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Sueño primaveral por 1827kratSN

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Practicaba su puntería con el arco y flechas que había conservado de la única y última vez que se encontró con el azabache de sus sueños. Cuidaba de aquellos artefactos con celo y esmero a la vez que los usaba diariamente para fortalecer sus habilidades, pues sabía que pronto tendría la edad suficiente como para cumplir con su destino. Estaba ansioso por aquello

Sus dieciséis años se cumplirían en tan sólo dos semanas, dos prontas semanas, aunque si fuera por voluntad de Tsuna hubiese partido antes de la fecha establecida, pero sus tíos creyeron conveniente que su cuerpo madurara correctamente y sus dieciséis años serían perfectos para cumplir con la predicción de Luce… Sinceramente creía correcto llamarlos sus “hadas madrinas”, pero la verdad eran como su familia así que llamarlos tíos se le hizo costumbre.

En esa mañana había salido a cazar como hacía desde hace mucho por consejo de Colonello, ya que de esa forma no sólo practicaba su orientación sino la habilidad estratégica pues no todas las presas actuaban de la misma forma, así que eso también era entrenamiento. Trepó un árbol para poder ubicarse perfectamente, recolectó un par de frutas colgantes que, si mal no recordaba, eran duraznos dados en la época... o tal vez era otra fruta, pero la reconocía como comestible así que la empacó en su bolsa

 

 

—Les daré un festín —Tsuna sonrió para sí mismo cuando de lejos vio a una pequeña familia de ciervos y decidió que a casa llevaría uno pequeño al menos—. Vamos, Tsuna —se animaba a sí mismo mientras descendía con agilidad de aquel árbol, pero con el mayor silencio posible para no arruinar su cacería

 

 

Con sigilo se acercó a sus presas, las analizó por largo rato escondido entre arbustos, reconoció todo el terreno a su alrededor, trazó mentalmente una trayectoria para su flecha y tomó el arco. Debía acercarse un poco más, así que silenciosamente, pisando cuidadosamente la tierra donde no había follaje, para no hacer ruido. Se detenía cuando uno de los ciervos levantaba la cabeza para vigilar y cuando veía que, confiados, seguían alimentándose, elevó el arco y apuntó con la flecha. Estaba listo, sólo debía esperar el momento adecuado para atravesar al cervatillo que ya casi alcanzaba la etapa de madurez necesaria. Buen tamaño para alimentar a todos en casa.

Estaba preparado con la cuerda tensa, su respiración cortada. Disparó. Sin embargo, antes de que la flecha alcanzara la mitad de la ruta, un ruido hizo que aquellos herbívoros corrieran asustados y por ende ninguno cayera herido o muerto en ese día. Tsuna había fallado por culpa de algo a su alrededor. No era tonto, sabía que debía estar alerta así que tomó otra flecha y levantó su arco mientras miraba hacia donde creyó haber escuchado aquel ruido, pendiente de cualquier amenaza… y lo vio

No era un carnívoro en busca de alimento. No era un animalito que corrió por ahí. Era un hombre quien caminaba con dificultad y que, al salir a un pequeño claro donde anteriormente se alimentaban los ciervos, cayó de rodillas.

No podía ser. Tsuna incluso se quedó mirando un rato para poder certificar que sus ojos no lo engañaban.

 

 

—Tío Skull —esos cabellos violáceos, esa piel algo pálida y los aretes que portaba en la oreja lo delataron— ¡Tío Skull! —elevó su voz sin medir consecuencias

 

 

Sus piernas se movieron casi al mismo tiempo en que aquellos ojos adornados por el iris morado se conectaron con los suyos. Corrió desesperado mientras se colocaba el arco al hombro y la flecha en el carcaj. Sonreía cual niño pequeño porque al fin, después de casi dos años, su tío había vuelto con él. Gritó su nombre cada que reunía aire en sus pulmones y abrió sus brazos cuando llegó hasta él para envolverlo en un abrazo que los arrojó al suelo e hizo que rodaran unas vueltas en el césped. Estaba tan feliz de verlo que incluso un par de lágrimas se le escaparon

 

 

—Has vuelto —Tsuna se aferró a aquella hada como un koala, lo apretó con fuerza para saber que no era una ilusión—. Por fin —soltó una risita llena de emoción mientras sentía como su tío se levantaba y lo cargaba para darle vueltas

—Mi pequeño Tsunayoshi —reía bajito, giraba con el pequeño entre sus brazos, aunque ya no era tan pequeño como la última vez

—Te extrañé, tío —se aferró al cuello ajeno. En serio lo había añorado

—Y yo a ti —Skull acarició los cabellos castaños cuando se detuvo y suspiró profundamente—. Yo también

—Perdón —murmuró el castaño cuando la emoción se le pasó y recordó que por su causa su tío fue capturado por el enemigo— Perdón

—No tengo nada que perdonar —murmuraba hundiendo su nariz en los cabellos ajenos mientras que sus manos se aferraban con fuerza a la ropa del jovencito—. Nada

—Pero por mi culpa…

—Silencio, Tsunayoshi —fue un susurro apenas, opacado por un sollozo—. Lo que importa es que estás aquí

—Lo estoy y tú también —rió antes de limpiarse las lágrimas con rapidez

—Lo sé —rió suavemente

—No llores, tío

—Tsunayoshi —su voz se quebró de repente porque no soportaba más el peso de una condena que no pidió

—Tío Skull —sintió cálidas gotitas caer sobre su hombro y en su mejilla, fue ahí donde se separó del adulto y lo miró—. No llores, ya todo está bien

—Tsunayoshi —repitió Skull entre sollozos mientras sostenía las mejillas del castaño y lo miraba con terror— No esperaba… que estuvieras aquí —le dolía demasiado y lo peor es que no podía decir nada que delatara su pesar—. Tsunayoshi

—¿Qué pasa? —al fin se dio cuenta de algo importante: su tío sólo le decía Tsunayoshi cuando estaba enfadado… pero ahora no había razón, ¿o sí? — ¿Estás bien, tío Skull?

—Tsunayoshi —ahogó un sollozo antes de que su cabeza negara varias veces y le apretara las mejillas— Tsunayoshi —rogaba con su mirada para que su pequeño protegido entendiera

—¿Tío?

—¡Tsunayoshi! —Skull quiso alejarlo de él, pero sus brazos no le respondieron. Se aferró al castaño al abrazarlo por la cintura, apretándolo y elevándolo en el aire— Estás aquí —negaba repetidamente con la cabeza mientras sollozaba sin parar—, estás aquí

—Tío me haces daño —intentó empujarlo, pero no podía, la fuerza que su tío usaba era demasiada—, ¡tío!

—¡ESTÁ AQUÍ! —Skull miró al cielo y de su cuerpo brotó un rayo de luz que ascendió hasta partir las nubes y esparcirse como un manto grisáceo— está… es-está…

—¡Tío! —algo andaba mal, lo supo cuando su tío apretó los labios con fuerza, como si no pudiese separarlos mientras negaba y emitía sonidos que no lograba entender— ¡Suéltame! ¡Ahora! —seguía negando— No quiero hacerte nada —pero el agarre en su cintura se volvió más fuerte todavía

 

 

Skull no podía soltarlo a pesar de que lo intentase con todas sus fuerzas. Estaba bajo la influencia de magia negra que se acunaba en el interior de su cuerpo para no ser detectada con facilidad. Bermuda había sido sabio en ese sentido porque de esa forma Skull pudo pasar desapercibido por Fon

De pronto una venda brotó de entre la ropa que usaba Skull y Tsuna recordó algo que su tío Fon y si tía Lal dijeron: «Nunca confíes en alguien que porte vendas en su cuerpo». Con horror Tsuna vio como aquella venda flotaba por encima de ambos y después se deslizaba hasta atar sus cuerpos con fuerza. Otras vendas más se anudaban a su cintura y los extremos se hundían en la tierra para formar una pequeña prisión

Tsuna admiró a su tío llorar sin control sin separar sus labios, estaba claro que él no quería hacer eso pero que tampoco podía evitarlo. Fue entonces que forzó sus brazos hasta el centro de su pecho y uno de ellos lo introdujo por entre su ropa para jalar con la punta de sus dedos el estuche de su pequeña daga. La sacó con esfuerzo y la sostuvo en su mano, pero… ¿Qué hacer? No iba a apuñalar a su tío porque obviamente Skull estaba siendo manipulado por algo, pero tampoco alcanzaba a las vendas que se ajustaban a su cuerpo para cortarlas.

Sin embargo, sintió como la mano de su tío tomaba su muñeca con fuerza y la obligaba a moverse para que el cuchillo se acercarse peligrosamente hacia los labios sellados de su tío. Tsuna quiso negarse, forzarse a soltar el cuchillo, pero la mano de su tío infringió más fuerza para incrustar la hoja afilada entre sus labios y deslizándola con fuerza por los mismos hasta que estos sangraron, pero se separaron causando el alivio de Skull

 

 

—Tsunayoshi —fue lo primero que sus adoloridos labios pudieron emitir al cortar el hilo invisible que le colocaron— tienes que escapar

—Tío, ¿qué pasa?

—Bermuda —jadeó mientras intentaba moverse—. No puedo moverme porque soy como su títere, pero tú, Tsuna… por dios quítate las amarras y corre

—Eso intento —pataleaba, pero con sólo eso no podía soltarse, empujaba sus brazos y manos, pero las amarras parecían ejercer más presión todavía

—Apúrate porque llegarán en cualquier momento

—¿Quiénes? —forzó su mano dolorosamente hasta que el filo ensangrentado de su puñal dio con las vendas que empezó a cortar

—Jager y los demás… por dios, ¡más rápido!

—Maldición, eso intento

—¡¿Por qué te dejaron salir solo?! —reclamaba Skull entre lágrimas todavía— vamos, Tsuna

—Este lugar no tenía energía maligna y me… dejaron explorar —sintió un ligero alivio cuando la primera venda cedió, pero era sólo una

—Debí saberlo —suspiró— por eso me usó como su títere… ¡Cómo odio a ese tipo!

—Pues yo pensé que le tenías cariño, Skull —ahí estaba, era Jager, fiel sirviente de Bermuda—. Ya no hay escapatoria

—Maldición —Tsuna forcejeó cuando vio a esos tipos acercarse, pero al final aflojó sus manos y miró a su tío

—Lo siento, Tsuna

—No has hecho nada malo, tío

—Perdón —susurró cuando sintió las frías manos de esos tipos quitándole las amarras, pero forjando otras que los tacharían como prisioneros—. Perdón… perdón —repetía al ver como su protegido era amordazado y amarrado como si fuera un animal y sintiendo que a él le hacían lo mismo—. Perdón

 

 

Habían sido encerrados en una de las celdas en el castillo de Bermuda después de un buen castigo físico por negarse a colaborar. Eso era malo, muy malo, pero peor fue soportar las risas victoriosas de Bermuda que se jactó de su triunfo y del encierro eterno que les daría a ambos. Eso sí que fue de terror, mas, cuando ya quedaron solos, hundidos en la oscuridad, todo se volvió más ameno.

Skull agradeció infinitamente que lo dejaran en la misma celda que Tsuna, tal vez su captor pensó en que se recriminarían entre ellos por estar ahí, pero eso no pasó porque aquel príncipe sin corona no conocía el rencor. El hada de cabellos violáceos se tardó un poco en disculparse y recuperar su ánimo de siempre, y cuando lo hizo contó lo que vivió en ese castillo, incluso reveló que su destinado era el mismísimo Bermuda y por eso lo mantenían vivo todavía. Tsuna le reveló a su tío que ya sabía la mayor parte de la historia, aunque aún no sabía el nombre del chico de patillas al que debía salvar.

Eran dos reclusos que tenían demasiado tiempo que gastar y muchas experiencias que contar.

 

 

—¿No te agota el estar esposado al techo?

—Sí —Tsuna suspiraba mientras movía sus hombros para relajarlos un poco—, pero no tenemos de otra, ¿no?

—Pues tu no —Skull empezó a remover sus manos en raros círculos y después de momentos bajó los brazos y se recostó en el suelo como si nada—, pero yo sí me puedo relajar

—¿Cómo lo hiciste? —a veces le impresionaba las sorpresas que su tío tenía guardadas

—Es un don —rió bajito por el puchero que su protegido hacía—. Ya, ya… espera… te ayudo

—¿Cómo puedes hacer eso? —miraba el cómo su tío movía sus manos y sentía de poco en poco como las esposas se aflojaban y resbalaban

—Sabes… hace muchísimo tiempo yo vivía aquí… bueno, no vivía, sino vivíamos

—¿Quiénes? —Tsuna lanzó un suspiro aliviado cuando sus brazos estuvieron libres

—Las hadas, todas, sin excepción —sonrió con nostalgia—. Éste lugar en la antigüedad era el castillo de un rey cuyo reino se extinguió debido a una enfermedad contagiosa y a una guerra, pero las hadas llegamos poco después y lo convertimos en nuestro hogar

—¿Y cómo se trasformó en esta cosa horrenda? —vio su alrededor en penumbras, incluso arrugó su nariz al percibir el aroma a moho

—Bermuda —Skull suspiró sonoramente antes de lanzar un sonido de insatisfacción y protesta—. Cuando pactó con Lucifer volvió este castillo su hogar y, claro, nosotros huimos sin pensarlo, porque… ya vez que esto es horrible

—¿Y todos saben estos trucos?

—No, sólo yo… Lo sé porque me gustaba explorar todo, así que me pasaba horas entre pasillos y en las celdas. Fue bueno, me sirvió en mi estadía

—¿Cómo aguantaste tanto tiempo aquí?

—Verde me visitaba de vez en vez —rio divertido por el último explosivo recuerdo que tenía—, además, para no aburrirme empiezo a pensar en cosas bellas, parajes rosados con criaturas bebés y llenos de flores… y luego escucho las maldiciones de Bermuda

—¿Y eso? —se recostó junto a su tío para mirar a la nada

—Nuestro lazo permite que le envíe mis emociones y ciertos pensamientos —reía— así que lo hacía a propósito para escucharlo maldecir. Es divertido

—¿Lo puedes hacer todavía? —Tsuna debía admitir que quería molestar a Bermuda y si se podía, ¿por qué no hacerlo?

—Pues no sé… ¡intentémoslo!

 

 

Después de varios minutos y de dos intentos fallidos, al fin escucharon los gritos furiosos de Bermuda a lo lejos. Rieron sin limitaciones en su celda, rodando por el piso húmedo y sollozando debido al dolor en su estómago por las carcajadas.

Podían ser prisioneros, pero nadie les impedía divertirse. Claro, ambos se caracterizaban por ser positivos hasta en las peores situaciones. Al menos no se aburrirían en su estadía en esas celdas.

 

 

Malicia impropia…

 

 

Fue cuestión de buscar a Tsuna por los alrededores cuando las horas pasaron con prisa y éste no dio señales de volver. Encontraron el cuchillo que el castaño nunca dejaba atrás y una flecha en el olvido, eso les dio la pista de lo ocurrido. No fue difícil hallar evidencias de que los subordinados de Bermuda arribaron al sitio, la percepción de Fon los ayudó, y después de horrorizarse un rato decidieron que ya era hora de actuar.

Usaron su magia. Ya era hora, aunque se tomaron un día entero para adecuar sus cuerpos a ese estado y para preparar todas las cosas que necesitarían. Partieron en cuanto todos estuvieron listos, se trasformaron en seis pájaros de color blanco que sobrevolaron la zona en dirección a aquel paraje que juraron nunca volver a pisar, excepto Verde, él fue ahí por diversión en una ocasión. Estaban dispuestos a romper con la maldición que envolvía a esos dos reinos.

Pero no fue fácil.

Bermuda era audaz, colocó las trampas suficientes y a los hombres adecuados para convertirse en una pared difícil de cruzar. Las seis hadas resistieron las pruebas impuestas, se tomaron las semanas correspondientes a la culminación de un nuevo año de vida para los herederos a las coronas, pero valió la pena porque, como en la última ocasión cuando la maldición fue llevada a cabo, en el día en que Reborn cumplía los dieciocho -siendo dos años que permanecía dormido en una bruma tan oscura que ni siquiera podía soñar-, dos de las seis hadas llegaron al castillo agradeciendo a sus compañeros por cederles el honor de ser quienes liberarían a Tsunayoshi de su cautiverio.

Verde y Lal fueron quienes llegaron a la entrada de ese castillo envuelto en tinieblas, jadeantes pero completos, algo cansados, pero bien dispuestos a seguir con su tarea. Siendo pequeñas hadas de tres centímetros se atrevieron a ingresar entre rendijas guiados por el mapa mental que Verde trazó después de tantas visitas no planificadas a ese lugar. No sabían cómo había sido la estadía de su protegido en ese sitio, pero poco importaba, ellos le darían energía suficiente como para que huyera de ese lugar y se dirigiera directamente al castillo de los Argento que se encontraba rodeado por un bosque de espinas.

Evadieron guardias, se escondieron del cuervo que revoloteaba por los pasillos, se internaron en una habitación desconocida en su interior pero que Skull alguna vez describió como la bodega de los tesoros de Bermuda, después de todo, debían recuperar la varita de su compañero porque no pensaban dejarlo en ese lugar por más tiempo. Mas, se llevaron una no grata sorpresa al no hallar lo que buscaban

 

 

—¿Tú crees que… lo haya… asesinado? —Lal sabía que una varita era como la extensión de un hada, si no estaba era porque la propia hada no existía ya. Temió porque sus palabras fueran ciertas

—No lo sé —Verde suspiró antes de salir de ese lugar por la misma rendija por la que entró

—Mierda —bufó Lal antes de seguir a su compañero

 

 

Sacudieron sus cabezas antes de seguir su ruta hacia las celdas escondidas en la profundidad del castillo. Se resignaron a no contar con la ayuda de Skull y desearon que la partida de su amigo no hubiese sido lenta y dolorosa. Sintieron pena porque ese idiota vivió un calvario durante décadas mientras intentaba salvar a quien consideraba parte de él por el simple hecho de ser destinados. Reconocían que no conocieron hada más cabezota que Skull, pero respetaron siempre el amor desinteresado que le profesaba a la persona que no merecía siquiera un mínimo de compasión. Era triste.

 

 

—Tardaron —esa voz los detuvo en seco cuando se hallaban frente a la pequeña ventana de barrotes que los mantenía al otro lado de la celda—. Joder… ¿saben cuánto esperé? ¿Y cuántos pensamientos lindos tuve que tener para que Bermuda no sospechara que yo estaba preocupado porque ustedes no llegaban?

—Skull —a Lal se le fue el aliento, Verde sólo sonrió para ocultar las ganas de golpear a ese idiota por generarle penas sin sentido

—¿Quien más? —bramó enfadado mientras forzaba la puerta un poco antes de abrirla— Pasen a nuestra humilde morada

—¿Cómo?

—¡Tíos! —Tsuna se levantó con impaciencia para acercarse a las pequeñas hadas que brillaban en medio de esa penumbra que caracterizaban a su claustro— Son tan… chiquitos… ¿qué les pasó? —estaba preocupado

—No hay tiempo para explicaciones —Skull empujó a Tsuna— Es hora de irnos, ¡vamos, vamos!

—No vimos tu varita —Lal frunció el ceño ante de dirigir a Tsuna por ese pasillo oscuro

—Oh, eso —Skull se rascó la nuca— la recuperé hace un par de horas

—Olvidé que tienes esas mañas —Verde lanzó un hechizo hacia uno de los guardias que se toparon para que quedara inconsciente

—Bueno, las risas malvadas de Bermuda me dijeron que la hora se acercaba y que ustedes andaban cerca porque el movimiento aquí era notable, así que me escabullí para tomar lo que me pertenece —no respiró cuando dio la explicación, aunque la creía innecesaria.

—¿Cuál es el plan? —Tsuna confiaba ciegamente en sus hadas, no dudaba en que lo guiarían a la salida, pero también tenía sus propios planes

—Irnos —corearon Lal y Verde

—No —Tsuna se detuvo en una intersección y vio la sonrisa socarrona de Skull—. Debo hacer algo antes de irnos

—¡Estás demente! —Lal le golpeó la frente, aunque de ese tamaño produjo un mínimo de dolor— Nos vamos

—No me iré sin el arco y el carcaj de mi destinado… —apretó los puños mirando de reojo a Skull quien lo apoyaría, estaba seguro de eso—. Se los tengo que devolver cuando lo vea

—Ese es mi protegido —Skull infló su pecho— ahora vamos, es por aquí

—Joder —Verde suspiró— tenía que compartir mañas contigo —miró a Skull— fue mala idea dejarlo a tu cargo

—Él no ha hecho nada malo —Tsuna siguió a su guardián hacia los pasillos que llevarían al ala oeste—. Me ha mantenido vivo desde que llegué aquí

—Ha que, con mi magia, soy buen cocinero —rió Skull— sino nos hubiésemos muerto de inanición. Me volví experto en tomar prestada mi varita por un rato para darnos un festín

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

Ya se viene lo chidori, espero que mi aprendizaje sobre narrativas con escenas de acción no se haya deteriorado  

Los ama: Krat


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