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My Protege por Beitha KangChoi

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3° Solo un beneficio más.


Pese a que lo intentó, hablar sobre su familia le era muy difícil, no sabía qué tipo de valor había tomado aquel niño como para compartir su historia, pero para Kellan era difícil decir que tenía una familia hermosa, un futuro niño en camino, una hermosa esposa y que todo se arruinó en un accidente; solo pudo decir que los perdió en un accidente y que luego de ello se perdió en el alcohol, intentos de suicidio y en aquella pelirroja que solo le trajo al infierno.


El rostro de Seth se contrajo al no saber más de aquel hombre que le había salvado la vida en dos oportunidades.


La habitación se sumió en el silencio y las luces bajaron solo un poco, al parecer era otro beneficio, por lo menos podrían descansar.


Algo que rompió con el silencio de la habitación fueron los gritos y jadeos por parte del menor de ambos quien apretaba las sabanas en sus puños mientras su rostro se deformaba mientras fruncía el ceño; solo salían frases de su boca e hicieron comprender a Kellan el infierno personal por el que pasó Seth.


¡Suéltame!


¡Por favor! ¡Detente!


¡No!


¡Duele!


¡Papá!


¡Death Dealer!


¡Ayúdame!


En ese momento el rubio más fuerte lo despertó para que pudiera salir esa pesadilla y recordarle que solo era eso, un maldito mal sueño y que ya nadie lo volvería a tocar y hacer daño.


Seth abrió los ojos, bañado en sudor y lágrimas, y miró directamente a los ojos de Kellan haciendo que este último se diera cuenta que el niño en verdad tenía uno tiernos ojos llenos de miedo. Seth no dijo nada y solo pudo acurrucarse más al cuerpo del rubio manteniendo los ojos abiertos, pueda ser que no vuelva a dormir pero se sentía realmente protegido en ese momento y sobretodo en esa posición.


Seth recordó a su hermano mayor, extrañaba releer sus cartas cuando en oportunidades pensaba que no recibiría una respuesta desde donde él estaba, aquello le hacía sentir más cerca de él, extrañaba sus abrazos, e incluso que le molestara. Extrañaba a sus hermanos. Extrañaba a su papá. Pero en aquel momento de epifanía se percató que en medio de sus pensamientos no estuvo su madre. Quizás había aun un poco de resentimiento. O quizás mucho resentimiento.


No sabía si lo estaban buscando o si solo dieron por hecho que había muerto y ahora había una tumba vacía con su nombre.


Por favor, no me olviden, nos tienen que sacar de aquí, por favor.


Y aquello iba en plural, ya que no dejaría a Kellan en un infierno como ese. No podría después de ver cómo intentaba cuidarlo y comprenderlo.


En el transcurrir de dos días, no los llamaron para alguna pelea, y eso los sorprendió y también los atemorizó, pero el solo hecho de que ambos estuvieran en una misma habitación para uno cuidar del otro, les bastaba.


Las heridas de Kellan iban sanando de a poco, con algunas cosas que les daban para poder desinfectar, Seth se encargaba de limpiar sus heridas todos los días y si alcanzaba la medicina lo hacía hasta tres veces al día, Seth sentía que era lo mínimo que podría hacer por él.


Era Kellan quien se entregaba a aquellas brutales peleas para cuidar de él.


Era Kellan quien le daba la mitad de su comida ya que Seth tenía un apetito voraz.


Y era Kellan quien lo cuidaba de las constantes pesadillas.


Kellan comenzó a hacer abdominales en el piso del lugar, mirando hacia una de las paredes de aquella amplia habitación, no podía dejar de poderse en forma ya que una pelea se podría dar hasta ese mismo día y él podría no estar en mejor forma.


Se detuvo al llegar a los setenta abdominales y se mantuvo sentado en el piso sintiendo que alguien lo observaba y claramente la única persona que podría hacer eso en aquella habitación era Seth, el joven tenía sus ojos plantados en él y fue cuando giró la cabeza que los colores se le subieron al más joven de ambos al rostro al verse descubierto, desvió la mirada y eso a Kellan le sacó una sonrisa, quizás hacia bastante tiempo que no sonreía de esa forma.


–Soy la única persona que te acompaña en ésta habitación y dudo que el desviar la mirada haga aparecer a alguien más para encubrirte. – Las graciosas palabras de Kellan hicieron sonreír al de tez ligeramente bronceada mientras volvía su mirada al rubio.


–Lo siento. – Bajó la mirada el más joven y provocó inconscientemente al fortachón incorporarse del suelo y tomar asiento en la cama hasta estirar el brazo y por fin revolver aquellos cabellos sin dejar de sonreír y mirar sus ojos.


Un movimiento en particular hizo al mayor borrar poco a poco su sonrisa, su protegido colocó ambas manos sobre la cama, haciendo que ambos estuvieran más cerca, teniendo su rostro a pocos centímetros de distancia y sin embargo le agradó poder verse reflejado en aquellos ojos que no mostraban tanto miedo como en un inicio, solo brillaban y era un… lindo brillo.


Pero el fuerte ruido de aquella puerta de metal reforzado se abrió haciendo que ambos se alejaran y Kellan se pusiera en alerta, parándose de la cama y cubriendo al muchacho tras su espalda.


El ceño del rubio se frunció al ver quién era.


–No creo que seas merecedor de algo como esto. – el Verdugo entró y tenía todo el uniforme a excepción de la máscara que le debería de cubrir. Aquellos ojos se posaron por encima del hombro del rubio quien se le veía tenso y con los músculos en el mismo estado. –Hola, Seth. – El rubio gruñó al escuchar el nombre de su protegido en la boca de aquel ser mientras sentía como el cuerpo tras de sí, tenía pegada su frente a su espalda con una de sus manos en la misma.


Estaba temblando.


Volvía a tener miedo.


Ese hijo de perra. Lo mataré.


– ¿Qué mierda quieres?– gruñó molesto Kellan.


–Tranquiliza a tu perro, mi amor, solo quise darte la buena noticia que mañana seguirás con las peleas, y no saldrás vivo de ésta. – pese al insulto, el rubio se mantuvo firme mientras sentía el peso del cuerpo ajeno en su espalda.


–Solo son ocho más… disfrutaré matándote y quemándote, ni un animal se podría comer mierda pura. – el Verdugo avanzó unos pasos y Kellan estaba listo para una pelea hasta que sintió los delgados brazos de Seth rodearle. Claramente le estaba diciendo que se calmara y no hiciera una tontería o terminarían con sus beneficios y volverían a estar separados y el pequeño Seth a la merced de ese maldito bastardo.


–Mañana Seth volverá a ser mío… mientras más te demores en matar, mejor para mí. Te veo mañana, pequeño Seth. –una tétrica sonrisa se dibujo en aquel hombro que hizo apretar más el abrazo que estaba dándole a Kellan en ese momento. Nuevamente se escuchó aquella puerta de metal y todo se mantuvo en silencio hasta que escuchó los sollozos del menor, dejándolo libre de aquel abrazo. Y al girar se le quedó viendo.


Nuevamente estaba ahí ese joven lleno de miedo.


A ese chico vulnerable que solo pedía que lo cuidaran.


–P-por favor, Death Dealer, no dejes que m-me vuelva a tocar, ¡por favor!– el chico se cubrió la cara con ambas manos encogiendo sus piernas hacia su pecho, aun estando sobre la cama. – ¡No quiero! ¡No quiero! ¡No quiero!– Su llanto se hizo más audible mientras repetía aquellas palabras.


Lo abrazó.


En ese momento, Kellan solo pudo hacer aquello que pensó le daría seguridad más que un par de palabras. Ese pequeño cuerpo temblaba en medio del llanto. Esperaba que en algún momento Seth pudiera contarle lo que ese hijo de puta le hizo, sin embargo no podía esperar mucho si es que ni él mismo logró explayarse con el tema de su vida personal.


Ese día Seth hizo prometer a Kellan que mataría a su contrincante, lo más rápido que pudiera. No importaba como, pero lo tendría que hacer.


Kellan aceptó sin pensarlo mucho.


Después de todo era su protegido quien se lo estaba pidiendo.


***


Como en las dos primeras ocasiones, a Kellan le brindaron ropa acorde a la situación a la cual se enfrentaría y sobretodo cómo estaría ambientado; un chaleco de seguridad, uno típico que se utilizaba en construcciones le brindaba una idea a lo que se enfrentaría, pensaba en todo lo que podría utilizar para poder acabar con su contrincante.


–Cu-cuídate. – Habló Seth con voz baja sin mirarlo mientras terminaba de ayudarle a colocarse el chaleco de seguridad de anaranjado y verde fluorescente. El miedo estaba comiéndole por dentro, sin embargo tenía que controlarse para no poder ansioso a Kellan quien tenía que estar concentrado.


Kellan intentó decir algo pero la gruesa puerta de metal se abrió dejando pasar a los guardias de negro y con casco armados. El rubio dio una última mirada al niño mientras se subía en su transporte de cuerdas y correas junto con un bozal.


El camino nunca le pareció tan largo, quería solo salir de ahí y volver con su protegido.


Seth.


Y la pelea dio inicio mientras pronto tenía a su protegido en aquella pantalla con la mano del verdugo en su cuello. Solo bastó que el menor asintiera con la cabeza para que el rubio mirara a su contrincante con el ceño fruncido y las pupilas dilatadas.


Lo mataría. Por Seth.


La pelea entre ambos hombres fue brutal, Kellan resultó herido en la sien tras haber sido golpeado con un tubo de metal, sin embargo la pelea fue finalizando cuando el rubio cogió la moto sierra y despedazó al hombre frente a los ojos del protegido de éste quien lloraba su triste final, cuando Kellan volvió la mirada al suyo, vio que tenía un corte en el labio y unas cuantas marcas en el cuello, a decir verdad, se percató que el pelinegro no traía nada en el torso.


– ¡QUEDAN SIETE!– Gritó con fuerza el rubio mientras una compuerta se abría para que éste saliera aun con sangre en su cuerpo y rostro.


El camino hacia aquella galería blanca, la cual ahora era su habitación, fue rápido en realidad.


Una vez llegó a la galería encontró varias cosas para poder curarle pero su protegido no estaba por ningún lado, por lo que se giró encarando a todo esos guardias mientras preguntaba por el más joven. Ellos no le brindaron ninguna información, por el contrario soltaron uno que otro insulto para que entrara mientras lo empujaban y uno terminó dándole un golpe con la culata del arma que llevaba para controlarlo y por último empujarlo, haciendo que cayera al suelo, dejándolo medio inconsciente.


Aun medio noqueado intentaba ponerse de pie como podía y fue cuando visualizó a su protegido colocándose una camiseta nueva, observó su espalda con rasguños y moretones antes de que ésta la cubriera con lentitud.


– ¿Qué…?– Kellan miraba con los labios entreabiertos la espalda ahora cubierta del menor mientras éste iba girando de a poco hasta poder visualizar un corte en su labio con moretones en su cuello.


–No le gustó… que acabara tan pronto. – Seth sorbió su nariz evitando llorar, necesitaba ser fuerte en ese momento, no podía quebrarse, no podía seguir siendo un niño con miedo, aun faltaba un largo camino para salir de ese lugar. –Siéntate… tengo que curarte esa herida. – El rubio obedeció sin dejar de ver el rostro del menor pero éste no le miraba a los ojos, no podría o terminaría llorando.


Seth limpió y coció como pudo el corte que tenía. Pero no se esperó sentir la mano del rubio acariciarle la mejilla manchando con su sangre al pelinegro y éste pudo verle a los ojos y en pocos segundo éstos se aguaron mientras ya derramaba lagrimas y rodeó a Kellan por el cuello mientras dejaba salir todo. El rubio por su parte con cuidado colocó su gran mano en la espalda del menor dándole sutiles caricias, teniendo en cuenta que éste estaba adquiriendo cierto desagrado a que le tocaran.


Hijo de puta, disfrutaré matándote.


Quedaron en la misma posición hasta que por fin el menor soltó un suspiro de tristeza separándose del abrazo con el fortachón. Después de eso, Seth continuó con los cuidados hacia su protector, tenía que mantenerlo lo mejor posible, también tenía que cuidarlo así como él lo cuidaba.


Verificó el muslo del rubio y los puntos que éste tenía, limpió la herida con cuidado para que cerrara bien y no doliera tanto. Miró hacia arriba mientras aun se encontraba arrodillado en medio de las piernas del mismo.


Era extraño.


Kellan sintió una diferente sensación cuando la pelirroja estaba en la misma posición, no sentía nada, por el contrario solo estaba concentrado en que su mente volara para que el dolor no fuera tan brutal. Sin embargo, tenía a Seth en la misma posición y eso hizo que pasara saliva, moviendo su manzana en el proceso, miró sus ojos y su mano izquierda se movió sola hacia su nuca, acariciando aquella parte del cabello. Podría jurar que algo se acababa de mover en su bóxer, porque sí, estaba solo con esa prenda ya que el pelinegro le estaba limpiando la herida que tenía en el muslo.


¿Hacía cuanto que no cogía?


A toda la sensación que estaba sintiendo en ese momento, fue a esa conclusión a la que llegó, todo se debía a que no había tenido sexo en mucho tiempo.


La última vez que intentó tener sexo, una pelirroja lo llevó al infierno en lugar de al cielo en cuestión de segundos.


Su mano izquierda viajó de su nuca hacia la mejilla de Seth, acariciando con su pulgar y sintiendo la textura, y se aventuró aun más mientras aquel mismo pulgar terminó sobre el labio inferior de su protegido, pasándolo con sutileza viendo como éstos de entreabrían. 


Mierda. Estaba jodido.


El estruendoso ruido de la puerta de metal abriéndose les hizo reaccionar y pronto Seth se incorporó colocándose al lado del rubio, era aquella pelirroja quien ingresaba con una sonrisa de satisfacción, había podido llegar a ver la posición en la que ambos estaban.


–Acabas de imponer un nuevo record, Death Dealer, pero intenta no hacerlo tan rápido, eso no atrae a mucha audiencia después de todo. Pero como siempre, te traigo tu recompensa. – La pelirroja caminó hacia un extremo de la habitación e hizo una señal hasta que se pudo ver como seis mujeres ingresaban; todas ellas con diminuta ropa y un par enseñando los senos junto con tacones altos y pésimo maquillaje que demostraba de donde provenían.


– ¡¿Que mierda significa esto?!– Casi gritó el rubio mientras la pelirroja no dejaba de sonreír.


–Una gratificación especial de parte de Aro. Le agradó lo brutal que puede ser. Puedes escoger la que más quieras, o incluso dos. –


–No necesito nada de esas mujeres. Largo de aquí. – Todas aquellas mujeres miraban con algo de temor al rubio quien tenía un rostro enojado y rastros de sangre y golpes. Victoria amplió más su sonrisa mientras pedía a las mujeres se retiraran.


–Vas a necesitarlas, y por lo que veo, muy pronto. – La pelirroja elevó las cejas mientras visualizaba directo hacia su miembro.


Acaso él…


¡¿Acaso tenía una erección en ese momento?!


–No creo que el joven Seth pueda ser capaz de soportar toda fuerza y brutalidad. Ya ha pasado bastante tiempo desde la última vez, ¿no?– El rubio frunció más el ceño sin dejar de verla a los ojos, ni si quiera tenía la confianza necesaria para ver a su protegido en ese momento.


–Vete. –


–Es el único privilegio que obtendrás de éste pelea, deberías usarla, hazme saber si aceptas el regalo de Aro. Nos vemos, Seth. – La voz de la pelirroja salió más aterciopelada al mencionar el nombre del más joven quien no se había movido ni un solo centímetro al ver lo que le estaban proponiendo a Kellan.


Tenía una extraña sensación en el centro del pecho.


No quería que obligaran a Kellan a algo como eso y no quería que el rubio lo aceptara.


***


Las próximas peleas fueron largas pero no lo suficiente para que el verdugo se quejara o le hiciera de más cosas a su protegido, todo era un maldito videojuego a su parecer, le daban siempre ropa distinta, una día había pasado de tener un pantalón jean rasgado con una chaqueta de cuero a estar vestido como un confederado de la guerra; esos malditos estaban locos en verdad.


Pese a sus heridas, Kellan entrenaba lo más que podía para no dejar de estar en forma, sin embargo descubrió tras la séptima pelea que comenzaba a mostrar actitudes de un hombre frustrado sexualmente.


Necesitaba coger. Así de simple y vulgar.


Era tanta su frustración que no podía ni si quiera dormir y siempre terminaba levantándose a la mitad de la noche para entrenar siempre teniendo sus ojos puestos en el cuerpo bajo esa delgada sábana blanca.


Su inconsciente le gritaba que se cogiera a ese joven cuerpo cuando antes, que era lo que necesitaba y podría dormir tranquilo y pelear mejor que en su quinta batalla en la cual casi pierde.


Casi.


Eso le costó un corte en la espalda bastante generoso.


Después del primer regalo de Aro, vinieron dos más insistiendo y se negaba rotundamente, no tendría sexo con una desconocida y menos teniendo a su protegido  viendo todo. Aunque su mente le gritara que aceptara y se saciara de una vez.


Cuando volvía de su octava victoria casi ileso, fue Victoria quien lo interceptó volviendo a proponerle a las mujeres, sin embargo el ofrecimiento fue diferente.


–A Aro le está pareciendo descortés que rechaces sus regalos y se ha podido evidenciar que tu rendimiento a decaído, por lo que te da un ultimátum: Aceptas a por lo menos una mujer en tu cama o se te retirará el privilegio de tener a tu protegido en una misma habitación, y sabes bien donde irá a parar el joven Seth.  –


– ¡No puedes hacer eso!– Hablo el rubio mientras era sujetado por varios guardias para que no atacara a Victoria.


–En realidad es Aro quien hace todo, yo intento debatir por ustedes dos pero tu Kellan no estás siendo muy amable al respecto. – Kellan se mantuvo pensativo no teniendo en mente que hacer, sin embargo no podía permitir que se llevaran a Seth a las garras de ese maldito enfermo.


–Si acepto, ¿En dónde se quedará Seth?–


–En la misma habitación. –


– ¿Qué? ¿Acaso son unos malditos enfermos? No tendré sexo frente a él. –


–Es eso o que se vaya a pasar el rato con Demetri. No me mires así, son órdenes de Aro. – Kellan no podía creer a lo que le estaban obligando, cualquiera de las dos opciones era perjudicial para Seth, no quería que le viera de aquella forma. ¿Qué pensaría de él luego de que terminara todo? ¿Podría si quiera mirarle a la cara? ¿Le odiaría? ¿Le daría asco?


Con un suspiro derrotado, Kellan aceptó el trato que Victoria le estaba proponiendo.


***


Como era habitual tras llegar de una pelea, Seth ya le esperaba sentado en el borde de la cama listo para poder curar sus heridas y brindarle de su propio alimento para que el rubio estuviera en óptimas condiciones.


Kellan se sentía algo ido al ver la cara del menor tan cerca de sí mismo, mientras desinfectaba anteriores cortes y golpes y daba una buena atención a las nuevas; tras varias peleas, Seth había aprendido bastante rápido como tratar con heridas tan graves gracias a las instrucciones de Kellan quien era un paramédico después de todo.


Cuando terminó, el rubio no dudó en tomar de la mano al menor y verle a los ojos, pese a que el rubio se encontraba sentado en aquella silla y con Seth de pie en medio de sus piernas.


–Perdóname. En verdad, perdóname. – Seth arrugó el entrecejo al no comprender a lo que se estaba refiriendo su protector y solo pudo colocar la palma de su mano en la mejilla del más alto y brindarle una sonrisa.


–Nunca me harías daño. ¿Por qué te disculpas?– Kellan intentó explicar, sin embargo la puerta de metal ser abrió y  por allí entró Victoria seguido de Demetri quien se encontraba con ropa “normal”, una jeans azules rasgados, tenis, una camiseta azul y encima una chaqueta de cuero, tenía el cabello en punta dándole un toque más juvenil, fue tanto así el cambio del verdugo que Seth casi no lo reconoce si no fuera por aquella sonrisa sádica que poseía.


–Llegó lo que tanto has estado solicitando, Death Dealer. – Kellan gruñó al escuchar las palabras distorsionadas de la verdad provenientes de aquel hombre. Seth quien aun se mantenía en medio de las piernas de Kellan, giró el cuerpo y observó entrar a cinco mujeres en diminuta ropa que no dejaba nada a la imaginación y en el caso de una de ellas no llevaba la parte superior salvo una red que intentaba ser una camiseta.


Kellan desvió la mirada mientras pasaba saliva sin saber cómo explicarle bien a Seth lo que estaba ocurriendo. Sentía la mirada del menor sobre él pero no tenía los huevos para poder verle a los ojos en ese momento.


Iba a sonar tan cobarde de su parte intentar cambiar el tema pero era lo unió que podía hacer en ese momento. – ¿Qué mierda hace ese tipo aquí?–


–Aro. – Fue aquel nombre lo único que pronunció aquella pelirroja y Kellan comprendió que el maldito lunático estaba “castigándole” por rechazarle tantas veces.


–Cuidaré del pequeño Seth. – Aquella voz fingida solo hizo que Kellan quisiera pararse de la silla para romperle la cara en ese momento.


–No lo vas a tocar. –


–Solo… me voy a asegurar de que vea el espectáculo como es debido. Voy a mostrarle lo que su “protector” es en realidad. –


–Escoge a una de ellas, mientras más rápido termine todo, es mejor. – La pelirroja se mostraba casi en desacuerdo con lo que estaba sucediendo, era más observadora de lo que aparentaba después de todo.


Pero solo era un peón en el juego de ajedrez.


– ¿Tu… pediste una mujer para tener sexo?– La débil voz se escuchó tras la de la pelirroja y ello fue suficiente para poder elevar la cabeza en dirección al pelinegro.


–Fue uno de los beneficios de la última pelea. –


– ¿Y lo aceptaste?– Seth ignoró las palabras aplacientes de la pelirroja.


–Estas preciosas mujeres están aquí después de todo. Ahí tienes tu respuesta. – Habló Demetri mientras daba un paso hacia el pelinegro pero el fortachón se colocó de pie de inmediato, intentó tocar el hombro del más joven pero éste le rehuyó, colocándose al otro extremo de la cama mientras desviaba la mirada.


Kellan sintió algo extraño en la garganta y pecho en el momento en el que su protegido no le dejó tocarle. Con todo su pesar aceptó a una de las mujeres, una rubia de cabello corto, en realidad todo en ella era corto. Seth se cruzó de brazos mientras se iba hacia una de las paredes intentando querer desaparecer en ese momento.


El rubio observó como aquella rubia de cabello corto se acercó mientras rápidamente se sentó en sus piernas besándole obscenamente y era él quien apenas le seguía el ritmo. De reojo pudo observar como Demetri tenía ya a Seth envuelto en una de sus brazos mientras que su derecha tomaba con fuerza del mentón al pelinegro para que observara todo, podía ver aquellos pequeños ojos cristalizarse mientras miraba los suyos; Demetri le susurraba algunas cosas haciendo que Seth mantuviera su mirada en él.


Las demás mujeres junto a Victoria, se fueron y ya observaba a la rubia despojarle de sus rotos pantalones y bóxer para propiciarle una mamada. El más joven de todos cerró los ojos con fuerza pese a que era doloroso como Demetri le tenía sujeto de la mandíbula.


– ¿En serio? ¡No puedo creerlo, niño!– Una estruendosa risa del verdugo se escuchó mientras volvía a susurrar en el oído de Seth, sin embargo Kellan lograba escucharlo casi a la perfección.


–Así que te gusta tu perro guardián.– Aquello descolocó al rubio haciendo que mantuviera su mirada en el menor mientras la rubia se encargaba de ponerle duro.


–Entonces mira lo que tu perro está haciendo con alguien que no eres tu… ¡MÍRA!– Demetri se alteró y sacudió con fuerza la mandíbula del menor haciendo que éste abriera los ojos mientras derramaba un par de lagrimas.


– ¿Y Alec?– Aquel último susurro alto que hizo Demetri hizo que Kellan enarcara una ceja, había escuchado ya ese nombre anteriormente. Luego de ello no volvió a escuchar más pero Seth no dejaba de removerse ante cada palabra del verdugo. Su cuerpo reaccionaba ante los movimiento de la rubia y no evitaba jadear ante cada movimiento profesional de aquella mujer, su mente comenzó a nublarse mientras su cuerpo comenzaba a moverse solo y pronto tenía a la mujer sobre la cama penetrándola con fuerza, necesitaba ello, necesitaba liberarse de toda aquella tensión sexual que no hacía más que bajarle el rendimiento en las peleas.


Los gemidos de aquella mujer se volvieron todo un coro en la habitación mientras dejaba marcas de uñas en el cuerpo algo magullado del rubio.


– ¡MÍRALO, SETH! ¡MIRA A TU PERRO EN ACCIÓN!– Los gritos de Demetri se colaron en medio de su escasa lucidez y visualizó a su protegido algo borroso sin embargo sus caderas no dejaban de envestir aquel voluminoso cuerpo bajo el suyo.


Observó el cuerpo que estaba retorciéndose de placer bajo el suyo y en un parpadeo vio a su esposa, aquellos largos cabellos rubios con esa sonrisa de satisfacción que solo Rosalie emitía al sentirse satisfecha en la cama.


Rosalie…


Rosalie…


Rosalie…


–Escúchalo… llama a su esposa muerta… a ella. A pesar de todo, la recuerda. – Sintió el clímax cerca y terminó corriéndose dentro de aquella mujer que había quedado medio inconsciente tras aquel brutal asalto con el grandulón, y era obvio que no solo era grande estatura y musculo.


Salió de aquella mujer y terminó por recostarse al lado de aquel curvilíneo cuerpo intentando recobrar el aliento.


–Mala elección, pequeño Seth, muy mala. Sigue siendo un hombre casado y heterosexual al parecer. – Demetri soltó la mandíbula del pelinegro sin dejar de rodearlo con su brazo y observó como ésta estaba húmeda por las lágrimas que había soltado.


Se escuchaba los sollozos de Seth y como éste se mordía los labios intentando aplacarlos.


–Ahora conoces en verdad al hombre que te cuida. Es mejor que sigas con tu novio de kínder, apuesto a que él si te es fiel. Ahí tienes una valiosa lección; felicidades, tu primera ilusión amorosa y la primera vez que te rompen el corazón. – Demetri pasó su lengua por la mejilla del niño probando aquellas saladas lágrimas que de un momento a otro lo excitaron.


–Cuando lo asesine… prometo cuídate bien, no tocaré a nadie más que no seas tú. – Pasó su nariz por el cuello de Seth intentando tener más de aquel aroma que le volvía loco.


–N-no…– La suave voz de Seth se hizo presente, se escuchaba rota y se escuchó como sorbía su nariz para después continuar. –Él te asesinará y yo juro que olvidaré todo. Enterraré éste momento, solo serás una pesadilla que sepultaré. No serás nada. – Los dientes de Seth estaban apretados al mencionar todo.


–No te enojes conmigo solo porque tu perro no resultó sentir nada por ti y es totalmente heterosexual. Seré una pesadilla que enterraras, pero te juro que te visitaré cada vez que duermas. Ahí estaré. – Demetri pasó su lengua por el largo cuello del joven dejando una mordida que hizo soltar un ligero grito al pelinegro.


Kellan había escuchado parcialmente lo que aquel par estaba hablando, no sabía si estaba consciente o no, si lo que había escuchando era real o solo una maldita invención de su cabeza.


¿Le gustaba a Seth?


¿Su protegido sentía más que agradecimiento hacia él? ¿Pero en qué momento todo cambió entre ellos?


Perdóname Seth. Perdón por hacer aquello que mi mente juró nunca hacer.


Perdón por hacerte daño.


Te fallé como protector.

Notas finales:

Hola pueblo, ¿Cómo están?

Espero que le brinden mucho amor a éste nuevo capítulo (:

No se olviden de los reviews que son mi única paga por aqui XD y que sean largos por favor! ;n; extraño esos super testamentos :c


Habran proximos capítulos pero con paciencia que en verdad es dificil para mio actualizar más seguido.

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Nos leemos pronto.


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