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Paper Love and Black Heart. por McMaddy02

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Notas del capitulo:

¡Hola corazones!


Aquí estamos de vuelta con otro capítulo… esta vez no hay datitos, de hecho, dejaré que el capítulo hable por sí mismo, estamos en un momento tenso y crucial… El final de este capítulo es el inicio del verano.


Quiero comentarles que ya tenemos nuevos fanart en la galería <3 creaciones muy bonitas, de capítulos recientes y en el capítulo de “Personajes Originales”. Ha habido un interés muy bonito por parte de muchos en enviarme sus fanart, la verdad es que a mí me encanta verlos, me halaga mucho que mi historia los inspire a tal punto que quieran dibujar las escenas ¡Muchas gracias! Debido a eso, decidí crear un correo electrónico exclusivo del fanfic, la verdad es que este medio es complejo para comunicarnos, lo único que he podido hacer es pasar mi Facebook por mensaje privado, así que decidí hacer algo más exclusivo, así no se me perderá ningún mensaje y podremos estar en contacto (Mi correo personal se llena de demasiados mensajes y todo se pierde).


Aquí el correo: paperloveandblackheart@outlook.es


Ahora, el caso Floppy Hat y Leila Keik.


Me han preguntado mucho por esos personajes, bueno, primeramente, debo aclarar que no hay un solo personaje en esta historia que esté de más, siempre tendrán un objetivo clave. Estos personajes han sido nombrados muy poco y la aparición de Leila fue breve, pero no significa que sea la última. Recuerdo haber dicho que en “20 capítulos” se enterarían, la verdad no jajaja calculé mal (de nuevo), creo que podré llegar a ese punto hasta el capítulo 55-60 aproximadamente, antes no. Lo mismo con Floppy, veremos a este personaje en el futuro.


Me parece necesario hacer una aclaración respecto al tema de la concepción de la criaturita jaja. En el capítulo anterior el doctor Slug hace una breve, pero compleja explicación de cómo fue que sucedió este suceso, algo demasiado rebuscado como para que Prudencia y Black puedan entenderlo con facilidad, por ello, el hada lo frena. Les explicaré con términos más suaves.


Este parásito actúa en realidad muy similar a una célula germinal (un espermatozoide en este caso), entra en el individuo, atraviesa tejidos; lo que significa que atravesó las paredes intestinales de Flug hasta encontrar un espacio fuera de las vísceras (órganos). Este parasitito usó una célula cualquiera de nuestro doctor, hizo una copia de su ADN y utilizó esa información para volverse igual que una célula ya fecundada (ovulo + espermatozoide), se adhirió a un vaso sanguíneo de Flug (Arteria), formó algo muy parecido a las membranas fetales y comenzó a desarrollarse como cualquier embrión humano.


Sin más que decir, disfruten <3


Los personajes no me pertenecen, son obra y gracia de nuestro señor Alan Ituriel.


Concierto N°. 3 en fa mayor "L'autunno" (El Otoño).


   I. Allegro.


   II. Adagio molto.


   III. Alegro pastorale.

Abrió los ojos, el techo poco iluminado de aquella habitación le resultaba familiar, la frescura del lugar no era la del castillo de la dama pooka, no era húmeda, era un sitio distinto. Trató de incorporarse, la debilidad y ligero dolor abdominal le impidieron sentarse, al fin notó un catéter unido a su brazo conectado a una bolsa de suero, el tono intermitente de un monitor era lo único que escuchaba. No tenía recuerdos de cómo llegó allí, estaba confundido, apenas consiguió identificar el sitio, pero no tenía sentido para él.


Una bola de pelos negra recostada a sus pies le dio tranquilidad, era alguien conocido y significaba que estaba seguro. El animal levantó la mirada, le vio con sus enormes ojos rojos, pareció que el apuro lo invadió de repente, se incorporó rápidamente, bajó de un salto de la camilla y corrió hacia algún lugar.


Flug le miró confundido, rebuscó a su alrededor alguna cámara o algo que anunciase que necesitaba atención, que había despertado, necesitaba respuestas prontas. Un ser posado en un mueble cercano le causó un sobresalto notorio en el monitor, tardó algunos segundos en identificar de qué se trataba, parecía ser una lechuza blanca, tenía unos brillantes ojos azules, sus plumas se veían esponjosas y pulcras, solo se encontraban ligeramente manchadas por pequeños puntos castaños, un patrón común en ese tipo de ave. Pensó que se trataba de un adorno, hasta que el animal se movió, solo le observaba y movía la cabeza de vez en cuando.


La puerta metálica se abrió, varios pasos apresurados se escucharon bajar la escalera, el doctor se aferró temeroso a la sábana que lo cubría, al no saber de qué se trataba todo aquello, no estaba seguro de qué esperar.


- ¡Flug!


Un joven de cabellera blanquecina llegó apresurado hasta él, Allister le sonrió ampliamente, seguido del hada y el científico de la mansión.


- ¿Allister? –Pronunció, desconcertado, jamás esperaría que estuviese en un sitio como ese.


-Viejo… -Dijo con alivio- No más sustos ¿De acuerdo?


-Uh… ¿Qué ha pasado?


El hada y el mago se miraron, abrieron paso al doctor. Slug parecía serio, se veía un poco incómodo, llevaba en el pecho un tipo de cangurera para bebé, de ella colgaba un pequeño animal rojizo, un oso esponjoso y pequeño, su gesto era de completo fastidio, pero lucía muy tierno. Flug no podía dejar de mirarlo.


-Flug, hay algo de lo que debemos hablar… -Inició, el minino negro dio un salto a la cama y se acurrucó junto al doctor- Llegaste aquí porque te desplomaste, estabas muy enfermo.


Entonces lo recordó, los recuerdos llegaron a su cabeza, pero tan solo recordaba el eco del dolor, el haberse paralizado en la recámara, recordaba a Emma, a Philip y después nada, no había nada más que eso.


- ¿Qué ocurrió exactamente? ¿Cómo llegué aquí? ¿La bebé…? –Cuestionó con angustia.


-Tranquilízate, -Indicó Slug- la bebé está sana, no pasó a mayores y… -Miró al gato- el mago te trajo aquí por órdenes de Lady Belle Mort. –Dijo inseguro, no habían planeado una excusa- Sin embargo, hay algo importante que tienes que saber, -Se rascó la cabeza, el tacto no era su fuerte- hubo algunas complicaciones… tu estado de salud no es el más óptimo, has hecho un buen trabajo, habías mejorado bastante, pero… -Suspiró estresado- esto no va a ser tan sencillo. –Sentenció.


- ¿Qué quieres decir?


-Flug… en una sola noche tuviste todas las complicaciones menos frecuentes de un embarazo, -Explicó- debemos ser realistas, esto no es un embarazo común y no lo será. La bebé se alimenta de ti, vive de ti, como un parásito, creó un cordón umbilical real, consiguió emular perfectamente los mecanismos celulares de las células germinales, se volvió un embrión real, esto se volvió algo así como un embarazo ectópico.


- ¿No es viable? –Cuestionó angustiado.


-Es completamente viable… en realidad es obligadamente viable, puede crecer sin problemas para ella y es imposible extraerla sin riesgo, pero al estar fuera de un sitio normal no va a ser fácil para ti. –Sacó una libreta de su gabardina negra- Hice anotaciones y una explicación detallada de todos los descubrimientos que he hecho al respecto, te ayudará a entender y a cuidarte mejor. Tendrás reposo total obligado, deberás alimentarte de manera completa, evita estresarte y debes estar preparado para lo que viene, es probable que vuelva a ocurrir lo que pasó hace dos días.


- ¡¿Dos días?!


-Hey, dije que sin estrés. –Reprendió- Estuviste dormido durante dos días, tardé toda una noche en bajarte la fiebre.


Flug se talló el rostro, era difícil no estresarse con la noticia, su salud había decaído tanto de un momento a otro, que estuvo “hospitalizado” durante dos días sin tener conocimiento de ello. Le preocupaba estar en la casa del demonio blanco, no podía imaginar cómo le habían convencido de ello, pero principalmente estaba atemorizado por el hecho de estar en la tierra de nuevo, en el mismo planeta que antes, con la posibilidad latente de ser encontrado por Black Hat, sentía preocupación por él y por su hija.


-He dormido en un sillón viejo durante dos días. –Comentó Allister masajeándose el cuello.


-Te ofrecimos una cama y la rechazaste. –Contestó Prudencia.


- ¡No iba a dormir lejos de aquí! Prefiero dormir incómodo a bajar la guardia, -Se excusó- no confío en el sombrero blanco.


Slug carraspeó haciéndolos callar. –Flug, lo he pensado mucho, quizá no te agrade la idea, pero… -Estaba ansioso, acarició la cabeza de 6.0.6. enérgicamente, el pequeño oso sacudía la cabeza, molesto- considero que sería bueno si te quedaras aquí en la mansión.


-Imposible. –Respondió de inmediato, tajante, con seriedad absoluta.


-Ugh al menos deberías considerarlo, necesitas atención médica, revisiones rutinarias, si hay una emergencia no puedes viajar desde otro planeta hasta aquí, esta vez tuviste suerte.


-Si quiero estar tranquilo no puedo estar tan cerca de White Hat, no expondré a mi hija de esa manera.


-Entonces vuelve a la mansión Black Hat.


El doctor le miró ofendido, los presentes se miraron incómodos. –Es broma ¿Verdad?


- ¡Flug, no puedes estar tan lejos de aquí y no puedo ir contigo! –Gritó exasperado.


-No te he pedido que vengas conmigo, puedo hacerme cargo.


- ¡Oh por supuesto! Puedo ver que lo hiciste de maravilla en esta ocasión. –Dijo sarcástico.


El castaño mostró un gesto molesto. -Puedo usar un rayo interdimensional.


-Un rayo interdimensional que, por el imbécil de mi jefe, ya no existe.


-Puedo construir otro.


- ¿Qué parte de “Reposo total” no entiendes?


El científico se sentó al fin. - ¿Por qué no lo construyes tú? Puedo ver que tienes facilidad para robar inventos. –Señaló al oso.


- ¡Wooo! ¡Bien! ¡Eso fue suficiente! –Intervino Prudencia- Creo que nos estamos poniendo un poco… intensos. –Sonrió nerviosa- ¿Qué tal si nos calmamos y buscamos una solución todos juntos?


-La única solución aquí es que el embarazado entienda que no puede hacer esto por sí mismo. –Contestó Slug.


 


El joven villano resopló, hastiado, se talló el rostro. Sabía que tenía razón, que necesitaba un tipo de ayuda que Lady Belle no podía proporcionarle, pero vivir en el hogar de alguno de los demonios no era una opción para él.


-De acuerdo… -Respondió, el grupo lo observó atento- solo dame tiempo para pensar en una solución, en la tierra no tengo un hogar, no puedo quedarme aquí o… volver allá.


Slug suspiró. –Bien, pero no tienes demasiado tiempo, no sabemos si tendrás una recaída pronto. –No estaba molesto, pero le irritaba lo increíblemente obstinado que podía llegar a ser el chico, sin importar las circunstancias en las que se encontrara- Hoy te quedarás, quiero tenerte en observación al menos un día más.


El villano asintió resignado, no estaba seguro de ello, debía admitir que se sentía receloso entorno al ensombrerado blanco, ocasionalmente resultaba ser de forma aparente más confiable que el padre de su hija, pero no podía dejarse llevar tan fácil.


-Voy a traerles algo de comer. -Anunció el hada- Ven, mago, ayúdame con esto. –Ordenó.


El chico la siguió a regañadientes, no podía negarse, también tenía hambre.


Flug siguió con la mirada a la joven, le parecía increíblemente familiar, no recordaba haber leído ninguna hazaña de una heroína como esa, no estaba seguro de tenerla en los archivos de héroes que la organización poseía, pero había algo en ella, en esa mirada, en su andar y hablar, que no era desconocido para él, no conseguía recordarlo.


Tras haberse quedado solos, el héroe tomó un asiento cercano, sacó un termómetro digital y, sin consultarlo, lo colocó bajo el brazo del doctor.


-Slug… -Inició el joven- acabo de recordar algo…


- ¿Uh? ¿Qué cosa?


-Tuve un sueño muy extraño.


-Bueno, tuviste mucha fiebre y malestares, no me sorprende que tuvieras pesadillas. –Contestó distraído mientras se colocaba un estetoscopio.


-No, quiero decir que tuve un sueño antes de todo esto, justo algunas horas antes de que me desmayara. –Parecía ensimismado de un momento a otro- En ese sueño tuve un dolor similar, se sentía muy real.


- ¿De qué trataba? –Preguntó con interés, los pequeños animales lo miraron atentos.


Flug lo meditó, tenía tantas imágenes en su cabeza que era difícil decir algo concreto. –Recuerdo a una mujer, ella recitaba… o cantaba cosas extrañas y aterradoras, era como una historia, de alguna manera me hacía sentir dolor… y sus niños, eran gemelos…


El héroe ladeó la cabeza, echó un vistazo rápido al ave blanca, dejó el instrumento de lado. - ¿Cómo era esa mujer?


-Es difícil decirlo, todo tenía poca nitidez, pero recuerdo su vestido de fiesta, su cabellera larga, esos cuatro ojos sombríos y su sonrisa…


Un escandaloso revoloteo los sobresaltó a ambos, la lechuza había perdido el equilibrio y caído del mueble hasta una montaña de hojas de papel sobre un escritorio aledaño. El gato negro prestaba atención de manera discreta, lengüeteaba minuciosamente una de sus patas, en una postura elegante y delicada, como todo buen felino.


Slug se cubrió el rostro, fastidiado, era otro desorden más en su laboratorio. Al mirar de vuelta al villano, notó ese gesto interrogante, dudoso. –Es una mascota, -Explicó rápidamente- White… Owl… -Dijo, dudoso- La trajo mi nueva compañera de trabajo, Prudencia. –Mintió- ¿Me decías?


-Uh… Claro, -Respondió inseguro- ella me resultaba un poco familiar, pero me inquietaba escuchar lo que decía… “Te comen de adentro hacia afuera” … mi vientre dolía, me daba la impresión de que era una advertencia. –Enmudeció un breve momento- Slug, tengo el presentimiento de que no saldré de esto, y para ser honesto, tengo miedo… por ella, si yo no sobrevivo ¿Quién cuidará de mi hija?


El científico de mirada rojiza permaneció pasmado, no estaba seguro de cómo manejar esa información, tenía en cuenta de que se trataba de un sueño, pero no podía descartar el estado de salud de Flug y la latente posibilidad de que existiera un final fatídico para él. Era verdad, no era una cría normal que pudiese ser adoptada por cualquier persona en el remoto caso de que el doctor no pudiese ocuparse de ella, quizá la dama pooka era la mejor opción, sin embargo, incluso ella no podría enseñarle a manejar el inmenso poder que probablemente tendría la hija de un demonio como Black Hat, incluso, pensando en ello, ahora le preocupaba que el científico tuviera que cuidar de la niña él mismo, era cierto que conocía muy bien al ensombrerado negro, pero, siendo realistas, tampoco estaba capacitado para ocuparse solo de esa criatura. Ahora le resultaba cada vez mejor la idea de que el chico regresara a su antiguo hogar, en vista de que Black Hat parecía dispuesto a cuidarle, quizá la mejor opción para todos era que todo volviese a su lugar, el problema radicaba en la obstinada forma de ser de Flug y la incapacidad de Black para remendar su error.


-Flug… solo fue un sueño, -Respondió finalmente- debes ocuparte de tu estado de salud para que todo salga bien, no te preocupes por cosas como esas. –Se rascó la cabeza, ansioso- Esto me hace pensar que quizá deberías considerar… la idea de regresar a casa.


-Ugh ¿Por qué insistes en eso? –Respondió de inmediato.


Slug suspiró. –Sé que tienes miedo de Black Hat, pero creo que, tratándose de él, ya debe saber en dónde te encuentras justo ahora y aun así no ha hecho nada para hacerte daño, quizá él se resignó, tal vez ha cambiado de opinión, no lo sabes…


-Tampoco lo sabes… -Habló molesto- Aunque él cambie de opinión, lo que pasó hace tiempo no va a desaparecer, no es tan simple como solo volver porque él lo haya aceptado… merezco más que eso.


El héroe asintió leve, lo aceptaba, sabía que no era tan sencillo, justo ahí es en dónde debía entrar la labor de Black Hat. –Claro…


La puerta del laboratorio se abrió de vuelta, la chica peliazul entraba alegremente seguida del joven de cabellera blanca, llevaban consigo comida variada, vegetales cocidos y cosas de apariencia bastante sana.


-Estamos de vuelta. -Anunció con voz cantarina- Comida cien por ciento saludable para el joven embarazado. –Comentó dejando la bandeja sobre la cama.


La lechuza blanca abrió sus alas, emprendió el vuelo hacia la salida del lugar aprovechando la puerta abierta. El gato negro bajó rápidamente de la cama y siguió el mismo camino. El grupo los ignoró, a excepción del científico de los héroes, les dedicó una mirada angustiada, podía imaginar el motivo de su salida y no era nada bueno.



- ¿Dónde está? –Cuestionó amenazante deshaciendo su disfraz emplumado. La lechuza que solía ser se había desvanecido para dejar ver al demonio blanco que guardaba dentro.


Black soltó un manotazo en el agarre sobre el cuello de su gabardina, le miró ofendido y enfurecido. - ¡La bruja está en la caja justo donde tú la metiste!


Ambos habían entrado en la oficina del demonio blanco, convertidos en animales, desvanecieron sus disfraces una vez que estuvieron en total soledad.


-Entonces ¿Qué demonios ha sido todo eso? –Interrogó.


-No tengo idea, puede ser solo un maldito sueño. –Respondió tajante, sonrió malicioso- Debes estar muy preocupado por tu integridad ¿No es así? Me pregunto qué barrabasada te atreviste a cometer como para temer a su presencia y posible cercanía.


White enmudeció, se alejó, mostraba un gesto serio, poco común en él, caminó hasta el ventanal. –Lo hizo a voluntad.


Black reaccionó confundido, borró su sonrisa. –Explícate. –Ordenó.


-Ella sabe algo que nosotros no y creo que empiezo a comprender de qué se trata. –Lo encaró- Ella entró a la caja a voluntad, pese a que formulé múltiples planes, ninguno fue necesario, se entregó como si fuese algo que estuviera esperando.


Un silencio sepulcral invadió la habitación, ambos se miraron, serios, era como si se comunicaran en silencio, una pequeña y no deseada conexión que tenían gracias a su relación desde el nacimiento y a los siglos que pasaron tratando de descifrarse mutuamente con tal de no bajar la guardia pese a la tregua que acordaron alguna vez cientos de años atrás.


-No voy a sacarla. –Sentenció Black, finalmente, rompiendo la quietud.


White se retrajo, sorprendido. - ¿Vas a dejarla completar su objetivo?


-No… puede ser que esté esperando esto, no voy a darle gusto… no voy a arriesgar a Flug. –Se sostuvo el mentón- Aunque algo me dice que no está haciéndolo por él. –Le miró con decisión- No voy a arriesgar a mi vástago.



La noche cayó de nueva cuenta, un científico de mirada verde yacía plácidamente dormido en un oscuro laboratorio, un monitor y un catéter continuaban conectados a él por mera precaución, el gato negro reposaba en sus piernas, haciendo guardia, y un mago de cabellera blanca dormía sobre un sofá en la habitación de al lado.


En la cocina; vasos de cristal, botellas y utensilios eran removidos de su sitio, desplazados, incluso rotos. Desesperada, una joven de cabellera azul buscaba en cada rincón de la habitación, sudaba gordas gotas frías, sentía sus manos temblar y una ansiedad que crecía en su pecho, los malestares se acrecentaban, cada vez pensaba con menos claridad lo que hacía, necesitaba solucionar rápido aquel problema.


-Por favor… -Rogó en voz baja, su voz estaba ronca y entrecortada.


Por el pasillo, un individuo de sombrero de copa se aproximaba sigiloso, guiado por los extraños sonidos, entró en la habitación sin mucha precaución encontrando al hada en el suelo, buscando en una alacena quien sabe qué cosa. White parpadeó confundido, la chica se encontraba en piyama, desalineada, le miraba con angustia tratando de articular palabra.


-Niña… -Pronunció levemente.


Prudencia intentó incorporarse, pero la debilidad en sus piernas fue más grande, se desplomó en el suelo. El demonio se acercó de inmediato, se sentó junto a ella y la sostuvo entre sus brazos.


-Pru, Pru… -Llamó- Niña ¿Qué te ocurre?


La joven no respondió, alarmándolo. Se quitó los guantes y tocó su piel caliente, la chica hervía en fiebre, se levantó junto con ella y la cargó hasta la mesa. Estaba alarmado y confundido, tan solo algunas horas atrás ella se encontraba en perfecto estado, no entendía qué la había enfermado de repente. Sin la posibilidad de encontrar salida él mismo, se resignó a buscar ayuda, se dirigió a paso rápido por el pasillo con la esperanza de no ser rechazado por la única persona en ese lugar que podría hacer algo. Tocó insistente una de las tantas puertas de la mansión, después de varios segundos, el doctor Slug abrió la puerta, el joven se notaba adormilado, se encontraba en ropa interior.


-Qué… -Dijo enojado.


White mostró a la joven, ahora respiraba con dificultad, pero continuaba consciente, encogía sus extremidades, como si sintiese frío. Slug borró toda expresión de cansancio.


- ¿Ahora qué hiciste, White? –Cuestionó enfadado arrebatándole a la chica y llevándola a la cama.


- ¡No he hecho nada! –Respondió ofendido.


-Diablos… estás ardiendo, -Dijo, ignorándolo- ¿Qué sucede?


La joven no respondió, solo cerró los ojos con fuerza.


-Estaba buscando algo en la cocina. –Comentó el demonio.


-Claro… -Contestó alarmado, una idea había llegado a su cabeza- Tú te has ocupado de ella ¿Hace cuánto que no bebe alcohol? –Comenzó a buscar en los cajones de una cómoda.


- ¿Ah? Uh… -Balbuceó, confundido- Algunos días, no estoy seguro…


- ¿Se puede saber por qué? –Preguntó para después destapar una jeringa con la boca e introducir la aguja en un frasco transparente.


-Uh… le ordené dejar el alcohol… ¿Qué estás haciendo?


-Le inyecto un sedante, -Contestó pinchando a la joven- esto le ayudará a dormir, no está enferma, es el síndrome de abstinencia.


El ensombrerado ladeó la cabeza. - ¿Hay algún motivo en especial por el cual tienes un sedante en esa cómoda?


-Hay que estar prevenidos... –Le miró fugazmente para después volver a su labor- No puedes quitarle de este modo un vicio a alguien, menos después de tanto tiempo, debiste comentarlo.


-No me habrías escuchado… -Murmuró.


Slug suspiró, no intentó replicar, lo había escuchado con claridad y realmente no le sorprendía, en realidad, tenía razón. Se sentó en la cama junto al hada, ella se notaba más relajada.


-De cualquier modo, yo soy el jefe, no tengo por qué hablarlo. –Volvió a decir.


El doctor viró los ojos. –Bien, ya te pusiste arrogante… -Murmuró- Es verdad, ambas cosas son ciertas, aunque el no haberlo comentado resultó en esto, –Señaló a la joven- y le hecho de que yo te ignorara es responsabilidad de ambos.


Se miraron en silencio hasta que el doctor desistió, desvió la mirada e hizo una seña invitándolo a sentarse a su lado. White aceptó dudoso, era justo el momento que buscaba para remediar las cosas, pero temía echarlo a perder de nuevo.


El joven se abrazó a sí mismo, se preparó para hablar, suponía que las cosas tendrían que empezar por él. Recordó las palabras del hada, una frase corta pero muy punzante en la que le recordaba que a ese ritmo tendrían un mal destino, igual al de Flug, no quería eso.


-Lo siento. –Habló el demonio.


Parpadeando sorprendido balbuceó una respuesta. - ¿Q…Qué?


-Me disculpo, -Volvió a hablar, serio- fui un imbécil y lo reconozco. –Se quitó el sombrero de copa dejando solo su bombín, se deshizo de su saco, aflojó su corbata, buscaba comodidad- Quise retomar mi autoridad de una forma muy estúpida, estabas prestándole demasiada atención a Harmonie… Pru… -Suspiró, esbozó una mueca de fastidio- Admito que estaba celoso…


- ¿La hiciste firmar un contrato por celos? –Cuestionó, incrédulo.


-No exactamente… -Contestó de inmediato- Confieso que prefería ocuparme de ella antes de que tú lo hicieras, pero realmente creo que era su mejor opción y… francamente sí actuaste mal, contribuiste a su estado actual. –Se atrevió, tenía presente la dureza de sus palabras, sin embargo, era justo lo que necesitaban en ese momento; franqueza.


-Ugh… -Slug se talló el rostro, ansioso- Lo sé… -Dijo finalmente- y también lamento todo esto, sé que es mi responsabilidad que todo esto ocurriera, -Admitió, para sorpresa de su interlocutor- aún creo que fuiste un imbécil, pero yo mismo te pedí ser honesto… supongo que también debo aceptar esta parte de ti, –Le miró, avergonzado- después de todo no puedes decir que quieres a alguien si no conoces su peor lado. –No eran sus palabras, mas decidió adoptarlas, ahora tenían mucho sentido para él.


El ensombrerado parpadeó admirado, emocionado, sonrió ilusionado. - ¿Estás diciendo que me quieres?


El calor subió al rostro del doctor, sus mejillas se colorearon intensamente. –Supongo que sí…


White hubiese querido tener la fuerza suficiente para guardar la calma, pero, sin pensarlo, se lanzó impulsivamente hacia el doctor, lo tomó de las mejillas con sus grandes manos y plantó un beso torpe y fugaz en sus labios. Se separó casi de inmediato, ligeramente alarmado por lo presuroso de sus acciones.


Slug terminó de enrojecer, en vista de las circunstancias y lo prematuro de su reconciliación, le parecía un acto inesperado, pero para nada desagradable. Durante mucho tiempo estuvo negándose a ello, evitándolo, sin embargo, esa negación se convirtió de un momento a otro en deseo. Sentía un cosquilleo en sus labios, el corazón se le escapaba del pecho, le dedicó al temeroso ensombrerado una mirada tímida, respiró profundo retomando la valentía para recuperar la compostura y su orgullo, lo tomó de la corbata y haló con fuerza de ella atrayendo al héroe.


Se besaron al fin, el doctor eliminó toda distancia, unió finalmente sus labios con los del demonio, enroscó los brazos en su cuello. Era un beso intenso, brusco, el científico comenzó a devorar aquellos labios con hambre, la sensación era extraña, diferente; dientes afilados que se ocupaban de rasgar su suave lengua cada vez que intentaba adentrarse en esa boca, pero pronto fue salvado, la lengua ajena correspondió los movimientos, se dejó llevar, se volvió salvaje hasta tomar el control.


White estaba incrédulo, no terminaba de aceptar que ese suceso era real, si se trataba de un sueño, lo aprovecharía hasta despertar. Lo tomó de la nuca, impedía su escapatoria, saboreó con movimientos lentos esos jóvenes y tiernos labios que tanto había deseado poseer. El doctor siempre aparentaba ser duro, tosco, pero en ese momento estaba desbordando toda su calidez. Se permitió abrazarlo, lo tomó con pertenencia, su cuerpo estaba casi por completo desnudo, podía sentir como las pequeñas gotas de sudor que adornaban su piel lo encendían al tacto, lo hacían vibrar. Comenzaba a angustiarse, el húmedo beso que compartía con el joven, aunado a la desnudez de su cuerpo y la oscuridad de la noche, le enviaban imágenes a su cabeza, deseos perversos. Deslizó suavemente sus manos hasta las caderas del chico, aprovechó su fuerza para alzarle, invitándolo a sentarse en su regazo. De inmediato supo que no era el único encendido por el calor del momento, cuando Slug decidió abrir sus piernas, rodearlo con ellas, el héroe pudo sentir su obvia erección frotándose contra la suya, lo hizo temblar.


Era interesante como de forma sutil el chico se dedicaba a llevar las riendas. Entre movimientos delicados, seductores, arrebataba poco a poco las prendas del demonio. No estaba seguro de lo que hacía, tal vez se estaba apresurando, solo se dejaba llevar.


-Slugy… -Pronunció separándose, sonriendo malicioso, un gesto absolutamente demoniaco, relamió sus labios con su lengua bífida, lo miró con picardía- Permíteme tenerte esta noche, mi cuerpo clama por ti… -Tomó la mano del joven y la colocó sobre su entrepierna, sin vergüenza.


Slug se estremeció, descubrió con lentitud el falo erecto de su jefe, recordaba ese tamaño, esa forma tan distinta a la suya. Paseó suavemente su pulgar por la punta esparciendo una gota de su líquido cristalino, resbalando, arrancando un jadeo.


No había respondido a sus peticiones, observó a la chica a su lado, dormía plácidamente, miró más allá, cercana a la ventana se encontraba una cuna en donde descansaba el pequeño oso rojo. Pese a su enorme deseo, creía que era una mala idea continuar en ese lugar. Le dedicó una expresión llena de duda.


El héroe lo entendió de inmediato, también lo creía, si la joven despertaba, aquello iba a convertirse en una situación muy incómoda. Negado a detenerse tomó al chico, se puso de pie. Ambos se encontraban en una postura bastante sugerente, el doctor enredaba sus piernas alrededor de las caderas del demonio.


-Tranquilo, doctor, puedo solucionarlo… -Murmuró.


Se volvió una sombra, ambos lo hicieron, con gran velocidad lo llevó hasta su habitación, no muy lejana. La recámara se encontraba ligeramente desordenada, algo incómodo para el trastorno compulsivo del científico.


-Vaya que… sexy… -Dijo, sarcástico.


-Mis disculpas, -Contestó White- no anticipé esta situación, -Se encogió de hombros, caminó hasta la cama- de cualquier modo, vamos a ensuciar más este lugar… -Sonrió con malicia.


Lentamente lo recostó sobre la cama, con delicadeza. Volvió a besarle, devoraba sus labios una vez más mientras se despojaba de sus pantalones quedando con una única prenda; calzoncillos tipo bikini, blancos y ajustados. Para ser él, podría parecer una ropa interior bastante desconcertante, pero, pensándolo mejor, su coquetería convertía aquello en algo predecible, combinaba perfecto con sus largas piernas musculadas y su torso marcado. El doctor ser mordió el labio inferior, era un cuerpo de muy buen ver, una escena erótica, especialmente por lo notoriamente duro que se encontraba su compañero, su miembro sobresalía de su ropa interior.


White depositó una serie de besos sobre el cuello del chico, era cuidadoso, amoroso al tacto, frotaba suavemente su entrepierna en contra suyo. Temía lastimarle, sabía perfectamente que su cuerpo no estaba diseñado para ser cordial al contacto con otro.


Sorpresivamente, el joven le tomó de los hombros, alejándolo, su semblante serio se transformó en un rostro difícil de descifrar, el chico esbozó una gran sonrisa, se relamió los labios. Usó toda su fuerza para darle un giro a la situación terminando por recostar al héroe sobre la cama, se montó sobre él aún con aquella sonrisa.


- ¿Slugy? –Llamó, confundido.


Slug no respondió, se deshizo desesperadamente de su ropa interior, de la de ambos, era la primera vez que se encontraba completamente desnudo frente al demonio, de hecho, era la primera vez que ambos se veían de esa manera. Tomó las manos de White, las colocó sobre sus muslos, una acción que podría parecer común, pero el chico comenzó a presionar las garras del demonio contra su piel, obligándolo a rasgarle, rápidamente comenzó a sangrar.


-Ah… Sí, justo así… -Gimió.


El ensombrerado quedó estupefacto, no hubo respuesta de su parte, se dedicó a admirar cómo el joven movía sus caderas rítmicamente, frotaba sus entrepiernas, aún sostenía sus manos, cerraba los ojos y jadeaba en cada movimiento.


Ese cuerpo fornido se movía como un pez en el agua, el vaivén de su cadera era enloquecedor. Slug abrió los ojos, le dedicó una mirada coqueta, entreabierta, sonrió leve, se mostraba seductor, hábil. Se inclinó lentamente, se movía delicadamente, elegante como un felino, sostuvo las mejillas del demonio, lamió descaradamente su rostro, desde el mentón hasta sus labios, comenzó a bajar acariciando cada centímetro de su pecho con sus manos hasta poder encarar su virilidad.


-Uf… Diablos… -Soltó White, se sentía atrapado por completo por los movimientos de su acompañante, lo hipnotizaba, no podía reaccionar, era invitado a solo dejarse consentir y no podía rechazar esa oferta.


La lengua de Slug danzó suavemente por la punta de ese falo erecto y húmedo, hacía movimientos circulares, depositó pequeños besos en toda su extensión antes de introducirlo en su boca por completo provocando un jadeo ronco en el ensombrerado, su garganta profunda le permitía introducir una gran porción.


-Claramente… Ugh… no es la primera vez que haces esto…


El chico expulsó ruidosamente el miembro de su boca, sonrió divertido. –No, pero aún soy virgen…


-Eso termina ahora… -Contestó y sonrió, esta vez su rostro lucía ligeramente aterrador.


Lo tomó con brusquedad, lo obligó a recostarse de nuevo. La ansiedad crecía, dudaba poder seguir siendo cuidadoso, pero no parecía alarmar al científico, por el contrario, sonreía complacido. Se abrió paso entre aquel par de piernas morenas, hizo danzar su larga lengua bífida hasta alcanzar la entrada del chico, deslizó su salivosa lengua en su interior en la medida de lo que podía.


-Mmh… ¡Ah! Q… quiero más de eso… -Soltó el doctor, de manera demandante, caprichosa, sus ojos lagrimearon. El placer le recorría el cuerpo, se sentía extrañamente bien, adoraba la escena, esa mirada glaciar atravesándole el alma mientras devoraba su intimidad.


El demonio comenzó a sentir cómo las piernas del joven temblaban, presionaban de a poco su cabeza. Dejó su labor para comenzar lo que había estado esperando desde un principio, para obtener aquello que ese joven científico a penas humano le hacía desear. En su pecho, un corazón, rebosante de oscuridad disfrazada de luz, latía frenético. Su longeva vida aunada a su curiosidad le habían permitido escuchar más corazones latir por él, pero ninguno que llamase su atención más allá del deseo carnal, aquello era diferente, amaba esa mente, adoraba esa esencia fría y su mirada ardiente, cada componente de ese joven humano de piel morena le enloquecía el alma que, incluso él, creía perdida en caprichos.


Permitiéndose dejar de lado toda hipocresía, hasta la más mínima gota del héroe que fingía ser, se arrojó sobre el doctor, le besó con intensidad, exploraba su boca sin miedo, se acomodaba entre sus piernas sintiendo pequeños sobresaltos por parte de su acompañante.


Harto de la espera, Slug lo obligó a mirarle. –Lo quiero dentro, Señor White Hat… -Pronunció con seriedad.


White parpadeó atónito, el rubor coloreó sus mejillas, el chico jamás le hablaba con ese respeto. Sin dejar de mirarle, con aquel impulso que se le otorgó de repente, el demonio se abrió paso en el interior del joven doctor.


Slug jadeó, reprimió con todas sus fuerzas lo que buscaba salir de su garganta, se aferró al cuello del demonio, rodeó su cintura con las piernas, dejó que entrara hasta el final, espero hasta sentir toda su extensión en su interior para poder mirarle. Sus ojos se encontraban cristalinos, su expresión dura habitual había desaparecido, le miraba con súplica.


-Slug, te ves tan hermoso… -Dijo acariciando su mejilla dulcemente.


-Cállate… -Contestó con dificultad.


El demonio rio. –Canta para mí… -Ordenó.


Comenzó a mover sus caderas, un ritmo lento y cuidadoso, tan solo era el principio. Ese interior cálido le abrazaba, le estremecía, entrecortaba su respiración a medida que el vaivén se volvía más intenso.


En poco tiempo el doctor dejó de reprimirse, soltaba gemidos roncos, su voz grave tenía una suave entonación, presionaba con sus piernas, obligaba al ensombrerado a penetrarle sin cuidado. Pese a la rudeza que buscaba, se dedicó a darle suaves caricias, paseaba sus manos lentamente por la tersa piel del demonio, masajeaba su espalda con cariño, besaba sus labios tímidamente y de vez en cuando le gustaba observar sus ojos pálidos, esa mirada que ahora se veía tan diferente, severa, determinada. Sentía un calambre recorrer su cuerpo cada que el intruso alcanzaba cierta zona deseada, comenzaba a notar que su punto máximo no estaba muy lejos.


-Creo… creo que no duraré demasiado… -Habló el doctor- es un poco más… intenso de lo que pensaba…


El héroe sonrió. –Me detendré en cuanto eso suceda… no voy a forzarte.


Con extrema delicadeza, White abrazó a su doctor, lo levantó lentamente hasta conseguir sentarlo en sus piernas, lo tomó de los glúteos y ayudó a moverse. Por primera vez estaba observando toda la fragilidad de ese humano, su docilidad combinada con ardiente picardía, tan vivaz, apasionado, se abrazaba con pertenencia, lo miraba con arrobo, sin pena u orgullo. Tomó el miembro erecto del científico, comenzó a masturbarlo, le parecía deliciosa esa humedad que desprendía, su mano resbaló con facilidad. No le importaba que aquello terminara pronto, tan solo deseaba verlo disfrutar.


- ¡Ah! White… creo que voy a… ¡Mhg! –Soltó entre jadeos.


El demonio continuó masturbándole con ímpetu, lo observaba con atención, quería ver en su rostro el placer. Fue aprisionado por las piernas del joven, repentinamente lo sintió tensarse, apreció cómo echaba la cabeza hacia atrás mientras dejaba escapar un gruñido.


Terminó, el semen caliente de Slug bañó la mano del demonio, salpicó sus vientres. El chico se relajó, respiraba con dificultad. White le permitió recostarse, salió de su interior con lentitud, su miembro continuaba erecto y él muy excitado, pero había prometido no forzarlo.


-Lo siento… White… -Pronunció Slug a duras penas.


White Hat le sonrió, levantó sus dedos llenos del líquido blanquecino y los lamió con un gesto completamente lascivo. –Estoy más que satisfecho. –Contestó- ¿Te encuentras bien?


El joven rio. –Más que satisfecho… -Repitió.


Recostados uno al lado del otro permanecieron abrazados, en silencio, parecían procesar todo lo ocurrido. El joven levantó la mirada, apreció con detenimiento los ojos que lo observaban.


- ¿Qué hay en su cabeza, doctor Slug? –Interrogó.


-Tus ojos son hermosos… me encantan… -Contestó.


El demonio parpadeó atónito, enrojeció de vergüenza. –Uh… gracias, no esperaba…


-Y me duele el culo… -Interrumpió.


White dejó escapar una risotada. –Bien, eso suena un poco más familiar.


Slug rio, se acurrucó en ese cálido abrazo, sintió sus pesados párpados cerrarse poco a poco, estaba agotado, sudado, salpicado de semen, pero su cansancio era mayor, finalmente cayó en un sueño profundo, ambos lo hicieron.



La mañana atrapó la mansión blanca, la habitación del demonio ensombrerado se iluminó desde muy temprano, el sol entraba con facilidad.


Un joven de piel morena se removió en la cama, abrió los ojos lentamente tratando de acostumbrarse a la luz, pronto se topó con el rostro apacible de White Hat, dormía tranquilamente, roncaba, un hilillo de saliva se deslizaba por su mejilla. El doctor sonrió con burla, intentó sentarse, el dolor en sus caderas era fuerte, pero no consiguió doblegarlo, observó con asco su vientre manchado, necesitaba un baño. Buscó desenredarse de las sábanas para bajar de la cama, pero algo tiró de él, lo atrajo bruscamente hasta donde antes se encontraba. White lo atrapó por completo, lo abrazaba por la espalda, restregaba cariñosamente su mejilla sobre el joven.


-Buenos días, Slugy Baby. –Saludó contento.


-Ugh ¡White! Déjame, estoy sucio. –Se quejó.


El joven enmudeció, el demonio comenzaba a acariciar su entrepierna de forma cariñosa, y en su espalda podía sentir claramente su miembro erecto frotarse contra su piel.


-Sería un placer para mí que me acompañases un momento más en cama, tengo… una pequeña urgencia matutina… -Murmuró en su oído.


Slug se mordió el labio inferior, su rostro tomó color, pronto la repentina excitación de su compañero lo hizo endurecerse también.


White se removió en la cama, tomó al joven de las caderas, continuaban recostados de lado, el doctor le daba la espalda. No tenía intención de llegar muy lejos, era consciente de que muy probablemente el chico estaría adolorido por los sucesos de la noche anterior, no se atrevería a lastimarle. De a poco, consiguió acomodar su miembro entre las piernas del joven, comenzó a moverse, se frotaba entre sus muslos mientras se ocupaba de masturbar al avergonzado chico.


Jadeos y gruñidos inundaron la habitación. Slug se dejaba hacer, sentía sus piernas húmedas, al mirar por sobre su hombro consiguió ver de reojo el semblante serio del demonio, parecía concentrado, de vez en cuando lamía su piel.


Tras varios minutos el ensombrerado le daba estocadas irregulares, dejó de tocarlo para sostenerlo firmemente de las caderas, estaba llegando al final.


-Me encantas, White Hat… -Susurró el doctor, buscaba estimularlo y lo consiguió.


El ensombrerado clavó los dientes en el hombro del chico, en una estocada rápida eyaculó finalmente, lo abrazaba por la cintura con fuerza mientras dejaba escapar todo su líquido blanquecino, sentía cómo el intenso orgasmo disminuía de a poco. Sin pronunciar una palabra tomó al joven de los hombros, lo giró bruscamente, encarándolo, lo besó, un beso intenso, descontrolado, incluso torpe, se sumergió en sus labios introduciendo su lengua sin cuidado. Con una mano limpió un poco de su propio semen y lo usó para lubricar el falo erecto del chico, continuó con su labor.


Slug apenas podía respirar, el ataque había sido sorpresivo, los movimientos eran rápidos, era explorado por la lengua bífida de su, ahora, amante.


-Ah… White… -Gimió en un momento de libertad.


Con un sonido desconcertantemente adorable, Slug terminó también. Su rostro enrojecido, esos ojos peculiares adornados con pequeñas lágrimas, era una imagen enternecedora para el demonio, le abrazó, ambos intentaban regular su respiración.


-Ahora estoy más sucio… -Comentó el joven.


-Te acompañaré a tomar un baño. –Contestó divertido- Te quiero, mi doctor. –Dijo, meloso.


El doctor viró los ojos, sonrió ladino. –Siempre eres tan ridículo…


-Que adorable… -Pronunció con asco una voz ronca, ajena.


Ambos se sentaron rápidamente, buscaron el origen de la voz, terminando por levantar la vista. Desde el techo, un ente oscuro colgaba de cabeza, tenía una forma irregular, escalofriante, mostraba varias extremidades que se aferraban al techo, sonreía de manera espeluznante y sus ojos estaban tan abiertos que aparentaba no tener párpados, comenzó a salivar.


Slug pegó un grito, se alejó alarmado, terminó por caer al suelo, arrastró una almohada consigo y se cubrió la entrepierna. White miró con indiferencia a la criatura, con ligera molestia.


-Que agradable sorpresa, hermanito… -Dijo sarcástico.


Black Hat rio burlón, bajó rápidamente convertido en neblina negra, poco a poco retomó su forma natural.


- ¡¿Qué mierda pasa contigo?! –Gritó el doctor, furioso.


-Solo por curiosidad… -Inició el héroe- ¿Cuánto tiempo llevabas allí?


-El suficiente… -Sonrió ampliamente- “¿Por qué no me dijiste que te gustaba el arroz con popote?” –Preguntó, imitándolo, soltó una risotada- Veo que finalmente elegiste algo de tu amplio burdel.


White no contestó, enarcó una ceja, bufó fastidiado.


- ¿Qué quieres, demonio voyerista? –Interrogó el científico, se puso de pie, cubriéndose.


El villano serpenteó su lengua bífida, sonreía divertido. –Mi cónyuge y yo nos marcharemos en un par de minutos… -Respondió finalmente.


- ¿Solo viniste a despedirte? –Cuestionó, incrédulo.


-Requiero de tu total disposición, -Comentó retomando seriedad- Flug volverá a casa, necesita un médico de cabecera, pagaré los respectivos honorarios. –Aseguró.


- ¿Lo obligarás a volver? –Preguntó, sorprendido, pero no obtuvo respuesta- Bien, como gustes. -Respondió resignado- Voy a darme un maldito baño.


El par de demonios observó al chico caminar en silencio hasta el baño, una puerta aledaña a la recámara, su andar se notaba dificultoso, entró y cerró la puerta azotándola.


White le dedicó una mirada de desdén a su hermano. –Pudiste tocar la puerta. –Soltó molesto.


A fin de ignorarlo, el villano se giró para dirigirse a la salida, no mostraba intención alguna de entablar una conversación. Un agarre agresivo y un movimiento brusco fueron lo último que pudo sentir antes de descubrirse recostado en la cama. El héroe lo había tomado del brazo y arrojado sin cuidado con aquella fuerza inmensa que portaba, lo sostuvo de la muñeca y el cuello, presionaba sus garras contra su piel.


Black reaccionó confundido, estupefacto por el giro de acontecimientos. - ¿Q… ¿Qué diablos crees que estás…?


El demonio negro fue sorpresivamente silenciado, sintió como su hermano restregaba su intimidad contra su entrepierna, estaba erecto, lo hacía sin pena alguna, le miraba con indiferencia.


-Entonces… ¿Tú terminarás de darme placer? –Preguntó, serio- Porque acabas de hacer que mi querido doctor se marche sin más. -Se inclinó, lamió la mejilla de su hermano- No puedes venir a mi propia casa y hacer tu parecer sin consecuencias… hermanito… -Susurró en su oído.


El villano enrojeció, sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo, un repelús desagradable. Rápidamente se llenó de enojo, alzó su mano libre y tomó con fuerza el cuello de White, lo obligó a caer, invirtió los papeles en tan solo un segundo, ahora él lo miraba desde arriba, rabioso.


-No tienes idea de cuánto deseo poder asesinarte… -Pronunció en un murmullo.


White sonrió. –Lástima…


Black Hat lo miró en silencio por varios segundos, lo soltó y se incorporó, le dedicó un gesto de asco y se marchó finalmente de la habitación.


El demonio blanco resopló, viró los ojos, sonreía divertido, era una costumbre estar en constante riña, fastidiándose mutuamente. Se levantó de la cama completamente dispuesto a acompañar a su joven doctor, quería cerrar con broche de oro su primer encuentro, aún después de ese pequeño incidente. Caminó hasta el baño, sostuvo la perilla de la puerta, permaneció estático por un momento, pensativo, se preguntó por un instante si esa guerra continuaría hasta el final, ya no les quedaba demasiado tiempo.



-Volveremos a casa. –Sentenció.


-De ninguna manera. –Contestó, firme.


En el castillo esmeralda del planeta vecino, la dama observaba al demonio ensombrerado desde su trono, se mostraba imponente y autoritaria, estaba sumamente molesta, la convicción con la que el villano hablaba le fastidiaba y, debido al tema que se estaba tratando, también la asustaba.


Después de angustiantes días de ausencia, sin tener conocimiento de su estado actual, el par habían vuelto al castillo desde muy temprano. El villano volvió como un inocente minino, acompañó al joven de mirada verde, quien de inmediato fue mandado a descansar a su cama, una orden estricta por parte de la reina, completo reposo tal como lo había indicado el doctor Slug y no volvería a quedarse solo, de hecho, en ese momento estaba siendo acompañado por la chica lagartija, el oso azul y un par de guardias en la puerta de la habitación. Flug se encargó de darle una explicación vaga de su estado de salud, notoriamente quería despreocupar a la villana, sin embargo, una vez en soledad, el demonio se ocupó de decir la verdad, cada palabra del científico de los héroes y, aunado a eso, su creciente preocupación respecto a la lejanía de Flug a su médico de cabecera. Informó sin reparo sus intenciones de marcharse con el chico, por las buenas o por las malas, algo que, claramente, la mujer pooka no tomó de la mejor manera.


-No se lo estoy consultando. –Contestó, severo.


- ¿Qué dice? Esto es un claro pretexto para hacer su parecer. -Se levantó de su trono- Entiendo que lo quiere de vuelta en su hogar, pero no puede llevárselo por la fuerza con ese vano motivo.


Black rio. –Claro que puedo y por supuesto que es un pretexto, pero no significa que por ello sea menos necesario. –Se acercó a paso lento- Flug necesita atención médica que usted no puede brindarle debido a las peculiares condiciones de su preñez.


- ¿Y qué hará? ¿Va a aparecerse, así como así, en su habitación a anunciarle que se lo va a llevar?


-No, eso podría hacerle daño.


- ¿Entonces?


-Usted lo hará. –Dijo tajante.


La dama parpadeó confundida. –No comprendo…


-Usted va a decirle a Flug que debe volver a la mansión, por su bien, -Retomó su semblante estricto- no dirá una sola palabra de mi estancia ilegal en este sitio, ni de esta conversación, solo va a darle esa simple orden.


Belle soltó una aguda risotada. –Con el debido respeto que le tengo, lord Black Hat, esto es una locura.


-La única locura sería presentarme sin más y obligarlo a marcharse de este sitio, tampoco hay tiempo para convencerlo, la única que tiene la autoridad para esto es usted.


La mujer mostró un semblante de completa angustia, le parecía irresponsable por parte del villano obligarla a hacer el trabajo sucio por él, pero sabía que también tenía razón, lamentablemente tendría consecuencias para ella y su relación que pendía de un hilo.


-No. –Contestó.


Black se retrajo, arqueó las cejas. - ¿Uh?


-He dicho que no. –Se cruzó de brazos- Los chicos van a odiarme si hago esto.


El demonio resopló, resignado. –Como diga… -Chasqueó los dedos, frente a él aparecieron en una flama negra un par de rollos de papel, amarillentos, ambos pergaminos se desenrollaron, tenían un largo escrito a puño y letra por el demonio, al final brillaban letras con otra caligrafía, eran firmas- A pesar de los años siendo viejos colegas, hay cosas que aún no comparto con usted, es algo implícito que nadie se ha atrevido indagar… solo Chienne y pagó sus merecidas consecuencias.


- ¿Qué quiere decir? –Preguntó nerviosa.


-Estos son los contratos de Flug y Demencia, -Declaró- firmaron un acuerdo, me otorgaron el poder de hacer con sus almas lo que a mí me plazca, -Explicó- lo que usted no sabe es que, mientras no mueran por causas naturales, ni la mismísima parca puede hacer nada al respecto. –Chasqueó los dedos una vez más, los contratos se esfumaron tal y como llegaron- Tengo permitido hacer lo que yo quiera con la existencia de todo aquel que ha firmado un contrato, -Nuevamente sus dedos tronaron, otro contrato se desenrolló, estaba firmado con una linda letra cursiva y la silueta de un conejo al final- … hasta con usted.


Belle Mort frunció el ceño, bajó los peldaños que los separaban, decidida, notoriamente molesta, un aura violácea emanó de su cuerpo. – ¿Me está amenazando?


El ensombrerado rio. – ¿Amenazando? No tendría por qué, la estoy obligando a ejercer su obligación tal y como lo dicta el contrato que usted misma firmó, usted no solo debe pagar con dinero, debe hacerlo con acciones.


-Cumplo mi parte del contrato cada día de mi maldita vida, en este planeta, gobernando y conquistando, justo lo que usted pidió que hiciera.


-Sus acciones están bajo mi jurisdicción, no están ligadas a su voluntad, -Aclaró- yo exigí una villana poderosa y conquistadora, la obtuve ya, ahora le ordeno ejecutar mis planes.


La villana estaba pasmada, incrédula ante las exigencias caprichosas del ensombrerado, le parecían, incluso, un tanto desesperadas. Sonrió con un poco de burla. - ¿De verdad está diciendo todo esto? ¿Es acaso otro berrinche de niño mimado? –Despotricó, comenzó a reír- ¡Haga lo que le plazca con mi alma si eso lo hace sentir menos miserable!


El ensombrerado se retrajo, la miró, ofendido, la pequeña molestia que se generó con esas palabras se transformó rápidamente en rabia, mas no se rebajaría a mostrarla, no le daría ese gusto. No era imbécil, entendía la angustia de la mujer, tampoco era un placer ignorarla, admitía tenerle una peculiar estima, pero en ese momento debía velar por sus intereses y resignarse al hecho de que ni siquiera él tenía el poder de llevar pacíficamente al científico de vuelta a la tierra, lidiar con su terquedad era complicado, lo sería aún más tratándose de él, necesitaba usar a la reina pooka.


Black rio fuerte y fingido. - ¿De verdad cree que puede contradecirme? Le recuerdo que tengo la vida y alma de Demencia en mis manos.


Belle apretó los dientes. –Ella es una chica fuerte, lo odiaría únicamente a usted y yo iniciaría una guerra en su contra ¿Es lo que desea?


-Le advierto que está entrando en un terreno peligroso que no ha pisado durante siglos. –Advirtió- Sea como sea una guerra con usted no sería un obstáculo complejo, sin embargo… -Neblina oscura abrazó su cuerpo, Black cambió su forma lentamente, cuando la neblina se disipó la dama solo podía ver un reflejo de sí misma- Usted podría lastimar a la chica sin querer… -Sonrió- ¿Es lo que quieres, Bonnivet? –Pronunció con voz aguda, idéntica a la de la mujer.


 -No puede hacer esto… -Respondió, su gesto inexpresivo luchaba por no mostrar temor alguno, sentía impotencia, molestia, estaba siendo chantajeada por alguien a quien había apoyado hasta en el peor de los momentos… jamás debió olvidar de quien se trataba.


Retomó su figura ensombrerada, se reacomodó el saco. –Tiene hasta mañana para ejecutar mis órdenes…



-Bonnivet va a ponerse furiosa si se entera de esto. –Comentó la chica lagartija.


-Debes jurar que no hablarás de esto o Philip va a matarme a mí. –Contestó el doctor.


 


Los jóvenes villanos charlaban sentados en la cama de la recámara del científico. El reencuentro había sido más emotivo de lo que esperaba, la joven lo recibió con más cariño del que le había mostrado jamás, se le veía preocupada y, por supuesto, molesta por haberla hecho pasar por angustia. Ahora veía desconcertada a una niña fantasmagórica pasearse por el techo lleno de estrellas artificiales, la escuchaba reír. Demencia no tenía ni una pizca de temor, pero era una situación extraña, especialmente por la historia que el doctor había contado de cómo se conocieron.


-No te preocupes por eso… -Contestó decaída, el doctor no lo sabía, pero los días anteriores los había pasado en soledad, fuera del castillo o en compañía del oso, no había intercambiado ni una sola palabra más con la dama pooka.


Continuaron observando en silencio. Flug acarició su vientre, estaba preocupado, había echado un vistazo a las notas del doctor Slug, era una situación peculiar y a su vez magnífica, una rareza del lado más oscuro de la naturaleza, comprendía un poco mejor cómo había sucedido todo, admitía estar feliz de saber que no se trataba de un simple parásito, esa niña tendría características suyas, podría verse o actuar como él, realmente era su hija. Entendía la parte complicada de esa experiencia, aparentemente pasaría los siguientes meses prácticamente encamado, no podría llevar un ritmo normal, tendría que atravesar malestares constantes, descansar y comer el doble o triple, aun así, estaba dispuesto a todo, lo que fuera por el bienestar de su hija y el suyo, inclusive algo bastante molesto que se le había sugerido e insistido, era un tema complejo, molesto de pensar, sin embargo, cada vez parecía más una opción. Cuando el héroe le dio la opción de volver a la tierra le pareció la locura más estúpida que escuchó alguna vez, no imaginaba pasar la vida huyendo del villano, pero había algo muy cierto en sus palabras; Muy probablemente Black Hat ya sabía su ubicación y aun así jamás lo atacó, ni siquiera lo buscó. No quería pensar en nada positivo al respecto, mas no podía encontrar algo realmente negativo, quizá las aguas realmente cedieron, calmaron su furia. Lo que más conseguía inquietarle era la posibilidad tan cercana de que algo saliera realmente mal y su niña tuviera que criarse lejos de él para siempre, de ser así ¿Habría alguien realmente capaz? ¿Sería correcto dejarla en manos de alguien que desconociera su condición? De alguien, muy probablemente, más débil que esa criatura, y entonces nacía la pregunta del millón ¿Todo sería mejor para ambos si volviese a casa? O podría ser el peor error de su vida. No estaba seguro de poder corroborarlo, mucho menos porque el ensombrerado no se había manifestado, dudaba mucho que fuese el remedio a sus inquietudes, incluso el tío de esa niña podría ayudarle en el futuro, más que él.



La noche estuvo llena de pesadillas para todos, por una parte, se encontraba el temor de los grandes villanos a actuar indebidamente, por la otra, estaban los jóvenes comiendo ansias, con el miedo palpable a ser dañados.


La dama pooka se hallaba sentada en una silla y recostada sobre la mesa, sostenía en su mano una copa, a su lado había una botella de vino a medias, la mujer se había embriagado hasta quedarse dormida, la presión era agobiante, algo por lo que no había pasado en siglos.


Por otro lado, el villano miraba desde los pies de la cama a su doctor, convertido en un gato, pensaba, estructuraba su nuevo plan, algo que estaba dispuesto a realizar en cuanto el chico pisara su hogar. Admitía no tener la más mínima idea de qué haría cuando eso ocurriera, ¿Qué podría hacer? Sencillamente pedirle perdón no era una opción, tendría que bajarle las estrellas para ser perdonado por sus obvias idioteces, tampoco era algo que pudiese pronunciar con mucha facilidad, podría arruinarlo. Suspiró, miró a sus espaldas, la joven chica de cabellos bicolor dormía, no de forma plácida, parecía no poder dormir profundamente, constantemente se despertaba, le dedicaba una mirada extraña y volvía a cerrar los ojos. Ella y el oso azul eran otro obstáculo más, tenerlos en contra no le favorecía. Jamás creyó anhelar tanto el aprecio de alguien, no era algo fácil de ganar sin hacer uso del miedo, sin imponerlo, debía recuperar su estima, en este caso, de los tres.



La mañana llegó, esta vez era extraña, incómoda. El doctor Flug no podía gozar tranquilamente de su desayuno, se encontraba sentado en el comedor en medio de una tensión que podía tocarse, densa, preocupante. Las dos mujeres comían en silencio, tenían un gesto apático, ninguna había aceptado entablar una conversación con él, estaba confundido.


Dryadalis las observaba, se posaba junto a su señora, recto, atento a sus servicios. No era ignorante de la situación, pero él era un fragmento de la conciencia de la dama pooka, debía actuar como tal de vez en cuando y entendía que el estrés no era sano para el joven doctor. Se inclinó hasta conseguir alcanzar el oído de la reina. -Disculpe, mi lady, me daré el lujo de ser imprudente. –Inició el pooka- Me temo que nuestro frágil huésped se siente incómodo con la situación, quizá debería aliviar la tensión. –Susurró.


Belle salió de su ensimismamiento, notó el semblante preocupado del científico. - ¿Cómo pasaste la noche, querido? –Preguntó, rasgando el silencio, no tenía ánimos para hablar, lamentablemente no se trataba de lo que ella quisiera.


- ¡Oh! Excelente, lady Belle, -Contestó aliviado- me siento bien, hasta creo que puedo hacer algo productivo el día de hoy.


La dama rio enternecida. –Debes descansar, no queremos arriesgarnos.


-Qué curioso que tú hables de riesgos de esa manera… -Comentó Demencia, en voz baja, sin mirar a nadie.


La mujer frunció el ceño, no respondió, continuó comiendo en silencio.


Flug percibió ese extraño ataque, se sintió incómodo. Miró a su lado, Black Cat se encontraba recostado en la silla de junto, enroscado. Pensó en el hecho de que no se había ocupado mucho de él últimamente más allá de darle alimento. Tomó al minino por el pellejo y lo sentó en su regazo, el animal se dejó llevar, le miró confundido.


-Creo que le daré un baño a Black Cat, -Comentó de repente, ambas mujeres se atragantaron con su comida- ahora que lo pienso, jamás le he dado uno.


El gato no se negó a la idea, restregó su cabeza en el pecho del chico ¿Qué mejor para el mimado demonio que recibir un baño de su querido doctor? Podría resultar vergonzoso, pero el joven no sabía que se trataba de él, podía darse el lujo de ser un consentido animal.


Las villanas se miraron mutuamente, tenían una expresión retadora, era como si intentaran leer los movimientos de la otra. Demencia sonrió maliciosa alarmando a la dama.


- ¡Yo lo hago! –Dijo entusiasta.


- ¿Qué? –Habló Belle.


-Yo quiero bañar al pequeño y lindo Black Cat, -Dijo con voz mimada- ¿Puedo? –Rogó.


Flug parpadeó atónito, jamás veía tanta disposición por parte de la joven a hacer un deber de ese tipo. Consideró el hecho de que la chica parecía tenerle bastante aprecio al animal, le parecía el motivo más acertado a ese cambio de actitud y tal vez, solo tal vez, quería evitarle la labor.


-Uh… de acuerdo… creo… -Contestó inseguro.


De inmediato, el gato bajó de la silla y corrió rápidamente hasta la salida, un veloz y fuerte agarre lo detuvo en el acto, impidiendo su escapatoria.


- ¿A dónde crees que vas, pequeño Black Cat? –Dijo la chica, alzándolo. El minino se removió en su sitio tratando de escapar- Vamos, será muy muy divertido. –Pronunció entusiasta, con un tono exagerado y salió del lugar dando brinquitos alegres.


El doctor rio nervioso, se fijó en la villana, tenía un semblante atemorizado. - ¿Se encuentra bien? –Preguntó, preocupado.


Belle lo miró a los ojos. –No. -Respondió tajante- ¡Dryadalis! Ayuda a 5.0.5. a empacar. –Ordenó de repente- Flug, hay algo de lo que debemos hablar.



-Sí, sí, sí, un baño estará bien para ti, pequeño y lindo Black Cat. –Dijo abrazando al peludo animal.


El demonio permaneció inmóvil, resignado a su destino, debía ser convincente de cualquier modo. La chica se adentró en la habitación de la dama, llegó al amplio baño a sabiendas de que había una gran bañera allí, abrió las llaves dejando que se llenara de agua hasta el tope. Demencia tarareaba mientras preparaba todo el lugar, se le veía feliz, incluso inocente. Tomó al minino de manera cariñosa y lo introdujo con cuidado en la bañera.


-Espero que no esté muy fría para ti, pequeño Black Cat.


El baño comenzó normal, lo enjabonaba suavemente, incluso le daba pequeños cariños en el mentón. El gesto apático de él era un poema, una gran humillación que solo tendría que soportar un poco más. Lo alzó contemplándolo por algunos segundos, pero su tierna sonrisa se transformó rápidamente en una mueca maliciosa. Demencia hundió por completo al animal en el agua, hasta el fondo, presionándolo para evitar que saliera a la superficie.


Black lo resistió, de cualquier modo, la joven estaba loca, de allí su nombre, no valía la pena inquietarla por nada, el problema real nació cuando la chica no lo soltaba, ni siquiera cedía la presión sobre él, le miraba extraño, una sonrisa perturbada. La falta de aire lo obligó a chapotear, intentaba alertarla de que era suficiente, sin embargo, no lo soltó.


- ¿Qué pasa Blacky? ¿Tu falso amor te ha hecho débil? Demonio berrinchudo… -Habló entre dientes.


El demonio reaccionó estupefacto, la joven lo sabía y él recién lo notó. Molesto, decidió dejar su farsa atrás, después de todo ya había sido descubierto. La necesidad de respirar lo hizo dejar su transformación de forma apresurada, poderoso o no, también tenía limitaciones. Salió del agua, se aferró al brazo de la chica y la encaró.


Demencia no desapareció su mirada retadora, lo sostuvo del brazo que la atrapaba. –El gato era, en realidad, una rata de dos patas. –Despotricó enfadada.


-Admiro tu valor… niña. –Contestó.


- ¿Valor? –Rio sonoramente- No es como que tú puedas hacer mucho en este lugar.


El demonio enarcó una ceja, la soltó, se irguió y salió de la bañera. –Me parece que tu estupidez humana te hace pensar que lady Belle realmente puede enfrentarme… que realmente puede defenderte.


-De no ser así ya habrías obtenido lo que quieres, -Contestó convencida- cometió un error, pero yo la ayudaré a remediarlo sacándote de este lugar.


Black soltó una risotada. - ¿Me crees imbécil? –Preguntó, desconcertándola- La base del triunfo de un verdadero plan es saber mover las piezas en el momento correcto, -Explicó- pude llegar a destrozar este planeta sin problemas, pero para lograr mi cometido necesito algo más estructurado que esas tonterías que solo tú te atreverías a cometer… -Borró su sonrisa- Admito que mis planes iniciales eran diferentes, pero, debido a algunos inconvenientes, he tenido que recurrir al plan B y tú no eres un problema para ello.


- ¿De qué hablas? –Interrogó recelosa.


- ¿En serio piensas que solo porque me has descubierto ya he perdido? –Se burló- ¡Ve! ¡Anda! ¡Grita sonoramente a todos en este lugar que yo ya he llegado! De cualquier modo, mis planes siguen su curso y para esta hora yo ya estoy logrando mi cometido.


-Flug está con Bonnivet, no importa el tipo de villana que sea ella, jamás permitiría que nadie le hiciera daño.


- ¿Aún crees que vine a matarlo?


Demencia reaccionó confundida. –No entiendo.


-Vine a llevarlo a casa, de donde nunca debió salir.


-Tu teatrito del otro día funcionó para Bonnivet, pero yo sé que no quieres a esa niña, volverás a hacerle daño porque es lo único que sabes hacer bien…


El villano enmudeció, las respuestas se habían atorado en su garganta, la joven logró golpear un punto frágil que podría desbordar sus temores. Él lo sabía, tenía presente que no estaba hecho para nada más, pero hacía mucho tiempo que las cosas habían cambiado para él, muy a su pesar, dejando de lado toda su reputación y sus creencias que lo habían acompañado a lo largo de los siglos, debía admitir de una vez que ese joven de mirada verde lo cambió para siempre, para bien y no quería perder eso, ese era el motivo de su presencia en ese castillo, estaba dispuesto a sacrificar demasiado con tal de recuperar lo que había perdido. Tenía en cuenta que Demencia era una de las piezas que debían volver a su lugar tarde o temprano para que todo saliera bien, pero definitivamente no era el momento para ganarse su estima… piezas correctas en el momento adecuado.


-En este momento lo que pienses o hagas me es totalmente indiferente, no podrás hacer nada… todo sigue su curso tal y como lo planee… -Contestó ligeramente desanimado.


Demencia resopló. –Claro que puedo, no voy a permitirlo.


- ¿Por qué no nos dejamos de monólogos irracionales y lo compruebas tú misma? –Sonrió de nueva cuenta- Me atreveré a decir que incluso algo como esto ya estaba planeado… Solo vuelve al comedor… lagartija…



- ¿Por qué me está diciendo esto? –Cuestionó con zozobra.


-Por tu bien, Flug… por el de todos…


El doctor se hundía en sus emociones, no podía creer lo que escuchaba, una noticia que no estaba seguro de cómo manejar. La dama no solo lo estaba echando de su castillo, pretendía hacerlo volver a la mansión con el mismo discurso que, hace no mucho, había escuchado del doctor Slug.


-Yo… puedo serle útil aquí, puedo trabajar para usted y pagarle por todo lo que nos ha dado, yo…


- ¡No se trata de eso! –Interrumpió molesta- ¡Mírate, Flug! No puedes hacer esto solo, ni siquiera yo soy capaz de ayudarte debidamente con esto, él puede protegerte y solo él sabe lo que debe hacerse con una cría como la tuya.


- ¡¿Solo él?! ¡Yo la llevo en mi vientre! ¡Y no necesito su protección!


-No, porque estarás muerto cuando esa niña llegue a este mundo. –Sentenció- El único individuo con la capacidad de ayudarte a mantener tu salud se encuentra en la tierra ahora mismo, además ¿Qué harás cuando esa niña nazca? ¿La criarás como tú? ¿Vas a criar un demonio con poderes descomunales, tal y como criarías a un niño humano?


Intentó responder, el llanto consiguió dominarlo. -Si vuelvo a la tierra él va a matarme. –Contestó con voz quebrada.


La mujer se talló el rostro, la discusión se volvía acalorada, hacía rato que ambos se hallaban de pie junto a la puerta, permanecer sentados y charlar con calma no fue, ni siquiera, una opción. –Oh Flug… Él no va a matarte… -Respondió con toda la calma que pudo guardar- De verdad yo no quería hacer esto de esta manera, por tu bien, pero entre más pase el tiempo se vuelve más peligroso tocar este tema inevitable… Ambos sabíamos que él se manifestaría tarde o temprano…


El doctor se retrajo, asustado. –Él… ¿Él está aquí?


Belle tardó en responder. –Perdóname, Flug, no tuve opción… es por tu bien y el de todos…


La puerta se abrió, Demencia entró en la habitación dando traspiés, llegó tan rápido como pudo. Observó las gruesas lágrimas del doctor resbalar por sus mejillas, se fijó en el semblante lleno de culpa de la conquistadora, el demonio decía la verdad, las cosas estaban hechas de la manera más sucia, ya no había vuelta atrás, Belle había sido la pieza del violento juego de Black Hat.


-No puedes dejar que se lo lleve… -Pronunció- No puedes permitir que nos lleve a todos con él una vez más…


La villana no tuvo tiempo de responder, el ensombrerado villano entraba imponente en la habitación, con las manos en la espalda y una expresión seria y rígida.


Flug sintió un escalofrío recorrerle el cuerpo, su corazón se estrujó, su estómago se hundió, la boca le sabía a fierro, la sorpresa había sido tal que apretó descuidadamente sus dientes, mordió su lengua sin siquiera notarlo. No pasó mucho tiempo, tan solo fueron algunas semanas y, aun así, sentía que estaba viendo a ese ser oscuro por primera vez muchos años, era tan extraño pensar que, en otro momento de su vida, aquella presencia lo llenaría de arrobo… ahora solo podía sentir el terror invadir su cuerpo. Retrocedió instintivamente, sus piernas vacilaron, tuvo que sostenerse de la silla más cercana para no desplomarse. -No… No voy a ir con usted. –Dijo finalmente.


Black permaneció inmutable, tan solo en apariencia, jamás admitiría lo difícil que era ese momento, lo extrañamente vulnerable que se sentía, odiaba con todo su ser que esos preciosos ojos verdes lo miraran con miedo, con odio, jamás se acostumbraría a ello. Guardó la calma en la medida de lo que pudo. –Flug, no voy a hacerte daño… yo… he cambiado de parecer.


- ¿Qué? –Soltó confundido.


-No he venido aquí a lastimarte, te llevaré a casa donde tendrás lo que necesitas para sobrellevar esto, no voy a obligarte a deshacerte de tu hija… de nuestra hija…


- ¡No se atreva a llamarla así! –Gritó para sorpresa de todos- ¡¿Qué cree que está haciendo?! ¿De verdad cree que puede venir aquí a decirme esto después de todo lo que pasó? No puedo creer que de verdad espere que con solo decir que ahora opina diferente voy a volver con usted a esa… ¡A esa cárcel! –Miró a la mujer- Todos parecen saber qué es lo que necesito, es como si mi palabra no valiera, aunque se trata de mí…


El demonio intentó acercarse, pero la joven de cabellos bicolor se interpuso.


- ¡No te acerques! –Advirtió- Ya lo escuchaste, no va a regresar contigo, no voy a permitirlo.


Black hizo el ademán de rodearla, sin embargo, la joven realizó un movimiento para nada esperado por ninguno en esa habitación. La chica levantó la pierna con tal habilidad y flexibilidad, que la punta de su pie alcanzó sin problemas el mentón del demonio consiguiendo alzarlo del suelo, una segunda patada, justo en su pecho, lo lanzó lejos hasta impactarlo en el muro contrario. Los presentes observaron boquiabiertos, incrédulos y temerosos.


El movimiento fue tan inesperado, que el demonio sencillamente no tuvo tiempo de reaccionar, jamás esperaría tal imprudencia ni siquiera de parte de ella. Tras un par de torpes intentos, consiguió salir del muro, ni siquiera la roca gruesa y dura que conformaba las paredes de ese castillo, pudo resistir el golpe, se agrietó, dejó un enorme agujero. Dejó escapar una risa llena de ironía. –Has aprendido bien, niña, te has hecho fuerte, –Sin temor a nada, el villano dejó salir de él un sinfín de extremidades oscuras, en un movimiento impulsivo y lleno de rabia, atacó a la chica- ¡Pero vaya que eres estúpida!


El duro ataque, mortal para cualquiera, fue bloqueado por una energía violácea. Belle consiguió parar el golpe, sus ojos brillaban, de sus manos se despedía esa energía destellante y formaba un campo de fuerza que aprisionaba las extremidades del demonio. La dama soltó al ensombrerado, con un chasquido hizo aparecer su arma maestra, su lanza.


Black retomó la compostura, sonrió amplio. –La lanza del destino no va a servirle de mucho en mi contra… -Pronunció con arrogancia.


-Ya lo veremos… -Respondió airosa.


No perdió más tiempo, la mujer se lanzó en su contra, hizo a la lanza danzar entre sus dedos, la movía hábilmente intentando tocar al villano. Black esquivaba los ataques con algo de esfuerzo, admitía que la reina era muy hábil, fuerte y rápida, si el arma lo tocaba no resultaría en un simple impacto como el de la chica lagartija. Cuando vio la oportunidad, el villano enroscó su energía oscura en toda la extensión del arma atrapando junto con ella las manos de la reina, la alzó y sacudió en el aire, se tomó la libertad de golpearla contra los muros y finalmente la lanzó contra el ventanal. Belle salió despedida del castillo cayendo con dureza en el terreno aledaño. Sin reparo, el ensombrerado salió en su búsqueda.


Rápidamente el par de espectadores se asomaron por el enorme agujero en el ventanal, respiraban agitados, estaban asustados por aquel encuentro. Apreciaban como los dos poderosos seres habían perdido su forma, no eran más que dos sombras oscuras y gigantescas, se atacaban con sus enormes cuerpos como si fuese una batalla marcial, tan coordinada, eran expertos incluso en esa arte, de vez en cuando usaban su magia para contrarrestar los golpes ajenos y ganar ventaja, los cimientos del edificio vibraban en cada golpe, su energía podía sentirse con claridad.


-Diablos… hasta podría apostar… -Comentó Demencia.


-Rayos… ¿Qué demonios es lo que acabas de provocar? –Cuestionó alarmado.


- ¡¿Yo?! ¡Te estaba defendiendo, imbécil! –Respondió ofendida- Además, todo esto es culpa de Belle, ella sabía que él estaba aquí y lo ocultó por bastante tiempo…


- ¿De qué estás hablando?


-Estoy hablando de tu estúpido gato, ¡Black Hat era Black Cat!


Flug sintió su lengua enredarse, balbuceó. Todo ese tiempo estuvo durmiendo con el enemigo, conviviendo con él, mimándolo. Se talló el rostro, se sentía estúpido por no haberlo notado antes. - ¿Por qué no me lo dijiste?


-No quería asustarte o agobiarte, pero ahora ya no tiene ningún sentido. –Se rascó la cabeza con ansiedad- ¿Qué vamos a hacer, cerebrito?


-No tengo la menor idea…



Sostenían las manos del otro, se empujaban, habían retomado una forma más normal, pero el rostro de ambos era monstruoso. El villano gruñó, de sus manos salió despedida una energía corrosiva que hizo a la mujer retroceder, aprovechó su debilidad, sus brazos crecieron, desproporcionados a su cuerpo, asestó duros golpes contra la mujer, estocadas que venían acompañadas de su mágica energía tóxica.


Era un momento muy peligroso para la vida de ambos, siglos de amistad se estaban desvaneciendo por algo tan repudiado por seres de su clase; El amor. No había vuelta atrás, era una contienda que estaban dispuestos a ganar a toda costa, sin embargo, la energía de la dama pooka tenía límites, no podría pelear por mucho tiempo contra un ser malévolo que era sinónimo de la destrucción.


Tras recibir varios ataques, Belle consiguió parar uno de sus golpes, usaba su energía como un escudo, la lanza había desaparecido de sus manos en algún descuido, solo le quedaba resistir. El villano la presionaba poco a poco contra el suelo, ella gruñía con una cara bestial.


Cada pooka del castillo se dirigió hasta esa zona, rodeaban a los contrincantes, ahora parecía una arena de combate.



-Esto es malo, –Dijo Dryadalis en el fondo- es muy malo y debe parar ya. –Sentenció, el experimento se resguardaba detrás de él.


- ¿Qué podemos hacer? –Interrogó Flug, alarmado.


-Ceder. –Contestó una voz infantil.


De la puerta, una pequeña niña fantasmagórica se asomaba tímidamente, el fantasma ensombrerado hacía exactamente lo mismo, receloso y temeroso.


-Emma… -Llamó el doctor.


-Yo… conozco a la reina tenebrosa, no va a detenerse, no importa cuánto se lo pidas… -Comentó la niña.


-Y creo que todos conocemos al señor Black Hat para poder decir lo mismo. –Completó Philip.


-Entonces esto va a acabar mal…


-No si tú te rindes… -Dijo Emma, los presentes la miraron confundidos- Yo soy una niña, pero no soy tonta, Philip me había dicho que esto podía suceder, me habló del hombre del sombrero, también que probablemente deberías irte… ¿Sabes? Yo escuché todo.


- ¿Estabas husmeando? –Interrogó Demencia.


-Sí… -Respondió avergonzada- Hay cosas que duelen, que no deseamos hacer, pero cuando alguien te importa mucho, haces sacrificios… -Le sonrió a Philip- Si tú aceptas volver con el hombre enojado, él va a dejar de atacar a la reina tenebrosa y esto va a parar.


Flug sonrió enternecido. –Emma, esto no es así de simple.


-No, escúchame. -Rogó- No solo estarías frenando esto, yo también sé que no estás a salvo aquí… -Dijo cabizbaja- No quiero que te vayas, pero quiero jugar con tu bebé algún día, si allá estarás más seguro, creo que es un sacrificio que puedes hacer por ella. –Sonrió- Todos aquí te amamos y queremos lo mejor para ti, pero solo tú sabes qué es realmente bueno. –Se acercó y lo tomó de la mano- Además, si alguna vez quisiste mucho al hombre del sombrero, entonces no puede ser tan malo.


El científico parpadeó sorprendido, le parecían unas palabras muy maduras para una niña. No lo quería, estaba seguro de que no quería ceder, pero era verdad, tenía que aceptarlo, no existía un solo punto a favor para él, sin embargo, quedarse no presentaba muchos puntos a favor para su hija, ese era un momento difícil, ya no se trataba solo de él o de lo que quisiera, se trataba de su salud y la seguridad de su bebé, algo que solo podía suceder en la tierra y, lamentablemente, bajo el cuidado del ser que le ponía los pelos de punta. No podía creer en las palabras de Black Hat, jamás aceptaría que, así como así, había cambiado, mas aceptar volver a casa no significaba que aceptaría volver con él, a su relación, estaba dispuesto a mantenerse firme en ese asunto.



La mujer resistía, usó todas sus fuerzas para acumular energía en sus manos y la liberó de golpe consiguiendo lanzar lejos al ensombrerado. Se puso de pie lo más rápido que pudo.


Black se incorporó, rabioso, sacudió su traje, se encontraba hecho girones, movió la cabeza haciendo su cuello tronar, estaba harto de ser amable. Convertido en una masa de energía oscura, se dirigió a gran velocidad hasta la herida reina. Una extraña y repentina columna de hielo sólido se interpuso en su camino. Black atravesó el muro gélido rompiéndolo en miles de pedazos, pero, a su vez, perdiendo el control por completo y terminando por caer y rebotar en el suelo.


Belle buscó confundida el origen de ese muro. A algunos metros de distancia, Flug se encontraba erguido apuntando un arma, aparentemente una pistola de hielo, no tenía idea de dónde la había sacado, pero era un científico loco, seguramente podía crear algo como eso con basura de cualquier sitio.


- ¿Flug? –Llamó desconcertada.


El demonio se puso de pie, atarantado, tenía una gran marca en el rostro, producto del impacto. Observó a los dos presentes, expectante, receloso, su energía volvió a encenderse.


Flug sacó un destornillador de su bolsillo. Con increíble calma manipuló la herramienta sobre su arma, algunas piezas cayeron al suelo. Levantó nuevamente la pistola y, sin aviso, la disparó incontables veces sobre el ensombrerado, ahora despedía pequeñas esferas azules, brillantes, al tocar su objetivo se deshacían con una descarga eléctrica. Black gruñó enfadado, estaba desorientado y ligeramente débil, la continuidad del ataque no le permitía recuperarse rápido, terminó por doblegarse cayendo al suelo de rodillas, dejó de lado sus intentos por atacar buscando que el joven se detuviera, no planeaba lastimarlo a él.


-Increíble pensar que esto dispara agua ¿No? –Comentó serio, admirando su creación- Es un fantástico conductor de electricidad… y Dryadalis un asistente formidable, consiguió todo en segundos. –Explicó, sabía que era innecesario, pero quería toda su atención sobre él y lo que estaba por decir- Me voy con usted. –Le dijo al demonio.


- ¡No! Yo puedo con esto, no tienes que…


-No, no se esfuerce más, -Interrumpió a la dama- esto es asunto mío, usted ya hizo demasiado y francamente… ha perdido mi confianza.


La conquistadora enmudeció, se hizo a un lado, se dedicó a observar al par aproximarse el uno al otro, tenía miedo por el joven doctor, pero estaría lista para actuar si algo malo ocurría.


-Es eso lo que quiere ¿No es así? –Volvió a hablar- Deje esta absurda batalla, no le haga más daño a nadie y yo iré con usted… o tendrá que derrotar a más de uno y después llevarme a rastras, no creo que quiera tomarse esas molestias.


Black le miró, inseguro, su repentina resignación parecía extraña, tan solo tomando en cuenta el afecto que le tenía a Belle Mort, podía aceptar que era genuino. –Como gustes… -Contestó sonriendo malévolamente, triunfante.


Ambos dieron un par de pasos en dirección al interior del castillo. Un zumbido, ese sonido del viento cortándose, fue lo último que Black Hat escuchó antes de escupir sangre por la boca. Flug observó alarmado como la larga lanza de la dama atravesaba el pecho del ensombrerado haciéndolo doblegarse del dolor. El demonio tomó la punta del arma, tiró de ella extrayéndola lentamente hasta el final, cayó de rodillas al suelo, tosiendo y quejándose.


La mujer los observaba molesta con las manos en la cintura. –Eso es por destrozar mi cocina. –Soltó ofendida, caminó en su dirección hasta sobrepasarlos y acercarse más a la entrada de su castillo- Ahora deje su dramático teatrito, hay equipaje que cargar y usted se encargará de eso. –Dijo alejándose.


Flug hizo una mueca de nervios, el villano cerraba con dificultad el enorme hoyo en su pecho. Belle sí que tenía mal carácter, hasta en esas circunstancias resultaba peligroso meterse con lo que era suyo.


-Ugh… -Se quejó Black- Eso sí me dolió…



El grupo entero salió del cuadro, Mother Poltergeist se despedía moviendo la mano, tenía un gesto preocupado. El cuadro descansaba recargado sobre uno de los muros de la oficina del demonio, su nuevo lugar durante un tiempo.


A penas habiendo entrado en el lugar todos permanecieron en silencio, expectantes a las acciones del ensombrerado. Black soltó sin cuidado todas las maletas que fue obligado a cargar, se sentó en su silla, sonrió ampliamente, satisfecho.


-Bienvenidos de vuelta a la Organización Black Hat. –Dijo arrogante.


Flug miró al experimento y al espíritu. - ¿Podrían dejar las cosas en mi habitación? –Pidió, recibiendo un rápido asentimiento, se dirigió a las mujeres- Quisiera hablar a solas con el señor Black Hat.


-No tienes que hacerlo. –Contestó Demencia.


-Necesito hacerlo…


Las villanas accedieron, dejaron la oficina también. Una vez que estuvieron en completa soledad, el doctor se acercó decidido y se colocó frente al escritorio recibiendo una mirada atenta por parte de su ex pareja.


-Renuncio. –Dijo tajante.


El demonio enarcó una ceja. –Te recuerdo que tienes un contrato.


-No me refiero al trabajo. –Hurgó en su bolsillo extrayendo algo, alzó la mano y la puso sobre su escritorio, tardó algunos segundos en decidirse a soltar lo que sostenía, cuando finalmente abrió la mano dejó ver una hermosa sortija, su anillo de bodas, lo dejó sobre el escritorio- Renuncio a usted, -Continuó- estoy haciendo esto únicamente por mi hija y por la seguridad de los demás, puede obligarme a vivir aquí, a trabajar para usted si quiere, pero no puede obligarme a amarlo… No sé si exista algo parecido a un divorcio bajo su religión, pero yo ya no soy su pareja…


Flug no dijo más, tampoco permitió que se le diera una respuesta, no la quería, había decidido que nada lo convencería de retractarse, estaba salvando su dignidad y su corazón, sencillamente salió de la oficina.


Black no reaccionó pronto, permaneció en blanco por un par de minutos. Alzó su mano temblorosa y tomó la joya sobre la mesa. Por un tiempo pensó que ese anillo ya no existía, ahora deseaba que realmente hubiese sido así y que no tuviera que regresar a él de esa manera. Apretó los dientes, su mentón vibró, contenía una muestra de debilidad que por orgullo no permitiría que saliera, pero una lágrima prófuga se deslizó por su mejilla, una gota oscura que recorrió su rostro hasta caer sobre ese anillo que lo partía por dentro. Tomó la sortija, la colocó en el mismo dedo en donde portaba la suya y, en un murmullo, le prometió que la devolvería a su dueño algún día, costara lo que tuviese que costar, no era el fin del plan.



Las villanas llegaron a la puerta, claramente el demonio no dejaría regresar a la dama a través del cuadro y ella realmente no quería volver a la oficina a intentarlo, tan solo solicitaría un transporte que la llevara de vuelta a casa.


Habían estado en silencio durante todo el trayecto, Belle ni siquiera sabía el motivo por el cual la chica decidió hacerle compañía. Frenaron su paso, se miraron, la mujer esbozó una tenue sonrisa, no estaba segura de qué hacer.


-Supongo que nos veremos luego, linda, yo…


-No. –Interrumpió tajante, suspiró- Estoy aquí para despedirme.


Belle ladeó la cabeza. –Me temo que no comprendo.


-Me mentiste, nos ocultaste a todos algo importante y nos pusiste en riesgo. –Su expresión era severa- No he cambiado de opinión desde nuestra última charla.


- ¡No! Espera, yo realmente no quería esto, no tuve opción. –Replicó.


-La tenías… pudiste hablarlo conmigo… -Contestó con voz temblorosa- Si no puedes confiar en mí, si no soy lo suficientemente importante como para ayudarte a resolver tus problemas, entonces yo no tengo un lugar en tu vida… -Desvió la mirada- Estoy loca, pero no soy estúpida… no quiero esto para mí, ahora tengo cosas más importantes de las cuales ocuparme, se acabó Bonnivet.


Demencia se giró, le dio la espalda al fin. Belle permaneció en su lugar, con un nudo en la garganta, miles de disculpas destrozadas, lágrimas que se desbordaban sin cuidado y los pensamientos enmarañados, una vez más era rechazada pese a su inocencia en ese crimen, sentenciada al desprecio.


La chica se topó de frente con el espíritu, este le miraba fijo, esperaba algo.


-Dryadalis… -Le abrazó- Sé que perdiste algunos recuerdos, de cualquier modo, lamento no poder cumplir lo que me pediste alguna vez… -Murmuró- Me encantaría tenerte cerca de mí… pero ella va a estar tan sola, cuídala por mí ¿Sí?



Flug caminó a paso rápido hasta su habitación, un poco más y estaría corriendo, para su fortuna estaba en soledad. Apenas cruzó el umbral cerró la puerta azotándola, caminó hasta la esquina contraria de la habitación y se dejó caer al suelo de un sentón, abrazó sus piernas y comenzó a llorar, un llanto sonoro, su rostro se humedeció. Acariciaba su abdomen ligeramente abultado, intentaba convencerse a sí mismo de que era lo mejor, pero, por alguna extraña razón, le dolía tanto, sentía que junto a esa sortija había dejado ir cualquier esperanza, anhelos que creía extintos, que miedo le daba pensar que realmente seguía esperando algo por parte del demonio, le atravesaba el alma haber renunciado finalmente.


La puerta de su recámara se abrió, la joven villana se apareció frente a él, se arrodilló en silencio, sorpresivamente lo envolvió en un abrazo y comenzó a llorar, sus gimoteos eran audibles, sonoros, le provocaron al científico más tristeza, agotó su sorpresa para volver al llanto. Ambos lloraban sin control, sin decir nada, se acompañaban en su dolor, intentaban sanar el corazón del otro, era algo novedoso, jamás se habían abierto tanto con el otro a pesar de los años que llevaban trabajando juntos.


En la calidez de ese abrazo, Flug pudo percibir la intensidad de su dolor, la intensidad del dolor de alguien más. Definitivamente ese día se había roto más de un corazón.


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