Puma
Bucky Barnes, un famoso actor de cine, era entrevistado en el programa de Wade Wilson, un irreverente conductor que a menudo aparecía disfrazado con un traje rojo, y era tanta su locura que incluso amenazaba a sus invitados con katanas (bromeando decía él), sin embargo era uno de los shows más vistos en el país, y era un verdadero pecado no aparecer en el.
Ataviado con un enorme diamante Ashoka de 40 quilates en su dedo anular, una pulsera sobre pedido en forma de dos pumas encontrados, repletas de diamantes y con apliques de ónix; y un enorme broche de oro en su solapa, con forma de hoja y cubierto de esmeraldas, el chico de Brooklyn respondía con sagacidad las afiladas preguntas del ocurrente conductor.
- Bueno y dígame Buck… ¿Todas estas alhajas son de veras?
- ¡¿Cómo?! – la pregunta si tomó por sorpresa al castaño - ¡¿Qué quiere decir de veras?! – el enojo en este caso había sido evidente.
- ¿No son de vidrio? – Wade alzó las cejas, en tono de burla.
- Pues – Bucky en seguida captó la idea de que estaba siendo objeto de una broma - ¿usted que cree?
- Digo yo…
- Bueno ¿usted que cree? – Bucky soltó una risa socarrona, interrumpiendo a Wade.
- Es que son muchas – tomó el dedo anular de Bucky para observar mejor el diamante – mire este parece de baterías ¿cuál dijo que era la denominación?
- Yo soy muy modesto – Bucky apretó los dientes, estaba acostumbrado a las bromas pero no demasiado – a mi no me gusta decir, adivine usted si quiere.
- Es un brillante entonces – le contestó burlón el anfitrión.
- No, es un diamante – Bucky le respondió de una manera más altiva.
- Bueno y esto… - tomó la muñeca del castaño acariciando las panteras - ¿Es cierto que a usted su esposo, el Coronel Rogers le dice “Puma”?
- Me dice Puma si… - Bucky se le quedó mirando extrañado - ¿Cómo sabe usted que me dice puma?
- Un reportero no revela las fuentes de su trabajo – Wade volteó hacia donde estaba Steve observando la entrevista y le guiñó un ojo.
- Me dice Puma por facilón, dócil, obediente – giró hacia Steve – bueno – y soltó una enorme carcajada.
La entrevista terminó y Wade se acercó a despedir al matrimonio Rogers, agradeciéndole estos por la invitación a Bucky. Comenzaron a caminar al auto cuando Steve se detuvo repentinamente.
- ¿Steve? ¿Todo bien? – le preguntó el castaño extrañado
- Así es mi pequeño puma – y se lanzó contra el chico, besándolo juguetonamente y ronroneando en su cuello.
---
El collar de Esmeraldas
El día de la boda había llegado y todo el mundo se conmocionó. Nunca, nadie de sus amigos esperó que el incasable Thor Odinson por fin encontrara con quien sentar cabeza.
Thor: el macho seductor, parrandero, bohemio e infiel, y justamente se rindió ante alguien con un carácter igual pero contrario a la vez. El misterioso Loki Laufeison, llegado también de tierras nórdicas.
Esos hipnóticos ojos verdes a los que el mismo Thor los había bautizado como las “esmeraldas boreales” contrastaban con los suyos azules a la luz de la luna, el guerrero estaba rendido ante los pies de aquel enigmático ser.
Loki rápidamente se hizo de una fama: el ser caprichoso, y Thor, halagado, lo complacía en todo.
Pero el día de la boda estaba en su auge: ante todos sus amigos, Thor firmó con lo que luego Scott Lang le bromearía que sería su sentencia de muerte. Loki, con una enorme sonrisa y sin ser acompañado por nadie, firmó el acta de matrimonio.
La boda en si fue un suceso que sacudió a la sociedad neoyorkina: periodistas, amigos de Thor, las revistas de moda que no perdieron ningún detalle sobre el enlace.
El rubio a modo de regalo de bodas, le obsequió al moreno un magnífico collar de esmeraldas, las cuales colgaban en forma de gota a través de una ornamentada cadena de platino. Tal regalo no solo era un regalo de bodas, sino un testimonio del gigante noruego hacia el danés.
Pasaron once meses de la boda; once meses en los cuales Thor y Loki viajaron por el mundo por un mes, regresando, Loki tuvo que partir por cuestiones de trabajo a la ciudad de París. Thor, enfermo de una hepatitis, viajó a Los Ángeles por cuestiones de trabajo también; pero enfermó gravemente y cayó en cama. El moreno ni tardo ni perezoso regresó de inmediato a los EEUU, solamente para ver a su amado morir en sus brazos.
Loki regresó con el féretro a Nueva York, los amigos de Thor, devastados, fueron a recibirlos, sin embargo, la familia de Thor también había asistido, desesperada ante la situación en la que el rubio se había endeudado por los constantes caprichos del moreno: el penthouse, por el cual había desembolsado una fuerte cantidad, el anillo de bodas, la boda en sí, y el famoso regalo; sin embargo, el pago del collar, valuado en 300,000 dólares, no había sido terminado de pagar.
El collar le fue exigido al moreno, ya que la familia del rubio consideraba que no era justo que ellos pagaran la costosa joya.
Pero Loki, a su modo característico de contestar fue simplemente:
- Lo dado, dado. Como viudo me corresponde el collar, además de que ya me encariñe con él.