la vista de su libreta y lo miró extrañado. –Querrás decir “dama de honor”.
Flug reaccionó confundido, no respondió.
-Dominos es una chica. –Explicó.
El científico continuó en silencio por varios segundos. - ¿Habla en serio? –Respondió al fin.
-Nunca ha sido muy femenina. –Comentó indiferente.
-Ugh, que estúpido. –Dijo tallándose el rostro por debajo de la bolsa, había tratado a la villana como un chico durante toda la fiesta.
-Déjame eso a mí, tengo algunos candidatos.
Flug volvió a sonreír, desde que habían iniciado su relación no le agradaba mucho el verle ocupado, pero en esa ocasión el motivo era muy especial, lo hacía feliz verlo tan interesado. Los días pasados habían hablado de eso casi como si fueran asuntos de trabajo, nada de romanticismo de por medio, pero el doctor ya podía darse el lujo de decir que lo conocía bien, aquello no era más que su orgullo enmascarando sus emociones. Se quitó la bolsa y se acercó al demonio distraído, le depositó un tierno beso en la mejilla. Black lo miró con molestia, ligeramente ruborizado.
- ¿No va a decirme nada? –Preguntó con picardía.
Black lo sostuvo del cuello de la camisa, tiró de ella bruscamente y lo besó, adoraba lo atrevido que era el doctor a veces, se mostraba complaciente, aunque odiaba lo débil que lo hacía sentir, ese mortal se había convertido en una terrible debilidad. Acarició su mejilla marcada, abrió los ojos durante el beso para poder ver un poco de ese rostro indefenso, el rostro de un lobo disfrazado de cordero.
Un timbre los interrumpió, alguien llamaba a la puerta, dos hombres de negocios aparentemente no podían tener un momento de intimidad durante el trabajo.
-Abrirá Demencia. –Dijo Black tratando de impedir que se alejara.
-Demencia salió, lady Belle solicitó sus servicios. –Explicó el doctor sosteniendo la mano del demonio, haciendo que lo soltara.
-Ugh bien, apresúrate. –Contestó con fastidio, casi como un pequeño berrinche.
Flug corrió hasta la puerta, en realidad estaba muy ansioso por tener un momento a solas con su demonio, solo debía atender rápido. Abrió la puerta descuidadamente para encontrarse con una nada grata sorpresa.
-Buenas tardes, escoria. –Saludó Chienne sonriente.
El científico sintió que se le helaba la sangre, estaba seguro de haber palidecido en el instante. Aquello no solo era desagradable, era extraño, todos le habían contado que había sucedido después de que él y Black Hat salieran del gran salón, la manera en que la villana había sido humillada, sin mencionar el hecho de que el mismísimo lord la eliminó de la lista de subsidiarios quitándole cualquier privilegio en la organización e incluso amenazándola con arrebatarle posesiones basándose en un vacío legal en el contrato, a pesar de todo eso ahí estaba, sonriente y airosa, mirándolo con arrogancia.
- ¿No va a saludarme?
- ¿Qué es lo que quiere? Usted no debe estar aquí. –Contestó molesto, la detestaba.
-No te preocupes querido. –Hizo a un lado al doctor y se introdujo en la mansión, observó a su alrededor antes de volver a dirigirse a él- Solo vengo a despedirme, me iré quizá por unos cientos de años de las cercanías de este planeta y me pareció descortés no dar un aviso anticipado.
-Eso… no me parece lógico. –Respondió receloso.
-Lo entiendo, alguien como tú no puede comprender esas cosas. –Rio descarada- Solo quiero que le digas Black Hat que no tengo ningún rencor y que puede acudir a mi si en algún momento lo requiere.
Flug rio, sorprendentemente era una risa muy honesta. - ¿Qué podría necesitar de usted?
Chienne no respondió, solo le dedicó una sonrisa ladina. –Me despido Dr. Flug, le recomiendo tener mucho cuidado, hay peligro entre las sombras, especialmente cuando la luna brilla en todo su esplendor.
La villana salió de la mansión, la puerta se azotó a su espalda. Flug permaneció quieto, miraba el portón, analizaba esas últimas palabras, en realidad no sabía cómo debía interpretarlas ¿Era algún tipo de amenaza? Su móvil vibró, al mirarlo se topó con una publicación hecha por Domina Edgy en un grupo de HatBook “Black Hat x Dr. Flug” al que recién había sido invitado a unirse, era una fotografía de Chienne saliendo de la mansión, acababa de ser tomada, eso le provocó repelús, aparentemente estaban en la mira todo el tiempo. ¿Qué debía hacer ahora?, no podía simplemente ser un bocón cobarde e ir a contárselo todo a Black Hat, esa mujer le molestaba enormemente, lo hacía sentir inseguro, impotente, pero no quería hacerlo. Continuó revisando el grupo, se mostraban muchas fotografías de ellos dos juntos, videos, dibujos e incluso escritos, se detuvo a admirar una fotografía del cuadro que Radharani pintó de ellos dos, recordó las palabras de Umbra “Podrías pedirle el mundo y él te lo obsequiaría.”, era tan cierto. Repentinamente se sintió estúpido ¿Por qué tenía tanto miedo?, el villano de villanos era su pareja y futuro marido, literalmente era intocable, Black era solo suyo, solo tenía ojos para él, Flug era el único con el derecho y permiso de tocar al gran lord, no podía volver a sentirse insignificante.
Con una autoestima acrecentada, se dirigió de vuelta a la oficina, completamente dispuesto a reclamar lo que le correspondía por derecho. La reina demonio lo había amenazado indirectamente, pronto caería el sol, si hipotéticamente en esa noche de luna llena llegaría su fin, al menos quería el sabor de la mantequilla en su boca y una noche desenfrenada como último deseo.
Flug abrió la puerta sin cuidado entrando de vuelta en la oficina, caminó decidido hasta el escritorio del ocupado demonio.
- ¿Que querían? –Preguntó serio, sin mirarlo.
-Nada importante. –Respondió, se posicionó junto a la gran silla de su jefe y lo contempló sonriente.
Black le devolvió una mirada interrogante. - ¿Nada importante?
-Shh... –Puso un dedo en los labios del villano acallándolo, ganándose una expresión de indignación por su parte- Nada importante. –Repitió, le quitó la libreta de las manos y se montó sobre él, de piernas abiertas.
Black lo observaba confundido, el doctor le quitó el sombrero y le abrió el saco con brusquedad. - ¿Qué mierda estás haciendo? –Preguntó molesto.
El científico no respondió, siguió abriendo su saco, comenzó a bajarlo por sus hombros con la intención de quitárselo, rápidamente se quitó la bata y la arrojó al suelo, se le veía ansioso, le sonreía, actuaba sin consultarlo, algo era diferente. Puso ambas manos en el rostro del demonio, lo acarició con ternura, pasó su pulgar por la comisura de sus labios dejando ver sus puntiagudos dientes, la abrió contemplando su legua bífida y salivosa, el doctor se relamió los labios, era una vista excitante a su parecer, no lo pensó más, se atrevió a devorar con hambre la boca del villano, un beso brusco, desesperado, presionaba con fuerza su cabeza, no tenía pensado ni siquiera dejarlo tomar aire, con la gran erección en su entrepierna no era una opción. Al parecer no era el único con un inmenso antojo, la saliva de ambos empezaba a resbalar en sus mentones.
- ¿Qué ocurre? –Preguntó dudoso, jadeando, lo sostuvo de los hombros y lo obligó a detenerse.
Simplemente no era normal, acostumbraba a perder la compostura en algunas ocasiones, pero jamás era tan atrevido, nunca tomaba el control de esa manera, aunque le parecía tremendamente coqueto y tentador, debía admitir que lo inquietaba.
Flug rio. –Señor, hoy voy a montarlo hasta que me parta en dos o hasta que yo lo rompa a usted.
Black se ruborizó, no esperaba algo como eso. El doctor se deslizó hasta el suelo sin dejar de mirarlo, acarició suavemente la entrepierna del villano, abrió la bragueta y sin demorar dejó a la vista el miembro del demonio, sin previo aviso lo introdujo de golpe en su boca, Black se estremeció, jadeaba con cada lamida, cada succión, el científico jugaba con él, lo masajeaba, lo chupaba rítmicamente y cerraba los ojos, gustoso, de vez en cuando le dedicaba miradas pícaras, era obvio que se estaba divirtiendo. Mientras continuaba aquella ardua labor, desabrochó su propio pantalón y empezó a masturbarse, Black no daba crédito a lo que veía.
- ¿Cuándo te volviste tan sucio? –Preguntó sonriendo abiertamente y relamiéndose.
Flug no respondió, con un gesto lascivo, acarició el falo del villano con sus mejillas y sus labios, lo mordió ligeramente en el glande y volvió a engullirlo. Saboreaba el líquido viscoso que escurría de la punta, sentía esa piel suave y lampiña, dejó de chuparlo, desabrochó ese chaleco y camisa que estorbaban, besó ese abdomen marcado, ese pecho ancho, hasta llegar a su cuello. El doctor no tenía pensado hablar, no sentía el deber de dar explicaciones, ambos se deshicieron de las prendas que aún portaban sin dejar de mirarse, no perdían la conexión con los ojos opuestos que embelesaban su espíritu. El joven se sentó de vuelta en su regazo, le dedicó una sonrisa de complicidad, un instante después se estaba dejando penetrar por Black, él mismo se posicionó y lentamente hizo que el enorme miembro del villano entrara en él, inevitablemente un gemido y una expresión perdida y excitada aparecieron.
Black presenciaba aquellos movimientos, como pez en el agua, el chico movía sus caderas, sonreía gustoso, pervertido, él apenas necesitaba sostener sus muslos, el doctor estaba haciendo el trabajo, se sentía fascinado con aquella escena tan sensual, esa libido exacerbada tan propia de alguien fracturado en su moral, impudoroso, le encantaba.
-Ahh… rasgúñeme, hágame sangrar. –Rogó entre gemidos.
El gran lord obedeció, lo que su doncel pidiera, encajó las garras en su espalda, lo mordió sin piedad en el pecho, la sangre escurría por la tersa piel de Flug, un aderezo perfecto para el demonio, se deleitaba con el líquido rojo, continuaba dejando marcas en su piel como si quisiera señalar que cada parte del chico le pertenecía, era embriagante aquel sabor metálico, el olor de su sudor, su interior cálido y húmedo que lo estrechaba provocándole espasmos deliciosos, todo lo que componía a ese perverso joven humano lo tenía cautivado, estaba hechizado y perdido a causa de ese par de esmeraldas.
-Mgh ¡Ah!... soy suyo señor Black Hat.
Aquella oración bastó, Black lo levantó por las caderas y lo recostó en su escritorio, tirando y arruinando cualquier cosa que había allí. Con las piernas de Flug en sus hombros empezó a hacer vigorosas embestidas, los gemidos, gruñidos y roses de ambos resonaban por todo el lugar. El doctor no resistió demasiado, después de algunas estocadas eyaculó, manchándose y al pecho de su pareja.
- ¡Deme más! –Gritó casi como una orden- Quiero más.
En cualquier otra circunstancia sería impensable para el demonio concederle algo bajo una orden, pero se sentía generoso, aumentó la velocidad, el escritorio crujía, quizá después tendrían que remplazar el mueble, era un sexo duro y desesperado.
- ¡Mgah! Pequeño degenerado. –Gruñó Black- No voy a durar mucho más.
El doctor sonrió, era un insulto irónico viniendo de alguien como él. –Hágalo dentro. –Rogó.
Le había cumplido ya muchos caprichos por el momento, continuó moviéndose solo un poco, cuando sintió el orgasmo venir salió de su interior, dejó escapar todo su semen sobre el doctor, bañando su torso e incluso salpicando su rostro.
-Ugh no sé por qué no esperé eso… -Soltó Flug, jadeaba, intentaba reponerse. Como un último acto travieso se relamió las gotas de semen cercanas a sus labios y le sonrió coqueto.
-Sí que ha cambiado, doctor. –Comentó con expresión maliciosa.
Flug se sentó en el escritorio, permaneció en silencio observándolo serio.
- ¿Qué miras? –Preguntó el demonio, incómodo.
El doctor le acarició la mejilla. –Usted dice estar roto… -Inició- Quizá sea cierto, pero yo estaba tan roto como usted, creo que era el fragmento que me hacía falta. –Continuó, Black no reaccionaba- Soy feliz a su lado, soy suyo y usted es mío… lo amo señor Black Hat, esto es… hermoso.
El demonio se ruborizó, sintió sus entrañas revolverse, puso una mano en la cara de Flug, cubriéndola. –Ugh cállate. –Soltó avergonzado- Ahora vístete, aún hay trabajo. –Ordenó y tomó su ropa comenzando a vestirse, no quería devolverle la mirada.
Lejos de molestarse, el joven sonrió, sabía que obtendría algo como eso y que sencillamente era una manera de defenderse, no quiso insistir, solo obedeció.
Por la noche, Flug miraba el techo de su habitación, estaba recostado en la cama completamente extendido, aún con la ropa y zapatos puestos, pensaba en lo que había ocurrido esa tarde, intentaba recordar cómo eran las cosas antes, pero no podía, era como si siempre hubiera estado enamorado de él, como si siempre hubieran sido una pareja con ese sentido de pertenencia, quizá todo el tiempo se pertenecieron y no lo sabían. El doctor se sentó en la cama, una ligera brisa fresca llamó su atención, su ventana estaba abierta, estaba seguro de no haberla abierto en ningún momento. Desconcertado, se acercó con la intención de cerrarla.
-Doctor. –Dijo una voz a su espalda.
Se giró rápidamente, asustado, pero no había nada en el lugar.
-Buenas noches. –Volvió a decir aquella voz.
Repentinamente, antes de poder reaccionar, sintió una fuerte punzada en su cuello, segundos después su vista se nubló hasta quedar completamente inconsciente.