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Paper Love and Black Heart. por McMaddy02

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Notas del capitulo:

Holaa…


Estamos de vuelta con el capítulo semanal.


En esta ocasión no tengo datos curiosos, solo aparecen algunas cosas ya mencionadas, quizá sea de esta forma por un par de capítulos más, los sucesos no dan cabida.


Lo que sí voy a mencionar, es que en este capítulo responderé algunas de sus dudas e intensificaré sus desesperaciones jajaja espero me perdonen.


Me dio mucha risa sus reacciones con la ceguera de Flug y las estupideces de White XD vamos, Flug está enamorado y White… es White.


Bueno, sin más que decir, los dejo leyendo <3


Los personajes de esta historia son propiedad de Alan Ituriel (bebé).


 

Una nave de gran tamaño, de alta tecnología, construida de un metal negro, elegante, discreta, viajaba a gran velocidad, en su interior el movimiento no era perceptible. Un individuo de vestimenta elegante monitoreaba el viaje a través de un panel, se encontraba aburrido, ansioso por llegar a su destino.


White no demoró en emprender su viaje en cuanto lo anunció, esperar más era darle cabida a la dama conejo de negarse a su visita, era una mujer de finos modales, no le gustaba importunar. Tenía un plan, enfrentarse a la conquistadora no sería sencillo, había tanta dificultad en ello como con su hermano, la diferencia era que en ese caso era imposible para él llevar a cabo la misma distracción, debía ser muy precavido y calculador.


En algún rincón de la nave, en un sitio que no solía visitarse, donde la maquinaria operaba y nada podía ser escuchado, una joven se ocultaba sonriente, esperando para ver al fin a su doncella. Cuando el demonio abordó aquella nave, Demencia se escabulló en su interior, estaba decidida a hacerle una visita a Belle a como diera lugar, llevaba demasiado tiempo esperando, el ensombrerado no iba a impedirlo. La joven no había dejado de presentir que algo estaba fuera de lugar, pero tenía la certeza de que fuese lo que fuese que le sucediera a Black, la villana tenía el poder de solucionarlo, confiaba plenamente en ella, no tenía nada que temer. En cuanto la visita del demonio finalizara podría ver tranquilamente a Belle, se las arreglaría después para volver a casa, nadie notaría su ausencia, el plan perfecto.


Mientras tanto, en un enorme y lúgubre castillo, su reina de piel aguamarina esperaba pacientemente una sorpresiva visita. La mujer pasaba el dedo sobre una tableta, veía sus redes sociales, aunque realmente no les prestaba atención, su mente estaba en otra parte. En cuanto recibió aquel mensaje urgente de la chica, no tardó en prepararse para acudir a su llamado, pero repentinamente el demonio quería presentarse el mismo ante ella, algo inusual, más inusual incluso que las inquietudes que la joven le comentaba, conocía al villano como la palma de su mano, era un ser que no cambiaba con facilidad, al menos no de un día para otro, lo que la joven decía era más que sospechoso, pero no podía adelantarse a hacer acusaciones, debía corroborarlo ella misma.


Un ruidoso sonido anunció la llegada del invitado, una nave aterrizaba cerca del castillo. Dryadalis apareció junto al portón, se encargó de abrir la puerta, el ensombrerado entró con una amplia sonrisa maliciosa al castillo, divisó rápidamente el trono de Belle y a ella.


-Lady Belle, -Saludó, hizo una leve reverencia.


-Mi lord Black Hat, es un placer recibirlo en mi hogar.


En las afueras del castillo la joven villana salía a hurtadillas de la nave. No podía simplemente entrar por la puerta principal, de hecho, el plan era no ser vista hasta que finalizara la visita de su jefe. Ocultándose de los guardias, logró escabullirse hasta subir a uno de los muros del castillo, intentaría llegar a una ventana y entrar silenciosamente. Se detuvo frente a uno de los ventanales que dejaban ver la entrada y el trono de la dama, derribar cualquiera sería una tarea sencilla, pero debía esperar para no ser descubierta. La charla de los grandes villanos llamó su atención, sintió la curiosidad de saber el desenlace, se acomodó frente al ventanal, medianamente oculta, no podía escuchar nada, pero podía verlos perfectamente.


-Debo decir que me ha sorprendido bastante que decidiera venir a verme. -Comentó la dama- ¿Hay un motivo en particular?


-Hay algo de lo que necesito hablarle, -Contestó serio- un detalle en torno a la asociación de héroes.


La mujer ladeó la cabeza, confundida. - ¿De qué se trata?


El demonio se giró, dándole la espalda, iniciando su discurso con naturalidad. -Escuché rumores acerca del plan de un grupo de agentes que...


White fue abruptamente interrumpido, el demonio se giró con velocidad bloqueando un golpe directo de la dama conejo. La mujer retrocedió, sus ojos se encendieron, su cuerpo se volvió vaporoso y oscuro, se abalanzó en contra del héroe, cambiando las proporciones de su cuerpo intentó asestar un par de golpes.


- ¿Dónde está Lord Black Hat? -Preguntó frenando sus movimientos, su voz generaba eco.


El héroe esquivó cada ataque con mucha habilidad, no se inmutó en ningún momento, sonreía abiertamente. -Divertido... -Dijo con una expresión maliciosa, extendió ambos brazos y retomó su forma original, incluso decidió gastar un poco de su energía en volver a portar su atuendo, detestaba el color negro- Esto... no me sorprende, era de esperarse que la suprema conquistadora fuese tan perspicaz, supongo que estuve en desventaja todo el tiempo, debe atesorar su poder para predecir el futuro.


-Ni siquiera tuve que usarlo, -Contestó sin perder su transformación- es común que un novato cometa errores, -Se burló- aunque esperaba más del hermano del mismísimo creador de la técnica.


- ¿Errores? -Preguntó ofendido.


-Lord Black Hat jamás hace una reverencia ante nadie que no sea él mismo. -Respondió sonriente.


La mujer volvió a atacarlo, eran golpes cuerpo a cuerpo, esquivaba fácilmente los ataques del demonio, simplemente su cuerpo se evaporaba en cada contraataque.


Belle jamás pensó que volvería a ver a White Hat, mucho menos que tendría que pelear con él, admitía que, después de notar que no se trataba del ensombrerado negro, le costó aceptar que estaba frente al héroe, después de todo ambos demonios tenían un acuerdo que a ninguno le convenía romper, aparentemente algo muy convincente hizo que el demonio blanco cambiara de opinión.


En el mundo de los demonios, ese basto océano de criaturas oscuras de diferentes índoles, aquellos poderosos seres, independientemente de ser villanos o no, estaban enfrascados en una sociedad llena de jerarquías, entre más antiguo y poderoso fuese el individuo, más respeto se le debía, así funcionaba su mundo. En el entorno de la villanía la estructura era similar, los villanos más respetados eran aquellos con mayor antigüedad, experiencia y poder, muchos de ellos con títulos nobiliarios auténticos. En el caso de Black Hat, un ser que vivía bajo ambas estructuras, era de vital importancia mantener aquel respeto, o al menos así fue en su "juventud", su reputación llegó a ser frágil como la de cualquier sujeto que recién pisara los terrenos del poder, no había cabida en su vida para errores y ahí era justo donde White Hat entraba; un demonio con inmenso poder, con una ascendencia de familiares dedicados a sembrar el terror... un demonio que pasaba su vida siendo un bonachón, inadmisible. Todo aquello era bien sabido por los villanos de antaño, entre ellos Belle, la familia de Black Hat era un tema bastante delicado, prácticamente prohibido, cualquier aliado del demonio negro que conociera a White Hat tenía estrictamente prohibido hablar de su existencia, para Black no merecía ser nombrado, no quería ser relacionado con tal bajeza.


Ahora estaba ahí, el demonio exiliado hacía acto de presencia sin una justificación, algo muy grande estaba ocurriendo y seguramente no acabaría bien.


A cualquiera le gustaría pensar que la villana tenía realmente una ventaja, pero White se divertía, atesoraba el momento, había pasado mucho sin una emoción de esa talla. El héroe decidió no perder demasiado el tiempo, su cuerpo se deformó ligeramente, se mostraba más bestial, sus ojos se tornaron completamente blancos y su sonrisa era mucho más fiera al igual que sus garras.


Desde el ventanal, Demencia presenciaba la batalla, incrédula. Tenía razón, tuvo razón desde la primera señal, algo no andaba bien con el demonio, pero aquello iba incluso más lejos, no era el demonio negro, era un impostor, un ser muy similar a él y aparentemente igual de fuerte. La dama conejo parecía estar en aprietos, ambos combatientes se movían de un lado a otro, entremezclaban sus energías, la mujer se mostraba como una gran bestia oscura, atacaba sin piedad. La joven no sabía que hacer, se debatía si debía intervenir o simplemente presenciar el desenlace, no estaba segura de poder con una batalla de esa talla, jamás se había enfrentado a Black Hat, podría resultar una locura más allá de lo habitual. Conocía a Belle, la conquistadora era muy inteligente, debía tener algún plan, no podía intervenir hasta no tener la certeza o podría arruinarlo.


-Me sorprende que hayas decidido abandonar tu madriguera, rata blanca. -Despotricó Belle en medio de la pelea.


-Me decepciona, Lady Belle, siempre admiré sus perfectos modales.


-No puedo mostrarme educada frente a un héroe de pacotilla, -Rio divertida, intentaba provocarlo- ¡¿Dónde está Lord Black Hat?!


-No se preocupe, pronto voy a mostrárselo...


White se detuvo, harto de los juegos tomo a la mujer por la cabeza aun cuando ella se evaporaba intentando zafarse, parecía no ser efectiva la magia de la villana, todo era un simple juego para él. Irrumpió en su técnica volviéndola solida nuevamente y la azotó contra el muro más cercano.


La mujer cayó de rodillas al suelo, aparentemente abatida y con la cabeza gacha.


-Vaya... que decepcionante, -Dijo el demonio con disgusto- pero no debe preocuparse, hermosa dama, usted siempre será la magnífica conquistadora interplanetaria, aquella gran mujer que alguna vez sembró el terror en el universo... -Dramatizó, sonrió con un gesto dulce inclinándose para mirarla- siéntase orgullosa, ha dejado un gran legado, la recordaremos.


Después de varios segundos de silencio, la dama levantó el rostro, sus ojos brillaban y mostraba una amplia sonrisa, las orejas sobre cabeza se volvieron un par de imponentes cuernos. -************* -Pronunció en una lengua muerta.


Algo golpeó a White por un costado, tomándolo desprevenido y lanzándolo lejos de la villana. Una gran bestia oscura se había lanzado en su contra, mostraba un cráneo de conejo en lugar de cabeza, su cuerpo estaba desproporcionado, caminaba en cuatro patas anormalmente largas.


El demonio se incorporó, colérico, alzó un brazo, lanzó un rayo rojizo hacia la bestia, una y otra vez, haciéndolo gruñir, quemaba como el fuego.


-Dryadalis... -Llamó Belle, preocupada, el pooka era fuerte, pero no lo suficiente.


Belle se puso de pie, levantó una mano, en ella apareció una lanza negra de gran tamaño, la arrojó con precisión, el objeto se clavó en el pecho del héroe y de paso lo ensartó en el muro a su espalda, atrapándolo.


-Maldición... -Se quejó el demonio, intentó retirarla, una sangre espesa escurría de ella- es doloroso... -Dijo sin borrar su gesto burlón.


Demencia no podía soportar más la angustia, el combate estaba muy reñido, la calmaba un poco ver que la mujer empezaba a tener el control de la situación, aquella era la lanza de Longinos un objeto conocido para ella, un arma ideal contra los héroes, le daba el poder a su portador de inclinar la balanza a su favor, la villana podía ganar.


-Sabes lo que es eso ¿No es así? -Preguntó la dama conejo, se acercaba cuidadosamente a él.


-Por supuesto, -Respondió con dificultad- la famosa lanza del destino.


-En efecto, aquel gran artefacto que puede hacer cumplir la voluntad de su portador, hacer el bien o el mal... En mi poder es el arma que puede abatir el corazón de un héroe sin problemas. -Explicó con expresión triunfante.


-Muy inteligente... -Admitió White, la sangre no dejaba de correr.


-Es momento de que hables ¿Dónde está Black? -Cuestionó amenazante.


-Supongo que merece saberlo... El problema es que está olvidando algo, hermosa dama.


- ¿De qué hablas?


-Soy un demonio, yo no tengo el corazón de un héroe. -Aclaró.


White tomó la lanza en su pecho, con dificultad logró quitársela, la sangre escurría con abundancia, pero sus heridas comenzaban a sanar, arrojó el objeto al suelo, no tenía necesidad de usarlo.


La mujer, sintió un frío en su pecho, retrocedió alarmada, eso era un problema grave, era su mejor plan, no significaba que no tuviera más poder, sencillamente no existían muchas maneras de enfrentar a alguien como él. Sintió el sudor en su frente, trataba desesperadamente de encontrar una solución.


-Solo quiero decirle que verla de nuevo ha sido súper duper divertido, le agradezco. -Dijo en tono cantarín.


-*****... -Contestó Belle con angustia.


El demonio se volvió una sombra, se lanzó sobre ella, envolviéndola, tras varios segundos, la oscuridad en la que el héroe se había transformado ahora era una gran esfera oscura y flotante en medio del salón, era como si ambos se hubiesen sumergido en un agujero negro.


La chica lagartija gritó alarmada, golpeó el grueso cristal del ventanal hasta romperlo, cayó desde una altura demasiado grande para ella, al tocar el suelo sintió dolor recorrer sus piernas, pero no le importó, corrió con velocidad hasta aquella esfera. - ¡Bonnivet! -Llamó con apuro.


- ¡No se acerque! -Gritó una voz masculina.


Dryadalis retomaba lentamente su forma habitual, se acercó a ella, su rostro de conejo se encontraba lleno de fisuras, chamuscado, mal herido.


La joven lo miró con angustia. - ¿Qué dices? ¡Bonnivet está en peligro! Tengo que ayudarla. -Habló con urgencia y volvió a acercarse a la esfera.


El pooka se enganchó de ella, la abrazó por la espalda sosteniéndola con fuerza.


- ¡Hey! ¿Qué estás haciendo? ¡Suéltame! -Gritó mientras forcejeaba.


-No puede acercarse, es una batalla que no puede ganar.


- ¡Ella está en peligro! -Demencia estaba desesperada.


-Solo se pondrá en peligro a usted misma. -Advirtió.


- ¡Prometí que la protegería! -Grito furiosa, tomó impulso y logró darle un giro a la situación, lanzó al pooka varios metros lejos de ella.


-Si entra ahí ya no habrá nadie que pueda protegerla más. -Comentó con apuro, se levantó nuevamente.


La joven paró en seco. - ¿De qué rayos hablas, conejo? Si no la ayudo ahora, ella morirá.


-No va a matarla a ella, -Aseguró- no puede... pero no puedo decir lo mismo de usted, debe permanecer con vida, es la única que puede resolver este problema, la única con la libertad de hacerlo.


-Pero... no puedo simplemente dejarla sola... -Dijo angustiada, las lágrimas comenzaron a desbordarse, sentía desesperación, pero no podía ignorar las palabras de Dryadalis, no sabía qué hacer.


-Confíe en mí. -Suplicó.


Dentro de un oscuro abismo, un sitio generado a partir de un deseo ambicioso, la dama pooka se despertaba, a su alrededor solo había profunda oscuridad, nada a la vista, era como algún tipo de habitación infinita y desolada. La mujer caminó lentamente alrededor del lugar, con precaución, intentó usar sus habilidades, no sentía ni una sola presencia, tampoco pudo definir las dimensiones.


Una risa conocida hizo eco en todo el sitio, la villana se preparó para cualquier ataque.


- ¿Qué pasa mi lady? -Habló el demonio desde algún lugar lejano, su voz se escuchaba desfasada, como si se trataran de varias voces resonando al mismo tiempo- ¿Le molesta no saber qué hacer? Quizá es la costumbre... de tener siempre el control de la situación.


La mujer miraba a todos lados, ahora podía sentir su presencia en cada dirección.


- ¿Qué ocurre? ¿A caso se siente sola?


- ¡Sal de una buena vez! ¡Cobarde! -Gritó.


- ¿Cómo va con eso? ¿Aún teme que la abandonen?


A su alrededor diversas sombras aparecieron, era la silueta del demonio, aparecían y se esfumaban una y otra vez, eran sombras que se desvanecían. Desesperada, la villana comenzó a atacar, lanzaba rayos de energía púrpura a todas direcciones tratando de acertar, no tenía muchas opciones.


- ¿Le teme al abandono?


- ¡Ya basta! Aparece de una buena vez.


El sonido de pasos firmes a su espalda la hicieron reaccionar, rápidamente se giró y atacó sin piedad. Lamentablemente la imagen frente a ella fue la más ingrata de su vida.


-Bonnivet... -Habló el ser frente a ella.


Demencia se desplomó en el suelo, un gran agujero en su estómago la hacía sangrar sin control.


Belle presenció el suceso, estática, todo pasaba lentamente frente a sus ojos, el miedo creció rápido, sus mejillas se humedecieron.


- ¡No! -Soltó en un grito desgarrador, corrió hasta ella dejándose caer de rodillas a su lado- No, no, no… no puedes. -Dijo entre el llanto.


-Ugh... Bonnivet... yo solo quería verte. -Dijo con dificultad.


La dama no sabía qué hacer, no entendía nada, no quería aceptar lo que acababa de ocurrir. -Yo... Demencia, yo no sé qué hice, no sabía... no puedes dejarme...


La chica sonrió en la medida de lo que pudo, tomó las manos de la villana entre la suyas y depositó un pequeño objeto. Belle sintió entre sus manos algo similar a una pequeña caja, no sabía lo que ocurría, pero no iba a cuestionarlo.


-Lo siento tanto...


Demencia negó con la cabeza, dirigió la mirada a las manos de ambas, la joven sostenía las de la dama entre la suyas. Belle prestó atención a lo que observaba la joven, sintió como guiaba sus manos, las separaba de apoco, le parecía sentir que el objeto se dividía, cuando finalizó, la dama apreció con terror lo que la chica había revelado.


-Esto no es real... -Murmuró.


En sus manos portaba la pequeña caja de pandora, abierta y tan hambrienta como antes. La figura de la joven se desvaneció, no era más que una cruel ilusión. El cuerpo de Belle se volvió energía oscura, lentamente se transformó en una pequeña perla traslúcida entrando a la caja, la cual cerró de inmediato y cayó al suelo.


El demonio blanco se hizo presente, tomó la pequeña caja y sonrió triunfante. -Que curiosa pesadilla... no esperaba que se tratara de la chica, esta sí que es una sorpresa, que miedo tan... inusual. -Admiró el objeto- Ya debes estar satisfecha, ya tienes tus siete reliquias, eso significa que debería poder abrirte sin problemas. -Temeroso, levantó la tapa de la caja, nada ocurrió, sin peligro la caja reveló siete diminutas perlas de cristal negro. El demonio dio un saltito de alegría- Excelente, estamos listos.


En el castillo, Demencia se debatía, estaba aterrada de haber errado, sin embargo, suponía que el pooka tenía la razón, de todas maneras, ya no había vuelta atrás, ya no podía hacer nada más que alejarse. La joven observó al espíritu, lentamente su cuerpo comenzaba a desvanecerse.


- ¿Dryadalis? -Llamó angustiada.


-Ya no hay tiempo. -El pooka la atrapó en sus brazos, rápidamente la llevó al interior del castillo en algún lugar lejano a la esfera oscura- No salga de aquí, -Pidió mirándola de frente- debe esperar a que él se vaya, después debe alertar al doctor Flug, usted no puede hacer esto sola.


- ¿Qué está sucediéndote?


-Sin Lady Belle yo no existo... confiamos en usted.


Es espíritu se desvaneció por completo, la joven atrapó el cráneo antes de caer, lentamente se hizo cenizas, deslizándose entre sus dedos. La chica estaba aterrada, era demasiado para ella, pero no tenía opción, no podía abandonarlos, debía hacerlo por Belle.


White Hat salió del agujero negro, observó con cuidado su alrededor, no había un alma, todo pooka se desvaneció, sonrió satisfecho tras pensar que otro pueblo estaba libre de la opresión al fin, quizá más de uno. Caminó a la salida, debía volver cuanto antes, su tarea estaba hecha.


Demencia aguardó paciente, los motores de la nave se encendieron, era la señal que esperaba. Salió rápidamente, buscó a su alrededor algo que pudiese ayudarla, divisó un teléfono antiguo en una mesilla cercana, por su aspecto supuso que era la línea que conectaba a la mansión, tenía la intensión de comunicarse con el doctor, sin embargo, pensó en la imprudencia del joven, si lo alertaba cabía la posibilidad de que quisiera actuar por sí mismo, no era buena idea, debía volver. Corrió a la salida, haló el enorme portón, abriéndolo, paró en seco al encontrarse con una cara conocida.


- ¿Demencia? -Pronunció con sorpresa una voz familiar.


-Teresa Gluck... ¡Teresa! -Llamó con urgencia sosteniéndola de los hombros- ¡Tienes que ayudarme!


...


En la mansión, el doctor continuaba con sus labores, aburrido y hastiado, se estaba hartando de esperar al demonio, quería pasar un tiempo con él a solas, pero el villano parecía repentinamente muy ocupado. Se levantó de su asiento estirándose, salió del laboratorio caminando hacia la recepción, pensaba que tal vez Black volvería pronto, llevaba consigo el rayo encogedor, debía guardar la nave cuando el demonio la desocupara.


El ruido en el exterior anunció la llegada del ensombrerado. El científico se acercó de inmediato a recibirlo, abrió la puerta topándose con esa sonrisa maliciosa que tanto adoraba.


-Bienvenido señor.


White lo abrazó sin decir nada, acarició su cabellera castaña, era adorable ser recibido de esa manera, podría acostumbrarse, de hecho, el joven comenzaba a gustarle bastante, finalmente su estancia terminó por ser acogedora, su hermano sí que tenía la gran vida. Extendió su mano observando un anillo en su dedo anular, tuvo que simular la sortija de matrimonio para evitarle algún disgusto al chico, pensó en sentirse libre de ser llamado "esposo", después de todo el auténtico marido del científico no volvería más.


El doctor suspiró tranquilo, le gustaba sentirse estrechado, con su mano libre acarició el pecho del demonio. Un objeto en el bolsillo de su gabardina llamó su atención, palpó discretamente aquello, era pequeño, introdujo la mano y lo tomó, observó la pequeña caja de madera oscura con extrañeza. Repentinamente un escalofrío recorrió su cuerpo, sus dedos entumecieron, tocarla era ardoroso, como si hubiera tomado un hielo entre sus manos por demasiado tiempo.


- ¿Qué es esto? -Preguntó intrigado, separándose.


El demonio le arrebató el objeto de inmediato y volvió a guardarlo, no pudo evitar mostrarse molesto. -Un obsequio de Lady Belle. -Explicó tajante, caminó al interior de la mansión- Vamos al laboratorio, terminemos con nuestro asunto pendiente. -Ordenó.


-De acuerdo... señor. -Contestó inseguro, lo siguió.


Había algo en su actitud que lo descolocaba, aceptaba que desde el día anterior había algo un poco diferente en él, pero parecía acrecentarse, estaba preocupado por eso, no estaba seguro de que fuera algo positivo, no del todo, y sabía que el demonio no se abriría fácilmente.


El científico detuvo su marcha, un extraño cansancio lo invadió, el entumecimiento en sus manos no había desaparecido, por el contrario, se extendía.


- ¿Ocurre algo? -Preguntó White, receloso.


-No lo sé... me siento extraño.


La somnolencia terminó por dominarlo, de un momento a otro perdió el equilibrio y cayó. White logró atraparlo antes de que llegara al suelo, lo cargó en brazos. Aquello le pareció un suceso más que extraño, sospechoso.


...


-No… no puedo entenderlo, lo que me dices es muy extraño. -Comentó la rubia.


-Juro que es verdad, debes saber algo al respecto. -Aseguró Demencia.


Ambas chicas se encontraban a las afueras del castillo, la joven villana le había contado a detalle cada suceso en un afán de encontrar una solución.


La duende se encontraba confundida, llegó al planeta por cuestión de negocios, no esperaba recibir una noticia así.


-Ahora que lo mencionas, -Inició pensativa- hay rumores, he escuchado acerca de alguien similar a quien mencionas, pero de ser así estaríamos tratando con el mismísimo hermano de Black Hat.


- ¿Hermano? ¿Black Hat tiene familia?


-Se rumorea que sí, no estoy segura de que tan cierto sea, pero lo llaman White Hat, es la oveja negra del mundo de los héroes, trabaja para ellos en un negocio similar al de nosotros.


La joven estaba estupefacta, era algo impensable, imposible. Lamentablemente si aquello era cierto entonces estaban en un problema mucho más gordo de lo que pensaba.


-Tenemos que hacer algo.


-En definitiva, -Respondió segura- pero no podemos hacerlo solas, si ese tipo fue capaz de vencer a Lady Belle entonces está fuera de nuestro alcance.


-Debemos dar con Black Hat.


-Dices que él hizo esfumarse a madame Belle, es posible que haya hecho lo mismo con Lord Black Hat, no podremos encontrarlos fácilmente, debemos interrogarlo... derrotarlo.


- ¿Cómo?


-Conozco a alguien...


- ¿Quién?


-Es un demonio bastante flexible, tal vez pueda hacer algo, pero debemos ir a la tierra, no puedo llamarlo desde aquí. -Sacó un artefacto, era un arma.


-Conozco eso... ¿Un rayo interdimensional?


-Así es, -Contestó sonriente- Flug me lo obsequió para hacer mi trabajo más sencillo.


Teresa apuntó el arma, un portal se abrió frente a ellas, ambas lo atravesaron apuradas. Llegaron a la ciudad, a las callejuelas desoladas cercanas a la mansión. La rubia tomó su teléfono móvil, marcó un número, hablaba con alguien mientras la demente villana la observaba atenta.


-Qué extraño... -Dijo colgando el móvil.


- ¿Qué ocurre?


-Intentaba comunicarme con Lord Orco, pero su esposa dice que tiene días desaparecido, esto sí es alarmante, es uno de los grandes villanos, ahora tenemos una opción menos. -Volvió a marcar otro número- Dame un minuto.


Mientras tanto Demencia pensaba en sus opciones, no había muchas, debían pedir ayuda urgente, no lograba imaginar dónde podrían estar un par de súper villanos enojados, seguro estarían furiosos, en realidad... si lo pensaba mejor, no tenía sentido que estuvieran juntos, sería demasiado imprudente por parte del ensombrerado blanco, quizá tendrían que buscar en más de un lugar.


-Esto es imposible, -Dijo Teresa- Él no está en Saltadilla.


- ¿Te lo dijo algún secuaz?


-No, el alcalde. -Respondió con sencillez- Esto huele mal... tal vez Lord Black Hat y Lady Belle no son los únicos afectados.


- ¿Crees que haya sido él?


-Es una posibilidad. -Contestó angustiada- Estamos en problemas, Lord Black Hat es el pilar de la villanía, sin él todo villano es vulnerable, estamos en peligro.


-Necesitamos información.


- ¿En qué piensas?


-Domina Edgy.


...


Oscuridad, todo a su alrededor lo era, pero no era profundamente negro, una neblina roja inundaba el ambiente. No sabía cuándo fue que llegó ahí, ni siquiera recordaba haber despertado, era como si solo hubiera tomado conciencia de repente. Flug se puso de pie, no estaba asustado, solo desconcertado, dio varios pasos por el lugar.


-No le creas... -Habló una voz seseante, como un susurro en su oído.


El doctor miró a todas partes, buscaba el origen.


-Él miente... -Volvió a decir.


- ¿Qué está sucediendo? -Preguntó en voz alta.


-Siempre lo hace... no debes creerle...


La voz parecía femenina, pero era difícil saberlo. La neblina se aglomeró frente a él, una silueta negra se delineó en ella, era el rostro de un gigantesco ser, mostraba cuatro ojos rasgados y una amplia sonrisa. El científico se sobresaltó, retrocedió.


-La caja... es la caja...


- ¿De qué hablas? -Preguntó temeroso.


Una sensación pesada apareció en su pecho, repentinamente la temperatura bajó, se sintió profundamente triste, sin explicación, las lágrimas inundaron sus ojos.


La neblina revoloteó de vuelta, frente a él apareció el mismo ser, en un tamaño más normal, quizá medía un poco más de dos metros, la neblina dibujaba un cabello largo y abundante, una silueta femenina de largo vestido, con ese rostro extraño. El ser tomó las manos del joven, en ellas puso una pequeña caja y la abrió.


Flug apreció expectante el momento, en sus manos portaba una caja de madera oscura bastante conocida, en su interior tenía siete pequeñas perlas negras sobre una base roja.


-La caja...


- ¿Qué hay con ella?


El ente rio, pasó suavemente la mano por encima de la caja, cuando volvió a revelarla, seis de las siete perlas estaban abiertas, rotas por la mitad.


-Él miente... siempre lo hará... -La figura lo observó en silencio por varios segundos, detuvo su mirada en su vientre, volvió a mirar su rostro, lo acarició dulcemente- La esperanza es lo último que se pierde...


- ¿Qué... qué quieres decir?


-Despierta...


Flug se incorporó asustado, su corazón latía rápidamente, su frente goteaba por el sudor. El doctor se descubrió a sí mismo en su laboratorio, parecía descansar en una de las camillas en las que experimentaba. Se inspeccionó, estaba entero, sus manos vacías, aunque aún permanecían heladas.


-Despertaste. -Habló el demonio, estaba a su costado, tecleaba algo en un gran ordenador, el ordenador principal.


- ¿Qué ocurrió? -Preguntó desorientado.


-Te desmayaste.


-Oh... Supongo que debe ser lo mismo que me ha hecho vomitar últimamente. -Comentó, observó la pantalla del ordenador- ¿Qué está haciendo?


-Revisaba algunos detalles del sistema, pero no puedo ver nada relacionado a la seguridad sin una contraseña, necesito que me la proporciones.


El doctor reaccionó confundido, no subestimaba a su marido, pero esas eran muchas palabras complejas para una sola oración dicha por él, le sorprendía que entendiera lo que veía en la pantalla.


-Él miente... -Escuchó detrás de él.


Se giró asustado. -Pero qué...


- ¿Qué sucede? -Preguntó el demonio, lo observaba confundido, ligeramente receloso.


- ¿A caso usted no...? -Inició, pero se detuvo, sintió que no debía comentarlo- Olvídelo, lo ayudaré de inmediato.


...


-Están en lo correcto, el último movimiento de Él es de hace al menos tres semanas, lo mismo con los otros, todo repentino. -Declaró Domina Edgy.


Las tres jóvenes se encontraban en una especie de laboratorio de paredes rosadas, lleno de artefactos y armamento, frente a ellas se alzaba un muro repleto de pantallas, todas con una imagen distinta y un tablero con muchos botones.


- ¿Sabes el motivo? -Preguntó Teresa.


-No, pero al parecer el método coincide.


- ¿Quiénes son? -Cuestionó Demencia.


-Todos... los más poderosos, no hay rastro de ninguno.


-Ugh... Maldición ¿Ahora qué?


-No lo sé, pero, por lo que ustedes me han contado, si no nos movemos pronto puede que las cosas empeoren, estamos contra tiempo, no conocemos su plan y ya no hay nada que nos respalde. -Habló Domina con angustia.


-Tenemos dos opciones. -Inició Teresa- Huir o atacar sin prepararnos.


-Entonces tomen sus armas. -Declaró el Alebrije.


-Esto pinta mal... pero tienes razón, no podemos quedarnos de brazos cruzados, la opción en realidad solo es una.


-Pero no nosotras tres, -Dijo la duende- al menos pediremos apoyo... de quien sea posible.


-Bien, comenzaré a contactarlos.


-No hay tiempo. -Dijo Demencia con urgencia.


-No podemos ir solo nosotras, nos acabará en un instante.


-Entonces nos daré tiempo. -Anuncio la joven demente.


-Es muy peligroso que tú...


-Oh no... -Interrumpió Domina.


- ¿Qué? -Preguntaron al unísono.


-El sistema está completamente abierto.


- ¿De qué hablas?


-La seguridad, la red está al descubierto, puedo incluso entrar en el sistema de Black Hat, de todos, estamos desnudos... esto es malo, nos expusieron a la organización de héroes, nuestra ubicación ¡Todo!


-Oh mierda... pero no lo entiendo, eso solo puede ocurrir desde...


-La mansión, -Completó Demencia- el ordenador principal... Flug.


- ¿Ahora qué?


-Solucionarlo, no hay opción, tengo que irme ¡Busquen ayuda! ¡Les daré tiempo! -Anunció y abrió la ventana.


- ¡Puedo transportarte! -Gritó Teresa.


- ¡No sabemos que hay en los alrededores! Debo ser precavida ¡Me voy! -Finalizó y salió veloz.


...


- ¿Está seguro que sabe lo que hace? -Preguntó Flug.


Estaba alarmado, lo que el ensombrerado hacía no pintaba bien, estaba muy arrepentido de haberlo permitido.


-Por supuesto. -Respondió serio.


-Quizá podría dejarme echar un vistazo...


-No. -Contestó tajante- Retírate. -Ordenó.


El doctor estaba atónito, pero finalmente convencido de que aquello era totalmente anormal, con la posibilidad de que fuese más allá de una cuestión anímica por parte del villano.


- ¿Qué?


El demonio se giró, lo observó fijo. -Retírate, no necesito tu ayuda por el momento, te agradezco.


Flug parpadeó sorprendido, permaneció estático por varios segundos, le dedicó una tierna sonrisa. -Está bien, señor, como usted diga.


White sonrió satisfecho mientras lo veía irse y regresó a su labor. Tecleaba a velocidad, pero no había apuro, todo estaba saliendo a la perfección, se estaba comunicando justamente con la asociación de héroes, debía anunciar su victoria.


Por cuestión de azar echó un vistazo rápido a su espalda, el desconcierto inundó su semblante rápidamente tras ver como el doctor le clavaba algo en el cuello, sintió una fuerte punzada y algo ardoroso atravesar su piel.


-Ugh no... -Se quejó cuando el joven sacó de su cuello una gruesa jeringa de cristal.


-Al fin uso esto para algo útil. -Dijo observando el objeto aún con gotas del líquido fluorescente.


- ¿Qué... qué demonios es eso? -Preguntó alarmado, comenzó a sentirse mareado, el doctor lo había tomado con la guardia baja, que descuidado de su parte.


-Una potente droga. -Respondió con sencillez- Debo decir que me he tardado bastante en actuar, usted sí que me engañó, admito que fui un idiota al no darme cuenta que usted no es Black Hat... supongo que me era difícil creer que alguien lograría suplantarlo.


El demonio rio. - ¿Cómo lo notaste?


-Black Hat jamás agradece por nada.


White intentó ensanchar su sonrisa, pero sus fuerzas se desvanecieron, la droga hizo efecto finalmente.


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