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La mujer más linda del mundo. por Yukino

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Notas del capitulo:

Capítulo 11 en Wattpad

LA MUJER MÁS LINDA DEL MUNDO

Fanfic por Yukino

Viktor x Yuuri

Capítulo 11.

 

«Es el tipo de lugar equivocado, para estar engañándote…» (*)

 

El siguiente capítulo tiene alto contenido de relaciones sexuales hombre con hombre. Si no es de tu agrado, por favor sigue de largo en esa parte. Gracias.

Yukino.

 

******

 

 

—Vaya manera de llover —Dijo Yuuri algo angustiado, al saber que era ya muy tarde. Suspiró algo decepcionado y su aliento hizo dibujos en el vidrio. Ese día San Petersburgo había estado particularmente lluvioso, parecía que el cielo estaba muy triste.

—Es muy extraño ahora que se acerca el verano, es lo que los expertos llaman ‘atípico’. Sabes que no hay ningún problema con que permanezcas acá, el tiempo que quieras—. Yuuri viró a verlo y le sonrió ampliamente. Era cierto que no era necesario que se fuera, pero no tenía más que la ropa que llevaba encima y el día siguiente debía dictar clases normalmente. Sonrió de nuevo cuando Viktor le acercó una taza de café. Le reclamó por la hora, y si acaso no deseaba que durmiera. El amante ruso hizo una mueca y le respondió que si no la quería que simplemente la dejara. Yuuri se echó a reír y le reclamó por ser tan enojón.

—Mejor cállate Katsuki. Y si es por la ropa, yo puedo prestarte algo para mañana… —desvió la mirada un poco para que Yuuri no notara su sonrojo —el pantalón aún lo puedes usar, si te lo quitas ya.

—Eres un descarado Viktor —le dijo Yuuri guiñando un ojo y sonriendo de manera juguetona. —No me puedes quitar los pantalones, no hasta dentro de una semana.

— ¿Sabes algo? Mejor lárgate. Llama un taxi que seguro va a tardar horas en llegar y ya no me fastidies la vida —. Yuuri se acercó y le plantó un beso en los labios, para intentar calmar un poco el enojo de su ‘novio’, pero no se podía resistir verlo así, era como ver enojado a un niño, con pucheros incluidos. Encantador.

Resultó ser que Yuuri sí tenía efectivamente una lesión en uno de los discos de su columna, nada grave por fortuna para el profesor de historia, pero sí le generó mucho dolor. Y todo debido a un golpe que se dio al estar practicando muchas semanas atrás, en el estudio de Viktor. Hizo exactamente lo que Viktor le dijo que no hiciera y cayó estrepitoso sobre su trasero, para evitar dañar su tobillo. Nunca le dio mayor importancia y tuvo siempre un pequeño malestar, que aumentó horrible con la intensa actividad física sexual que ahora estaba teniendo. Se lo confesó sólo al doctor que le veía las radiografías, luego a Otabek que no pudo tener la boca cerrada en la cafetería y lo dijo a los cuatro vientos, y claro llegó a oídos del profesor de ballet.

Viktor al inicio se sintió aliviado al saber que no había sido un salvaje maniático teniendo sexo con él y que eso le había hecho tanto daño. Luego pasó a molestia y luego a furia, le había advertido muchas veces a su tonto Yuuri que hacer movimientos bruscos sin el calentamiento o el entrenamiento previo, podría traerle una lesión y bueno, ahí estaban los resultados. Lo regañó como a un chiquillo y Yuuri no le respondió nada, creyendo que tenía total razón. Por tres semanas Yuuri Katsuki no podría tener ningún tipo de esfuerzo, mientras la inflamación y el dolor cedían. Al contrario de lo que pensó Yuuri, Viktor se mostró muy preocupado y él mismo le hacía los masajes de la terapia. No tuvieron sexo para nada en dos semanas y eso no parecía ser problema, pues se dedicaron a otras cosas, salían a cenar, veían películas en la casa de Viktor, y hablaban mucho, como Yuuri nunca creyó que sucedería. La dinámica siempre era la misma, iban al departamento de Viktor, pasaba un rato y pasadas las 10:00 p.m salía de ahí. Pero esa noche era ya muy tarde y le pareció muy tierno, a su manera, cuando Viktor le dijo que se quedara.

 

—Bueno, gracias por prestarme tu pijama, descansa —Yuuri se metió bajo las cobijas, lo mismo hizo su amante. Esta vez ninguno se dio la espalda, pero tampoco se acercaban lo suficiente como para arrumacos cursis. A esa etapa aún no llegaban.

—Espero que puedas descansar —Dijo Viktor bajando la voz y cerrando los ojos.

—Por favor, déjame ver un poco más tus ojos, son muy lindos —Viktor los abrió un poco, mirando fijamente a Yuuri, empezaba a entender que su amante aún no tenía sueño. —Cuando llegué a la Universidad, el particular color de tus ojos me llamó muchísimo la atención. Luego esa seguridad que siempre tienes al caminar, que pareciera que todo mundo te abre paso, y cómo tratabas a los otros, menos a mí, sí ya lo sé, pero pues, eso me gustó mucho y me gusta aún. —Yuuri con ternura extendió su brazo y con su mano acarició sus cabellos que caían rebeldes sobre sus ojos. Viktor sonrió un poco y se acortó la distancia.

—A mí me gusta como no tienes idea, estar dentro de ti. —Yuuri abrió muchísimo los ojos y se sonrojó completamente.

— ¡Viktor! —habló con algo de fuerza

—Ah disculpa, pensé que podíamos hablar de cualquier cosa, pero si sólo vamos a ser muy cursis, entonces cambiaré de tema —Yuuri aunque sorprendido, le pidió que siguiera, si es que tenía algo más que decir —Verás, cuando entro en tu cuerpo, la primera sensación que tengo es en mi pecho, como si algo me impidiera respirar bien, luego tu interior tan caliente, me hace sentir que las piernas no  me responden bien, como si temblaran y finalmente por toda la espalda siento electricidad, algo muy parecido a lo que sentía cuando patinaba, unas tremendas ganas de moverme y danzar como si tu cuerpo fuera la pista de hielo. Bueno me gustan muchas más cosas, pero sentí que debía sacar de mi alma esto.

Yuuri lo observó muy atento por un rato. Viktor no le veía a la cara y escondía su mirada en la sombra de la noche. Finalmente se acercó todavía más y le dio un beso en la frente. Sacar eso tan repentinamente era más de lo que esperada de Viktor, era cierto que no fue muy romántico, pero la forma en que lo dijo, llevando su mano al pecho e incluso añorando el momento en que volviera a penetrarlo, se le hizo tremendamente lindo. Yuuri nunca se había sentido así de engreído. Ni siquiera ese que le rompió el corazón le había tratado así, jamás.

Se acercó lo suficiente como para darse cuenta que su amante ruso, tenía una erección. Posó su mano en la entrepierna de Viktor y lo miró fijamente. El hombre hermoso de ojos de mar, le retiró la mano y movió la cabeza de un lado a otro, diciéndole con esto, que no podían hacer nada, no hasta que él estuviera mucho mejor de su espalda. Yuuri sorpresivamente se sentó en la cama y asustó un poco a Viktor. Quedaron muy claras sus intensiones, cuando se puso en medio de sus piernas y viéndolo con una seguridad algo aterradora, empezó a deslizar su dedo índice por el elástico del pantalón de dormir de Viktor.

Ninguno decía nada. Parecía que cualquier palabra podría romper la magia de ese momento, de un cuarto oscuro, iluminado por la luna y por los constantes relámpagos que caían sobre la ciudad. El ventanal salpicado de lluvia, se reflejaba en Yuuri y eso más su hermoso cabello negro revuelto, hicieron que la erección de Viktor fuera aún más evidente. Yuuri empezó a tirar del pantalón de su amante hasta verlo ahí, expuesto a su merced. Se inclinó sin atender el pedido de Viktor que le tomó la mano y de nuevo le dijo con la cabeza que no lo hiciera. Yuuri no atendería esta vez ese pedido.

Abrió su boca y con hambre se metió el pene de su hombre en la boca. Viktor echó su cabeza hacia atrás, dejando escapar un gemido corto pero profundo. La lengua inquieta de Yuuri, saboreaba todo lo que podía de ese miembro que lo había hecho tan feliz. De alguna manera lo tendría dentro, así como a Viktor le gustaba. El profesor de ballet empezaba a agitarse demasiado, Yuuri parecía un experto en aquello y pensó incluso ahí, a cuántos se los habría hecho. Un leve mordisco en la punta le sacó de su celoso pensamiento y le obligó a disfrutar el momento. No había ni una palabra en esa habitación. Sólo gemidos. Yuuri succionaba con mucha fuerza, mientras Viktor movía instintivamente la cadera pidiendo más. De repente Yuuri sintió cómo lo tomaba casi de manera violenta por el cabello, intentando marcar un ritmo. Lo sabía, pronto terminaría, pronto esa lluvia blanca de éxtasis lo bañaría y vería el rostro de su amante satisfecho y ojalá feliz.

Viktor llevó sus manos a su cabeza, se arqueaba demasiado, la boca de Yuuri le estaba transportando al placer que con él había conocido. Sonrojado, casi que con lágrimas en los ojos, bajó su vista y lo intentó retirar, pero Yuuri se negó. No hubo una palabra, no había más que deseo y lujuria.

Sin previo aviso Viktor se levantó y lo acostó bruscamente en la cama. Yuuri llegó a asustarse mucho, si le penetraba le haría daño y sólo en ese momento supo que debió detenerse. Pero su amante era un hombre sensato. Se quitó por completo su ropa e hizo lo mismo con el pantalón que Yuuri llevaba, se acomodó entre sus piernas y tomó ambos penes en su mano, friccionándolos entre sí. Era por ahora la manera en que podría sentirlo. Yuuri vio esto con total erotismo, no lo había hecho nunca y agradeció que este hombre de cabellos de luna, que pensara de esa forma en su bienestar, a pesar de lo mucho que debía estarle costando el no penetrarlo.

Yuuri como pudo, llevó su mano a la mejilla de Viktor, haciéndole saber de esta manera que pronto terminaría. Viktor tomó esa mano y besó su palma, al parecer ambos terminarían al tiempo. Viktor de manera vigorosa aumento la velocidad de la fricción, Yuuri empezaba a gemir sin control y de nuevo entonces, aquello que rompió el silencio de ese encuentro. Parecía un parlamento automático en Viktor cuando sentía que su orgasmo venía a su cuerpo. Con voz agitada empezó a decir ‘eres mío’ una y otra vez, mientras Yuuri le veía a penas respirando. Estrechó su mano con fuerza y sintió cómo todo ese deseo mal habido quizás, se le escapaba del cuerpo y se revolvía con el semen de Yuuri. Cayó sobre su hombre del Japón, sintiendo ese aroma de su sudor que le resultaba tan exquisito. Luego levantó su cuerpo y lo miró fijamente. Yuuri no pudo adivinar todo lo que le estaba hablando con esa mirada, tan llena de angustia y nostalgia. La misma que le dio a Sora una semana atrás en su encuentro casi forzado.

Ese día, ella se sentó elegantemente atendida por Viktor quien corrió su silla. Pidió de inmediato la limonada que ya era su costumbre y miró a su ‘amigo’ esperando que dijese algo. Pero el hombre que iba particularmente hermoso no pronunciaba palabra, parecía muy distraído.

—Bueno ¿y?, me pediste con insistencia que nos viéramos, estoy acá, me intriga mucho qué tienes para decirme.

—Creo que me estoy arrepintiendo de estar acá —Dijo Viktor tomando un sorbo de café que empezaba a ponerse frío —pero eres la única que me dirá sí o no, sin rodeos.

—No voy a casarme —dijo ‘ella’ y se echó a reír. Lo hizo Yuuri con mucho cuidado de no delatar su risa masculina. Viktor la miró con una mueca y esperó a que terminara.

—Sora, no sé ni cómo empezar con esto —llevó una mano a su frente intentando que las palabras salieran, la limonada llegó y Sora empezó a tomarla —necesito saber si me ayudarías, llevando una relación conmigo…

El hombre que pretendía ser mujer, se atascó con la limonada y empezó a toser sin control. Viktor intentó ayudar con golpecitos en la espalda hasta que pareció calmarse. Sora le preguntó si acaso le estaba pidiendo que fueran novios, a lo que él rápidamente le contestó que no. Que necesitaba algo de apariencia a penas.

—En qué estas metido Nikiforov, ¿por qué necesitas llevar un romance falso?

—No es; no sería un romance. Mira, estoy en una relación con alguien, pero, no podemos hacerla pública. Por su bien y por el mío.

— ¿Está casada?, esa sería la única razón —Con el descaro en su boca, sabía que Viktor hablaba de él, pero no entendía muy bien a qué se estaba refiriendo.

—No está casada, pero necesito proteger esta relación a como dé lugar. Antes no hice nada, no moví un dedo y lo perdí todo. No quiero que eso se repita.

— ¿Eso quiere decir que ella también tendrá una relación de apariencia con otro para despistar?

— ¡NO! —Gritó con furia golpeando la mesa, haciendo que se derramara un poco de café y de limonada — ¡Él no va a estar con nadie  más que no sea conmigo! —Dijo fuerte, cerrando los puños intentando controlarse. Miró directo a Sora y ésta tenía la boca muy abierta.

— ¿Él? —preguntó a penas en un susurro haciendo su perfecta actuación. Viktor supo que había sido descubierto, y empezó a mover sus ojos con rapidez de un lado a otro como si buscara una excusa, o una respuesta diferente. La idea era no mencionar a Yuuri y había caído de la manera más estúpida. —Viktor, ¿eres gay? —Y hubo un largo silencio después de esa pregunta.

—Debo serlo, no hay duda. No me gustan todos los hombres, o me fijo en ellos, pero hace diez años y ahora, fue y es especial. Es una sensación de desespero por estar con esa persona, un calor que inunda el pecho de alegría al verlo, una paz infinita escucharlo. Con esta última persona —sabía que ya había cometido muchas imprudencias y no diría su nombre, por muy irónico que fuera el asunto —luché como no tienes idea, por alejarme y alejarlo. Fui un patán completo y aún lo soy. Pero un día lo vi danzar y toda mi armadura se rompió en ese momento. No pude controlar mi deseo de acercármele, y hacerlo mío —. Sora pareció sentir empatía y le tomó una mano.

—Si lo quieres tanto, porqué entonces estás acá conmigo, no lo entiendo.

—No puedo quererlo. Si  me permito eso, ambos estaremos muertos.

—Creo que es muy tarde ya.

—Yo también lo creo —Sora abrió los ojos sin entender nada —mira, yo amé y amé mucho. Pero mi amor destruyó a esa persona. Ser gay, no es permitido, no en este país, no en las mismas tierras del “General”. Todos saben que mi único amigo en el mundo es Christopher, y si tengo un amigo nuevo, será sospechoso para todos. Y tarde o temprano, sé que alguien nos verá juntos y hablará.

—Te ahogas en un vaso con agua en una situación que sólo ocurre en tu cabeza. Tu pasado parece que pesa una tonelada de cemento, y quieres a como dé lugar negarte a ti mismo que quieres estar con un hombre. Podrías sólo llevar el romance en secreto y no intentar ponerle adornos ni justificaciones. Seguro quieres que piensen que tu cara de felicidad se debe a que estás con una chica, pero jamás con un hombre. Y creo que igual pasó con ese chico de tu pasado. Lo ocultaste tan mal que terminó cayendo a tu cobardía para enfrentarlo todo. Y ahora quieres culpar a alguien más como a ese “General” para poder sentir la carga menos pesada y quitarte de encima la culpa. Te lo dije, tú quieres sólo el bonito retrato familiar sobre tu chimenea, mientras en la cama quieres otro pene. Sin embargo, algo muy grande debes estar ocultando, porque hacer esta petición no es tan fácil, no me dices la verdad completa, pero no creo que hacer que nos vean juntos a ti y a mí, pueda protegerlo a él. Si la historia está destinada a repetirse, no podrás hacer mayor cosa.

Viktor, de nuevo sintió cómo un trago amargo bajaba por su garganta y le estallaba en el estómago. Era un pusilánime como ella le había dicho tiempo atrás, pero creía ingenuamente que así lo protegería. Creía que meter a Yuuri en una cajita y que sólo él pudiera verlo, no sería tan mala idea. Apenas movió los ojos para verla directo al rostro y dos lágrimas que no quiso limpiar le corrieron por las mejillas. Ella se estremeció ante aquello y lo tomó por ambas manos. Viktor no rechazó el gesto, necesitaba un poco que compasión. Si la historia se repetía, bueno ya no habría motivos para seguir en la tierra.

—No entiendo cómo pretendes llevar nuestra relación, pero te ayudaré. Se necesitan muchas bolas para pedir semejante cosa a una desconocida —Sonrió y Viktor le devolvió la sonrisa —Sin embargo, debo decirte que esta historia es una olla a presión, que no vas a poder apagar. Dile la verdad, toda la verdad a tu amante, y quizás juntos encuentren una solución —. Y por supuesto, ahí hablaba Yuuri, que ni siquiera como Sora, pudo sacarle todo a Viktor, pero estaba conmovido por su extraño intento de protegerlo. Parecía que el hombre de cabello de ceniza, estaba arriesgando el todo por el todo.

—Se lo diré, en su momento lo sabrá. Y cuando sienta que sea el momento, cuando ya el peso de la angustia me gane, le diré porqué tengo tanto miedo —Miró a la ‘mujer’ y le agradeció. Yuuri entendió la afanosa necesidad que tuvo Viktor para comunicarse con ella. Parecía entonces que tener una relación con él, era lo más parecido a ir sobre un campo minado, donde como fuera, algo iba a perder. Pero creía que ese hombre, le quería. Y de eso se agarraría para maniobrar sobre la pólvora.

 

*****

 

Llegó la mañana y Yuuri se levantó algo afanado. Debía ir a su departamento, darse un baño y alistarse para otro día de clases. Viktor con pereza empezó a estirarse, él esa mañana la tendría libre y se burló de su amante por ese hecho. La lluvia se detuvo por completo en la madrugada, y sólo dejó un cielo gris, y un pavimento muy mojado.

—Te haré algo de café —Dijo el perezoso ruso, caminando hacia la cocina. Yuuri que se vestía lo más rápido posible le dijo que no tenía tiempo para eso, que ya había pedido su taxi —bueno esta noche tendré el café entonces.

—Hoy voy a encontrarme con Beka, y no me veas así, ya hace unos días que no lo veo y no quiero que sospeche nada.

Viktor tenía preparado ya su molesto reclamo, pero fue interrumpido por su escandaloso móvil. A ambos se les hizo muy extraño que hubiese una llamada tan temprano y se preocuparon que fuera una emergencia. Viktor vio de quien se trataba y el rostro se le iluminó. Sonrió tan ampliamente y con tanta dulzura que logró poner algo celoso a su amante. El celular dejó de sonar, pero Viktor no dejó de sonreír muy tontamente.

—Parece que te hizo muy feliz esa llamada —Dijo Yuuri poniéndose su abrigo —debiste contestarla y no sólo sonreír como un idiota.

—Era Manini. Mi madre. —Yuuri lo miró algo sorprendido y entendió su particular alegría —Bueno no mi madre, ella murió cuando yo era aún muy pequeño, Manini es mi madrastra; nos cuidó y nos protegió a mi hermana y a mí de mi padre, cuando mamá murió. Siempre tiene una sonrisa en los labios, siempre tiene la palabra perfecta —Yuuri estaba conmovido de cómo Viktor se expresaba de su madrastra — Ella, es la mujer más linda del mundo.

Yuuri lo miró y sonrió, feliz de ver ese rostro de Viktor tan lleno tranquilidad. Manini al parecer había logrado suplir a una madre en su totalidad y enterrarse profundo en el corazón de su hijastro. Y lo hizo, logró todo lo que quería, tener esa linda familia, esos lindos hijos; sobre las cenizas de muchos desafortunados. La mujer más linda del mundo.

 

 

 

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Con Amor: Yukino.

(*) Fragmento de la canción Nine Crimes de Damien Rice.

 

 

 

 

 

 


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