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My Protege por Beitha KangChoi

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2° Comienza el show.


No duró mucho tiempo noqueado, teniendo los ojos cerrados notaba como las luces iban y venían mientras sentía como su cuerpo estaba apresado, con un fuerte dolor de cabeza comenzó a abrir los ojos mientras escuchaba una voz bastante conocida.


– ¡Hey! ¡Hey!– Era aquel verdugo. Kellan observó como aquel hombre se acercaba, notándose a si mismo atado con aquellos correajes siendo transportado a quien sabía dónde, sin embargó aquellos soldados pararon su andar y con eso lo hicieron con él. Pero no estaba solo. –Debí matarlo cuando tuve la oportunidad. –


– ¡Alto! ¡Alto! ¡No puedes hacer eso!– Un hombre vestido con un traje negro venía tras el verdugo intentando detenerlo a que asesinara a Kellan al parecer por lo dura de su voz. Aquel hombre trajeado tenía el cabello largo y del mismo color del traje lo cual resaltaba su palidez, tenía un rostro bastante aristocrático y una mirada afilada y calculadora. En definitiva aquel era probablemente quien estaba a la cabeza de todo. – ¡No, no, no y no!– El de cabellera larga se colocó como escudo entre el verdugo y Kellan.


–Atrás, Aro. –


–No vas a matarlo. – sentenció el de traje bastante serio.


–Claro que sí. –


–Demetri, se razonable. – El verdugo por fin se quitó la negra capucha de cuero que le cubría todo el rostro y por fin Kellan pudo verlo. Aquel hombre tenía el cabello corto de color castaño con destellos rubios, que se encontraba formando puntas hacia arriba; se veía enojado con las palabras del tal Aro.


– ¿Razonable? Éste hijo de puta merece morir. – Su respiración estaba exaltada, sin embargo la expresión de Kellan era solemne.


– ¡Claro que sí! Pero no así. No sirve si muere fuera de cámara. – Kellan comenzaba a atar cabos sueltos con la conversación que ambos tenían.


–¡A la mierda las cámaras!– Pese a que Demetri se veía claramente enojado y con ganas de saltarle a la yugular a quien tuviera enfrente, se contenía teniendo a Aro delante de él.


– ¿Acaso hirió tu espíritu aventurero?–


–Él me ofendió. – La sonrisa maliciosa de Aro hizo que Demetri relajara su rostro, en definitiva no era bueno ver enojado a quien comandaba todo.


– ¡Él nos ofendió A TODOS! Escucha. – Aro colocó sus pálidas manos sobre los hombros de aquel castaño, moviéndolo un poco mientras hablaba. –Yo quisiera sostenerlo mientras tú le cortas la cabeza, pero podemos aniquilarlo, hacerlo pelear para nosotros y claramente lo hará con su protegido de por medio, el coctel tuvo buenos resultados, tenemos que aprovecharlo. –


– ¿Y qué pasará si no lo hace, si pierde?– Aro colocó sus manos en las mejillas para darle más énfasis a lo que diría y que claramente entrara en la mente de Demetri.


–Entonces harás lo que quieras, tendrás tiempo para divertirte con su protegido, y lo disfrutaras. Al diablo las cámaras. – Demetri sonrió de lado mientras su mirada se dirigía a los ojos de Kellan. Aro se colocó a un lado sabiendo que su subordinado tenía algunas cosas que decirle y era mejor eso a que lo matara.


–Un solo error tuyo y tu protegido será totalmente mío, no estarás y no habrá nadie quien lo salve. Y te juro que lo haré gritar. – Kellan no habló solo le mantuvo la mirada totalmente enojado, apretando los dientes para no soltar algún improperio que le diera más puntos al verdugo de nombre Demetri.


–Llévenselo. – habló Aro haciendo que los guardias retomaran su andar pero uno de ellos terminó siendo saco de boxeo de Demetri quien soltó todo su enojo.


***


Los guardias llevaron a Kellan a aquella celda que era más bien una cámara de tortura, sin embargo lo único bueno fue que su amigo asiático se encontraba al otro lado de aquel grueso muro y una agradable conversación se instauró hasta que el rubio preguntó cómo fue a parar en aquel lugar.


–Aquella noche mi novio salió tarde de sus clases de producción musical, me llamó y dijo que demoraría ya que tendría algunos ajustes que hacer antes de volver a casa. Ese día era perfecto para pedirle que se casara conmigo, tenía todo listo, solo faltaba que llegara, se hizo demasiado tarde y nunca llegó, contacté a las autoridades para que buscaran e incluso sus padres llegaron de Corea para darle más énfasis a la búsqueda pero no lo encontraron. De un momento a otro, desapareció. – Kellan al otro lado de grueso muro buscara algún fierro o tornillo suelto que le ayudara a salir hasta que terminó sentado en aquel catre de metal meciéndose mientras lo escuchaba hablar, sus manos las sentía húmedas y claramente no era sudor.


–Un día me llamaron de un número privado y era él, Seungri, una voz que me dijo que obedeciera todo lo que mi novio diría, terminé encontrándome con aquella mujer, la misma que mencionaste. – Kellan terminó cediendo un trozo de metal de aquella cama metálica, su mano izquierda terminó llena de sangre, pero no sintió dolor. No sintió nada. –Cuando entre a aquella habitación de hotel en el cual me citó, alguien me golpeó en la cabeza y toda la pesadilla comenzó; solo veo a Seungri cada vez que gano una pelea y lo veo destrozado, no es el mismo chico que una vez conocí, sus ojos reflejan miedo y su cuerpo golpes y marcas. –


– ¿Hace cuanto que estas aquí?– Kellan se sentó frente aquel muro perforado para hablar mejor con su amigo.


–Un mes... seis semanas quizás. Cuando nunca ves amanecer, ¿Cómo puedes saberlo?–


– ¿Por qué te eligieron?– El rubio comenzó a frotar la punta de aquel metal sobre el suelo.


–Porque entrené con armas toda mi vida. –


– ¿Peleaste hasta matarlo?–


–Son las reglas, tengo que cuidar a Seungri; son ellos o nosotros. – Pronto se escuchó como los guardias se acercaban y Kellan mandó a callar a su amigo para que no hiciera ruido. Los pasos se detuvieron hasta solo convertirse en un caminar de tacones.


Esa mujer.


–Te traje algo de comer. – La mujer tenía entre manos una bandeja con comida y pronto el estomago del rubio comenzó a quemar de solo escuchar aquella palabra luego de días. La hermosa pelirroja apoyó sus antebrazos sobre los barrotes horizontales de aquella celda y Kellan solo se mantuvo en su lugar mirándole con el ceño fruncido.


– ¿Por qué?– El rubio no dudó en incorporarse algo tambaleante y caminar algunos pasos hasta llegar frente a Victoria. La pelirroja lo observó y ofreció la bandeja una vez más.


–Es obvio. No está envenenada si es lo que crees, no me sirves muerto. – La mujer soltó un suspiro en medio de aquellos rojos labios y comió un trozo de carne que estaba en la bandeja. – ¿Feliz?– El rubio no se movió y se mantuvo en su lugar.


– ¿Y él?–


–Uhm, ya veo. – Victoria no dudó en sonreír pero sus ojos no pudieron evitar pasar por toda grandiosa fisionomía del rubio, tenía el cuerpo marcado por duro ejercicio y resaltaba aquellos fuertes abdominales que le hicieron morderse el labio inferior y relamerse los labios. –Tu protegido está bien y también comiendo o eso espero, estaba dormido cuando fui a verlo. – Ante aquellas palabras el fortachón no dudó en arrebatar la bandeja con comida y comenzar a comer con las manos, llevando todo hacia la cama de metal y seguir comiendo arrodillado.


–Tuvieron suerte ésta vez, pero no será tan fácil la próxima. –


– ¿Por qué te importa tanto?–


–Puedo ayudarte. –


– ¡No necesito tu ayuda!– El grito de Kellan hizo que parte de la comida que estaba en su boca saliera disparada del enojo al escucharla hablar pero no dejó que eso le impidiera seguir metiendo comida a su boca para saciar el hambre que tenía.


–Sin mí, estarás muerto. Y si tu mueres, ya sabes quién morirá contigo, dejaras solo a tu protegido con Demetri. – Kellan dejó de comer al escuchar aquello, algo se activó en su cabeza una vez más y no dudó en apretar sus manos en puños.


–Tú tienes que ver con esto. –


–Yo los recluté. Es obvio. Pero lo que Demetri haga está fuera del alcance de mis manos. Cada vez que ganes una pelea tendrás una recompensa, en este caso es comida para ambos y que el loco del verdugo se aleje de él, solo por hoy por lo menos.


Si sigues ganando, ganamos los tres, Death Dealer. – La pelirroja sacó algo del bolsillo de su corto vestido negro y lo lanzó hacia el suelo, cerca del rubio. Los tacones volvieron a resonar hasta dejar de escucharse y Kellan vio lo que era, se acercó teniendo aun comida en su boca y recogió la arrugada y maltratada fotografía; era su esposa con un vestido negro y tocando su vientre de ocho meses junto a una gran sonrisa.


Su mente comenzó a jugarle sucio escuchando el llanto de un bebé junto a los gritos de ayuda de su protegido, y se incorporó como resorte al ver como uno de aquellos guardias ingresaba, sin medir su fuerza no dudó en estamparlo contra el grueso muro dejando una mancha de sangre al haberle reventado al cabeza pese a que llevaba su casco.


Uno más ingresó y Kellan utilizó el trozo de metal que había afilado contra el suelo, cortándole la garganta. Corrió hasta la salida sin embargo un pinchazo y una fuerte descarga eléctrica le inmovilizó y terminó por noquearlo, cayendo como peso muerto al suelo.


***


Algo que nunca esperó sucedió.


La cabeza de todo aquel lugar decidió hablar con él, pero fue la conversación mas incomoda que pudiera tener, claro está que no se le pudo llamar conversación propiamente dicha ya que a Kellan se le colocó una camisa de fuerza junto a más correajes que le sujetaran, sin olvidar aquella mascara que le cubría el rostro haciendo un referencia que aquel loco llamado Aro era fanático de Hannibal.


En toda la conversación hubieron desaires por parte de Aro, Kellan solo mencionaba frases concisas sobre lo que pensaba de todo aquello, le prometió su libertad solo si le daba nueve peleas más, nueve peleas en la cuales ganara. Pero no solo eso.


Prometió dejarlos libres a los dos. Claro está que no precisamente en casa ya que ambos sabían mucho, habían visto la cara de todos ellos y eran testigos claves de asesinatos, secuestro y tortura. Aro mencionó que los dejaría libres en un país remoto en el cual desconocerían el lenguaje y cultura, pero libres a fin de cuentas.


Lo único que Aro pedía eran nueve peleas más y por cada pelea ganada tendrá un privilegio para él o para su protegido.


Kellan solo terminó aquel gran monologo de Aro con una sentencia; "Juro que te mataré y lo disfrutaré." La loca risa del pelinegro se escuchó antes de que los guardias lo sacaran de aquella lujosa habitación con bastante comida y bebida.


Su próxima pelea se dio, sin embargo hubo reglas que le sorprendieron.


La primera era que solo tendría 3 minutos para derrotar a su siguiente contrincante.


La segunda, tendría que no solo pelear por su protegido, sino también por el novio de su amigo, YoungBae, el tal Seungri quien se le veía amordazado atado de manos y pies a una silla con múltiples golpes en el rostro.


La tercera, lo haría específicamente con una espada, o mejor dicho una katana.


Según lo que dijo el verdugo, sino cumplía con las tres reglas mencionadas, el se divertiría con su protegido y probablemente nunca más lo volvería a ver, y Seungri moriría degollado.


La pelea dio inicio y claramente se observó quien estaba guiando todo, en la pantalla se reflejaba el nombre que le habían dado y el de su contrincante; White Samurai. Aquel hombre vestido totalmente de blanco y con el rostro cubierto por una especie de mascara, manejaba espectacularmente bien la katana, escapaba de Kellan como agua entre dedos.


Golpe tras golpe, maniobra tras maniobra y el tiempo seguía corriendo, mirando de soslayo observó como el reloj digital mostraba 2:07 minutos, cada vez quedaba poco.


El choque de ambas katanas resonaba con fuerza junto a algunos golpes a puño limpio. Un golpe potente derribó a White Samurai dejándolo tendido en el suelo, Kellan observó el reloj y pronto daban ya 1:46 minutos, no tenía tiempo. Aquel hombre de blanco peleaba como si su hubiera dependiera de eso, y en teoría así era, alguien tendría que morir después de todo.


Kellan se distrajo unos breves segundos al notar como el verdugo se encontraba junto a su protegido en una de las pantallas que se mostraban, el joven estaba pálido y ojeroso; su corazón se contrajo ante aquella visión y eso fue aprovechado por su adversario para clavarle la katana en el muslo haciendo que Kellan gritara por el filo de la espada con la carne viva.


0:30 segundos. El corazón de Kellan bombeó cada vez más fuerte mientras en ambas pantallas se observaba como en cada uno de ellos colocaban unos cuchillos justo en la yugular, esperando solo a que el tiempo concluyera.


El paramédico corrió en dirección del samurái blanco y clavó su katana en el abdomen de su contrincante empujándolo hacia el suelo y solo quedaba darle el golpe de gracia para poder darle fin a todo.


Lo que cubría el rostro del samurái cayó y su identidad salió a relucir, Kellan estaba con la katana en alto.


–Kellan...– El mencionado cayó de rodillas observando a su buen amigo desangrándose sin saber que hacer al estar en shock.


– ¡Youngbae! ¡Por dios, amigo! ¡No!– el asiático se veía cansado mientras le rubio intentaba hacer presión en la herida, haciendo un esfuerzo para que sobreviviera pero no lograba mucho, pronto unas traicioneras lagrimas cayeron observando cómo moría la única persona que pudo llamar amigo y compañero en aquel lugar que era el mismo infierno.


–Dijeron que... lo matarían. Lo lamento. –


–N-no, no, yo lo lamento, Youngbae. –


Y escuchó aquella voz que comenzaba a odiar. La voz del verdugo. –White Samurai peleó con valor pero no pudo derrotar a su oponente y no pudo salvar a su amado protegido. – El verdugo ingresó junto a dos guardias que le flanqueaban y señaló con su gran machete hacia la pantalla que mostraba al chico Seungri; quien se encontraba con él no dudó en pasar la filosa arma por la yugular del joven asiático, mirando cómo se dibujaba una línea roja para después dar paso a un mar de sangre. Kellan desvió la mirada hacia su amigo y vio como sus ojos se humedecían y comenzaba a llorar llamando al joven ya muerto, le escuchó gritar su nombre mientras le pedía perdón.


–Lo lamento, no puedo hacer nada. – Youngbae volvió a girar la cabeza hacia su buen amigo mirándole directamente a los ojos bañados en lágrimas.


– ¿Por qué dejas que éste nombre sufra?– Demetri se hizo escuchar y Kellan estaba consciente de que estaba disfrutando aquel momento. –Acabalo. Mátalo ahora. –


–Hazlo. Tengo que estar con él, necesita que alguien lo cuide, no puede estar solo. Envíame con él. – Kellan cogió la katana que había dejado a un lado con ambas manos.


–Perdóname. –


–Por fin estaremos juntos, Seungri. – Kellan soltó un grito de impotencia mientras elevaba lo más alto que podía, estando en aquella posición, la katana, y sin más terminó con el sufrimiento de su amigo en un abrir y cerrar de ojos.


Lanzó la katana hacia un lado mientras se incorporaba y observó la pantalla que mostraba a su protegido quien derramaba lagrimas silenciosas estando amordazado, sabía que aquel chico no soportaría mucho, si no terminaban ambos muertos, entonces él lo estaría pronto, emocionalmente su protegido estaba desecho. Pueda ser que no dure mucho. Tenía que hacer algo.


– ¡Hey! ¡TÚ! ¡EL QUE ESTÁ DETRÁS DE LA CORTINA!– Se atrevió a gritar. – ¡Acepto tu oferta! ¡Te daré lo mejor de mí en otras ocho peleas pero solo tengo una condición! – Death Dealer se mantuvo en silencio un par de segundos antes de continuar. – ¡EN LA ÚLTIMA PELEA LO QUIERO A ÉL!– Kellan señalo con un brazo firme hacia el verdugo quien no dudó en reírse por lo que estaba escuchando. – ¡Son mis términos! ¡Y si no te gusta, terminamos con ésta mierda ahora!– A una velocidad sorprendente, el rubio cogió la katana y se la colocó en el cuello, sabía que estaba arriesgando demasiado, no solo a él, sino al chico pero sabía que lo necesitaban para seguir con las paleas. Desvió por un par de segundos hacia la pantalla y observó a su protegido abrir en demasía los ojos, quizás al no saber lo que su protector estaba haciendo.


Hubo un silencio sepulcral por un par de minutos, pareciera que todo se estuviera hablando por interno antes de darle una respuesta al rubio.


–Tú no te suicidaras o tu protegido sufriría las consecuencias. – habló Aro por una bocina. – ¿Qué opinas tú, Demetri?–


–Aceptamos tus condiciones. – El verdugo no dudó en darle un asentimiento de cabeza hacia Kellan y éste solo le miró con odio.


***


El beneficio o recompensa que recibió por aquella pelea no solo fue una celda más limpia y amplia, también había una cama cómoda, un baño, una mesa con un botiquín y numerosos antibióticos que serian de utilidad. Todo estaba a una temperatura adecuada.


Solo sabía que de un momento a otro se encontraba sentado en una silla de metal con Victoria arrodillada entre sus piernas, pero a comparación de las múltiples noches que pasó con mujeres para olvidar su dolor, ella intentaba cerrarle el horrible corte que tenía en el muslo, le estaba cociendo a carne viva y Kellan solo podía cerrar los puños y dejar su cabeza hacia atrás.


–C-cuidado con el musculo, cuidado con el musculo. – hablaba repetidas veces mientras sentía la aguja pasar por su piel y a la vez la sangre descender por su pierna, iba a necesitar de bastante reposo para lograr sentirse mejor, estaba perdiendo demasiada sangre.


Victoria hacia lo que podía con toda la sangre de por medio, la cual dificultaba su trabajo.


–E-eso, muy bien. Jala la piel, jálala bien. – el mujer escuchaba cada indicación del paramédico, después de todo, Kellan vivía de eso. El ingresar de aquella aguja hacia que el rubia cerrara con fuerza los ojos y apretara tanto los dedos de las manos como de los pies; no sabía cuánto más tendría que soportar el dolor antes de que se desmayara.


El rubio comenzó a sentirse mareado casi no sintiendo el ingresar de la aguja en su carne y pronto cayó en la oscuridad.


En medio de la inconsciencia escuchaba a su esposa, las risas que ambos compartían, sin embargo con el pasar de los segundos se fue convirtiendo en gritos que conocía tan bien, esa voz le pedía que no lo dejara, que lo cuidara y sobretodo le pedía ayuda.


Abrió los ojos exaltado y sudando frio, estaba en aquella cómoda cama y pronto giro la cabeza para saber donde estaba, se sentía perdido, entonces la vio, aquella hermosa pelirroja estaba sentada en el suelo con la espalda pegada a la pared, con sus manos llenas de su sangre.


–Tu protegido llegará en dos minutos. –


–Di pelea. –


–Lo hiciste y ahora tienes tu recompensa. – La mujer se incorporó teniendo en sus manos sus tacones negros junto a la bandeja con todo lo utilizado para poder curar las terribles heridas de su protector. Caminó hacia la gran puerta de metal y la tocó, haciendo que pronto le abrieran y saliera por la misma.


Kellan se mantuvo recostado, escuchaba un pitido constante que le dejaba mareado hasta que en un parpadeo sintió como abrían la puerta y escuchaba gritos.


Esa voz la conocía, sin embargo, no se podía mover debido a que dos de aquellos guardias le estaban sujetando con fuerza sobre la cama.


Un golpe se escuchó y después aquella voz se convirtió en un quejido ligero que de alguna forma alertó a todos sus sentidos; los guardias salieron de aquella habitación y por fin Kellan pudo girar la cabeza y pudo ver al niño a su lado quien tenía el rostro lleno de golpes, cortes, sangre seca y algunos fluidos que era mejor no mencionar.


Lagrimas comenzaron a correr por aquellas mejillas mientras el niño a su lado tocaba su cabeza y observaba su mano llena de sangre.


–Quiero irme contigo, papá. – logró escucharle estando parcialmente consciente tras haber perdido tanta sangre hace apenas unos instantes atrás.


–T-Te sacaré... de aquí. – Aquel joven miró a los ojos de Kellan y pronto cayó en la inconsciencia teniendo aquella mano ensangrentada cerca a su rostro.


El rubio contempló aquel casi infantil rostro hasta que terminó acompañando al niño en un mundo donde podrían estar libres, cada quien con su familia, y cada quien feliz con lo que quisieran.


No supo cuanto tiempo terminó inconsciente pero escuchó como una puerta metálica se abría, de inmediato se incorporó observando entrar a la mujer con dos bandejas de comida junto con vasos de agua, lo colocó sobre la mesa metálica y sonrió al rubio.


– ¿Una siesta reparadora? Espero que estés mejor porque mañana tendrás que volver a la arena a pelear por sus vidas, Death Dealer. Parece que nuestro querido protegido no te tiene mucha confianza. – La pelirroja señaló con su mentón hacia una esquina de la gran habitación, notando al joven chico abrazar sus rodillas con fuerza mientras al parecer dormía un poco, ¿En qué momento se movió que ni si quiera le sintió hacerlo?


–Él...–


–Tienen que mejorar eso. Las cosas se pondrán difíciles si nuestro patético verdugo se entera de eso, él quiere al niño y si no confía en ti, entonces aprovechará eso. – El rubio colocó ambos pies sobre el frío suelo mientras se mantenía sentado en la cama. –Tienes que ser su protector. Tienes que estar a la altura. Coman algo. – Victoria giró y pronto salió de la habitación y quedaron ambos solos, solo se escuchaba el silencio acompañado de la respiración de ambos varones. El rubio se incorporó cojeando ligeramente al sentir las puntadas de su muslo vivos en esos momentos, estirándole la piel. Caminó hasta quedarse justo enfrente de aquel pequeño cuerpo que se intentaba proteger a sí mismo. Intentó despertarlo carraspeando la garganta pero eso no logró nada; Kellan en realidad no quería tocarlo, tras vivir una experiencia traumática desencadenaría que el muchacho frente a él se vuelva loco y se pondría histérico.


El rubio soltó un suspiro mientras bajaba a su altura con dificultad al no poder doblar en su totalidad la pierna ya que los puntos podrían abrirse y pronto volvería a sangrar. Acercó su diestra con cuidado, pudiendo ver solo la cabellera del menor sobre sus rodillas las cuales eran sujetadas por sus brazos. Tocó su hombro y lo movió con cuidado, pero no esperó que el chico saltara sobre él, con un cuchillo pequeño pero afilado a su garganta, presionándolo sin poder hacer nada, mirando solo aquellos ojos llenos de miedo, su cuerpo entero temblaba.


–No... no me toques. – Habló con voz temblorosa el niño y Kellan solo pudo asentir con la cabeza.


–Tranquilo. Estoy contigo en todo esto. Si me matas, ellos te mataran a ti. – intentaba ser razonable con el adolescente, manteniéndose en la misma posición sin hacer algún movimiento.


–Sería mejor así. – apretó el cuchillo contra la piel de la garganta del rubio haciendo que pasara saliva con dificultad. –No quiero estar aquí, me quiero ir con mi papá. – Lagrimas comenzaron a emanar de aquellos ojos, bañando sus mejillas y una que otra cayó en su rostro al estar en aquella posición.


–Yo también quisiera irme con mi familia. – Seth observó a los ojos de aquel hombre e hicieron contacto visual por un par de segundos hasta que Kellan le sorprendió con las defensas bajas, logrando tomarle de la muñeca que sostenía el cuchillo, lanzándolo al otro lado de la habitación y girar en posiciones, quedando sobre el cuerpo de Seth.


– ¡SUELTAME! ¡NO ME TOQUES!–El joven comenzó a tirar patadas y a moverse como podía, no quería que lo tocaran, no como el verdugo lo hizo tantas veces, no quería. –Por favor... por favor...– más lagrimas emanaron de aquellos ojos y Kellan esperó hasta que se tranquilizara para poder hablarle y que éste le entendiera para poder trabajar juntos y poder salir, porque tenía en mente poder salir de aquel inmundo lugar y sacar a su protegido de aquel infierno.


–El pedazo de mierda que se atrevió a golpearte, no lo volverá a hacer. Estoy aquí para cuidarte. Tú me conoces como Death Dealer. – Seth abrió los ojos y observó en medio de lágrimas aquel rostro y entonces lo reconoció, aquel hombre que mataba por él para cuidar de ambos, aquel hombre que mató a quien al parecer era su amigo para poder salvarlo a él y alejarlo del verdugo.


–Death Dealer. – el susurró de Seth calmó a Kellan, al aparecer recién lo había reconocido, sin embargo, no esperó a que el joven bajo él se zafara con tanta facilidad de en medio de sus manos para rodear con sus brazos temblorosos el cuello del rubio. El chico apretaba fuerte. –N-no dejes que me toque, no dejes que me vuelva a tocar, por favor, aléjalo de mí, no quiero volver a su habitación. Por favor. Por favor. – y pronto aquellos ruegos rápido se convirtieron en llanto una vez más, Kellan solo logró escucharle llorar ocultando su rostro en su cuello y él solo pudo rodearle con uno de sus brazos.


Ese niño –a sus ojos- estaba destruido mentalmente. El verdugo se había encargado de eso.


Juro que disfrutaré matándote, hijo de perra. Lo haré.


Kellan esperó todo el tiempo necesario hasta que el joven bajo suyo se tranquilizó y se incorporó junto al rubio y se miraron a los ojos, Seth desvió la mirada mientras se colocaba de pie y Kellan con dificultad también lo hacía.


Ambos se dirigieron hasta la mesa de metal que se encontraba casi al lado de la cama, observaron las bandejas con comida y el primero en atacar la misma fue Seth quien no reparó en que casi se atragantó dos veces pero él seguía comiendo y disfrutando de tener algo en el estomago, pese a que hace unos días alguien había llevado una bandeja con comida a su celda, el verdugo se encargó de tirar la comida y volver a "castigarlo". En pocas palabras, no había comido ni bebido nada en todo el tiempo que estuvo bajo la sombra de aquel encapuchado.


Kellan solo estuvo observándolo y probó lo que había en la bandeja, parecía una especie de asado junto a pan y agua. Comió disfrutando del sabor, en realidad no estaba nada mal pero estaba frío, eso era puntos menos. Pronto observó como la bandeja de Seth se movía hacia sí mismo empujado por el mismo propietario, Kellan no comprendió por lo cual dejó a medio camino el trozo de pan que iba a ingerir.


–T-tú... lo necesitas más que yo. – habló bajo mientras ya se encontraba bebiendo el agua del vaso de plástico, sintiéndose vivo con solo sentir algo fresco llenarle.


Kellan no mencionó nada y solo aceptó en silencio con un asentimiento de cabeza, era un logro que el joven frente a él le hablara y proporcionara mas alimento, formando poco a poco un lazo de protector y protegido.


La habitación estaba en silencio y Kellan terminó de comer, acercando nuevamente la bandeja de comida con restos que pertenecían al más joven de ambos; necesitaba a su protegido fuerte, el verdugo el día de mañana volvería a intentar quebrarlo, y eso era lo que quería impedir.


– ¿Cuál... es tu nombre? El de verdad. – Kellan observó al muchacho y como éste comía lentamente.


–Kellan. Kellan McCarthy, soy paramédico. –


–Seth Clearwater. – Y eso fue lo único que pudo escuchar de él hasta que terminó de comer y de beber de aquel vaso de agua, saciándose y mirando a un punto muerto sobre la bandeja que literalmente estaba limpia.


–Mañana volveré a pelear. –


–Pero tienes una herida en el muslo, eso no te permitirá moverte bien. – habló de inmediato Seth levantando la cabeza, pudiendo escucharle lo nervioso que se encontraba.


–Esa es la idea. Me quieren muerto. – Seth bajó nuevamente la mirada tocándose las manos nerviosamente sobre los muslos. Empezaba a presentar un cuadro de ansiedad.


–Si mueres... él... él volverá, volverá a hacerme eso. No quiero... No quiero. –


– ¡Escúchame!– Habló fuerte y claro el mayor para lograr crear un corte en la ansiedad que presentaba. –No voy a dejar que ese pedazo de mierda te vuelva a tocar, ¿entendido? Pero necesito que te mantengas fuerte mientras estoy en la pelea, él lo que quiere es quebrarte y le estas dando el gusto de verte mal. –


–Solo... no quiero que me vuelva a tocar. –


–Y no lo hará. – dijo firme mientras todo se volvía sepulcral una vez más. El verdugo en verdad había quebrado la voluntad de aquel joven sentado frente a él, en sus ojos brillaba el miedo cada vez que hablaba de ese hombre, cada vez que mencionaba que no quería que lo tocara. Y Kellan llegó a la conclusión que ese imbécil hizo más que solo tocarlo. Apostaría su propia vida a que así era.


El verdugo si lo había quebrado, y estaba hablando en todos los sentidos.


–Mírame. – Seth elevó la mirada dubitativamente mientras relajaba sus manos al quedarse viendo aquellos ojos. –No dejaré que de hoy en adelante ese hombre te vuelva a tocar. Te cuidaré. Pelearé por ti. Mataré a quien tenga que matar para poder asegurar tu vida. Soy la única persona que nunca te haría daño aquí, así que confía en mí, Seth. Y lo único que te pido es que no dejes que él te vuelva a quebrar, haga lo que haga mientras yo estoy en la arena, mantente firme que al final estarás de nuevo aquí, conmigo, cuidándote. ¿Lo entiendes?– El menor asintió con la cabeza mientras se incorporaba de la silla y se recostaba en la cama haciendo que el mayor soltara un suspiro al sentirse comprendido por aquel chico.


Kellan observó su pierna y colocó una mano sobre ella sintiendo una corriente de dolor recorrerle, no sabía como lo haría pero tenía que salir vivo por su protegido el día de mañana. Tenía que llegar hasta el verdugo, cada oponente tenía que caer y poder sentir la sangre de aquel encapuchado en sus manos, hacerle sufrir y escucharle gritar.


Se acercó hacia la cama y terminó recostándose mientras las luces al parecer no tenían intensión de apagarse, el joven a su lado le daba la espalda y no quiso despertarlo, quizás dormía y a veces es mejor huir al mundo de los sueños en lugar de enfrentar una realidad tan cruel como la que estaban viviendo.


–Mamá... estuvo con otro hombre luego de que mi padre muriera, y solo había pasado un mes. – la voz de Seth se escuchó y Kellan solo pudo quedarse callado para que el menor lograra hacer catarsis con todo lo que le fuera a decir. Era una buena forma de conocerse. –Mamá decía amar a mi padre pero... no guardó luto y la vi besándose con el mejor amigo de mi papá. Me dan asco. –


– ¿Y qué hiciste?–


–Estaban haciendo una ceremonia para conmemorar el mes de fallecimiento de mi padre, pero para mí todo era tan falso, ese hombre que se decía su amigo, mi tío, cada vez que lo veía pensativo en esa reunión, aparentando sentirse mal, quería golpearlo.


No salía de mi habitación, siempre golpeaban la puerta los dos, mi mamá lloraba por horas esperando a que le abriera pero no lo hacía, ese hombre también me lo pedía pero los ignoraba a ambos. Y cuando los escuchaba irse los dos, me escapaba por la ventana y me iba a las calles donde me encontraba con algunos amigos del instituto donde estudiaba, me invitaban a unirme a ellos y fue cuando comencé a drogarme para intentar olvidar lo que sentía, todo el dolor que me dejó la muerte de mi papá. Y así lo hice, cada noche, amigos del mismo instituto iba a mi casa para hablar conmigo pero nunca les abría, no quería a nadie a mi lado... ni si quiera a Alec. – ¿Y Quién era Alec?


– ¿Tienes hermanos?–


–Una hermana mayor, Leah. Ella no pudo estar cuando conmemoraron el primer mes de fallecimiento de papá, y era mejor, con su embarazo el vuelo sería peligroso y sé que sería aun peor si se enteraba lo que había pasado entre mamá y Charlie. Me alegra que ella tenga a Nahuel. – Habló y se quedó callado hasta que le escuchó sorber su nariz, claramente estaba llorando. –Por lo menos en uno de los dos recae todo el dolor, Leah siempre me cuidó, se lo debo. Paul es mi otro hermano, es el mayor de los tres. – Una pequeña risa se escuchó y eso hizo que Kellan girara el cuello en su dirección. –Paul cuidó de nosotros desde que nos vio nacer a Leah y a mí, o eso me decía mamá. Hasta que lo enviaron a estudiar a Londres para que se encargara de los negocios de nuestro padre. Nunca supe como llevó la muerte de papá, después de que lo enterraran, él tuvo que volar de nuevo a Londres, no sé si lo hizo por negocios, quizás quería estar alejado de todo o solo no quería que nadie lo viera quebrarse. Ni su familia.–


– ¿Y qué hay con él?– quiso saber un poco más sabiendo que aquel hermano, Paul, era quizás más significativo que su hermana Leah.


–Paul enviaba cartas cada fin de semana o cada fin de mes, Leah y yo le preguntábamos porqué cartas, un mensaje de texto era más rápido y siempre nos decía que en una carta se podía plasmar el verdadero sentimiento que se quiere transmitir a comparación de un frio mensaje de texto que recurría a emoticones para complementar como uno se puede sentir. En una de las últimas cartas que le escribí a mi hermano le conté lo que pasaba, lo que vi, como me sentía, lo que hacía y lo que quería hacer. – el cuerpo de Seth se encogió en si mismo quedando en posición fetal.


– ¿Te respondió?–


–Lo hizo, me llamó desde Londres y me dijo que cuando él llegara iba a poder todo en orden, que nadie iba a mancillar el nombre de nuestro padre, que me iría a vivir con él de ser necesario y que empezaríamos una vida en Londres. – Sin planteárselo, el niño giró sobre su eje y quedó en posición hacia Kellan pero sin mirarle, manteniendo su mirada en algún punto de la cama en la cual estaban. –Paul peleó con mamá por teléfono, se escuchaban enojados y sentía que era yo quien fragmentaba más y más a la familia, esa noche guardé parte de mi ropa en una mochila junto a algo de dinero que tenía ahorrado y me fui nuevamente donde mis amigos, me drogué con ellos para intentar nuevamente olvidar el dolor que sentía, les dije que me iría lejos, a cualquier lugar, solo quería estar lejos y si moría en el trayecto sería mucho mejor.


– ¿Con cuál de tus hermanos te fuiste?–


–Con ninguno, quería irme con Paul, si Leah se enteraba de lo que estaba pasando, probablemente alteraría su embarazo y era lo que menos quería, ese bebé no tenía la culpa de nada, quería que mi hermana tuviera un embarazo tranquilo junto a Nahuel. – Kellan cerró los ojos al escuchar un llanto de un bebé junto a un grito de mujer tan fuerte que le obligó a empuñar sus manos a sus costados.


– ¿Entonces a donde fuiste?– Su voz salió un poco más dura y forzada que el resto de preguntas.


–Me desvié del camino mientras pensaba irme con Paul, caminé en la noche hasta el cementerio, quería hablar con papá antes de hacer una estupidez; mientras caminaba un auto se acercó y dentro había una mujer pelirroja, muy linda y se ofreció a darme un aventón, pero lo rechacé, la mujer continuó insistiendo y entonces algo en mi dijo que era mejor alejarse y comencé a caminar por otra calle pero entonces unos hombres me cerraron el paso, aparecieron de la nada, intenté huir pero estaba tan drogado que yo mismo tropezaba con mis propios pies y terminé en un callejón sin salida, me golpearon para que dejara de moverme y por último me dieron un fuerte golpe en la cabeza. Al abrir los ojos ya estaba aquí. –


Seth elevó la mirada y vio de perfil al hombre fuerte y rubio que tenía al lado.


–Tienes a personas que te esperan en casa. Te sacaré de aquí, lo juro, Seth. – Kellan giró la cabeza y observó al menor mirarle a los ojos.


– ¿Y tú? ¿Hay alguien que te espera?– El rubio se pensó mucho la pregunta que le hizo y soltó un suspiro sin dejar de verle a los ojos.


–No tengo a nadie. –


–Entonces ya somos dos. –


Luego de aquella conversación que ambos tuvieron Kellan se mantuvo mirando el rostro de aquel niño el cual se mantenía a su lado sin moverse aun en posición fetal pero mantenía sus ojos sobre el rubio fortachón. Quizás ahora era turno que Kellan le contara algo de sí mismo al niño que le miraba esperando escuchar algo.

Notas finales:

¡Hola pueblo!

Disfruten del capítulo del día de hoy, no se olviden de comentar para continuar con nuevos proyectos como éstos.

A más Reviews, me obligaré a subir cuando antes y lograr terminarlos (:

Gracias a las hermosas personas que me dejaron los reviews :3

Nos leemos pronto.

¡B&M al poder! :3


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