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Sueño primaveral por 1827kratSN

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Estaban tan acostumbrados a no decir sus nombres mientras interactuaban en medio de sus sueños, que al estar juntos en la vida tangible eso fue normal. Hablarse sin timidez, mirándose directamente a los ojos, sonriendo al ocultar su emoción por certificar que eran reales, bromeando como siempre hicieron, caminando uno junto al otro, rozar la punta de sus dedos cada cierto tiempo, deteniéndose sólo cuando peleaban con empujones leves. Eran dos jovencitos en la flor de la edad en donde lo más importante era buscar un momento de paz y diversión.

 

 

—Casi se me olvida —Tsuna se detuvo de repente, colocándose frente al azabache que lo miraba extrañado— ¡Felicidades!

—¿Por qué? —Reborn lo miró como si le hubiese salido otra cabeza, fue tan repentino que cualquiera hubiese reaccionado así

—Hoy es tu cumpleaños —rió bajito porque al parecer el otro ni se acordaba— así que… ¡felicidades! —con vergüenza abrió sus brazos y sonrió

—¿Qué quieres hacer? —no se movió de su lugar ni cambió su serena expresión, simplemente elevó una de sus cejas

—Un abrazo —era hasta obvio

—Oh —fingió demencia mientras posaba su mano sobre su pecho—. Ya me estabas asustando

—¿Por qué siempre eres así? —se quejó cruzando sus brazos por sobre su pecho. Se arrepintió de tratar de dedicarle ese gesto a aquel azabache orgulloso y cínico— Yo sólo quería ser gentil

—Prefiero los regalos —se divertía con cada gesto dado por ese castañito

—Pues mala suerte la tuya —apretaba los labios—. No tengo nada a la mano

—No importa —sonrió de lado antes de abalanzarse contra el castaño y rodearlo por la cintura a la vez que posaba su quijada por sobre la cabeza del jovencito—. Esto me basta

—Era la intención desde el inicio —Tsuna sonrió antes de posar sus manos en la espalda ajena, acariciándolo levemente mientras reposaba su mejilla en el pecho ajeno para escuchar el latir sereno de ese muchacho. Era un gesto silente y dulce

—Eres de cintura fina —susurró Reborn suavemente mientras deslizaba su mejilla por ese cabello alborotado hasta que sus labios toparon casualmente con aquellos oídos que agarraron calor pues su dueño parecía avergonzado.

—No te atrevas —susurró con incomodidad, pero con las mejillas estallando en un carmín intenso— ¡Ah!

—Lindo sonido —sonrió de lado mientras apretaba aquel par de redonditas bendiciones del delgado castaño—, ¿y si las apretó más? —hizo lo dicho, incrustando suavemente sus dedos en las nalgas ajenas, logrando que el jovencito se tensara y soltara un gritito agudo

—¡Suelta! —Tsuna forcejeó con rudeza hasta obtener algo de distancia del amplio pecho ajeno y lanzar un golpe a puño cerrado que obviamente falló debido a lo repentino que fue

—No me dis… —pero se calló cuando un segundo golpe cedido por la diestra del chiquillo dio directamente su pómulo y parte de su nariz—… te —retrocedió dos pasos antes de sostenerse la nariz y agacharse levemente. Le dolió más que cuando cayó de sentón la última vez

—¡Atrevido! —acusó completamente avergonzado y aun manteniendo su puño dispuesto al aire

—Ugh… —Reborn se reía internamente pero no podía soltar su nariz porque sintió un leve hilillo de su sangre brotar. Le gustaba que el pequeño tuviera carácter

—Eh —Tsuna se asustó al ver a su acompañante enrojecer de repente. Se acercó de inmediato, analizando lo sucedido—. ¿Es-estás bien? No pensé que te di tan fuerte —no recibía respuesta sólo unos sonidos que parecían de dolor—. No quise

—Joder —masculló cuando ya no pudo aguantar las carcajadas y tuvo que mostrar su rostro

—Estás sangrando —ignoró las risas, entró en pánico al denotar el líquido carmín

—No es nada —Reborn se irguió para limpiarse con la manga—. Ya parará —aun reía bajito

—Déjame revisar —sus dedos se posaron en las mejillas ajenas, su mirada no dejaba de enfocar a la sangre que brotaba—, pude haberte hecho más daño del que parece

—Ahora estás preocupado —el azabache apretó la nariz del castaño recibiendo una queja inmediata—. Hasta hace poco estabas furioso

—Es que tú —enrojeció de nuevo cuando apartó esas manos de sí y dio dos pasos para alejarse— ¡Tú! —acusó con el dedo índice—. Tus manos no deberían posarse en esa parte de mi persona

—Tienes un lindo…

—¡No lo digas! —refunfuñó avergonzado—. Deberías disculparte

—Bien —Reborn limpió su nariz verificando que la leve hemorragia cesó—. Puedes tocar el mío en compensación

—¡No haré eso! —Tsuna enrojeció aún más, incluso sus oídos y cuello agarraron calor

—Que no te apene —sonrió ladino, acercándose al castaño sin apartar su vista del precioso rubor que se mostraba

—¡No soy un indecente como tú!

 

 

Una pelea dada entre risas provenientes del mayor y reclamos del otro, bromas que desencadenaban en pucheros indignados o en mejillas rojas, miradas profundas y tartamudeos, eran sólo ellos dos certificando que su encuentro no formaba parte de un sueño.

El más pequeño dándose cuenta de la formidable presencia del azabache, el mayor creyendo que nunca había visto criatura más ingenua que el castaño. Dos seres fascinados con el contrario de quien no sabían nada más de lo que platicaban en sueños, sin dudar de que todo fuera real.

Y sin pensar en cómo o por qué, a media tarde, cuando el clima era ligero, estaban frente a frente para realizar algo que en sueños hacían sin impedimentos

 

 

—Te daré esto y veremos si eres tan bueno como dices ser —Reborn sostenía el arco en la mano derecha—. Tienes una flecha y el objetivo es ese —apuntó a un nido vacío a unos diez metros de altura—, veamos qué tan hábil eres

—¡Puedo hacerlo!

—Veámoslo

 

 

Tsuna a veces se molestaba por la personalidad orgullosa del azabache, pero lo dejaba pasar porque solía hacer gestos amables poco después, como en ese momento, mientras le acomodaban un mechón de cabello rebelde detrás de su oreja. Era raro, pero le gustaba.

Tomó el arco con destreza, tiró de la cuerda hasta tensarla a la vez que dirigía la fecha con su dedo índice, apuntó a su objetivo y elevó la flecha un poco más para que al disparar formara un arco y llegara al punto fijado. Respiró profundamente y soltó la cuerda. Un silbido de pocos segundos y la flecha que se incrustaba en el tronco. Sí, había fallado.

 

 

—Te faltó precisión —Reborn analizaba todo con cuidado, incluso la forma en que la flecha dio en el árbol

—Es porque tu arco es diferente al que tengo en casa —se excusó desviando la mirada, odiaba fallar

—Excusas —sonrió al darse cuenta de la actitud infantil que su pequeño castaño tenía

—Es cierto —infló levemente sus mejillas—. Si tuviera el mío…

—Tu pose es mala —Reborn ignoró el berrinche ajeno y decidió ayudar—. Déjame enseñarte, pequeño

—Que no me digas así —pero se calló cuando sintió que era abrazado por la espalda y sus manos eran dirigidas por el mayor para que tomara el arco y flecha

—Pon atención —susurraba cerca del oído del castaño, riendo internamente por los respingos que éste daba—. Eleva tus manos así, pero el codo no tanto —lo colocó en posición—. Más firmeza en tus piernas

—¿Así? —Tsuna no se quejó porque el otro estuviera tan cerca, él sólo escuchaba atentamente cada instrucción

—Ahora, déjala ir —murmuró bajito separándose para darle espacio. Se fijó atentamente en el momento en que la flecha se disparó, la trayectoria y la forma en que dio en el blanco. Fue perfecto

—¡Le di! —sonrió entusiasmado al notar que el nido fue atravesado.

—Sigues siendo un niño, te falta mucho por aprender —se jactó con orgullo

—No lo soy —suspiraba porque de nuevo iban a pelear— y tú tampoco eres demasiado adulto como para darme este tipo de sermones

—… —Reborn miró al pequeño por unos instantes, en completo silencio, haciendo que éste se incomodara de modo que empezara a jugar con la cuerda del arco; él seguía pegado a la espalda del muchacho mirándolo desde arriba… memorizando cada curvatura en ese rostro angelical a su parecer—. ¿Me concederías una pieza?

—¿Una pieza? —se extrañó cuando el azabache se alejó

—¿Sabes bailar? —le quitó el arco y lo dejó de lado. Ni él sabía por qué iba a hacer aquello

—Un poco —murmuró cuando el azabache se colocó en frente de él, se extrañó por la cálida mirada que le estaba dando

—Entonces —Reborn sonrió de lado antes de extender su mano y hacer una leve reverencia—. Baila conmigo

—Pero… —vio esa mano con duda y después vio sus pies descalzos, apenas ahí se dio cuenta de que Reborn tampoco llevaba calzado—, yo… —mas no lo dejaron negarse y tomaron su muñeca para acercarlo

—Te guiaré un poco —elevó esa mano más pequeña que la suya para hacer al castaño girar un par de veces, se fijó en cómo el leve rubor aparecía de nuevo en aquellas mejillas, detuvo sus movimientos para que al final pudiese abrazar al castaño por la espalda—. Eleva tus brazos

—¿Así? —Los levantó un poco y sintió el agradable toque de los dedos ajenos que se entrelazaron con los suyos— Hazlo lento por favor —susurró debido a la inseguridad que le daba el bailar con alguien que no fueran sus tíos

—Lo haré —dio dos pasos hacia al frente, siempre pendiente que el castaño lo siguiera. Un leve giro de ambos y sosteniéndolo de una mano lo hizo dar una vuelta completa para al final mirarse directamente—. No fue tan difícil, ¿o sí?

—¿Has practicado antes? —se empezaron a mover al compás lento de una melodía imaginaria mientras se perdían en la mirada contraria

—Con mi tía Luce

—Se nota que la quieres mucho —sintió la mano de Reborn en su cadera y se avergonzó un poco, aunque también se puso en alerta porque esos deslices que Reborn solía tener lo ponían de malas

—Es como mi madre —sonrió al sentir aquellas temblorosas manos posarse en sus hombros

—Pues te ha instruido bien —sonrió con ternura porque reconocía el brillo de amor sincero en los ojos del mayor cuando hablaba de su tía

—¿Quieres conocerla? —en ningún momento dejó de ver esos iris chocolates que lo reflejaban

—Sería un placer

—Esta noche

—¿Eh? —se alteró— ¿Tan pronto?

—Mi cabaña está cerca —dio un par de giros sin dejar de sostener la cintura ajena, sintiendo la leve brisa golpearlos

—Pero mis… —Tsuna se detuvo abruptamente y se separó del azabache para proceder a entrar en pánico— ¡Oh dios! ¡Me olvidé de ellos! —se revolvía el cabello con desespero. Había estado tan entretenido con Reborn que cometió un grave error— ¡Deben estar muy preocupados!

—Entonces ve por ellos —rodó los ojos por el dramatismo del momento—, y después irás a mi cabaña

—Pero… los perdí y… —gesticulaba exageradamente, incluso sentía su aire acabar

—¿Cómo que los perdiste?

—Sí —se sostuvo la frente con ambas manos—, caí de una colina, seguí el río y…

—¿Alguna referencia para guiarte? —le palmeó la espalda para calmarlo, o al menos intentarlo

—El lugar de encuentro tenía un tule enorme, de esos que son tan antiguos que el tronco es demasiado amplio —estaba en pánico, moviendo sus manos a la par de sus palabras, temblando ligeramente por la ansiedad

—Es por ahí —Reborn señaló al lugar correcto—. No te tomará más de veinte minutos si te apresuras

—Sí —dijo, pero antes de tomar sus cosas miró al azabache y con un poco de vergüenza preguntó— ¿y tu cabaña?

—Por allá —señaló al lado opuesto— sigue el rastro de cipreses y se te hará fácil. Mi hogar está dentro del tronco de un tule casi seco en totalidad.

—Iré —Tsuna sonrió decidido pues por nada del mundo quería perder contacto con él—. Pero ahora debo irme —jadeó antes de girar hacia donde sus cosas fueron depositadas

—Ten cuidado —antes de que el otro protestara, Reborn lo abrazó por impulso y aspiró el perfume de esos cabellos revoltosos. Se quedó así por unos momentos, sintiendo como el castaño le devolvía el gesto, aunque con más dulzura—. Toma —le colocó el carcaj y el arco al hombro

—Pero… —lo miraba con duda, con ansiedad, sin desear alejarse del todo

—Me lo regresarás más tarde —Reborn repasó esa mejilla con sus dedos, una caricia dulce que él mismo no sabía que podía ceder—. Mejor te quedas con eso por si necesitas defenderte de algún animal, es más útil que tu pequeño cuchillo de cocina —se burló para acabar con ese ambiente extraño que formaron

—Malo —le acusó con los ojos entrecerrados, pero después rió—. Ahora me voy… cuídate tú también —quiso abrazarlo, pero no lo hizo, sólo sonrió antes de empezar a correr pues ya había perdido demasiado tiempo

—¡Cuando nos volvamos a ver, me dirás tu nombre! —le gritó Reborn a lo que el castaño se giró y afirmó con la cabeza antes de agitar su mano en despedida—. Es un niño —se burló cuando perdió de vista al castaño y decidió ir a su hogar también—, uno muy adorable cuando frunce la nariz de conejo que tiene

 

 

Reborn sonrió mientras se encaminaba hacia su hogar, poco le importaba no tener instrumentos para cazar, mucho menos que no llevase fresas con él pues se las había comido junto con el castaño de sus sueños. Como estaba solo en esos parajes se dio el lujo de suspirar encantado porque la inocencia de ese niño se palpaba en cada gesto y palabra, el calor que desprendía era reconfortante, la mirada achocolatada le daba la sensación de calidez y, aunque sonara ridículo, sentía que estaban destinados a encontrarse. Grandes eran sus ansias por aferrarse a él y jamás soltarlo.

Se tomó un tiempo para reírse de sí mismo y de sus estúpidos pensamientos mientras seguía el rastro de cipreses que lo llevarían a casa. Suspiró profundamente para retomar su calma habitual y serena personalidad, jugó con una de sus patillas mientras intentaba borrar esa sonrisa de su mente y al fin, cuando creyó correcto, traspasó los limites hacia su hogar e ingresó soltando un suspiro. Era hora de volver a la realidad

Estaba listo para decir que no encontró nada, que su intento de cacería fue un fracaso y que aparte cayó a un río que se llevó consigo su arco y carcaj. Ese encuentro con aquel castaño quería guardarlo como un bonito secreto hasta que fuera el momento del reencuentro. Sin embargo, cuando abrió la puerta y se dispuso a informar sobre su llegada, por un momento recordó aquellos ojos acusadores en conjunto con esa nariz arrugada levemente… fue su perdición… la imagen en sus memorias lo hicieron soltar una carcajada sonora. Genial. Falló miserablemente. Lo peor fue que sus tíos estaban –al parecer—, esperándolo a pocos pasos de la puerta, así que fue visto en tan penosa situación.

 

 

—Nunca pensé que una risa pudiera generarme escalofríos —Viper se rascó un brazo con desesperación

—Lo mismo digo-kora —sacudió su cabeza y se abrazó a sí mismo

—¿Qué tiene de malo reír? —les refutó de inmediato

—Nunca lo haces —corearon tanto Colonello como Viper—, es de terror

—Es porque nunca han observado con cuidado —Luce sonrió amablemente antes de acercarse para tomar las manos de Reborn y guiarlo hasta donde el regalo se ubicaba—. Reborn suele sonreír con dulzura cuando no lo ven, mejor dicho, cuando pocos lo ven

—Tía Luce —suspiró Reborn— quedamos en que eso quedaría entre nosotros

—¿En verdad sonríes o ríes? ¿No fue una alucinación? —se burló Colonello antes de sostener la tela que colgaron desde el techo para ocular los regalos

—Ya dejen eso —Reborn recuperó su compostura y miró curioso aquella tela—, ¿qué esconden?

—¡Feliz cumpleaños! —Luce abrazó a Reborn por la espalda antes de cubrirle los ojos— Te preparamos unos regalos

—Dieciséis años, mocoso —Viper lo golpeó levemente en la cabeza antes de ayudar a Colonello a quitar la tela y que por fin Luce permitiese que Reborn viese lo preparado

—Vaya —Reborn miró todo con extrañeza pues si bien le habían dado regalos antes, ninguno tan gallardo y elaborado como esos—, ¿de dónde lo sacaron?

—Es un secreto —sonrió Luce antes de empujarlo para que revisara los presentes.

 

 

Sobre una silla se hallaba un traje, de aquellos que se usaban en la ciudad, de una tela suave y de tono negro combinado con un chaleco azul marino; elegante, no cabía duda. Junto a este estaba un arco nuevo en conjunto con un carcaj decorado con filamentos platinados, las flechas terminaban en plumas de algún animal llamativo. Reborn se juró que luego las probaría.

Les agradeció a sus tíos con una sutil sonrisa, soportó las burlas de Colonello sobre eso, y para terminar Luce les invitó a sentarse en la mesa para disfrutar de un buen asado donde la carne rebosaba en color marrón, pero en el centro era roja. Reborn estaba impresionado, más porque la casa parecía reluciente, sin rastro de agua y todo estaba en completo orden como antes de abandonar todo para huir del desbordamiento del río.

Debía aceptar que el festejo superó con creses al de años anteriores y que le agradó de sobremanera.

 

 

—Y… —Luce captó la atención de todos cuando ya la mitad de la comida fue degustada con gula—, ¿por qué te reías al llegar?

—Sí, eso. También quiero saber-kora —dejaron su comida de lado para mirar a quien seguía mordiendo su porción sin mirarlos

—Vi algo gracioso —respondió sin prestar mucha atención a las miradas sobre él

—Pues debió ser algo grande para que tú —Viper le apuntó con su tenedor— rieras a carcajadas

—Yo creo que no fue un algo —Luce sonrió con picardía— fue un… alguien —los tenedores cayeron, las quijadas también; a veces las palabras de Luce tenían ese efecto porque sus predicciones nunca dejaban de sorprender

—¡No puede ser!  —bramó Viper mirando a Luce— ¡Dime que es mentira!

—¿Fue agradable? —Luce miraba a Reborn con expectación, ansiosa por saber si un nuevo amigo llegó a la vida de su protegido

—Sí —no podía mentirle a su tía, pero rodó los ojos para ignorar el pánico de los otros dos

—¿Y? —siguió Luce, intentando que más palabras salieran de boca de Reborn

—Encontré a mi futura esposa —sonrió de lado, orgulloso de lo que acababa de decir porque sí, ese castaño iba a convertirse en su esposa y él lucharía por eso. Mas, el silencio se hizo presente de modo que el ambiente se volvió tenso— ¿Qué? —les miró con curiosidad, él creyó que saltarían en pánico o dicha, o que por lo menos creyeran que fue una broma, pero nada. No había reacción alguna.  

—No puedes —Luce lo miró con pena, mordiéndose el interior de su mejilla, apretando su falda y deseando que sus predicciones a veces fueran más exactas y no sólo sueños borrosos. Ella bien sabía que Reborn halló a alguien en medio del bosque, pero no creyó que una desgracia así pasara—. Esa persona… no puede ser tu esposa

—Oh por dios… kora

—¿Por qué? —Reborn la miró con sorpresa. Pensó que Luce iba a estar feliz por él, pero en vez de eso su rostro perdió el brillo y se mordió los labios

—Porque ya estas comprometido con alguien —Viper se levantó de un salto, incluso tirando su silla—, es por eso —miró a los otros dos y bufó—. La farsa se acabó

—¿De qué hablan? —Reborn no se movió de su lugar, no lo haría hasta que le diesen una buena explicación para ese cambio tan radical

—Recoge tus cosas, Reborn. Nos tenemos que ir-kora —en verdad debían evitar que una calamidad sucediera

—No me iré —ni se movió, pero dejó de comer— porque vendrá esta noche y yo esperaré aquí

—Querido —Luce suspiró—, tenemos que hablar de algo respecto a tu origen y tu compromiso

—Poco importa —Reborn frunció el ceño—. No me moveré de este sitio

—Vas a tener que hacerlo, Reborn… y ahora —Viper miró a Colonello e hizo una seña con la mirada. Ambos sabían que con Reborn no se podía hablar cuando algo se le metía en la cabeza, así que tomarían medidas desesperadas, después de todo, esa noche debían volver al castillo

—Quiero una explicación ahora —Reborn apretó los puños—. Pero deben saber que yo ya elegí y no cambiaré de opinión

 

 

Continuará…

 

 

 

 

Notas finales:

 

Krat les dice que está muy cansada, pero que tratará de actualizar otro fic XD

¿Alguien lee “Mi rojo cielo”?

Pues ahí les voy XDDDD

Muchos besos y abrazos~

Los ama: Krat.


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