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50 Juegos de Codicia y Poder (Ego contra Ego) por ErickDraven666

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Conflictos internos

Aquel lunes prometía ser productivo para Grey Enterprises Holding Inc., la cual llevaría a cabo una importante compra esa mañana, en donde varias empresas menores se habían asociado al enorme emporio del acaudalado hombre de negocios, el cual precisamente hoy, no se encontraba con sus cinco sentidos alertas.

“Era lo que deseabas desde el principio, Christian… deshacerte del chico, dabas gracias a la providencia de que solo te lo tendrías que bancar los fines de semana y ahora no dejas de pensar en el engreído jovenzuelo que te altera tanto” Se reprochó a sí mismo el serio y pensativo hombre de negocios, contemplando toda la ciudad de Seattle desde la ventana panorámica de su elegante y amplio despacho, sin dejar de pensar en toda la terapia que había tenido el día domingo con Edward, en donde a pesar de aquella incomoda despedida, sintió que en cierto modo, él y el muchacho habían zanjado un poco sus diferencias.

Suspiró intentando no volver a pensar en él pero se le dificultaba, ya que Christian deseaba saber si su repentino anhelo de regresar a Forks era por Bella o por algo más, sintiéndose realmente estúpido al pensar que aquello le tenía que importar, sacudiendo abruptamente su cabeza, tratando de no pensar más en su dolor de cabeza llamado Edward Cullen, girando raudo sobre sus pies, justo cuando Andrea, su secretaria, tocó a la puerta informándole después de entrar, que le esperaban en el salón de juntas, notificándole a la muchacha.

—Voy en un momento. —Andrea asintió, saliendo rápidamente del despacho del serio e inmutable hombre, el cual tomó asiento frente al escritorio, mirando su celular. “Si lo llamó va a pesar que no puedo estar ni un segundo sin saber de él” Y así era, pero Christian no quería aceptar lo que era más que obvio, al sentir una fuerte empatía hacia aquel muchacho, rememorando las palabras que le había dicho en la sesión psiquiátrica, sonriendo levemente.

—También soy tu amigo, Christian. —No sabía porque aquello le había agradado tanto, si bien era cierto que el magnate no solía tener amigos reales, su hermano adoptivo Elliot era lo más cercano a uno, aunque después de la ruptura sentimental con la mejor amiga de Anastasia poco se veían, imaginando que simplemente trataba de olvidar a Kate con tantos viajes.

—Mi amigo. —Pensó en aquella palabra y lo que significaba realmente, negando con la cabeza—. Si fueses mi amigo ya me hubieses notificado que todo estaba bien con tu familia y que te encuentras ahora en tus tontas y aburridas clases universitarias. —Espetó de mala gana, escuchando el timbre de su teléfono celular, aquel que le notificó que tenía un nuevo mensaje instantáneo.

Tomó raudo el celular, percatándose que en efecto se trataba de Edward, aunque aún no había abierto del todo el mensaje, mirando tan solo el nombre del remitente, dejando el aparato nuevamente sobre la mesa, incorporándose de su asiento, haciéndose el desentendido.

—¿Ahora si escribes?... Pudistes haberlo hecho anoche, pero no… tuvistes que mantenerme en ascuas hasta ahora… ¿no es así?... pues jodete. —Caminó hasta la salida de su despacho, odiándose ante el deseo descontrolado de saber qué demonios decía aquel mensaje, abriendo lentamente la puerta, contemplando el ir y venir de su secretaria, la cual intentaba llevar todas las copias pertinentes del nuevo contrato empresarial, apoyándose de las demás trabajadoras del emporio financiero, notificándole a la chica, al ver que se había percatado de su presencia en la puerta—. Dígale a los empresarios que ahora voy… estoy finiquitando un asunto importante.

Andrea asintió, preguntándole si necesitaba ayuda, observando cómo su jefe negó raudo con la cabeza, exigiéndole que se encargara de los ejecutivos y que los mantuviera entretenidos y lo mejor agasajados posibles, encerrándose nuevamente en su oficina, tomando una vez más su celular, abriendo al fin el mensaje.

[Buenos días, Christian… no te escribí anoche porque llegué tarde a la casa de mis padres y no quise despertarte… Estoy en la universidad, sé que no debería notificarte esto pero conociéndote como te conozco pensé que a lo mejor estarías preocupado]

No quería hacerlo, pero por más fuerte que apretó sus labios, una afable sonrisa afloró en su seductora boca, dando gracias de estar solo en ese preciso momento, sintiéndose realmente estúpido ante aquel sentimiento de dicha que le causó aquel mensaje.

—Bien… —pretendió dejar el celular nuevamente sobre el escritorio, pensándoselo un par de minutos, escuchando un nuevo golpeteo en la puerta, girándose raudo al escuchar que alguien la abría.

—¿Señor?... Los empresarios se están comenzando a impacientar y a hablar mal de usted. —Christian frunció el ceño, exigiéndole a su secretaria.

—Dígale a esa manga de perdedores, que aquí el que va a poner el mayor capital financiero voy a hacer yo, así que pueden ir a que otro empresario les de la suma que yo pienso aportar para este proyecto. —Andrea se lo pensó por unos segundos, asintiéndole a su jefe, el cual la llamó rápidamente, acotando a continuación—. No les digas eso… solo intentaba desahogarme, dígales que en cinco minutos estoy con ellos. —La chica asintió nuevamente, retirándose rápidamente del despacho del molesto hombre, quien comenzó a teclear una respuesta para Edward, intentando hacerse el que le daba igual su mensaje.

[Bueno días… me alegra que todo esté bien… tengo una junta importante, te escribo luego]

Pensó en dejarle alguna tonta carita, retándose internamente, ya que él jamás ponía caritas en los mensajes y menos para demostrarle algún sentimiento de agrado hacia el muchacho que tanto lo perturbaba, recibiendo rápidamente su respuesta.

[Suerte… amigo mío]

Christian no supo qué hacer, si respondía le estaría demostrando que no estaba tan ocupado como se lo había hecho saber, pero si no lo hacía, sentía que Edward podría pensar mal de él, y a lo mejor ambos tendrían un nuevo altercado, tomando nuevamente su celular para darle las gracias, justo cuando una llamada de su madre entró en línea, poniendo los ojos en blancos, saliendo rápidamente de su oficina, entregándole a Andrea su celular, exigiéndole a continuación.

—Dile a mi madre que estoy en una reunión importante. —La asombrada mujer asintió, tomando rápidamente el aparato entre sus manos para contestar la llamada, notificándole a la señora Grace que su jefe había dejado el celular a su cuidado ya que tenía una junta muy importante, mientras que Christian, después de suspirar profundamente frente a la puerta que daba acceso al salón de juntas, dejo ver su agraciado, prepotente y al mismo tiempo, resplandeciente rostro por cada uno de los socios y empresario de la nueva firma empresarial, los cuales dejaron el incesante parloteo que tenían, para contemplar el efusivo arribo del joven magnate, el cual cerró rápidamente ambas puertas corredizas, notificándoles a todos con una amplia sonrisa en los labios.

—Muy buenos días, caballeros… bienvenidos a Grey Enterprises Holding, inc. Lamento mucho la tardanza pero créanme… no se van a arrepentir de haberme esperado. —Se aclaró la garganta—. No les prometo un contrato factible… —Todos se miraron entre sí, sin saber que alegar a sus palabras— … Tampoco tendrán un socio fácil de llevar y mucho menos obtendrán millones a cambio de nada… —Se sentó en su privilegiada silla ejecutiva, en la cabecera de la mesa, sintiéndose el amo del universo, sin saber por qué el mal genio se le había ido al demonio, regalándoles a todos una afable sonrisa— …pero lo que si les puedo prometer, es que si hacemos las cosas bien, los lucros que tendremos de todo esto serán ubérrimos y extremadamente altos, pero para que eso ocurra necesito que sus cuentas sean lo suficientemente generosas como para que este nuevo proyecto sea uno de los mejores que hayamos hecho hasta ahora.

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Edward intentaba terminar uno de sus largos ensayos de cien páginas, siendo este el límite más alto para realizar aquel último trabajo de cierre de semestres, pretendiendo ser el único alumno que entregase un trabajo de cincuenta hojas, mientras que el resto del alumnado a duras penas alcanzarían el limite bajo, lo cual eran tan solo veinticinco hojas.

El concentrado joven sonrió por unos segundos, al recordar la pequeña reunión nocturna que había tenido junto a sus hermanos en la cabaña privada de Alice, aquella que solía compartir con Jasper, aunque de un tiempo para acá, poco se les veía en aquel lugar; siendo ellos quienes la usaran esa noche como punto de encuentro.

Edward, Alice y Bella no pudieron parar de reír ante las divertidas anécdotas que Emmett les contaba, sobre los gustos sexuales del más joven de la manada de lobos, el cual se había sincerado con el corpulento vampiro, de un modo en el que ni Bella pensó jamás, llegar a imaginar.

—Es cierto… no se rían. —Exigió Emmett, sin poder dejar de reír como lo hacían sus hermanos—. Cuando me dijo que habían hombres que se la cortaban para ponerse una vagina, sentí como Emmetcito cabeceó entre mis bóxer. —Edward no pudo evitar soltar una risotada ahogada, cubriéndose la boca ante las tonterías de su hermano—. Pobre, creo que temió por su vida. —El robusto vampiro miró su entrepierna—. Tranquilo socio, tú y yo seremos inseparables hasta el fin de los tiempos. —Si alguno de ellos hubiese sido humano, ya se habría ahogado con tantas carcajadas, pero como cada uno de los presentes ni siquiera necesitaba respirar, siguieron riendo por largo rato, hasta que Bella acotó, intentando calmar sus carcajadas.

—Bueno Emmett… como bien te dijo Seth, “cada quien a lo suyo” Y si ellos son felices pues hay que respetarles. —Tanto Edward como Alice asintieron a sus palabras, siendo Bella quien tomara nuevamente la palabra—. Yo en lo personal siempre me sentí un poco atraída hacia las chicas. —Bajó la cara—.  Aunque jamás lo expresé o di algún indicio de ello, estaba allí y simplemente me callé al escucharle hablar a mis padres sobre mi futura boda, los nietos que les daría y todo aquello que yo no deseaba. —Levantó un poco la cara, mirando a Edward.

—Entiendo perfectamente lo que sientes, Bella… —El apuesto joven de cabellos cobrizos miró a Alice y luego a Emmett, argumentando a sus propias palabras—. Desde que Carlisle me transformó no hizo más que pensar en conseguirme una pareja. —Enfocó sus ojos en Emmett, el cual sabía lo que su hermano diría—. Crearon a Rosalie con la intención de que fuese mi compañera sentimental, pero no hubo química entre nosotros. —Contempló a Alice—. He imagino que pensó lo mismo al conocer a Alice, pero ella estaba con Jasper. —La menuda chica bajo la mirada, sonriéndole a su hermano—. Después fue nuestra prima Irina y luego Kate, pero no fue sino hasta que conocí a Bella, que pensé realmente en un compromiso—. Ambos se miraron a las caras.

—Hasta que te fuiste. —Edward asintió.

—Y no me arrepiento, a lo mejor hubiésemos cometido un error irreversible. —Alice pensó por unos segundos que su hermano Edward podía llegar a tener razón, ella se había dejado llevar por una de sus premoniciones sobre el amor de su vida, pero lo cierto era que sus predicciones, como bien había dicho en su momento, podían llegar a cambiar y sintió que había adelantado todo entre Jasper y ella—. Tú jamás hubieses sido madre y yo pues…

—No hubieses conocido a Christian. —Acotó Alice de lo más relajada, usando un tono de voz cantarín y aniñado, consiguiendo de parte de Bella y Emmett una mirada curiosa, mientras que a Edward estaba por darle un colapso nervioso.

—¿Y quién coño es Christian? —preguntó Emmett, incitando a su hermana a hablar, mientras Bella no le quitaba los ojos de encima a Edward al saber de quién hablaban.

—Es el proyecto de fin de año de Edward en la universidad, es el hombre más rico de Seattle, muy apuesto, pero con traumas que parecen mantenerlo en un constante estado de bipolaridad o algo así… ¿No Eddy? —Todos enfocaron sus ojos en el pasmado muchacho, el cual quería agradecerle enormemente a su entrometida hermana que soltara aquella bomba nuclear delante de Emmett, quien parecía querer atarlo y torturarle hasta que le dijera todo sobre aquel enigmático hombre al que tenía como paciente.

—Aaammm… No, Christian no es bipolar… —Se lo pensó por unos segundos—. Bueno, un poco… pero ese no es su verdadero problema. —A lo que Emmett preguntó cuál era. —Pues él tiene muchos conflictos internos, parece haber tenido una infancia traumática y eso lo ha convertido en el odioso, arrogante y prepotente hombre que es ahora. —Bella miró a Edward y luego a Alice, acotando a continuación.

—Bueno… como lo ha presentado Alice y como me lo describistes antes, se podría decir que no es como nos lo estas pintando ahora, Edward.  —Alice sonrió pícaramente, divirtiéndose al ver a su tímido hermano acorralado entre los tres, intentando buscar las palabras correctas que les dieran tranquilidad a sus curiosas preguntas, sin soltar prenda sobre el proyecto en sí, ya que no le había contado todo a Bella como se lo había hecho creer a Christian.

—Bueno… Alice lo ve con ojos de mujer, supongo que para ella es apuesto y enigmático.

—Pues no solo es apuesto, es elocuente, seductor, tiene muchísimo dinero y ama deslumbrar a sus sumisas con sus jugueticos caros, como el Charlie Tango. —Edward deseaba llenarle la boca de tirro plomo a su entrometida hermana, la cual parecía estar bastante concentrada en lo que ellos hacían en Seattle, odiándola por ser tan chismosa y cotillera.

—¿Sus sumisas? —Le interrogó Bella bastante asombrada, mientras Emmett preguntaba.

—¿Charlie Tango?... ¿Quién carajos es ese? —Edward fulminó a Alice con la mirada, la cual no tuvo ni la más mínima intención de sentirse mal por lo que había hecho, sonriéndole a su hermano, arrojándole un beso volador.

—Eeemmm… Si… bueno… Christian tiene una particularidad, él no se siente a gusto con relaciones de noviazgo convencional. —Miró a Bella—. Él tiende a tener sumisas, mujeres que se dejan dominar por él y obtienen su particular forma de amar a cambio de su sumisión—. Su nueva hermana arrugó la cara.

—¿Me estas tomando el pelo? —Alice negó con la cabeza.

—A mi me parece fascinante… creo que Christian es todo un reto para Edward, quien ha decidido ser su terapeuta. —La menuda y picara chica le observó de soslayo, pensando en decirle que su hermano favorito había decidido estudiarlo mediante los ojos de un hipotético sumiso, pero Edward la miró como si la fuese a estrangular, negando levemente con la cabeza.

—Ya va, ya va… ¿Me estás diciendo que el tipo ese le gusta darle de tortazos a las mujeres y estas se dejan? —Edward apartó sus inquisidores ojos de Alice, contemplando a su singular hermano, respondiéndole apremiante.

—Mmm… es más bien una especie de convenio entre ellos, es algo bastante elaborado… con contrato y toda la cosa, hay puntos a tratar y en los que deben ponerse de acuerdo, tampoco es que las mata a golpes y luego fornica con ellas, Christian intenta…

—¿Después que les pega se las folla? —preguntó Emmett, con los ojos como platos soperos—. Con razón aceptaste a ese frito como tu proyecto, hermano… tal y como te gustan los pacientes, bien tostados de la cabeza… —Negó ante aquello—. Tú querías hacer un proyecto del tal Jack el estripado. —Todos rieron.

—Es Jack el destripador, tarado. —Le corrigió su hermana Alice, sin poder dejar de reír.

—Bueno… como sea… pero la verdad es que no sé si es más loco el tal Christian o las mujeres que aceptan ser sus sumisas. —Edward miró a Alice, rogando internamente para que no hablara más de la cuenta, ya que si ella sabía lo que pasaba entre ambos hombres, de seguro también estaría enterada del contrato y la “hipotética” sumisión de su hermano con el multimillonario.

—Yo le parto la cara al hombre que pretenda ponerme la mano encima. —Acotó Bella de mala gana. —Sé que Jacob no es el mejor hombre del mundo, de hecho es un idiota, pero jamás me golpeó, solo es un poco machista.

—¿Un poco?... Jacob es un troglodita, neandertal de los que creen que las esposas son cachifas y de los que jamás lavarían la ropa tan solo porque eso los haría ver como unas mujercitas. —Acotó Alice de mala gana—. Por lo menos Christian es un hombre de mundo, culto y muy bien hablado… yo creo que él simplemente es un incomprendido. —Intentó defender al acaudalado hombre, aunque él no estuviese presente—. A lo mejor si él consigue a alguien que cubra todas sus carencias afectivas, logre ser la pareja más perfecta del mundo… ¿No lo crees hermanito? —Edward no había querido decir nada más al respecto, pero una vez más, Alice lo arrojaba a los leones.

—Sí, yo también lo creo. —Intentó cambia de tema—. ¡Y por cierto!… ¿Cómo está eso de que Jacob no te permite ver a los gemelos? —Intentó salirse por la tangente, pero justo cuando Bella pretendió responder a su pregunta, Emmett le interrumpió.

—Momento que aun no me dicen qué tiene que ver el Tango del tal Charlie con el chiflado que tienes de paciente. —Aquello no solo consiguió las risas de Alice, sino también las de Edward, ante las locas elucubraciones de su hermano, siendo el apuesto vampiro quien le respondiera.

—Charlie tango es el nombre del helicóptero de Christian. —A lo que Emmett alegó tan rápido, que no fue sino hasta que el atolondrado vampiro lo hizo verbal, que Edward se percató de sus nefastas sospechas.

—¿Así que le estas mamando la verga al tal Christian?… —Edward abrió desmesuradamente los ojos, negando con la cabeza, mientras que Alice y Bella cubrieron sus risueñas y divertidas caras con ambas manos—. ¡Vamos hermano!... nadie te va a prestar un helicóptero de gratis, admítelo, se lo estas trompeteando al loquito… ¡Eres un cochino! —Ambas chicas no pudieron controlar sus risas, mientras que a Edward se lo estaba consumiendo la vergüenza, aunque ni siquiera entendía el porqué, ya que aquello era completamente falso.

—Pues te equivocas… —Respondió frunciendo el ceño—. Christian no me lo prestó, yo lo hurte. —Comenzó a contarles todo lo que había pasado por su mente el día que llamó a Emmett enterándose del despertar de Bella después de su transformación, tomando el helicóptero sin permiso de su dueño para ir a ver lo que estaba pasando con Isabella.

—¡Omg!... Gracias, Edward. —Bella le abrazó, percibiendo como su nuevo hermano le correspondía—. Lamento seguir causándote tantos problemas. —El apuesto vampiro alegó que no tenía nada que disculpar y que por su familia él hacía lo que fuera.

—Pues si no se lo chupaste para que te lo prestara, de seguro se lo tuvistes que jalar para que no te denunciara por ladrón. —Aquello hizo que Edward lo empujara y Alice le atestara un manotazo, exigiéndole que dejara de decir tantas vulgaridades. —Pero es que no se explica que…

—No hay nada que explicar, Emmett. —Interrumpió Edward las atropelladas palabras de su hermano—. Christian se molestó, es cierto… pero él ya me había llamado por teléfono esa noche y todo quedó resuelto. —La puerta principal de la cabaña se dejó escuchar al ser abierta, siendo Edward el primero en percatarse de quienes habían llegado, al leer sus mentes.

—¿Interrumpimos? —preguntó Jasper acercándose a la reunión, mientras Rosalie simplemente se quedó en el marco de la entrada que dividía la sala del pequeño cuarto donde los cuatro vampiros conversaban en el suelo.

—No, claro que no… —Contestó Alice, tomando la mano de su esposo, incitándole a tomar asiento junto a ella, mientras Emmett estiró su brazo hacia Rosalie para que la hermosa rubia se acercara, consiguiendo de ella una respuesta positiva, mirando de malas a Bella, ya que al parecer, seguía detestándola tanto como cuando era humana.

—¿Fueron a Seattle? —Jasper asintió a la pregunta de Edward, dejando que Alice entrelazara sus dedos entre los de su esposo, quien le dio una mirada furtiva a Rosalie para ver que hacía o decía su hermana, pero ella simplemente observó a Emmett, dejando que el corpulento vampiro la besara en los labios, consiguiendo que Jasper volteara rápidamente la mirada.

—Sí… y pude conseguir copias de las fotos de la víctima, ya que uno de los policías de Seattle es vampiro. —Extrajo de su chaqueta un sobre de manila tamaño media carta, entregándoselo a Edward, quien las esparció por todo el suelo—. El muerto es un don nadie, era un mendigo que solía pedir dinero cerca de los muelles de la ciudad. —Al decir aquello Edward recordó que su última víctima había sido precisamente un mendigo que deambulaba completamente ebrio en los muelles de Seattle—. Las experticias forenses arrojaron que el hombre había sido previamente drenado por uno de los nuestro. —Jasper tomó una de las fotos, mostrándoles en donde el atacante había mordido al occiso—. Fue arrojado al océano y después de aproximadamente veinticuatro horas fue extraído del fondo del mar para ser mutilado y marcado. —Dejó la foto que había tomado en el suelo, para mostrar otra en donde se podía ver la letra D en una de las piernas, tallada en la pálida piel de la mutilada extremidad—. El cuerpo fue separado en seis partes. —Señaló cada pieza en las fotos, cabeza, brazos, piernas y torso—. Y cada una tiene una letra marcada. —Emmett tomó una de las fotos, acotando a continuación.

—En esta otra pierna hay una W y en este brazo una R. —Bella tomó otra, notificándoles que en esa foto se apreciaba una E, mientras que Rosalie señaló la que aun estaba en el suelo, acotando que allí se podía apreciar otra D, pero que en el único pedazo de cuerpo que no se veía letra era en la cabeza, siendo Alice quien la tomara, observando como al parecer, le había arrancado la nariz, argumentando a continuación.

—Es una A…  —Señaló el hueco que había quedado en el rostro del occiso, lo cual creaba la primera vocal del alfabeto a la perfección, dejándola en el suelo, siendo Edward quien rompiera las fotos que tenían más de dos extremidades, separándolas para intentar adivinar que decía aquel rompecabezas, moviéndolas de un lado a otro a velocidad sobrehumana, deteniéndose justo al darse cuenta de que las extremidades creaban su nombre

E-D-W-A-R-D

—Alguien quiere inculparme. —Argumentó el pensativo vampiro, consiguiendo que tanto Alice como Bella cubrieran sus bocas en un gesto de asombro, siendo Rosalie quien hablara.

—Edward como siempre haciendo amigos por todo el mundo. —Palmeó el hombro de su hermano—. Bien hecho Ed. —El serio vampiro la miró sin decir nada, ya que lo que menos le importunaba eran las ironías de su odiosa hermana, sino el inmortal que intentaba inculparle y sobre todo que los Vulturis se percataran de quien estaba llamando la atención en Seattle.

—¿Pero quién puede tenerte tanto odio como para pretender inculparte de ese modo? —preguntó Emmett, siendo Bella quien respondiera.

—Victoria. —Todos voltearon a verle. —Edward mató a su pareja y sabe que yo ya no soy su novia sino su hermana.

—Y eres una neófita, eres más peligrosa que ella. —Acotó Edward consiguiendo que Bella asintiera.

—Así es… y sabe que estas en Seattle y está buscando el modo de que los Vulturis aparezcan y te exterminen por ella. —Todos comenzaron a sacar sus propias conclusiones sobre lo que Victoria podría estarse tramándose al respecto, siendo Alice quien sacara a Edward de sus vagas elucubraciones, notificándole mentalmente.

“Debes mantener a Christian en resguardo, Edward” El aludido volteó a ver a su hermana, asintiendo a sus exigencias. “Si ella se entera de lo que existe entre tú y él, va a hacerle daño” Edward se levantó rápidamente de su puesto, haciéndole un ademán a su hermana para que le siguiera, disculpándose con todos los presentes, saliendo apresuradamente de la cabaña, apartándose lo suficiente como para que los demás no escucharan su conversación.

—No hay nada entre Christian y yo más que un simple juego “hipotético”, Alice. —Explicó el molesto vampiro, aferrando a su menuda hermana por los hombros—. Así que deja de imaginarte cosas en donde no las hay y mucho menos me pongas a mí en los predicamentos que me metes por tus locas elucubraciones entre el señor Grey y yo.

—¿Ahora es el señor Grey?... hace rato le tuteabas… —Alice sacudió levemente las manos de su hermano, apartándose de él—. Yo solo los estoy cuidando. —Volteó a verle. —Y si, es cierto que los uso para mis Shippeos, pero… —Señaló a Edward— …También lo hago por tu felicidad. —El chico le miró fijamente a los ojos, intentando ver lo que la vampiresa le mostraba desde su mente, en donde Christian y Edward se encontraban juntos aferrados de las manos a punto de cruzar el umbral de una hermosa mansión de paredes color beige y pilares de granito, en una de las urbanizaciones más elegantes de Seattle—. No sé lo que eso signifique, Edward… pero esa visión se me ha repetido unas cuantas veces y sabes lo que pasa cuando una visión es persistente… ¿cierto?

—¡Ya basta!... Alice. —Espetó Edward de mala gana, justo cuando los demás integrantes de la reunión se acercaron a ellos, después de abandonar la pequeña cabaña—. Deja de husmear en mi vida. —A lo que Alice respondió, antes de que Jasper se acercara a ellos, mirando retadoramente a su hermano.

—Lo siento Edward… eso jamás pasara... ¿Y sabes por qué? —Edward no respondió, imaginando que aquella era una pregunta retorica—. Porque tú me importas demasiado… Así como tú te preocupas por todos nosotros. —Frotó el brazo de su hermano en un gesto cariñoso para luego apartarse de él, dejando al incomodo vampiro afligido al haber sido tan odioso con ella.

—Bueno, bueno… las caras largas para los funerales. —Acotó Emmett intentando calmar los ánimos. —Y ya que estamos todos justos, ¿por qué no vamos a cazar?... —Les miró a todos, siendo Bella la primera en asentir, seguido de Jasper quien observó de refilón a Rosalie, la cual simplemente se encogió de hombros—. Hagamos una competencia a ver quien caza más esta noche. —Edward asintió, preguntándole a su hermano cuales serían las reglas del juego—. No hay reglas, se vale todo… así que no quiero niñitas llorando, ni caras largas… voy a jugar sucio y muy rudo. —Empujó a Jasper y luego a Edward siendo el primero en salir corriendo, seguido muy de cerca por Alice quien se perdió de vista entre los árboles, justo cuando Bella pretendió seguirles, consiguiendo de parte de Rosalie una estocada que nadie se esperaba, arrojando a la nueva vampira hacia un costado, golpeando precipitadamente su espalda en contra de uno de los troncos que rodeaban el lugar.

—¡Uupsh!... pensé que estabas preparada “hermanita”… Tal y como lo dijo Emmett… Se vale todo, así que cuídate, porque no pienso jugar limpio contigo. —Comenzó a correr detrás de los demás, consiguiendo que Jasper se le uniera en la carrera, siendo Edward quien se acercara a ella, intentando ayudarle.

—Lo siento, no lo vi venir.

—Tranquilo… —respondió ella sacudiéndose la tierra y los trozos de madera adheridos a su ropa—. ¿Rosalie quiere jugar sucio?... pues juguemos. —Bella salió corriendo detrás de los demás acompañada por Edward, quien siguió pensando y analizando todo lo que estaba pasando en Seattle con Victoria y sobre todo, acerca de la insistente y repetitiva premonición de Alice, la cual no sabía cómo analizar y mucho menos que significaba para él en un futuro incierto.

 

—¡Hola Edward! —Saludó repentinamente José al apuesto vampiro, el cual se había quedado inerte, analizando toda aquella situación, parpadeando varias veces al darse cuenta de que había estado por largo tiempo sin pestañear.

—Hola, José… ¿Cómo te va? —A lo que el joven fotógrafo respondió primero con un pensamiento impropio y luego con lo que por supuesto intentó ocultar en su interior.

“No tan bien como tú, ricura” —Edward bajó la cara—. Bien, bien… venía a entregarte dos entradas para la exhibición de arte fotográfica pro-fondos a favor de los niños sordo-mudos de Seattle. —José dejó sobre la mesa dos entradas al evento, sonriendo gratamente—. Una es para ti y tu acompañante y la otra es para el señor Grey y compañía. —Aquello le sorprendió—. Lo siento, sé que me dijiste que no te presionara, pero estamos cansados de enviarle correos al señor Grey y sé que él tiene personas influyentes tanto en la prensa como en los círculos sociales, please… ayúdame con eso… ¿Quieres? —El apuesto vampiro asintió.

—Veré que puedo hacer por ti, José… pero no prometo nada. —El chico agradeció toda la ayuda que pudiese darle, sobresaltándose al sentir como su teléfono celular vibró, sacándolo del bolsillo de sus ajustados jeans.

—¿Diga? —José escuchó atentó cada una de las exigencias de su amiga Kate, quien parecía estar llorando, rogándole porque fuera a verla, ya que parecía sentirse bastante deprimida y perdida—. Cálmate Kate, querida… eso no te hace bien. —Pero la chica siguió llorando y maldiciendo su vida, siendo Edward quien le preguntara si necesitaba ayuda con su amiga, observando como el joven se levantó de la silla, negando con la cabeza—. No te preocupes Edward, tu solo preocúpate por llevar a tu sabes quien a tu sabes dónde, que yo me encargo de mi amiga. —El vampiro asintió, contemplando como el chico se marchó a paso acelerado, mientras él guardaba las entradas en su bolso, justo cuando un mensaje de texto llegó a su celular, abriéndole apremiante.

[Hola hermanito… Buenos días, sé que me pediste que no me metiera más en los asuntos entre Christian y tú pero si no le escribes un mensaje ahora mismo, temo porque termine arrojándose al vacío desde su ventana panorámica]

Edward puso los ojos en blanco, dejando el celular sobre la mesa, retomando su escritura, intentando hacerse el desentendido, recibiendo de parte de su padre un nuevo mensaje instantáneo, abriéndole apremiante.

[Llamé por teléfono a Aro usando de pretexto la transformación de Bella, notificándole que nosotros la habíamos adoptado como una Cullen, todo está bien por esa parte… y no hizo alusión alguna al problema que hay en Seattle, así que creo que los Vulturi aun no se enteran de lo que ocurre, hay que detener a Victoria antes de que llegué a oídos de Cayo o estaremos en problemas]

El pensativo vampiro siguió analizando todo aquel rollo con Victoria y su deseo de exterminarle definitivamente, ante el odio que le tenía, recibiendo otro mensaje de texto de parte de Alice, exigiéndole que no le dejara en visto y que le respondiera.

[No creo que Christian se arroje por la ventada de su oficina tan solo porque no reciba un mensaje mío, Alice]

Envió su malhumorada respuesta con una carita enfadada, respondiéndole a su padre, justo cuando un mensaje de Emmett entró en su android, ignorándole ante el rápido tecleó sobre la pantalla táctil.

[Gracias Carlisle, siempre jugándote el pellejo por nosotros… Me alegra que todo saliera bien… avísame cualquier cosa y dile a Esme que la quiero y que no se preocupe por nada]

Envió el mensaje, abriendo el de su atolondrado hermano, el cual era una nota de voz, reproduciéndola lo más bajo posible para que las personas que lo rodeaban en la cafetería no le escucharan.

((—Aun intento quitarle las pelotas de lodo y musgo a Rosalie del cabello… tremenda revolcada se echaron estas dos fieras, hermano… Alice trata de que Bella vomite hasta la última bola de barro que Rosalie le hizo tragar, pobrecita… Esme teme que termine cagando ladrillos con tanta porquería que ingirió… —Se hizo una pausa—. Rose no recupera aun su rubia cabellera, temo que le arranque la cabeza a la chupa tetas))

Edward se cubrió el rostro ante el nuevo apodo que Emmett le había puesto a Bella, después de enterarse de que a la chica le gustaban las féminas, llamándola chupa tetas o tijereta, retando a su hermano varias veces por eso.

—Pues ella se lo buscó, Emmett… dile a Rosalie que no se le ocurra tocar a Bella de nuevo o tendrá problemas serios conmigo. —Soltó el botón de grabado, enviando la nota de voz a su hermano, percatándose de que había llegado un nuevo mensaje de parte de Alice, notificándole que Christian deseaba saber de él pero que era tan o más orgulloso que el vampiro, intentando hacerse el que no le importaba la vida de su sumiso, cuando en realidad no dejaba de pensar en Edward.

[Ok, ok… voy a escribirle, pero ya deja de molestar… ¿Quieres?]

Alice le respondió con una carita sonriente y una manita con el pulgar en alzas, consiguiendo que Edward suspirara pesadamente, escribiéndole a Christian.

[Buenos días, Christian… no te escribí anoche porque llegué tarde a la casa de mis padres y no quise despertarte… Estoy en la universidad, sé que no debería notificarte esto pero conociéndote como te conozco pensé que a lo mejor estarías preocupado]

Dejó el teléfono sobre la mesa, retomando nuevamente su escritura, leyendo exhaustivamente cada párrafo que pensaba usar para su trabajo de fin de semestre, escuchando la notificación del android, sobre un nuevo mensaje instantáneo, leyéndole sin tomar entre sus manos el aparato.

[Bueno días… me alegra que todo esté bien… tengo una justa importante, te escribo luego]

Edward frunció el ceño, tomando entre sus manos el celular, enviándole el capture de la pantalla a su hermana con un mensaje que decía:

[¡Oh vaya!... si que estaba preocupado… gracias Alice por dejarme como el idiota que no puede vivir sin escribirle a su proyecto universitario]

Posó de mala gana el android sobre la mesa, retomando su escritura, escuchando un nuevo mensaje instantáneo, ignorándole por completo, siguiendo con su ardua tarea, mientras poco a poco la cafetería se fue quedando a solas, siendo Edward el único en permanecer en aquel lugar, intentando culminar su trabajo, escuchando un par de repiques, imaginando que Alice intentaba que su hermano leyera el último mensaje que le había enviado, consiguiendo al fin su cometido, después de que el molesto vampiro recogiera todas sus pertenecías, encaminándose a su segunda clase del día, leyendo el mensaje.

[Ya distes tu cincuenta por ciento Edward, en la noche él dará su cincuenta por ciento… ya lo veras]

Edward no supo qué pensar y mucho menos qué sentir, simplemente caminó hacia el salón del segundo piso después de desearle buena suerte al magnate, intentando ser amable con él, mientras analizaba lo que parecía estar percibiendo Alice en sus visiones, ya que aunque ni Edward ni Christian se dieran por enterados, una fuerte amistad ligada con algo más, parecía estar naciendo entre ambos, aunque ninguno de los dos se percatara de ello.

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Alice sonrió dejando su celular sobre el forro de la notebook, la cual reposaba sobre sus piernas, escribiendo un nuevo capítulo de su fanfic, rogando porque su hermano se diera cuenta de que por más que intentase desligar su vida de la de Christian, eso sería completamente imposible, sus visiones le decían que ambos estaban atados por las circunstancias que se avecinaban para un futuro que aunque incierto, parecía estar escrito en las estrellas.

Releyó nuevamente lo último que había escrito del fanfic de Harry y Draco, escuchando a sus espaldas unas cuantas pisadas, volteando rápidamente para ver de quién se trataba, encontrándose con el enorme lobo alfa de los Quileutes, acercándose sigilosamente hacia ella.

—¡Oh, eres tú!... ¡Hola!... —Saludó intentando sonar indiferente, aunque después de la última conversación que ambos habían tenido el día de los helados, Alice había quedado más fascinada aún con el líder de sus enemigos naturales, los lobos—. ¿Vienes a que te lea una de mis historias o andas por allí haciendo tus cochinadas con Leah? —Sam soltó un sonido siseante, demostrándole a la pequeña vampira que aquello le había causado gracia, echándose a su lado.

Alice se percató de que en una de sus patas traseras había un pequeño bulto atado, siendo el monumental lobo quien lo tomara con su enorme hocico, comenzando a temblar, saliendo progresivamente de fase, ante los ojos atónitos de la menuda vampira, la cual jamás había visto aquel proseo a la inversa.

—¡Woow!... Es fascinante ver tu transformación… —Varios huesos comenzaron a crujir, intentando volver a su formar humana, uniéndose a su respectiva estructura ósea, consiguiendo que la chica arrugara la cara—. ¿Te duele? —Sam realizó un movimiento brusco con la cabeza, consiguiendo que su medula espinal traqueara, reacomodando los huesitos de la cervical.

—No… con tantos años cambiando de forma, terminas acostumbrándote. —Tomó el bulto que había extraído de una de sus patas traseras, desatándole para poder así, cubrir su desnudez con un short de jean, el cual le cubrió hasta las rodillas—. Al principio fue extraño… un poco inquietante de hecho, pero luego te acostumbras a lo que eres. —Alice intentó no mirar su entrepierna, pero era realmente imposible no ver aquella hombría tan grande, sacudirse hacia un lado u otro, al moverse.

—Entiendo… —Fue lo único que respondió, enfocando sus curiosos ojos sobre el computador, justo cuando Sam se recostó nuevamente en el suelo, usando sus manos como almohadas para apoyar su cabeza—. ¿Entonces vienes a que te lea o a chulearme de nuevo? —El apuesto y fornido Quileute sonrió, respondiendo a su odiosa pregunta.

—Mmm… Sí… vine a que me leas… aún sigo intrigado con eso de escribir sobre machos heteros dándose duro. —Arrugó la cara—. No es que eso me agrade, simplemente me gustaría ver que hay en la morbosa mente de una enana chupasangre como tú. —Alice frunció el ceño, mirándole por el rabillo del ojo, poniendo mala cara.

—No soy ninguna morbosa, ¡Jum!... simplemente me gusta el shippeo. —Sam alzó una de sus cejas en un gesto incrédulo.

—¿Debo saber qué es eso? —Alice dejó de mirarlo de mala gana, buscando el comienzo de su historia, negando con la cabeza ante su pregunta.

—No… no tienes… —Esperó a que se cargara el prólogo, argumentando a continuación—. Shippear es unir en la ficción a dos personas que los fans desean ver juntos, como a Draco y Harry, o Batman y Robín. —Sam apretó los labios, intentando no reír—. Naruto y Sasuke… —El risueño Quileute dejó de sonreír al escuchar aquello, interrumpiendo la larga lista de shippeos que tenía la muchacha.

—Acepto lo de Harry y Draco aunque parezca insólito, también lo de Batman y Robín, eso es más que obvio, dos hombres que usan los calzones por sobre la ropa, son sin duda un par de locas perdidas, pero que quieras homosexualizar a Naruto y más aún con Sasuke, eso no te lo pienso permitir. —Alice soltó una risita irónica.

—¡Vaya!... jamás te imaginé fans de Naruto… —Volvió a reír, recostándose del árbol en donde solía escribir.

—Pues sí… es un anime bastante bueno y entretenido… me gustan las contiendas y espero no leer ninguna historia tuya sobre ellos en donde se den duro contra la pared, porque juro que voy a romper en dos tu computador.

—Bueno… tú te lo pierdes. —Acotó Alice encogiéndose de hombros—. Solo he escrito uno de ellos dos, pero tranquilo… hoy te leeré el de Drarry. —Sam preguntó quién era ese, consiguiendo las carcajadas de la vampira—. Drarry es la unión del nombre de Draco y Harry, tonto… —El aturdido Quileute intentó entender todo aquello de lo que le hablaba la pequeña Cullen, aunque se le dificultaba.

—Tu cabeza es un océano peligroso… temo sumergirme y ahogarme en él… —Alice sonrió, sintiendo cierto agrado ante sus palabras, ya que, aunque para muchos los Quileutes eran solo nativos de la zona, ellos parecían ser más que simples indios incultos, siendo Sam quien se lo demostrara, al decir cosas como las que había dicho en aquel preciso momento.

—No dejaré que te ahogues, Sam… —Alice enfocó sus ojos en el apuesto joven de piel morena, el cual se había puesto de medio lado, contemplándole por demás encantado—. Voy a enseñarte a nadar en el mar del Shippeo y te gustará tanto que desearas hasta leer sobre Naruto y a Sasuke. —El hombre puso los ojos en blanco, y aunque era cierto que le había molestado lo de juntar a sus personajes favoritos en una relación homosexual, sintió tanto agrado hacia las palabras de Alice, que simplemente asintió, regalándole una afable sonrisa, exigiéndole que comenzara con su relato, escuchando el comienzo de la historia entre Draco Malfoy y Harry Potter, la cual era la misma que estaban viviendo justo ahora, su hermano Edward y Christian Grey.

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Edward se encontraba en el departamento de soltero que había adquirido en Seattle, el cual no era para nada ostentoso, pero si lo suficientemente cómodo y alejado del barullo de la gente como para darle la paz que había ido a buscar en aquella ciudad, aunque después de conocer a Christian, aquella calma se había ido al demonio, cambiando por completo sus planes a futuro.

Después de dejar todas sus cosas en la recamara, se descalzó los zapatos, caminando en calcetines hasta la cocina, extrayendo del refrigerador una bolsas de sangre de las tantas que tenía en aquel lugar, introduciéndola en el microonda, corriendo a velocidad sobrehumana de vuelta a su alcoba, abriendo su notebook para encenderla, ya que tanto Alice como Emmett le habían pedido que se conectara por Skype y así poder tener una conversación por videollamada.

Volvió a la cocina al escuchar el timbre del microonda alertar que lo que estaba adentro se encontraba a temperatura adecuada y a la espera de ser ingerido, sacando la tibia bolsa de transfusión, la cual estaba ligada entre sangre humanos y la de animal, para poder mantener sus ojos color ámbar, aunque cada vez era más obvio que su dieta alimenticia había cambiado, ya que sus iris no alcanzaban a tomar nuevamente aquel color ambarino sino cobre.

Comenzó a beber de la bolsa de sangre, después de iniciar sesión en la aplicación, esperando a que fuese Alice quien comenzara la videollamada, escuchando su teléfono celular indicarle que tenía un nuevo mensaje instantáneo.

[Imagino que ya estás en tu departamento]

Aquel mensaje de parte de Christian le sorprendió gratamente, ya que después de la odiosa respuesta que le había dado el multimillonario y el no responder sus buenos deseos, lo habían dejado pensativo y bastante inquieto durante las últimas clases.

[Si… acabo de llegar, tuve muchos trabajos que entregar, es fin de semestre y nos tienen entregando todo a última hora]

Fue la grata respuesta de Edward, ya que en su momento pensó en recriminarle su seca y odiosa respuesta, desistiendo luego, al imaginar que Christian se sentiría dichoso al incomodarle.

La llamada de Alice entró en curso, pulsando rápidamente el botón de aceptar, esperando a que su cámara comenzara a grabar y la de Alice emitiese la señal de sus hermanos, aquella que por supuesto no se hizo esperar, observando como Emmett intentaba acomodarse junto a Alice, para que ambos salieran en la videollamada.

—¿Emmett?... No tengo la culpa de que tu cabeza sea más grande que el zoom que emite la cámara, si me sigues empujando voy a sacarte de la cama. —Edward sonrió al escuchar aquello y mas al ver a su loco hermano, mirar de mala gana a la pequeña vampiresa.

—Bueno, Al… dichosa tú que cabes en un pixel de imagen… no tengo la culpa de que diosito me diera este descomunal cuerpo. —Emmett comenzó a mostrar sus bíceps en la pantalla, consiguiendo de parte de Alice un empujón y un cocotazo.

—Ya, ya… calmados o desconecto la llamada. —Les amenazó Edward después de beber de su bolsa de sangre, dejándola a un lado.

—Déjate de darle al chupe, hermano, vas a terminar enviciado de nuevo con sangre humana. —Edward le notificó a Emmett que aquello era una mezcla de sangres, explicándole que la había tomado de la facultad de medicina de la universidad, pidiéndole que no le dijeran nada tanto a Carlisle como a Esme, escuchando la promesa de su hermano—. Tranquilo hombre, mientras no estés matando gente, todo bien. —Edward le dio una mirada furtiva a Alice, la cual ya sabía que Edward era realmente el culpable de la muerte de aquel mendigo, siendo Victoria la que se diera cuenta de ello, sacando el cadáver que el apuesto vampiro había arrojado al océano, desmembrándolo y dejando en cada pieza las letras de su nombre.

—Sí, bueno… ¿Para qué querían que me conectara? —preguntó Edward intentando cambiar de tema, escuchando un nuevo mensaje de parte de Christian, leyéndolo mientras Alice acotaba.

—Solo queríamos saber cómo estabas después de lo ocurrido el fin de semana. —El mensaje de Christian hizo sonreír a Edward, releyéndole nuevamente, pensando una respuesta rápida.

[Mmm… Al saber que soy tu tesis final imagino que estoy a salvo… ¿Qué otras víctimas tienes en mente para tus proyectos de fin de semestre?]

Edward le respondió que había pensado en su hermana Mía, pero que temía que la chica fuese un caso perdido, reprobando el semestre al tener un trabajo inconcluso y sin posibles respuestas, dejando el celular a un lado, comentándoles a sus hermanos.

—Bueno, Alice… aún estoy molesto por cómo se trataron Bella y Rosalie… —Bebió un poco más de sangre, relamiéndose los labios—. Pensé que se llevarían bien después de la transformación de Bella, pero tal parece que Rosalie jamás cambiará. —Emmett se encogió de hombros.

—No le pidas peras al olmo, men… ya sabes cómo es Rose… ella es difícil de llevar. —Alice puso los ojos en blanco, mirando a otro lado, tornando el rostro triste y cabizbajo, demostrándole a su hermano Edward, lo mucho que la chica estaba sufriendo por aquel jueguito impropio entre Rosalie y su esposo.

—Pues yo soy más difícil de llevar, y si Rosalie no se mide con Isabella, va a conocerme en verdad de malas, Emmett. —Tomó rápidamente su teléfono celular, escribiéndole un mensaje instantáneo a Alice, notificándole que no sufriera por ese par de desvergonzados y que tarde o temprano ellos mismos se descubrirían solos delante de Emmett, teniendo que callar ante el temor de lo que podría llegar a hacer el corpulento vampiro si se enteraba de la infidelidad entre su esposa y su hermano Jasper.

Alice le sonrió a su hermano después de leer el mensaje, asintiéndole sin decir nada más al respecto, escuchando que le llegaba un nuevo mensaje instantáneo a Edward, sonriendo aún más al saber con quién se estaba mensajeando su hermano, siendo Emmett quien preguntara.

—¿Con quién te mensajeas tanto? —Edward no respondió, simplemente le dio una mirada furtiva a la pantalla de su celular, percatándose de que en efecto se trataba de Christian, abriendo la aplicación sin pretensión alguna de tomar el aparato para responder.

[¡Oh!... No, no creo que sea buena idea tomar a mi hermana como conejillo de india, terminarás con un derrame cerebral y un proyecto que nadie entendería, Mía es un espécimen único, a ella no se le trata de entender, solo se le ama tal cual es y listo… así es más fácil de llevar]

Edward no pudo evitar soltar una risotada, cubriendo sus delgados y seductores labios con la mano, dándole una mirada furtiva a sus hermanos, quienes se observaron mutuamente, alzado una ceja.

—Puto… ¿con quién te mensajeas cochinadas? —Edward apretó los labios, intentando mirar a su hermano con el ceño fruncido, amedrentándole.

—No estoy haciendo cochinadas por teléfono, Emmett… deja de hacerte la telenovela. —Pero Alice era quien más encantada estaba, guiñándole un ojo a Edward, consiguiendo que su hermano se inquietara un poco—. Bueno… si ya no hay nada más que decir, será mejor que demos por terminada, esta conversación. —A lo que Alice alegó.

—Solo queríamos decirte que estábamos contigo y que estoy pendiente de los posibles movimientos de Victoria. —Edward agradeció su ayuda.

—Por mi parte no dudes en llamarme, hermano… si hay que romper huesos y arrancar cabezas pelirrojas, estoy a tu orden. —El apuesto y sonriente vampiro volvió a agradecer la ayuda de sus hermanos, notificándoles que estaría alerta para cualquier posible altercado con la vampiresa.

—Por cierto… te tengo un chisme. —Acotó Emmett observando a Alice, la cual lo fulminó con la mirada—. Sam y Alice son amiguísimos ahora… ¿Qué te parece? —Edward alzó una de sus cejas en un gesto incrédulo, contemplando cómo Alice le atestó un cocotazo en la cabeza, llamándole chismoso—. ¿Pero por qué te molestas, enana del demonio? —Emmett soltó aquella estruendosa y grotesca risa suya, peleándose de manos con su pequeña hermana, mientras Edward alegaba a continuación.

—Pues me parece perfecto… Yo no sé cuál es el empeño de los lobos de ser nuestros enemigos, cuando deberíamos ser aliados. —Alice asintió a las palabras de su adorado hermano Edward, arrojándole un beso volador—. Y por lo que sé, tú y Seth también son muy buenos amigos… ¿cierto? —Emmett arrugó la cara en un gesto escéptico e infantil.

—No sé, men… el enano me cae bien, pero eso de que le gusten los machos me tiene preocupado. —Alice le atestó un nuevo golpe en la espalda, llamándole troglodita y bruto, ya que supuestamente Carlisle, ya le había explicado que la homosexualidad no era algo que se contagiara y mucho menos debía menospreciar a alguien por su condición sexual—. Ya lo sé, enana metiche… pero… —Bajó la cara, pensando lo que iba a decir, alegando a continuación—. Temo que yo le pueda llegar a gustar. —A lo que Edward acotó.

—Pues una cosa es que tú le gustes y otra muy distinta que le vayas a corresponder. —Alice hizo aquel típico gesto de picardía, consiguiendo que Edward imaginara que su hermana ya los estaba shippeando o a lo mejor, había de por medio una de sus tantas premoniciones en juego, guardándosela para sí misma.

—Claro que no le pienso corresponder, hombre… es solo que ellos suelen ser insistentes.

—No todos lo gay son así… —Alice y Emmett comenzaron una nueva discusión, dejando a Edward tranquilo por unos segundos, lo suficiente como para que el chico respondiera al fin el mensaje de Christian, con otra jocosa respuesta, intentando mantener el buen humor entre ellos.

[Igual que Alice… justo ahora tengo una videollamada en curso con ella y Emmett y están discutiendo porque mi hermano parece ser homofóbico y Alice al contrario de muchos es adoradora de la comunidad LGBT]

Envió el mensaje, soltando un estruendoso silbido, consiguiendo que tanto Alice como Emmett detuvieran sus parloteos, mirando hacia la cámara.

—Ya, bájenle a las peleas. —Exigió Edward en un tono odioso—. Me basta y me sobra que tanto Bella como Rosalie se estén matando mutuamente para que ustedes dos también se pongan a discutir como perros y gatos. —Alice abrazó a Emmett, dándole un beso en la frente, notificándole a Edward.

—Sabes que nosotros solos somos un par de niños peleones que luego se aman como siempre. —Emmett sonrió, asintiendo a las palabras de su cariñosa hermana, correspondiendo su abrazo.

—Sí, hombre… no te afanes… solo bromeábamos entre nosotros. —Edward asintió—. Vamos a dejarte, men… así puedes seguir con tus cochinadas por teléfono. —Soltó otra de sus risotadas, incorporando se de la cama de Alice y Jasper, despidiéndose de su hermano.

—Buenas noches, hermanito. —Alice se acercó a la cámara del computador, depositando un beso sobre esta, consiguiendo que Edward sonriera—. Te quiero mucho.

—Y yo a ustedes… buenas noches. —Edward concluyó la llamada, justo cuando otro mensaje instantáneo de parte de Christian, entró en su android, cerrando su computador, mientras leía el mensaje.

[Sí… creo que Alice y Mía fueron abandonadas por sus padres al darse cuenta de que eran de otro planeta]

Edward rió, no solo ante su jocoso comentario sobre sus atolondradas y peculiares hermanas, sino al darse cuenta de que Christian parecía creer que Carlisle y Esme los habían adoptados a todos ellos desde pequeños y no al ser transformados.

[Creo que ambas provienen del mismo lugar… en fin, te dejo para que descanses, Christian… buenas noches]

Dejó su celular sobre la cama, guardando el computador portátil, encendiendo la televisión, para luego extraer varios libros de su bolso, retomando su investigación para los siguientes trabajos a entregar, recibiendo una inesperada llamada de parte de Christian, asombrándose ante aquello.

—Hola… —Respondió un poco inseguro—. No pensé que me llamarías. —A lo que Christian respondió con una pregunta.

—¿Ya culminaste tu videollamada? —Edward le confirmó que en efecto así era—. ¿Y te disponías a dormir? —preguntó por lo bajo.

—No, iba a leer el siguiente tomo, debo entregar un informe sobre trastornos disociativos. —Christian acotó que si seguía a ese ritmo de vida se le quemaría el cerebro de tanto estudiar—. Tranquilo, soy bastante resistente a la presión académica.

—Bueno… de todos modos no te ahogues tanto en estudios, no quiero que luego vengas el viernes a querer salirte por la tangente con un  “Mejor mañana, amo Christian, hoy me duele mucho la cabeza de tanto estudiar”. — Edward no supo si reír o molestarse ante aquel comentario, respondiéndole con una pregunta, tal y como el magnate había hecho con él, intentando quitarle lo humorista que estaba esa noche.

—¿Ansioso porque llegue el fin de semana, Christian? —Aquello parecía haber conseguido el efecto deseado, ya que el odioso hombre del otro lado de la línea enmudeció, dándole a Edward una respuesta no verbal—. Tomaré eso como un sí… “¡oh, amo y señor del látigo!” —Intentó hablar como Igor, el sirviente del profesor Frankenstein, haciéndose el gracioso con Christian, el cual respondió odiosamente.

—Sigue haciéndote el chistoso, Edward… Cuando estés nuevamente en el cuarto rojo voy a borrarte la sonrisa que debes tener justo ahora, esa de medio lado que tanto detesto—. Edward no supo qué decir ante aquello, ya que jamás se imaginó que el magnate soltaría tal declaración por teléfono.

—No sabía que eso te molestaba. —Acotó Edward.

—Pues sí… —Hizo una pausa y luego alegó—. Aún no sé el porqué la detesto, pero así es. —El joven vampiro sintió deseos de averiguar el porqué de aquel sentimiento hacia su retorcida sonrisa, notificándole al recordar su conversación con José.

—¡Por cierto!... El viernes en la noche hay una exposición fotográfica en el museo de arte de Seattle… —Sacó las dos entradas, leyendo la hora del evento—. Me regalaron dos entradas para ver la exhibición y me gustaría que me acompañaras, es a las ocho de la noche… Y ya para esa hora… —Se lo pensó por unos segundos y luego argumentó— …Te pertenezco, y como bien dijo Elena yo también puedo exigir, así que… ¡Por favor!... ¿Podríamos ir? —Edward espero la negativa de parte de Christian, maquinándose el modo de hacerlo cambiar de opinión, notificándole antes de que respondiera—. Cada entrada tiene opción a llevar a alguien más, así que bien podrías llevar a Elena y yo… Mmm… No sé, una amiga… ¿Qué dices? —A lo que Christian respondió al fin.

—Pues a esa hora ya serás mi sumiso, así que seré yo quien decida con quien iremos. —A Edward no le extrañó en lo más mínimo aquella exigencia de su parte, arrugando la cara, conteniendo alguna posible puteada de su parte, suspirando para responder como debía y no como deseaba.

—Bien, Christian… tú decides… ¿Entonces iremos? —El magnate le confirmó que así sería, consiguiendo la sonrisa triunfal de Edward—. Perfecto, entonces hasta el viernes, Christian. —A lo que el aludido argumentó antes de despedirse.

—¡Por cierto!... El contrato dice que entre semanas podrían haber encuentros entre el sumiso y el amo… —Edward escuchó la respiración nerviosa de Christian, aquella que le indicó lo nervioso que se encontraba al hablar de ello, imaginando que el hombre se sentía un poco expuesto ante sus ansias— …Siempre y cuando ambos lo deseemos… —Volvió a callar, siendo Edward quien hablara.

—¿Quieres verme entre semanas, Christian? —Edward no lo sabía, pero el magnate se sintió un poco estúpido y completamente expuesto ante el muchacho, quien esperó una respuesta de su parte.

—No, no… es solo que… si llegamos a coincidir en un café o… —Se sintió cada vez más incómodo al respecto, desistiendo de todo aquello, notificándole al muchacho—. Olvídalo, Edward, yo solo…

—Me encantaría. —Interrumpió su atropellada disculpa—. Somos amigos, te lo dije… y me gustaría quedar algún día entre semana después de clases… —Por alguna extraña razón ambos sintieron lo mismo, mucha vergüenza y al mismo tiempo una dicha que no les cabía en el pecho, al saber que se verían antes del fin de semana.

—Bien… —Alegó Christian. —¿Y cómo sigue tu dedo? —preguntó intentando alargar la conversación y postergar la inevitable despedida.

—Bien, gracias por preguntar. —Se hizo un silencio incomodo entre los dos, siendo el vampiro quien la culminara—. Buenas noches, Christian... —Ambos sonrieron al mismo tiempo, y aunque ninguno de los dos lo sabía, había alguien más en Forks, que sonreía al igual que ellos al ver sus sincronizados movimientos desde su premonición, la cual le dejo ver como ambos hombres se agradaban sin saberlo.

—Buenas noches, Edward… Descansa. —Culminaron la llamada al mismo tiempo, observando el techo de su recamara, sin poder entender aquel sentimiento de empatía, mientras Alice comenzó en su computador, un nuevo capítulo de su fanfic, con una amplia sonrisa.

Notas finales:

Para quienes deseen saber sobre las nuevas actualizaciones, conocer un poco más de mí o simplemente tener mi amistad en Facebook aquí ls dejo mi cuenta.

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