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La mujer más linda del mundo. por Yukino

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Notas del capitulo:

Capítulo 19 en Wattpad


LA MUJER MÁS LINDA DEL MUNDO

Fanfic por Yukino

Viktor x Yuuri

Capítulo 19

«Es el momento equivocado para alguien nuevo...» (*)

 

 

 

 

Abrazado a sus piernas y en medio de la penumbra de la noche, Viktor veía dormir a su amante observando su relajado respirar, su cabello alborotado en la almohada, su boca entreabierta, su cuerpo cubierto con la ropa que él mismo le había prestado. Y así, viéndolo descansar se preguntaba si hizo lo correcto al contarle toda su vida, todos sus miedos, todos sus dolores, todo lo que él había sido hasta ese momento. Jamás a persona alguna, a excepción de Chris, le había hablado sobre su pasado, y aun así a su amigo no se lo dijo todo, no al menos con tanto detalle. Eso lo hizo sentir frágil y vulnerable, quizás Yuuri ya no lo viera como el hombre seguro que había conocido y ahora de alguna manera las cosas cambiaran. Odió eso.

 

Yuuri muy al contrario de lo que pensaba Viktor, sintió que ahora que llevaba un poco de la carga de su amante, le haría ver la vida menos gris de como lo hacía ahora. Se abrazó a su hombre de cabellos cenizos una vez terminó aquella catarsis y le pidió que durmieran, las emociones estaban en extremo alteradas. Viktor le preguntó y le pidió que le contara su propia historia de cómo terminó en Rusia, pero Yuuri quiso dejarlo para después, lo suyo aunque se trataba de un corazón roto en su totalidad, jamás llegaría al nivel de tragedia como lo sucedido con Viktor, eso fue devastador. Por ahora el profesor de Ballet era prioridad y Yuuri sabía que Viktor seguro iba a mostrarse molesto por un tiempo pues dudaría si fue buena idea el haberle contado su pasado. Era ahora cuando la paciencia del hombre de cabellos de azabache se pondría a prueba.

 

Viktor que veía casi cómo amanecía, por fin se rindió al sueño y se dejó caer al lado de Yuuri, ese aroma a nostalgia le traía mucha paz. Yuuri sintió el movimiento y abrió los ojos, se los estregó un poco y vio a su hombre, a ese que ya no tenía que ver por la mirilla de la puerta para poder soñar con él, pues ahora lo tenía a su lado dormitando, ahora conocía cada espacio de su cuerpo, cada esquina de esa piel tan blanquecina, ahora se veía en esos ojos del color del mar y la alegría le llegaba al cuerpo en forma de una sonrisa que nadie podía y quizás nadie quería ver. 

Se levantó despacio, y empezó a deambular por el departamento. Buscó en la nevera un refrigerio, al no hallar nada se preparó un sándwich. El amanecer se asomaba a aquel lugar de recuerdos tristes, así que decidió cocinar el desayuno para tenerlo listo cuando Viktor despertara. Se sintió algo mal por usar las cosas sin su permiso, pero pensó que tal vez si todo quedaba muy delicioso, Viktor lo dejaría pasar. Fue hasta la alcoba, pero su hombre seguía profundo y seguro lo estaría un par de horas más. Yuuri decidió que para aprovechar el tiempo, empezaría a trabajar en el informe del cronograma que debía entregar a la Universidad, aún faltaban dos semanas pero necesitaba entretenerse en algo mientras tanto.

No se negaba que estaba muy asustado y ansioso con lo que seguiría con Viktor, con cómo podría simplemente dejar toda esa historia de lado y seguir su vida con él. Todo aquello que le contó fue aterrador, triste, estaba frente a un hombre que lo había perdido todo y que por alguna razón, había sobrevivido. No lograba imaginar las noches de angustia, los días de llanto y decepción, la furia infinita, todo aquello que ese hombre que lo tenía enamorado debió sufrir, toda aquella carga que debía arrastrar día a día, todos aquellos recuerdos que bebían destaparlo en la noche y dejarlo expuesto a las pesadillas, a la frustración. No entendía muy bien el papel que jugaron su padre y su madrastra, pero había algo en toda aquella historia que no le cuadraba en su cabeza. Por supuesto su misión en ese momento era escuchar y callar, no iba a cuestionar a Viktor bajo ninguna circunstancia, no en ese momento.

Caminado con su taza de café por el comedor del aquel departamento, tropezó con unas cajas que estaban recostadas en lo que él creía que era una pared. Sin embargo cuando intentó acomodarlas se dio cuenta que ahí había una puerta, tan pálida como todo en aquel lugar. Movió las cajas con cuidado y giró la perilla esperando encontrar algún otro secreto, pero se topó con un cuarto muy pequeño totalmente vacío, que más parecía un estudio. Tenía una ventana enorme por donde entraba mucha luz, y daba hacia la parte posterior de la torre de departamentos. Se le hizo sumamente extraño que Viktor no pusiera todas esas cajas regadas por doquier en aquel sitio y darle un aspecto un poco más organizado al resto del espacio. Pensó de nuevo que no era su asunto y que seguro tendría una muy buena razón, por muy extraña que fuera.

Yuuri recordó que sus maletas estaban a mitad de la sala así que decidió llevarlas a ese cuartito para que no estorbaran por el momento. Arrastró una mesa de centro que vio descuidada y se sentó en el piso de aquel cuarto a empezar a trabajar en lo que pudiera, no quería quedarse en el comedor y hacer más ruido innecesario, Viktor necesitaba descansar, cerró la puerta y se puso sus audífonos, ese lugar era ideal, aislado totalmente del resto y muy iluminado.

Viktor abrió los ojos y ya pasaban de las diez de la mañana. Se estiró un poco y buscó a Yuuri con la mirada, empezó a llamarlo pero el de cabellos de noche no respondía. En ese momento no se preocupó, podía estar en el baño, en la cocina, o quizás había salido a comprar algo. Salió perezoso y vio la comida tapada sobre la estufa, olía muy bien, ese sería un delicioso desayuno.

Se sentó en el comedor y empezó a observar todo a su alrededor aún algo adormilado, sin embargo de un momento a otro se levantó bruscamente ,caminó hasta el sofá y le dio la vuelta un par de veces, parecía que buscaba algo y así era. Las maletas de Yuuri no estaban, Yuuri no estaba, entonces todo ese miedo que había acumulado por años le saltó del pecho y se le deslizó por toda piel: Yuuri no había soportado el peso de su historia y se había marchado, habiéndole dejado el desayuno a manera de disculpa. Viktor no podía creer lo que estaba pasando, se sintió traicionado... abandonado. Había puesto su corazón en una bandeja y Yuuri lo había tomado y tirado a la basura en certero lanzamiento. Cerró los puños con fuerza, sintió como el calor corporal se incrementaba y se centraba todo en su cabeza, tomó una silla y con todo el odio y la furia del universo la lanzó a la pared haciéndola pedazos.

—¡TE ODIO YUURI KATSUKI, TE ODIO! —Empezó a gritar sin control mientras pateaba las cajas a su alrededor, golpeando las paredes y la mesa. Levantó una nueva silla para estrellarla al concreto de nuevo, cuando vio salir de atrás de una pared de la cocina a Yuuri, asustado y agitado.

—¡¿Pero qué demonios está pasando?! ¡¿Qué es lo que haces?! —Viktor tenía la silla en alto y estaba en completa euforia, respiraba como si sus pulmones lucharan por el oxígeno. No podía entender de dónde había salido Yuuri, que solo por temor no dio un paso para acercársele. Poco a poco recuperó la compostura, bajó la silla y miró al piso seguramente contando hasta diez, antes de siquiera entender lo que acababa de pasar.

—De dónde demonios saliste Yuuri... —preguntó sin dejar de ver al piso —te busqué por todos lados -. Por supuesto la pregunta carecía de lógica, de haber buscado por todos lados lo habría encontrado. La situación ya de por sí era muy estúpida pero no se le ocurrió otra cosa para decir. 

—He estado todo el tiempo acá dentro de tu departamento Viktor, en este cuarto atrás de tu cocina, hubieras abierto la puerta y ahí me hubieses encontrado —. Hizo una pausa viendo el desastre en el comedor —¿Pero qué fue lo que pasó? ¿Recibiste alguna mala noticia o algo parecido? —Viktor no supo qué decir en ese momento. Se sintió un completo cretino al ni siquiera recordar que tenía una habitación extra tras la cocina, él nunca pasaba de cierto punto en su propio departamento; admitir ahora que estaba histérico con la idea que Yuuri lo había dejado luego de su confesión lo dejaría en una posición demasiado débil. Así que no dijo nada por largo rato.

—No voy más allá del comedor, no recordaba ese cuarto—. Se acercó hasta Yuuri e intentó sonreírle. Luego caminó un poco más adentro y vio la habitación, pequeña y alfombrada, ahí las maletas de Yuuri y su laptop. Bajó la cabeza apenado por haber desconfiado de su amante.

—Creíste que me había ido...

—Y que me habías dejado el desayuno de despedida preparado...—Yuuri se echó a reír con lo dicho por Viktor. Con eso la tensión del momento disminuyó bastante y le dio tiempo al profesor de Ballet para relajarse un poco más. Yuuri calentó el desayuno y ambos comieron un tanto silenciosos en el comedor, viendo los pedazos de la silla por doquier. Yuuri no sabía qué decir, creía que el mencionar la conversación de la noche anterior no era lo más prudente, preguntarle cómo se sentía también estaba de más. Así que fingiendo que no veía los destrozos se aventuró a hablar.

—Ya que tienes esa habitación, deberías guardar ahí todas esas cajas... darían más espacio a tu sala.

—No, no guardaré nada en esa habitación. Tengo un clóset gigante en la entrada, ahí las pondré para que no te molesten—. Respondió Viktor muy serio llevando luego un sorbo de jugo de naranja a su garganta.

—Viktor, desperdicias un excelente espacio, es pequeño es cierto, pero es perfecto para almacenar; y no me molestan las cajas, no digas eso por favor.

—No pondré nada en esa habitación, ahora será tu estudio—. Yuuri no entendió las palabras de su amante y lo miró curioso.

—Viktor yo tengo un estudio en mi departamento, no quiero ni por un segundo ocupar espacio acá, puedes aprovecharlo mucho mejor...

—Yuuri... -Dijo viktor interrumpiéndolo —creo que no me has entendido. De ahora en adelante, ese será tu estudio —. Yuuri estuvo pensativo unos segundos y de pronto abrió mucho los ojos y la boca, aquello parecía la invitación a irse a vivir juntos —. Parece que ya lo has comprendido Yuuri.

El sorprendido muchacho no supo qué decir por mucho rato, y mientras salía de su estupor, Viktor terminó el delicioso desayuno que le había preparado. Hablaron un poco después del tema, el profesor de Ballet iba por las ramas para no hacer del asunto algo romántico y cliché, y rogaba internamente para que Yuuri lo entendiera de una vez por todas: Viktor ya no deseaba que se separaran nunca.

Yuuri daba vueltas al asunto pero empezó lentamente a planear todo, tenía muchas cosas en su departamento que tal vez no cupieran en el de Viktor y no quería dejarlo así que se le ocurrió que Beka fuera a vivir ahí, así seguiría teniendo un espacio con su amigo y no movería si no lo extrictamente necesario a casa de su hombre de ojos de mar. Viktor escuchaba y escuchaba como Yuuri acomodaba las cosas mentalmente y le gustaba todo lo que su cabeza planeaba. Pero más que eso, adoraba la idea de no estar solo, de acostarse al lado de alguien y así levantarse. No se negó que estaba muy asustado con la propuesta que le hizo a Yuuri, pero no quería seguir esperando, ya tenían ambos la edad suficiente para ese tipo de decisiones.

—Solo voy a pensarlo un poco, ¿Te parece?, quiero saber qué opina Beka...

—¿Tienes que consultarle todos los asuntos de tu vida a ese hombre? -Habló Viktor muy molesto.

—Es algo a lo que tendrás que acostumbrarte Viktor, el paquete completo incluye a Otabek Altin, tómalo o déjalo —Terminó de decir eso y de nuevo se echó a reír. Viktor a penas esbozó una mueca y le dijo que hiciera lo que quisiera. Pero escucharlo reír le encantaba, le daba vida a ese lugar de fantasmas.

—Por ahora voy a terminar el informe y el cronograma de mi clase para presentarlo a las directivas—. Yuuri se levantó de la mesa y se acercó a su novio robándole un beso de los labios. Luego se perdió por un pasillo tras la cocina para seguir trabajando, así como si nada hubiera acabado de pasar.

Viktor Nikiforov y Yuuri Katsuki en ese momento estaban caminando entre nubes, ninguno se creía lo que estaba sucediendo. El día anterior Yuuri había entrado a ese lugar convencido que todo terminaría y ahora recibía una propuesta para vivir ahí. La noche anterior Viktor, contaba toda su historia, dejaba su corazón expuesto, y ahora como si no hubiera sufrido lo suficiente le pedía a su amante que viviera con él. Era un momento de emociones explosivas que ninguno sabía muy bien cómo manejar.

Viktor se levantó de la mesa y se dirigió directo al cuartito. Yuuri estaba recostado junto al ventanal, tan o más preocupado que él mismo por todo el asunto pero aún así extendió los brazos y ese hombre de ojos zafirinos se lanzó a ellos como su último salvavidas. Ya no podrían haber miedos, ni dudas, ese tendría que ser un asunto de lanzarse al mar aun sin saber nadar, aun con la marea tan alta como para ahogarlos.

Se abrazaron mucho tiempo, hasta que Viktor decidió que sus manos estaban mejor bajo la camiseta de Yuuri, acariciando sus pezones. El muchacho de cabellos oscuros gimió un poco sin dejar de verlo, intentado adivinar qué se escondía tras esa mirada que había sufrido tanto. Las manos pálidas e inquietas empezaron a desnudarlo tan rápido como pudieron y con todas las ganas de mundo contenidas en ese instante.

Yuuri se dejó hacer, dejó que su hombre lo acostara en el piso alfombrado de lo que ahora parecía ser su estudio, y mientras sentía esa lengua caliente que lo había recorrido ya tantas veces, miró al techo pálido, sabiendo que ese lugar de ahora en adelante iba a ser su lugar con él. Tuvo que interrumpir sus pensamientos y entrar en los del placer cuando la boca de Viktor succionó su miembro con fuerza haciendo que se retorciera pidiendo más en cada gemido. Así entonces llegó el momento de abrir las piernas y dejar que una vez más, él entrara en su cuerpo, que las gotas de su sudor le cayeran pudorosas en su rostro, que ese cabello cenizo le hiciera cosquillas en su cuello, que las embestidas subieran de intensidad y se volvieran incluso dolorosas para que luego su vientre estallara en alegría.

 

 

Los siguientes días corrieron entre la expectativa por la nueva vida juntos y el acomodarse a una rutina. Otabek por poco se desmaya cuando se enteró de la decisión de su amigo y le recordó los mil riesgos de vivir con Viktor, sin embargo Yuuri logró convencerlo de que se mudara a su departamento, un poco más grande y donde pagaría menos renta. Beka apenas regresó de Kazajistán, ayudó a llevar las cosas de Yuuri a la casa de Viktor y se burló cuanto pudo de lo aburrido del lugar. Se soportaron apenas por Yuuri quien veía todo con mucha gracia.

 

Ya faltando poco para que retornaran a sus labores en la Universidad, Yuuri le entregó a su amante ese detalle que le traía de Japón. Era una pequeña pintura en papel de arroz, muy antigua, donde se encontraba la Diosa de la Nieve de japonesa: Yuki-onna. Viktor recibió ese papel perfectamente enmarcado en vidrio, agradecido por aquel regalo que había pertenecido a la familia de Yuuri por generaciones, él creyó que ya que su vida había estado tan ligada al hielo, la Diosa quizás lo simbolizaba muy bien. Viktor la puso del lado de su cama, donde al levantarse y al irse a dormir, vería el dibujo de esa mujer de largos cabellos negros y de piel pálida, que parecía devoraba las almas.

 

 

Llegaron los primeros días de la Universidad, y ese en particular solo asistirían los docentes y algunos alumnos que necesitaban arreglar su carga académica, o que hacían tardíamente su matrícula. Las clases oficiales empezarían en dos días más. Ese era el momento para dar la bienvenida a los nuevos maestros, tratar los temas de cada facultad y escuchar a los correspondientes Decanos sobre sus peticiones para las mejoras de las carreras, casi todas estas eran peticiones económicas que se hacían a la junta directiva, en pocas palabras un día muy aburrido.

 

—¿Y bueno Viktor, cómo te va en tu vida de casado? ¿Es buen esposo el profesor Katsuki? —Dijo entre risas Chris mientras hacían la fila para comprar el almuerzo que ese día afortunadamente era muy corta.

—¿Podrías hablar más bajo, estúpido?, estamos bien gracias, no hagas burla del asunto por favor.

—Ay Viktor, no sé ni qué te pasó para que terminaras así de enamorado de ese hombre, pero en serio te deseo lo mejor, sabes que cuentas conmigo, pero también tendrás que ocultar esa relación muy bien.

—Gracias Chris, lo sé, y también sé que debo aparentar otra cosa... pero por ahora no quiero pensar más en eso—. Los amigos se sentaron a comer, Viktor teniendo que soportar el interrogatorio de su colega. Poco después Yuuri entró a la cafetería, tomó una bandeja y empezó a hacer su fila. Viktor le vio de lejos y sonrió.

Yuuri decidió adelantarse un poco mientras Beka iba al baño. La cafetería estaba algo vacía, cosa que complació a Yuuri, sería de las pocas veces que comería sin prisas. Iba ya casi a llegar a la caja, tenía su bandeja en las manos, cuando escuchó que alguien lo llamaba por su nombre.

—Yuuri...

A unos dos metros estaba de pie un hombre quizás de su edad que lo miraba esperando que Yuuri respondiera, pero el profesor de Historia no lo hizo, no pudo pues empezó a temblar sin control y soltó la bandeja de su comida como si solo se hubiera resbalado de sus manos, eso por supuesto llamó la atención de todos. Pero no fue lo peor, Yuuri al parecer horrorizado empezó a gritar llamando a Beka incesantemente, su respiración se transformó en fuertes suspiros y empezó a sudar frío, todo sin control y todo en menos de un minuto. Viktor se levantó de la mesa e iba a ir corriendo hacia él para saber qué le pasaba, a pesar que ya varios alumnos intentaban calmarlo. Chris no lo dejó ir hasta allá, eso podría levantar sospechas.

Y entonces la situación de Yuuri empeoró porque mientras los chicos gritaban pidiendo una ambulancia, una camilla y un vaso de agua, Yuuri se inclinó en cuclillas se tapó las orejas y de nuevo empezó a gritar llamando a Beka, quien afortunadamente llegó alertado por sus alumnos. Beka no sabía que pasaba y aun cuando ya estaba al lado de Yuuri, este no dejaba de gritar su nombre. Lo único que hizo el profesor de Matemáticas fue tomar su propio gabán y cubrirlo para aislarlo totalmente de la luz. Cuando Beka lo abrazó el de cabellos de noche temblaba sin cesar y sin dejar de gritar su nombre a pesar que Beka le decía que era él quien estaba ahí. Todos estaban angustiados, la escena era desesperada, Yuuri literalmente estaba sufriendo un ataque de pánico.

El hombre que llamó a Yuuri no había dado un solo paso, y estaba tan impactado como todos con lo que sucedía. Había desespero en su rostro, pero por alguna razón no se acercaba más. Viktor también tenía que ver la angustiosa escena desde lejos, sintiéndose un inútil total. Por fin llegó una camilla de la enfermería de la universidad, con gran dificultad Yuuri se subió en ella sin soltar por un segundo la mano de Beka. Se lo llevaron por un ascensor y solo en ese momento Viktor se acercó quedando casi al lado de ese extraño hombre y escuchó de él que en susurros pronunciaba el nombre de Yuuri. Luego el extraño salió de ahí, muy seguramente para ir a la enfermería.

—¿Sabes quien es ese tipo? Parecía conocer a Yuuri... —Preguntó Viktor a su amigo quien también se acercó un poco.

—Es el nuevo profesor de Historia del arte, creo que su apellido es Leroy. Lo conocí recién llegó, no imagino de dónde podría conocer a Yuuri; mejor ve a la enfermería y averigua qué le pasó.

Viktor Nikiforov hizo caso a su amigo y salió rumbo a la enfermería así como lo hizo el nuevo profesor Leroy. Solo que el de cabellos cenizos no tenía idea que ese hombre que salió antes que él, era el mismo al que Yuuri había amado más que a su vida, el que le había quebrado el corazón y por quién el profesor de Historia había casi huido de Estados Unidos. Leroy, era el ex amante más amado de Yuuri Katsuki. Los días de paz parecían haber llegado a su fin.

 

 

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Con amor: Yukino.

(*) Fragmento de la canción Nine Crimes de Damien Rice

 


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