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La mujer más linda del mundo. por Yukino

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Notas del capitulo:

Capítulo 14 en Wattpad

LA MUJER MÁS LINDA DEL MUNDO

Fanfic por Yukino

Viktor x Yuuri

Capítulo 14.

 

«¿Está bien eso?... Dar mi arma cuando está aún cargada…» (*)

 

 

El siguiente capítulo tiene alto contenido de relaciones sexuales explícitas hombre con hombre. Si no es de tu agrado, por favor sigue de largo en esa parte. Gracias.

Yukino.

 

 

*****

 

Y los amantes que por dos semanas debían separarse, se daban un banquete de despedida donde el plato principal eran sus cuerpos ardientes y lujuriosos, todo el sexo de esa noche debía durarles para el tiempo que no estarían juntos.

Viktor, desnudo y bañado en fluidos propios y ajenos, jugaba en su boca con los delicados y provocativos testículos que Yuuri, que se retorcía ante cada lamida, ante cada atentado de aquellos dientes que deseaban arrancárselos. Viktor reprimía toda la fuerza que tenía en su mandíbula para no morderlo, ese sitio era muy delicado, así que solo con su lengua y con sus dedos lo estimulaba, como si se tratara de un delicioso algodón de azúcar. Yuuri que llevaba las marcas de aquellos dientes por todo el resto del cuerpo, gemía a más no poder, no le importaba si estaba siendo escandaloso, si acaso molestaba a Viktor, esos gritos eran su forma de agradecer que lo estuvieran cogiendo como si el mundo fuera a terminar en unas horas.

Con excusas muy tontas había logrado convencer Yuuri a su amante de ojos zafirinos que esa noche en que salió sin avisar de la Universidad, fue porque Beka había tenido una emergencia personal. Viktor le preguntó insistente que había querido decir con aquella frase que no terminó… Y Yuuri volvió a tergiversar todo para hacerlo parecer que era cuestión de la gravedad del momento y la urgencia que tenía Otabek. Viktor un tanto incrédulo de aquello, no quiso indagar y solo confiar en Yuuri, pero los celos aumentaron al mil por ciento y quería esa última noche en la cama, dejarle claro a cualquiera a quién pertenecía Yuuri Katsuki.

 

De nuevo, Yuuri intentó alejar a Viktor de su miembro pero fue imposible hacerlo a tiempo y otra lluvia del líquido de la lujuria bañaba el rostro y el cabello cenizo de su amante que no había querido limpiarse nada y relamía lo que había caído en el abdomen de Yuuri. Al parecer estaba dispuesto a demostrarle al de cabellos oscuros que su semen no era asqueroso como se lo habían dicho, si no que para él era el agua de vida que esperó por años para resucitarlo del mundo gris y vacío en el que había estado sumergido.

Yuuri apenas respirando, vio como Viktor le abrió las piernas para hacer la entrada triunfal a su cuerpo. La escena para otros podría ser muy asquerosa, porque por el rostro y el cabello del profesor del Ballet de deslizaban el esperma de Yuuri que por alguna razón no quería limpiar pero que para el amante de cabellos negros se veía tremendamente erótico. Por segundos recordó lo que le dijo a Beka y sonrió, entendía lo incómodo que debió sentirse su amigo ante la imagen mental de Viktor bañado en su líquido. Viktor lo miró y le preguntó el motivo de su sonrisa.

—Me gusta verte cómo estás ahora —respondió en gemidos mientras sentía un dedo intruso en su ano, por ningún motivo diría que pensaba en alguien más en semejante situación.

Viktor con fuerza increíble levantó por la cintura a Yuuri y lo llevó hasta la cabecera de la cama donde lo penetró tan rudo como le fue posible, le gustaba eso y sabía que Yuuri adoraba esa invasión dolorosa, para luego sentir como entraba y salía de su cuerpo ese pene que empezaba a amar con su vida. Yuuri abrazado y enganchado a la cintura de Viktor por sus piernas, se movía sensualmente haciendo que su propio miembro rozara el abdomen de su amante de cabellos de luna y viniera otra erección. Viktor empujaba con dificultad y mucha fuerza, quería que Yuuri gritara en cada embestida su nombre, que su cabeza y su trasero estuvieran solo invadidos por su presencia, que Yuuri solo tuviera vista frontal de sus ojos de cielo que ahora se combinaban con fuego. Eran en ese momento dos hombres que se amaban, sin que nadie les observara ni les juzgara, sin que nadie pudiera señalarlos ni decirles que lo que hacían era asqueroso. Lamerían lo que se les diera la gana, morderían por donde quisieran y se bañarían en litros de semen si era necesario para darse placer.

—¡Yuuri voy de nuevo, termino dentro de ti, siénteme Yuuri, siénteme! —Era la sentencia de Viktor Nikiforov a Yuuri Katsuki. Con aquello solo quería decir que ni se le fuera a ocurrir dejar entrar en ese cuerpo a Otabek Altin, ahora que se iban de viaje juntos. Yuuri apenas echó su cabeza hacia atrás gimiendo desesperado y tomando como ya se le había vuelto costumbre, muy fuerte por el cabello a su amante. Viktor hizo un último y muy brusco movimiento, le enterró las uñas en las caderas y terminó dentro del cuerpo del hombre de cabellos negros como lo había hecho ya varias veces esa noche. Poco a poco se dejaron caer por completo a la cama para recuperar un poco el aliento.

—Esta noche… has estado muy intenso Viktor… ¿Hay alguna razón en particular?

—Ninguna—. Respondió de inmediato un tanto agitado —Solo deseo que tengas algo para recordarme esas dos semanas en Japón.

—Y vaya que lo haré —Dijo Yuuri incorporándose un poco —estas marcas de mordeduras serán imposibles de ocultar… y en pleno verano…

—¿Qué tiene que ver el verano? ¿Acaso te ibas a desnudar frente a alguien? —Preguntó viéndolo fijamente —no tiene porqué afectarte, con usar pantalones ligeros y camisetas del material adecuado puedes cubrirlas.

Yuuri sonrió y entendió a la perfección lo que Viktor había hecho. Lo había marcado por todos los lugares por donde le fue posible, para que si alguien le veía sin ropa supiera que tenía dueño; esta vez el mensaje iba directo a Beka, que sintió un escalofrío en ese momento mientras terminaba de empacar su maleta.

Yuuri se sentó en la cama, y solo ahí Viktor se dio cuenta que se le había ido un poco la mano pues el profesor de Historia tenía la espalda llena de marcas de uñas y de mordiscos. Se sintió apenado y le dijo a Yuuri que le pondría una crema excelente para ese tipo de heridas. Yuuri le sonrió y le respondió que no era necesario, que ya todo pasaría solo. Y ese momento, con su amante de ojos de mar tendido boca arriba bañado en su esencia, le pareció el correcto para preguntar a Viktor de aquel tema que mataba el alma.

—Viktor, ¿Aún tienes en tu cabeza la idea de… Casarte con una chica y tener hijos? —Viktor que en ese momento solo pensaba en que le estaba doliendo mucho la cadera de la fuerza extrema que usó en el sexo, abrió mucho los ojos y movió la cabeza para ver la espalda desnuda de Yuuri e intentar adivinar su expresión. Era la manera perfecta de arruinar un lindo momento, y el hombre de cabellos cenizos no supo que responder por largo rato, pero sentía que tal vez el preludio a ese viaje terminaría en una pelea.

—Debo tenerla, Yuuri.

Yuuri sintió un escalofrío que le recorrió la espalda. Él sabía la respuesta, pero aun así debía preguntar para tener motivos para odiarse, para sentir que no merecía momentos felices como ese. El profesor japonés no se movió un centímetro, aún daba la espalda a Viktor quien lo miraba mientras la luna bañaba a su hombre de cabello negro. Algo tenía que hacer, así que se puso de rodillas en la cama y abrazó por la espalda a Yuuri. Con ese gesto le decía quizás, lo mucho que lo extrañaría y que no buscara argumentos para dañar la noche perfecta.

—Viktor… yo creo que… deberíamos…

—¡No Yuuri, no! —Espetó Viktor —no hagas esto, no ahora, no en este lugar. ¿Quieres enfurecerme más? no tienes idea del ardor profundo que tengo en el pecho por saber que te vas con ese amigo que adoras, en mi cabeza solo ronda la imagen de ustedes dos en la cama y eso me está matando, por mucho que intentes decirme que eso jamás pasaría. Ya sin que te hayas ido te estoy extrañando, aun teniéndote acá pienso en lo mucho que me voy a masturbar pensando en ti porque mi cama va a reclamarte… Aun ahora que te abrazo y que tengo tu aroma en cada rincón de mi cuerpo, siento que te vas y que no vas a volver y que yo voy morir esperándote… —Escondió su rostro en la curvatura del cuello del asustado muchacho y agregó —espero que todo lo que te he dicho te dé una idea, de lo que siento por ti.

Ahora era Yuuri quien no sabía que responder. Sentía el fuerte abrazo de su amante y quería interpretar todo aquello como la palabra que había quedado prohibida entre ambos: Amor. Yuuri sabía que había tocado una fibra importante en la vida de Viktor, pero ignoraba por completo que tan lejos estaba dispuesto a llegar por él. Yuuri  inclinó su cabeza para recargarla un poco en la de su amante hermoso, envidia de todos. El profesor de Ballet lo soltó de su amarre y dejó que se levantara. Yuuri caminó desnudo por aquella habitación hasta el baño, era su deseo tomar una ducha e irse para terminar de empacar sus cosas.

—¿Por qué siempre estos momentos debes terminarlos así Yuuri?

—¿Qué? —Preguntó algo sorprendido el desnudo muchacho de cabellos negros —creo que es la primera vez que cuestiono nuestra relación… o lo que sea que tengamos.

—Yuuri, me pides más de lo que puedo darte, por ahora… Por favor esta noche, en este momento no digas nada, solo déjame extrañarte y ya…

Yuuri en la puerta del baño veía a Viktor de rodillas en aquella cama, observándolo con angustia infinita y se sintió horrible, como si estuviera manipulándolo para que sufriera cada uno de los días en que estarían separados. Yuuri sonrió y se le acercó, lo abrazó y le besó diciéndole que también lo extrañaría y que le traería un recuerdo. Viktor le devolvió la sonrisa y se tendió en su cama sin el más mínimo deseo de asearse y borrase al menos por esa noche, el rastro de su Yuuri.

La despedida fue algo sentimental. Viktor siguió el paso a paso de Yuuri mientras se vestía y le hablaba de los mil planes que tenía con Beka para hacerle recorrer los principales sitios históricos y como lo tenía todo agendado en su libreta; horas, números de trenes, lugares de comidas e infinidad de datos que le servirían de guía, todo mientras el amante sonreía y le observaba. Por fin llegó la hora de decir adiós por unas semanas, Yuuri se acercó y le dio un beso, pidiéndole que por favor se aseara que aún podía ver «cosas líquidas» por todo su cuerpo. Viktor no dijo nada, pero cuando Yuuri giraba la perilla de la puerta por fin escuchó su voz.

—Vuelve Yuuri Katsuki, ni un día antes ni un día después de lo que me dijiste. Vuelve directo a mí—. Yuuri lo miró con algo de tristeza y sonrió, para por fin salir de ahí.

 

—¡Pero mira las horas de llegar Katsuki! Por poco y nos deja el vuelo—. Beka dio un vistazo a su amigo que tenía el rostro sonrojado y la expresión cansada —Al menos ya sé lo que estabas haciendo hace poco, ¡ten un poco de vergüenza por Dios! —Yuuri sonrió y la expresión placentera, no se iba de su rostro. El par de amigos se iban de viaje al país de los sueños de Beka.

 

Viktor deseó con su vida haber ido al aeropuerto con Yuuri, pero no podía mostrarse igual de ansioso que su amante. Él ya tenía un sitio al cual ir, y había preparado todo para dirigirse a este al mismo tiempo que Yuuri se iba. Recibió un mensaje en su celular de su «novio» en el que le decía que ya estaba en el avión y que por favor se cuidara. Viktor sonrió y supo que dentro de un par de horas le escribiría para saber si había llegado con bien a Tokio.

El ex patinador había alquilado un auto para ir su antigua casa, donde vivió los mejores años de su vida antes de la muerte de su madre; juró que jamás volvería y menos a ver al «General» pero a Manini su hermosa y abnegada madrastra no podía decírsele que no. Cada vez que veía el camino y que sabía que cada kilómetro lo acercaba más a su pasado, se mordía los labios con la furia atorada en el pecho, por no haberle podido reclamar a su padre de la manera que debía la vida que le quitó.

Por fin después de más de dos horas al volante, llegó al portal de aquella imponente mansión que se encontraba en medio de un hermosísimo paisaje, lejos del caos y el ruido de la ciudad principal. Los árboles se levantaban imponentes y la fuente del jardín seguía siendo tan bella como la recordaba. Detuvo el auto y fue recibido con algarabía por los viejos empleados de la mansión que lo recordaban con cariño, Viktor siempre había tenido el mejor corazón del mundo antes de su tragedia, y lo seguía teniendo pero ya su rostro no lo reflejaba. Las amas de llaves, el jardinero y la cocinera le dieron la bienvenida y le abrazaron con todo el afecto del mundo. Viktor respondió con la misma alegría y preguntó por su familia.

—En este momento joven amo, solo se encuentra el General—respondió el anciano jardinero —está en el balcón del estudio. Puede ir a verlo, si gusta.

Viktor agradeció la información y cruzó la enorme entrada para subir las escaleras que le iban a hacerse encontrar con su verdugo. Ese hombre que según él, le había arrebatado la vida entera, que le quitó las opciones de seguir siendo feliz y lo redujo a un ser gris y amargado. Antes le tenía miedo y odio, ahora uno de esos sentimientos había desaparecido y lo confrontaría una última vez antes que el General muriera.

Abrió las puertas del estudio que tenía bibliotecas hasta el techo y en el fondo, recibiendo la luz del sol en su silla de ruedas, estaba el hombre que había ayudado a darle la vida.

—Estoy aquí, padre —Dijo Viktor molesto, totalmente a la defensiva.

En hombre en silla de ruedas, de cabellos muy blancos, ojos azules como el mar y de mirada gentil volteó a ver y sonrió enormemente al ver a su hijo, su orgullo, aunque Viktor no lo supiera, aunque creyera que el General lo odiaba. Viktor no sabía muchas cosas, y culpaba a ese viejo de que su vida haya sido miserable por tanto tiempo, aunque ese que ya no razonaba la mayoría del tiempo y que ahora los años y la enfermedad se llevaban su vida, siempre intentó protegerlo, siempre intentó apoyarlo, pero las sombras eran más grandes que ese par de hombres Nikiforov.

 

 

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Con Amor: Yukino.

(*) Fragmento de la canción Nine Crimes de Damien Rice.

 

 

 


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