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Paper Love and Black Heart. por McMaddy02

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Notas del capitulo:

Holaaaa…


¿Cómo están?


Ha pasado mucho tiempo, lo sé, me alegra estar de vuelta.


Sé que llego un poco tarde incluso de la fecha que dije la última vez, pero la realidad es que soy una irresponsable con problemas emocionales, así que… ¡Aquí estamos!


No sé si todos leyeron mi comunicado y también para los lectores fuera de wattpad. Puse el fic en Hiatus, no quería hacerlo, pero fue absolutamente necesario, estaba en proceso en mis prácticas profesionales y tuve problemas para balancear correctamente mis ocupaciones y mi energía, prometí llegar antes, pero resulta que llegó la contingencia y… mi vida es un caos en este momento jaja aún, pero ya era momento de volver.


Admito que anímicamente no estoy tan bien como quisiera, pero solo necesito tiempo, también otro motivo de mi retraso, lo explicaré rápido:


Teníaunaparejaconlaquetuveunarelacióncoodependientebastanteturbulenta,éldecidióterminarlarelación,peseatodoloqueríamuchoasíqueelfinaldelarelaciónfueungolpeduroparamíycomomividaestabaamarradaalaansiedadylatristeza,elcambioradicalhasidocomplicado,admitoqueestoymejor,peronosesanatanfácil… *Inhala*


Y bueno, esa es la historia jaja


Agradezco todas las palabras bonitas que me han dado, me doy cuenta que quieren cuidarme mucho y no saben cuánto lo agradezco, aunque no responda siempre los leo y es muy lindo sentirme abrazada, de verdad gracias <3


¡Al grano!


Aquí estamos de vuelta y lo que me emociona de todo esto es que las cosas arrancarán rápido a partir de ahora porque ya está casi terminado el fic… No diré cuántos capítulos fueron jaja pero sí me sorprendí un poco. Después de este capítulo se convertirá en ¡Sábado de actualización! Hasta darle fin a la historia (O domingo en la madrugada, ya saben jaja).


Ya tenemos casi todos los personajes del BloodlineAU, los pueden ver todos en la galería en wattpad, serán presentados poco a poco y su carta de presentación será actualizada una vez que aparezcan por completo dentro de la historia. Solo hace falta uno que no estoy segura de que llegue a concretarse, lo que ocurre con esto es que me encantaría que fuese realizado por Cats ya que es la artista que me ayudó a darle mucha vida a esta historia, muchas escenas fueron inspiradas en su arte, sin mencionar que fue un gran apoyo para mí desde el inicio. La cuestión es que apareció el desgraciado virus y la economía se me vino abajo, hay que pagar, amores, el arte tiene un precio, entonces ese dibujo tal vez llegue un poco tarde o no lo haga, necesito ver cómo estarán las cosas en ese entonces cuando sea su momento de aparecer ¡PERO! Todo se resuelve tarde o temprano, así que estará bien todo.


Otro detallito (Wattpad) por practicidad y velocidad, solo revisaré las notificaciones del capítulo más reciente. Ofrezco una disculpa a quien no vaya a ser leído por un tiempo, pero prometo que me daré el espacio para leerlas todas capítulo por capítulo. Aún no pasa mi examen ceneval y debo darle tiempo a todo, son miles de notificaciones. ¡Perdooon!


Ahora un último mensajito jaja para ya dejarlos leer.


Mi querido Allister y yo estuvimos hablando en este tiempo en privado sobre una idea maquiavélica que ya había comentado en el grupo. Pensamos en abrir un grupo de Facebook para toda esta bonita familia que se ha formado a lo largo de estos casi dos años de fanfic, esto con el objetivo de convivir, hacer dinámicas, conocernos, compartir cositas de la serie y paperhat obviamente, así como escuchar (o leer) lo que piensan del curso de la historia.


La cuestión es que quiero que sea un grupo exclusivo de lectores, no me gustaría que se saliera de control, por lo tanto, tendrá sus respectivos filtros y reglas para la sana convivencia y comodidad de todos. Tendrán que responder algunas preguntas fáciles e ingresar una contraseña que está oculta a lo largo de este capítulo, es bastante obvia, de hecho, está muy fuera de contexto, los sacará de onda, pero para encontrarla deben leerlo jaja (Les daré una pista, me gustan las palabras largas) ¡A jugar!


El nombre del grupo es “Corazones de papel <3”, dejo aquí el enlace.


https://www.facebook.com/groups/500481200752538


Aún estamos haciendo algunos ajustes, así que tal vez tardemos un poquito en aceptar, no se desesperen <3


Sin más que decir, a leer <3

Un aro de luz se dibujó en el grueso muro de un edificio de paredes blancas muy bien vigilado, sus muros se encontraban delicadamente tallados, líneas plasmadas de forma minuciosa formaban figuras simétricas sin alguna silueta en particular, solo eran detalles que le hacían lucir bien. Cada extremo de ese majestuoso inmueble era observado por una decena de guardias de seguridad, debía serlo, se trataba del museo más grande de la ciudad.


Ese mágico aro dio paso a un individuo de cabellera blanquecina al interior del sitio, si bien cada rincón era custodiado, el error humano dejaba un solo punto ciego que él conocía bien. Allister Guesness caminó a paso lento, dejó cerrar el portal a sus espaldas. Llegó a una sala bien conocida para él, pero algo lejana a su real objetivo. El piso de azulejo marmoleado brillaba, estaba perfectamente pulido, hacía juego con las elegantes y lustrosas paredes interiores y cada mueble refinado en ese lugar, robar una sola silla de ahí ya sería un gran botín, sin embargo, una nueva joya recientemente adquirida era la invitada especial de esa noche; el ostentoso collar de plata turca y perlas negras que perteneció alguna vez a una de las miles de personas ricas e importantes de alguna realeza conocida, debía ser suyo.


El mago anduvo sin cuidado alguno por todo el lugar, caminaba con las manos en los bolsillos, hacía caras a las cámaras de seguridad, esquivaba de un salto cada sensor de movimiento. Activar la alarma no le importaba, estaba dispuesto a hacer su respectivo escándalo una vez que tuviese el botín, era la marca de un villano y era excepcionalmente divertido cuando conseguía salirse con la suya.


Finalmente llegó al salón donde se exhibía la alhaja, era una habitación demasiado grande y vacía para tan pequeña joya, absurdamente enorme. El brillante collar era exhibido sobre un busto de color claro, colocado en una estantería de madera y rodeado por un centenar de censores. A esas alturas se preguntaba en qué extraño profundo sueño se encontraría el guardia de seguridad que vigilaba las cámaras.


Sin un mínimo cuidado, se acercó a la joya, atravesó cada sensor, activándolos, tomó el collar entre sus manos, se permitió admirar la reluciente alhaja por un segundo y la metió torpemente en su bolsillo.


-A correr… -Susurró para sí mismo mientras las farolas y alarmas hacían un escándalo en todo el lugar.


Abrió con ambas manos un portal frente a él, en su interior podía verse la sala de su hogar y a la bruja Heks sentada en un sillón leyendo un libro. Aquello pudo ser más sencillo desde un principio, abrir un portal, estirar una mano y tomar la joya en la comodidad de su habitación, pero no hubiera sido igual de entretenido, le quitaba emoción. Dio un salto al interior del círculo reluciente frente a él y cayó con una pose victoriosa.


Las elegantes y gastadas paredes de su morada se desvanecieron al instante, el piso alfombrado dio paso a un pavimento húmedo y oscuro, la luz de una farola callejera era lo único que alumbraba aquel sitio, su entorno no era más que un callejón. Lejos de apreciarse sorprendido, frunció el ceño, rechinó los dientes y observó a su alrededor, buscando algo.


-Dámela y te dejaré ir…


Allister se giró de inmediato, a sus espaldas lo llamaba un individuo, su cabellera era oscura y larga, atada en una coleta, su piel era blanca y llena de pecas, sus ojos profundamente oscuros se ocultaban parcialmente detrás de un antifaz negro y azul. El joven no mayor a veinticinco años, vestía de gabardina negra, semiabierta, un traje elegante completamente negro y un par de botas altas, mineras, que rompían con toda la seriedad de su atuendo. No portaba armas, ni un mínimo objeto, estaba ahí, quieto, aparentemente expuesto. Su nombre era Walter Noctis, un héroe nocturno, su nombre podría estar en la lista de los tantos cientos de héroes que se encontraban dentro de la asociación, sin embargo, este chico se encontraba en el segundo sitio entre los más poderosos, solo porque en ella ahora se tomaba en cuenta al ensombrerado blanco. Era conocido por su carácter serio, su apatía ante la idea de relacionarse con sus colegas, incluso se negaba a tener fans o convertirse en algún tipo de celebridad, tal como otros héroes lo eran, aun así, su enigmática forma de ser lo hacía un imán para los medios de comunicación y era el rival declarado de SunBlast, aunque solo el rubio héroe lo reconociera de ese modo. A pesar de todo, los pocos individuos que habían conseguido acercarse, sabían que tenía una bondad auténtica e intenciones puras de salvar su mundo. Su poder no era para nada simple, la variedad de sus habilidades eran muchas, pero era famoso por su increíble poder para alterar la realidad, tal y como lo había hecho en ese instante.


El mago sonrió ladino. –Hey, Noctis, tanto tiempo… -Habló con un sutil tono de desdén, fingía la alegría de forma dificultosa.


-No lo volveré a repetir… -Sentenció.


Borrando toda pizca de alegría fingida, Allister buscó con la mirada una salida. Estiró una mano desprendiendo de ella un rayo oscuro que fue a parar directo al pecho del héroe, derribándolo. El mago aprovechó la oportunidad, pegó carrera velozmente hacia uno de los muros aledaños, a cada lado había edificios con apartamentos, subió las escaleras de emergencia y en un par de saltos ya se encontraba corriendo por los tejados con una amplia sonrisa victoriosa. En cuanto tuvo oportunidad, considerando que estaba lo suficientemente lejos, cayó de un salto al pavimento, levantó la mirada triunfante, una expresión efímera por demás, había caído de nuevo en el mismo callejón.


-Es… ¡¿Es broma?! –Exclamó levantando los brazos.


El héroe, parado en el mismo sitio, quitando el polvo de su camisa medio chamuscada, enarcó una ceja y se encogió de hombros, una forma de dar una negativa a su respuesta.


Allister no lo pensó dos veces, volvió a correr, esta vez en dirección opuesta. El joven de cabellera negra no lo detuvo, solo observó cómo se marchaba.


El mago corrió, esta vez por más tiempo, en una dirección completamente diferente y una vez más saltó de un edificio, para caer nuevamente en el mismo sitio.


-Ugh… ¡Maldición! –Gruñó y volvió a escapar.


Noctis observó cómo el joven repetía la acción al menos una decena de veces, incluso había intentado huir por la alcantarilla más cercana, pero en cada una llegaba al mismo sitio. Se presumía a sí mismo como alguien increíblemente paciente, no iba a detenerlo por más obvio que fuese el hecho de que no podría escapar de allí, lo dejaría notarlo por cuenta propia.


Cuando el joven villano perdió la cuenta de las veces que según él había escapado del sitio, dejó de correr. Se posicionó frente a su enemigo, exhausto, enfadado, abrió un portal justo al lado suyo solo para notar que a través de este estaba exactamente el mismo sitio en donde ya se encontraba. Bufó fastidiado, dejó caer los hombros junto con sus ánimos de seguir escapando.


- ¿Ya tuviste suficiente? –Cuestionó el héroe, ligeramente cansado también.


El mago sonrió arrogante. Extendió ambos brazos, un aura blanquecina lo cubrió, alzó su capa y su cabellera, sus ojos se volvieron oscuros, pero su pupila brillaba intensamente, rio sonoramente. –Por supuesto que no.


El héroe suspiró resignado, sacó las manos de sus bolsillos y se preparó. No pasó demasiado antes de que la realidad a su alrededor se quebrara ligeramente. Sabía que Allister era un individuo de cuidado, poderoso, había asesinado a cada némesis declarado, excepto a él, pero ¿Cómo iba a suceder? Tenían una historia juntos más larga de la que podría relatarse en la vida de todos los héroes y villanos, excepto los Hat, claro está.


La excentricidad de la magia hacía que cualquier enfrentamiento de ese tipo pudiese distorsionarse de manera escalofriante. Un centenar de cuchillas aparecían entre los dedos del mago, era un truco finamente bien calculado, la ilusión óptica hacía difícil ver cuando nacía una nueva cuchilla, comenzó a lanzarlas sin piedad. El oscuro contrincante las rompía ágilmente, movimientos complejos a medida que Allister creaba pequeños portales a su alrededor, si conducían al mismo sitio rompían la regla de su propia magia.


Enfadado, Noctis abrió las palmas, de ellas escapó una onda de energía, su aura poseía un color azulado. Todo se congeló; el tiempo, las cuchillas, el villano, todo estaba estático e incluso literalmente escarchado. No duró demasiado, consiguiendo escapar antes que cualquier otra cosa, Allister se movió entre el congelado espacio tiempo de ese sitio, con dificultad, se retorcía de forma inhumana a medida que la realidad oponía resistencia. Descongeló todo de forma literal. Inhaló profundamente y exhaló una potente llamarada blanca, incluso obligó al héroe a retroceder. Apoyó ambas manos en el suelo, la tierra comenzó a ablandarse, a girar, parecía un torbellino de agua, quizá de lodo.


La batalla solo era percibida desde el mismo sitio, en quién sabe qué extraño mundo habían sido sumergidos, un lugar creado por el hechicero Walter, tan bien detallado en cuestión de segundos que podría confundir a cualquiera, su mente ágil les dio un campo de batalla.


Tratando de no perder el equilibrio, Noctis apoyó con fuerza uno de sus pies en el suelo, cada centímetro se endureció de inmediato, la tierra frente a él continuó avanzando un poco más hasta atrapar los pies del mago rubio. Con suaves movimientos de sus brazos y una mirada determinada, el hechicero dirigía la tierra hasta atrapar fuertemente las extremidades de Allister.


El villano se vio a sí mismo acorralado, comenzaba a creer que tenía la contienda perdida, realmente no había demasiado que pudiera hacer dentro de un mundo creado por su enemigo, lo único que podría acabar con su prisión, también podría acabar con él mismo… situaciones desesperadas, medidas desesperadas. El mago comenzó a susurrar algo, de forma ininterrumpida, inentendible, sus ojos se tornaron de un blanco brillante, la piedra sobre sus manos se agrietó.


- ¡Hey! ¡Allister! –Llamó el héroe, alarmado, después de un momento de confusión hasta que pudo entender lo que sucedía- Detente ya o vas a…


Repentinamente, un poderoso rugido los aturdió a ambos. A las espaldas del mago se alzaba lentamente una gigantesca criatura. Aparentemente ciega, de dentadura poblada y afilada, con un cuerpo arqueado y caminando en seis delgadas patas con largas garras, una bestia de escamas negras caminaba de un lado a otro. Parecía no estar del todo presente, su figura era claramente visible, pero ese ser atravesaba todos los objetos a su paso como si fuese una ilusión, incluso a ellos, esperaba lentamente el momento en que fuese invocada por completo.


Allister no dejaba de susurrar, su objetivo era que su invocación fuese completamente tangible. A través de su trance, era incluso capaz de ver cómo el hechicero intentaba acercarse, pero a medida que lo hacía, en repetidas ocasiones la criatura se volvía tangible durante uno o dos segundos, se paseaba entre ellos, dividiéndolos.


-Allister, eso va a matarnos a ambos ¡Ya basta! –Habló desesperado.


Con un par de palabras más, el mago consiguió su objetivo. La criatura se abrió paso por completo, se golpeaba errática en los muros de los edificios artificiales, caminaba amenazante hacia el héroe.


El villano aprovechó la oportunidad, acabó de liberarse de su prisión de piedra, corrió hacia el lado opuesto, levantó ambos brazos hacia el frente. Se concentraba todo lo que podía, trataba de no temer a la bestia a sus espaldas, su energía chocaba con el muro al que apuntaba, cada vez con más fuerza.


Noctis esquivaba los ataques torpes de la enorme bestia adimensional, trataba de aprisionarla con su energía azulada. Comenzaba a darse cuenta que, si quería salir con vida de ese peligroso encuentro, debía decidir entre atrapar al mago o a la bestia, el plan del villano fue más que perfecto. Resignado, dejó de concentrarse en la realidad que había creado, debilitándola y poniendo toda su fuerza sobre la horrible bestia.


Como si fuese cristal, el muro a donde apuntaba el mago se hizo añicos dejando una gran abertura que Allister aprovechó para escapar, la realidad se había roto. Walter usó mucha de su fuerza, recitó algunas palabras, sus ojos brillaron y la criatura frente a él se evaporaba con lentitud.


Abrió los brazos, la dimensión acabó de romperse. Observó al horizonte, en la oscura calle aún podía ver al mago correr. Alzó una mano, tuvo el impulso de detenerlo, sería sencillo, lo anterior fue solo un simple juego y podía admitir haberle dado demasiada ventaja, incluso subestimar su estupidez, jamás creyó que llegaría a tanto solo por no devolver una estúpida joya… quizá era más que eso. Terminó por bajar la mano y desistir, pudo verle abrir un portal y desaparecer al fin.


Suspiró, no se veían con frecuencia, podría decirse que prácticamente se evitaban ¿Cómo no iba a ser de esa manera? Ninguno quería lastimarse realmente, un absurdo pacto silencioso que no estaban dispuestos a romper.



El portal se abrió en medio de la recepción, pudo llegar más lejos, pero no tenía ánimos de pensar. Caminó arrastrando los pies hasta la escalera, con un gesto de completo agobio.


-Allister. –Llamó una mujer, de la sala de estar se asomaba Maggie- Al fin llegaste, comenzaba a preocuparme. –Dijo alegremente.


El mago la miró fugazmente, devolvió la mirada al suelo, hurgó en su bolsillo y le entregó la joya con desgano. –La tengo…


-Oh, pensé que al final terminarías pidiendo ayuda. –Se burló la bruja- Seguro todo estaba muy bien vigilado. -Pese a sus bromas, la chica no obtuvo respuesta, el joven estaba ahí, parado, sin mirarle y apoyado en el barandal dispuesto a subir la escalera, parecía permanecer ahí solo por el compromiso de escucharle, tenía un semblante apagado, uno que solo veía en contadas ocasiones y que no tardó en reconocer- Te encontraste con Walt ¿Cierto?


Allister no reaccionó, frunció ligeramente el ceño y comenzó a subir la escalera lentamente, dejando a la bruja sola.


Ella suspiró, sintió su estómago retorcer, sabía que vería ese gesto por varios días.



- ¿Estás listo?


-Adelante, estoy listo…


-Va a doler un poco.


-Hazlo de una vez, estás impacientándome. –Respondió salivando.


Ambos desnudos, sus pieles ya se encontraban aperladas en sudor, el clima era frío, sin embargo, sus propios alientos agitados y el calor de sus abrazos elevaron la temperatura en la desordenada habitación del demonio blanco. Caricias sutiles en la piel expuesta, los llevaron a exigir tocar sitios más íntimos, en poco tiempo el hambre despertó. La noche los abrazaba, fiel compañera de las sensaciones de deseo, admiraba a un par de individuos en posturas sugerentes.


El ensombrerado se hallaba recostado boca arriba en su mullida cama, encajaba sus garras largas en un par de cojines cercanos, sus piernas bien abiertas rodeaban la cintura morena de un hombre varios cientos de años más joven que él. Su miembro bien erecto palpitaba de ansia por lo que se avecinaba, goteaba constantemente de un líquido cristalino, pero su propia humedad no serviría de nada por aquella vez. El doctor se encontraba bien posicionado para ser ahora quien tomara ese cuerpo ajeno y poderoso, se adentraría en él, lo haría suyo por una noche.


Con las piernas temblorosas, White cerró los ojos tras sentir como era invadido lentamente, Slug sabía lo que hacía, era sutil, cuidadoso. Una ligera punzada dolorosa atacó su entrada, alcanzó su cadera, un escalofrío recorrió su espalda conforme el chico se adentraba más y más.


- ¡Mgh! Slugy… -Balbuceó, su voz estaba apagada, ahogada en jadeos.


-Tranquilo… -Suspiró, podía sentir una increíble excitación tras estar atrapado por ese cálido cuerpo, era vibrante, le robaba el aliento- pronto se sentirá mejor…


Era tan extraño ver por primera vez, a ese dominante depredador, tan vulnerable, frágil desde su postura, entrecerraba su par de preciosos ojos azules, podría jurar verlos cristalinos, una lágrima traviesa amenazaba por aparecer. Aparentemente era la primera vez de ambos en algo.


El científico comenzó a moverse, había conseguido humedecerse tanto que resbalaba sin dificultad alguna, seguía siendo estrecho, aún había resistencia, pero poco a poco se marcó un ritmo constante en ambos.


No podía negar que al principio fue incómodo, no estaba seguro de cómo podría describir la sensación, pero lentamente se volvió agradable, no había tal sensación interna, no aquella que juraba esperar, sencillamente el calor se intensificó, era como haber accionado un interruptor, el placer en su miembro fue mayor y aquello coincidía con el vaivén del joven, no era capaz de identificar nada correctamente, todo era nuevo. Instintivamente aferró sus piernas, intentaba pedir un poco más de cercanía, la necesidad crecía, acercó a su doctor a sus labios, le obligó a besarle bruscamente, introdujo su lengua bífida hasta donde fue capaz de sentir, sabía que su pareja se atragantaba, aun así, necesitaba más, podía sentirse resbalar y salivar, saboreaba la sangre de los labios tersos que devoraba, los había rasgado sin querer, un accidente que no ocurría a menudo.


- ¡Ah, doctor! –Gimió con un gruñido ronco, lo único que conseguía salir de su boca además de su incesante jadeo- Necesito más… Quiero conocer ¡Mgh! ¡Todo de esto!


Ligeros nervios se apoderaron de Slug, conocía demasiado bien a su pareja, el deseo por lo nuevo lo llamaba siempre, pero estaba consciente de que él estaba más desinhibido de lo usual, sin control, no sabía si podría mediar aquello. Tomó las largas piernas de su demonio; tersas, musculadas, de ese peculiar color grisáceo pálido, y sorpresivamente flexibles; las separó mucho más, alzaba una de ellas por encima de su hombro, trataba de abrirse camino, aumentó la intensidad de sus estocadas, funcionaba, el ensombrerado se arqueaba, comenzaba a sonreír de esa forma espeluznante que continuamente le parecía tan encantadora.


La ansiedad nacía y crecía en el interior de White ¿Cómo podía ser aquello tan embriagante? Le hacía desearlo más. Sin previo aviso, el ensombrerado atrajo hacía él al doctor, lo abrazó acercándolo lo más que pudo, se giró cómicamente en la cama cambiando sus posiciones, se irguió terminando por montar de piernas abiertas al científico.


- ¿White? –Llamó el joven, analizando aún el giro de acontecimientos.


El ensombrerado comenzó a moverse, subía y bajaba, hacía que Slug lo penetrara a su propio ritmo, ni siquiera le miraba, echaba la cabeza hacia atrás, sus ojos estaban clavados en la nada, completamente absorto en las sensaciones, hacía movimientos circulares con su cadera de vez en cuando.


-Uh… White Hat… Ahh… -Soltó el chico en medio de un suspiro, aquello sonaba a placer puro, se sentía tan deliciosa la loca actitud de su pareja, decidió dejarse llevar hasta donde el demonio quisiera… y su cuerpo resistiera. Tomaba sus caderas con fuerza, trataba de no interrumpir sus acciones.


Aún más deseoso, White ya hacía movimientos erráticos, eran estocadas duras en su interior, movimientos rápidos, consistentes, comenzaba a fastidiarse. No fue hasta que el científico comenzó a masturbarle que su locura se acrecentó considerablemente, tomó las muñecas de su amado, se acercó a su rostro.


-Muérdeme…  -Ordenó en un jadeo ronco cerca de su oído.


-Lo que ordene, señor… -Respondió de inmediato, sumido en aquel sueño erótico.


El doctor clavó sus dientes en su cuello, con toda la fuerza que pudo, su mandíbula dolió, pero aun así consiguió abrirle la carne y probar algo de su oscura sangre, no sabía a metal, como lo hubiese esperado, era amarga y extraña.


White soltó un escalofriante gruñido, estrechó con más fuerza las muñecas de su pareja. Sentía su cadera doler, su garganta seca, pero, principalmente, esa excitante sensación de estar por llegar al clímax. Era admirable lo mucho que el chico había resistido, pero se le veía cansado y tan perdido como él.


-Diablos, White… no pares… -Rogó, en algún punto cedió toda dignidad y salvajismo, el control jamás pudo llevarlo él, pero no le molestaba, de cualquier modo, siempre tomaba las riendas cuando se encontraba del otro lado.


Pararon en seco, casi hipnotizado, el demonio se irguió una vez más, tomó rápidamente la mano del chico y le obligó a masturbarle, tras unos cuantos movimientos, se estremeció y eyaculó abundantemente. Su propio vientre estaba manchado, la mano del joven escurría del líquido blanquecino y caliente. Curiosamente, la mera imagen lo llevó al orgasmo también, el cuerpo de su pareja se encorvó al sentir cómo se derramaba en su interior, se sacudía levemente, como un escalofrío, jadeaba cansado y excitado.


-White… ¿Te encuentras bien? –Preguntó preocupado después de algunos minutos de no obtener reacción alguna, su abdomen ya estaba escurrido en saliva y semen, el demonio salivaba con la mirada perdida.


-No… -Respondió con el mismo gesto- Necesito más de esto…


-Uh… no me he recuperado, no creo que pueda…


- ¡Necesito más! –Dijo amenazante.


El doctor no pudo responder, asustado, sintió cómo tiraba de él con fuerza, un movimiento bastante agresivo. Por un instante sintió verdadero temor de lo que estaba a punto de ocurrir, su jefe lo estrechó entre sus brazos, no sabía lo que haría… hasta que el demonio permaneció así. Slug abrió con auténtico nerviosismo sus ojos, alzó la mirada, White le observaba dulcemente, con una sonrisa tenue.


-Necesito más de mi amado doctor… -Dijo tranquilamente.


Slug soltó el aliento contenido, frunció el ceño y le plantó un manotazo en el rostro al demonio, zafándose del abrazo y alejándose algunos centímetros.


-Tarado, me asustaste… -Pronunció molesto.


White rio burlón, tomó con suavidad la mano de su acompañante y la besó. –Me encantó, fue espléndido, -Dijo galante- me disculpo por perder la compostura.


-Amo que pierdas la compostura… -Admitió en un murmullo.


El demonio volvió a abrazarle melosamente, le plantó un par de besos en la mejilla y se dejó caer en la cama con él en los brazos. Slug le miró de frente, con ese gesto molesto, orgulloso. Apreció ese par de ojos azules, uno más pálido que el otro, le miraban con ternura, debajo de ellos se apreciaban tenues ojeras, tales que eran nuevas en aquel individuo, incluso antes eran impensables.


El recuerdo de aquel suceso terrorífico de un mes atrás lo arribó, aquel en el que el ensombrerado escupía sangre sin control, cuando sintió el miedo más grande en su vida, viendo cómo entre sus manos escurría la sangre del ser que más amaba y parecía que poco a poco su vida se acababa. Su piel se erizó, su estómago se retorció y no pudo evitar mostrar un gesto de auténtica angustia. Ya habían hablado de ello, el ensombrerado le hablaba nuevamente de su conexión con Black Hat, pero parecía no poder entender del todo lo que aquello había sido, incluso le vio temeroso, sabían que se volvía mortal poco a poco, sin embargo, era difícil entender por qué sucedía si Flug aún estaba algo lejos de parir, jamás temió tanto verle perder su fuerza. Le acarició el rostro, esa tersa piel grisácea clara, frunció el ceño nuevamente.


-Tienes prohibido morir antes que yo. –Sentenció.


White parpadeó confundido. –Uh… ¿A qué viene eso?


- ¿Quedó claro?


-Pero…


-Responde… -Pronunció con algo de desesperación y voz quebrada.


El demonio borró cualquier sonrisa de su gesto, lo obligó a pegar su rostro a su pecho en un fuerte abrazo. –No voy a mentirte, Slug, -Inició con seriedad- mi padre murió por causas… no naturales, -Comentó dudoso- no estoy del todo seguro de cuánto podemos llegar a vivir siendo mortales, pero incluso teniendo una longevidad como la de ustedes los humanos… -Calló por un instante- Seamos realistas, tú tienes menos de treinta años, si me buscáramos una edad humana, yo tengo más de cuarenta, es difícil pensar que viviré más que tú, lamento ser frio con esto, pero no voy a engañarte.


El ensombrerado no escuchó respuesta alguna, pero pudo sentir cómo su pecho se humedecía, un ligero temblor nacía en el joven, su respiración entrecortada golpeaba en su piel.


- ¿Slug? –Llamó alarmado, trató de mirarle- Slugy ¿Estás bien?


-No… -Contestó entre el llanto- voy a hacer corto circuito…


- ¿No eras impermeable?


-Cállate imbécil… -Soltó frustrado.


White suspiró agobiado, lo vio levantar la mirada humedecida, sus lágrimas solían ser de un color ligeramente rojizo, como si fuese agua mezclada con óxido. Era terrible tener que ser así de honesto. El doctor solía mostrarse frío, fuerte, serio, pero conocía muy bien esa parte dentro de él que se quebraba cuando las cosas se salían de sus manos, un poco de intolerancia a la frustración y mucha sensibilidad caracterizaban lo más profundo de él.


-Slug… no tienes que preocuparte, falta demasiado tiempo para eso, tenemos una vida juntos y… -Hizo una pausa- lo mejor de volverme mortal es que podré acompañarte hasta el final… aunque quizá vayamos a sitios muy diferentes.


-Mataré a alguien inocente. –Dijo de inmediato- Haré algo atroz que me lleve al infierno con tal de estar a tu lado. –Habló con una determinación impresionante, incluso algo de furia, una combinación curiosa con aquellas lágrimas adornando sus mejillas.


El ensombrerado no pudo evitar reír sonoramente, era lo más abstractamente tierno que le había dicho. –Haremos algo estúpidamente terrible antes de morir, te lo prometo, juntos… -Hizo una mueca de disgusto- Espléndido, ahora me siento anciano.


-Eres un anciano, -Rio burlón- y te acaba de coger un niño.


-Ugh, esto va a sonar horrible, pero estoy por cogerme a ese niño.


Slug rio fuerte, lo empujó ligeramente de forma juguetona. –Asco.



-Y listo… -Dijo en medio de un bostezo.


Demencia estiró el brazo, lo movió de un lado a otro, su piel se encontraba marcada por la venda que había llevado todo el mes, estaba ligeramente entumecida.


- ¡Me siento fantástica!


-No puedo creer que me despertaras tan temprano para esto. –Se quejó el doctor.


-Hoy viene Bonnivet, además yo he madrugado muchas veces por ti, niño panzón.


Ya era de mañana, demasiado temprano por la mañana, la casa entera había madrugado ese día gracias a la joven de cabello bicolor que, ansiosamente, decidió que debía tener ambos brazos en libertad para recibir a su adorada reina.


Ya había pasado un mes, la joven se encontraba intacta, perfectamente sana y el vientre abultado del joven doctor de mirada verde, ya era bastante grande, cursaba finalmente el sexto mes de un embarazo exitoso, los malestares habían desaparecido tiempo atrás.


-Tienes un punto. –Aceptó resignado- Como sea, me alegra que seas tan resistente y te regeneres a tal velocidad, me angustiaba verte de esa manera.


La joven sonrió divertida, atrapó al chico por los hombros con uno de sus brazos. –Estoy bien, nerd. –Respondió con cariño. Repentinamente olfateó el aire- Parece que alguien más despertó también, -Sonrió ladina- y no creo que sea 5.0.5.


El doctor sonrió un poco avergonzado. –Sí, huele a algo refinado en la cocina.


Ambos se dirigieron al comedor. Flug sostenía su vientre todo el tiempo, había comenzado a usar camisas bastante amplias, lo hacían lucir pequeño.


Al entrar en el sitio, el ensombrerado oscuro sostenía un par de platos, los miró a ambos y les dedicó un gesto amable, demasiado tenue, pero dulce, al fin y al cabo. Ese era el semblante más usual en el villano de un mes para entonces, esa ligera sonrisa se había vuelto muy común, cada día se había dedicado a preparar el desayuno, algo que no era del todo cómodo para el doctor, ahora el demonio hacía muchas labores en un solo día y eso le preocupaba. Bajo aquellos ojos oscuros había un par de ojeras bien marcadas, solía quedarse dormido en todos lados y quejarse de constantes migrañas, pero, aun así, continuaba haciendo labores en exceso. El científico había desistido de pedirle descansar, él se negaba todo el tiempo a estar quieto y, como si no tuviese suficiente, los ingresos habían aumentado por su nueva carga de trabajo, el dinero llegaba en mayor volumen. Entre más trabajaba el ensombrerado, menos debía hacerlo el doctor, algo injusto a su parecer.


Flug se acercó con toda confianza, una sonrisa adornaba su rostro. Black alzó una mano que fue aceptada de inmediato, ambos se sostuvieron tal y como había sucedido desde hacía algunos días, solo tocaban ligeramente los dedos del otro y se miraban fijo, como si buscaran decir algo sin palabras. Ese era un hábito adquirido en una tranquila tarde de lectura, un momento libre para ambos dio paso a tener una charla larga como antes lo hacían y, repentinamente, decidieron tocarse sin más, un gesto que pareció encender algo en ambos y que comenzó a repetirse en cada oportunidad. El chico peinó sus cabellos tímidamente, un travieso rubor se asomó de repente.


-Buenos días, señor Black Hat. –Murmuró.


El villano estrechó su mano con más firmeza, lo encaminó a una silla y lo invitó a sentarse. –Buen día, doctor. –Respondió con seriedad y se dirigió a su propio asiento.


-Buenos días, Blacky, cariño. –Dijo Demencia, burlona, tratando de romper la obvia tensión y, de paso, molestarlos un poco.


-Lagartija. –Saludó Black con la misma seriedad.


El esponjoso oso azul entró de repente, algo adormilado, caminó alzando una mano y saludándolos a todos. Quizá el más agradecido entre todos era él, la nueva ayuda del ensombrerado le daba más tiempo de descanso. Ahora podía levantarse un tanto más tarde e ir a la cocina y comer lo que fuese que el demonio preparara en masa, incluso eso había cambiado, ahora sí lucían como una gran familia.



-Tan temprano… y ya estás de imbécil rompiendo la ley… -Pronunció con desgano.


La avenida principal se encontraba en un fastidioso embotellamiento, sin embargo, no había automóviles resonando, ni una sola persona exigiendo que se movieran, cada auto estaba vacío. La realidad era que pensar que alguien permanecería en su automóvil como si nada en medio de una tremenda batalla, era una tontería. La calle entera era una zona de persecución en círculos. La villana arácnida y la arquera de tres ojos se encontraban en una dura batalla contra dos individuos; Artemisa, la heroína experta en armería de caza y Guinity, el héroe mitad escorpión. Héroes casuales, poco llamativos para muchos, pero que hacían un gran esfuerzo en mantener la paz en su zona.


La arquera rubia se ocupaba de disparar veloces flechas para bloquear cualquier ataque que Artemisa le enviaba. La heroína estaba en desventaja, su contrincante poseía la agudeza visual, la precisión y la fuerza como para sostener en el aire las flechas que le eran enviadas, con un par de dedos atrapaba cada afilada arma y las usaba en su contra, se movía demasiado rápido como para permitir que la cazadora se acercara más.


Por el contrario, Umbra esquivaba temerosa cada estocada del héroe. Aquel hombre de cabellera castaña y piel morena, poseía una larga y venenosa cola de escorpión, hábil, poderosa, era muy complejo esquivar sus terribles ataques y recibir alguno sería mortal. Lanzaba su telaraña en defensa propia, trataba de cubrir el filo de la única arma que la amenazaba, pero siempre era más veloz.


La batalla era observada desde los cielos. Increíblemente relajada, el hada de cabellera azul movía las piernas rítmicamente en el tejado de un edificio cercano, se apoyaba sobre la palma de sus manos y fruncía el ceño con fastidio.


-Vamos, maldita araña… -Murmuró molesta- ese tarado no puede contigo… debiste salir de noche, idiota. –Despotricó.


Torció los labios y miró al cielo, era un día fantásticamente soleado, suspiró pesado, algo no andaba bien. En muchas ocasiones se atrevió a pensar que había hecho algo mal, pensaba que quizá estaba yendo demasiado rápido o se estaba perdiendo el interés, no pudo evitar derramar una lágrima más de una vez, sentía impotencia y sus preguntas jamás obtenían respuestas. La araña se estaba alejando de su vida sin una respuesta que valiera la pena. A lo largo de ese mes habían hablado muy poco, ocasionalmente Umbra le visitaba en su habitación, otras veces se veían en el tejado de la mansión, pero cada vez la villana se quedaba en silencio, le observaba fijo por varios minutos, incluso en varias ocasiones parecía querer articular palabra, y al final solo se marchaba, sin más, comenzaba a ser agobiante.


Volvió a suspirar, esta vez de forma ruidosa, tiró de su cabellera azul, no sabía qué hacer.


-Pareces estresada. –Comentó alguien junto a ella.


La chica dio un pequeño salto en su sitio, no pudo evitar dejar escapar un sonido tenue de susto. Miró con lentitud a su lado, la vista le parecía sumamente inusual, a la vez conocida. Walter Noctis sonreía tenuemente sentado en la misma postura que ella, se inclinaba para mirarle, no estaba segura de cuándo fue que llegó a ese sitio.


- ¿Estás hablando conmigo? –Preguntó confundida.


El joven parpadeó desconcertado. –Bueno… no hay nadie más aquí.


La joven se ruborizó, admitía lo tonta que fue aquella pregunta. –Ugh… quiero decir, tú no hablas con nadie.


Los largos años dentro de la asociación de héroes le habían dado la oportunidad de conocerlos a todos, si no era personalmente, lo había hecho por medio de los rumores. En alguna ocasión años atrás, la joven hada intentó un acercamiento con el hechicero, evidentemente fracasó, se sabía bien de su poca interacción con el resto de sus compañeros, ese momento era sumamente raro.


-Parece que me conoces bien. –Sonrió ladino.


Pru meditó la respuesta, debía ser más cuidadosa, a veces olvidaba que su vieja identidad tenía un lugar exclusivo en la prisión, no podía darse el lujo de levantar más sospechas.


-Eres bastante famoso. –Respondió con simpleza, tratando de restarle importancia.


El joven calló por algunos segundos. –Bien, tú también lo eres Prudencia… ¿Hat?


Inevitablemente soltó una risotada, el apellido era bastante inesperado. –De acuerdo, -Dijo entre risas- sí trabajo para el sombrero blanco, pero el apellido está de más, solo Prudencia.


-Está bien, -Respondió cordial- es solo que te has vuelto el arma maestra de la oveja negra, creí que eras creación del doctor Slug.


Percepción interesante, así podría llamarle. Al parecer finalmente se generaron especulaciones respecto a su origen, algo que le daba mucha ventaja, podría manipular aquello a su antojo. Esa vez decidió ser ambigua. –Algo así…


La ambigüedad de su respuesta despertó aún más su curiosidad. - ¿Sabes? –Indagó- Los ciudadanos han comenzado a notarte mucho, los héroes te han preferido como una alternativa al fracaso, te llaman “El colibrí”.


Sin lugar a dudas no dejaba de tener una alborotada niña interna, el saber que tenía finalmente un sobre nombre, y uno tan hermoso, le hacía emocionarse. Fue difícil, pero consiguió ocultarlo. –Fantástico, -Respondió inexpresiva- es mi trabajo. –Le miró fijo- Ahora dime ¿Por qué estás diciéndome todo esto?


Walter dirigió la mirada a la avenida. –Me da algo de curiosidad, -Comenzó rompiendo el hilo de la conversación- si sabes la clase de heroína que te has vuelto para el mundo ¿Por qué no has bajado a ayudarlos? –Apuntó con la barbilla.


Los nervios se apoderaron del hada, era una pregunta razonable, especialmente por la calidad moral que sabía que tenía el héroe. Si quería darse una reputación adecuada no podía darse el lujo de responder algo egoísta o desinteresado, no podía hablar de la conexión que tenía con aquellos villanos en el campo de batalla. –Me gustaría… -Vaciló- pero el sombrero es estricto, no tengo permitido actuar si no tengo órdenes para hacerlo. –Mintió- ¿Cuál es tu excusa?


El hechicero sonrió, parecía esperar justo esa pregunta. –Deben aprender a pelear sus propias batallas, -Se encogió de hombros- sin embargo, estoy dispuesto a actuar si no consiguen triunfar.


El corazón de Prudencia se estrujó. Conocía el gran poder del individuo a su lado, su intervención les garantizaba una derrota a los jóvenes villanos, no sabía si quería permitirlo.


Observó con detenimiento aquella mirada llena de angustia. Se presumía bastante perceptivo, podía ver el miedo en ese par de ojos rosados, una mirada demasiado familiar. Sonrió con algo de ternura, se levantó de su sitio y comenzó a andar por el tejado en dirección opuesta.


- ¿Uh? ¿A dónde vas? –Preguntó confundida, saliendo de su trance.


-Recordé… -Se detuvo y la miró por sobre su hombro- Recordé que tengo algo más que hacer. –Le guiñó un ojo y siguió caminando.


El hada permaneció en su sitio, lo vio alejarse lentamente por un largo rato hasta verle saltar hacia alguna parte debajo de los tejados. Sospechoso, inquietante, no estaba segura de qué pensar, pero esperaba con toda el alma no haber levantado sospechas o, tratándose de él, estaba perdida.



-Así que… -Inició dudoso- quiere algo para atrapar a un ser volador, con alas y… poderes de la naturaleza…


- ¡Sí! ¡Quiero hacerle trizas! –Respondió con furia- Tengo más motivos que cualquiera. –Apuntó a su boca, en ella faltaba un diente- ¡Ni siquiera me importa la recompensa!


El ensombrerado blanco se retrajo en su gran silla, se removió con incomodidad, observó desdeñoso al héroe frente a él, MyonMan nunca se vio en un peor estado. Le dedicó una mirada fugaz a su acompañante, el doctor Slug, de pie a su lado, correspondió esa pequeña mirada, también estaba llena de desconfianza. White suspiró con pesadez, reacomodó ruidosamente todas las hojas en su escritorio y retomó su usual sonrisa burlona.


-Por supuesto, lo que el cliente diga es ley. –Dijo distraído- Le llamaremos en cuanto estén listos los planos ¿Le parece adecuado?


MyonMan se levantó rápidamente. –Perfecto. –Respondió tajante.


-Mi querido retoño lo acompañará a la salida. –Comentó apuntando al gran oso rojo junto a la puerta, el enorme y esponjoso animal gruñó tenuemente y la abrió descuidadamente de par en par- Que tenga un espléndido día. –Finalizó, alegre.


Mantuvo aquella sonrisa estática por varios segundos hasta que la puerta fue cerrada Electroencefalografista y se aseguró de que el héroe estuviese lo suficientemente lejos, después la desvaneció por completo.


- ¿Cuántas peticiones con la misma descripción tenemos hasta hoy? –Cuestionó.


-Cuatro del día de hoy, -Respondió Slug- seis de ayer.


-Ya le pusieron precio a su cabeza, -Sentenció- probablemente después de lo de MyonMan.


El doctor se masajeó la sien, bufó estresado. –Esa niña…


-Es algo mayor que tú.


- ¡Pero se comporta como una!


White suspiró, se levantó de su asiento y comenzó a caminar alrededor de la habitación, se sostenía el mentón, cavilaba. –Claramente no ha dejado de ser impulsiva, Prudencia no es precisamente el nombre más acertado, pero hasta Demencia ha llegado a ser cuerda de vez en cuando. –Admitió.


-Es demasiado desagradecida… -Refunfuñó- No importa cuánto tratemos de ayudarla, parece no dejar de cometer errores.


-No lo hace a propósito, -Se recargó en el muro, seguía mirando a la nada mientras hablaba- no es fácil dejar toda tu vida a un lado, solo para mantenerte a salvo.


-Lo único que debe hacer es pasar desapercibida, para los conflictos menores está lista ¡La hemos vuelto fuerte!


El ensombrerado lo miró como si hubiese tenido una epifanía. –Exacto… -Respondió con voz lejana- Conflictos menores…


Se irguió, caminó a la puerta y salió de la oficina. El científico le miró con extrañeza, permaneció en su sitio por varios segundos, vacilaba si seguirle o no. Finalmente fue tras él, apenas pudo ver cómo el demonio entraba en alguna habitación al azar, una de tantas que tenía años sin haber visitado, la mansión era innecesariamente grande para el poco espacio que se ocupaba, había decenas de cuartos en desuso. El cuarto no era más que otra pequeña sala de estar, tenía algunos muebles empolvados y un enorme armario de madera, incluso lucía un poco apolillado. White abrió la puerta desatando una nube de polvo.


-Carajo… -Soltó Slug mientras tocía- parece que algo murió allí dentro.


-Es probable… -Murmuró.


Rebuscó en el interior, había una pila de cajas que llegaba hasta el techo. Ensució terriblemente sus pulcros guantes al desempolvar cada una con el objetivo de poder reconocerlas. Algunas cajas más tarde, finalmente dio con su objetivo. White tiró de un par de cajas planas y rectangulares, la pila se balanceó ligeramente ante el movimiento. Abrió un poco una de ellas y la cerró de inmediato.


- ¡Excelente! –Exclamó con una amplia sonrisa triunfante.


-Uh… ¿Qué es eso? –Preguntó nervioso, le daba repelús cuando sonreía de esa forma.


-Usted mismo lo dijo, doctor, la hemos vuelto fuerte… -Se giró con la caja en brazos y se la dio al joven- Ahora vamos a volverla invencible.


Slug observó el objeto con desdén, estaba demasiado sucio. - ¿Qué se supone que debo hacer con esto?


El demonio sonrió con dulzura, se dio la vuelta y desempolvó la otra caja, idéntica. –Envíala a la mansión de Black, hazles saber que es un obsequio de mi parte, estoy seguro de que va a encantarle.


-Encantarle ¿A Black Hat? –Repitió confundido.


Le miró con malicia. –No tienes idea de cuánto…



Pasado el mediodía, Demencia se encontraba sentada en la alfombra de la recepción, miraba atentamente el enorme portón de entrada. Movía la pierna ansiosamente, parecía que había perdido la habilidad de parpadear, a ese ritmo destrozaría la puerta con la mirada.


Repentinamente el timbre resonó. Pese a la extrañeza de no haber escuchado automóvil alguno, el hecho de que el sistema de seguridad no se activara le daba una señal positiva. Se levantó rápidamente y corrió a la puerta, la abrió ruidosamente, asomó su rostro lleno de contento. La alegría bien marcada que portaba se transformó en confusión, tras la puerta no había nadie. Miró a todos lados, finalmente dejó caer la mirada en el felpudo tinto bordado con un sombrero que estaba a los pies de la puerta. Una caja púrpura y rectangular se encontraba descansando en el tapete, la joven se inclinó curiosa a observarla de cerca, tenía una etiqueta marcada con un sombrero blanco. Inmediatamente pegó un pequeño brinco y se echó para atrás, alejándose.


- ¿Llegó lady Belle? –Preguntó alguien a su espalda, haciéndola sobresaltarse de nueva cuenta- Uh… ¿Estás bien?


Demencia tenía una postura rígida, miró al joven doctor con esa expresión de pánico, apuntó hacia el objeto y balbuceó torpemente un mensaje que jamás llegó a su destino.


El científico ladeó la cabeza confundido y preocupado, notó la gran caja en la entrada y se aproximó a paso lento, sostenía su vientre. Enfocó la vista, ya no era muy sencillo inclinarse, así que se limitó a depender de su corta agudeza visual, de cualquier modo, consiguió ver el sombrero en la etiqueta.


-Oh… -Soltó curioso- Un paquete del señor White Hat. -Comentó con una ligera sonrisa- Deberías de dejar de temerle tanto, ha pasado ya un tiempo.


-No le temo. –Aseguró ofendida- No le tengo confianza, apenas confío en el anciano de esta casa ¿Crees que podré confiar en el otro viejo blanco?


-Bien, ha hecho mucho por mí últimamente, gracias a Slug y a él tengo asistencia médica, creo que podemos hacer un esfuerzo.


-No cuentes con ello. –Sentenció desviando la mirada.


Flug viró los ojos, sonrió enternecido. –Vamos, ayúdame a meterla o tendré que hacerlo yo mismo.


La chica torció los labios. –Eso es trampa… y chantaje. –Respondió y atendió la orden.


La villana tomó con precaución el objeto, lo sostenía con un par de dedos como si evitara tocarlo lo más posible. No hizo un esfuerzo mayor por eso, simplemente lo llevó a la primera mesa cercana en la recepción en donde el doctor pudiera revisarlo sin la necesidad de inclinarse.


El doctor abrió la caja, un ligero olor a humedad se desprendió del interior. No estaba seguro de cómo reaccionar, el objeto en el interior no era reconocible para él. Se trataba de un rectángulo de piedra, algún tipo de tabla de piedra con bordes tallados de forma minuciosa con figuras extrañas, una piedra gris azulada un poco enmohecida. En un extremo tenía un pequeño agujero, nada profundo, con la silueta de un medio círculo, y en el centro se marcaba una línea que dividía la tabla en dos.


Pasó suavemente los dedos por su superficie, el tacto con la áspera piedra le provocó un escalofrío que le recorrió el cuerpo.


- ¿Qué es esto? –Preguntó, confundido.


-Si empiezan a sonar tambores, juro que voy a correr. –Advirtió la joven.


-De hecho, parece alguna clase de tablero.


-Lo es. –Respondió Black Hat a sus espaldas.


El par de jóvenes pegó un pequeño salto en su sitio, jamás lo escucharon llegar, mucho menos supieron cuándo se acercó tanto, estaba a un par de centímetros.


- ¿Usted sabe qué es esto?


-Por supuesto. –Respondió sin titubear, sonreía maliciosamente, su mirada se encontraba encendida, había algo en aquella expresión, una llama ardiente. Sacó el objeto de la caja, lo miró con detenimiento mientras pasaba sus dedos por el contorno- ¿White envió esto?


-Uh… eso parece… -Contestó curioso.


-Ce idiot ești, nu ar fi trebuit să îl ascunzi așa de mult timp… -Susurró para sí.


Demencia mostró un gesto de confusión. - ¿Y entonces? ¿Qué diablos es esto?


Black Hat le miró satisfecho, lucía un poco orgulloso de poder responder esa pregunta. – Es un tablero de juegos, lagartija.


Con tan solo observar el gesto del demonio, podía entender lo importante que era aquel regalo, pero esa respuesta no le decía nada, era ambigua y tajante como él mismo. Le dedicó una mirada interrogante esperando obtener algo más.


El demonio ni siquiera le miró, continuó por sí mismo. – Ustedes son muy jóvenes para recordar esto… bueno, cualquier mortal vivo es muy joven para recordarlo, ni siquiera pudieron escuchar hablar de ello. –Admitió- La ridícula criatura que infesta la tierra no fue la primera en hacerlo.


- ¿Se refiere al humano? –Preguntó Flug casi por costumbre, sabía la respuesta, ese tono despectivo lo decía todo.


- Por supuesto que me refiero a esa peste. –Contestó con obviedad- Antes de todo lo habido hasta ahora, antes de que cualquier otra criatura pisara este ridículo planeta, existieron más seres como yo. –Cerró el puño, sonreía salvajemente, su mirada brillaba rojiza. Lentamente apagó sus energías hasta hacer una mueca de disgusto- Pero esas gloriosas épocas terminaron cuando algunos cuantos incautos comenzaron a otorgar dones especiales a los mortales. Al final algunos perecieron por sus propias creaciones. Lamentablemente solo pude conocer vestigios de nuestras gloriosas épocas.


El par se miraron confundidos, eran extraños altibajos en el ensombrerado.


- ¿Y eso que tiene que ver con la roca? –Cuestionó la chica.


Black retomó su malicioso gesto. –De la misma manera, antes no existían tantos juguetitos electrónicos como los hay hoy en día. Mi especie debía entretenerse con algo y ese algo era esto. –Dejó caer la tabla en la mesa nuevamente- Es un tablero de juegos.


El doctor ladeó la cabeza, observó cada detalle intentando averiguar su uso, no tenía patrones, ni piezas, no entendía nada. - ¿Y cómo se usa?


El demonio puso un dedo sobre la superficie de la piedra, cada figura se encendió en una luz verde. - ******** es su nombre.


-Juego de almas. –Tradujo el científico con entusiasmo.


Hizo una mueca de satisfacción, el chico aprendía rápido. De la superficie de la piedra se alzaron figuras; árboles y algunos edificios se dibujaban en una energía verdosa. – Es un juego de batalla, la tabla recrea un escenario y cada jugador pone en campo a sus participantes. Pero no se trata solo de cualquier juego con piezas de juguete. –El escenario cambió, la gran mansión del sombrero negro se alzó de la misma forma. El demonio chasqueó los dedos, un pequeño muñeco de barro y madera apareció entre sus dedos, era como alguna clase de juguete hecho a mano. Lo colocó sobre el tablero, donde se dibujaba el jardín de enfrente, justo donde se ubicaría la ventana y apuntó con un dedo a la entrada de la mansión.


Frente a el enorme ventanal, un enorme montículo de tierra se alzó de forma repentina, tomaba de apoco forma humanoide hasta volverse idéntico al muñeco de la tablilla. Los villanos se miraron asombrados, en el rostro de la joven se dibujaba una sonrisa entretenida.


-Cada escenario es real, lo que sea colocado en este escenario, aparecerá en campo. –Explicó- Era un juego que solía jugarse con golems de todo tipo de materiales y resistencias, pero… -Se relamió los labios- Después conseguimos mejores jugadores. –Los observó fijo, insinuante- Unos que harían lo que fuera por recuperar sus almas y pagar sus deudas.


Flug cayó rápidamente en la cuenta de a qué se refería. –Por eso se llama juego de almas…


Black Hat, paseó los dedos sobre sobre la hendidura en forma de medio círculo. –Pero a este le hace falta una pieza… -Se sostuvo el mentón- El juego solo puede jugarse con dos tableros gemelos, a distancia, si no cualquier oponente conocería fácilmente las jugadas de su contrario. Cada tablero cuenta con un medio talismán, al unirlos y colocarse en un sitio en particular, este se vuelve un área cerrada de combate mutuo. Sin el otro tablero y la pieza faltante, solo es un juguete con vistas panorámicas y algunos muñecos que hacen destrozos al azar hasta perderse de vista.


Un silencio abrazó a los pensativos individuos.


-Quizá en tonto blanco lo tiene. –Sugirió la chica.


La pareja se miró asombrada, esa había sido una puntada certera.


El demonio rio. –Más que un regalo, esto parece una invitación. –Volvió a acariciar la hendidura- Y al parecer ya tiene planeado el sitio de encuentro… -Se giró y caminó hacia las escaleras- ¡Guárdenlo y prepárense! Nos espera una partida…



El enorme portón se abrió, la joven de cabellos azules dejaba que sus piernas fueran arrastradas en el suelo, mientras sus alas la levantaban a duras penas, el desgano era evidente en su rostro, incluso podría ser contagioso. Levantó la mirada encontrándose con ese gesto decepcionado que se había vuelto habitual en el científico, cruzaba los brazos y parecía esperar alguna explicación. El gigante y malhumorado oso rojo le imitaba, cruzado de brazos, relajó su expresión molesta cuando la chica le acarició la cabeza y siguió su camino.


- ¿Vas a ignorarme? –Gritó enfadado al verla marcharse al interior de la mansión.


Pru frenó, suspiró pesado y se dignó a mirarlo de frente. - ¿Qué es lo que hice esta vez? –Preguntó angustiada, sus ojos empezaban a lagrimear.


Slug parpadeó desconcertado, entendía que a la chica le enfurecía que siempre estuviese esperándola tras el portón, pero en esa ocasión parecía haber algo más. –Continúan sin hablar… ¿Cierto?


El hada gruñó. - ¡No sé qué hice mal esta vez! –Gritó antes de alejarse a paso a rápido.


- ¡Prue! ¡Hey! –Llamó, preocupado y siguió sus pasos hasta su habitación.


Consiguió detener la puerta antes de cerrarse, pudo ver como la joven se dejaba caer en la cama, comenzaba a sollozar. En los muros, el tapiz comenzó a corroerse, delgadas raíces cubiertas de espinas atravesaban el muro más cercano a ella, al igual que el piso donde descansaban sus pies, sus abundantes lágrimas caían sobre las cobijas haciendo florecer brillantes cardos que se marchitaban al instante, plantas espinosas tan dolorosas al tacto como lo que ella llevaba dentro.


Slug suspiró, hizo una mueca pesarosa, no podía evitar sentirse culpable. Él mismo le había exigido a la araña ser honesta, sin embargo, jamás pensó que la cobardía o quizá el desinterés la dominaran y le provocaran inmensa indiferencia hacia el hada. Ahora su amiga, una chica que lentamente fue comprando su frío corazón hasta convertirse en casi una hermana, lloraba estruendosamente, ahogada en el dolor de la desilusión.


-Prue… Dime qué puedo hacer… -Rogó.


-Vete… -Contestó entre gimoteos.


-Eso no va a pasar. –Se acercó hasta ella- No me gusta verte así por un idiota. –Dijo duramente recibiendo una mirada de desdén.


-No hay nada que hacer, lo eché a perder, Slug…


El científico, gracias a su terrible carácter, la tomó de un brazo y la obligó a incorporarse. - ¿Cómo puedes decir eso? –Dijo exasperado- ¡Mírate! La mortal más fuerte de este mundo está lloriqueando porque un remedo de villano se volvió un imbécil.


Prue lo miró impasible. –Eso no ayuda mucho…


La soltó de inmediato, se masajeó la sien y respiró profundo, definitivamente era consciente de que no estaba ayudando en nada. –Lo sé, lo siento, son pésimo para esto. –Admitió con calma- La realidad es que no soporto verte así, eres una gran chica… Ni siquiera sabes por qué ocurrió, pudo ser Black Hat o cualquier otro tonto motivo, tal vez estás apresurando los hechos.


El hada parpadeó anonadada. No estaba segura de si le sorprendía más la confesión implícita de afecto o el hecho de que no había considerado otro motivo, estaba demasiado acostumbrada al rechazo y el abandono que la repentina ausencia de comunicación le hizo pensar que todo había terminado. –No lo sé, él… se queda allí, en silencio, -Explicó- es como si tratara de decirme algo, pero al final solo se va, creo que puedo entender el mensaje.


No podía deshacerse de esa terrible tentación, deseaba con todo su ser confesarle lo que sabía, quizá ya no valía la pena guardar el secreto, pero si eso complicaba más las cosas jamás se lo perdonaría, una parte de él aún creía en la araña, tal vez las cosas eran más difíciles de lo que pensó antes de exigirle a la villana hablar de una vez por todas. –Todos libramos duras batallas todos los días, -Dijo de repente, haciendo una larga pausa- a veces quisiéramos que los demás manejaran las situaciones de la misma manera y al mismo ritmo que nosotros, pero hay procesos más largos que otros, nada puede salir bien si pretendes que alguien más arregle sus conflictos velozmente solo para garantizar tu tranquilidad. –Rio levemente- Sé que esperar no es nada fácil, yo tuve suerte, White fue bastante veloz una vez que escuchó lo que tenía que decir para él, pero admito que, si hubiese tardado un poco más, tal vez no habría podido seguir mi propio consejo.


- ¿Crees que debería seguir esperando? ¿Esperando qué? –Cuestionó confundida y asombrada.


-No lo sé… -Mintió- Creo que podrías ser paciente y esperar para escuchar lo que tal vez tenga que decir, pero solo el tiempo que puedas aguardar sin hacerte daño…


Prue repitió una y otra vez ese discurso en su mente, tal vez estaba siendo poco comprensiva. Estaba segura que la comunicación era necesaria, pero quizá aquello iba más allá de su comprensión y sus propios pensamientos eran los únicos que estaban lastimándola realmente. - ¿Y si al final soy herida?


-El dolor es aprendizaje, puedes quedarte allí o atravesarlo, eso lo decides tú… además, prometo partirle la cara si te lastima.


El hada rio, la primera risa sincera en muchos días. –Tienes razón… gracias.


Slug apreció esa bonita mirada rosa, esa chica realmente tenía más luz que cualquiera que hubiese conocido, era un ser que merecía la pena proteger, después de todo era parte de su familia. Su gran orgullo le hizo percatarse del armonioso momento, demasiado embarazoso. Carraspeó, desvió la mirada buscando escapar del silencio y levantó una pequeña caja de cartón que se hallaba a los pies de la cama.


-Uh… llegó esto para ti en la mañana. –Dijo de repente.


La chica tardó en reaccionar, el cambio de ambiente la tomó por sorpresa. –Am… ¿Qué es?


-Al parecer otro regalo de tus admiradores, has recibido bastantes desde que se enteraron que el famoso “Colibrí” era acogido por las alas del sombrero blanco. –Dijo dramáticamente, burlándose.


Le dio un codazo juguetón. –Otro más… wuju… -Respondió fingiendo emoción.


Abrió la caja, en su interior se hallaban un par de elegantes zapatos de tacón, negros, de un material fino y opaco, eran bastante simples.


-Vaya… lucen costosos.


-Y son gigantes… -Dijo con rechazo- Diablos ¿En qué carajos estaban pensando? –Alzó un zapato, era quizá una de las tallas más grandes que había visto en ese tipo de calzado, lo aparentaban aún más al compararlo con sus diminutos pies- Ugh, no puedo ver esto. –Soltó y arrojó con desdén el zapato de vuelta a la caja. Otro obsequio más de parte de un desconocido que no tenía la menor idea de lo que podría gustarle, eran regalos, es verdad, pero algunos iban demasiado lejos a lo que ella mostraba ser, no parecían ser admiradores muy observadores. Pensó en arrojarlo al armario con el resto, pero posó su mirada de forma repentina en el otro par de pies junto a los suyos, grandes, era un hombre alto después de todo- ¿Los quieres? –Ofreció de repente.


- ¿Qué?


-Creo que son de tu talla y son serios y aburridos como tú.


El doctor la miró ofendido. –Son zapatos de tacón, eso es para mujeres, no sé qué voy a hacerte si esta es otra de tus bromas tontas sobre mi orientación sexual.


La joven se retrajo. –Claro que no, la ropa no tiene género, tienes unas largas y delgadas piernas, creo que te quedarían perfectos.


-Estás loca. –Respondió con molestia.


El hada viró los ojos, se puso de pie y miró su teléfono móvil. –Uhm… Tengo que irme, el idiota del sombrero me está buscando ¿Por qué diablos le diste un teléfono?


-Es tu culpa, desapareces todo el tiempo y jamás dices a dónde vas, él me lo pidió.


-Ugh bien, ahora debo irme. –Cerró la caja de zapatos y la estampó con brusquedad en el pecho del doctor- Piénsalo, son tuyos. –Guiñó el ojo y se encaminó hacia la salida frenando de forma repentina por algunos segundos.


- ¿Pasa algo? –Preguntó desconcertado.


- ¿Puedo hacer algo estúpido sin desatar tu ira?


Un rotundo “no” hubiese sido la respuesta más obvia, pero la curiosidad pudo más. –De acuerdo… -Contestó dudoso.


La chica sonrió, sus mejillas se colorearon de un tenue rojizo, caminó hacia él, se inclinó y plantó un suave y fugaz beso en los labios del joven. No dio ninguna explicación, se encogió de hombros, sonrió ampliamente y se marchó de la habitación.


El confundido doctor no hizo ningún reparo. Las palabras de la araña vinieron a su mente “Eres culpable de dos de sus decepciones” finalmente era cierto, al parecer la joven pudo conectar con él en algún momento, pero estaba seguro de que esa pequeña acción solo había sido tratar de averiguar lo que pudo ser, una muestra de cariño sin futuro, tal vez solo un vestigio de lo que quedaba de él en ella y un poco de agradecimiento, aunque admitía que fue un gesto que le calentó el alma. Pese a todos los rumores, incluso las historias reales que enmarcaban su reputación, ella aún tenía un corazón muy limpio, no estaba seguro de si ella podría llegar a ser lo que White Hat pretendía convertirla.


Miró la caja de zapatos, tomó uno entre sus manos y lo examinó. “La ropa no tiene género” dijo la joven, podría ser verdad, tal vez estaba algo atrapado por los estereotipos, llegó a intentarlo alguna vez, pero los introyectos lo hicieron desertar, el maquillaje y el cabello largo definitivamente no fueron lo suyo, pero un par de zapatos de tacón…


Resopló con energías de resignación, se quitó sus zapatos y decidió probarlos. No eran muy altos, apenas un par de centímetros de un tacón no demasiado delgado, sencillos, zapatillas completamente negras y sin ningún otro arreglo, tan serias como él. Caminó, tratando de no perder el equilibrio, hasta el espejo de cuerpo completo que colgaba en la pared, no fue difícil dominarlos. Sus piernas en aquellos pantalones ajustados se veían aún más contorneadas y largas, se observó desde todos los ángulos.


-Y son de mi talla… -Murmuró, rio levemente- De acuerdo, podría mandar a la mierda los estereotipos.



Prudencia caminaba rápidamente por los pasillos de la mansión con los nervios crispados, el demonio blanco no dejaba de insistir una y otra vez con mensajes entre cortados en una conversación de alguna red social, era una táctica bastante efectiva para desquiciar a cualquiera. Se dirigía, tal como él lo solicitó, a la gran habitación en donde solía entrenar. Muy en su interior guardaba la esperanza de que su par de compañeros de entrenamiento se encontraran allí, aunque ya estaban algo debajo de sus capacidades, sin mencionar que muy probablemente estaban en la cárcel justo ahora.


Abrió la puerta bruscamente, deformando el picaporte en el proceso, estaba bastante cansada de escuchar a su móvil sonar una y otra vez.


- ¡Ya estoy aquí! ¡Deja de enviar tus estúpidos mensajes, pedazo de…!


Un sonido metálico, aquel característico del rozar del metal con el aire, resonó suavemente antes de que pudiera ver una larga cuchilla aproximarse horizontalmente a su rostro. Se agachó velozmente, reaccionó de inmediato tratando de derribar de una patada el par de largas piernas en pantalones blancos que se posaban frente a ella, pero fue un intento fallido esquivado por un pequeño y ágil salto, seguido de una poderosa patada justo en su pecho haciéndola caer de espalda un par de metros atrás. El sorpresivo ataque no había terminado, la misma arma estuvo a punto de atravesar su rostro y el suelo al mismo tiempo, agradecía haber adquirido tanta agilidad, un giro rápido consiguió salvarle el cuello y darle tiempo, el florete con el que su enemigo la atacaba quedó atascado en los tablones bajo la alfombra.


- ¿White Hat? ¡¿Qué rayos estás haciendo?! –Exclamó nerviosa.


El demonio la miró con fiereza, su rostro se encontraba deformado en una terrorífica sonrisa maliciosa y unos ojos oscurecidos. Sacó la afilada espada del suelo para después soltarla con indiferencia.


-Defiéndete… -Respondió con voz ronca.


White se lanzó en su contra, la joven intentó golpearlo antes, pero sus ataques fueron bloqueados de inmediato y aquello resultó en un potente golpe en la nariz. Prue sintió el dolor y el ardor, sus ojos lagrimearon, retrocedió desorientada.


-Qué… ¿Qué es lo que tienes? ¿Por qué haces esto? –Cuestionó desesperada, mientras intentaba recuperarse.


- ¿Quieres respuestas o tu vida?


- ¿De… de qué hablas? –Tartamudeó antes de ser atacada de nuevo.


Sin pensarlo, emprendió el vuelo. Despegó rápidamente del suelo, agradecía que en esa mansión los techos fueran muy altos, trataba de escapar de su extraño comportamiento. El héroe no la siguió, en cambio, estiró un brazo hacia el frente, un vaporoso humo grisáceo se desprendió de sus dedos, poco a poco iba tomando forma hasta dejar ver un precioso arco blanco. Tensionó la cuerda y en su mano apareció de inmediato una flecha que apuntó directo a la chica.


Prue solo pudo sentir el filo de su punta rozar con su brazo y cortar su piel, justo antes de recibir muchos otros ataques como ese que la obligaron a moverse de un lado a otro a lo largo del techo, lamentablemente una flecha se clavó en su pierna.


- ¡Ah! ¡Maldita sea! –Gritó con dolor- ¡Slug!



El científico apenas terminaba de apreciarse en el espejo cuando consiguió escuchar el alarido de la chica seguido de más gritos y un par de golpes estruendosos. No lo pensó dos veces, salió corriendo de la recámara en su búsqueda. Llegó al lugar a tropezones, no le dio tiempo de cambiarse el calzado y estaba poco acostumbrado. Empujó la puerta con todo su peso y encontró al hada arrinconada en una esquina de la habitación, sangrando de una pierna y la nariz. White lo miró por encima del hombro y ensanchó su sonrisa.


- ¿Qué está pasando aquí? –Interrogó confundido, desenfundó un arma del interior de su bata negra y la apuntó- Baja eso, White… y explícate.


El ensombrerado borró su sonrisa, resopló con fastidio. Eliminó la distancia entre él y la chica, tomó bruscamente el extremo trasero de la flecha que atravesaba su pierna, la partió de un tirón haciéndola quejarse.


- ¡White, déjala ya! Te dije que me dieras una explicación, el arma está muy bien cargada y no son balas de pólvora, esto te va a dejar un agujero profundo y permanente considerando tu estado actual. –Amenazó.


Él lo ignoró, terminó el trabajo jalando la punta afilada de la flecha y sacándola por completo de la pierna de la joven. Ella gritó y gimoteó mientras se apoyaba en el muro, temía negarse y terminar peor.


Slug bajó el arma cuando notó cómo la profunda herida desaparecía lentamente, incluso los diversos cortes que se hallaban en distintas partes de su cuerpo se desvanecieron al instante, solo quedaba la inevitable herida en su rostro que le hacía sangrar la nariz.


- ¿Por qué no da usted las explicaciones, Doctor Slug? –Respondió seriamente mientas levantaba el florete del suelo.


- ¿Qué quieres decir? –Contestó confundido.


- ¿Por qué no le muestra la larga lista de solicitudes que tenemos para la construcción de diversas y creativas armas para eliminar a un “Villano alado con poder para controlar la naturaleza”? ¿Qué tal si le muestra la ostentosa oferta que dieron por su cabeza? ¿Qué le parecería explicarle el hecho de que ahora se encuentra en un nivel muy diferente en esta guerra entre héroes y villanos gracias a sus descuidos?


-Es… ¿Eso es verdad? –Preguntó Prue, asustada.


- ¡Más que eso! –Exclamó recuperando los ánimos, caminaba de un lado a otro- Es un hecho inevitable, innegable, injustificable y del cual solo tú podrás escapar. –Apuntó con el arma- El problema es que solo sabes pelear con algunos cuantos villanos de bajas categorías, con fuerza bruta y poco control de tus poderes naturales, cuando ahora serás cazada, no solo por poderosos héroes, sino por mercenarios que cortarán tu cabeza de un tajo si no puedes esquivar una estúpida flecha. –Dijo con severidad- Pero tú decides, mi estimado bichito… -Se desvaneció en una sombra, reapareciendo a su espalda, sostuvo sus alas jugueteando con ellas mientras ella se paralizó en su sitio- Puedes correr y esconderte o ganar esta guerra… -Se relamió su dentadura afilada.


- ¿Cómo? –Preguntó nerviosa.


-Entrenando con él. –Respondió Slug- Pero francamente no estoy seguro de qué atenta más contra tu vida.


La chica se atrevió a encararlo. – ¿Quieres que intente pelear contigo?


-No. –Respondió tajante- Quiero que lo logres, quiero volverte el arma más fuerte, que seas invencible.


Prue le dedicó una mirada interrogante al doctor, recibió un gesto negativo y evidentemente preocupado. Respiró profundo, era una propuesta tentadora, algo muy estúpido de aceptar, pero la realidad era que no había nadie más fuerte que él en el entorno de los héroes y ella no podría ganar si ni siquiera había sido capaz de esquivar una flecha que había visto venir hacia ella, tenía dos opciones; escapar por el resto de su vida hasta encontrar su inevitable destino o tal vez morir tratando de salvarse a sí misma.


-Acepto. –Contestó con firmeza.


White sonrió ladino. –Bienvenida a las ligas mayores…



-Ugh, maldito cabello. -Se quejó- Al diablo con esto.


Demencia se miraba en el espejo del tocador, se recogía el cabello y lo ataba como de costumbre, resignada a no haber conseguido darle una forma distinta en ese día tan especial. Había esperado a la dama pooka por un largo tiempo, pero una hora antes de lo acordado, la mujer le envió una misteriosa invitación, un mensaje con la fotografía de un menú de algún restaurante desconocido y un par de corazones, una invitación indirecta a lo que podría ser una cita sorpresa, no tenía idea de qué se trataba, solo estaba segura que debía estar presentable. Antes jamás le hubiera preocupado ni un poco, pero era la primera vez que tendría una cita pública con su hermosa reina, quería esforzarse.


Se miró detenidamente en el espejo, un par de sarcillos plateados colgaban de sus lóbulos, había retirado el resto que contorneaba habitualmente su oreja, llevaba un sencillo collar que hacía juego y consiguió encontrar un ajustado vestido negro sin mangas. Abrió el armario, tomó una caja y sacó, orgullosa, un par de tenis color negro, nuevos e impecables. Terminó su elaborado atuendo con unas medias rayadas que cubrían hasta sus muslos. Abrió el cajón de la cómoda, tomó una diminuta caja negra, la apretó entre sus manos, respiró profundo pidiendo a un dios, en el que jamás creyó, que todo saliera bien esa noche y la escondió entre su abultada cabellera enmarañada, una sorpresa más aunada a ese improvisado día. No había más que hacer, estaba perfecta.


La campanilla sonó en toda la casa.


- ¡Yo abro! –Gritó antes de correr apresurada hasta la entrada.


Abrió la puerta, se topó con esos enormes ojos rosados y esa sonrisa encantadora. La mujer parpadeó sorprendida, se sujetó el mentón y agachó la cabeza con un notorio rubor.


-Luces preciosa. –Dijo jugueteando con su cabello, se mordió el labio inferior. - ¿Deseas irte ya, querida? Tenemos una cita. –Guiñó el ojo.


La chica sonrió emocionada, asintió. Bajó los escalones frente a la puerta, adelantándose y le extendió galantemente una mano a la villana, esta la tomó divertida y se sostuvo del brazo que le era ofrecido hasta llegar a la limosina. Dryadalis abrió la puerta del vehículo, recibió una tierna caricia en el mentón por parte del Alebrije antes de verla entrar.


-Está todo listo, mi lady. –Aseguró el pooka.


-Andando, Dryadalis. –Ordenó.


La limosina avanzó. La joven jugueteaba con el borde de su vestido, no estaba ni un poco nerviosa, estaba sumamente emocionada. La reina le había dado una vuelta a su mundo, cada vez crecía más esa cálida sensación en su corazón cuando se trataba de ella, su relación florecía ante la adversidad. Había estado pensando en una seria posibilidad en los últimos días, una nueva reina llegaría a la mansión en cuestión de meses, un ser poderoso que comandaría en un futuro todas las fuerzas del sombrero negro, las cosas cambiarían en la mansión para siempre y tal vez, solo tal vez, ella ya no sería indispensable. Pensaba que en algunos años quizá podría mudar su devoción a otro planeta, entregarse por completo a la vida y a las filas de su amada reina, sabía que no sería fácil, tenía un contrato, pero tratándose de Bonnivet tal vez algo podría hacerse. Estaba soñando despierta, ni siquiera lo habían hablado, sin embargo, apuntaba firmemente la flecha en esa dirección.


- ¿Qué tal va todo? ¿Lord Black Hat está comportándose debidamente? –Preguntó la mujer.


-Uh… -Balbuceó saliendo de sus pensamientos- Sí… -Sonrió levemente- Las cosas van mejor de lo que pensé, el viejo ha cambiado bastante… ambos. –Comentó satisfecha.


Era verdad, todo estaba cambiando. El gran cariño que consiguió desarrollar por el científico le hacía sentir felicidad por verle pleno y saludable al fin. Admitía que al principio tenía miedo, pero cada vez le era más fácil volver a confiar en ambos y comenzaba a desear que el lindo ser que estaba en camino pudiera disfrutar de sus dos padres, estaba totalmente dispuesta a dar lo mejor de sí misma porque eso ocurriera.


-Todos hemos cambiado bastante. –Corrigió la dama, le sonrió tímidamente y tomó su mano- Lamento mucho los apresurados planes, -Se disculpó- admito que tenía pensado llevar a cabo esto en algunos días, pero tuve una visión esta mañana y creí importante adelantarme.


Demencia ladeó la cabeza, confundida. - ¿Visión?


Belle rio. –Creo que todo retomará el rumbo esta misma tarde, Lord Black Hat necesita tiempo a solas con él.



- “Ahora levanta las caderas por algunos segundos, mantén tus brazos firmes sobre el suelo y separa las piernas” –Dijo una voz femenina.


-Ugh… lo haces ver muy fácil. –Respondió irritado.


El Doctor Flug se encontraba recostado boca arriba sobre un grueso tapete de algún material esponjoso, en el piso de su laboratorio, la gran pantalla del monitor mostraba algún tipo de tutorial de gimnasia lleno de embarazadas en la misma incómoda postura en la que estaba él, una mujer daba indicaciones mientras el resto trataba de seguirle. El oso azul le ayudó a despejar su desastroso laboratorio, resultando en un amplio círculo limpio rodeado de papeleras, escritorios, sillas y cuanta basura había siempre en todos lados. Apenas podía sostenerse, detestaba los ejercicios, pero sabía que era lo más sano para él en ese momento, sin mencionar la increíble insistencia de Slug para hacerlo con frecuencia, lo aceptaba, estaba entumido y lo iba a lamentar después del parto.


La mujer indicó el cambio de ejercicio, el joven permaneció tumbado por varios segundos tratando de recuperar el aliento, no era tarea fácil levantar en esa postura una prominente barriga de seis meses. Con mucha dificultad consiguió sentarse y alcanzar su pelota, en la grabación le indicaban que era momento de utilizarla. Una vez sentado sobre la bola de goma terminó de escuchar la larga y aburrida explicación del por qué era tan importante el siguiente ejercicio.


- “Mueve las caderas lentamente en círculos, recuerda abrir bien las piernas o puedes perder el equilibrio”.


Flug comenzó a hacerlo, era relajante, cerraba los ojos y respiraba profundo, podría acostumbrarse. El ejercicio cambió, ahora debía hacerlo hacia adelante y atrás. Los primeros movimientos fueron sencillos, tomó demasiada confianza, se sentía bien y creía dominar la pelota, pero un movimiento demasiado brusco provocó que sus pies dejaran de tocar el suelo, perdió el equilibrio, sintió cómo caía de espaldas, solo cerró los ojos esperando sentir el duro piso de azulejos blancos. Nunca llegó, alguien lo sostenía de los hombros con firmeza, aún encima de la pelota y con las piernas en el aire. Abrió los ojos, la mirada severa del ensombrerado negro estaba clavada en él, enarcaba una ceja, notoriamente esperaba alguna explicación.


-Señor Black Hat… Hola. –Saludó torpemente con una sonrisa nerviosa.


-Dijo “Recuerda abrir bien las piernas o puedes perder el equilibrio” –Citó molesto.


El científico se ruborizó. –Cu… ¿Cuánto tiempo lleva aquí?


-El suficiente. –Contestó tajante- ¿Qué crees que estás haciendo?


-Algo que seguramente no debería estar haciendo solo…


El demonio hizo una mueca, viró los ojos. –Respuesta correcta, vamos. –Contestó antes de levantarlo con sumo cuidado hasta quedar sentado nuevamente, no lo soltó- Ahora dime, ¿En qué innecesaria actividad estás arriesgando tu salud y la de mi cría?


Agachó la cabeza, jugueteó con los dedos. –No es innecesaria, Slug insiste en que tengo que hacer un poco de actividad física o me será difícil recuperar mi ritmo de vida después del parto.


-Slut dice muchas cosas… -Se quejó entre dientes- ¿No hay algo menos… arriesgado que puedas hacer? –Preguntó dudoso, realmente lo que había visto no era la gran cosa, pero no podía negar que le ponía los nervios de punta verle haciendo cualquier cosa que no fuese estar en cama, de alguna manera lo sentía demasiado frágil, casi cada paso que daba despertaba en su interior alguna clase de alarma de la cual no conseguía entender su origen, la ansiedad crecía si no estaba vigilándole.


Después de meditarlo, contestó. –Bueno, hay ejercicios en pareja. –Se encogió de hombros, era ligeramente embarazoso y dudaba que el lord aceptara, sin embargo sería algo mucho más seguro el no hacerlo solo.


Black se retrajo, no tenía la más mínima idea de qué era lo que tenía en mente. Desde aquella importante charla, desde esa noche de películas en familia, todo había dado un giro, cada vez conseguía conectar más con él y con su hija, de cualquier modo, esa era la primera oportunidad que se le otorgaba de hacer directamente enfocado al embarazo y la palabra “pareja” lo hacía sentir de nuevo como parte de algo que hace tiempo se había fragmentado.


-De acuerdo. –Respondió sin titubeos sorprendiendo al chico- Con una condición, -Continuó devolviéndole un gesto más común- no quiero que vuelvas a hacer algo como esto tú solo ¿Está claro?


-Como el agua. –Dijo sonriente, sentía algo crecer en su pecho, de repente se sintió emocionado por la idea y la disposición de él. Cada vez todo era más grato, cada vez sentía encender en él una chispa que se había extinto, no negaba sentir de vez en cuando algo de temor, pero cada cuidado, cada mano extendida, cada desayuno en la cama o café en la oficina le hacía sentir más seguro de que todo estaría bien al final.


El demonio le ayudó a levantarse, lo observó teclear algo hasta que un nuevo video se reprodujo en el monitor. Se acercó sonriente rodando su gran pelota de ejercicios.


-Detesto decir esto, pero te advierto que estoy exhausto –Inició Black, se estiró sintiendo cómo su columna crepitaba- y empiezo a sentir mi inmortalidad irse a la mierda, así que no esperes demasiado de mí esta tarde.


Flug rio, había algo de culpa en esa risa nerviosa. –Lo siento por eso.


Black negó con la cabeza. –No es un reclamo. –Aseguró- ¿Y bien? ¿Qué hay que hacer?


El doctor se sostuvo de él sin previo aviso, se aferró a uno de sus brazos mientras se hincaba lentamente, apuntó con la mano a la pantalla y abrazó la pelota, de rodillas. El villano miró la pantalla, debía seguir las indicaciones tal y como se mostraban y una mujer las narraba.


Debía hincarse detrás de él y masajear su cadera presionándola con ambas manos. Su estómago borboteaba, estaba extrañamente nervioso, sentía que debía tener mucha delicadeza, algo que no era precisamente su fuerte.


El joven ya reposaba sobre la pelota, con la cara oculta entre sus brazos. Un profundo suspiro escapó de él en cuanto comenzó el ejercicio.


-Que bien se siente… -Murmuró.


Black presionaba, tomaba confianza poco a poco, estaba atento a las reacciones, no podía cometer un error. Antes aquello hubiera sido muy vergonzoso, pero en ese momento, en cada toque, sentía a su hija vibrar, no dejaba de conectarse con ella. Por otra parte, el ambiente estaba tomando un matiz bastante íntimo, Flug suspiraba tranquilo a su tacto, con tanta confianza, ante caricias que en realidad eran amorosas.


Después de un rato, el ejercicio cambió, eventualmente lo hizo varias veces, ejercicios menos íntimos que solo se basaban en servir de apoyo para el joven o sostener con delicadeza su vientre. El villano demoró en notar la pequeña sonrisa de satisfacción en el científico ¿Orgullo? ¿Tranquilidad? ¿Mofa? Cualquiera que fuese el motivo era evidente que lo hacía feliz, que estuviese a su lado apoyándolo en aquella tarea lo hacía feliz.


-Necesitamos una silla. –Comentó Flug rompiendo el silencio.


El demonio arrastró la más cercana y se sentó en ella, el doctor se sentó frente a él sobre la gran pelota y permaneció quieto. Podría estarse preparando, pero el verle estático durante tanto tiempo, solo mirándolo fijamente, le preocupó.


- ¿Ocurre algo? –Preguntó el ensombrerado finalmente.


-Uh… no… -Respondió serio.


Flug salió de su trance, se dignó finalmente a seguir las indicaciones. No había nada mal, pero el siguiente ejercicio requería mayor cercanía. Se abrazó a él, rodeó su cuello con los brazos. Black debía masajear su espalda y ayudarlo a estirarse de un lado al otro, lo hizo disciplinadamente, con suma seriedad, mientras el científico se hundía en pensamientos embarazosos.


-Siempre me gustó esa colonia. –Murmuró, era consciente de que era claramente escuchado, el demonio frenó solo por un segundo, denotó el impacto de sus palabras. No le importó, era la realidad, estaba disfrutando el momento- Debería dejar de fumar, su camisa también huele a tabaco.


Black meditó el comentario, no había nada de malo en ello, solo que las conversaciones con toques íntimos y arrobados, se mantuvieron mucho tiempo al margen de las conversaciones en lejanía, con una mesa para el té dividiéndolos a ambos, la cercanía le daba a todo un humor embarazoso, mucho más personal y palpable, alejaba las circunstancias de un simple anhelo y las sembraba firmemente sobre la realidad. Lo único complicado era el hecho de que las palabras no eran su punto fuerte.


-Es el motivo por el que continúo usándola, -Admitió- el tabaco no es precisamente intencional, no consigo despegar la cajetilla y el fuego de mí.


El doctor se mordió el labio en respuesta, se ruborizó ligeramente, una confesión seca y tajante como acostumbraba, incluso no era algo que no supiera, pero era una confesión, al fin y al cabo. Escondió la cabeza en su hombro, se tomó la libertad de aspirar el aroma con más ímpetu.


- ¿Quieres que traiga la botella? –Se burló el demonio.


El comentario lo hizo tensarse e intensificar su vergüenza, quizá se estaba tomando muchas libertades, pero entonces se preguntó ¿Y qué? Curiosa pregunta realizada quizá por un niño o un adolescente, pero era la pregunta que rondaba su cabeza desde hacía ya algunos días ¿Y qué si se tomaba la libertad de aspirar el aroma que le encantaba? ¿Y qué si disfrutaba de su charla nuevamente? ¿Y qué si su tacto le encendía el corazón? ¿No eran acaso dos adultos que habían resuelto sus problemas? Una pareja separada que decidió continuar con la crianza de una hija ¿Por qué el perdón era el fin del mundo? Habían cambiado, estaban sanando y eran más fuertes que nunca ¡A nadie le debía nada! Ni la más mínima explicación, ni el tiempo, ni las caricias que deseaba obsequiarle, ni las palabras que no escapaban de su garganta. Volvió a inhalar su aroma, se aferró a su camisa, lo abrazó con fuerza.


- ¿Ocurre algo? –Interrogó Black, se detuvo, desconcertado- ¿Te sientes mal?


Flug se separó, se sostenía de sus hombros aún, lo miró con desconcierto, con un gesto de extrañeza y una pequeña sonrisa. –No. –Rio- Me siento mejor que nunca. –Acarició su mejilla, permaneció mirándole.


Apreció esa mirada verde, sus ojos brillaban con arrobo, sonreía tenuemente de aquella manera infantil como lo había estado haciendo las últimas ocasiones en que se encontraban en soledad. No podía negar que eran situaciones sumamente placenteras, que su pecho se desbarataba por actuar, por dejarse llevar por sus impulsos una vez más, pero el ser impulsivo le costó muy caro la última ocasión, le costó su confianza y amor, había adquirido el temor a arriesgarse, no negaba que él era el factor principal de las interrupciones en esos momentos, sin embargo, prefería pasar la vida evadiendo una oportunidad, que acabar con todo, una vez más.


El demonio tomó su mano, cerró los ojos y se atrevió a besar su dorso. –Estás mirándome de una forma que me parece familiar. –Olfateó su piel- Flug, no me quiero equivocar… -Admitió.


-Entonces no lo haga. –Contestó de forma retadora, trataba de dar un doble mensaje que, por la expresión de su interlocutor, llegó exitosamente- ¿Desde cuándo es usted tan temeroso?


Black rio con ironía. –Nunca he sido valiente cuando se trata de esto…


El doctor sonrió ampliamente. –Puedo entender que ambos hablamos de lo mismo…


-Mi hija se mueve demasiado, puedo sentirlo.


-Obviamente también la siento, no me cambie de tema.


- ¿Qué esperas que haga? –Preguntó con ligera desesperación- Me expresaste necesitar tiempo, ni siquiera hiciste promesas ¿Cómo sé qué debo hacer?


Flug borró su sonrisa. El momento se estaba volviendo absurdo, podía notar su incomodidad, quizá se estaba apresurando, aparentemente era un cascarón que aún no conseguía romper, nunca lo había visto tan temeroso y esa era quizá la razón de su evasión en otras ocasiones. Tal vez era un caso perdido y no lo había notado antes. Respiró profundo, bajó la mirada y alejó sus brazos, el video finalizó, no tenía sentido continuar allí.


El villano observó con pesadez cómo se escapaba una oportunidad más de entre sus manos, ese gesto de decepción le provocó un agujero en el pecho. Fue honesto, nunca fue valiente para aquello, pero ¿Dónde estaba su ambición? Su potente deseo de obtener lo que quería ¿Realmente no haría nada por recuperar por completo a ese valioso joven que amaba robarle el aliento? Impulsivamente le retuvo, sostuvo sus hombros con firmeza recibiendo un gesto atónito y esperanzado, lo miraba con fiereza, con el ceño fruncido, apretando los dientes, una expresión que causaría terror en cualquier otra persona, excepto en ese chico, en aquel que lo conocía hasta lo más profundo de su ser, quien sabía cómo identificar y diferenciar cada mueca, cada brillo en esa mirada oscura y profunda, aún tras un monóculo que estorbaba siempre.


-No me quiero equivocar. –Repitió con firmeza.


Con agresividad, con fuerza y el poco cuidado que su corazón oscuro y desesperado no le permitía tener, lo atrajo, presionaba sus hombros, rasgaba su camiseta, pero finalmente lo besaba otra vez, un beso torpe, tan brusco como su anhelo lo indicaba, devoraba con fervor los labios de un sorprendido científico que ahora se aferraba a su cuello con fuerza. Black acarició su cabello, como tenía tanto sin hacerlo, entretejió sus dedos en sus mechones, desesperadamente se arrancó los guantes y volvió a tocar la cabeza de su amado doncel, se dejaba apretujar por esas manos suaves que parecían tratar de unirlo. La corta distancia ahora parecía absurda, molesta y desesperante, lo tomó de las caderas y lo sentó en su regazo, ahora solo un abultado vientre los dividía, pero no era más que el vientre que albergaba la unión entre dos mundos tan distintos. Esos labios suaves, carnosos, conocidos, lo recibían con gusto, temblaban ocasionalmente, su respiración le cosquilleaba.


El científico sentía que su corazón se saldría en cualquier momento, sus manos temblaban, jamás se dio cuenta de cuanto había esperado ese suceso. Una prófuga lágrima se deslizó por su mejilla, las emociones lo abordaban agresivamente, ya no encontraba de dónde más sostenerse, sentía que no era suficiente. Se separó de aquellos labios necesitados, con los ojos cerrados apoyó su frente contra la del villano, sostenía su cabeza con fuerza, era como si tratara de enviar sus pensamientos, mostrarle la maraña de ideas en su mente, todo lo que quería que supiera sin necesidad de decirlo, sabía que no era posible, pero no encontraba palabras para expresarlo.


Black lo sostuvo de las mejillas, lo apreció con detenimiento, se acercó y depositó un suave beso en la comisura de sus labios. - Te iubesc… -Pronunció suavemente y volvió a besarlo fugazmente- Szeretlek…


- ¿Uh? –Balbuceó embriagado.


- Ich liebe dich… Ja ciabie kachaju… Se agapó… -Decía, depositaba un suave beso en alguna otra parte de su rostro entre cada frase, tan poco propio de él, en plena soledad, en gran intimidad, con alguien que podía descifrar su alma, poco importaba si era lo habitual o no- Mi amas vin… Je t'aime… Jeg elsker dig…


-Señor… No puedo entender lo que dice…


- T'estimo… YA tebya lyublyu… I love you…


-Y… yo… -Tartamudeó comenzando a entender lo que ocurría.


-*** *** -Calló por algunos segundos, lo miraba fijo- Te amo…


Su rostro se llenó de asombro, no estaba seguro de creer lo que escuchaba, era la primera vez que algo así salía tan puramente de sus labios, sin rodeos, sin titubeos o usando sinónimos, la frase en su más pura versión. Se abalanzó una vez más, lo besó de vuelta, la silla se tambaleó peligrosamente, sonrió en medio de ese beso, comenzó a reír.


-Lo amo tanto, Señor Black Hat…


-No pensé tener la oportunidad de escuchar eso otra vez. –Comentó aliviado- Somos un par de obstinados, la niña tendrá un pésimo carácter.


El doctor soltó una risotada. –Sí… lamentablemente seremos los primeros en tener que lidiar con eso, no quiero pensar en cómo va a ser cuando llegue a la adolescencia.


-Solo deseo que no sea insoportable como White a esa edad.


Volvió a reír. –Seguramente lo será, tenemos que pagarle algunas cosas al karma.


-No sé por qué estamos hablando de eso ahora.


-Porque hemos perdido mucho el tiempo…


Ambos callaron. El tiempo perdido quizá sería irrecuperable, tantos primeros momentos que no podrían volver a ocurrir, solo les quedaba aprovechar el resto de las experiencias al máximo.


Black se levantó, lo cargaba de las caderas mientras el joven se enganchaba. Salió del laboratorio y caminó por el pasillo sin decir una palabra.


- ¿A dónde vamos? –Preguntó finalmente.


-A dejar de perder el tiempo. –Respondió tajante.


El científico se sobresaltó, su cara se tiñó de rojo. –Uh… señor, yo… -Balbuceó nervioso- no me siento listo, quiero decir, creo que no estoy en condiciones de…


-No me refiero a eso, Flug. –Interrumpió, sonrió con burla.


-Oh… -Soltó con vergüenza y un poco de decepción.


Caminó hasta la sala de estar, aquella en donde estaba su cómodo sofá rojo y la tétrica chimenea. Con una hábil maniobra, consiguió desenganchar al chico y cargarlo en sus brazos para luego sentarse junto con él, dejándolo descansar en su regazo. Chasqueó los dedos, la chimenea encendió en un fuego verdoso, era una tarde fría, el cielo se había colmado de nubes espesas, era pleno diciembre. Acarició su rostro retirando un par de mechones de cabello y recogiéndolos detrás de sus orejas.


-Y dime… -Inició serio- ¿Qué planes tenemos para la niña?



La limosina se detuvo justo en medio de la ciudad, la zona más concurrida, en el horario más frecuentado. Las personas iban y venían, por un lado, estaba el parque, lleno de niños que jugaban ruidosamente, familias enteras que aún se encontraban sentadas en sus mantas de día de campo; por otro lado, cruzando la avenida, estaba una enorme y bonita plaza con una fuente de granito en medio, muchas parejas transitaban por los alrededores de la fuente. Solo había caras felices, sonrisas, una curiosa aura luminosa en todas partes.


Dryadalis salió del auto, la gente a su alrededor lo miraba con miedo, comenzaban a alejarse, el barullo se transformó en gritos cuando la chica de cabello bicolor salió, se posó con una postura triunfante y una amplia sonrisa, ayudó elegantemente a la dama a salir también. Una serie, casi un ejército de siluetas oscuras, sombras de figura humanoide salieron de la limosina también. Demencia las observó con extrañeza, jamás las vio allí dentro, estaba segura de que no había nadie más con ellos. Las sombras hicieron dos largas filas atravesando la plaza, formando un camino que Belle comenzó a seguir como si nada. La mujer alzó el brazo, lo agitó ligeramente apuntando hacia el techo de algún edificio, la joven la observó interrogante.


-Nos están observando, querida, –Respondió- pero hay que dejar en claro que no venimos a causar problemas, de cualquier modo, no pueden hacer nada.


Demencia alzó el brazo también, dudosa, si la dama lo decía debía ser cierto, debían estar ahí mirándolas desde algún lado. La gente las observaba expectantes, con gestos horrorizados, era normal, ambas eran bastante famosas, villanas incapturables, tenía enormes deseos de causar más terror, pero eso podría arruinar los planes, se contuvo y caminó intentando ser elegante junto a la dama.


Frente a ellas se alzaba un pequeño edificio, de una apariencia curiosa, una fachada negra simple con un par de ventanas cerradas, una puerta de madera y cristal, no era posible ver nada desde afuera. La entrada era custodiada por un hombre simple de apariencia nada escandalosa, un sencillo hombrecito calvo de traje y corbata que abrió la puerta de inmediato al ver a la mujer pooka.


El interior era aún más simple que su exterior, una sala de muebles de piel, rectos, de apariencia fría y algunas mesillas negras de madera, sin detalles ni ningún tipo de diseño. En una esquina de la habitación se encontraba un gran espejo de cuerpo completo, sin marco, solo un cristal reflectante en el muro.


-Creo que la mansión luce más divertida que este lugar. –Se atrevió a decir la joven, había decepción en sus palabras.


Belle rio. –Oh, linda, no juzgues a un libro por su portada…


La reina caminó hasta el espejo, paseó uno de sus dedos por su superficie, el cristal ondeó como si se tratara de agua. Sonrió ladina, le dedicó una mirada cómplice y se sumergió en el cristal.


Su sonrisa volvió, Demencia la siguió de inmediato no sin antes observar como Dryadalis desaparecía entre las sombras de la habitación, solo un pequeño brillo de su presencia era apenas notorio, observando, resguardando a la distancia.


El interior era demasiado confuso, un enorme laberinto de espejos se extendía frente a ella, rebuscó rápidamente con la mirada en todos los rincones logrando vislumbrar, casi por mera suerte, a la villana alejarse. La siguió rápidamente, estaba segura de que la alcanzaría, pero cuando se encontraba tan cerca, se topó de frente con el cristal de un espejo, se giró y corrió en dirección contraria asumiendo que era un reflejo directo, sin embargo, ocurrió lo mismo.


-Uh… ¿Bonnivet? –Pronunció dudosa, sintió un poco de ansiedad.


Siguió caminando por dónde le era posible, trataba de hacerse camino, buscar puertas que no fueran un engaño, hasta que en un punto se encontró completamente encerrada por un círculo de espejos, le daba la impresión de que cambiaban de sitio, no había otra explicación. Comenzó a desesperarse cuando no consiguió encontrar la imagen de la villana por ninguna parte, no había salida, intentó golpear uno de los espejos, le dio un puñetazo con fuerza esperando que este se fragmentara y le abriera el paso nuevamente, pero no obtuvo ni un solo rasguño.


- ¡Bonnivet! –Gritó comenzando a entrar en pánico.


Repentinamente una mano atravesó cada espejo tratando de alcanzarla, era una extraña imagen sacada de alguna película de terror, no tuvo miedo, pero fue desconcertante. La mano la tomó del brazo y tiró de ella con fuerza haciéndola atravesar el espejo, pasó el umbral dando traspiés, levantó la mirada rápidamente encontrándose con la dulce sonrisa de Belle.


-Disculpa eso, cariño, el pequeño susto es un requisito importante. –Se excusó.


- ¿Qué? –Respondió confundida y molesta.


Miró a todas partes, era una sala exactamente igual a la primera en donde estuvieron, incluso parecía que habían regresado, pero todo se veía al revés.


-Digamos que este lugar requiere de discreción, todos deben entender la dificultad del laberinto para no tener la tentación de dar… indeseables recomendaciones. –Explicó.


Belle caminó a la puerta, aquella que en la otra sala era la que la llevaría a la salida del edificio, cuando esta se abrió dejó entrar luces y sonidos que no eran perceptibles desde el otro lado. La chica observó sorprendida el interior, caminó entusiasmada y se detuvo en el umbral, dándose tiempo para mirarlo todo.


El lugar era un lujoso restaurante-bar, pero lo realmente admirable del sitio era su estética y su tamaño, grande, con todo con lo cual cualquier villano podría sentirse cómodo. Su aspecto era lúgubre y elegante, el color negro dominaba en su mayoría; mesas de mármol oscuro en donde se encontraba Lord Boxman y el profesor Venomous disfrutando de una espléndida comida, al lado de Eris, la rubia diosa del caos que parecía esperar impacientemente a alguien, lámparas que levitaban sobre las mesas encendidas con un fuego verdoso los iluminaban pobremente generando un ambiente relajante o en otros casos, aterrador; las paredes se adornaban en su mayoría con algunos recuadros con sucesos significativos para la comunidad, pero en otros sitios parecían ser cristales que dejaban ver alguna clase de enorme pecera llena de agua, incluso era posible ver a una hermosa y joven dama de cabellos pelirrojos flotar en el agua, a su espalda la enorme villana Menta Laguna asomaba desde alguna fosa su mirada blanca, espeluznante; en el centro se encontraba la barra del bar atendida por un individuo que no era otra cosa que un esqueleto con traje, al igual que el resto de los que atendían las mesas, el sujeto le servía un nuevo trago a Sedusa quien bebía tranquila sentada en un banquillo, acompañada de Quimera, la particular villana de cabellera blanca, piel grisácea, cuernos, cola de serpiente entre muchas otras características exóticas de esta poderosa mercenaria de alto estatus que gozaba de cobrar por ser una pieza fundamental de la ruina de los planes de muchos héroes y alguno que otro villano, con tanta influencia que ni la mismísima Belle se atrevería a meterse con ella, quizá no era más poderosa, pero portaba demasiada información y, en un mundo así, el saber podía ser más poder, afortunadamente la prepotencia no la dominó jamás, también era conocida por su carácter relajado; justo en el otro extremo estaba un área completamente distinta, los muros eran verde oscuro con patrones en el tapiz que no combinaban para nada, muchas armas adornaban las paredes, habían algunos juegos de azar, una mesa de billar y una diana para dardos en donde Jack Spicer y Chase Young probaban su puntería.


- ¿Cómo? –La miró confundida- ¿Cómo es que no sabía de este sitio?


-Es complicado… -Contestó la dama, dudosa.


-Sí, complicado para los empleados directos de lord Black Hat. –Completó Quimera, acercándose al par de mujeres, realizó una reverencia ante la reina y sonrió.


Belle resopló. –Quimera, linda, un placer verte. –Saludó.


-Lady Belle, me alegra no tener que ir hasta su planeta a darle esto. –Le entregó el sobre de una carta, estaba cerrada con lacre que contenía un sello que a la joven le pareció familiar, era una elegante letra “C” cursiva que tenía varias líneas atravesando la cola, como pequeñas patas de algún insecto- Se la envían del bajo mundo.


-Oh vaya… -Soltó asombrada- Debo decir que es inesperado, gracias.


- ¿Tiene algo para los desamparados? –Sonrió ampliamente con una mirada cómplice.


La mujer hizo una mueca, pensativa. Chasqueó los dedos, una sombra se alzó del suelo entregándole una caja, al abrirla dejó ver un peludo abrigo marrón. - ¿Te parece adecuado? Lo tenía preparado para tu próxima visita, el frío debe ser insoportable.


- ¡Y que lo diga! –Exclamó, tomó la caja entre sus brazos- Generosa como siempre.


-Y es complicado por qué… -Insistió Demencia, con algo de molestia, se sentía ignorada.


Quimera rio. –Disculpa, Alebrije, debía atender los negocios antes, las acompaño a su mesa.


El trio atravesó la sala, varias miradas desconfiadas se posaron sobre la chica demente, algo que no pasó desapercibido para ella.


-Este lugar es exclusivo para villanos, no cualquier villano claro está, pero todos tienen la posibilidad de entrar aquí alguna vez en sus vidas, excepto, bueno… -Intentó la dama, tenía problemas para soltar adecuadamente la pequeña bomba.


-Lord Black Hat y sus secuaces. –Completó la exótica villana.


- ¡¿Qué?! ¿Por qué? –Soltó casi a gritos, exaltada, era toda una revelación, era bien sabido que en el mundo de los villanos nada pasaba desapercibido para el sombrero- ¿Esto es un motín? ¡No debo estar aquí!


-Tranquilízate, querida. –Intentó Belle, preocupada.


- ¡Les dije que era mala idea! –Gritó Sedusa a lo lejos, acallando de inmediato ante la mirada severa que le dedicaba la suprema gobernante.


- ¡Silencio o quedarás calva otra vez! –Respondió Quimera- Calmada, chica, -Se recargó en una mesa- jamás hemos pensado en hacer nada en contra de Lord Black Hat, es un tirano hasta para ser un villano, pero todos estaríamos perdidos sin su protección y apoyo. -Se encogió de hombros- Este es solo un espacio seguro que generamos para quejarnos libremente de sus demandas o, yo que sé ¿Los precios del catálogo? –Rio- Que, aquí entre nos, se están elevando absurdamente. –Susurró cerca de su rostro- También queríamos tener un escondite si provocábamos su furia alguna vez.


-Es un sitio recreativo sin autoridad, -Continuó Belle- con la mirada de lord Black Hat en todos lados algunos tenían colapsos nerviosos, fue una medida necesaria, pero se volvió imperativo mantenerlo en secreto y dejar fuera a todo aquel que trabajara para él de forma directa, podríamos hacerlo enfurecer con algo como esto, es por eso que nadie en la mansión lo sabe.


-La reina movió cielo, mar y tierra para que pudieras ser parte de esto. –Confesó Quimera- Además sabemos que tu devoción por él cesó, algunos tuvieron sus quejas, pero para la mayoría no hubo problemas, esto es un club, cada decisión debe votarse.


-El club de Kathréftis. –Sonrió.


Demencia se masajeó la sien, se dejó caer en una silla. Sin duda alguna estaba metiendo la nariz en algo peligroso de nuevo, lo más extraño era que realmente le preocupaba y eso era decir mucho, raramente se preocupaba por algo, especialmente si había que romper las reglas. - ¿Quién más está aquí?


-Uh bueno… -Balbuceó la villana de cabellera blanca.


-Tranquila, Quimera, querida, si va a ser parte de esto debe saberlo. –Dijo firmemente- Los villanos de antaño, la gran élite y los villanos de paso de alta categoría.


- ¿Maggie está aquí?


-Solo ella, ni siquiera Allister tiene permitida la entrada aún.


-Bien, cuando la vea voy a matarla. –Dijo aparentando completa calma.


-Uh… ¡Bien! Ya perdí mucho tiempo aquí, me largo. –Soltó Quimera alegremente mientras caminaba a la salida.


La dama la observaba suplicante mientras se marchaba, tenía a una joven con una clara crisis existencial en la mesa y no estaba segura de poder lidiar con eso. Se sentó frente a ella, sostuvo una de sus manos que descansaba sobre la mesa.


-Bonnivet ¿Y si nos descubre? –Había angustia en sus palabras.


-Cariño, atravesaste un espejo, estamos literalmente en otra dimensión, nada que intente puede llegar aquí. –Aseguró- Este sitio tiene décadas y toda la tecnología actualizada para evitar ser localizado, solo los miembros pueden pasar a través del espejo.


La escuchaba bien, sus palabras eran claras, todo lo que decía tenía sentido y no había una sola razón por la cuál debía desconfiar, sin embargo, algo le hacía sentir que estaba haciendo algo mal.


La villana apreció con pesadez la incomodidad de la chica. Pensaba que esa era una gran idea, durante décadas mantuvo oculto sin problemas aquel sitio de quien consideraba que era su más grande amigo, un amigo torpe y testarudo, pero un individuo con quien compartía una complicidad incomparable, aun así, no dijo una palabra jamás, no cometió ni el más mínimo desliz, era un secreto importante del que dependían muchas vidas aliadas y enemigas. Consideró que compartir algo así de importante con alguien tan íntimo como la joven que tenía enfrente, podría ser un gran paso en su relación, una muestra de extrema confianza y aún confiaba en ella, tenía la certeza de que, a pesar de toda su locura, sería absolutamente discreta, pero ahora temía haberle provocado un conflicto, se notaba afligida, no le gustaba verla así.


Soltó su mano, jugueteó con sus dedos. –Lo lamento querida, pensé que tener un espacio libre y seguro te agradaría.


El Alebrije salió de su ensimismamiento, notó con apuro esa mirada rosada caer en la tristeza y la ansiedad. Se estaba equivocando, justamente ella había pensado en su propia libertad, se le estaba otorgando una ventana sin siquiera pedirla, ella, esa mujer tan maravillosa se la obsequiaba y estaba siendo vencida por sus miedos. Nadie podía culparla, toda su vida se ha tratado de ser un arma al servicio del sombrero, desobedecer de esa manera era duro, pero era el momento de cambiar. Se puso de pie, tomó sus manos de piel aguamarina con firmeza.


-Lo siento, es culpa de Flug, la estupidez sí se contagia.


Belle parpadeó confundida y soltó una sonora risotada. –No, querida, yo no quise decir que…


-No, -Interrumpió- hablo en serio ugh… -Se rascó la cabeza- Me he acostumbrado demasiado a la preocupación, no estoy viendo con claridad este obsequio tan lindo, lo siento…


La mujer sonrió enternecida, bajó la mirada, después de todo esa cita podía ser exitosa. - ¿Quieres un trago?



-Es de suma importancia ser analíticos, la fuerza no es la única herramienta del éxito, es importante conocer a tu enemigo. –Dijo animado.


White Hat señalaba con un apuntador a una presentación expuesta en una enorme pantalla, se encontraba en el laboratorio, frente a él había un gran grupo de mesabancos, como si se tratara de un salón de clases, en el centro se sentaban Slug y Prudencia, observando atentamente con un gesto de desgano, la chica tenía el maquillaje corrido por las lágrimas, gimoteaba de vez en cuando.


El demonio borró su sonrisa. - ¿En serio sigues llorando?


- ¡Cállate soquete! ¿Qué esperabas? –Respondió molesta.


-Ya me disculpé ¡Un millón de veces!


-Te disculpas después de casi matarla. –Interrumpió Slug.


-No podía matarla, -Se restregó la cara con frustración- mis armas no podían causarle un daño real, además, –Señaló a la chica- recibirás peores heridas y esas no se curarán. –Amenazó dramáticamente.


Prudencia hizo un puchero y comenzó a llorar ruidosamente. - ¡Odio mi vida! –Exclamó entre el llanto.


- ¡Agh! ¡Basta! –Soltó Slug exasperado- Deja de ser un pelmazo y acabemos con esto.


El ensombrerado levantó las manos en señal de paz, sonrió nervioso. –Bien, bien… Mis disculpas…


- ¡Y tú! –Se dirigió a la chica apuntándole con un dedo- No sé por qué clase de ciclo hormonal estás pasando, pero si quieres que eso no ocurra, enfócate.


La joven paró el llanto en seco, lo miró con molestia, sostuvo el dedo que la apuntaba con fuerza provocando un quejido en el científico. – ¡Vuelve a culpar a mis hormonas de mi estado emocional y te arrancaré la hombría con un tenedor!


El doctor hizo una mueca de dolor, era una imagen un tanto perturbadora, decidió no responder, se limitó a soltar su adolorida mano lentamente y mirar al demonio con desconcierto. Definitivamente estaba más sensible de lo usual, aun así, no era tan raro, White estaba sobre estresándola, estaba siendo cazada, ya no era solo una fugitiva más, ella y su nuevo estilo de vida, que tanto esfuerzo había costado formar, ahora estaban amenazados y sus problemas amorosos no ayudaban a su estado de ánimo.


White carraspeó optando por no darle demasiada atención al curioso arrebato, continuó pasando las diapositivas con velocidad. –Bien, como sea, uh… ¡Aquí! –Gritó sonriendo ampliamente, se detuvo finalmente en una fotografía de Demencia- Este es el objeto de estudio.


Prue enarcó una ceja. –Acabas de decir que la fuerza no es la única herramienta, ella no es precisamente… brillante.


-Oh, no, no… -Le dedicó un gesto malicioso- La chica es excéntrica, sí, demente, pero “locura” no significa “estupidez”, el poderoso Alebrije es un genio incomprendido. –Reprodujo una serie de videos de fragmentos de sus batallas- Existen muchos tipos de inteligencia, mi querida hada, la estrategia en combate no es para cualquiera, ella es una maestra en todas las artes de pelea, en el uso de prácticamente cualquier tipo de arma, conoce al derecho y al revés las virtudes y debilidades de todos los instrumentos de batalla y destrucción y no solo eso… -Reprodujo un video en particular, Demencia arrancaba un panel metálico de un muro descubriendo un agujero lleno de decenas de cables enmarañados, la villana cortaba minuciosamente un par de cables, la puerta metálica junto a ella se abrió y entró como si un sistema de seguridad no existiera- La tecnología aparenta no ser su fuerte, pero para poder provocar una destrucción tan específica debe conocer perfectamente cómo funciona, es destructiva, pero sabe qué destruir. –Caminaba de un lado a otro frente a las bancas, obteniendo finalmente una atención completa de sus espectadores- Esta mujer es un arma mortal, jamás ha sido capturada, jamás ha perdido una batalla, ni siquiera contra mí, resistente, fuerte, indestructible prácticamente y con la particular habilidad de trepar paredes ágilmente, sin mencionar su resistencia al dolor, -Esbozó una mueca desagrado- está demasiado acostumbrada al dolor, nada en el mundo le dolerá más que lo que el doctor Flug llegó a hacerle.


El hada observó al científico con curiosidad.


-Uh… Flug ha… -Comenzó a explicar- Ha hecho cosas demasiado cuestionables, tenemos información que dice que su locura nació de su mano, sus modificaciones para hacerla tan resistente fueron hechas sin anestesia alguna.


Prue le devolvió una mirada de asco y terror. –Imposible, es demasiado blando… -Comentó incrédula.


-Tiene la cara de un ángel, pero no por nada trabaja para Blacky. –Completó White.


Desvió la mirada, pensativa, conocía las historias, grandes amigos suyos perecieron en sus manos, jamás fue capaz de hacer nada al respecto. -No… sé si pueda convertirme en todo eso, soy fuerte, pero yo no soy un arma, necesitaría una vida para ser como ella.


-La experiencia es crucial, algo que yo no puedo enseñarte dentro de esta mansión, lo adquirirás con el tiempo, sin embargo, no busco convertirte en ella, -Respiró hondo- es un enemigo complejo, debes conocer el núcleo de sus habilidades y su éxito si pretendieras vencerla, si consigues hacerlo, podrás vencer a cualquiera. –Se acercó con los dedos entrelazados, sonrió tenue- Si derrotas al Alebrije, nadie buscará a Harmonie de Paix en el nido del Colibrí jamás.



El suave tintineo de un par de copas chocando dio la señal que indicaba el final de una espléndida comida. La joven de cabello bicolor bebía contenta un jugo de uva, mientras lady Belle le daba pequeños sorbos a su vino blanco.


Habían pasado una tarde absolutamente amena, la música variaba constantemente entre clásicos y éxitos modernos, la comida fue deliciosa, tal vez un poco refinada para los gustos de la chica, pero le había tomado un fuerte aprecio a las “cosas” refinadas, empezando por la mujer que tenía enfrente. A su parecer, a ese lugar solo le hacía falta algún escenario para una banda, un poco más de locura, aunque no podía esperar mucho si los seres más influyentes de ese sitio eran todas unas reliquias. Dejó la copa vacía en la mesa y observó atentamente cómo ese vino era bebido lentamente, por esos tiernos labios en esa cara dulce. Suspiró bobamente mientras se recargaba en la mesa.


- ¿Ocurre algo, querida?


La chica se sobresaltó avergonzada. –Uh... ¡No! Digo no. –Respondió apresurada.


-De acuerdo… -Contestó dudosa- Linda, me gustaría hablar de algo contigo.


- ¿A sí?


La dama se apoyó sobre la mesa y la tomó de las manos. –He pensado mucho en estos días sobre algunos detalles importantes en torno a nosotras, en el futuro… -Bajó la mirada, sus mejillas se tiñeron.


-Ah… ¿Sí? –Repitió, nerviosa.


-Querida, eres…-Sonrió- eres muchas cosas para mí, me atrevo a confesar que en toda mi existencia jamás encontré tan encantadora la locura en nadie, nunca antes fui tan feliz como lo soy ahora. -Hablaba embelesada, sabía que probablemente era demasiado, pero excederse no le importaba en ese momento, debía entregar todo de sí en ese preciso instante- Me preguntaba si eres igual de feliz conmigo.


El rostro de la chica estaba completamente enrojecido, era una pequeña bomba de sinceridad. La mayor parte de su relación con la reina estaba basada en acciones, no en palabras, no es como si fueran ajenas a las frases románticas, pero comúnmente eran de poca extensión y más sutilidad.


Reaccionó alarmada por el lapso silencioso que comenzaba a tornar la expresión de la mujer en un gesto de preocupación. - ¡Sí! Uh soy… muy feliz a tu lado, Bonnivet… -Contestó bajando poco a poco el tono de su voz.


Se permitió sonreír, decirlo abiertamente se sentía muy bien, se sentía algo torpe, estaba muy nerviosa, como usualmente no lo estaba, y es que ella tenía planeada una conversación muy similar para tratar sobre esa mesa.


Belle apretó con fuerza sus manos ante esa respuesta, lo que venía iba a ser lo más emocionante que había hecho en su vida, y vaya que había vivido demasiado. Respiró profundo, la miró decidida.


-Sé que ha pasado poco tiempo, pero estoy segura que ninguna puede negar que el tiempo ha sido bien aprovechado, que hemos atravesado exitosamente muchas adversidades y nuestra vida ha florecido en compañía una de la otra. –No despegó la vista de esa mirada expectante- Tal vez no puedo ofrecerte el mundo entero, entiendo que no soy la persona excéntrica y emocionante que mereces, pero daría todas mis riquezas solo por verte feliz. –Habló con seriedad, ninguna palabra era vacía- Así que, quisiera hacerte una pregunta. –Chasqueó los dedos, su aura morada se hizo presente en la palma de su mano, aglomerándose y después dispersándose dejando una diminuta caja negra en ella- ¿Te casarías conmigo? –Preguntó y abrió la caja, dentro había una pequeña sortija de algún extraño metal negro, sobre ella se colocaba una preciosa piedra, un diamante rosa.


Demencia abrió la boca con sorpresa, no respondió nuevamente por otro largo lapso de tiempo.


-Sé que quizá ese tipo de ceremonias no sean de tu agrado y entendería si tú no quieres…


Repentinamente, la joven dejó salir una sonora carcajada provocando que la mujer se retrajera confundida y algo ofendida.


-Las risas no… no son necesarias… -Pronunció con pequeñas lágrimas que amenazaban por caer.


Demencia negó con la cabeza mientras se recuperaba de esa risa nerviosa y escandalosa. –No, no lo entiendes… -Rebuscó entre su enmarañada cabellera y extrajo otra cajita negra, algo más sencilla y la abrió.


Belle parpadeó anonadada, en su interior brillaba una preciosa esmeralda engarzada a una sortija del mismo curioso metal oscuro. La dama se cubrió la boca con sorpresa y acto seguido comenzó a reír con ironía.


- ¿Eso es un sí?


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