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50 Juegos de Codicia y Poder (Ego contra Ego) por ErickDraven666

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Capítulo 40
Confrontaciones
 Cada pájaro, roedor o animal que habitaba en aquella parte del bosque parecía haber huido ante los gritos atroces de Rosalie, la cual había perdido por completo el juicio, espetándole a Jasper entre rugidos y estruendoso arranques de histeria.
—No eres el más apto para decirme a mí que soy una descarada, maldito desgraciado… por lo menos Emmett aún sigue siendo mi esposo, pero cuál es tu excusa para haberte ido a acostar con la perra callejera de Leah. —Si sus cuerdas vocales hubiesen sido humanas, estas ya se habrían desprendido de su garganta, ante el tono de voz que la exaltada vampiresa estaba usando con su amante.
—Yo no tengo que excusarme, Rosalie… simplemente fui a desahogarme con la india. —Rosalie tomó una enorme roca, arrojándosela al molesto vampiro, el cual la esquivó ágilmente—. Ella solo quiso darme lo que tú has estado negándome durante todo este tiempo, Rose… una vagina dispuesta a dejar que mi hombría sacie sus deseos más febriles y lujuriosos… no soy de acero… ¿sabes?... tengo necesidades. —La rubia soltó un grito de los mil demonios, logrando espantar a las pocas criaturas vivientes que quedaban en aquel espacio del bosque, sobresaltando al vampiro.
—Aaahhgg… no puedes ser más descarado, infeliz. —Trató de desprender uno de los árboles más angostos, para partírselo en la cabeza, lo que Jasper aprovechó para arrojarse sobre ella, consiguiendo que ambos cuerpos rodaran por el boscoso suelo.
—¡Ya basta, Rosalie!... —Exigió Jasper quedando sobre el cuerpo de la vampiresa—. Fuiste a besuquearte con tu esposo, intentando reconciliarte con él y vienes hasta acá a reprocharme lo que hice anoche… ¿Cuándo piensas detenerte y darte cuenta que lo único que te da placer es tenernos como monigotes detrás de ti?... No eres más que una maldita manipuladora. —La vampiresa comenzó a arañar su cara y a intentar quitárselo de encima con maniobras que él mismo le había enseñado, arrojándolo a un lado.
—¿Sabes qué?... la verdad es que ni tú ni Emmett me llegan a los talones. —Se levantó del suelo, intentando sacudir la tierra y las hojas secas que se habían enredado en su rubia cabellera, apartándose de él—. Nunca pudieron complacerme lo suficiente. —Comenzó a correr de vuelta a la casa, siendo perseguida por el molesto ex soldado, el cual la interceptó en el umbral de la puerta trasera.
—Tú no quisiste que yo te satisficiera, Rosalie… jamás me permitiste hacerte mi mujer, hacerte mía… tú no…
—Eres un completo estúpido, Jasper… no eres más que uno más del montón, de los que piensan con el pene, de los que creen que todas las mujeres nos satisfacemos del mismo modo, pero yo soy diferente. —Pretendió entrar en la cocina, pero Jasper se lo prohibió.
—Explícame. —Exigió el alterado vampiro, tratando de percibir los sentimientos de Rosalie, los cuales solo expresaban rabia y confusión.
—No lo entenderías.
—Pues trata. —Rosalie se soltó de su agarre, entrando al fin a la cocina, en donde Carlisle y Esme alimentaban a los hijos de Bella, haciéndose los desentendidos, siendo la matriarca de la familia, quien hablara.
—¿Pueden dejar de gritar?... asustan a los niños. —Rosalie se encaminó hasta el salón principal, consiguiendo que Jasper le siguiera nuevamente, escuchándole decir a Carlisle.
—Sigues corriendo detrás de ella, pero nadie lo hace tras de ti, Jasper. —El vampiro no dijo absolutamente nada, introduciéndose en la amplia sala, exigiéndole una vez más a Rosalie que se sincerara.
—No me conformo con solo tener sexo y ser la esposa de un hombre fuerte y adinerado, la verdad es que tengo demasiados fetiches como para que un solo hombre pueda satisfacerlos.
—Pero solo dime uno, Rose… a lo mejor yo… —Rosalie le interrumpió.
—Me exista que un hombre me pinte las uñas. —A lo que Jasper respondió malhumorado.
—Pues bastantes veces pinte tus uñas y no me dejaste ni siquiera darle un chupetón a uno de tus senos. —Rosalie frunció el entrecejo, bufando por la nariz.
—Ese es el punto, Jasper… que tú solo piensas hacer algo para obtener un propósito, yo quiero un hombre que verdaderamente le guste hacerlo, que se existe tan solo con hacerme manicura, que ame tratarme como si fuese su ama, su señora… que adore peinarme el cabello y muera por arrodillarse a mis pies y ayudarme a poner sobre mis hermosos pies unos costosos zapatos de diseñador, que no sienta la necesidad de follarme sino que al contrario sienta tanto placer al hacer todo lo demás que en vez de fornicarme ruegue porque yo lo folle a él. —Jasper se quedó inerte en su puesto como si le hubiese dado un repentino ataque de parálisis, escuchando todo lo que Rosalie le expresaba—. ¿Entiendes mi punto? —El vampiro asintió.
—Quieres a un maricón, estilista y diseñador como pareja… ¿No? —Rosalie dejó escapar el aire en sus pulmones, intentando subir las escaleras, apartándose de él—. ¡Oh vamos, Rosalie!... ¿Estás hablando en serio?... No existe un hombre como el que estas describiendo salvo que sea gay, y si lo es no va a querer nada con una mujer. —La vampiresa subió las escaleras, abriendo la puerta de la recámara que había compartido con Emmett, encontrándose con todas sus cosas apiladas sobre varias maletas, observando los álbumes de sus múltiples bodas, hechos un montón de trozos inservibles en el interior de la papelera, dejando a la rubia pasmada—. Bueno, parece que por lo menos alguien aquí ya decidió y creo que no te quiere ver aquí, Rosalie. —La rubia comenzó a arrojar todo a las afueras de la recámara, dejándolas caer a la planta baja.
—¿Se puede saber qué demonios está ocurriendo? —preguntó Esme desde abajo, consiguiendo que tanto Alice como Bella, salieran de sus respectivas alcobas, observando la escena.
—Se volvió loca. —Alegó Jasper a su favor, observando el iracundo comportamiento de la vampiresa, siendo Carlisle quien subiera.
—Ya es suficiente de todo esto Rosalie… tu comportamiento es inaceptable y no voy a permitir que…
—Vete a la mierda Carlisle. —Por más que aquello hubiese dolido en el alma, el patriarca de la familia jamás le levantaría la mano a una de sus hijas, siendo Alice quien le atestara una bofetada, justo cuando Esme terminó de subir las escaleras, entregándole los niños a su madre.
—¿Cómo te atreves a hablarle así a nuestro padre? —Rosalie pretendió devolverle la bofetada, pero Esme se lo prohibió.
—Sal de la casa, Rosalie. —Los labios de la exaltada vampiresa temblaban, mirando retadoramente a cada uno de los presentes—. Ya me cansé de sus pleitos y sus ataques de histeria, en contra de todos, si Emmett ya no te ama debes aceptarlo porque fuiste tú la que pecó así que será mejor que te largues y aprendas a aceptar las consecuencias de tus actos. —La enajenada vampiresa tomó sus maletas y bajó raudo las escaleras, abandonando la casa después de mandarlos a todos a la mierda, siendo Bella quien llamara a Jasper, introduciéndose en su recamara.
—Ten. —Después de haber dejado a los niños sobre la cama, tomó los papeles de divorcio que Emmett les había dado a ambas, entregándoselos a su hermano adoptivo—. Emmett dijo que podías introducir la demanda de divorcio si tu querías. —Jasper revisó los documentos pertinentes, notificándole a la vampiresa, después de guardarlos nuevamente en el interior del sobre.
—No sé si quiera hacer esto… Rosalie está loca, quiere cosas que ni yo, ni Emmett pueden darle… la verdad es que cada día me siento más decepcionado de ella. —Bajó levemente la mirada—. Esto era solo un juego para ella, un fetiche… el estar enamorada de su hermano mellizo, que fuese todo tan prohibido era lo que la tenía fascinada y la verdad es que yo solo deseo una mujer que encienda mis noches y muera porque yo la haga feliz y creo que ella no es la indicada.
—No lo hagas por ti y mucho menos por ella, Jasper… hazlo por Emmett, se lo debes. —El vampiro observó detalladamente el sobre, acotando a continuación.
—Está bien… le entregaré los documentos a Jenks para que lo haga. —Bella palmeó el hombro de su hermano, agradeciéndoselo de antemano por Emmett—. Y luego me iré. —Bella entró a su recámara al ver como los niños intentaban bajarse de la cama, deteniendo la inminente caída—. Necesito estar a solas y pensar. —Bella no dijo nada al respeto, dejando que el afligido vampiro bajara las escaleras, observando a Carlisle y a Esme recoger todo el desastre que Rosalie había ocasionado, pensando a cerca de lo que su padre adoptivo le había dicho sobre darse un espacio, pensando en irse de viajes y dejar que las cosas se enfriaran entre todos, tomando su auto para ir a Seattle por Jenks, y luego al aeropuerto para apartar un vuelo a cualquier lugar del mundo que estuviese desierto y completamente aislado de cualquier ser viviente.
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Por más que Christian quisiera comprender y aceptar las suposiciones que Taylor le había expuesto después de haber salido del estado de inconsciencia y ansiedad en el que el magnate había caído, no lograba entender cómo era posible toda aquella película de terror que su mano derecha intentaba hacerle entender.
—Lo siento, Jason… pero lo que me dices es algo imposible de creer. —Se paseó de un lado a otro en el interior del despacho de su pent-house, completamente descalzo, vistiendo tan solo el pantalón de su pijama de seda, sosteniendo con una de sus manos la bolsa con hielo que intentó mantener en el chichón que se había hecho al caer al suelo.
—Estoy esperando a que los agentes de seguridad del edificio de enfrente me envíen el archivo que las cámaras de seguridad grabaron el día que usted alegó haber visto a un intruso en su alcoba… según ellos alegan que lo que se grabó esa noche es algo de otro mundo. —Taylor revisó su celular, corroborando si había llegado algún mensaje y no se hubiese dado cuenta, pero aún no habían enviado nada.
—No sé si quiera saber. —Alegó Christian completamente aterrado, arrojando la bolsa helada sobre el escritorio—. Lo de los recortes, la sangre que ingiere y ese temor al sol. —Negó una y otra vez con la cabeza ante sus locas elucubraciones, recordando la única película sobre vampiro que había visto en su vida, “Drácula” de “Bram Stoker”, la cual se había dignado a ver, después de haberse leído el libro—. No… no, esas cosas no existen… es solo ciencia ficción. —Se repitió una y otra vez internamente, permitiéndole a un inesperado respingón de su parte, demostrarle tanto a Taylor como a él mismo cuán asustado se encontraba de toda aquella pesquisa, al escuchar el celular de Taylor timbrar.
—Garzón me informa que ha enviado a mi correo el vídeo. —Alegó Taylor después de haber leído el mensaje, sentándose frente al computador portátil del magnate, pidiendo primero la aprobación de su jefe para hacerlo.
Entró en su correo personal y descargó el archivo recibido, mientras Christian se paseó detrás de él, masticando nervioso las pocas uñas que le quedaban, deteniendo su andar al ver la reproducción del vídeo, donde se pudo apreciar un rápido celaje trepar las paredes cuál gato montés, y tras él, la figura de Edward realizando la misma maniobra, deteniendo su andar al ver a dos cuerpos pasar velozmente detrás del primer celaje.
—¿Qué demonios es eso? —preguntó Christian acercándose temeroso al computador.
—No lo sé… pero lo último que corría tras el intruso parecía un animal. —Taylor volvió a reproducir el vídeo desde el principio, en una resolución lo bastante lenta como para poder detectar de que se trataba, percatándose de que era el hermano de Edward, Emmett… quien corría a velocidad sorprendente detrás del intruso y junto a él, un enorme lobo gris.
—¿Eso es un perro? —A lo que Taylor respondió, deteniendo el vídeo.
—Yo diría que un lobo. —No solo Christian recordó la conversación con Sam y los integrantes de la tribu de pieles rojas de Forks, Taylor pensó en que aquello de llamarse lobos era más literal de lo que deseaban creer.
—No, no, no… ese vídeo está manipulado. —Acotó el tembloroso magnate sin querer creer en mitos de vampiros y mucho menos de licántropos—. Esas cosas son ficción, no existen. —Intentó autoconvencerse así mismo, pero Taylor abrió nuevamente el correo, leyendo lo que el guardia de seguridad le había escrito.
—“Espero que ustedes tengan una explicación a esto… Nosotros aún no sabemos que pensar pero parecen criaturas provenientes del inframundo, favor contactarnos lo más pronto posible sino esto irá directamente a las autoridades” —Leyó en voz alta el guardaespaldas de Christian, volteando a ver a su jefe—. ¿Qué piensa hacer, señor? —El turbado magnate simplemente se apartó de él, volteándose para ver por la ventana, sin decir absolutamente nada—. ¿Señor? —Volvió a llamar Taylor, escuchando la pregunta de su jefe.
—¿En dónde están los vídeos del día en que Victoria estuvo en la sala de juntas, haciéndose pasar por una accionista más? —A lo que Taylor respondió con cierto pesar.
—No están señor… Alguien se filtró en aquel lugar, ya que revisamos los archivos y todo ese día fue borrado del sistema. —Christian volteó a verle.
—¿Pero cómo fue posible?... los únicos que tuvieron acceso a ese lugar fueron las autoridades policíacas, los Cullen siempre estuvieron conmigo. —A lo que Taylor acotó.
—Garrett es policía, señor… Y también es amigo de los Cullen. —Christian cerró sus ojos con total resignación, negando con la cabeza.
—Estuvimos rodeados de ellos todo el tiempo, les permitimos entrar en nuestras vidas y ahora seremos parte de lo que sea que se estén tramando… ¡Maldición! —Christian comenzó a soltar improperios, arrojando por todos lados cada adorno, libro o parafernalia que consiguiera frente a él, completamente frustrado.
—No sé si seamos parte de algo que ellos planean, señor… pero estoy de acuerdo en que les permitimos muchas cosas, supieron ganarse nuestra confianza y ahora ni siquiera sabemos cuál ha sido él destino de la pobre señora Lincoln. —Al escuchar aquello, Christian comenzó a llorar, dejando caer su cuerpo al suelo, después de haber destrozado gran parte de su despacho.
—No es justo… maldita sea… no es justo. —Taylor se acercó a él, intentando contenerle, pero el perturbado, temeroso y afligido hombre terminó hecho un mohín sobre el suelo, mientras que desde el intercomunicador que Taylor traía en su oído, se pudo escuchar lo que Sawyer decía.
—El joven Edward está aquí, Taylor. —A Jason le dio un vuelco en el estómago, notificándoselo raudo a su jefe, el cual se levantó tan rápido del suelo, que golpeó al guardaespaldas sin quererlo.
—No lo dejen entrar, Jason… no le permitan subir… ve, ve y dile que no estoy de humor para verle, que estoy enfermo, yo que sé. —Taylor asintió—. Yo llamaré al helipuerto para que me envíen a Charlie Tango… subiré a la azotea y saldré de la ciudad por unos días. —Mientras planificaron todo aquello, caminaron hacía las escaleras, argumentando a continuación—. Por nada del mundo le demuestres que estas asustado, que no sé de cuenta de lo que está pasando. —Justo en aquel momento un recuerdo vino a su mente, en donde el apuesto estudiante de psicología bromeaba sobre saber legeremancia, acertando varios de sus pensamientos—. Anda… ve… —Fue lo único que alegó el magnate, pero su rostro denotó cierta incredulidad y pesar en sus ojos, lo cual le dio que pensar a Taylor.
—¿Sabe algo que yo no sé, señor Grey? —Christian negó con la cabeza, dándole la espalda para introducirse en su recámara y hacer una improvisada maleta, pensando en que a lo mejor no serviría de nada dicha mentira, ya que si Edward en realidad leía la mente, aquello podría llegar a cabrearle y arremeter en contra de sus guardaespaldas.
Realizó raudo la llamada telefónica al helipuerto, exigiéndole a John enviar lo más pronto posible el helicóptero, notificándole que se dirigía al lago Adriana, para que creara todo un plan de vuelo hasta su casa veraniega, culminando la llamada desde el teléfono del pent-house, justo cuando otra llamada entró desde su celular, percatándose de que se trataba de Taylor.
—¿Qué ocurrió, Jason? —preguntó Christian, abandonando el celular sobre la cama, al poner la llamada en alta voz, siguiendo con la ardua labor de elaborar una maleta con lo más necesario, después de haberse cambiado de ropa.
—Se ha marchado, señor. —Suspiró un poco más calmado—. Me pareció extraño que se rindiera tan rápido cuando yo llegué. —Christian preguntó a qué se refería—. Pues mientras bajaba las escaleras y el ascensor, pude escuchar por medio del intercomunicador como Edward y Sawyer discutían, pero cuando yo llegué y le pedí que se marchara muy cortésmente, él simplemente me miró fijamente a los ojos, sonrió con cierto desgano y se marchó. —Aquello no le gustó en lo más mínimo a Christian, dejando la maleta a medio terminar, caminando a las afueras de su cuarto después de haber tomado su celular.
—Si pudo trepar ese muro hasta la terraza ¿Qué demonios va a impedirle que llegué hasta acá? —Acotó el magnate, temiendo lo que pudiera estar tratándose el muchacho, introduciéndose nuevamente en la recámara, quedándose inerte frente a la cama, al observar a Edward sentado en el barandal del balcón, observándole fijamente—. “No puede ser” —Intentó hablar pero no pudo, quiso correr pero sus piernas se habían entumecido ante el terror que lo apresaba, tratando de mantener el celular en sus manos.
—¿Quiere que vaya hasta allá, señor? —Christian observó cómo Edward posó el dedo índice sobre sus labios, negando con la cabeza, dándole a entender a Christian que debía callar y decirle a Taylor que se quedara dónde estaba, pero el terror embargo tanto el corazón y el cuerpo del magnate, que este simplemente gritó antes de arrojarle el celular al intruso.
—Está aquí, Taylor… —Edward atrapó ágilmente el celular, notificándole al guardaespaldas antes de culminar la llamada.
—Quédate donde estás, Taylor… no pienso hacerle daño, solo quiero hablar con él. —El chico culminó la llamada, dejando el celular sobre la cama, pretendiendo acercarse a Christian, el cual comenzó a correr hacia las escaleras, bajando lo más rápido que pudo cada escalón, pero Edward ya estaba esperándolo en la planta baja, deteniendo la apresurada huida del magnate—. ¡Por favor, Christian!... no huyas de mí, no te haré daño. —Pero el aterrado hombre subió tan rápido las escaleras, que terminó tropezando un par de escalones, cayendo sobre el suelo de la segunda planta, comenzando a gatear ante el intenso dolor en su rodilla izquierda.
—Aléjate de mí, Edward. —Aquel rechazo de parte del magnate, estaba destrozando internamente al vampiro, sintiendo como en cierto modo se merecía aquel desplante de su parte al haberle mentido durante tanto tiempo—. Se lo que eres… —Alegó sin dejar de gatear, percatándose de la cercanía de Edward a sus espaldas, girándose sobre el suelo para verle.
—No sabes cuánto deseé que supieras la verdad, Christ… pero esto era precisamente lo que me temía... —Le señaló mientras le seguía, ya que el magnate había comenzado a arrastrarse de espaldas, intentando alejarse de él. — …que me temieras. —Christian se levantó como pudo, emitiendo un doloroso quejido ante la lesión en su rodilla, tratando de entrar a su despacho en busca del revólver que escondía en su escritorio—. ¡Por favor, Christ!... detente… te estás haciendo daño y me lo estás haciendo a mí, para te lo ruego… no pienso lastimarte… lo juro. —Pero la paranoia de Christian, en conjunto con el temor que lo apresaba al igual que el rememorar todo lo que había visto tanto en aquellos recortes como en los vídeos de seguridad del edificio aledaño, no le permitieron pensar y dejar que su corazón dictaminar sentencia, permitiéndole a su inconsistente sensatez actuar, tomando el revólver del gavetero, apretando el gatillo sin pensarlo dos veces, abriéndole un hoyo a la camisa del muchacho sin hacerle el menor daño a su cuerpo, aunque el corazón se lo hubiese roto en un millón de pedazos.
—No puede ser. —Susurró Christian por lo bajo.
—¿Me has disparado? —preguntó Edward sin poder creer que todo el amor que se habían profesado unos días atrás, se hubiese esfumado como el humo de la pólvora de aquella arma recién detonada.
—Solo alejarte de mí, monstruo. —Aquello fue la gota que derramó el vaso de la tranquilidad de Edward, sintiendo como algo en su interior parecía estar transformando su amor por desprecio y su calma por irá, percibiendo como aquel hombre parado frente a él con arma en mano, ya no era el encantador caballero que lo había seducido, cautivado y esclavizado en su corazón, rompiendo no solo las cadenas mentales que lo ataban como su leal y fiel sumiso, sino que el amor que los había unido se había roto ante aquel desplante y sobre todo ante la palabra que lo había atormentado durante toda su etapa de rebeldía, en la que asesinó a más personas de las que recordaba, sintiéndose un verdadero monstruo.
—Así es… soy un monstruo, lo sé… en eso tienes toda la razón, Christian, pero juro que no te mentí cuando te dije que te amaba… tampoco fingí cada orgasmo que me obsequiaste y mucho menos te llevé a mi casa por las razones que crees… —Edward pudo ver en la mente del magnate como el descontrolado hombre creo una escena de terror donde los Cullen destruían toda una fiesta de máscaras en la mansión de los padres de sus padres, esperando el momento propicio para ejecutar un macabro plan y convertir una de las fiestas de caridad de los Grey en un sangriento festín vampírico—. No intento ganarme tu confianza para masacrar a tu familia… quiero tener tú confianza y la de tus padres porque te amo. —Pero la turbada, psicótica y desequilibrada mente del magnate parecía no querer entrar en razón, pretendiendo descargar todas las balas del revólver en la integridad física de Edward, el cual se acercó a él a la primera detonación, arrebatándole el arma—. ¡Basta Christian! —Sus ruegos no causaron gran diferencia sobre la crisis que apresó a Christian.
—¡Auxilio!... ¡Ayúdenme por favor!... Taylor, Sawyer… —Gritó completamente fuera de control, arrinconándose en uno de los laterales del despacho.
—Christ… Por todos los cielos, cálmate te los suplico… —Edward comenzó a llorar agachándose para quedar a la altura en la que se encontraba el magnate, hecho un mohín entre la pared y el suelo—. Mírame, Christ… soy yo… tu esclavo… —Se arrodilló frente a él, posando ambas manos sobre sus piernas en total sumisión, agachando la cabeza—. Me rindo ante ti, Christian… please. —Pero el magnate había tocado fondo y los demonios de su infancia se entremezclaron con los actuales, dejándolo en un estado catatónico, golpeándose la cabeza levemente en contra de la pared como si sufriera de autismo—. Christ… please, please… vuelve a mí… te lo suplico… te lo ruego, perdóname… por favor… —En cada ruego un mar de lágrimas rodó copiosa por sus mejillas, sintiendo que en cada oleada de llanto, el alma se le iba—. Christian, mírame… por favor… —Meció su cuerpo igual que Christian lo hacía, intentando controlar su frustración y toda su rabia interior, sintiendo como todo aquello era imposible de soportar.
—¿Edward?... apártate de él. —La imponente voz de Taylor llamó la atención del lloroso vampiro, el cual suspiró para controlar aquel llanto que lo apresaba, volteando para ver al guardaespaldas, el cual le apuntó con su arma de reglamento.
—Te dije que te quedaras abajo, Taylor. —Aspiró sonoramente por la nariz, limpiándose bruscamente las lágrimas, incorporándose del suelo.
—¿Qué le has hecho al señor Grey? —preguntó al ver el estado catatónico en el que se encontraba su jefe.
—No le he hecho nada… Christian ha caído en un estado mental de total ausencia… —Señaló al inmóvil hombre, aquel que ya no se golpeaba la cabeza en contra de la pared, y simplemente miraba un punto muerto en la nada— …No pudo soportar la verdad, no la acepta… su débil y frágil salud mental colapsó, necesita ayuda. —Taylor no dejó de apuntar su arma, rodeando el escritorio y por consiguiente a Edward, el cual terminó por apartarse de ambos hombres, permitiéndole a Jason revisarle.
—¿Señor?... —Sacudió enérgicamente a su jefe—. ¿Señor Grey?... ¿Christian?... —Pero el pasmado hombre no dio señal alguna de conciencia, asustando a Taylor.
—Necesita asistencia médica… ¿No me estás escuchando? —Argumentó el vampiro.
—Lo que el señor Grey necesita es que usted se vaya. —Aquello incómodo tanto a Edward que no se puso a pensar lo que sus actos de furia ocasionarían, acercándose a velocidad sobrehumana al asombrado hombre, el cual pretendió escapar sin éxito alguno.
—Tú y Christian saben lo que soy… ¿cierto?... —preguntó Edward después de haberle quitado el arma a Taylor, aferrándolo del cuello.
—¡Sí!... —Alegó Jason con voz ahogada, intentando zafarse.
—¿Y aun así me exiges que me vaya? —Una detonación por parte de Sawyer, logró que Edward le soltara, enfocando sus ojos sobre el recién llegado.
—Quédate donde estás, Edward… No sé qué demonios ocurre, pero te pido que te alejes de Taylor y del señor Grey. —Exigió Sawyer con voz insegura, mostrándole al vampiro como el revólver temblaba entre sus sudorosas manos.
—Sal de aquí, Sawyer. —Gritó Taylor, pero antes de que el apuesto joven pudiese escapar, Edward ya había acortado distancia entre él y el guardaespaldas, levantando sus pies del suelo, al sostenerlo y alzarlo por el cuello.
—¡Edward!... suéltalo por favor… no le hagas daño… Sawyer no sabe que pasa y es mejor que no lo sepa. —Pero antes de que Taylor pudiese abogar por el chico, este le había disparado en el pecho al vampiro, percatándose de como la detonación solo perforó la tela de su camisa, sin hacerle el menor daño.
—Auxilio… Taylor… ¿Qué está pasando?... —Edward le arrebató el arma, apretándola con todas sus fuerzas enfrente del pasmado muchacho, el cual abrió no solo su boca, sino también sus ojos, al observar como destrozaba el arma sin mayor esfuerzo—. ¿Qué eres?... ¿Qué son?... Bella también es como tú… ¿no es así?... ella me arrojó al suelo y… —Edward no le permitió seguir su incesante parloteo, sacándolo bruscamente del despacho, cerrando la puerta después de haberlo empujado a las afueras del lugar, encarando a Taylor, el cual mantuvo a Christian bajo resguardo.
—Di lo que soy, Taylor. —El guardaespaldas negó con la cabeza—. DILO… —Gritó el ofuscado inmortal, escuchando la nerviosa respuesta de Jason.
—Un… un vampiro. —Al decir aquello, Edward corrió a súper velocidad, lo que alertó al guardaespaldas, el cual se arrojó sobre Christian, cubriéndolo de alguna posible represalia en su contra, aunque en el fondo supo de sobra que no le ganaría.
—¿Y eso te asusta? —Taylor negó con la cabeza—. Deberías… no sabes de lo que soy capaz de hacer. —Al decir aquello la nublada mente de Christian mezcló el recuerdo de su padrastro quemando su pecho con las colillas de cigarrillo y la voz de Edward, cambiando el rostro de aquel hombre por el del vampiro, el cual se arrojó sobre el indefenso niño de su traumada infancia, gritando desconsoladamente—. No, Christian… ¡Por favor!... Tú no, no quiero que me temas… please. —Pero cada uno de sus ruegos fueron ignorados, siendo Taylor quien aferrara al alterado y psicótico hombre, el cual trató por todos los medios de alejarse de Edward, gritando sin control alguno.
—Será mejor que te vayas, Edward… si en verdad lo amas y no quieres hacerle daño, retírate, por favor. —Al ver en la turbada mente de Christian como sus miedos y traumas se hacían cada vez más vividas en su cabeza, Edward decidió dejar a un lado su arrogancia y prepotencia sobrenatural, apartándose de ellos—. No vas a conseguir nada hoy, a lo mejor tampoco mañana y quizás no obtengas nunca su perdón, pero si en verdad te importa Christian debes dejarlo ir. —Recordó las palabras que le había dicho su padre cuando él había decidido abandonar a Bella, reviviendo por segunda vez todo aquel insoportable dolor.
“Déjalo ir, Edward… si regresa a ti es porque siempre fue tuyo, si no vuelve es porque jamás te perteneció” —Miró el aterrado y lloroso rostro de Christian apoyado sobre el pecho de Taylor, el cual observó fijamente al vampiro, a la espera de una respuesta satisfactoria de su parte.
—Me iré. —Deseó con todas sus ganas tocar el cálido rostro del magnate, pero Taylor le pidió que no se le acercara, ya que cada vez que lo hacía, Christian se alteraba más y más—. Solo quiero que sepas que te amo, Christ… y siempre te amaré. —Su voz se quebró ante el llanto que le apresó la garganta, al ver como él magnate ni siquiera dio señal alguna de estar prestándole atención, perdido en las nébulas de su inconsciencia.
Se levantó de su inclinada postura y después de darle una desdeñosa mirada a Taylor y una suplicante a Christian, caminó hacía las afueras del despacho, observando como Sawyer trató de curar la herida que se había hecho en la cabeza, ante el fuerte empujón que le había propinado el vampiro, el cual simplemente ignoró el intenso olor a sangre, saltando por el balcón del cuarto de Christian, abandonando el pent-house ante los ojos atónitos del apuesto guardaespaldas, aquel que corrió al verlo saltar al vacío, percatándose de como el muchacho había sobrevivido a la caído, corriendo a velocidad sobrehumana, dejando el auto con el que había arribado a la ciudad en la calle, ya que aquel vehículo era el que Christian había dejado en Forks ante su repentino regreso a Seattle, usando de transporte el helicóptero que ahora sobrevolaba el edificio a punto de aterrizar, y el cual ya no serviría de nada ante la parálisis mental y motora del magnate, quien se debatía internamente entre los malos recuerdo su padrastro, de una madre negligente y de un posible cable a tierra que terminó desmoronando todo su mundo ante tantas mentiras, demostrándole que después de todo, los monstruos no solo existían en su subconsciente y que a veces la realidad… terminaba superando la ficción.
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Emmett permaneció recostado sobre el guardafangos de su Jeep, esperando la culminación de la última clase de Seth, preguntándole a una regordeta mujer sobre las materias estudiantiles que tendrían hoy los muchachos del año que cursaba el rapaz, ganándose su confianza con adulaciones, golosinas y el mejor repertorio de chistes, logrando que la mujer riera a más no poder, soltándole toda la información que necesitaba.
“Ya debiste de haber visto tu última clase, enano… a ver cómo le haces para seguir ignorándome” —Antes de ir a la secundaria de Forks, el vampiro había decidido regresar a su casa para ir por el pequeño lobo en su auto personal, intentando verse lo más normal posible en aquel aparcadero donde años atrás, se había suscitado el repentino enamoramiento de Bella y Edward—. “Debiste de haber entrado un año después de nuestra graduación, de lo contrario hubiésemos dado contigo y tu irrefutable olor a perro” —Sonrió ante la posibilidad de haberse topado con el chico, convirtiéndose en los mejores amigos—. “Mmm… a lo mejor no… a lo mejor me hubieses odiado” —Tornó el rostro serio ante la posibilidad de un encuentro hostil entre ambas razas, bajando la cara justo cuando Seth salió del recinto estudiantil, percatándose de la presencia del grandote, caminando rápidamente hacía donde se encontraba su pequeña motoneta, la cual había sido un regalo de Bella y su afán de reconstruir motos del deshuesadora.
“Que no me vea, que no me vea” —Rogó internamente el muchacho, pero el vampiro ya había abandonado sus dubitaciones, al percibir su peculiar olor canino.
—¡Hey!... ¡Oye!... ¿Enano?... —Seth suspiró para controlar la rabia que sintió anidar poco a poco en su interior, ante el recuerdo de lo ocurrido en la casa Cullen, donde el vampiro dejó que se lo llevaran y al mismo tiempo se había rehusado a firmar los papelera del divorcio—. Te hablo a ti perro sarnoso… no te hagas el desentendido. —Seth arrojó la mochila sobre el asiento de la montonera, la cual estuvo a punto de encender antes de subirse a ella, encarando al vampiro.
—¿Quieres callarte?... —Exigió mirando a todos lados—. Te recuerdo que quienes nos rodean no conocen nuestro mundo. —La amplia sonrisa del apuesto grandote no solo logró que Seth le bajara dos velocidades a su ira, sino que desequilibró tanto al muchacho, que este trastabilló al intentar apartarse de él.
—Lo sé, viejo… pero al parecer pretendías irte sin tan siquiera saludarme.
—Sí, bueno… —Le dio la espalda, intentando ignorarle— …después de lo que pasó en tu casa imaginé que ya estarías de reconciliación con tu mujercita, así que para qué diablos quieres mi amistad si tienes a tu esposa de vuelta y… —Emmett le interrumpió.
—Firmé los papeles de divorcio, Seth… no hay vuelta atrás entre Rosalie y yo, men. —El chico no supo que hacer, simplemente permaneció de espaldas al vampiro, aferrando con fuerza su mochila—. Y la verdad es que no sé porque mierdas te lo estoy diciendo ya que prometimos ser solo amigos. —Seth bajo la mirada, al darse cuenta de cómo Emmett se había posado a su izquierda para verle a la cara—. El punto es que estoy aquí para disculparme por haber dejado que tu familia te alejara de mí, cuando prometí cuidarte. —El joven Clearwater volteó a verle, permaneciendo inerte frente a la motoneta.
—Da igual, Emmett… —El vampiro negó con la cabeza—. Tú y yo no pertenecemos al mismo mundo, tampoco tenemos los mismos gustos sexuales, somos de estatus social diferente y no conforme con eso somos enemigos naturales… —Emmett bufó por la nariz.
—¡Oh vamos!... claro que pertenecemos al mismo mundo… y sí, es cierto que no poseemos los mismos gustos pero ¿eso que importa?... Dijiste que seríamos amigos por siempre y ahora me sales con esto del estatus social cuando sabes perfectamente bien que yo me limpio el culo con esas cosas. —El muchacho, tomó su mochila, colocándola sobre sus hombros, subiendo a su motoneta.
—Es mejor así, Emmett…
—¿Así cómo? —preguntó el molesto vampiro.
—Es mejor que ya no seamos amigos. —Emmett lo miró como si no pudiese creer lo que sus oídos escuchaban, apartándose de él.
—¿Por qué? —Volvió a preguntar sin querer asimilar el rechazo del muchacho.
—Porque yo no puedo dejar de sentir lo que siento por ti. —Su voz se quebró, aunque no estaba llorando—. Porque me duele el saber que tú jamás corresponderás a mis sentimientos, porque aunque hayas firmado el divorcio no me da garantía de que en algún momento tú puedas llegar a sentir algo por mí. —El vampiro bajó la mirada—. Tú eres el ser perfecto para mí, Emmett, posees todos los atributos físicos y mentales de la persona que sé que podría llegar a hacerme feliz, ¿pero eso de que me sirve? —Observó a su interlocutor, a la espera de que dijera algo, siendo el joven quien retomara nuevamente la palabra—. De nada, Emm… porque tú eres inalcanzable. —Seth no lo supo pero en el interior del vampiro revoloteó una pequeña polilla de dudas, las cual poco a poco se fue transformando en un sentimiento de empatía, ante cada adulación que el muchacho sumaba a su personalidad.
—Inalcanzable son las bolas del toro y aun así el payaso del rodeo siempre consigue apretujarlas. —Seth no pudo evitar reír ante sus locas y ocurrentes metáforas, apretando sus labios para no seguir riendo—. Mira… no voy a decirte lo que quieres oír pero si lo que necesitas saber… ¿Vale? —El joven Clearwater se cruzó de brazos, esperando la acotación del vampiro—. Después de firmar los papeles de divorcio quise estar a solas y en lo único que podía pensar era en romperte la madre en una nueva contienda de Call of Duty. —Por más serio que el chico pretendiera estar no pudo, Emmett era la perfección hecha vampiro ante sus ojos, ocurrente, divertido y tan infantil como él lo era, robándole una que otra sonrisa—. Pero luego llegó Rosalie y me jodió todo con sus besos y sus tretas… —Al escuchar que la rubia lo había besado, el estómago del rapaz se encogió, comenzando a sentir arcadas— …para que regresáramos pero la verdad es que Emmetcito ni si quiera cabeceó en el interior de mis pantalones. —Aquello había sonado gracioso pero el vuelco en su estómago al saber que se había besado con su ex esposa, no le permitió reírse de aquello—. Luego llegó el flaco mal parió y ella se fue tras él y yo fui a la reservación a buscarte ya que habías dejado tu celular en mi casa y no tenía como contactarte.
—¿Fuiste a la reservación? —preguntó el jovencito bastante asombrado.
—Bueno… lo intenté pero el caramelito de ajo de Paul no me lo permitió. —Aquello sin duda había asombrado y complacido enormemente al muchacho, ya que se había arriesgado bastante al intentar entrar en territorio Quileute tan solo para verle—. Lo único bueno que me pasó al intentar entrar a la reservación fue el haber conocido a Jared y a su imprima. —Seth alzó una de sus cejas—. Él fue quien me dijo dónde podía encontrarte. —A cada acotación Seth se asombró aún más, ya que aunque Jared no era tan antipático como Paul y los demás jefes del consejo, tampoco se haría amigo de un chupa sangre sin un motivo de peso, escuchando el relato de la caída de Renesme por el acantilado, lo que le dio claridad a todo aquel asunto entre el vampiro y el futuro jefe de la segunda manada de lobos.
—¡Vaya!... tal parece que resultaste ser nuestro ángel guardián… primero me salvaste a mí y ahora a Renesme. —Emmett asintió con una amplia sonrisa.
—Si salvó dos perros más espero que me den una membrecía. —Soltó aquella grotesca risa suya, la cual más que causarle miedo o vergüenza, contagiada la suya y le invitaba a sonreír junto con él.
—No debiste arriesgarte. —Acotó Seth bajando lentamente de la motoneta.
—Quería verte, viejo. —Concluyó Emmett las palabras del muchacho—. Y como ya dije… no te diré lo que quieres oír, sino lo que necesitas saber y quiero que sepas que extraño a mí amigo. —Seth no pudo dejar de mirar a Emmett a los ojos, logrando que el vampiro retuviera la mirada sobre la suya—. Estoy aquí, Seth… solo sé que estoy aquí disculpándome porque no quiero perder tu amistad. —Ambos se contemplaron fijamente a los ojos, siendo Seth quien intentara acortar distancia entre ambos, mientras Emmett bajaba la mirada, rompiendo la conexión visual entre ellos.
—Dime algo, Emmett… —El joven Quileute posó una de sus manos sobre el hombro del vampiro, consiguiendo que el vampiro le mirara—. ¿Qué piensas de lo que te he dicho?... ¿Qué te hace sentir el saber que me gustas tanto? —Emmett miró a su alrededor, para luego bajar la mirada, pisando algo inexistente en el suelo, dándole a entender al chico que se encontraba apenado ante aquello.
—Nada… es decir… está bien… bueno, no está bien, pero… —Dejó escapar el aire acumulado en sus pulmones al hablar, el cual aunque no necesitaba, sintió que le asfixiaba—  Me halagas, viejo… en serio, pero… —Tragó grueso, bajando nuevamente la mirada, apartándose un poco de él—. Vamos Seth… ¿Qué mierda quieres que te diga, brother?... —Seth sonrió, negando con la cabeza.
—Nada… no me digas nada. —Se apartó de él, subiendo nuevamente a su motoneta—. Ya me lo has dicho todo con tus gestos. —Seth vislumbró en el rostro de Emmett un atisbo de vergüenza y cierto estupor que le agradó bastante, ya que aquello era señal de que sus intentos por conquistarle, causaban todas esas positivas reacciones sobre su persona—. Nos vemos luego, Emm… ya sabes en donde encontrarme. —Encendió la motoneta, dándole a entender al vampiro que se marcharía.
—Espera, men. —Le exigió el corpulento inmortal, corriendo hasta su auto, extrayendo de la parte trasera del Jeep un pequeño bolso, regresando al trote—. Ten… viejo… —Colocó el bolso sobre el regazo del muchacho, sin deseo alguno de escuchar alguna negativa de su parte—. Allí está tu celular, tu X-Box y varios juegos… —Seth pretendió hablar— … y no quiero una maldita negativa de tu parte o juro que el celular lo usaré de supositorio, el X-Box de sombrero y los juegos de mondadientes. —El chico no pudo evitar soltar una carcajada ante aquella amenaza tan particular y ocurrente de su parte.
—¡Vale!... veré como hago para que mi madre no sé de cuenta de esto. —Emmett sonrió complacido, posando su mano izquierda sobre el manubrio de la motoneta, observando como el joven Quileute, se colocó el bolso de medio lado, acomodándose lo mejor posible sobre el asiento—. Gracias. —El vampiro asintió con una amplia sonrisa, notificándole que podía poner el celular en vibracol y usar el X-Box con audífonos—. ¡Vale, men!… gracias. —Miró la mano de Emmett sobre la manilla o agarre de la motoneta, pretendiendo colocar una mano a cada lado del manubrio, posando la suya sobre la del vampiro, logrando que ambos cruzaran miradas.
Emmett se tensó al sentir la calidez de aquella pequeña y sudorosos mano, la cual aunque temblaba de miedo se aventuró a apretar la de su amigo, logrando un leve roce entre el frío pulgar del vampiro y el dedo meñique del lobo, antes de que el corpulento inmortal, apartara sutilmente la mano.
—Aamm… bueno… yo, yo me retiro. —Seth asintió, percibiendo como su corazón se aceleró no solo ante aquel roce, sino al darse cuenta de cómo el vampiro había intentado ser lo más amable posible, pero la realidad era que aquello había tomado por sorpresa al grandote, el cual no supo cómo reaccionar, permitiéndole a su sincera forma de ser aflorar y mostrarse ante Seth, tal cual era… afable y transparente—. Me… me escribes cuando quieras. —El chico volvió a asentir.
—Adiós, grandote. —Emmett se apartó del muchacho, permitiéndole maniobrar la motoneta.
—Hasta pronto… cachorro. —Aquello fue la cereza de aquel dulce momento entre ambos, y aunque para Emmett aquello había sido tan solo un agradable reencuentro entre amigos, para Seth había sido un enorme parche sobre su afligido y lastimado corazón.
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Charlie había postergado por mucho tiempo, su habitual momento de recreación y sano esparcimiento de fin de semana como lo era la pesca, desistiendo ante los interminables recuerdos que atormentaban su mente y su corazón, al recordar a Billy junto a él en los diversos lagos que rodeaban Forks.
—¿Solo llevará estos anzuelos y este rollo de nylon, jefe Swan? —Charlie asintió a la pregunta del encargado de la tienda, devolviendo al aparador de la caja un paquete variado de cebos artificiales, negando con la cabeza al ver lo que algunos vendían tan solo para general buenos dividendos, aunque la mercancía fuese de mala calidad.
—Si… solo eso, Carl. —El regordete y grasiento hombre de poblada barba y camisa ajustada, empaquetó todo lo que Charlie había escogido, mientras le preguntaba a otro cliente que escudriñaba la tienda.
—¿Busca algo en específico, caballero? —Mientras Charlie extraía su tarjeta del interior de su cartera de cuero para pagar, le escuchó responder al extraño.
—Nada en particular, señor… solo estoy viendo. —Aquella voz le pareció perturbadoramente familiar, entregándole la tarjeta al tendedero, volteando para ver de quien se trataba, encontrándose con el sonriente y pintoresco rostro de Garrett.
“Esto no puede ser” Se dijo mentalmente el policía, negando una y otra vez con la cabeza—. ¿Teniente?... —Soltó a modo de saludo, aunque Garrett supo perfectamente que aquello era más una reprimenda que un simple saludo.
—Jefe Swan… ¿Cómo le va?... —Se acercó al sheriff—. Que grata coincidencia. —Charlie le miró retadoramente, espetándole entre dientes.
—No sé haga el idiota conmigo, teniente… ¿Acaso me está siguiendo? —Garrett puso su mejor cara de indignación.
—¿Yo?... —Alargó la vocal con total descaro, fingiendo sentirse ofendido—. Para nada sheriff, yo solo vine hasta acá porque me dijeron que el pasatiempo favorito de los lugareños era la pesca y la verdad es que me interesa mucho conocer… —Charlie le interrumpió.
—No sea tarugo… aquí el único pasatiempo que existe es el chisme y las habladurías de las personas que no tienen nada más que hacer que investigar la vida ajena de los demás. —Garrett sonrió, tomando el paquete de anzuelos o cebos que había estado viendo Charlie, posándolo frente al encargado de la tienda, el cual ya había hecho la transacción, devolviéndole al policía pueblerino su tarjeta, entregándole de igual modo su compra empaquetada—. Le agradezco mucho toda su ayuda en el caso del fugitivo que logramos apresar en mi jurisdicción, teniente… pero deje de acosarme. —Tomó el paquete que Garrett había colocado frente al tendedero, devolviéndolo a su lugar, notificándole en voz baja—. No compre esa porquería… eso no sirve. —Miró de soslayo al encargado, corroborando que no le hubiese escuchado—. Aamm… gracias por todo, Carl… hasta luego. —El obeso hombre le agradeció la visita, invitándole a volver pronto, mientras Charlie caminaba hasta la salida, escoltado por el vampiro.
—¿Por qué no me dejó comprarlos, Sheriff?... parecían buenos señuelos. —Ambos salieron de la tienda, siendo Charlie quien bajara raudo las escalinatas del local, acercándose a la patrulla.
—Esos señuelos solo sirven para pescar en arrecifes o lagos amazónicos, donde existen peces multicolores, teniente… en los lagos de Forks no habitan peces tan coloridos, aquí son grises o plateados como las truchas y las merluzas, los peces de esta región se sentirían confundidos al ver un cebo tan llamativo. —Garrett alzó una de sus cejas, en un gesto de total asombro.
—¡Vaya!... tengo frente a mí al descendiente más cercano de Poseidón… Usted si que sabe de peces, sheriff. —Aquello hizo enfurecer al padre de Bella.
—Allí va con sus burlas y su mamadera de gallo. —Espetó de mala gana, pretendiendo entrar en el auto, lo que por supuesto Garrett impidió a toda costa.
—No, no, no… momento, momento… yo no estoy burlándome de usted, sheriff… pensé que no había podido adquirir los aparatejos de pesca porque le resultaron muy costosos, yo pensé que…
—De pasó me insulta creyéndome un pobre y miserable policía de quince y último. —Charlie intentó apartarle, pero mover a un vampiro era como intentar empujar un tractor de trescientas toneladas.
—Por amor a Dios, sheriff… ¿en algún momento puede usted dejar a un lado su odiosa forma de ser y ver más allá de lo que desea creer? —Charlie arrojó de mala gana el paquete en el interior de la patrulla, cruzándose de brazos.
—Si soy tan odioso… ¿Por qué demonios usted insiste en acosarme?
—Porque estoy enamorado de usted. —A Charlie se le subieron los colores al rostro, observando rápidamente hacía la tienda para corroborar que el regordete hombre no hubiese escuchado aquello,  mirando a su alrededor para constatar que ningún transeúnte le hubiese escuchado—. Me gusta aunque sea un maldito enclosado, me gusta aunque siempre pretenda ver lo peor de mí, me gusta aunque sea un cabeza dura, odioso y malhumorado hombre… —En cada acotación el vampiro se acercó un poco más a Charlie, encerrándolo entre su cuerpo y la patrulla.
—Cállese, teniente… —Exigió el policía pueblerino, rogándole a la providencia que nadie conocido los estuviese viendo, tratando de escapar de la encerrona en la que Garrett pretendió mantenerlo—. Cállese se lo suplico. —No pudo parar de temblar y de mirar a todos lados, tratando de que Garrett se apartara de una vez por todas de él, sintiendo un repentino jalón de parte del vampiro, el cual abrió la puerta de la patrulla, incitando a Charlie a entrar.
—Lárguese a su maldito closet y siga sufriendo la decepción de ser un hombre solo y frustrado, mientras yo sigo buscando el modo de poder atravesar esa maldita coraza que se empeña en usar conmigo, aun cuando su corazón me indica por medio de aquel incesante palpitar que le agrada mi insistente enfoque en usted. —Aunque Charlie ya estaba en el interior del auto, permaneció inerte sobre el asiento, escuchado los reproches del vampiro—. Porque aunque usted no lo crea, le admiro porque sabe cosas que yo no, aun cuando tengo más años de vida que usted. —Tomó la puerta y antes de que la arrojara de mala gana, Charlie ya había introducido sus piernas, permitiéndole al vampiro descargar toda su furia con el auto, el cual se movió unos cuantos centímetros de donde se había estacionado, dejando paralizado al hombre en su interior, mientras Garrett caminó hacía la parada de autobuses, paseándose de un lado a otro sobre la acera, tratando de controlar la rabia que siempre solía apresarlo cuando Charlie lo sacaba de quicio, sintiendo la decepción en sí mismo al haber vuelto a perder el control y alejarlo cada vez más de él.
Por su parte Charlie pensó en todo lo que el policía citadino le había dicho y sintió que cada reproche dolió tanto que al fin se había dado cuenta de que Garrett tenía razón y que todo el odio o más bien su insistente empeño por malpensar del vampiro era simple defensiva suya, ya que en cada cita Shakesperiana, en cada coqueteo y en cada detalle que el teniente tenía para con su persona, como lo del capuchino o el escoltarle hasta su casa, e incluso el ayudarle con el archivero, así como también con el caso del fugitivo de New York, eran gestos que socavaban el corazón del sheriff, aun cuando pretendiera levantar una muralla entre él y el vampiro.
Suspiro y encendió el auto, observando hacía la parada de autobuses, percatándose de como Garrett extrajo uno de los anuncios publicitarios que habían sobre la banqueta, rompiéndolo en mil pedazos, maldiciéndose internamente al no saber controlar su rabia en contra del sheriff, al saber que la perdía a causa de lo que sentía por él y no poder tener la oportunidad de demostrárselo, deteniendo la destrucción del letrero, al ver como la patrulla comenzó a acercársele.
—Eso es propiedad privada, teniente.
—Ya lo sé… estoy intentando infringir la maldita ley en su jurisdicción, a ver si así consigo el modo de pasar tiempo junto a usted sin que me acuse injustificadamente. —Aquello no pudo evitar robarle una sonrisa al policía, el cual volteó el rostro a un lado, cubriéndose sutilmente la boca con la mano.
“Dios mío, no puede ser más ocurrente” —En verdad Garrett le parecía todo un tipazo, atractivo y divertido, lo que ponía en duda que él le atrajera a un hombre tan complejo como el vampiro, cuando Charlie se sentía como una insípida col delante del filete miñón que era el policía citadino—. No voy a arrestarlo, teniente… suba. —Garrett observó al sheriff sin poder creer que lo estaba invitando a subir a la patrulla—. Vamos, suba… lo acercó a la carretera de tierra que da a la casa Cullen, ya que veo que no vino en auto. —El vampiro se apartó de él, tomando asiento en la banqueta.
—Esperaré el bus, sheriff… tranquilo. —Posó los codos sobre sus piernas, usando ambas manos para apoyar la barbilla, mirándole fijamente desde su lejano asiento.
—Sé que soy insoportable, teniente… soy hermético como una lata de guisantes, pero debe entender que nunca fue fácil para mí afrontar mi sexualidad y usted quiere que yo grite a viva voz que me gustan los hombres, cuando siento terror de que mi condado sepa que el jefe de policías es…
— …la persona más extraordinaria que he conocido. —Interrumpió Garrett, acercándose a la patrulla, inclinándose un poco. —¿A ellos que mierda les debe importar que a usted le guste la verga?... eso no lo hace una mujercita, un ser débil, al contrario… es un patea trasero de vampiros, con las bolas más puestas que he visto y con…
— ...un temor profundo al qué dirán. —Bajó la mirada, apretando con fuerzas el volante.
—Un paso a la vez, sheriff, primero permítase tener amigos que lo comprendan. —Charlie levantó la mirada para verlo—. Permítase ir de pesca conmigo, aun cuando estoy casi seguro que su único acompañante para dicha actividad había sido el difunto torosentado. —El sheriff asintió, mirando al frente—. Juro que no sé absolutamente nada sobre pesca y en verdad me gustaría aprender de usted. —Charlie se lo pensó por unos segundos, suspirando una vez más para controlar sus temores, dándole al fin una repuesta.
—Está bien teniente, el domingo a las cuatro de la mañana, ya que acostumbro a salir antes de que amanezca y si no ha llegado a esa hora me iré.
—Estaré esperando en el umbral de su casa. —Charlie asintió—. ¿Debo llevar algo en especial? —A lo que el sheriff respondió.
—Pues si usted comiera le pediría llevar las cervezas y la guarnición para acompañar el pescado frito, pero…
—Le notifico que degusto la comida humana. —Aquello asombró a Charlie—. Cortesía de Klaus y su poder para inducirnos a ser un poco más… humanos. —Si bien en su momento Garrett le había hecho creer a Edward que solo fingía comer, la realidad era que Klaus le había dado el privilegio de disfrutarla, borrando de su subconsciente todo rastro de su intromisión y aducción a la mente del vampiro—. Yo hablaba de utensilios de pesca.
—Tengo el equipo necesario para dos pescadores… Teniente. —Concluyó Charlie.
—Entonces llevaré las cervezas y la guarnición para los pescados. —Garrett sonrió más que complacido ante la invitación—. Lamento haberme puesto como un energúmeno… suelo ser un pan dulce con mermelada, pero es que usted saca lo peor de mí cuando me injuria… en verdad lo siento, sheriff. —Charlie negó con la cabeza.
—No… usted tiene razón, teniente… soy insoportable. —Se puso el cinturón de seguridad, posando nuevamente ambas manos sobre el volante—. Creo que por eso Billy prefirió culminar todo aquel romance entre nosotros y Renee terminó por pedirme el divorcio y buscar en Phil, todo lo que yo no supe darle. —A lo que Garrett preguntó introduciendo la cabeza en el auto, recostándose de la puerta.
—¿Quién coño son Renee y Phil? —Charlie sonrió, explicándole que se trataba de la madre de Bella y el nuevo esposo de su ex mujer—. Pues al diablo Renee y Phil… si ella se rindió contigo y buscó a alguien más es porque simple y llanamente no te amaba como te lo merecías. —Charlie volvió a sonreír, aunque con cierta mezcolanza en su cara—. Y torosentado se imprimó… ¿No? —Charlie recordó el día en que los padres de ambos se habían enterado del romance entre sus hijos, siendo Billy quien lo culpara de todo.
—Es complicado. —Fue lo único que alegó Charlie, justo cuando un celaje pasó por la carretera a toda velocidad, lo que activó el radar de la patrulla, alertando al jefe de policía de una posible infracción por exceso de velocidad—. ¿Es uno de los suyos? —Garrett asintió.
—Es Edward. —Acotó el vampiro, sacando su cabeza del interior de la patrulla, observando a la distancia—. Creo que hay problemas en el paraíso—. Garrett se había percatado perfectamente del adolorido y turbado rostro del hijo de Carlisle, ensombreciendo el suyo—. Aamm… sheriff, no sabe lo feliz que estoy de que me haya invitado a pescar este domingo, pero debo irme.
—Claro, teniente… vaya y apoye en lo que pueda al buen Doc. —Garrett le guiño un ojo, sonriéndole con total picardía—. Solo trate de comportarse lo más normal posible delante de los civiles, no vaya a… —Pero antes de que Charlie culminara sus peticiones, el vampiro ya había echado a correr a toda velocidad, dejando una estela de polvo a su paso— …correr a velocidad extrema. —Concluyó para sí mismo en un tono sarcástico, ya que daba igual la acotación, si el teniente se había limpiado el culo con ella—. ¡Ay teniente!... No sé qué hacer con usted. —rememoró la conversación que habían tenido hacía solo unos instantes, sonriendo después de haber encendido el auto y ponerlo en marcha, sin tan siquiera percatarse de que lo hacía, pero el vampiro parecía lograr en Charlie, lo que nadie más podía, haciéndole sonreír sin tener un motivo para hacerlo o a lo mejor, el motivo ya estaba clavado en su corazón en forma de una posible ilusión.
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Al no encontrarse Sam en la casa, Alice pudo ver claramente todo lo que había pasado entre Edward y Christian, intentando contactar a su hermano para hacerlo entrar en razón, pero la actitud que había decidido tomar delante del magnate no había sido la más idónea, aterrando tanto a Christian que terminó por despertar todos sus demonios, encendiendo las cinco pailas del infierno en la mente de aquel turbado hombre.
—Está a punto de llegar. —Les notificó la menuda vampiresa, observando al frente, justo cuando Emmett arribó a la casa por la parte trasera, dejando el Jeep en el interior del inmenso garaje.
—¿A qué juegan? —preguntó el grandote, al ver las posiciones que habían tomado todos frente a la casa, esperando que su padre respondiera.
—La relación entre Edward y Christian no ha llegado a buen término, Emmett… Alice dice que tú hermano está destrozado y vio en sus premoniciones una posible demolición de la casa. —Le dio una mirada de refilón a Esme.
—Puedo amarlo demasiado, pero no dejaré que destroce la casa por un simple berrinche. —Alice abandonó su postura defensiva frente al umbral, mirando de malas a su madre.
—No es un simple berrinche, Esme… Edward está enamorado. —Rosalie, quien se encontraba cruzada de brazos junto a Carlisle, sonrió con ironía, bufando por la nariz.
—Ahora comprendemos el por qué jamás quiso conmigo, ni con Kate y mucho menos con Bella. —Todos la miraron retadoramente, siendo Jasper quien hablara.
—Supongo que para un ego tan elevando como el tuyo, el que un hombre no se rinda a tus pies es señal de homosexualidad… ¿no es cierto? —Ambos se vieron retadoramente, siendo Carlisle quien culminara la posible discusión entre ambos.
—Quiero que paren ustedes dos… por una vez en sus vidas dejen de pensar en sí mismos y enfoquémonos en el problema.
—Ese es precisamente el asunto, Carlisle… que Edward siempre es el problema. —A lo que Emmett respondió.
—Ya cállate, Rosalie… Edward siempre ha sido un buen hermano, así que más te vale que midas tus hirientes palabras. —La rubia le volteó el gesto de mala gana, justo cuando Bella apareció por uno de los costados de la casa, notificándoles a todos que los gemelos estaban sanos y salvos en la cabaña que ahora compartían Jacob y Leila, dejando los niños al cuidado de la imprima de su padre, el cual aún no volvía de su retiro espiritual junto a Sam.
—Allí viene. —El aleteo de los pájaros despavoridos y la velocidad con la que se aproximaba el muchacho, alertó a todos los presentes, siendo Carlisle el primero en intentar arrojársele encima, exigiéndole al ofuscado vampiro.
—Detente, Edward… —Aquello no sirvió de mucho, ya que como buen jugador de béisbol, se barrió por el suelo, escabulléndose de la aprensión de su padre, siendo Emmett quien se arrojara sobre el chico.
—Cálmate, viejo o me vas a obligar a darte una tunda. —Edward le rugió a su hermano, el cual respondió del mismo modo amenazante, mientras Esme le retaba.
—¡Ya basta, Edward!... te estás comportando irracionalmente. —Pero el chico no quiso escuchar reprimenda alguna, revolcándose en el suelo con Emmett, el cual intentó mantenerlo a raya.
—¿Jasper? —Llamó Alice a su ex esposo, señalando la disputa—. Has algo. —El odioso vampiro puso los ojos en blanco, intentando infundir su don sobre el iracundo vampiro, lo que consiguió que Edward lo aferrara de los tobillos, arrojándolo al suelo.
—No vas conseguir nada con tu maldito don. —Espetó el iracundo muchacho, aferrándole por el cuello, a pesar de que Emmett mantuvo todo su peso sobre el incontrolable inmortal.
—¿Qué demonios está pasando? —preguntó Garrett al arribar al lugar y contemplar la pelea familiar.
—Christian se ha enterado de la verdad y no lo ha tomado nada bien, Garrett. —Carlisle comenzó a contarle lo que Alice había visto en su premonición, mientras Bella trataba de convencer a Edward de calmarse, ya que Jasper había logrado apresarlo con una maniobra militar, manteniéndolo a raya sobre el suelo con la ayuda de Emmett.
—¿Eddy?... cálmate mi bello, por favor… yo más que nadie sé lo que se siente una ruptura amorosa. —Mientras Jasper intentó hacerle sentir lo que Isabella había sentido el día en que él la abandonó, Bella se concentró para apartar el escudo que la resguardaba de su don, mostrándole al ofuscado vampiro los interminables meses de depresión y agonía que había padecido por su ausencia, logrando que el chico comenzara a llorar, transformando toda aquella rabia en sufrimiento, drenándolo en forma de llanto.
—Merezco esto. —Bella negó con la cabeza, sintiéndose mal ante aquello, ya que lo que menos deseaba era hacerle sentir culpable por algo que ella ya había superado, sino demostrarle que él también podía salir de ese cuadro de depresión que parecía estar socavando el interior del vampiro, haciéndole sentir más mal de lo que ya se encontraba.
—Bien hecho Bella… —Espetó Rosalie, al observar como Edward se quebró emocionalmente—. Mucho ayuda el que poco estorba… Edward es un Emo maniacodepresivo con delirios suicidas y por si no te enteraste tuvimos que rescatarle varias veces de sus locos intentos por matarse cuando ustedes terminaron. —Isabella desconocía por completo todo aquello, observando a Alice.
—Rosalie tiene razón, Bella… Edward es emocionalmente impredecible. —Mientras Alice le comentaba las cosas que Edward había intentado hacer para matarse, Jasper y Emmett levantaron a su lloroso hermano del suelo, siendo Esme quien se acercara al turbado vampiro—. Buscó pelea con clanes enemigos en Escocia, fue en busca de licántropos en nueva Orleans, incitándoles para que le atacaran y así poder acabar con su sufrimiento. —No solo Bella escuchó atenta cada acotación por parte de Alice, Garrett estaba asombrado de saber que su mejor amigo había lidiado durante décadas con un vampiro disfuncional y problemático.
—Por eso hice todo lo posible para que tomara psicología en la universidad de Seattle… pensé que Edward mejoraría al darse cuenta de que no era el único con problemas emotivos y trastorno de humor. —Alegó contemplando el pasmado rostro de su amigo, el cual no pudo dejar de observar como Esme intentó mantenerlo en pie con ayuda de sus otros dos hijos, los cuales no le soltaron, a pesar de que la cariñosa mujer mantuviera a su pequeño niño entre sus brazos.
—Yo… no sé que decir, Carlisle. —Acotó el policía mirando la deprimente escena.
—No necesitas decir nada, Garrett… solo trata de mantenerlo entre nosotros… ¿Quieres? —El policía asintió, notificándole que estaba demás exigir aquello, siendo Bella quien se disculpara.
—Lamento haberlo quebrado de ese modo… yo no quería. —Esme le interrumpió.
—Tranquila querida, es mejor así… tarde o temprano ocurriría y la verdad es que lo veía venir con una relación como la que estaba llevando mi hijo con ese depravado. —Carlisle retó a su esposa, pero la mujer hizo caso omiso a sus reproches, pidiéndole amablemente a Emmett que cargara a Edward y lo subiera hasta su cuarto, ya que el perturbado vampiro había adoptado una inanimada postura frente a todos, mirando un punto muerto sobre el suelo, tal y como Christian había quedado ante la realidad que lo golpeó inclemente.
—Si hubiese sido yo me hubieses arrancado los cabellos y los habrías usado de trapeador… ¿cierto? —Espetó Rosalie ante las cariñosas palabras de Esme para con Bella, a lo que Alice, Emmett y Jasper le exigieron de mala gana.
—Ya cállate, Rose. —La ofuscada e incomprendida mujer los mando a todos a lavarse el trasero en el río Citarum, en Indonesia, el cual era considerado el río más contaminado del mundo, retirándose de la casa por uno de los costados, alegando que iría a ver si uno de los perros mierderos de la reservación intentaba asesinarle o fornicársela, ya que al parecer, era el único modo de ser persona grata en la familia, atribuyéndole aquella indirecta tanto a Jasper como a Edward, logrando que Carlisle suspirara lento y tendido, tratando de no retar a la más grosera e impertinente de sus hijas.
—Tienes una familia americana convencional, Carlisle. —Comentó Garrett, palmeándole la espalda a uno de sus mejores amigos—. Lo que siempre quisiste. —Carlisle asintió con una gran sonrisa, observando a Emmett llevar a su inanimado hermano sobre el hombro, mientras Jasper trataba de mantenerlo calmado con su don.
—Y debo decir que no es fácil, Garrett… pero no me quejo, los amo a todos a pesar de sus diferencias y conflictos. —El policía le siguió el paso al ver como todos comenzaron a entrar a la casa.
—Me gustaría ser parte de ella. —Carlisle dibujó una sonrisa retorcida en sus labios, imaginando que saldría con una de sus impertinencias—. No, no… no te rías… no pienses mal, yo ya superé mi amor por ti. —El rubio y risueño vampiro le ofreció asiento, mientras su esposa subía las escaleras en compañía de Emmett,  Jasper y Bella, siendo Alice quien se quedara con su padre y con Garrett.
—Imagino por que. —Ambos se vieron a las caras, después de tomar asiento.
—Bueno… mejor no hablemos de eso. —Garrett podía ser bastante indiscreto, perro también sabía guardar un secreto y no diría nada aún sobre sus sentimientos hacía Charlie, aunque Carlisle lo sospechara—. Puedo ser tu hermano y el tío gay y cool de la familia. —Aquello no solo hizo reír a Carlisle, sino también a Alice.
—Pues me parece perfecto. —Acotó Carlisle.
—Bueno, tío Garrett… los dejo a solas. —Notificó Alice, tomando su laptop—. Iré a leerle un poco a mi hermanito, eso siempre lo ha animado. —Se acercó a Garrett depositando un beso en su frente, recibiendo de improviso una premonición sobre el policía y Charlie, pescando en uno de los lagos aledaños—. Por cierto… —Acercó su pequeña boca al oído del vampiro, susurrándole con picardía— …No quiero adelantar nada pero la cita entre tú y yasabesquien, será todo un éxito. —Se apartó de él y después de depositar un dulce beso sobre la frente de su padre, se encaminó hasta las escaleras, dejando a ambos hombres pasmados.
—Si de algo te tienes que olvidar para ser parte de esta familia es de tener privacidad, Garrett… con un hijo que percibe los sentimientos, una pitonisa y un lector de almas, es algo de lo que debes acostumbrarte. —Garrett rió, alegando que no le quedaría de otra, comenzando una amena conversación con Carlisle, mientras los demás integrantes de la familia intentaban ayudar al desanimado vampiro, el cual no hizo más que llorar y pensar en todas las hirientes palabras que Christian le había dicho, rememorando al mismo tiempo todos los maravillosos momentos que había vivido a su lado y los cuales, según él, jamás volverían.
 

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