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La mujer más linda del mundo. por Yukino

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Notas del capitulo:

Capítulo 13 Wattpad

LA MUJER MÁS LINDA DEL MUNDO

 

Fanfic por Yukino

 

Viktor x Yuuri

 

Capítulo 13.

 

 

 

«Es el tipo de lugar equivocado, para estar pensando en ti…» (*)

 

 

 

El reloj seguía su curso, y el sonido se hacía ensordecedor en la sala de Otabek, donde Yuuri no dejaba de sollozar y ni siquiera era capaz de levantar la cabeza para ver a su amigo. Había pasado ya más de una hora y ambos estaban ahí sentados en orillas opuestas del sofá, escuchando el tic tac incesante. Beka estaba perdiendo la paciencia, además que era tardísimo y quería descansar un poco antes de volver a la Universidad horas después. El celular de Yuuri no dejaba de sonar con los mil mensajes y llamadas de Viktor, que en ese momento no podía responder.

 

—¡Habla ya Katsuki! Y espero que seas lo más claro posible—. Beka se sentó frente a él y ya Yuuri no tuvo escapatoria, tendría que contarle todo lo que había evitado por meses, y no porque no confiara en su amigo, no abría la boca para no verlo tan molesto como lo estaba en ese momento, prefería morir a perder la amistad de Otabek Altin. Yuuri levantó por fin la cabeza y la mirada de su amigo era muy opuesta a la que imaginaba, los ojos del muchacho de Kazajistán estaban llenos de angustia y Yuuri recordó esa mirada tiempo antes, cuando supo que había hecho un lazo irrompible con él.

 

****

 

Yuuri y Beka se habían conocido un año y medio atrás, al inicio igual que todos, en la presentación oficial de profesores nuevos en la Universidad. En el banquete de bienvenida Beka y Yuuri quedaron sentados juntos pero nunca cruzaron palabras, Yuuri era sumamente esquivo y ni siquiera levantaba la mirada para ver a nadie. Sin embargo Beka notó que el profesor de Historia sí veía con especial curiosidad al profesor de Ballet. No se le hizo nada extraño, el ruso pondría en duda la hombría de cualquiera, pero su actitud de fastidio era única. Es día en particular Beka y Yuuri solo se hablaron para despedirse y apenas con un además de manos.

 

En el salón de profesores, tenían escritorios cercanos pero apenas si se miraban con una lejana sonrisa para saludarse, todo por educación. Sin embargo Beka seguía notando el especial interés de Yuuri en Nikiforov, que aunque no era muy evidente, hacía que la mirada de Yuuri cambiara y sus ojos brillaran; pero a su vez tuvo que ver cómo era rechazado con grosería por el hombre de cabellos plateados. Pensó para sí Beka que Yuuri era un tonto, y decidió dejar que el profesor de Historia se estrellara con la realidad él solo.

 

Así entonces pasaron las dos primeras semanas de clases, tan normales y triviales como cualquieras otras. Una tarde, esa en la que todo comenzó para ese par de amigos que lo serían hasta la muerte, la cafetería estaba a reventar. Beka estaba con su bandeja y miraba desesperado a todo lado buscando un sitio donde comer tranquilo, pero las minúsculas mesas estaban ocupadas. A lo lejos vio que una persona se levantaba de una mesa y aún quedaba otra comiendo, sin pensarlo dos veces caminó lo más rápido que pudo para lograr ese lugar y solo hasta que estuvo cerca de la mesa se dio cuenta que quien quedaba era el profesor japonés. Se cuestionó unos segundos si sentarse con él o no, pero tenía hambre y no le importaría si sentaba junto al mismo Satanás.

 

—Hola, ¿puedo acompañarlo en la mesa? —Preguntó Beka con voz segura mirándolo fijamente. Yuuri levantó la mirada un poco sorprendido y respondió con la cabeza y una muy forzada sonrisa que sí podía. Beka se sentó rápidamente y agradeció con una sonrisa igual de forzada. Comenzó a comer con prisa y se dio cuenta que Yuuri hacía lo mismo, era claro que se estaba atragantando para salir de ahí y tener el mínimo contacto con él. Sin embargo, Beka tenía una pregunta atorada en el pecho para Yuuri. Lo había carcomido por días y si no aprovechaba ese mínimo espacio fuera del salón de clases, ya no habría lugar después. Tomó aire, Yuuri entendió que algo le iban a preguntar y eso lo frustró muchísimo, no quería hablar de él mismo, no deseaba contacto con nadie que no fuera ese tosco profesor de ballet, pero Beka no se detendría.

 

—Dígame profesor Katsuki ¿le gusta el anime? —Y la profunda pregunta de vida que Beka tenía por hacerle, estaba ya expuesta. Yuuri le miró con la boca abierta y sonrió un poco, mientras el Kazajo esperaba con actitud seria una respuesta. Yuuri sonrió un poco y dejó que su cuerpo se relajara un poco.

 

—Sí profesor Altin, me gusta mucho, no soy un fanático como muchos en mi país, pero no verlo sería un pecado, usted me entiende; eso sí por favor no me pida que dibuje algo porque se decepcionaría mucho, al parecer todos tienen el imaginario que los japoneses nacemos dibujantes y la verdad no es así —Yuuri rió un poco y Beka le devolvió el gesto. Comenzó entre ellos una conversación cordial hablando de anime y de las muchas ganas que tenía Beka de ir a Japón y comprar toneladas de cosas de sus series favoritas. De ahí llegaron al tema de la casa de Yuuri y del Onsen, ese término lo desconocía Beka por completo y Yuuri se tomó el tiempo de explicarle. Por alguna razón, a Yuuri el profesor de matemáticas le produjo una sensación de paz que no había experimentado nunca y sin que le preguntara empezó a contar cosas de su vida y su familia, por supuesto todo muy escueto, pero era tanta la atención sincera que Beka le prestaba que se sintió tranquilo hablando de esas cosas.

 

El tiempo de almuerzo terminó y por primera vez Beka y Yuuri se dieron la mano para despedirse. Yuuri sonrió ampliamente y su sonrisa fue correspondida. Beka se sintió feliz de haber podido hablar de uno de sus temas favoritos con alguien que también conocía de aquello y no solo eso, que era de la tierra de origen.

 

Poco a poco la hostilidad de Yuuri empezó a disminuir, Beka en ese momento no esperaba nada diferente de él que ser un buen compañero docente y viajar algún día a Japón para poder disfrutar y cumplir unos de sus sueños. Sin embargo la enorme nostalgia que Yuuri cargaba encima, conmovía mucho a Otabek. A leguas se notaba esa pesada carga que llevaba en sus hombros, y el trato grosero de Nikiforov no ayudaba a pesar de que ese hombre de cabellos de luna parecía ser solo odioso con cualquiera. Supuso como todos que se trataba de un caso de xenofobia nada más.

 

Otabek jamás cambió su rostro adusto, tenía que serlo, era el docente de una de las áreas más exigentes de la Universidad y de las que más se destacaba en el país, junto a las bellas artes, artes escénicas, artes plásticas y artes literarias; por eso Nikiforov era tan apreciado pues había posicionado muy bien su área desde que llegó. Beka había creado un laboratorio exclusivo para su área de aprendizaje y esa iniciativa le valió un reconocimiento importante. Yuuri lo felicitó mucho y los docentes de la facultad de Matemáticas decidieron festejar ese logro que los beneficiaba a todos. Beka invitó a Yuuri esa noche, no sería otra cosa que una cena y un par de tragos luego, pero el chico del Japón tuvo que rechazarla pues ya tenía un compromiso.

 

—De verdad lamento no acompañarlo profesor Altin, esta celebración es más que merecida —le dijo Yuuri extendiéndole la mano y sonriendo con sinceridad.

 

—Bueno nada qué hacer, si usted tiene compromisos no voy a molestarlo. Sin embargo acá está la dirección de donde vamos a estar, por si acaso nos desea acompañar un rato, es viernes debemos aprovechar un poco—. Beka extendió un papel a Yuuri y este se sorprendió un poco ya que su compromiso era muy cerca de donde estarían. Lo pensó un poco y Yuuri le dijo que si terminaba temprano iría con ellos a celebrar y tomar un par de copas. Beka sonrió y de nuevo vino el protocolo de despedida, solo que esta vez el matemático pidió a Yuuri que le tratara de tú y que ya no le dijera más profesor Altin. Yuuri se sorprendió un poco y le pidió lo mismo, ahora ya eran Yuuri y Otabek.

 

Beka esa noche la pasó muy bien, le contó a los demás docentes sus planes para ampliar los laboratorios y el deseo de hacer una olimpiada internacional, para posicionar aún mejor a la Universidad y que los ingresos a esta mejoraran. Estaba muy agradecido con Rusia por haberlo aceptado y tenía la necesidad de retribuirle la confianza que le tuvieron al recibirlo desde Australia, donde estudió y trabajó como docente. Así mismo llegó Yuuri a Rusia, se había destacado en su labor y luchó por ir a una Universidad lejos para poder adquirir la experiencia necesaria, y así convertirse en decano de la facultad de Ciencias Humanas en la Universidad de Estados Unidos de donde venía, o intentar lo mismo en su país natal.

 

La noche y el licor se empezaron a combinar. Ya poco a poco la comunicación en inglés empezó a fallar y Beka se levantó como pudo para tomar un poco de aire y evitar así tener que ir a trasbocar. Salió del sitio y fue hasta una esquina algo apartada para encender un cigarro e intentar tener de nuevo lucidez. Miró su reloj, supo que Yuuri ya no llegaría y deseó que estuviera bien; sin embargo sus buenos deseos quedaron interrumpidos cuando vio que una figura se acercaba a él y pudo distinguirla a través de los litros de alcohol que llevaba encima. Era Yuuri Katsuki, llegaba a celebrar con él, pero no como esperaba. Iba con el labio reventado, la ropa desgarrada y la nariz sangrando.

 

—¡Dios mío Yuuri qué te pasó! —Gritó aterrado Beka tomando a profesor Katsuki para sentarlo en el sardinel, supo que llamaba mucho la atención así que bajó la voz —¿Te asaltaron verdad?

 

—Otabek, yo quería llegar un poco más temprano a celebrar… pero me fue imposible, lo siento mucho —Beka sacó de su bolsillo un pañuelo y empezó a limpiar su nariz. Yuuri estaba totalmente ido, también se notaba que estaba bebido, pero aún no quería decir que le había sucedido. Beka se levantó, entraría donde estaban todos por un poco de hielo pero Yuuri se lo impidió tomándolo muy fuerte por su pantalón.

 

—Por favor Yuuri, si no ponemos algo en tu boca va a empeorar. Deja me despido y te llevo a un hospital. ¿Se llevaron tus cosas?

 

—Se llevaron otro poco de Yuuri Katsuki —respondió en un muy torpe inglés debido al alcohol —esta vez ni siquiera querían llevarme a un hotel y el callejón le pareció muy cómodo. ¿Sabe que hizo cuando me negué? Me golpeó y me dijo que no tenía porque gastar en un poca cosa como yo, a pesar de que era yo quien iba a pagar… ¿nota la ironía?... Por favor regrese a su reunión y déjeme acá. Yo tomaré un taxi.

 

Otabek no supo qué hacer. A pesar de que había muchas personas en aquella calle muy ebrias, sabía que estaba llamando la atención por el estado en el que se encontraba Yuuri y si los de la Universidad se daban cuenta, el profesor de Historia estaría en problemas. Y entonces tomó su decisión: Pudo haberse ido y no involucrarse en lo que había pasado, simplemente ayudarlo a tomar un taxi y sacarlo de su vida, pero al contrario de eso, se agachó y siguió limpiando la sangre que brotaba de su nariz. Yuuri lo miró con ojos muertos y luego de la nada, las lágrimas se le empezaron a escapar en ríos. Beka tomó un poco de aire y lo recibió en su pecho donde ya refugiado Yuuri empezó a llorar como un chiquillo. Fue en ese momento en que Otabek Altin supo que sería responsable de Yuuri Katsuki, para siempre.

 

 

 

****

 

 

 

Beka estaba esperando que Yuuri abriera la boca y le dijera la verdad acerca de Viktor Nikiforov, aunque con lo que había escuchado afuera del salón de ballet,  parecía haberle quedado todo muy claro. Solo quería la confirmación de ese que creía su amigo en las buenas y en las malas. Tenía una idea del silencio de Yuuri, pero quería que él fuese quien contara todo.

 

—Tenía miedo de contarte y de decepcionarte, Beka.

 

—Ya estoy muy decepcionado, así que esa excusa no te va a servir. Dime desde cuando son amantes—. Yuuri se acomodó mejor en el sofá y lo miró fijo, con la nostalgia que siempre le acompañaba.

 

—Comenzó hace casi dos meses —Beka levantó una ceja, pues la última cita de «Sora» con Nikiforov había sido apenas hace quince días —él me encontró en su salón de ballet mientras yo practicaba, yo entré en pánico pensé que me iba a golpear pero no imaginas lo amable que fue conmigo. Parece que le llamó mucho la atención el hecho que yo supiera danzar y quiso ser mi maestro también. Por algunas noches practicamos sin embargo no era una práctica normal, yo lo sentía demasiado cerca, parecía que deseaba tomarme y estrecharme muy fuerte, y una de esas noches pareció no poder controlarse, se acercó a mí, me arrinconó a una pared y me pidió que lo detuviera. Quería besarme y él ni siquiera imaginaba que yo moría segundo a segundo porque esa boca suya me devorara. No pude detenerlo, no quise… sentir que me tomaba en sus brazos y me deseaba, fue más fuerte que mi voluntad. Luego la danza fue nuestra excusa para manosearnos sin miedo, llegó así nuestra primera vez fue en el salón de ballet femenino, organizó el lugar con velas y un lecho tan hermoso jamás me había sentido tan especial.

 

—Así como te sentías con el canadiense ¿no? —Yuuri bajó la cabeza y le pidió a Beka que por favor no lo mencionara en ese momento.

 

—No puedo decirte que con Viktor es diferente, que él es diferente, pero yo amo demasiado a este ruso.

 

Beka abrió la boca, y se llevó las manos a la cabeza, anonadado con lo que acaba de escuchar. Jamás creyó que la palabra «amor» estuviera involucrada en aquel loco asunto, siempre había estado convencido que Yuuri deseaba con locura a Viktor, pero no que deseaba una vida hasta anciano con él. La aventura se estaba convirtiendo en un arma de doble filo para la frágil humanidad de Yuuri.

 

—¿Y qué tiene que ver «ella» en todo esto? —Espetó furioso Beka —déjame adivinar, no querías dejarlo por ningún flanco—. Yuuri suspiró y continuó.

 

—Una noche luego de tener sexo con él, Viktor le escribió a… Sora. Yo lloré todo el tiempo viéndolo dormir, bañado en mi semen —Beka tosió un poco, esos detalles no eran necesarios y no quería esa imagen en su cabeza —le respondí, o mejor ella le respondió y tuvieron una cita. Pero no me esperaba lo que Viktor tenía por decirle a Sora, quería que ella fuera algo así como una novia de apariencia, para que no sospecharan nada que tenía una relación con un hombre. Parece que le importa mucho estar conmigo. Parece que empieza a quererme Beka.

 

—¿Te ha hablado de ella en algún momento? —Preguntó Beka muy serio.

 

—Nunca.

 

—¿Te ha hablado del futuro juntos? —Yuuri agachó su cabeza ante la pregunta.

 

—Sí. No puede ofrecerme más que una relación por debajo de la mesa. Él buscará una mujer con la cual casarse y tener una familia normal. Yo no entro en ese futuro por ningún lado; quizás haga parte de la historia en algún hotel, una noche por semana, mientras él finge ser un buen esposo el resto del tiempo —Y sin poderse controlar se echó a llorar, asustado, abrumado. Beka tuvo que dejar su indignación y abrazarlo —¡Para nadie soy nada! No tenía porqué decírmelo y ser tan reiterativo en eso, él se casará y yo seré el amante que jamás tuvo, pero aún así yo guardo esperanzas… ¡MALDITO ESTÚPIDO DE YUURI KATSUKI! —Y las lágrimas no se detuvieron en un rato.

 

—Yuuri, creo que Nikiforov está luchando contra él mismo para estar contigo. Pero no puedes seguir hurgando en su intimidad para lograr estar con él y llevártelo todo al final, es deshonesto que trates con él como una mujer, y en la noche seas su amante y si es cierto lo que me dices que quiere una relación de apariencia con ella, tal vez, solo tal vez tú le importes como dices. Pero lo de Sora debe acabarse ahora mismo. Si consigue una mujer real con la cual quiera una relación, deberás tolerarlo, porque así lo aceptaste desde un inicio. Él ha sido muy sincero contigo y aún así te acostaste con él. Debes elegir y creo que prefieres tenerlo en tu cama, hasta donde puedan estar.

 

—Tienes razón Beka —Dijo en un sollozo el apenado chico de cabellos negros —le diré todo acerca de Sora…

 

—¡NO! —Gritó Otabek fuertemente —¡¿Estás demente?! La verdad lo humillaría y tú terminarías muerto. Simplemente «ella» dejará de contestar sus mensajes y ya no se verán más. Desaparecerá y… ya veremos que hace Nikiforov ante eso. Si busca alguien más, tendrás que aceptarlo y determinar hasta donde llegarás con él siendo su amante. Dios mío ni siquiera puedo creer que te esté diciendo esto, cuando seguramente todo va a terminar muy, pero muy mal—. Suspiro  un poco y agregó —Al menos ya sé porqué él me veía así de celoso últimamente, a penas si soporta mi presencia, y ni siquiera imagino cómo ha de estar con lo del viaje juntos.

 

—¿Entonces Beka, eso quiere decir que puedo seguir en mi relación con él? —Beka le preguntó qué quería decir con aquello —Tu me pediste que para que siguiera siendo tu amigo, debía terminar con Viktor…

 

—¿Y en verdad ibas a hacerlo? No te creo Yuuri… —respondió Otabek con algo de sarcasmo.

 

—Beka por favor, eres el único amigo que tengo en el mundo, contigo sí llegaré a anciano, no voy a perderte, no podría con eso.

 

En ese momento, cuando ya rayaba el amanecer, Otabek Altin reconfirmó lo responsable que era de Yuuri y lo mucho que este chico japonés le apreciaba. Por supuesto él también lo quería por muy estúpido que fuera. No podía quitarle sus noches con Nikiforov, pero sí deseaba que tuviera en claro que tarde o temprano terminarían, así que debía tomar lo que pudiera y disfrutarlo. Yuuri le sonrió, Beka apenas si refunfuñó, iba a agregar algo más pero el celular de Yuuri que no había parado de sonar, lo hizo de nuevo escandaloso y Beka le dijo que le respondiera al desesperado amante.

 

Mientras Yuuri hablaba e intentaba calmar a Viktor con explicaciones muy tontas por haberse ido sin avisar, y por no responder a sus llamadas, Otabek se levantó y miró por la ventana, donde el horizonte develaba sus tintes amarillos. No sabía donde se acomodaba él en aquella telenovela, protagonizada por un par de idiotas, cuya ignorancia e inocencia eran más peligrosas que cualquier veneno en la tierra.

 

 

 

 

 

***********

 

Con Amor: Yukino.

 

(*) Fragmento de la canción Nine Crimes de Damien Rice.

 

 

 

 

 

 


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