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La mujer más linda del mundo. por Yukino

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LA MUJER MÁS LINDA DEL MUNDO

Fanfic por Yukino

Viktor x Yuuri

Capítulo 23 (primera parte)

Es el tipo de lugar equivocado para estar engañándote... (*)





***

Nota de la autora:

Me vi en la necesidad de dividir el capítulo en dos partes, por que había salido demasiado largo y no podía ser simplemente un capítulo 24. Espero que disfruten de esta casi actualización doble :D como siempre, todo apoyo a mi escrito, es mi pago. ¡Gracias!

***








Las puertas enormes y de color caoba se abrieron para la niña, que iba del brazo del que también fingía. Las puertas de la mansión Nikiforov, se abrieron para darle la bienvenida, y ella, entró con su paso gracioso y sus manos en el rostro, totalmente sorprendida del esplendor del lugar, muy parecido al camino al infierno. Dio unos pasos más allá, mientras el viento mecía con gracia su falda y su cabello falso, negro azabache, como la razón de todos ahí. A lo lejos se empezó a escuchar una voz femenina, que no paraba de dar órdenes. Y fue entonces que el hijo de cabellos cenizos tomó aire y apretó los puños, debía tener fuerzas para seguir con la actuación y no solo para continuarla, sino para hacerla bien.

Se empezaron a escuchar los retumbantes tacones de una mujer, que hacía el ruido fuerte a propósito, para que todos supieran que ella iba ahí, que había que alejarse porque en su camino se llevaría a quien se le pasara por delante. Yuuri, o en ese momento, Sora, tembló ante la sensación del piso con aquel imponente caminar.

—¡Hijo mío! ¡Cuánto me alegra tu visita! —Y con aparente entusiasmo se lanzó sobre Viktor para abrazarlo y se dio cuenta que no iba solo. Lanzó su mirada sobre toda la humanidad de la «acompañante» de su hijo, quien no se atrevía a verla de frente. —Veo que traes compañía, ¿No nos presentarás?

—Es una amiga, Manini, su nombre es Sora —Y el momento de comenzar la función era en serio. Sora levantó la vista y le extendió la mano y luego se inclinó un poco, como era costumbre japonesa hacerlo.

—Niña, eres muy linda, bienvenida y pasa por favor, hay más que ver de esta casa que la entrada —Manini rió un poco y Sora lo hizo también.

—Agradezco mucho su recibimiento, Viktor me ha hablado mucho de este lugar, y de su imponente biblioteca —dijo la niña que fingía. La voz era dulce, pero para Manini sonaba extraña. No asoció nada anormal, y dedujo que era quizás, el que hablara en inglés, siendo japonesa. La analizó, las piernas muy largas, las manos suaves, el pañuelo que se envolvía con gracia en su cuello y algo cargado el maquillaje, pero había leído que era muy común que las asiáticas se transformaran tanto.

—Y no te mintió. Era el lugar favorito de la madre de Viktor, te va a encantar, está arriba —dijo señalando el segundo piso en dirección izquierda —le voy a pedir a nuestro buen ayudante que te la enseñe, mientras yo te robo un momento a este guapo muchacho —dijo de nuevo en medio de una risita. Sora sonrió de regreso y dejó que se lo llevara en dirección a la cocina. El confundido profesor de Ballet viró a ver a su invitada y le intentó decir con la mirada que lo sentía, pero ella no parecía estar disgustada.

Fue guiada por un muy viejo mayordomo, que se veía complacido de tenerla ahí. No se le hizo extraño, Viktor era el señorito de la mansión y jamás había llevado a nadie. Sin embargo la alegría del anciano era particular. Llegaron a una habitación al fondo de  un pasillo y el hombre la abrió y le pidió que siguiera.

En ese momento, no fue Sora la que entró en ese lugar de sueños, fue Yuuri. Los estantes iban de piso a techo y entre estos había mapas reales de navegación de rutas conquistadoras españolas, hacia América. Enmarcado y alejado de la luz, había lo que parecía ser un papiro que en ese momento no supo en qué punto de la historia ubicarlo, era profesor de Historia más no arqueólogo. Se llevó las manos a la boca cuando se acercó y alcanzó a entender la palabra Set, y supo que aquello debía ser de antes de Cristo.

Impactado, caminó hacia un estante un poco más pequeño, con libros muy antiguos, se veía por el paso del tiempo en su lomo. Intentó tomar uno pero se arrepintió, sintió que era una grosería. Dudó unos segundos más y tomó uno cualquiera, abrió mucho su boca, aquel libro sencillo que no parecía tener valor, era un diario de memorias del último Zar de Rusia, antes de su inminente caída. No entendía mucho, pero era indiscutiblemente la firma de Zar Nicolás II. Lo cerró con mucho cuidado y lo abrazó contra su pecho, agradeciendo que tal belleza histórica existiera.

—Ese también era uno de los favoritos de mi esposa —La voz que provenía del balcón por poco hace que le dé un infarto al muchacho que actuaba a ser una chica. Se viró y aún con el libro entre sus brazos, se inclinó para presentarse ante el hombre como Sora, invitada de Viktor Nikiforov.

Ella volvió a erguirse y vio a un hombre mayor, de mirada gentil y muy tranquila, con el océano limpio y estremecedor en sus ojos. Su cabello era tan blanco como la nieve y su sonrisa removía miedos y monstruos. Ese no podía ser otro que el General, el padre de su Viktor. Eran idénticos, pero ese hombre en la silla de ruedas, emanaba mucha dulzura, casi provocaba abrazarlo.

—Siento muchísimo irrumpir así, pero me invitaron a conocer la biblioteca y estoy maravillada, como no tiene idea— dijo la niña, sonriendo.

—Agradezco tanto, tanto al cielo, que por fin hayas podido venir —ella lo miró algo confundida —he esperado este momento desde hace meses, me es imposible abordar cualquier tema con mi hijo, porque al parecer me odia. Y es por eso, que necesito tanto de tu ayuda... Yuuri Katsuki.

El libro de memorias cayó al piso estrepitoso, así como las rodillas de Yuuri golpeaban el suelo. Empezó a respirar con demasiada dificultad, y a llorar sin control. Había sido descubierto, toda la  vida con su amante de cabellos de luna ahora estaba terminada, ese día era el último. Su vida, su amor, sus sueños de algodones de azúcar, sus ganas de estar para siempre con Viktor, morían en ese instante. El corazón empezó a ir más rápido de lo normal, iba a salirle del pecho y correr lejos de ahí. Había sido ingenuo creer que se podía engañar a todos con kilos de maquillaje y faldas cortas. Viktor lo mataría, su padre no duraría un segundo en decirle la verdad y todo acabaría. Mientras intentaba respirar y llorar, sintió una gentil mano en su espalda que le acariciaba.

—Por favor niño, cálmate. No querrás ser descubierto. Límpiate las lágrimas y arréglate el maquillaje, yo estoy de tu lado. —Yuuri levantó la vista, aún con dificultad para respirar y se perdió en esos ojos de zafiro, que le cantaban una canción de cuna, donde todo estaba bien.

***

Días atrás, las palabras de Madame Lilia, se estrellaban con furia en la humanidad de Viktor. El director de la Universidad y el decano de toda la facultad de bellas artes, los habían citado a ellos,  y demás docentes del área, para hablar de la posibilidad de un festival, pero la dama empezó a criticar todo aspecto de cómo se estaba llevando el programa de estudios de las clases de Ballet. Ese no era el tema central, los demás maestros estaban ya incómodos al no permitírseles hablar, ni conocer a fondo la propuesta. Lo más exasperante para Viktor después de la dama, era la presencia del profesor Leroy. No se explicaba porqué estaba ahí, si él era del área de Humanidades; sin embargo él dictaba algunas clases a los estudiantes de artes literarias y escénicas, y fue citado. JJ tampoco entendía muy bien su presencia en aquella reunión, pero la propuesta de un festival se le hacía muy interesante. Viktor intencionalmente y sin tener muy claro el propósito se hizo junto a él, en el salón de reuniones. Deseaba apreciarlo de cerca, cosa que no había hecho nunca, por intentar evitar su presencia y fingir que no existía. A pesa que la interacción entre Leroy y Yuuri era casi nula, el amante de cabellos de luna quería conocer mejor a quién él consideraba el enemigo.

La discusión seguía, bueno realmente Madame Lilia discutía sola. Viktor no quiso entrar en un debate eterno y que de nuevo fuera criticado por haber sido un patinador artístico, pero la dama no frenaba sus ataques. Viktor, y realmente todos, dejaron que se expresara, así esperaban que terminara en algún momento para hablar de la propuesta del festival artístico. Viktor de reojo y de vez en cuando, veía que JJ tomaba notas y estuvo atento hasta cuando pudo de lo que decía la dama. Luego recostó su mentón sobre la palma de su mano y comenzó a ver a la nada. No había nada que saber de Leroy en ese momento, solo que vestía bien, era físicamente atractivo y había algo de melancolía en su mirada. Viktor ni siquiera conocía bien su voz.

Madame, le agradecemos su intervención, y quedamos atentos a todas sus sugerencias. Ahora ...— El director vio con sorpresa que el tiempo se había pasado y ya todos debía regresar a sus clases —creo que pospondremos esta reunión para horas no laborales. Les agradezco su presencia, por favor estudien esta propuesta y espero sus mejores ideas para lograr llevar todo a cabo.

—Vaya, ¿es un poco frustrante no? —Dijo JJ de repente, dirigiendo su conversación a Viktor, quien sorprendido viró a verlo y se lo encontró de frente, con una pequeña sonrisa —La dama solo habló de su programa, cosa que hubiera podido hacer en privado con el director y se dedicó a atacarlo a usted, profesor Nikiforov, por haber sido antes patinador artístico. Yo he visto videos de sus rutinas y ¡era realmente fascinante!

—Muchas gracias profesor Leroy —respondió Viktor en su característica frialdad, con ganas de estrellarle un puño porque sí. Lo veía, lo tenía a centímetros y lo único que podía imaginar era a Yuuri con él en la cama. Cómo esas manos tan arregladas y de dedos muy largos recorrieron el cuerpo de su ahora amante; como esa boca que le hablaba y sonreía, estuvo sobre los labios de su profesor de Historia. Cómo de alguna manera Yuuri, acarició esos cabellos oscuros que JJ movía con algo de gracia. Por más que intentó, no pudo verlo como un simple hombre, otro docente más. Los celos lo estaban enloqueciendo.

—Bueno, espero que tenga un buen día —JJ se levantó y con una sonrisa en el rostro se despidió de Viktor. Sin decir nada y apenas levantando la mano, el profesor de Ballet se despidió y vio salir a ese hombre, al que ya muchos apreciaban. Cómo no hacerlo, era muy simpático con todos y siempre tenía una sonrisa en los labios, para Viktor aquello era un fastidio, pero lo que en verdad lo dejó inquieto, era aquella mirada, pues era parecida a la que tuvo Yuuri en algún momento.

Sin ningún tipo de prisa, salió del salón de reuniones para dirigirse directo a la cafetería a comer algo, tenía un hambre atroz. Iba por el pasillo unos pisos más arriba, cuando pudo ver que cerca de una fuente, Yuuri y Leroy estaban hablando. Por supuesto no tenía idea de qué podía tratarse, pero sintió cómo su pulso se aceleraba y apretó los dientes muy fuerte. Sintió como la furia se le acumuló en el pecho y quiso golpear algo, pero se contuvo todo al escuchar la voz de su amigo.

—Viktor, supe que tuvieron una reunión, ¿cómo te fue? —Chris al acercarse más, se dio cuenta que Viktor miraba hacia abajo, y supo de inmediato qué pasaba—. Es inevitable ese tipo de encuentros, por favor Viktor intenta calmarte.

—Me mortifica como no tienes idea, saber que ellos si quiera se miren. Yuuri es ahora parte de mi vida, no de la de ese tipo.

—¿Y en qué parte de tu vida está, Viktor? Porque yo no he podido encontrarlo, por ningún lado. —Viktor miró a su amigo con mucha sorpresa. ¿Cómo se atrevía siquiera a preguntar algo así? ¿Estaba ciego? ¿Era tonto? El profesor de cabellos de sol, lo tomó por un brazo y lo invitó a tomar algo en la cafetería. Cuando Viktor regresó su mirada a la fuente, ya no había nadie.

—Explícame que quisiste decir con eso —Dijo el hombre de ojos de mar, mientras tomaba asiento en la parte más apartada de la cafetería —me empiezo a molestar contigo.

—No entiendo por qué. Mira Viktor, no dudo que estés enamorado del profesor Katsuki, pero hasta el momento solo existe en la relación contigo, como una sombra. —Viktor subió la ceja molesto y su amigo solo sonrió—. Verás, cuando visité tu departamento hace poco, iba con bastantes expectativas. Esperaba encontrar un ambiente lleno de cosas, de color, de desorden quizás. Pensé que habrían muchos libros de texto de Historia, que habría un perchero con abrigos tuyos y de él, que se respiraría la presencia de dos personas en ese sitio; al contrario de eso, volví al mismo sitio gris y solitario de siempre. Todo blanco. Un lugar donde no pude encontrar a Yuuri, por ninguna parte. No había  un solo rastro de que él hubiese estado ahí en algún momento, no podía creer que él viviera en ese sitio. Solo cuando me llevaste a su cuarto de estudio, supe que él estaba ahí realmente, incluso pude percibir su aroma. Sentí tanta opresión en el pecho, no te lo puedo explicar, pero supe que estás tan desesperado por mantener todo tan oculto, que minimizas a Yuuri todo lo más posible, ni siquiera permites que ponga la taza que tú mismo le regalaste, en la mesa de la cocina. Es tan injusto, ni siquiera como un invitado lo estás tratando...

—Sabes que si Manini ve algo...

—¡Esa excusa es una estupidez! Tu madrastra no va casi nunca, esa tarde fue una horrenda casualidad. ¿Solo por eso lo tratas como si no existiera en ese sitio? Eres injusto, y estoy seguro, que no lo haces por tu madrastra, o por el General, lo haces por ti, porque tienes miedo a que las cosas sean diferentes o que vayan más allá, porque crees que si algo se altera, será para mal y todo terminará. Solo tienes al profesor Katsuki para que abra las piernas cuando tú quieres. Solo por eso. No lo amas, no como a ese ex novio tuyo.

—Cómo si quiera te atreves —dijo Viktor, con la voz cortada, temblando de ira y confusión. Una bomba cayó en su cuerpo con las palabras de su amigo y quería arrancarle la cabeza a Chris, pero quizás algo de razón tenía. —Yuuri no está en mi vida solo para que abra las piernas para mí, lo quiero conmigo porque no soporto la idea de estar tanto tiempo separados, verlo todos los días es mi alegría, ¿Cómo te atreves a compararlo con Marco?

—¿Y por qué te molesta que lo compare? ¿Será porque lo amas más que a Marco, o menos que a Marco? —Viktor entendía la pregunta. Claro que sí. Jugueteó con sus dedos en la mesa, sin poder mirar a Chris, que en apariencia había estado ausente de esa relación, pero que siempre estaba preocupado por la misma, y de verdad, saber que Yuuri no hacía parte de ese departamento más que como un amante, lo había afectado.

—Sé a donde quieres llegar. Sé la respuesta. —El profesor de cabellos cenizos levantó la vista y lo miró fijamente —A veces siento que estoy traicionando a Marco al permitirme ser feliz, cuando él no pudo, y se fue de esa manera que me rompió en mil pedazos. Y Entonces miro a Yuuri, y no puedo con el ardor en mi pecho, una sensación que Marco jamás me produjo. Y entonces me doy cuenta que ya todo lo que soy, es de él. De Yuuri Katsuki. Lo amo tanto, que duele como no tienes idea, y lucho todos los días con el miedo a que un día no se despierte junto a mí, y que solo me encuentre con sus recuerdos; y sí Chris, yo más que nadie sufro cuando veo que él guarda meticulosamente sus cosas en los armarios, que no deja rastro de sí mismo por ninguna parte, ¡que esconde incluso su cepillo de dientes! Y me odio por no decirle nada, por permitirlo. Tengo miedo que se sepa lo nuestro, que llegue a oídos del General, que Manini se entere y tengo miedo que algo cambie; y él se desvanezca —. No pudo controlar el hermoso hombre las lágrimas, y dejó que rodaran por su rostro sin control. Su amigo, el casi único que le quedaba en el mundo, lo tomó por la manos con fuerza para dejarle saber que él estaba ahí. Así estuvieron un largo rato, aprovechando la soledad de la cafetería.

No muy lejos de ese sitio, donde Viktor se confesaba con su amigo, Yuuri vivía su propio dilema. Nada tan intenso por supuesto, pero que lo llenaba de dudas, de miedo y de mucha culpa.

Efectivamente una vez terminó la reunión del área de Bellas artes y Artes Escénicas, JJ vio a Yuuri sentado cerca de la fuente y tuvo la oportunidad de darle algo que había conseguido hacía unos días. Eran las entradas a una obra de teatro que el profesor de Historia había intentado conseguir de todas formas posibles, pero con resultados infructuosos. Yuuri se había resignado, lo había comentado con algunos de sus colegas que tampoco pudieron conseguir nada, por el alto valor, la escasez de sillas, y el corto tiempo que estarían en Rusia. La obra era venida de Inglaterra. Solo por casualidad JJ escuchó aquello y con sus influencias, y con mucho dinero, logró conseguir tres entradas, dos de ellas se las estaba ofreciendo a su ex amante, que quedó perplejo al ver los boletos. No supo que decir.

—Yuuri, hablaste mucho antes de esta obra, allá en Estados Unidos. Conseguí entradas con unos amigos y la primera persona en quien pensé para darle unas, fue en ti y por favor no mal interpretes esto.

—JJ, no puedo recibirlas, no es correcto, no puedo ir contigo.

—Ah no, no, este par de boletos no son para ti y para mí, ambos son tuyos, para que vayas con alguien más. Yo tengo mi entrada en uno de los palcos, creo que ni siquiera nos cruzaremos. Puedes llevar a quien tú quieras. —Yuuri embelesado por la belleza y elegancia de las entradas, las tomó solo por curiosidad. No las iba a recibir pero quería saber qué decían. Extendió la mano y las quiso devolver, pero JJ no se las recibió e insistió en que era un regalo.

—Eres muy amable, pero no puedo aceptarlas, en serio. —Yuuri sonrió y extendió de nuevo las entradas para que Leroy las recibiera.

—Yuuri, no es mi plan hacer que me debas un favor, o que te ablandes conmigo, o que seamos amigos siquiera. Es una oportunidad, tómalo como eso, como que alguien te está recompensando por algo malo que hubieras pasado. No tienes que darme dinero por ellas, no vas a ir conmigo, es como si de casualidad fuéramos al mismo cine.

Yuuri miró a JJ directo a los ojos y creyó ver sinceridad en su rostro. Y el demonio lo tentó, le habló en su oído y le dijo que debía tomarlas y agradecer. Yuuri se turbó un poco con sus pensamientos y solo reaccionó cuando JJ ya iba a unos pasos lejos de su lado. Tomó las entradas y se sentó a pensar en qué debía hacer. De verdad, ir a esa obra representaba uno de las mayores alegrías de su vida, por años había esperado ir, y ahora podría hacerlo, directo de las manos de Satanás. Se sentó a pensar en qué hacer, o en qué no hacer.

—No te distraigas Katsuki, te vi hablando con ese idiota ¿qué quería? —quien llegaba a su lado no era otro que Otabek.

—Mira lo que tengo, Beka —y extendió las entradas que venían en un muy elegante sobre. Beka lo tomó y casi se salen sus ojos se sus órbitas al saber de qué se trataba.

—¡AY POR DIOS! ¡Yuuri las conseguiste, por fin las conseguiste y para la última función! ¡Me alegro muchísimo por ti! —La alegría de Beka era sincera. Había visto lo mucho que Yuuri se esforzó por conseguirlas, lo mucho que se decepcionó al haber tratado todo y no haber logrado nada, además que unas de las cosas de las que hablaba desde que lo conoció, era de ir a ver esa obra, que en Europa y Asia, serían más las oportunidades. Estaba realmente muy feliz, pero Yuuri, parecía agobiado.

—Me las dio JJ...

—Ay, maldita sea —dijo Beka de inmediato — y supongo que quiere que vayas con él.

—No, esas entradas son para mí, para que vaya con quien yo desee. Él tiene un palco. Solo me las dio, porque quiso hacerlo, dice que no espera nada a cambio ni que yo le deba favores ni nada por el estilo. Y parecía sincero.

—Quizás solo quiere lavar un poco su culpa. Y bueno ¿Irás con Nikiforov? —Yuuri miró muy asombrado a su mejor amigo de todo el mundo. Parecía que Beka no le veía problema al asunto.

—Por favor Beka, él no iría conmigo.

—¿Se lo preguntaste ya?

—No —respondió algo molesto Yuuri— pero sé que lo último que desea es que nos vean juntos. No tendría sentido, se supone que Viktor me odia. —Beka hizo una mueca de disgusto ante lo último que dijo su amigo de ojos sesgados. Otabek estaba a favor de la pareja, claro que sí,  pero estaba más a favor de Yuuri y desde el fondo del corazón creyó que Viktor iba a conseguir esas entradas con las influencias que también tenía. Yuuri había esperado mucho tiempo esa oportunidad, y no creía justo que se lo perdiera solo porque su amante actual no quisiera acompañarlo, ni a eso ni a nada, para fingir por siempre que a penas si se hablaban. También pensó en JJ que por supuesto que iba a querer algo a cambio, pero a él era más fácil neutralizarlo, Beka no tenía problemas en romperle la cara, o reclamar a Yuuri como «suyo», a ver si se atrevía a levantar alguna calumnia sobre él.

—Mira Yuuri, en circunstancias normales, te trataría de demente. Pero esto es algo que se sale de lo extraordinario. Sería tan egoísta y fácil de mi parte decirte que simplemente devuelvas esas entradas y siguieras tu vida, cuando sé lo mucho que anhelas ver esa obra. Pero antes que tomes alguna decisión, habla con tu novio. Cuéntale lo que pasó, quizás el quiera acompañarte, ya no le ocultes nada.

—No te niego que se me pasó por la cabeza no decirle nada e ir contigo y ya, pero seguro se iba a enterar. Ahora, decirle cómo sea que se lo diga, va a sonar a que le estoy pidiendo su permiso... y no quiero eso.

Beka se sorprendió con la respuesta de su amigo de ojos de avellanas. Siempre que se trataba de Viktor el parecía ceder muy fácilmente, pero este no era el caso. Se preguntó si algo estaría pasando, si algo empezaba a molestar a Yuuri de esa relación, si algo ya no iba tan bien. El hecho que fuera tan oculta era algo que no hacía feliz a nadie, pero así tenía que ser por su propio bienestar.

Esa misma noche, Yuuri estaba en el comedor del departamento, esperando a Viktor para hablar del asunto. Todo el día estuvo perturbado por esas entradas, quería con toda su vida ir a ese teatro, pero también quería con toda su vida a Viktor Nikiforov. No tenía idea de cómo empezar, ni qué esperar, ni como reaccionar. Viktor llegó y lo tomó por sorpresa, sonrió un poco al verlo en el comedor y fue directo al sofá a acostarse un poco. Lo llamó para que lo acompañara, pero Yuuri le dijo que tenía algo importante qué compartirle.

—Suenas muy serio Yuuri ¿pasó algo malo? —Dijo Viktor mientras caminaba a la mesa y se sentaba frente a él. Yuuri, de manera tímida le mostró los sobres, Viktor tomó uno y casi le da un infarto de alegría al ver de lo que se trataba. Se levantó y abrazó muy fuerte a su chico del Japón, estaba genuinamente dichoso por él. —¡¿Pero cómo las conseguiste?! Hablaste de esto por semanas, ¡Debes estar tan feliz!... ¿Por qué no pareces feliz?

—Las entradas me las dio JJ.

Viktor sintió como la tierra bajo sus pies se abrió y cayó en un pozo de lava caliente. Se quedó de pie junto a Yuuri, esperando reaccionar de manera civilizada, sin querer romper algo de la casa, como ya lo había hecho. Yuuri estaba temblando, tenía pavor de la reacción de Viktor, de quien esperaba muy en el fondo que aceptara ir con él. El hombre de cabellos de luna no se movió en un buen tiempo, controlando como fuera posible todos sus chacras para que la masa de histeria que ahora lo invadía no saliera en forma de golpes, o palabras hirientes para con Yuuri. Vio hacia un poco más adentro de su departamento y recordó las palabras de Chris, que Yuuri no estaba ahí, por ninguna parte. Eso pareció devolverlo a la tierra y de nuevo se sentó justo frente a Yuuri. 

—Quiere que vaya contigo, supongo —respondió con furia contenida

—No, me dio estas entradas para que fuera con quien yo deseara. Él tiene un palco, o algo así le entendí.

—¡Qué amable! —dijo con ironía Viktor, intentando concentrarse en no enloquecer. —¿Por qué darte dos entradas? ¿Qué quiere a cambio?

—Según él nada. Yo la verdad creo que desea saber si estoy con alguien, sabe que no le daría esta entrada a cualquiera —Era el momento, era el momento se saber sí Viktor quizás, solo quizás podría albergar la idea en su cabeza de acompañarlo —¿tú quisieras ir, conmigo?

Y Viktor sintió como algo hizo implosión en su pecho. No se imaginaba que Yuuri siquiera contemplaba la idea de ir, sabiendo de quien venían esas entradas. La cabeza se le puso muy caliente, sentía que los puños le temblaban, incluso sintió algo de mareo. Lo miró, pero su hermoso hombre, no despegaba la vista de la mesa, también parecía perturbado. Viktor supo entonces que aquella obra debía ser muy importante para que él estuviera arriesgando el todo por el todo. Y solo en ese instante creyó que no era justo para su amante, que tuviera que cargar con el peso de sus celos. Miró de nuevo al resto del departamento, donde Yuuri no estaba, por ninguna parte.

—No sería conveniente que nos vieran juntos, y menos ese hablador. Pero si vas con Otabek, me sentiré tranquilo.

Yuuri lo tomó por las manos y sonrió. Solo por ese instante se sintió tranquilo y algo feliz. Viktor se había tragado toda su furia y esperaba no ahogarse en ella, pero no podía prohibirle a Yuuri ir a algo que le era tan importante, no era un niño al que debía darle permiso y además se odió él mismo, porque de haber hecho el mínimo esfuerzo por haberle conseguido esas entradas, él también hubiera podido hacer su lucha. Las palabras de Chris regresaron a su mente, y solo en ese momento recordó el alcance de estas. Ya aquello no podía ser la convivencia de roommates como Yuuri lo sugirió de manera burlona alguna vez, tenían que ser una pareja. Y había que quitarse a Manini y al General del camino, para que pudiera largarse con su Yuuri a donde se le diera la gana, sin miedos en la espalda. 


 

 

 

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Fin primera parte capítulo 23.

Con amor: Yukino

(*)Fragmento de la canción Nine Crimes de Damien Rice.


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