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Sueño primaveral por 1827kratSN

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Atado. Así lo habían podido controlar y contar los detalles precisos para que Reborn entendiera a lo que se enfrentaría, es decir, le dijeron que era el heredero de los Argento y estaba comprometido con el heredero de los Sawada desde su nacimiento no sólo porque sus familias eran aliadas y amigas, sino porque eran destinados. Claramente Reborn se negó a aceptar su destino, intentó zafarse de sus ataduras apenas Luce terminó de hablar, incluso pateó a Viper quien iba delante de él a un metro frente a Colonello que era el encargado de llevar al hombro al jovencito rebelde. Estaba amordazado así que sólo bufaba algunas cosas inentendibles mientras miraba a Luce quien se mostraba completamente triste y repetía un “lo siento” constantemente.

Era obvio que en todos esos años hablando en sueños, e incluso cuando se encontraron, la ropa ocultaba a la perfección las marcas que él y Tsuna portaban cerca de sus muñecas la cual los delataba como pareja de por vida.

 

 

—Reborn, cariño —Luce miraba al muchacho que habían tenido que atar a la silla de la habitación que escogieron para esperar en ese castillo, pues sólo así se quedó casi totalmente quieto—, es tu destino. En dos años tu prometido volverá para tomar la corona que le pertenece y tú lo desposarás

—Lo reniego —bramó cuando le quitaron la mordaza—. ¿Qué tengo que ver yo en todo este asunto? Por algo esos viejos me entregaron a ustedes para que me criasen —se sentía incómodo usando ese traje fino que le hicieron portar antes de salir de su hogar, porque ese castillo no era nada para él.

—No hables así de los reyes —Viper le golpeó la cabeza con más fuerza de la normal

—No son nada para mí —Reborn frunció su ceño y elevó la frente para demostrar la ira en su iris ónix—, tampoco ese príncipe con el que estoy prometido. No pertenezco a esta tanda de ricos. ¡Quiero irme ahora!

—Hay muchas cosas que aún no sabes —Luce le acarició la mejilla, pero la mirada dolida de Reborn fue como una puñalada en su pecho— y te la contaremos después de que veas a tus padres

—¡Quiero irme de este horrible castillo! —intentaba zarandear sus manos y piernas, pero no había forma. Ya le ardía su piel debido al roce con las sogas

—No puedes y no debes-kora, porque un reino entero depende de ti —Colonello hablaba en serio, cruzando sus brazos y enfrentando la ira del niño que crió por catorce años—. No puedes simplemente girar la cabeza y fingir que ellos no existen

—¡No acepto esto!

—Démosle unas horas para pensar. De todas formas, ya está aquí y no se irá, no puede —Viper apretó más la soga que unía a Reborn al respaldar de esa silla

—Vamos a avisarle al rey Alonzo. Seguramente se pondrá demasiado feliz al ver a este mocoso maleducado–kora

—¡No se atrevan a dejarme aquí!

—Cuando sepas todo tal vez puedas perdonarnos —Luce besó la frente de Reborn—, pero por ahora… medita un poco en soledad

—¡Luce, libérame! ¡Colonello! ¡Viper, desgraciado! —eran las protestas ignoradas por quienes cerraron esa puerta y suspiraron

 

 

¿Meditar? Reborn lo único que hizo fue intentar desatar las ataduras mientras mascullaba maldiciones entre dientes. Quería largarse de ese bendito lugar porque no pensaba cumplir los caprichos de esos reyes, no importaba si eran sus padres, él los renegaba al igual que al destino que le esperaba. Él sólo pensaba en el castaño al que seguramente dejó a su suerte en ese bosque, al menos deseaba saber si estaba bien… al menos hubiese querido dejarle una nota de despedida o una pista de hacia dónde lo llevarían… No quería a nadie más que al muchachito castaño de sus sueños.

Por su parte, las hadas, ya alejadas de esa habitación, suspiraron pesadamente. El uno ya estaba resignado y previó ese accionar en Reborn; otra permanecía preocupada porque Reborn no recibiera bien la visita de los reyes, sus padres, quienes esperaron por su hijo durante demasiado tiempo; el último sólo se aliviaba por ya no tener que lidiar con el chiquillo orgulloso y egocéntrico. Los tres se miraron por un momento, tenían que elegir quien iría en busca del rey para informarle de su llegada y del problema que se presentaba.

No estaban preocupados por Bermuda pues faltaba menos de una hora para que la fecha se cumpliera y por ende para que el maleficio perdiera efecto. Sintieron el alivio por haber cumplido con su tarea primordial.

 

 

Escape…

 

 

Tsunayoshi había tenido que agachar la cabeza en arrepentimiento mientras era regañado, eso a pesar de que hace poco más de media hora había llegado al lugar de reencuentro. Cuando puso un pie en el llano fue recibido por un lloroso Skull que casi lo asfixia entre sus brazos, incluso su tía Lal lo había abrazado y revisado si tenía rasguños o algún signo de violencia, mientras trataba de fingir no estar lagrimeando o tratando que su voz no se quebrara. El que lo regañaba era su tío Fon, por raro que pareciera, pues había perdido la compostura después del susto que se llevó tras perder al castaño de su vista. Eran acciones de quienes sintieron un pre infarto cuando la tercera hora sin saber de Tsuna había llegado, y las horas siguientes a esa.

 

 

—Está bien —Fon se había calmado ya y respiraba profundamente para recuperar fuerzas—, al menos estás bien

—Les dije que me encontré con alguien y me distraje —jugaba con sus dedos mientras los miraba con culpa—. De verdad lo lamento, no quise asustarlos

—¿Cuántas veces te he dicho que no hables con extraños, mocoso? —Lal lo golpeó en la cabeza de nuevo

—Pero no era un extraño… —Tsuna se sostenía la parte golpeada y hacía una mueca de dolor—, además, me ofreció su casa para resguardarnos y que conozcamos a su familia

—¡¿Y si era un delincuente?! —Skull agitaba sus manos para aumentar su expresión— Y si… ¡si te estaba engañando!

—No lo haría —refutó sin pensarlo—. Yo lo conozco y no haría algo así

—¿De dónde lo conoces? —Lal lo miró con disgusto pues aún le temblaban las manos debido al pánico y preocupación

—Bueno… —Tsuna no sabía cómo responder a eso—, es que

—¿Cuál es su nombre? —Fon lo miraba preocupado, no era para menos si hasta hace unas horas habían estado escapando de los subordinados de Bermuda

—Yo… —Tsuna se mordió el labio— bueno…

—Su nombre —exigió Skull con tono severo

—No lo sé —su voz se agudizó porque hasta él pensaba que esa respuesta era tonta

—¡Y así dices conocerlo! —Lal tenía el ceño demasiado fruncido y una mueca de disgusto total

—Es que lo conozco —reiteró apretando sus puños

—¿De dónde? —Fon quiso darle la oportunidad de explicarse y los demás callaron para escuchar

—En… —suspiró profundamente—. Lo he visto en mis sueños —se desesperó al ver el desconcierto en sus tíos—. Sé que suena raro, pero así es… lo he visto centenar de veces en mis sueños, lo hago desde que era apenas un niño y…

—¿En tus sueños? —Skull paró el intento de grito de Lal

—Sí —apretó los puños y los miró con decisión—. Sé que no me engañaría, a pesar de que hoy fuera la primera vez que nos vimos en persona… ¡yo confío en él!

—¡Eso es ridículo! —vociferó Lal

—No lo es —Tsuna respiró hondo para no ceder ante el pánico que le producía ver a su tía enfadada—. Le prometí ir a su cabaña, además necesito devolverme el arco, el carcaj y las flechas… —les mostró lo que traía a la mano—. Quiero conocer a su familia y que él conozca a la mía… Yo…

—No más —la única mujer del grupo pateó un árbol cercano—. Nos largamos. Estamos perdiendo tiempo valioso

—¡Tía, por favor!

—Espera Lal —Skull se rascó la mejilla mientras ciertos recuerdos llegaban a su longeva mente—. ¿No recuerdas lo que se dice en el mundo de los humanos?

—¿Humanos? —Tsuna les miró raro porque no era normal que ellos usaran esa palabra para referirse a sí mismos

—Sí —Skull ondeó sus manos para organizar sus ideas sin que le interrumpieran y volteó a mirar a Fon y a Lal—. El destino una pareja les ha de dar al nacer, muchas veces en sueños se han de conocer —recitó con seguridad y cierto brillo en su mirar

—No me vengas con ridiculeces, Skull —Lal chasqueaba su lengua insatisfecha por esa ridícula rima

—Skull tiene razón —Fon se sentó frente a Tsuna y lo miró con leve asombro—. Tsuna, ¿puedes decirme como es el muchacho de tus sueños?

—Es… —sonrió aliviado

—¡No le fomenten estupideces! —Lal estaba harta de toda esa estúpida situación. Le importaba más poner a salvo a su protegido

—¡No son estupideces! Puede ser que las hadas no tengan esa bendición —mencionó Skull tocándose el hombro derecho— bueno… no todas, pero eso no quiere decir que eso no sea posible

—¿Y ahora qué me dirán? Que se ha estado hablando en sueños con… —Lal no dijo el nombre del príncipe de los Argento, prometieron no hacerlo— “él” ... ese chico… ¿y que ahora se encontraron? ¡No bromees conmigo!

—Contesta, Tsuna —sonrió Fon acariciándole la cabeza para que el castaño reaccionara

—Sus ojos son tan negros como la noche sin luna, puedes hundirte en un abismo cuando los miras fijamente —Tsuna sonrió divertido por sus palabras—. Su cabello es igual de asombroso, igual de negro

—Oh por dios —Lal al fin se calmó y se acercó para escuchar

—Su piel es clara, aunque como está bajo el sol se ha oscurecido un poco —Tsuna hablaba con ilusión al recordar detalles—, pero lo que más me gusta —se calló cuando se dio cuenta que elevó la voz y sonrió algo avergonzado—. Lo que más le distingue son sus patillas rizadas, las puedes estirar y siempre vuelven a ser espirales perfectas —su rostro brillaba al relatar aquello, su mirar se volvía más dulce. No cabía duda de quien hablaba

—Es él —jadeó Skull mientras sacudía a Lal por los hombros—. ¡Esas patillas sólo pueden ser de los…! ¡De esos! —susurró con emoción

—En serio, tío Fon… —Tsuna sujetó las manos de su tío y lo miró suplicante— debo ir. No quiero romper la promesa que le hice… además, prometió decirme su nombre cuando nos veamos. Quiero escuchar su nombre

—Mocoso —Lal lo miró mal—. ¡Hubieras empezado por eso! —suspiró resignada

—¿Entonces? —el más joven preguntó ilusionado

—Vamos —Fon se levantó con una sonrisa—. Creo que… podemos confiar en él

—Si es que no lo han capturado —susurró Lal antes de encaminarse hacia donde Tsuna dictaba. Sería un largo día, estaba segura  

 

 

La emoción de aquel chiquillo no podía compararse con nada, ni siquiera con el titilar de una estrella. Los guiaba a paso presuroso con intención de llegar a la cabaña antes del anochecer, sonreía más que antes, apretaba los labios cuando parecía querer estallar por la emoción cuando señalaba los cipreses. Las tres hadas siguieron a su guía, intentaron seguirle el ritmo, y, aunque terminaron agotados, jadeantes, cansados en totalidad, llegaron al lugar dictado.

Pero lo que encontraron no fue del gusto de todos.

Había una mesa bien dispuesta, los platos aun seguían ahí, pero la comida estaba fría y a medio terminar. Todo estaba limpio, intacto, sin rastro de que hubiesen atacado, sin nadie en la cabaña. La decepción de Tsuna fue palpable; estaba dolido, desesperado. Claramente alguien había estado ahí pues Tsuna incluso reconoció la ropa de Reborn tirada en un rincón, la misma que vestía cuando se encontraron en ese día, pero los habitantes se habían ido.

Era todo tan raro.

Tsuna quiso quedarse a esperar, pero los demás no a sabiendas de que si no había nadie era porque Reborn fue devuelto al castillo y enfrentaría sus dieciséis años para saber si llevaba la medición de Bermuda, por eso… ellos debían seguir huyendo durante dos años más sólo por seguridad.

 

 

—Vamos, Tsuna —Lal siempre era la que tomaba las decisiones duras, las que afectaban al ánimo del castaño

—Algo pudo haberle pasado —se aferraba al arco y al carcaj mientras miraba con tristeza toda la cabaña

—Si es así, con más razón tenemos que irnos

—No puedo dejarlo —Tsuna apretaba los puños contra su pecho— No quiero dejarlo, tía Lal

—Necesitamos irnos, Tsuna —acotó Fon con un poco más de tacto—. Es necesario

—¿No podemos pasar la noche aquí? —los miró con suplica, pero ellos negaron sin pensarlo demasiado

—Es hora de… —pero antes de que Skull terminase de hablar, escucharon un graznido agudo detrás de ellos y vieron a un cuervo negro que aleteaba en amenaza— ¡Oh no! —Skull se desesperó e intentó atrapar a esa maldita ave que conocía a la perfección, pero fue en vano, el ave alzó vuelo mientras emitía una alarma hacia sus aliados

—¡Debemos irnos! —bramó Lal tomando la mano de Tsuna y corriendo a la salida seguida por los demás

—¿Qué pasa? —podía apreciar el miedo en los ojos de sus tíos, fue entonces que él también temió lo peor— Qué…

 

 

De pronto y sin aviso Tsuna sintió una mano helada que rodeó su muñeca, con terror bajó su vista y apreció varias vendas que rodeaban la piel pálida de quien brotaba del suelo. Sintió el tirón repentino y gritó agudamente mientras trataba de impedir que aquella mano lo hundiera en el suelo. Su tío lo ayudó a tirar hasta que se liberó. Corrieron con prisa mientras Lal se encargaba de otra persona llena de vendajes que los atacó de frente y que salió de la nada. Intentaron salir por la ventana, pero de nuevo un enemigo los enfrentaba. Era un caos.

Tsuna entró en pánico cuando su tío Fon fue golpeado por algo invisible y se separó de él. Todos los conocimientos que tenía sobre defensa personal fueron olvidados cuando esos ojos grisáceos conectaron con los suyos y la fría piel lo sujetaba por los hombros. Ni siquiera podía gritar… sentía que el aire se le iba y que la muerte lo acogía.

 

 

—¡No te quedes estático! —Lal pateó la cara del enemigo y abrazó al castaño—. ¡Reacciona!

—Sí —Tsuna sintió vergüenza por su accionar, pero aun temblaba y poco podía hacer—. ¡Yo!

—Nos encontró —Fon entonces tomó custodia de Tsuna y lo empujó para que corriera—. ¡No mires atrás, Tsuna!

—No lo haré —susurró temeroso. A sus catorce años jamás sintió algo tan maligno como esa mano que tocó su piel, tenía miedo de algo que desconocía

—Vamos. ¡Más rápido! —Lal les abrió paso y sin dudarlo corrieron fuera de esa cabaña con todas las fuerzas que tenían—. Mueve esos pies, mocoso

—Nos alcanzarán —jadeaba Fon

—No lo harán —entonces uno de ellos tomó la decisión— ¡Cuiden de él! —Skull tomó su varita escondida entre su ropaje y se detuvo abruptamente para girarse y darle frente al enemigo, siendo estos, cinco personas cubiertas por vendajes y armados como para una guerra. Espadas, escudos, armaduras, pero Skull sabría lidiar con ellos— ¡No miren atrás! —advirtió porque no sería bonito lo que iba a pasarle

—¡Tío Skull! —Tsuna intentó detenerse y mirar, pero no lo dejaron. Su tía se interpuso en su visión y su tío Fon lo jaló más fuerte

—Corre, Tsuna… ¡corre! —Fon apretaba los dientes porque sabía el destino de su compañero

—No lo dejen —suplicó sintiendo su pecho estrujarse

—Ten en cuenta que él se está sacrificando para que tú estés a salvo —Lal se puso a la par de Fon y tomó la muñeca libre de su protegido para seguir corriendo—. Ahora cállate y sigue

—Pero… —su garganta dolía

—Estará bien —aseguró Fon—. Skull estará bien… Lo prometo

—No quiero dejarlo —los ojos de Tsuna se aguaron en lágrimas mientras escuchaba a lo lejos los gritos de los desconocidos que atacaban, unos estallidos, sonidos metálicos, los insultos de Skull quien provocaba a los enemigos para que pelearan—. Tío Skull —sollozó cuando escuchó un grito lejano y poco después el ruido de un árbol al caer

—Sigue corriendo, Tsuna… Debemos ponerte a salvo —Fon y Lal se miraron un momento antes de decidir la ruta más efectiva para el escape.

 

 

Enemigo…

 

 

Era un hombre el que estaba parado frente a él, uno muy raro a simple vista pues estaba vendado casi totalmente, aunque un poco de su rostro sí se reconocía. Lo único bueno que ese tipo hizo fue agitar un palito y las amarras de su cuerpo desaparecieron. Reborn lo miró por largo rato, sin siquiera moverse a pesar de que ya era libre, no le agradeció siquiera. Mantenía su guardia alta porque no le daba buena espina ese pesado silencio

 

 

—Y bien —Bermuda habló con serenidad—, príncipe… es un placer conocerlo

—No soy un príncipe

—¿No eres tú Reborn?

—Lo soy —al fin se levantó de esa silla siendo cuidadoso al moverse, lo hizo lentamente, sin perder de vista al sujeto en frente de él—, pero no soy el príncipe de nada

—Lo eres —Bermuda sonrió de lado antes de dar los primeros pasos y ver como el chiquillo se ponía a la defensiva, listo para gobernador de este reino y de los demás en esta región

—Así que un hombre sediento de poder —Reborn miró a su alrededor maldiciendo por no tener una espada con la que defenderse, pero negándose a escapar o pedir ayuda

—Te equivocas —Bermuda chasqueó los dedos antes de que su saltarle encima, pero claro, de ser así sería inútil— y tu destino está trazado por eso

—A la mierda el destino

—Me gusta tu carácter —el chiquillo mantuvo la distancia, era astuto— pero me molesta de la misma forma

—¿Quién eres y qué quieres? —apretó los puños

—Soy Bermuda —sonrió con prepotencia—, el siguiente báculo apareciera—. Soy un hechicero, es muy diferente

—Así que esas cosas son reales —se burló intentando pensar en qué poder hacer para liberarse de ese tipo o cómo esquivar la magia que usaría… no sabía nada de su oponente, era una clara desventaja

—Sí —sonrió antes de que la esfera que coronaba su báculo brillara— y tú probaras de mi poder

—¿Por qué?

—Porque hay que cumplir la maldición que te lancé —rió bajito—. Tus tontas hadas guardianes hicieron un gran trabajo ocultándote, príncipe, pero fue en vano

—Ellos son…

—Hadas —dijo antes de agitar el báculo y de inmediato atacar a Reborn

—Ahora entiendo —jadeó cuando golpeó una pared porque saltó mal al tratar de esquivar el ataque—. Sabía que todos eran unos raritos… hasta Luce

—Vamos, niño… disfruta tus últimos segundos de vida —detrás de él apareció una rueca cuyo huso brillaba

—Ya quisieras, mago de cuarta —sonrió altanero.

 

 

Continuará…

 

 

 

Notas finales:

 

Krat cree que no logrará cumplir con la fecha aplazada (10 de mayo), pero hace lo que se puede XDDD, prometo ponerme a escribir el resto de capis donde ya se viene la acción.

Sin más que decir: Krat se despide

Muchos besos y amor~


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