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Te amo, a pesar de mis cadenas por Kurenai_801

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Notas del capitulo:

Kyo Kara Maou! No me pertenece. Crédito a sus respectivos autores. Esto es sin fines de lucro.

Advertencia: contiene lemon.
Pero de ese lemon genérico y simplón casi vulgar que uno escribe cuando es primerizo y solo se basa en el porno más chafa que puede encontrar, con suerte. Dispensen.

 

 

Capitulo 4

Profesar el amor

 

 

 

—Gracias por no decir nada la otra noche —le digo al guardaespadas Ken Murata, quien camina a mi lado hacia donde esta Yuuri.

—No hay de que —sonríe.

—¿Pero no eres de las personas que espera algo a cambio?

—No, no. Es que… —Voltea sonrojado.

—¿Qué tal señorito de la pintura y su lindo guardaespadas? —Saluda Yozak. Pienso que eso de “lindo” no se lo dice Ken por puro cumplido.

—¿Cómo estas Yozak, Yuuri? —Miro a Yuuri, quien solamente me ve desde su tradicional banquito de madera. Esta vez no me abraza, lo ha hecho aún después de la confesión sobre mi matrimonio.

—Hola, Wolfram —dice al fin, dándome una sonrisa fugaz y luego sigue pintando.

—¿Puedo sentarme contigo? —Me acerco un tanto nervioso. Tengo miedo a que diga que no.

—Claro —sonríe y me da una butaca de madera, sigue pintando —Y ¿Qué has hecho? Ayer no viniste.

—Es que, ya no me dejaron salir…

—¿Quién? — ¿Lo pregunta a propósito? Él sabe quién…

—¡Eh! Mira, compre esto para ti. —Quiero cambiar conversación.

—¿Una muñequera?

—Si, vi que tenías una y pensé que te gustaban ¿No te gusta? —Por Dios. Estoy asustado.

—Claro que me gustan, pero no pensé que lo notaras —sonríe. —Y… Lo compraste con el dinero de tu prometido.

—¡No! ¿Qué cosas dices? —Me siento mal con lo que dice. Claro que compré cosas, pero esto lo compre con mi dinero, no soy tan sinvergüenza.

—Gracias —sonríe y vuelve a pintar. Me aferro a su brazo, él no hace nada, por unos segundos se queda inmóvil, luego sigue pintando. Me siento mal… por que sí yo me siento herido, ya imagino lo que siente Yuuri. Mi mente da la orden de soltarlo, y mis brazos desobedecen, incluso más se aferran a él.

 

Recuesto mi cabeza en su hombro y sigo viendo lo que pinta. En este momento se mueve despacio y pone la mano libre en mi pecho, me empuja con suavidad, me aleja de él. Me encuentro sorprendido.

 

—Wolfram, por favor, no hagas esto —me mira de forma seria.

—¿Q-qué… cosa? —Pero sé bien a qué se refiere.

—No te acerques demasiado a mí, por favor. —Lo sé, pero no quiero.

 

Miro a Yozak, en busca de ayuda ¿Para qué? Lo veo concentrado en nosotros, como si analizara, Ken Murata está igual.

 

—¿Querías conocer mi apartamento? —Volteo y Yuuri me habla con una sonrisa ¿Qué rayos…?

—¿Crees que es buena ide…?

—¡Vamos! —Se levanta de pronto. Lo sigo. Volteo para ver a Ken, está a punto de levantarse pero Yozak lo toma de la mano y lo detiene. Sonrío aliviado.

—¡Regreso luego! —Me despido con la mano. Ken Murata parece que confía en mí, o le gusta Yozak. Una de dos.

 

Camino detrás de Yuuri. Llegamos a su apartamento, está considerablemente alejado del parque. Está un edificio no tan lindo, pero a diferencia del exterior, el lugar de Yuuri es fascinante: tiene pintadas las paredes de bellas figuras de animales, el cielo nocturno y otras figuras que no tienen forma. Me encanta, es tan colorido, y eso que solamente es la sala. La cocina, en cambio, está toda de blanco, dice que es porque debe ser un lugar limpio, igual que el baño. Su dormitorio está lleno de cortinas, dice que para que se parezca a un harem árabe. Supo hacer las combinaciones para que su dormitorio se vea como… como… algo muy lindo. La alfombra es muy espesa y suave.

 

—Y ¿Qué te parece? —Me pregunta sentándose en su sofá café. Estamos en su estudio de pintura.

—Es el verdadero apartamento de un artista, Yuuri —me siento sobre el piso manchado con gotas de pintura seca.

—¿Eso crees? —Hace un silencio mirando su propia casa. —Wolfram —me llama unos segundos después —¿Cómo es tu relación con tu prometido?

—Verás… —¿Cómo hago para hablarle de esto? —Yo… Es una boda arreglada. Y a pesar de haber pedido mi mano, desgraciadamente hace nueve meses, no he podido acostumbrarme a su presencia. Me fastidia, me envía seguridad. Como si fuera su mascota. Lo detesto. —Y en realidad no sé qué haré cuando nos casemos, pero espero que caiga un meteorito ese día para no vivir esa pesadilla. Yuuri me mira con curiosidad.

—¿Y por qué no lo dejas?

—Es por mi padre, que me obligó a que aceptará para que él arregle la situación con su comercio. Pero luego me dijo que me quedara ahí. Y no puedo escapar porque me vigilan como si fuera un reo, por eso viene el guardia conmigo…

—Lo lamento por tu situación. —Se sienta conmigo en el suelo.

—Yuuri… yo… a quién quiero… es a ti —lo abrazo antes que me rechace como en el parque, pero lo quiero y quiero sentir aunque sea unos segundos sus brazos.

 

 

Por unos segundos se queda inmóvil. Pero luego siento su fuerte abrazo, me levanta y me empuja caminando hacia alguna habitación. Caigo sobre algo cómodo, es su cama.

—Wolfram, yo también te quiero —susurra mientras me mira tiernamente, se levanta y se quita la chaqueta y la camisa, hace lo mismo con mi sudadero y mi camisa.

 

Me recuesto en la cabecera de la cama, me siento sonrojar y miro su torso desnudo, mientras él se desabrocha el pantalón.  No sé qué hacer y me quedo mirándolo, ahora está sin ropa y veo su miembro que se puso erecto: aumenta su tamaño cuando está así.

Desabrocha mi pantalón, me lo quita mientras acaricia mis piernas. Acaricia mi espalda hasta mi nuca, se acerca a mis labios. No puedo aguantar más y soy yo quien le da el primer beso. Sigue él y me besa despacio, saboreo cada parte de su boca, luego él lame mi lengua.

 

Nos separamos para tomar aire. Lo veo a los ojos y me aferro a su cuello.

 

—Te quiero tanto —le susurro y le doy un beso. Él muerde mi labio inferior. Luego regresa a por el superior para acariciarlo con su lengua. Abrimos la boca para que nuestras lenguas jueguen en la boca ajena.

Baja a mi cuello y lo lame hasta mi barbilla. Lo recibo dándole otro beso. Lo deseo tanto. Ahora voy yo y le dejo un chupón en el hombro, acaricio su espalda.

Yuuri llena de besos mi cuerpo.

 

—Wolfram… —susurra y me mira como si me pidiera permiso.

—Yuuri, quiero ser tuyo —abro mis piernas, dándole permiso para que me tome.

 

Levanta mis piernas y las pone lado a lado a su torso. Me mira y me da un beso, mientras acaricia mi cuerpo. Toma mi rostro entre sus manos. Pone dos dedos en mi boca, yo los chupo y juego con ellos con mi lengua.

 

Escucho un suspiro de Yuuri, sonrojándome. Lleva sus dedos a mi entrada, lentamente introduce uno. Eso duele duele un poco. Me siento sonrojar. Yuuri empieza a meterlo y a sacarlo despacio.

—Tranquilo, Wolfram —besa mi pecho. —Aquí va el segundo.

Introduce su dedo medio. Vuelve a meterlos y a sacarlos. Lentamente aumentando la velocidad.

—Yu-uri —Me aferro a sus brazos. Él me caya un gemido dándome un beso.

—Voy a entrar.

Sun quejido por la intromisión de su miembro grande dentro de mi ser. Todo mi cuerpo está caliente. Espero un momento a acostumbrarme. Sin darme cuenta me empiezo a mover para tener más contacto.

Yuuri me toma de la cintura y va penetrándome lentamente.

 

¿Cómo es que mi voz sale tan desvergonzadamente!
Como si estuviera ebrio, sin tener conciencia de mis propias acciones. Empiezo a moverme más de forma circular. Cierro los ojos con fuerza, me aferro a los hombros de Yuuri por debajo de sus brazos. Yuuri me suelta y se aferra a la almohada con una mano y con la otra a la orilla de la cama. Empieza ahora a penetrar más rápido. Veo sudor cayendo de su frente, su cuerpo empieza a humedecerse. Siento que el yo también.
¡Oh! Nuestros sonidos se hacen más rápidos, igual que sus embestidas. Él roce de su miembro en la profundidad de mi ser me vuelve loco. Entrecierro los ojos.
Cada vez que entra y sale, resopla, llegando al punto de casi gritar.
Siento sofocarme, sus emboscadas son más profundas y lo hace más rápido. Mi miembro está erecto, y por el roce que se produce entre nuestros vientres, siento como si lo masturbara.

Yuuri esta bañado en sudor.
Siento escapar el aire.
Ahora va mas rápido, ambos estamos temblando. Ese roce, esa fricción. Su pene roza algo dentro de mí que hace que me arqueé. Esta sensación excitante ¡Me vuelvo loco!

¡Oh!

Yuuri, Yuuri, Yuuri, Yuuri.

 …esta es la sensación del climax…

Llegamos al orgasmo los dos. Con la boca abierta porque se nos escapaba el aire. Sintiéndonos sofocados por el calor entre los dos. Siento que toda mi fuerza la di aquí, me voy a desmayar… estoy cansado.

 

Yuuri aun dentro de mí, se acerca y limpia con su lengua un hilo de saliva que sale de la comisura de mi boca. Me besa aún con ganas. Me suelto de sus brazos y tomo su rostro con ambas manos, profundizando el beso. Yuuri se levanta y saca su miembro con suavidad. Lentamente lo vuelve a introducir. Veo que cuando llegamos al orgasmo, todo mi semen se derramó entre nuestros cuerpos. Yuuri acaricia mi miembro, introduciendo y sacando el suyo lentamente.

Suspiro al ver que lo mete otra vez. Lo saca, lentamente, sin sacarlo por completo. Yo gimo. Yuuri cierra los ojos y resopla llevando al final un jadeo.

Viene a mí. Beso sus labios, ambos sedientos y jadeantes. Sale de mí con suavidad. Se queda viéndome ahí por donde entró.

—¿Q-qué...? —Pregunto un poco cansado. No me dice nada. Toca mi entrada con sus dedos, los siento pasear con suavidad. Sé lo que piensa. Soy, digo… era virgen. Pasa su dedo acariciando la orilla.

—¿Te duele? —me pregunta aún acariciándome.

—Un poco —más que un poco, pero que haya sido él me hace verdaderamente feliz. Se agacha y me da un beso en ese lugar.

—No quisiera que tuvieras un mal recuerdo de tu primera vez —se acuesta a mi lado.

—¿Mal recuerdo? Esto es lo mejor… es fantástico cuando se hace con la persona que se ama —me acurruco en su pecho, todavía tratando de acompasar mi respiración. Oigo los latidos de mi corazón acelerado. Lo abrazo y él también me abraza, besando mi cabeza, mi frente y mi mejilla.  

—¿En serio me amas? —Sonríe y acaricia mi rostro.

—Cállate, Yuuri. No digas nada —¿Cómo pregunta algo tan  tonto? ¿Acaso no me entregué a él? Eso debería ser suficiente, al menos para mí. —Te quiero. —Digo al fin. —Te quiero mucho.

 

 

 

 

—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—

 

 

 

 

—Joven Bielefeld, debemos irnos ya —dice preocupado Ken Murata, que minutos antes hablaba amenamente con Yozak, los vi desde lejos.

—¡Demonios! Son más de las siete! ¡Vámonos!  —Corro hacia él. —Miro hacia Yuuri que viene detrás de mí —Yuuri, yo… —No termino de hablar. Él sonríe siendo mi cómplice. —Vámonos.

 

 

—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—

 

—Espero que no tengamos problemas —dice Murata, conduciendo un poco encorvado.

—Lo lamento. Por mi causa te pueden despedir. —Lo veo a través del retrovisor.

—No se preocupe por eso. A mí me preocupa usted.

—No deberías —me cruzo de brazos. Como si yo tuviera miedo a Gwendal.

 

 

Llegamos a la casa. Es hora de poner en marcha mi plan fantástico ¡No puede fallar!
Salgo del auto. De pie en el porche de la mansión, vigilantes están Kisho el padre de Gwendal, Cecile o Chery su madre, y por supuesto Gwendal. Como detesto que hagan eso, de alguna forma me hacen sentir como si yo fuese de su propiedad.

 

—¡Wolfram! —Chery sale a mi encuentro. —Vamos adentro ¿Tienes hambre? Hay chocolate caliente para ti.

—¡Se puede saber que son esas horas de venir! ¡Tú! ¡Debías vigilarlo! —Gwendal mira enfadado a Murata.

—¡Hey! ¡Estás hablando conmigo! —Hablando? —¡Ya te he dicho que no me gusta que me des ordenes! ¡No me gusta que me digas a qué hora debo entrar o salir!

—¡Si sigues con esa actitud…!

—¡¿Qué?! ¿Sí sigo con esta actitud, qué¡? —Reto a Gwendal, pero no me dice nada. Es tan evasivo, pero debo provocarlo más —¡Todos saben que no quiero estar aquí! —Subo las gradas del porche y camino furioso a la sala — ¡Terminaré con tu suplicio, Gwendal!

—¿Qué dices? —todos vienen detrás de mí, subo las gradas, veo que hay otro jarrón.

—¡Deja de seguirme! —Deja Vhu. Vuelvo a tirar el jarrón al suelo. Todos se sobresaltan. El último en la fila, en la última grada es Kisho, quien parece tener experiencia esquivando cosas.

—¿Qué vas hacer? —Gwendal viene detrás de mí.

 

Entro a mi habitación, busco dentro del armario la maleta que traje hace nueve meses, cuando llegue a esta casa. La tiro sobre la cama e inmediatamente meto mi ropa, solo la que traía, le dejaré a Gwendal la ropa que compré con su dinero.

Él entra a la habitación.

—¡Wolfram! ¡Wolfram! ¡Qué haces! —Me llama Gwendal, no le respondo. Simplemente empaco mis cosas.

—¡Qué no ves! ¡Me voy de aquí! —camina detrás de mí, me sigue a cada vuelta que doy.

—¡¿Qué?! ¡Se supone que nos casaremos!

—¡Esa es tu decisión! ¡No la mía! —Halo mi maleta hacia la puerta donde están todos viendo — ¡Me voy! ¡Adiós, Chery, adiós Kisho! —Bajo las escaleras, viene Murata y me ayuda con la maleta, pobre, se arriesga demasiado por ayudarme, podría perder su empleo por esto.

—¡Oye tú! ¡Deja de ayudarlo con eso! —Grita Gwendal bajando las escaleras.

—¡Adiós Shinou! —Grito poniendo mis manos como amplificadores.

—¡Tú no te vas de aquí! —Gwendal me sigue y bajo lo más rápido las escaleras.

 

—¿Te vas, Wolfram? —Llega corriendo Shinou, se asoma por el barandal.

—¡Sí! ¡Adiós! ¡Gracias por todo pero adiós! —Camino hacia la entrada.

 

Inesperadamente entran unos hombres con traje formal, cierran la puerta detrás de ellos, se colocan en fila formando una barrera, como cuando van a marcar penal en un partido. Me impiden la salida.

 

—¡Tú no vas a ninguna parte! —Voltee para verlo. —¡Llévenlo a su recamara!

 

Los hombres se acercaron a mí, sin tocarme. Me miraban seriamente, en silencio, así me pedían que regresara. Los rete con la mirada, cambiaron su gesto frio a uno de suplica.

 

—¡Llévenlo, dije! —Grita Gwendal, enfadado.

—¡Yo puedo caminar solo! —Grito cuando veo que los guardias van a llevarme.

 

 

Todos están callados. Veo caras de temor… de parte de la servidumbre y de los mismos miembros de la familia.
Ahora será más difícil irme de este lugar.
Con Yuuri había quedado de que esta noche saldría de la casa, dejaría a Gwendal y empezaríamos a vivir juntos. Desgraciadamente no podré.
Ahora eso parece más lejano.

 

 

—Yuuri… mi plan fracasó. —Ya dentro de mi habitación le he llamado por celular.

—¿Qué pasó? —Pregunta Yuuri, preocupado.

—Solamente te digo que esto será difícil —me recuesto en la cama, me siento abatido.

—Wolfram… no te dejaré.

—Yo tampoco lo haré…

 

 

 

 

Notas finales:

Kurenai801
enero 2013


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