Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La mujer más linda del mundo. por Yukino

[Reviews - 33]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

LA MUJER MÁS LINDA DEL MUNDO

Fanfic por Yukino

Viktor x Yuuri

Capítulo 28

 

«Es el tipo de lugar equivocado para estar engañándote…» (*)

 

 

 

Y las cosas, eran diferentes. Ya todo era cuento de hadas, ya todo era vida de pareja feliz, sin dolor, sin nada que ocultar. Ya eran ellos mismos en todo el sentido de la palabra, y para el joven profesor de Historia, no existía mayor felicidad. Se sentía pleno, era el momento de encaminar su vida y ser un hombre de familia, era él en la fotografía sobre la chimenea. Era su esposo aquel que luchó contra todo prejuicio, contra todo dolor y duda, para tomarlo como el compañero de su vida; Viktor había tenido una contienda, sobre todo contra él mismo, para dejar atrás todo miedo que le hubiera invadido, y lanzarse a vivir la vida con Yuuri, y eso se lo agradecía mucho a este último.

 

Después de la ceremonia y de la pasional noche de bodas, vino la esperada presentación de avances por parte de Yuuri al comité de la Universidad en la que estaba vinculado, todo salió a pedir de boca, la contundencia con la que el joven se expresó, dejó sorprendidos a todos, sobre todo al decano actual, que sabía muy bien los motivos por los que Katsuki había dejado el país, de esa manera tan abrupta. Le complació saber que su joven profesor no solo se dedicó a llorar en Rusia a su amor perdido, sino que en verdad había llevado adelante su labor, y había ayudado a subir el nivel del área de Humanidades, de la universidad en la que estaba en San Petersburgo. Todo era alegría, y sí, su nombre quedó en la lista de elegibles para el cargo de decano en Estados Unidos. Los demás miembros del comité le felicitaron muy alegres, era entonces el momento de regresar a su Alma Mater, y retomar el trabajo donde lo dejó. La decanatura podría tomar un año más tal vez, pero debería estar ya trabajando formalmente en esa universidad. Los planes no habían cambiado, terminaría ese año en Rusia, y en febrero a más tardar, regresaba a Estados Unidos, no solo con su mejor amigo en el mundo, Otabek Altin, sino con un esposo, sacado de un cuento de príncipes.

 

El tiempo en EE.UU fue corto, pero muy satisfactorio. Apenas tuvieron tiempo los recién casados de unas visitas rápidas a sitios turísticos, y a unas noches de amor sin control en lujosos hoteles. Chris se perdió con muchas de sus amigas, y Beka pasó su tiempo investigado y llenando formas para hacer una maestría en la Universidad a la que Yuuri regresaría. Quedaron tan impresionados con su currículo que no dudaron en ofrecerle empleo a Beka; por supuesto el muchacho aceptó y se tranquilizó su billetera. En febrero sería la fecha de emigración de todo, o eso deseaban con el alma.

 

El retorno a Rusia no tuvo ningún contratiempo, todos llegaron cargados de energías nuevas, de sonrisas diferentes. Y sí, todo cambió en el hogar Nikiforov-Katsuki. Acordaron los nuevos esposos, que siempre llevarían sus sortijas, solo que uno la llevaría en el dedo, y el otro en una cadena al cuello. Ese símbolo les era muy importante como para usarlos solo en casa.

 

Viktor, el sueño de ojos zafirinos, perdió por completo la pena, y se paseaba desnudo por el apartamento, casi todo el tiempo. Para Yuuri fue una sorpresa, y no podía dejar de sonrojarse cuando lo veía salir de la habitación, servirse el café, y ver la televisión muy temprano en la mañana antes que salieran a trabajar, siempre sin ropa. Al profesor de Historia no le molestaba para nada, le hacía excitarse mucho, pero no diría nada, ver a su esposo desnudo sin temores y sin prejuicios, era un deleite. Yuuri también puso de su parte en el erotismo del hogar. Al levantarse en la mañana, se ponía al azar camisetas de Viktor, que por supuesto le quedaban algo grandes. Cuando el esposo de ojos azules salía de su cuarto y le veía con su ropa puesta, había una reacción inmediata, que claro Yuuri notaba, y entonces todo terminaba en un remolino de sexo y pasión sobre la pequeña mesa, sobre el sofá, o sobre lo que tuvieran a su alcance. Yuuri al inicio hacía esto sin interés alguno, pero luego de ver la reacción en su fogoso esposo, comenzó a hacerlo casi todos los días. Las cosas no podían ir mejor, octubre casi terminaba, tres meses más y serían libres. ¿De qué, o de quiénes? No lo tenía muy claro Yuuri, pero cuanto más lejos, mucho mejor.

 

 

 

—Ni siquiera voy a preguntar cómo estás, porque en apariencia luces muy bien, tal vez demasiado—, dijo Beka mientras se sentaba en la silla de la minúscula mesa de la cafetería —por favor Yuuri no vayas a arruinar tu feliz matrimonio.

 

—Beka, hay cosas aún muy complicadas, pero creo que ya ese revoltoso pasado está por fin quedando atrás—, sonrió ampliamente, y le puso la mano en el hombre a su amigo —ya pronto no tendrás que preocuparte más por mí. —Yuuri se echó a reír, como muy pocas veces en la vida lo había hecho. Beka sonrió complacido y desde el otro extremo del lugar, vio que eran observados con insistencia por el celoso esposo Nikiforov.

 

—Tu marido es terrible, no me creo que aún pueda sentir celos de mí, pero en fin… Debo contarte, aceptaron mi dimisión en esta Universidad, me dijeron que me esperan que haga mi maestría en Estados Unidos, y luego me harán director del área de matemáticas de todas las carreras ¡Por fin la suerte me sonríe! —Dijo Beka muy entusiasta y feliz. Yuuri llevó las manos a su boca, esa era una noticia increíble, aunque no entendía muy bien del todo.

 

—¿No te quedarás en Estados Unidos conmigo entonces? —Preguntó Yuuri, con algo de pucheros en el gesto.

 

—Bueno, no podía ser tu guardián por siempre, pero no me has entendido, me iré contigo y tu esposo, trabajaré y estudiaré todo el otro año en Estados Unidos, y luego regresaré acá para ser el director. Eso significa que tendré mucho más dinero para cumplir mi sueño; tú sabes —Yuuri le miró sonriendo, claro que sabía ese anhelo de su amigo —así que no te preocupes, estaré contigo lo suficiente como para asegurarme que no harás estupideces ni arruinarás tu matrimonio, y luego entonces, tendremos que separarnos.

 

Separación. Esa palabra, Yuuri no la había contemplado nunca para con su amigo Otabek Altin, jamás por su cabeza creyó que ese momento podría llegar, y una angustia heredada de la ansiedad, le recorrió el cuerpo. Yuuri Lo miraba mientras comía su almuerzo y revisaba su celular, su ascendencia asiática también le hacía tener los ojos sesgados y oscuros, su piel era muy blanca, sus cejas pobladas y perfectamente delineadas, su fuerte y decidida expresión y mirada, su nariz que iba en perfecto balance con su rostro, su cabello tan bien organizado, de ese color castaño tan llamativo; y sus lentes que acababan de enmarcar su perfecto rostro. Sí, su amigo era un hombre demasiado atractivo, y supo que quizás estar con él, había hecho que aún Beka no encontrara una pareja. Que cuidar de él, era un impedimento para la propia felicidad del profesor de Matemáticas. Pero por fracciones de segundo fue egoísta, y agradeció que Beka no hubiera tenido a nadie que pudiera quitarle su atención. La ansiedad iba en aumento, ese muchacho de Kazajistán no era solo un amigo, era todo un muro de contención de tristezas y dolores, era su tótem, su pilar cuando las cosas estaban muy mal. Estar sin él, no lo había contemplado para nada.

 

—Deja de pensar tonterías Katsuki—, dijo Beka adivinando los pensamientos de su amigo —para eso existe la tecnología, y además ahora ya tienes con quién desahogar todas tus «penas». No creo que a Nikiforov le guste que seamos tres en la cama —. Yuuri soltó una carcajada, midiendo la altitud por el hecho de estar en la cafetería. Viktor veía insistente desde el otro lado del salón, fastidiado de no saber qué podrían estar hablando. Chris por fin llegaba a acompañar a su amigo, y a intentar calmar sus infundados celos.

 

—Bueno Yuuri, espero que ahora que todo va medianamente tranquilo, el tema de «ella» quede fulminado. —Beka tomó un sorbo de agua y esperó la respuesta de Yuuri.

 

—No creo que sea necesario nunca más, además… —Yuuri interrumpió su charla para leer un mensaje que llegaba a su celular. Al abrirlo, todo su aspecto cambió por completo, empezó a respirar agitado, y a temblar sin control. Luego miró a Beka como un pajarito mojado, a punto de llorar, con un remezón imparable en los labios y con lágrimas en los ojos a punto de empezar su recorrido por las mejillas. Otabek tomó el teléfono para saber de qué se trataba aquello, y quedó tan en shock como Yuuri, sin embargo tuvo que guardar la compostura, ya que Yuuri estaba siendo muy llamativo y sobre todo, para su esposo. Con delicadeza tomó la mano de Yuuri para intentar calmarlo,  y que no provocara que Viktor fuera en ese momento hasta la mesa.

 

—Algo le pasa —habló Viktor a su amigo, sin dejar de ver a Yuuri —me da la espalda, pero sé que está intranquilo. Tengo que ir…

 

—Por favor Viktor —habló Chris, deteniéndolo por un brazo —no es momento para arruinar la discreción con que han manejado todo. Además, está con Altin, no te preocupes, en la noche hablas con él. —A regañadientes aceptó, sin embargo no pretendía esperar tanto para preguntarle qué pasaba. En cualquier momento del día que lo viera solo, lo abordaría.

 

—¿Cómo es posible, que lo sepa? —Yuuri que se había calmado un poco con el tacto de Beka, volvió a mirar el mensaje: Supe de su feliz matrimonio en USA, me alegro mucho por ustedes. Ahora como el padre del novio, debo pedirte un favor, a ti, o a ella, no me es posible movilizarme como lo sabes, pero logré  obtener un nombre, Marco Aldrieri. Creo que tiene relación con Viktor, por favor, ayúdame, para librarnos por fin de Manini, antes que ella acabe con nosotros. R. Nikiforov

 

La chocante realidad, tocaba de nuevo las puertas de Yuuri. Esa parte de la historia que él mismo se había encargado de enredar, le llegaba en forma de mensaje, y pidiendo ayuda. Beka logró de a pocos calmarlo, era ya casi la hora de volver a las clases, un par de horas más, y se iría a casa a retozar con su marido. Beka disimuló muy bien, pero sabía que Viktor se había dado cuenta.

 

—Yuuri, escúchame; Nikiforov seguramente va a preguntarte por lo sucedido ahora, y no creo que espere hasta que lleguen a casa. Invéntale que recibiste un mensaje de un ex amante, que te vio en Estados Unidos; y pensaste que sabía algo de su relación, y por favor no nombres al idiota de Leroy, Así se calmará—. Yuuri vio muy sorprendido a su amigo, era increíble lo rápido que se le ocurrió aquella mentira. Pero Beka no estaba feliz inventado aquello, él era muy honesto y leal, pero no había otra forma de justificar la sobre exagerada reacción de Yuuri.

 

Salieron de allí, mucho más calmados, sin embargo Viktor no se tragaba toda aquella paz. Otabek supo que estaban en constante vigilancia, así que era totalmente inútil el tratar de ser sutiles, o cambiar sus residencias. No pudo evitar mirar a todos lados mientras se dirigía a su salón a dictar clases, la paranoia ahora era real. Aun así, pensó que si el General tenía la forma de vigilarlos, ¿Por qué él mismo no se encargaba de hacer las averiguaciones de ese tal Aldrieri? ¿Cuál era la necesidad de meter a Yuuri en sus asuntos? No pudo hallar la lógica en eso, solo pudo concluir que era un tema demasiado privado, que solo le confiaría al desafortunado esposo del Japón.

 

Yuuri se fue mucho más calmado a la sala de maestros, pero con ese nombre en la cabeza. Marco Aldrieri. Pensó por un momento que tenía relación con Marco, el ex amante de Viktor, pero su apellido era diferente. Sin embargo creyó su deber el ayudar al General, era obvio que desde su cárcel-mansión, no podía obtener mucha información, y que toda búsqueda que hiciera por la red, sería monitoreada por Manini. Estaba también seguro que tuvo que pedir a un tercero que enviara ese mensaje, desde quien sabe qué móvil. Y no llegó a la conclusión de Otabek, si los vigilaba y sabía todos sus pasos, ¿por qué no se encargaba él mismo de averiguar esas cosas? Su cabeza estaba solo preocupada por salir de eso, lo más pronto. La ansiedad le quemaba el pecho, el General sabía de su matrimonio con Viktor, y ya no sabía cómo proceder.

 

Aún algo alterado, se sentó en su escritorio, y digitó el nombre que le fue pedido investigar. En ese momento el idilio matrimonial, se había reducido a angustia, a temor. No tenía idea que podría sacar al saber de esta persona, quizás solo fuera un pseudónimo, un susurro al azar. Efectivamente, al poner su nombre en el buscador, salieron mil nombres de mil personas diferentes. Desde Italia hasta Canadá, tenía referencias a “Aldrieri”. Nada muy relevante de ninguno, la gran mayoría, no pasaban de los 25 años, o al menos eso leía. Era buscar una pequeña paja, en un pajar. Decidió que estaba muy alterado para seguir buscando, no iba a filtrar toda esa información para llegar a algo medianamente relacionado en la hora que tenía libre. Cerró los ojos un segundo y dejó reposar su cabeza en el espaldar de la silla giratoria.

 

—No sabía que te interesara tanto el arte—. La voz que de la nada lo sorprendió y lo sacó de sus pensamientos, no era otra que la de JJ, que se sentó en el puesto junto a Yuuri, con la mirada curiosa. JJ sacó un dulce y se lo ofreció a Yuuri, que lo recibió casi que sin darse cuenta.

 

—Disculpa ¿qué? No te escuché bien.

 

—Que si ahora te interesa el arte. Ahí en tu buscador veo el nombre de Marco Aldrieri…

 

—¿Acaso tú lo conoces? Quiero decir, ¿a alguien que se llame así? —preguntó Yuuri, sin poder ocultar para nada su sorpresa, y sin importarle que si Viktor entraba y lo veía hablando con Leroy, estaría en problemas.

 

—Bueno, no sé si hablemos de la misma persona, de todas maneras, no, no lo conozco, sin embargo…

 

—¡Por favor dime lo que sepas! —interrumpió algo alterado Yuuri a Leroy.

 

—Bueno, es un artista, específicamente de la pintura al óleo. Su vida ha sido algo triste por decirlo de alguna manera, y es muy difícil dar con él, sin embargo…

 

—¿Está vivo? —volvió a interrumpir el ya muy alterado profesor de Historia.

 

—Déjame terminar, Yuuri—, habló sonriente el profesor Leroy —sí, está vivo. Te contaba, ha tenido una vida trágica, su esposa y su hijo murieron, así que por decisión propia, se apartó por completo del mundo. Cambió su nombre y jamás se volvió a saber de él.

 

Yuuri sintió que el pulso se le aceleraba, hasta nublarle la visión. No podía ser tanta la casualidad, no podía ser tanta la suerte. Empezó a sentir también el golpeteo en su pecho, el corazón andaba a todo su fulgor, presa también del pánico. Tenía que hacer la pregunta, tenía que saber todo lo posible de ese Marco Aldrieri, ese del que Leroy le estaba contando. Seguramente no se trataba más que de una enorme coincidencia.

 

—¿Cómo murió su familia?

 

—Verás, su esposa murió de una enfermedad, y su hijo al parecer, se suicidó—. Una amarga hiel bajó por la garganta de Yuuri, que cerró los ojos, intentando disimular el estallido de sentimientos que tenía en ese momento —Después de la muerte de su hijo, el hombre se aisló, encerrándose en una clínica de reposo, por voluntad propia. Yo soy admirador de su trabajo desde que era pequeño, mi padre fue quien me dijo su verdadero nombre, pues según sus palabras, le compró una pintura cuando Aldrieri aún era un muchacho, y comenzaba su camino. Pero las referencias de él son muy escasas, nunca sus pinturas estuvieron a su nombre, si no al de su esposa. Realmente me obsesioné con su trabajo, y solo tenía ese nombre, que ni siquiera sabía si era real, u otro pseudónimo, o si la memoria de mi viejo estaba loca.

 

Después de mucho investigar, y pagar dinero a algunas personas, de un muy bajo mundo, logré dar con él, y mi sorpresa fue enorme al saber que estaba en Rusia, en parte eso motivó mi viaje acá. Recorrí todas las clínicas de reposo de Moscú y San Petersburgo, mis fuentes aseguraban que eran las ciudades en las que podía estar, y fue muy difícil que alguien dijera algo, menos a un extranjero. En una de esas clínicas, alguien se delató de manera tan sencilla, cuando le mostré el nombre en un papel abrió mucho los ojos, y supe que ahí estaba. Al inicio en ese lugar negaron todo conocimiento del señor Aldrieri, pero luego de mucho insistir, un día me esperaban con un papel, en el que estaba un correo electrónico. Desde hace algún tiempo he podido intercambiar palabras con él, y por eso es que sé su triste historia. Cuando me dijo a grandes rasgos lo que le había pasado, parecía liberado y…

 

—JJ, disculpa interrumpirte de nuevo, pero ¿cómo se suicidó su hijo? ¿Cómo se llamaba? —Preguntó Yuuri, con voz apenas audible, y muy agitado.

 

—Bueno Yuuri, lo siento, no sé cómo se llamaba su hijo, y él nunca me ha dicho la forma en que se quitó la vida; pero mis fuentes coinciden en afirmar, que se colgó.  

 

Yuuri dejó de escuchar en el mismo momento en que Leroy narró cómo murió ese muchacho. No había duda, era «ese» Marco, el triste padre del ex – amante de su ahora esposo. Por segundos quiso acomodar todo en su cabeza, quiso saber por qué era tan importante ese desafortunado hombre para el General, y en toda aquella historia.

 

—Yuuri, ¿me escuchas? —De nuevo la voz de Leroy lo interrumpió de sus pensamientos —estás muy raro hoy

 

—Disculpa, ¿me decías?...

 

—Te decía, que si deseas conocerlo, yo tendré una entrevista con él en un par de semanas…

 

—¡TIENES QUE LLEVARME CONTIGO! —dijo Yuuri casi gritando, tomando muy fuerte por la muñeca a Leroy, que se asustó mucho con aquella reacción. Los pocos ahí presentes, también parecieron asustarse.

 

—¡Yuuri estás helado! ¿Quieres que te traiga un café?

 

—¡Llévame a esa entrevista por favor! —volvió a decirle Yuuri, esta vez un poco más bajo.

 

—Sí Yuuri, eso era lo que pretendía decirte, que voy a escribirle al señor Aldrieri, y si él lo autoriza, podrías venir a verlo conmigo, aunque no te niego que tu actitud me deja algo asustado, ¿por qué te interesa este hombre? Es prácticamente un fantasma, yo sé de él solo porque mi padre me dijo alguna vez su nombre, puede que ni sea el mismo que buscas…

 

—Si es el correcto, ese día lo sabrás.

 

Leroy no entendió, sin embargo no preguntaría más, y se comprometió a hacer lo posible por llevarlo a él también. JJ Miró la hora y se alteró un poco, iba algo tarde a dar su clase. Se despidió de prisa y en la puerta, se topó nada más y nada menos que con Viktor Nikiforov, que lo vio con todo el odio que pudo. JJ levantó una mano en señal de despedida, y salió corriendo del lugar.

 

—¿Qué hablabas con ese sujeto? —preguntó Viktor sin filtro alguno, sentándose en el mismo lugar que minutos atrás ocupó Leroy, y aprovechando que había muy poca gente.

 

—No hablaba de nada, la verdad me preguntó cómo me fue en Estados Unidos nada más; y algo sobre un Marco Aldrieri. ¿Lo conoces? —Yuuri lanzaba la pregunta directa y mortal, sin saber qué esperar de la boca de Viktor.

 

—Aldrieri, no, la verdad no me suena para nada, ¿quién es?

 

—Es un pintor, y de eso me hablaba él; solo eso, un pintor. —Sin saber por qué, Yuuri sintió que un enorme peso se le quitaba de encima. Al menos en ese aspecto, porque estaba convencido que ese Aldrieri, era el que buscaba.

 

La conversación cortante, por el lugar en el que estaban, giró en torno a lo sucedido en la cafetería. Era obvio que Viktor no esperaría hasta llegar a casa y hablar del tema, parecía que el profesor de Ballet, ya no tenía miedo a nada. Yuuri dijo exactamente lo que Otabek le indicó, y Viktor se lo creyó, era algo bastante realista. El hombre de cabellos como la luna, relajó un poco la mirada y salió de ahí con un ademán algo distante, ahí ya había regresado a la cordura, ya era otra vez el «xenófobo» de siempre. Yuuri sin embargo, aún divagaba y deliraba, con todo aquello que le estaba sucediendo. No era posible que su tranquilidad cambiara en minutos, y de esa forma tan abrupta. ¿Por qué era que la fortuna no le podía sonreír por completo? ¿Por qué la tragedia sobre la que caminaban siempre, no pudo esperar hasta febrero, donde estarían lo suficientemente lejos como para que ya no importara? ¿Ese tormento no pudo esperar un par de meses?

 

Odiaba que su vida y la de su esposo fuera una muy mala novela de intriga, donde no sabía realmente, quien era el villano, o si es que acaso existía alguno. Ellos debían ser un par de amantes que se conocieron un día, se enamoraron, se casaron y ya, el fin del cuento. Pero desde el mismo momento en que Yuuri había decido enredarse la vida con Sora, sabía que nada con Viktor iba a ir de manera normal. Por mucho que lo pidiera al cielo. Y también entendió que nada es por azar, o casualidad. Jean Jacques Leroy tenía un propósito en su vida, y ese parecía ser el objetivo por el que se lo encontrara en un país tan lejano. Él no estaba puesto en toda aquella historia porque sí. Él también haría su trabajo en el drama.

 

 

 

 

***

 

 

Una semana después, JJ le comunicó a Yuuri que el señor Aldrieri había accedido a que alguien más estuviera en la entrevista. Le dijo el día y la hora en que debía llegar a la clínica de reposo, que ahí estaría esperándolo para que entraran juntos. Yuuri agradeció la ayuda, y Leroy le dijo además que si tenía preguntas, las llevara escritas para no olvidar nada. En ese punto en que JJ estaba convencido que Yuuri y Beka eran amantes, no tenía ninguna otra intensión con Yuuri, pero le gustó sentir que de alguna forma, él lo necesitaba. Tal vez de manera profesional, podrían llegar de nuevo a ser amigos.

 

Y Yuuri Katsuki, claro que iría preparado. Con todos sus atavíos.

 

El día llegó, Leroy estaba muy bien presentado, serguramente sería la única entrevista que tendría con Aldrieri, tenía que dejarle una excelente impresión, y no solo la de un fanático loco, obsesionado con su trabajo. De tener una entrevista exitosa, podría hacer una publicación entera de su investigación y mostrarla para su tesis de grado. Estaba emocionado, la cacería al fin terminaba, no estaba preparado para nada, y tal vez eso era lo mejor.

 

—Hola JJ, ya estoy aquí —Escuchó que le dijeron e hizo un gesto de curiosidad.

 

—Disculpe usted, pero ¿acaso la conozco? ¿Es usted de la Universidad? No recuerdo haberla visto —dijo el confundido muchacho con una sonrisa en los labios.

 

—Soy yo JJ, soy yo.

 

Leroy no entendía nada. Empezaron a abrir el enorme y muy protegido portón de la clínica, y no sabía qué decirle a la señorita, que parecía estarlo confundiendo con alguien más. El portón por fin se abrió por completo, JJ debía excusar a su acompañante que aún no llegaba pero no sabía cómo lidiar con la situación con la chica.

 

—¿Es usted el señor Jean Jacques Leroy? —preguntó un hombre vestido de blanco absoluto, acercándose a prudente distancia de JJ

 

—Sí señor soy yo, pero verá mi amigo…

 

—¿Y es usted Yuuri Katsuki? —Preguntó de nuevo el hombre de blanco, mirando fijamente a la dama. Leroy intentó explicar el error, pero «ella» lo tomó del brazo y lo miró muy fijamente.

 

—Sí señor, yo soy Yuuri Katsuki.

 

Jean abrió mucho los ojos, más de lo que lo había hecho en su vida. Sintió que el planeta entero empezaba a derrumbarse a sus pies, y él desaparecía lentamente. No podía dejar de verla a los ojos y ahí lo encontró, enterrado en kilos de maquillaje, con senos falsos, y con zapatos de tacón, pero ahí estaba Yuuri. Con la boca abierta, y paralizado no pudo responder a nada de lo que le preguntaba el hombre de blanco, así que Yuuri respondía por él. Empujado por el brazo de aquel que fingía, se dejó arrastrar, sin entender nada, con todas las preguntas atoradas en la cabeza, olvidando por completo el objetivo que lo tenía ese día, en ese lugar. Solo un atisbo de sensatez llegó a su conciencia, y creyó que tal vez, solo tal vez, Yuuri hacía semejante barbaridad, porque necesitaba ocultarse, de algo, de alguien. Se dejó llevar apenas pudiendo coordinar un paso con otro, hasta que entró en un salón, tan blanco como el traje de ese hombre que era parte, de ese mundo de locura.

 

 

 

**********

 

 

 

Con amor: Yukino.

 

(*) Fragmento de la canción Nine Crimes de Damien Rice

 

 

Nota de la autora: Mis queridos lectores, a los que aún les pudiera interesar esta historia, muchas gracias por su espera, por sus mensajes, por sus votos, por su pregunta ante cuando iba a de nuevo a actualizar. La situación actual, ha sido particularmente demandante para mí, pues cambió mi rutina totalmente, y la escritura debió quedarse guardada un tiempo para atender la vida real, a la que todos estamos atados. Jamás dejé la historia, menos ahora que está por terminar. Espero poder actualizar al menos cada 15 días, para que este año, de conclusión a esta linda mujer. Ya lo saben, desde el fondo de mi corazón, gracias.

 

Yukino.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).