Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Misery Island (Cap. 7 RESUBIDO) por Selphie Tilmitt

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Seguuuundo capítulo de la historia: Misery Island. Es algo cortito, pero intenso. Poco a poco las cosas se tornarán más interesantes y misteriosas!!

La habitación estaba totalmente destrozada. La silla del escritorio se encontraba tirada por el suelo, la cama estaba deshecha y la lámpara de la mesita de noche estaba situada a un lado de la habitación con la bombilla rota. La luz no funcionaba, solamente la luna iluminaba levemente aquel cuarto. Me dirigí al baño y agradecí que las bombillas del tocador funcionasen, al menos algunas de ellas. Pero fueron las suficientes para observar la toalla medio ensangrentada que estaba en la esquina del baño. La atrapé entre mis dedos y la desdoblé, observando los rastros oscuros pero aún húmedos que la impregnaban. De repente, una de las dos bombillas que iluminaban el baño explotó, reduciendo la luz considerablemente, apenas dejándome ver más allá de un par de centímetros.

Giré sobre mis pies y vi una figura totalmente sombría debido a la oscuridad de la habitación, y no más alta que yo. Traté de esquivarla cuando la vi arremeter contra mí, pero me fui imposible, la figura era muy veloz. Noté cómo agarró mi muñeca con su mano derecha y cómo tapó mi boca con la mano que quedaba libre. Empujó mi cuerpo con el suyo, acorralándome contra la pared. Pegó su cuerpo al mío y observé cómo unos ojos azules me miraban con ferocidad.

-          No te muevas. - Ejerció algo más de presión sobre mi boca con su mano y acercó su cara a la mía, apoyando sus labios sobre la misma mano que cubría los míos. No dejó de mirarme en ningún momento y observó cómo la saliva bajaba con dificultad a través de mi garganta. Debido a la tensión del momento. Deslizó su boca, desde su mano hasta mi oído. – Hay alguien escondido en la habitación… - Su abdomen se pegó totalmente al mío, al igual que pasó con su pecho. Mi corazón comenzó a palpitar muy rápido al sentir cómo una de sus piernas se colaba entre las mías, ejerciendo presión. Emití un suspiro que fue más sonoro de lo que me hubiese gustado y Kate me miró con reproche. Escuchamos un ruido procedente del dormitorio y noté cómo se tensaba. Desvió su mirada hacia la puerta entrecerrada del baño, intentando divisar algún movimiento sospechoso. Lo siguiente que escuchamos fue la puerta corredera del balcón cerrarse. Lo que nos indicaba que aquella persona ya se había marchado. Kate deshizo la cárcel que había hecho con su cuerpo y se dirigió al dormitorio, sin decir nada.

-          Me has dado un susto de muerte, pensaba que eras alguno de ellos… - Se giró levemente y me tensé de inmediato. Su mirada era demasiado feroz.

-          Con esa resistencia que has puesto… - Ironizó. – Si fuera uno de ellos ya estarías muerta.

-          No me lo esperaba. – Me defendí de su ataque, algo molesta. – Me giré de repente y estabas ahí.

-          ¿Crees que ellos te darán alguna oportunidad para defenderte? – Espetó con algo de rabia. – Estarías a su merced, como el dueño de esta habitación.

-          ¿Crees que lo han matado? – Me crucé de brazos y adelanté un par de pasos hasta estar a su altura. – La sangre en el baño…

-          No lo sé. – Suspiró. – Creo que eso es lo mejor que podría haberle pasado. No quiero imaginar de qué serán capaces de haber sido un secuestro…

-          ¿Qué es lo que sabes de este sitio? – Me dio la espalda, por lo que no pude ver su rostro. – Querías entrar en esta habitación antes de escuchar ningún ruido. Cuando te vi en el pasillo. – Me acerqué por detrás hasta el punto que podía oler su perfume. - ¿Te llamas Kate? ¿O también me has mentido?

-          Me llamo Kate. – Giró su rostro, lo que me permitió poder observarla de perfil. Y vi perfectamente como sus afilados dientes atrapaban su carnoso labio inferior durante un par de segundos. – No te conozco, no confío en ti.

-          Te ofrecí ropa cuando estabas medio desnuda en el pasillo y “sin poder acceder a tu habitación”. – Reproché. – Estaba dispuesta a ayudarte con la maldita llave magnética de tu habitación. ¿Eso no hace que confíe en mí, una mínima parte de ti?

-          No. – Carraspeó. – De hecho… me parece que eres una inconsciente. ¿Invitar a una desconocida a tu habitación? – Se acercó a mí con pasó seguro, colocó su dedo índice sobre mi mejilla y la deslizó. - ¿Qué intentabas, pequeña? – Retiré su mano de una bofetada, molesta.

-          Podrías haberlo rechazado. – Espeté molesta. - ¿No serás tú la que intentaba algo?

-          Solo quería ganarme tu confianza. – Esbozó una cínica sonrisa. – No sabes lo que es capaz de conseguir una cara bonita. – Mi mandíbula se tensó y soltó una risa de superioridad. – Tú también eres preciosa, ¿Lo sabías? – Di un paso hacia atrás y su gesto se mantuvo divertido.

-          ¿De qué vas? – Mis palabras parecieron cuchillas que se clavaban en su piel. – Sólo… intentaba ayudarte. – Mi mandíbula se tensó y ella abrió los ojos, con sorpresa. – Eres tú la que ha estado mintiendo desde que nos conocimos. – La miré con decepción y su gesto se tornó algo triste.

-          No me mires así… - Sus palabras salieron en un hilo de voz y fue incapaz de mantenerme la mirada, por lo que rompió el contacto. Mordió de nuevo su labio inferior y se dirigió hacia el balcón. - ¡No sé ni por qué coño accedí a entrar a tu habitación! ¡Ahora te he metido en esta mierda!

-          ¿Pero de qué hablas? – Me acerqué a ella. - ¿Me puedes explicar qué está pasando aquí, Kate?

-          No… - Tensé mi mandíbula y la agarré, apoyándola contra la pared.

-          Escúchame bien. – Su mirada fue de temor, la vi tragar saliva con dificultad y coloqué mis manos a los lados de su cabeza. – Tengo a alguien a quien proteger. – Alzó sus cejas con sorpresa y nuestras miradas conectaron. – No permitiré que nada le pase, ¿Me escuchas? – Asintió lentamente y deshice su atrapamiento. – Cuéntame qué sabes, por favor. - Acabé casi suplicándole y ella suspiró, pero asintiendo finalmente.

-          Volvamos a tu habitación.

 

 

-          ¡Anoche no bajaste a cenar! – Las quejas de Taylor no tardaron en hacerse presentes en cuanto nos recostamos en la arena de la playa. - ¡Me dejaste plantada!

-          Ya te he dicho que lo siento. – Me excusé. - Me quedé dormida.

-          La chica del avión tampoco estaba… ¿Me estás ocultando algo? – Sentí como si un cubo de agua fría me diese en toda la cara y respiré hondo antes de contestar.

-          No.

-          Estás muy seria, ¿Pasa algo? – Volvió a inquirir, esta vez mirándome a los ojos.

-          Nada de lo que tengas que preocuparte. – Dije con simpleza, colocándome las gafas de sol para evitar que descifrase mi mirada, algo que hacía muy bien.

-          Si algo te atormenta, quiero saberlo. – Su mirada atravesó el oscuro cristal de mis gafas de sol y tragué saliva con fiereza.

-          Estoy cansada, nada más. – Fingí que la miraba a los ojos, pero en realidad miraba a un punto cualquiera tras de ella. -  No dormí demasiado bien. Ya sabes que me cuesta dormir en los sitios en los cuales no estoy acostumbrada.

-          Podrías haber venido a mi habitación, tonta. – Apartó su mirada y la dirigió hacia delante. - Que le den a la política del hotel. – Alzó su brazo alzando el dedo corazón. - ¡Yo duermo con mi churri!

-          Acabamos de llegar. – La miré con una leve sonrisa que pronto se borró. - No quiero meterte en problemas…

-          ¡Mira! ¡La chica del avión! – Levanté la vista y la vi, estaba sentada en una toalla sobre la arena de la playa. Su vestido blanco dejaba a la vista sus torneadas y bronceadas piernas y unas modernas gafas de sol cubrían sus ojos de la fuerte luz del sol. Sostenía entre sus manos un libro no muy grueso que leía con suma atención, ya que ni los niños que correteaban a su alrededor la distraían lo más mínimo. Emití un largo y profundo suspiro, el cual no pasó desapercibido por Taylor.

-          ¿Qué pasó anoche, Lara? – Su rostro se tornó serio, me había pillado.

-          Me la encontré en el pasillo. Hablamos un poco. – Dije mientras me volvía a poner las gafas de sol. – Nada más.

-          ¿Cómo se llama?

-          Kate. – Taylor se recostó sobre la toalla tras escuchar su nombre.

-          ¿Qué te parece?

-          Misteriosa. – Una pequeña risa salió de sus labios, los cuales formaron una traviesa sonrisa. – Iré a darme un baño.

Deshice mi coleta tras sentir las primeras olas chocar contra mis tobillos. Observé la claridad y la cristalinidad del agua y mis labios formaron una sonrisa melancólica. Solía ir todos los veranos a surfear cuando mi padre estaba vivo. Sacudí mi cabeza, alejando todos los pensamientos de mi mente, y me zambullí en el agua.

Siempre me han dicho que parecía una sirena cuando mi piel entraba en contacto con el agua. Mis movimientos siempre eran gráciles y mi cuerpo parecía fusionarse con el agua. Noté el pelo mojado pegado sobre mi espalda y sonreí. Era una sensación mágica. Me giré instintivamente y vi a Taylor acostada sin apenas moverse, por lo que deduje que se había quedado dormida. Paseé mi vista por todas las personas que se encontraban en la playa: desde familias al completo hasta grupos de amigos que jugaban a las cartas sobre la arena de la playa o jugaban con el balón. Seguí observando la costa y mis ojos se pararon en unos que me miraban. Sentía su mirada clavada en mí, a pesar de que estaba cubierta por unas gafas de sol. Las retiró, colocándolas sobre su cabeza. No dejó de mirarme en ningún momento y mi mirada trató de sostener la suya, pero un aleteo contra mi muslo me hizo romper el contacto. Un pececito de colores nadaba con nerviosismo a mí alrededor, lo cual me extrañó, porque no paraba de chocarse contra mí. Me moví ligeramente para darle paso y siguió su camino hacia la costa.

Raro.

Me pareció muy raro que no nadase mar adentro.

Dirigí mis manos hacia el centro de mi espalda, atrapando el nudo del bikini entre mis dedos, con la intención de ajustarlo más. Sentí unos dedos sobre los míos y un cuerpo detrás de mí. Aparté las manos y sentí cómo la parte de arriba del bikini se apretaba.

-          Aquella chica… - Realizó un fuerte nudo y deslizó levemente las yemas de sus dedos por mi espalda. - ¿Es la que quieres proteger?

-          Sí. – Afirmé sin ni si quiera girarme. – A toda costa. – Noté cómo apoyaba su frente en la parte trasera de mi cabeza, sintiendo su respiración en mi nuca.

-          No sabes en qué te estás metiendo… - Sentí su mandíbula endurecerse y su frente separarse de mí, por lo que me giré.

-          Te dije que te ayudaría. – La miré ferozmente, pero ella tenía su vista fija en el agua. – Todos los pasajeros estamos metidos en esto. – Su mirada se elevó, fundiéndose con la mía. – Todas estas personas están en peligro, Kate. No voy a quedarme sin hacer nada.

-          ¿Confías en mí? – Me preguntó con el rostro serio, hacía que tragase saliva con dificultad.

-          ¿Confías tú en mí? – Torció una leve sonrisa, me miró con aires de superioridad y desplazó su mirada hacia abajo, observando cómo cada vez más peces aleteaban con una rapidez extraña a nuestra alrededor. Las olas cada vez golpeaban con más fuerza la costa y nuestros cuerpos. Giramos inmediatamente al escuchar unos gritos ensordecedores. Y entonces lo vimos.

-          ¡¡¡UN TIBURÓN!!! – Una enorme bestia se acercaba raudamente y con hambruna hacia unos niños que jugaban a un par de metros de nosotras. Kate y yo nos miramos durante un instante y rompí el contacto para nadar lo más rápido que podía hacia ellos. Agarré a uno de los niños y prácticamente lo lancé hacia un lado, quitándolo de la vista de la enorme bestia. Vi cómo Kate hacía lo mismo con la otra niña y el tiburón saltó hacía nosotras, con las mandíbulas dispuestas a saborear nuestra carne. Me incorporé como pude y me lancé hacia Kate, apartándola de un placaje y quedando totalmente a merced del tiburón.

Fue unos segundos que se me hicieron horas. La boca del tiburón se abrió de repente y observé una especie de instrumento metálico que estaba adherido a su paladar. Un pequeño brillo emanó de él y rápidamente volvió a cerrar las mandíbulas, golpeando con la parte frontal de su cabeza parte de mi costado, rajándome la piel con un largo corte desde la parte baja de mis costillas hasta casi la mitad de mi espalda. Lo próximo que recuerdo fue cómo el agua se tintaba de un color rojizo y cómo unas finas manos intentaban taponar la herida.

-          ¡No te duermas, Lara! ¡No te duermas! – La voz de Kate se volvía más y más lejana, y su rostro lo veía cada vez más borroso. - ¡Mírame! – Noté cómo agarraba mi rostro y me obligaba a abrir los ojos.

-          Yo… no… - Mis pestañas pesaban cada vez más. Alcancé su mejilla con la palma de mi mano y traté de seguir hablando. – Puedo…

-          ¡¡¡LARA!!! – Lo último que escuché fue el grito desgarrador de Taylor perdiéndose por todos los rincones de la isla.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).