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Te amo, a pesar de mis cadenas por Kurenai_801

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Notas del capitulo:

Kyo Kara Maou! No es de mi propiedad.
Sin fines de lucro.

 

Capitulo 3

 Verdad convertida en obstáculo

 

6:28 de la tarde. Entro  discretamente en la mansión, ridículamente grande para una familia disfuncional. Los lujos solamente tratan de  llenar  el vacío que hay en cada corazón de los miembros de la familia. Sobrepuestos, desprendidos, está es solamente una casa y no un hogar. Incluso dentro de ella hay más frio que afuera, en la intemperie, donde reina la fría temperatura de otoño.

 

—¿Dónde estabas, Wolfy? —aparece bajando las gradas en caracol, la señora Chery, y detrás de ella viene su hijo, Gwendal.

—Este… yo —pensaba entrar a escondidas, sin que me vieran ¿Qué haré ahora?

—¿Qué traes ahí? —pregunta Gwendal, acercándose a mí y quitándome la bolsa negra de mis manos.

—Bueno, es, una pintura que me regalaron en el parque.

—¡Ohh! Está muy linda, te ves muy lindo ahí, Wolfram —dice la señora acercándose a su hijo.

—De todas maneras, no deberías estar fuera, han pasado treinta y dos minutos de la hora…

—¿Por qué tendrías que decirme tú a qué hora entrar? —interrumpo molesto.

—¡Ah! Wolfram! entonces ¿Pasaste por el parque? —trata de cambiar el tema la señora.

—Sí. Conocí al pintor de este cuadro que fue muy atento y amable conmigo. Realmente me agrada, y mañana lo visitaré —lo dije a apropósito para molestar a Gwendal. Ahora camino  hacia las escaleras.

—¿Sin mi permiso? Recuerda que hoy saliste de la oficina sin decírmelo.

—Yo… Ni a mi padre le doy razón de lo que hago. Deberías estar feliz de que al menos haya regresado —de verdad me molesta su actitud controladora.

—Gwendal, ya basta. Wolfram, olvidas tu retrato.

—¡Ah! Gwendal, puedes quedártelo. Mañana me pintarán otro —sonrío burlonamente desde la última grada, sé que a él le molesta.

—¿Por qué simplemente no te quedas callado? Como una muñeca de porcelana. Te verías más lindo.

 

 

¡¿Qué dice este imbécil?! ¡Odio que quiera tratarme como a un objeto! Cierro mis puños, quiero golpearlo.

 

 

—…¡Tú! —susurro con irritación. En un arrebato de cólera tiro con fuerza el florero que esta sobre un mueble, cae y se desploma contra el azulejo, cayendo a unos centímetros de Gwendal  —L-lo siento, señora Chery ¡Pagaré su jarrón! —Demonios! Soy tan impulsivo, ese florero es de la señora. Me asomo al barandal a ver mi desastre.

—No te preocupes, Wolfram, ese jarrón, bueno, los jarrones de esa mesilla siempre corren con la misma suerte —Ella sonríe, como si tirar los jarrones de la mesilla fuera algo normal —Ve a descansar, Wolfy.

—Buenas noches —me despido aprovechando la complicidad de ella.

 

De verdad, me da cólera como me trata este hombre. Afortunadamente, en esta casa la única persona que está a mi lado es la señora Chery, como si ella supiera cómo me siento internamente.

 

 

 

~°~°~°w°~°~°~

 

 

 

—Ya me voy —anuncio desde el sofá de cuero negro a Gwendal.

—Está bien —sin despegar la vista de sus documentos.

—¿Está bien? ¿No vas a decirme que “No” o “Sin mi permiso no vas a ninguna parte”?

—Dije que está bien, pero —aquí viene —te llevará tu guardaespaldas.

—¿Guardaespaldas? ¿Cuándo dije que quería uno?

—¿Es necesario que lo digas? Yo lo ordeno y punto.

—Pero…

—Pero nada —levanta la vista.

—De acuerdo —me levanto y salgo  enojado del despacho.

 

Esto es el colmo. Mandarme un guardaespaldas. No sé ni por qué no he dicho nada y he aguantado todo este tiempo en esa casa ¿Soy tonto o quizás me da pena dejar a mi papá en su situación y por eso quiero de alguna manera ayudarlo?

 

 

—¡Amito!

—¡Qué dice!

—¡Y qué! ¡Dice que! ¡Señor Gwendal! ¡Yo lo acompaño! —Un grupo de empleados acosadores se acerca a mí cuando salgo  del elevador, diciendo cosas que no entiendo.

—¿Qué?

—Que lo espera su guardaespaldas afuera —dice  una señora de la limpieza el otro lado de la bola de gente, ganándose una mirada furibunda de los empleados.

—¡Ah! ¡Gracias!

 

—Buenas tardes, Joven Bielefeld. Soy su nuevo guardaespaldas –saluda con una sonrisa, un tipo de ojos café oscuro y cabello negro con unos redondos anteojos. Su traje es completamente formal color negro, camisa blanca y corbata. Lleva un auricular en el oído izquierdo.  Abre  la puerta del auto —mi nombre es Murata Ken.

—…Gracias —subo a la parte de atrás y él se dirige a la cabina del piloto. Veo que toma un objeto cercano a su auricular y susurra algo.

 

—Y ¿A dónde se dirige? —Pregunta Murata Ken ya dentro del auto, mirándome por el retrovisor.

—Al parque. Por eso debería ir caminando —trato  de abrir la puerta, pero el auto comienza a andar.

—No. Para eso me contrataron, para que le sirva en todo lo que pueda.

—No es necesario —entonces mejor me cruzo de brazos.

 

 

 

—.—.—.—

 

Han pasado cinco meses desde que conocí a Yuuri aquella tarde que hizo mi boceto en su cuaderno. Desde este tiempo llegué a la conclusión de que él me gusta. Se lo dije… aunque no ha pasado nada más, nos hacemos los tontos.

 

Voy corriendo hacia Yuuri, él me abraza tan fuertemente que hace que me sonroje un poco. Veo que el guardaespaldas Ken Murata abre los ojos con sorpresa, luego sonríe en picardía como si descubriese algo.

 

—¿Quién es? —pregunta Yuuri, mirando a Murata.

—Es mi guardaespaldas —digo con vergüenza.

—¿Si? Bueno, pues puedes irte porque no te necesitaremos —sonríe burlonamente Yuuri.

—No puedo, mis órdenes son cuidar y acompañar al señor Bielefeld.

¡Oye! Querrás decir “vigilar”.

—Bueno, está bien, puedes quedarte —Yuuri me toma de la mano y me lleva hacia donde están sus cosas. Entrelaza sus dedos con los míos, poniéndome nervioso, me suelto  —¿Qué pasa, Wolfram?

—¿No creerás que somos “novios” o algo así, no?

—¿Por qué no? Hace tiempo te dije que me gustas… Aunque luego me empujaste y dijiste que terminara tu pintura. Tú también lo dijiste…

—Sí, pero… “gustar” es algo diferente a “querer” y diferente a “amar” —lo digo casi susurrando.

—Entonces ¿Quieres que te diga que te quiero y que te amo? Es rápido, pero de igual forma te qui…

—¡No, Yuuri! En primer lugar ¿Cómo le dices eso a alguien que apenas conoces? Y en segundo lugar… no sé pero, es cierto, tú me gustas… mucho, pero es algo que no podría ser porque,  en tercer lugar…

—¡Hola, chico retrato! —Siento que me abrazan con fuerza.

—Yozak, te ves bien —escucho a Yuuri reír suavemente.

—¡Graciaaaas! Vaya… ¿Quién es este chico? —señala  a Murata.

—Un guardaespaldas que contrataron para mí.

—¿Qué? ¿Por qué? ¿Eres una persona importante? —me mira con duda.

—No. Soy una persona normal, pero es alguien que me molesta. Y ahora quiere vigilarme por medio de este hombre —miro al guardaespaldas Ken Murata, y nuevamente toma esa cosa cerca de su auricular y murmura algo mientras mira a Yuuri, Yozak y a mí.

—¡Oh! Ya veo. Eso debe ser realmente molesto ¿No crees Yuuri? —Yozak, mira irónicamente a Yuuri, pero no sé porqué.

—Creo que mucho —mira seriamente a Yozak —pero bueno, siempre hay una manera de hacer enfadar a los guardias —me mira sonriendo y toma nuevamente mi mano para salir corriendo.

—Qu… ¡Yuuri! —él no deja de correr. Llevándome hacia un lugar que desconozco.

—¡Joven Bielefeld! —veo hacia atrás y viene Ken Murata corriendo atrás de nosotros. Detrás de él viene Yozak.

—¡Yuuri, me meterás en problemas! —ahora me siento asustado, con ese sujeto siguiéndome, no sé que le dirá a Gwendal y… ¡Me matará!

Un golpe fuerte en el suelo, vuelvo la mirada y Yozak ha caído con el guardia, me guiña el ojo como diciendo lo retendré. Sí que es de ayuda.

 

 

Nos hemos alejado bastante de Yozak y Ken Murata, este parque es bastante grande. Estoy con Yuuri junto a unos arbustos y árboles sin hojas, es otoño, el césped se ha perdido y es cubierto por un montón de hojas secas.

 

—Ahora sí podemos hablar sin ser interrumpidos —Yuuri se recuesta en el árbol con las manos en la nuca y mirándome sonriente.

—¿Si? ¿Y qué quieres hablar? —juego con mi  mano derecha el zipper de mi sudadero blanco, de arriba abajo, escondo mi otra mano en el bolsillo de mi pantalón azul marino.

—Yo te estaba diciendo que te quiero —susurra como si nada, mirándome aun en esa posición.

 

 

Me siento realmente mal, no quiero herirlo. Aun así, siento que me he enamorado de este pintor desdichado y libremente callejero. Quiero corresponderle, pero…

 

—Yo… —no puedo, se han encontrado tantos sentimientos dentro de mí que quiero vomitar —No puedes… —mi pecho se oprime —no podemos… —me siento enojado —no podrá ser… —estoy molesto con todos, pero… —Yo… Voy a casarme… se llama Gwendal…

 

Quiero llorar mi maldita desgracia. Todos pueden elegir lo que es para mí, pero si yo lo hago, se vuelve imposible. Que realidad tan miserable y cruel. Busco la mirada de Yuuri que está mirándome asombrado, su rostro me muestra un corazón partido, y a la vez me parte el alma, aun más de lo que ya está.

 

—Lo siento —sí lo siento, creo que sé lo que él está sintiendo, incluso creo que yo sufro más —perdóname —me disculpo ¿Debería hacerlo? ¿Por enamorarlo? ¡Él me ha enamorado a mí!

Me volteo, no quiero ver su rostro triste, siento que lágrimas empiezan a brotar. No te conozco del todo, Yuuri, pero siento que te quiero. Un inadvertido abrazo me hace estremecer. Es Yuuri quien me abraza por la espalda. El silencio que nos inunda es llenado por ráfagas de viento.

 

—…Al menos —susurra en mi oído después de un largo momento. —Déjame ser tu amigo —¿Una amistad? Es algo que nos dañaría a ambos, pero sí quiero, no quiero alejarme de él, tal vez somos masoquistas. Me doy la vuelta para verlo de frente. No me había dado cuenta, pero tengo que elevar un poco la vista para ver sus negros ojos.

—Sí… amigos —es algo masoquista, pero no lo quiero dejar. Estoy molesto con todos, pero… a ti, Yuuri, te quiero…

 

Sus labios rozan mi nariz, él sonríe, pero sus ojos están tristes. Me abraza y esconde su rostro en mi cuello, a pesar de haber dicho eso, llora. Siento sus lágrimas mojar mi cuello y mi sudadero  ¿Lo puedo evitar? Absolutamente no. Pongo mis ojos sobre su hombro y lloro. A pesar de estar juntos, esto es imposible ¿Por qué no te conocí nueve meses antes?

 

 

—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—

 

 

 

Camino detrás de Yuuri, cabizbajo. Después de abrazarnos, se separó de mí y me dijo que fuéramos donde Yozak y mi guardaespaldas. Caminó delante de mí, sin decir nada, con las manos en los  bolsillos de su chaqueta beige. Quise ir y andar con él del brazo, pero eso no es algo que harían los amigos. Bueno, tal vez sí, pero yo no, ya que como dije, lo heriría más.

 

 

Llegamos con Yozak y Murata Ken, ellos están platicando agradablemente, lo cual me sorprende mucho. Creí que estarían peleando.

 

—Joven Bielefeld, deberíamos irnos. Me han estado llamando. Nos meteremos en problemas si no llegamos ahora.

—¿Qué? ¿Ahora ustedes se llevan bien? —Pregunta Yuuri sin mucho interés, aun no me da la cara.

—Mejor de lo que crees —responde Yozak con esa sonrisa, pero se da cuenta de su semblante. Imagino que está abatido, porque hace un gesto de preocupación arrugando la frente y luego me mira.

—Ya veo —Yuuri toma una botella de agua y tira un poco en su rostro. Aun estoy detrás de él, solamente veo que pasar su mano sobre su rostro, a su cabello y luego a su cuello —¿Vendrás mañana, Wolfram? —Al fin voltea y me dedica una sonrisa, una gota cae de la punta de un cabello pasando sobre su nariz y sus labios, cayendo desde su barbilla sobre su chaqueta. Me parece lindo.

—S-si —respondo sin pensarlo muy bien, mientras veo resbalar gotas por su cuello.

—Bien. Entonces nos vamos, Joven Bielefeld —Murata Ken camina hacia el auto. Y de forma extraña lo sigo, pero sin querer desprender la vista de esos dolorosos ojos negros…

 

 

 

 

 

 

—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—

 

 

 

 

 

 

—¡Wolfram! ¡Wolfram! ¡Oye, te estoy hablando! ¡Wolfram! —Gwendal viene caminando detrás de mí. Me siento enojado, si no fuera por él, no tuviera esta dificultad. Cierro la puerta de mi habitación con llave para que no entre.

 

Me tiro sobre mi cama. Realmente me duele estar en esta situación, abrazo la almohada y empiezo a llorar. Obligado a estar con alguien a quien no amo, ni siquiera conozco muy bien quién es. Creí que podría acostumbrarme, pero llevo nueve meses aquí y no puedo. Dijeron que sería parte de la familia, pero me siento la mascota de este sujeto, Gwendal.

 

—¡Wolfy! ¿Te sucedió algo, cariño? —Escucho la voz de la señora Chery al otro lado la puerta. Tengo ganas de dejarla entrar, sé que ella sabrá cómo me siento. Sí, porque su matrimonio también fue arreglado, como el mío.

—¿Qué hizo hoy? —Pregunta el padre de Gwendal a alguna persona.

—Solamente estuvimos en el parque, señor Kisho—ese es Ken Murata, me alivia que no haya dicho nada comprometedor.

—Yo digo que simplemente tuvo un mal día y se desquita contigo, Gwendal. Después de todo, es obvio que te odia. —Esa voz, ese es el hermano de Gwendal, Shinou. Concuerdo con él. Imagino su sonrisa y esos ojos azules haciendo un ademán mordaz a su hermano mayor.

—A ti nadie te pidió tu opinión —dice Gwendal. Ahora imagino esa vena que salta cuando se enfada mucho, siempre la veo pues siempre lo hago enfadar, desde que llegue a esta mansión.

 

Mientras ellos siguen peleando ahí afuera, yo no he parado de llorar. Ya casi no los oigo, estoy cansado de llorar. Mejor dejo que la noche me abrace…

 

 

 

 

 

~°~°~°w°~°~°~

 

 

 

 

 

Amanece.  Quedé profundamente dormido que ni siquiera me moví en toda la noche, estaba muy cansado. Veo el reloj despertador, son las 9:29 a.m. Qué raro, hoy no me llamaron para que fuera a la oficina con Gwendal, me siento feliz, un poco. Voy a bañarme y bajo a desayunar.

Ya me doy cuenta porque Shinou no está con nosotros en los desayunos… ¡Se levanta media hora después de irnos!

 

—Buenos días principito. Quiero decir… Buenas noches ¿Qué son estas horas de levantarse? —Me mira tomando su vaso con jugo de naranja.

—Quien habla —fingimos llevarnos mal, pero cuando más estoy en apuros es de los primeros en estar conmigo. Cuando peleo con Gwendal, por ejemplo —¿Puedo acompañarte? —En realidad le tengo confianza, es como el hermano que nunca tuve.

—Tú sabes que sí —sonríe —Oye! ¿Por qué haces eso? ¡Hay un ejército de empleados que lo pueden hacer por ti! —Observa un poco preocupado mientras me sirvo cereal.

—¿Qué dices? Deberías aprender a usar las manos —me siento en el lugar que me fue asignado, en frente de Shinou.

—¡Yo las uso! —Él ríe. —Deberías agradecer que te incluyera en el grupo de los sexis rubios como yo, a pesar de ser un poco raro —pone sus manos en la nuca.

—Yo no soy raro. —Sus exageraciones me divierten. Pero es cierto, Shinou me presentó a su grupo “especial” de amigos, donde todos (cinco miembros) son rubios. Eso sí es raro. Aunque el resto de sus amigos no lo son.

—Y… —Vuelve a hablar Shinou. — ¿Ya te acostumbraste a esta vida?

—Pues, no me quejo. La mayoría de personas  anhelan vivir esto. Pero es algo aburrido.

—Entonces haz algo para que no sea aburrido.

—¿Qué haces tú?

—Yo practico tenis y natación.

—¿Y después?

—Luego, este año tomaré un cargo en la empresa de mi padre.

—Ya ves ¿Y qué quieres que haga yo?

—Tú tomarás el rol de “esposa”. Quédate en casa y ve a clubs, como mi madre.

 

Sé que Shinou lo dice para molestarme. Pero pensándolo en serio, detesto la idea. Trago con dificultad la última cucharada de cereal. Aun así, esta familia es muy conservadora con respecto a los roles.


—Con permiso —musito y sin escuchar respuesta me dirijo un tanto molesto hacia la sala.

 

—Wolfram, no te enfades. Solo bromeaba.

—Lo sé, no te preocupes —giro para verlo desde la puerta del comedor. —Pero de solo pensarlo se me ha quitado el apetito.

—Disculpa. Oye ya sé. Vamos de compras. —¿Qué dice? Parece que de Shinou puedo esperar lo inesperado.

—Creí que solo las chicas hacían eso.

—Wolfram —se pone de pie tratando de ser serio —si los chicos no fueran de compras andarían desnudos y sin zapatos en la calle. —Él frunce los labios. —Luego dices que los conservadores somos nosotros.

Cómo si hubiese leído mi mente.

—Es cierto, pero yo no tengo dinero.

—¡¿Qué?! ¡¡JAJAJAJAJAJA!! —Él empieza a reír como loco, se pega con una mano en la frente y pone la mano derecha en su estomago —¡¡JAJAJAJAJAJAJA!! —Ahora se dobla y se pega en la rodilla con la mano izquierda, aun se sostiene el estómago con la derecha.

—¡¿Por qué te ríes de mí?! —Me acerco molesto hacia él, que ahora se sostiene con dificultad en la orilla de la mesa.

—¡Dices que no tienes dinero…! —Aún sigue riendo. —Y… —saca algo de su billetera —¿Para qué sirve esto?

—¡Pero eso es tuyo! —Es una tarjeta de crédito supongo.

—¿Acaso Gwendal no tiene una? —Ya veo a dónde quiere llegar.

—No le pediré nada a ese tipo —me cruzo de brazos.

—No tienes por qué hacerlo. Solamente tómala y ya —Lo dice como si fuera lo más simple del mundo.

—Y luego ¿Qué?...

 

 

—.—.—.—.—.—.—.—.—

 

 

¿Para qué diré algo que no es cierto? Me gusta comprar cosas para mí. De hecho lo hacía cuando vivía con mi padre, que es dueño de una licorería, así que de vez en cuando me daba dinero para lo que necesitara. Me sorprende de sobremanera cómo despilfarra Shinou.

 

—Qué bueno que aceptaste venir conmigo —dice mirando las vitrinas de una tienda.

—Da igual, Gwendal tal vez ni siquiera se enfade conmigo.

—Pero no llevas mucha cosas —señala mis cuatro bolsas.

—Con esto es suficiente. Deberías aprender a no comprar cualquier cosa que te parezca linda, luego no las usas —miro las bolsas de él,  las lleva su guardaespaldas Leo.

—Mira ¿Qué hay ahí? —Señala un salón donde hay muchas luces.

—No lo sé, tampoco sabía que en el centro comercial podrían hacer eventos, ahí dice: Privado. No podemos entrar. —Pero es tarde, Shinou ya está en la entrada, hablando con el guardia.

—Ven, Wolfram —me llama. Veo que ha chantajeado al sujeto.

 

Es un desfile de modas privado, solamente hay unas cuantas personas. Nos acercamos un poco.
Las modelos mostraban ropas finas, incluso yo supe que eran conjuntos armoniosos. Veo al último modelo que sale a la pasarela, un hombre de cabellos lilas, sin duda él se roba el show con su galante aparición.

 

—Espero que haya sido de su agrado, señorita Flurin. —Una señorita de cabello castaño sube a la pasarela y saluda a los pocos presentes, ella hace pasar a todos los modelos  — Ahora ¿Cuál fue el diseño que más le gusta?

—Quiero este.—La llamada Flurin se levanta y camina mirando hacia arriba a las modelos —Este… este y el que tiene ella. —Ella las señala con dos dedos e inmediatamente las modelos se van al vestidor —¿Te gusta alguno, Dorkas? —Mira a un hombre sin cabello parado junto a ella.

—Me gustan estos dos, solamente —pone su mano en la barbilla, pensando. —Estos otros también.

—Felicidades, Hamano, sus diseños como siempre son los mejores —se acercan varias mujeres a saludar a la chica de cabello castaño, tal parece es la diseñadora.

—¡Muchas gracias!

 

Shinou me lleva a los vestidores. Dice que quiere ver a los y las modelos. Me parece un poco extraño, pero lo sigo. Creo  que está buscando a alguien.

—¿Quiénes son ustedes? —Pregunta el modelo peli lila. Parece que Shinou fue a buscarlo directamente a él.

—Solamente queremos conocer. Estos diseños son muy delicados, de verdad.

—La diseñadora es Jennifer Hamano. Esta allá afuera, si quiere hablar con ella… —Este hombre parece sonrojarse y quiere evadir la plática.

Yo mejor me voy, antes de que nos saquen por chantajear al guardia.
Regresé solo, ahora son dos guardias los que caminan detrás de mí. El guardia de Shinou parecía tener una idea de lo que pasaba. Cuando le dije que se había quedado  tratando de hablar con un modelo, puso una cara de angustia y lo esperó en el centro comercial.

 

—Después de almorzar, nos vamos al parque —le digo a Ken Murata, quien camina conmigo directo a casa, pues no iba a usar el auto, tal vez Shinou lo iba a necesitar.

—Lo lamento, pero Gwendal quiere que vaya a almorzar con él. —En serio siento que sí lo lamenta. Pero no quiero almorzar con Gwendal. —NO quiero almorzar con Gwendal —le hago saber.

—Esa fue su orden.

—Demonios. No quiero meternos en problemas. Vamos.

 

Pido permiso para entrar a la oficina de Gwendal. Me hace pasar. Me siento en el sofá con un suspiro pesado, mientras el pobre Ken Murata acomoda mis bolsas sobre una mesita.

 

—Déjanos, solos —ordena Gwendal, parándose de su asiento en el escritorio.

 

El buen Ken obedece y sale. Gwendal se acerca y toma asiento junto a mí. Cierro los ojos, teniendo que soportarlo. Me cruzo de brazos.
Siento que me toma de la barbilla bruscamente, abro los ojos y él me mira seriamente.

 

—¡¿Qué quieres, idiota?! —Me paro de inmediato, alejándome antes de que pase otra cosa.

—Vamos a almorzar —se levanta como si nada y abre la puerta. Me sorprende que nunca quiera pelear conmigo ¡Dios! Debo parecer un niño.

 

 

—Gwendal —lo llamo ya en el carro camino al restaurante —Usé tu Tarjeta Oro sin tu permiso, discúlpame. —Aunque quería que se enterara por medio de la factura, por pura gusto de molestarlo, mi consciencia no me dejaba tranquilo toda la tarde. —Te lo pagaré, algún día. Aunque me pregunto cuándo.

—No te preocupes —veo que sonríe, es la primera vez que lo veo así —Para eso es, para gastar. Además, ya lo sabía…

—¿Cómo? ¿Quién fue? Acaso fue una broma de tu hermano Shinou. Que mal, caí en ella. —Típico, te invitan a hacer algo solamente para delatarte…

—No, no fue él —¡Ah! ¿No? Lo lamento Shinou, por acusarte. —No importa. Cualquier cosa que  sea por ti, vale la pena.

 

Odio que diga esas cosas. Como si yo le estuviera correspondiendo. Ya le he dicho que no quiero nada con él. He amenazado con dejarlo, pero aumenta la vigilancia. Me dijo que ya no podía visitar a mi papá, solamente una vez a la semana. Si no salgo a las ocho en punto de la noche, llega un hombre a traerme. Ahora me tiene vigilado con un guardaespaldas personal. Muchas veces quiero hacer pelea, pero él solamente las evita. Como quisiera que al fin me dejara para poder corresponderle como debe ser a Yuuri. Esa persona que ha entrado en mi corazón. Quien me ha cautivado con su forma de ser, sus ojos, su sonrisa, su libertad. Me quiere, de una forma que nadie más lo ha hecho.

Yuuri… no sé cómo decirlo, pero me gusta tanto, lo quiero y quiero conocer más de él. De esa persona que ha creado en mí un nuevo sentimiento. En mi interior sé que quiero, solo él. En el poco tiempo de conocernos,  ha llenado mi vida de una nueva esperanza que espero alcanzar.

 

 

 

 

 

Notas finales:

Kurenai801
Enero de 2013


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