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La mujer más linda del mundo. por Yukino

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Notas del capitulo:

Capítulo 12 en Wattpad

LA MUJER MÁS LINDA DEL MUNDO

Fanfic por Yukino

Viktor x Yuuri

Capítulo 12.

 

«Es el tipo de lugar equivocado, para estar pensando en ti…» (*)

 

El siguiente capítulo tiene alto contenido de relaciones sexuales hombre con hombre. Si no es de tu agrado, por favor sigue de largo en esa parte. Gracias.

Yukino.

****

 

 

Otabek Altin iba presuroso hacia la cafetería, con las buenas noticias para su amigo en las manos. Logró ahorrar lo suficiente y esta vez no iría a visitar a tus parientes a Kazajistán pero haría algo que siempre había querido.

Desde que decidió salir de su país, había sido señalado por su padre de abandonar el hogar y los compromisos a los que estaba obligado, aunque ese compromiso fuera un matrimonio arreglado desde que era muy pequeño; Otabek jamás aceptó aquello al igual que la mujer a la que se supone estaba atado, y ambos hicieron sus vidas ignorando ese pacto de la prehistoria. Ellos serían libres de hacer con sus vidas lo que quisieran y no serían intercambiados por tierras o dinero. Por mucho tiempo mientras Beka estudiaba con bastante esfuerzo en el extranjero, fue rechazado en su casa únicamente por su padre que aún esperaba ingenuamente que se cumpliera dicho acuerdo, pero incluso la  familia de la mujer ya había dado por terminada aquella imposición, desde que ella salió del país e hizo su vida. Solo hasta que se supo que ella se casó y era muy feliz junto a su marido el padre de Otabek dejó de insistir. La verdad la lucha era más por demostrar su patriarcado que por querer hacer cumplir un absurdo acuerdo.

Con esos recuerdos incómodos en la cabeza, entró a la iluminada cafetería y en una de las minúsculas mesas vio a su amigo japonés tomando un café y leyendo una revista. Se paró frente a él y tiró sobre la mesa unos tiquetes. Yuuri lo miró, luego de eso tomó los papeles en su mano y se levantó casi gritando de la emoción, abrazando a Beka con fuerza, los dos empezaron a saltar como colegialas, había mucha felicidad que ninguno quiso disimular.

—Vaya ¿y por qué están tan felices ese par? Parece que ya te cambiaron por un matemático Viktor —decía Chris que estaba en una de las mesas junto al profesor de ballet viendo el espectáculo.

—El profesor Altin viajará en sus vacaciones a Japón junto con Yuuri —Viktor no pudo disimular la molestia que eso le producía —parece que lo han planeado desde que se conocieron.

—¡Pero qué lindo! Será como una luna de miel —Viktor miró con furia asesina a Chris quien apenas esbozaba una sonrisa burlona. Molestar a Viktor se había convertido en su dosis diaria de placer y cada vez que podía le hacía sentir mal. Viktor lo soportaba porque de verdad lo apreciaba mucho y le agradecía lo tolerante que se había portado con la horrible confesión de su pasado. Chris al saber aquello suspendió toda intensión de querer hacer que Yuuri fuera expulsado, como le había advertido a Viktor, si acaso sabía que el profesor de historia iba a ser dañado. Sin duda lo sería, pero veía a un Viktor desesperado porque no fuera así.

De lejos, Yuuri echó un vistazo a Viktor y le sonrió. Sabía que este estaba supremamente molesto por ese viaje de ambos, sin embargo confiaba en las palabras de Yuuri que era únicamente turístico, pero el hombre de cabellos cenizos tenía una espina clavada de que quizás esa sería la oportunidad de Beka para declarársele a Yuuri, y perdería entonces todo lo ganado con el profesor Katsuki porque este adoraba con su vida a ese hombre de Kazajistán, por supuesto no como Viktor creía.

—¿Y tú qué harás en estas vacaciones? —preguntó Chris a su amigo que estaba absorto en sus celosos pensamientos.

—Iré a la mansión del General —Chris por poco se atraganta con el pastel que comía al escuchar de su amigo decir aquello. No daba crédito a lo que oía, Viktor había jurado con su vida no volver a ver a ese hombre—. El viejo está muy enfermo según Manini y ella me rogó que fuese a verlo y me fue imposible decirle que no. Ahora que empieza a pasar lo que tanto he deseado, por alguna razón no me hace feliz.

Chris miró con compasión a su amigo de cabellos de ceniza y le tomó por un hombro para intentar consolarlo. Yuuri vio aquello desde la mesa que compartía con Beka y se angustió. Tomó su celular ignorando todo aquello que su amigo matemático le decía y le envió un mensaje a Viktor para preguntar si estaba bien. Recibió uno de vuelta donde lo invitaban al baño en remodelación del primer piso. Se levantó de prisa dejando a Beka con la palabra en la boca, pero sin poderle arrancar la dicha del rostro. Se excusó con una tontería y salió corriendo en dirección a donde Viktor le había dicho. Diez minutos después y simulando por supuesto la ansiedad que se le colaba en el corazón y entre las piernas, salió también de ahí Viktor Nikiforov a un encuentro furtivo con Yuuri Katsuki.

Y así fue. Yuuri estaba sentado en el lavabo muy al fondo de ese baño en reconstrucción que nadie a parte de los amantes visitaba. Vio cómo se asomaba por la puerta la figura perfecta de su hombre, ese mismo que le había tomado tantas veces como se le había dado la gana, ese que había recorrido su cuerpo, aunque Yuuri no pensaba meses atrás que eso pudiese pasar. Ya no se lo imaginaba más, ya lo tenía en sus brazos cada vez que lo deseaba, y ya su cuerpo se amoldaba a los deseos de su profesor de ballet. Viktor entró despacio, sin decir una palabra, observándolo con detenimiento. Yuuri sentado en el lavabo abrió las piernas sugerente y por supuesto en hombre de ojos de zafiro, se acomodó entre ellas cayendo en la trampa.

Sus labios se mecían al compás de ese beso desesperado, lleno de deseo y angustia, no por ser atrapados, angustia de la incertidumbre. Todos los días ellos se levantaban con la incertidumbre del futuro que no se veía muy prometedor, por eso quizás se amaban con tanta furia, esperando que el fin de los tiempos llegara y los tomara en la cama mientras se deshacían el uno con el otro, para que no tuvieran que vivir un día más con miedo y ansiedad.

Viktor empezó la fricción desesperada de su miembro con el de Yuuri que se movía incitante, haciendo que sus penes crecieran tan rápido y con tanta fuerza como les gustaba. Viktor metió su mano por debajo de la camisa de Yuuri para poder acariciar esos pezones que siempre le esperaban para ser saboreados, y no lo decepcionaron. Ahí con las manos calientes los presionó, y provocó un gemido intenso y largo que le llegó al alma como una canción. Yuuri supo que eso podía ir muy lejos, así que lo detuvo poniendo sus manos en el pecho de aquel que deseaba devorárselo.

—Viktor, sabes que acá no podemos hacer nada, así que vamos a…

—Cállate pequeño provocador. En este momento no voy a detenerme…

Yuuri vio un destello muy diferente en los ojos de su amante que lo sorprendió. Ya no supo que decirle y no deseaba detenerlo. Creyó por un momento que estaba molesto por el viaje junto a Beka, pero se lo había explicado ya mucho sin embargo esa no parecía ser la razón para que toda el aura de Viktor se sintiera diferente. Cerró los ojos entonces para dejarse acariciar el pecho como  Viktor deseara hacerlo, pero las intensiones eran otras y las dejó en claro cuando le desabrochó el pantalón y le bajó la cremallera. Yuuri creyó entender que ahora tendría que bajarse del lavabo y dejarse penetrar, pero ni en mil años adivinaría lo que Viktor haría. Abrió su boca con el deseo y el hambre reflejados en su rostro, y se metió en esta el miembro de Yuuri que estaba ya muy crecido. Yuuri apenas si pudo reaccionar con otro gemido un poco más fuerte, llevó su mano a su propia boca para poder retener la sinfonía de gritos que empezaban a colarse en su garganta, mientras el de cabellos de luna succionaba con fuerza y gemía lo que podía, mientras esperaba que el cuerpo de Yuuri llegara al orgasmo.

—Viktor por favor detente ya… —Suplicó Yuuri entre asustado y feliz, con el rostro bañado en carmesí —retírate te lo suplico…

Sin embargo y a pesar de las súplicas, Viktor no se detuvo. Yuuri suplicó mucho e incluso lo tomó por el cabello para intentar alejarlo, pero no pudo separar esa boca lujuriosa de su pene. Ya sentía que su cuerpo de descargaba de deseo y la vergüenza le invadía por completo, si es que acaso su lluvia de placer llegaba a la garganta de su ruso. Con toda la fuerza que pudo, tomó muy fuerte del cabello a Viktor separándolo de su pene de un solo jalonazo, y en ese momento terminó por toda la cara y el cuello de su amante, que si apenas pudo parpadear para que no le cayera un tanto en los ojos. Yuuri echó para atrás su cabeza extasiado y avergonzado, recargándose en el espejo.

—Me halaste muy fuerte, tonto —dijo Viktor tomando un poco de papel sanitario para limpiarse el rostro —por eso deseaba tragarlo, no quería tener que limpiarme nada, además quería hacerlo ¿por qué no me lo permites?

—Es vergonzoso —respondió Yuuri volteando su cabeza para verlo.

—Por favor Yuuri, vergonzoso para quién, solo estamos tú y yo, y si a mí que soy quien lo traga no le importa, ¿por qué sentirías pena tú? No comprendo esa lógica—. Viktor abrió el grifo para lavarse mejor el rostro y vio la triste mirada de Yuuri, mientras se acomodaba el pantalón. Había algo malo en ese pasado con el que cargaba el japonés, que no le permitía disfrutar plenamente—. Te dijeron antes que hacerlo era malo ¿verdad?

—Me dijeron que mi semen era un asco.

Viktor no pudo evitar la sorpresa que aquella triste confesión le había causado. Se acercó a Yuuri y lo abrazó por la cabeza, luego le dio un beso en sus cabellos negros, esos que tanto lo habían enloquecido. Yuuri agradeció el gesto y se dispuso a lavarse las manos y un poco el rostro para bajarle lo sonrojado. Viktor lo veía con disimulo y empezaron a hablar de tonterías como la calificación final de sus alumnos, y que ese sería un largo día. Se dio cuenta que ninguno había hablado de esa cruz a cuestas que llevaban, y solo en esporádicas ocasiones habían mencionado sus sufrimientos sin llegar a ahondar ninguno en esos difíciles temas; Viktor miró de nuevo a Yuuri que intentaba esconder la ansiedad y supo sin lugar a dudas que tendrían que sentarse a hablar muy seriamente, de aquello que los había decepcionado tanto de la vida que a pesar de todo decidieron seguir viviendo.

 

La noche llegó y los amantes furtivos se citaron para seguir con sus caricias en el estudio de Viktor, luego de hacer su trabajo de calificar y subir los resultados a la plataforma de la Universidad. Una vez ahí las calificaciones, tendrían que hacer un promedio con los resultados de todo el semestre para poder dar la nota final, inamovible para Viktor por supuesto, un poco flexible para Yuuri si acaso mostraban interés en presentar un trabajo extra, de lo contrario pagarían un curso de verano para mejorar la calificación. Viktor ni siquiera dejaba abierta la posibilidad de un curso ni de nada, era el tipo de maestro estricto que todos odiaban y por eso tal vez ninguno se atrevía a reprobar.

El trabajo era demasiado sin lugar a dudas y aunque tenían dos días más, ellos deseaban terminar con eso lo más pronto posible para tener el alma tranquila. En el salón de profesores había gran parte de estos haciendo lo mismo, llenando las grecas con galones de café, sabiendo que sería una larga noche; nadie podía subir las notas a la plataforma desde su casa pues solo se tenía acceso a ella desde la Universidad.

Empezaron de a poco a dejar el salón, algunos ya abrumados con las calificaciones, al fin y al cabo tenían dos días más para terminar y adelantar lo más posible esa tarea. Llegó la media noche y poco a poco el salón empezó a quedar vacío. Beka había logrado subir las calificaciones de los exámenes finales y dejaría para después el promedio total. Ya veía venir la fila de llanto y súplicas por subir alguna décima o por ayudar con algún trabajo o un nuevo examen de recuperación. No quiso seguir pensando en eso, se dirigió al puesto de Yuuri y se despidió entusiasta. Se dio cuenta que al irse él, quedaban únicamente Yuuri y Nikiforov y se le hizo una situación graciosa, incluso rogó para sus adentros que el odioso profesor de ballet no le hiciera un nuevo desaire a su amigo.

Beka salió de la torre y se dirigía tranquilo a la salida principal para desde ahí pedir el taxi que lo llevara a su casa. Saludó con entusiasmo al único guardia de seguridad que  había en la entrada, el otro hacía su ronda respectiva. Charlaron un rato, era común que en esa época la universidad tuviera vida hasta muy tarde y en eso llegaron a mencionar a Yuuri que aún seguía adentro.

—Vaya el profesor Katsuki de nuevo se queda hasta tarde, supongo que el profesor Nikiforov lo está acompañando ¿verdad? —Beka levantó una ceja que casi le llega hasta la nuca.

—¿Por qué cree usted que están juntos? —Preguntó el profesor Altin con una sonrisa intentando disimular la sorpresa de la vida que se estaba llevando.

—Han practicado desde hace meses, aunque últimamente ya no lo hacen.

—¿Practicado?

—Sí señor, practican juntos ballet y al parecer son muy buenos pues mi compañero los vio danzar en muchas ocasiones,  sin embargo a veces como que perdían la noción del tiempo y salían muy tarde.

El taxi de Beka llegó pero lo canceló con la excusa de haber olvidado hacer algo muy importante y tener que demorarse; un alumno que llegaba aprovechó el servicio mientras el profesor de matemáticas regresaba a la torre directo al salón de profesores. No había nadie en aquel lugar sin embargo las laptop de Nikiforov y de su amigo seguían encendidas y sus cosas en cada puesto. Aún no se iban eso era claro, así que decidió buscarlos donde el buen portero le dijo que podría hallarlos «practicando». Beka ya sabía a dónde iba todo aquello y estaba muy molesto por el hecho que Yuuri le ocultara algo tan grande, se suponía que eran los súper amigos y que no iban al baño sin que el otro se enterara.

El estudio del profesor de ballet estaba encendido pero no se escuchaba mayor cosa, la música estaba muy alta y por la mirilla no se veía a nadie. Beka se sentó en el piso muy cerca a la puerta a esperar que algo sucediera y no tardó mucho la verdad, la música se detuvo al parecer para hacer un cambio de pista y escuchó claramente un gemido, que aunque no supo de quien venía, definitivamente era el de un hombre. No había dudas, ese par le habían visto la cara de idiota desde hacía mucho tiempo, aunque más que molesto, en ese momento se sentía incómodo. La pista que siguió era un vals muy lento y muy bajo así que por los siguientes cinco minutos, Beka escuchó toda clase de gemidos y peticiones de «más, por favor más» en las que pudo distinguir la voz de su amigo Judas. Escuchó todo aquello como si se tratara de una línea caliente y le divirtió montones, incluso se cuestionó sobre la suerte que habían tenido ese par en no ser descubiertos, eso quería decir lo deficientes que eran los guardias de seguridad o tal vez, sí se habían dado cuenta y quisieron guardar silencio.

Por fin en un muy fuerte gemido supo que habían terminado, al menos Yuuri. Se levantó rápido y se escondió en el salón diagonal al estudio que por fortuna estaba abierto.

—¿Escuchaste algo? —Preguntó Yuuri algo angustiando poniéndose la ropa

—Debe ser uno de los guardias. No te preocupes ellos no pueden vernos y solo se oye la música. Como sea ya terminamos… Y me alegra mucho que tu cadera esté perfecta.

Yuuri sonrió y su gesto le fue devuelto. Viktor salió del sitio muy rápido pues aún tenía muchas calificaciones que hacer y horas de video que ver para determinarlas. Yuuri le dijo que no había problema, que lo alcanzaría en un rato. Pacientemente el joven del Japón recogió el desorden y mientras apagaba la música sintió que alguien entraba y asumió que era Viktor.

—Te dije que en un rato te alcanza…ba… —Yuuri quedó paralizado por completo al ver que quien había entrado en el salón, era su amigo Otabek.

—¿Desde hace cuanto te revuelcas con Viktor Nikiforov? —Yuuri no pudo hacer nada ante la pregunta. Estaba ahí parado y recostado a la pared viendo la furia en los ojos de su amigo, y él mismo apenas si parpadeaba. Había sido descubierto en algo que más temprano que tarde le iba a contar, y que definitivamente no quería que se enterara de esa forma.  

—Beka… Yo…

—Yuuri Katsuki, en este momento se termina esta amistad y ya no…—Beka no pudo seguir siquiera pronunciando palabra, pues Yuuri en un grito desesperado se lanzó a sus piernas y se abrazó a ellas llorando como un loco. Beka le pedía que se calmara y bajara la voz pero era imposible contener a Yuuri en ese momento, que le rogaba como un chiquillo que no dejara de ser su amigo. Otabek estaba por caer al piso ante el poderoso abrazo de Yuuri a sus piernas—. Yuuri si quieres que te perdone, en este momento llamarás a Nikiforov y terminarás lo que tengas con él.

Yuuri corrió a buscar su móvil, y Beka claro, no se creía que iba a llamar al odioso ruso para terminarle, sin embargo por poco se le cae la quijada al escuchar la voz de Viktor responderle a Yuuri.

—¡Viktor, ya no podemos seguir con…! —Beka arrebató el celular de las manos de su histérico amigo y colgó la llamada. Yuuri temblando le preguntó qué había hecho.

—¿Es que acaso eres idiota? ¿Si te digo que te lances de un puente, lo haces? —Yuuri le respondió con la cabeza que sí y eso alteró más a Altin —mira, recoge ya tus cosas y te vienes conmigo a mi departamento, donde me vas a explicar detalladamente qué maldita sea es lo que está pasando con Nikiforov, y si yo creo que algo de todo esto lo va a dañar, voy a revelarle quien es «Sora» y que acabe todo de una vez.

Yuuri no sabía, que palabras parecidas fueron pronunciadas por el mejor amigo de su amante para protegerlo a él. Parecía que lo amigos estaban para proteger a los demás, de las estupideces de aquellos a quienes más amaban.

 Salieron de ahí lo más rápido posible para que Viktor no los encontrara en el estudio de ballet, y que Yuuri no tuviera que confrontar todo a la vez. Efectivamente el hombre de ojos de mar llegó y no vio nada extraño, pero sentía un sobresalto en el corazón por su amante de cabellos de noche.

 

 

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Con Amor: Yukino.

(*) Fragmento de la canción Nine Crimes de Damien Rice.

 

 

 

 

 

 


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