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La mujer más linda del mundo. por Yukino

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Notas del capitulo:

El siguiente capítulo tiene alto contenido de relaciones sexuales hombre con hombre. Si no es de tu agrado, por favor pasa por alto esa parte. Muchas gracias. 

 

Wattpad: Enlace a historia 

Agradezco su apoyo con lecturas y votos si es de su agrado este fic. :) 

 

Yukino. 

LA MUJER MÁS LINDA DEL MUNDO

 

Fanfic por Yukino

 

Viktor x Yuuri

 

Capítulo 7.

 

 "Es el tipo de lugar equivocado, para estar pensando en ti..."(*)

 

 

 

El pleito había sido complicado. Yuuri estaba en extremo furioso y celoso, hizo el reclamo pero sólo se vinieron insultos mal intencionados de parte de Viktor, dichos en el calor de la discusión que hicieron rodar algunas lágrimas. ¿Novios? Esa estupidez debería acabar.

 

—El reclamo que me estás haciendo es una ridiculez. ¿Cuántos años crees que tengo como para que vengas a hablarme de esa manera? Pareces una niña histérica.

 

—Es decir, que te importa una mierda exhibirte con tanto cariño con tus "amigos" en mi cara. Tú aceptaste esta relación, con mis condiciones. ¡Que no podamos mostrarla al mundo no quiere decir que me irrespetes de esa forma! —Yuuri subió la voz demasiado. Estaban en el salón de Ballet de Viktor, pero aún rondaban algunas personas en esa torre. Viktor se molestó mucho, no parecía querer ceder un centímetro y necesariamente quería tener la razón.

 

—Yuuri Katsuki... No soy nada tuyo. ¡Nunca seré nada tuyo! ¡Sólo seguí esta farsa para ver en qué momento abrías las piernas! —Yuuri sintió cómo el pecho se le destazaba en pedazos. Agachó la cabeza y se estuvo un rato ahí, mirando al piso sin saber qué responder o qué hacer. Sin levantar la mirada, tomó su morral y salió de allí, sin ser detenido. Viktor tampoco movió un músculo. Había sido un maldito y lo sabía, no era necesario haberle dicho eso, que claro era mentira. Sólo minutos después y sin saber qué hacer, con furia dejó reposar un puño en la pared.

 

 

 

 

 

Todo había comenzado por la inesperada visita de un director de baile francés, muy popular en el medio y conocido de Viktor Nikiforov, que buscaba talentos para la próxima temporada de Ballet en París. Iba a tener una sección de aprendices y decidió viajar a Rusia, específicamente a la Universidad donde Viktor enseñaba para intentar obtener los bailarines que necesitaba. Causó mucho revuelo su visita, fue recibido incluso por el rector y la mesa directiva quienes pusieron a su disposición todo lo que necesitara.

 

Se arregló un auditorio para que los chicos y chicas mostraran lo aprendido al visitante. Algunos curiosos entraron a observar, entre ellos Yuuri, quien  fue porque tenía tiempo libre antes de dictar su próxima clase y porque claro el tema también era de su interés. Se sentó más arriba pero desde ahí alcanzaba a observar a Viktor sentado junto al hombre. Nada inusual parecía suceder, los muchachos hicieron sus hermosas presentaciones y los aplausos no se hicieron esperar. Yuuri cada vez que terminaban de bailar los chicos, miraba a Viktor para intentar adivinar su expresión que seguramente sería de orgullo, sus alumnos lo habían hecho fabuloso. Pero fue en uno de esos momentos en que la luz se encendía que vio, cómo la mano del hombre visitante se deslizaba por la nuca de Viktor y subía hasta acariciarle el cabello. Yuuri abrió mucho los ojos, se levantó de golpe asustando a quienes estaban a su lado, así que tuvo que volver a sentarse para no incomodar.

 

Empezaron a salir las damas a bailar, otra presentación fabulosa, que Yuuri se perdió por completo, por estar mirando a ese par. Viktor parecía que no sentía nada, pero era claro que ese hombre lo estaba toqueteando. Por fin cuando todo acabó, se levantó y salió de allí lo más rápido posible para intentar auto convencerse que era sólo su celosa y paranoica imaginación. Fue luego de un rato de auto convicción, directo a la cafetería a tomar algo que le refrescara y en una mesa estaban ese par, muy amigables. No era indiferente para nadie la manera afectuosa con que el hombre le tocaba y menos aún la sonrisa de par en par que Viktor le regalaba. Hablaban en francés, y reían a carcajadas. Chris llegó como un ángel para Yuuri, pues interrumpió un poco el ambiente casi que romántico que se respiraba. Pero Yuuri estaba histérico.

 

— ¿Viste lo que todos? Viktor Nikiforov tan afectuoso con un hombre... dicen que los franceses son muy emotivos, pero eso ya es pasarse... —Beka que llegó como un rayo junto a Yuuri, era quien le hablaba. Miró a Yuuri y lo vio tan afectado que le pidió que se sentaran un poco y tomara un té, que él mismo le traería. Por fin Viktor se levantó un tanto de la mesa para acomodarse mejor en la silla, y le dio un vistazo rápido al profesor de Historia y supo que sí se había dado cuenta de todo aquello. Beka llegó y se dio cuenta que Viktor miraba a Yuuri mientras se sentaba de nuevo.

 

El espectáculo siguió. Chris intentaba interponerse en ese manoseo a rostro y cabello, pero parecía que el francés no tenía vergüenza. Por fin entonces algo dijo Chris y el francés pareció tomarlo en serio y se detuvo. Viktor igual sonrió como si disfrutara de aquello más que de cualquiera cosa. Beka miraba también la escena y sentía mucha pena por Yuuri, pues sabía que eso le afectaba, más cuando creía que a él lo rechazaba de manera infame. Aún el buen amigo caído del cielo, ignoraba ese noviazgo secreto de ellos. De haberlo sabido seguramente él también hubiese intervenido como Chris, para que su Yuuri no saliera lastimado.

 

—La única vez que pude hablar de esa forma en público con él, fue cuando estaba con ella. Se veía tranquilo, sin pena alguna a ser observado. Ella tiene lo que yo no voy a tener nunca —Yuuri apoyó un codo en la mesa y con su mano sostuvo su frente. Ese día hacía mucho calor y él vestía de colores claros, cosa que lo hacía ver muy atractivo. Beka no entendió muy bien lo que quiso decir, pero le tomó por un hombro, en señal de apoyo. Él le había prometido que jamás se vestiría de Sora otra vez... pero sabía que situaciones como esa, podrían llevarlo a flaquear. Viktor miró de reojo a la mesa donde estaba su novio, que aunque alejada se divisaba muy bien y no le gustó que Beka estuviera tan cerca. Pero creía saber que el motivo era por su imprudente visitante.

 

Viktor la verdad estaba acatando las órdenes del rector, de tratar a ese hombre como un Rey. De ser escogido alguno de los muchachos, el estado le daría más estatus a la Universidad, a pesar de ya tener mucho, y las entradas económicas aumentarían. Viktor recordaba que ese hombre era de manos muy largas, pero aguantaría lo más posible, con tal de ayudar a la Universidad. No esperaba en ningún momento que Yuuri los viera, pero así era como la desgraciada casualidad actuaba.

 

El timbre sonó escandaloso, era la hora ya de ir a dictar clases. Yuuri se levantó de prisa y corrió por la cafetería, muy cerca de la mesa de Viktor y el invitado. Viktor también tuvo que irse, ahora quien se encargaría del visitante sería la profesora de Ballet.

 

Iba también muy de prisa y se topó a Yuuri en las escaleras que iba subiendo. Lo tomó por una muñeca, quería explicarle de que se trataba todo eso, pero Yuuri quien apenas si había virado a ver, se soltó de manera violenta, casi haciendo tropezar a Viktor. Ya no supo el hombre de ojos de océano qué hacer.

 

—Te espero en mi estudio esta noche... —No pudo decir nada más, y ni siquiera estaba seguro que su novio hubiera escuchado, por que siguió corriendo.

 

 

 

 

 

Y ese había sido el motivo de la pelea. Yuuri llegó al estudio de Ballet y Viktor fue quien empezó a recriminarle por su actitud. Yuuri estaba sorprendido que tuviera esa ofensiva, cuando él era quien debía hacer los reclamos. Llegaron las palabras fuertes, los insultos a la relación de juguete que estaban llevando y finalmente, el cierre que Viktor le dio al asunto.

 

Se sentó en el piso brillante de su estudio a de nuevo, analizar la situación con Yuuri. Todos los días lo llevaba clavado en la mente como una tarea diaria que había que hacer. El noviazgo no había pasado de besos y claro que quería sexo, pero no lo quería por diversión, quería que cuando el momento llegara tocar cada centímetro del cuerpo de ese hombre de cabellos negros que lo volvía loco. Pero ¿y luego qué?, no parecía que estaba tan desacertado lo que le dijo, cuando abriera las piernas, todo terminaría y quizás por eso Yuuri no había insistido en eso, a pesar que los besos habían subido a un tono tan candente que los obligaba casi siempre a masturbarse mutuamente. Pero había que llegar a más en algún momento. Pero no así, no como vulgares que se conocían en un bar y se pagaban un cuarto. Tenía que ser especial, tenía que ser único con él. Algún día cuando fingiera que era feliz en una familia, tendría que recordar que estuvo con ese cuerpo con olor tan divino y darse motivos para sonreír. Después de todo Sora tenía razón, sólo quería el bonito portarretratos familiar sobre su chimenea.

 

Empezó a llamarlo a su móvil pero como era obvio no le respondía. Ni llamadas ni mensajes. Tenía que dejar claras las cosas esa noche y disculparse, así que fue al salón de profesores para intentar hallar algo que le dijera dónde vivía y de ser el caso ir hasta su departamento. Buscó mucho en el escritorio del profesor de Historia pero no veía nada que pudiera ayudarlo. Pensó entonces que el profesor Altin podría tener algo en su escritorio y se dirigió a éste.

 

— ¿Pero qué diablos estás haciendo en el escritorio de Otabek? —La voz no era otra que la de Yuuri, quien para su fortuna aún no se iba. Viktor viró lentamente y lo vio fijo. Yuuri aún tenía esa expresión de nostalgia con la que había salido del estudio.

 

—Quería hablar contigo —respondió en voz muy baja Viktor, sentándose en la mesa del escritorio.

 

—Eso parece, pero debió darte un indicio que yo no, porque no quise contestarte —Viktor hizo una mueca de disgusto, entonces sí había visto sus llamadas. —Pero tú tienes razón... Es claro que esta relación tenía que ser de amantes y yo la llevé por lo ridículo, cuando quise un noviazgo. Pensaba como si tuviera quince años. Lo siento, ni tú ni yo somos vírgenes como para venirnos con tonterías. Pero quiero que sepas, que tú me gustas mucho. De verdad Viktor. Y te propongo que hagamos el amor esta misma noche y terminemos con este noviazgo de mentiras. El contacto completo con tu cuerpo desnudo... será lo mejor que tenga para recordarte el resto de mi vida.

 

Viktor no se movió mientras escuchaba lo que Yuuri le decía. Le parecía increíble que pensara lo mismo, que al fin y al cabo ellos serían sólo recuerdos en la mente del otro. Y lo odió. Eran ya adultos que se valían por sí mismos y aún así, estaban en medio de un odioso drama innecesario. Pero Viktor no podía cambiar su parecer de un momento a otro, estar con otro hombre en la sociedad no era lo aceptado. Y las consecuencias podrían ser terribles. Todo su pasado entonces, le llegó como un balde de agua fría. Pero Yuuri esperaba una respuesta.

 

—Yuuri yo te deseo. He luchado conmigo mismo para no imaginarte desnudo, lamiendo cada espacio de tu piel, arañando tus muslos y viéndote moverte sobre mí. —Yuuri abrió mucho los ojos, no creía que Viktor le soñara así. —Desde ese beso que nos dimos la primera vez... no he dejado de desearte. Y quise hacerte mío en ese mismo momento, pero no podía permitir que fuera sólo por una calentura. Hagámoslo. Me muero por estar contigo, pero no hablemos del futuro, ya veremos cómo nos las arreglamos.

 

Yuuri le sonrió ampliamente y se acercó sigiloso a Viktor, para luego robarle un beso. Le dijo que a las afueras de la ciudad había un hotel muy discreto, a lo que Viktor reaccionó confrontándolo que cómo era que sabía eso. Ya venía otra pelea encima, era claro que Yuuri había ido ahí con algún amante según Viktor y Yuuri empezaba a molestarse y a recordar los sucesos de ese día. Intentando calmarse, Viktor fue hasta la ventana, no podía romper el poco ambiente romántico que aún quedaba.

 

— ¿Querrías esperarme una media hora acá en la sala de maestros?, por favor.

 

Yuuri aceptó con la cabeza y Viktor salió disparado del lugar. Igual si le hubiera dicho que le esperara un día, lo haría. El joven profesor sintió una necesidad interna de ser sincero con Viktor y contarle lo de Sora, pero temía dónde podría terminar todo aquello. Se debatió también esa media hora en si debía, una vez terminara con Viktor, seguir con ella... la obsesión por ese hombre parecía no tener límites.

 

Sintió que su móvil vibró, era Viktor que le pedía que fuera al estudio de Ballet femenino, sitio que él conocía muy bien. Fue muy rápido y así como él le pidió cerró con seguro la primera puerta que daba a la escalera. Luego un poco tímido abrió las puertas del salón y sus ojos no daban crédito al escenario tan hermoso que Viktor había hecho en tan poco tiempo. En un círculo enorme de velas, estaba un lecho de sábanas blancas y pétalos de rosa. Viktor estaba recostado en una de las barandas sin camisa ni zapatos, viendo la reacción de quien ya dentro de poco se convertiría en su amante. Yuuri se creía en medio de un cuento. Era todo tan hermoso, y tan pensado en que él la pasara bien que se conmovió tremendamente.

 

—Un sitio que tenemos en común... y que nos unió. Yo hubiera querido que fuera en mi estudio, pero los guardias nos hubieran descubierto en segundos. Y acá vamos a gritar sin que nadie más que nosotros, nos escuche.

 

Viktor se acercó casi que danzando sobre sus pies desnudos, lo tomó por una mano y le condujo hasta el lecho, que parecía muy cómodo la verdad, a pesar de estar en el piso. Yuuri se dejó llevar de esa mirada llena de fuego que le empezaba a envolver. Viktor dejó que se acomodara y le empezó a quitar los zapatos y las calcetas, para luego besar sus pies. Yuuri suspiró un tanto, pero su pie travieso lo acomodó directo en la entrepierna del profesor de Ballet, haciendo que éste se relamiera los labios. Con rapidez Viktor se agachó hasta topar su nariz con el sexo ya excitado de Yuuri y le regaló un mordisco que hizo gemir con abrumador deseo al de cabellos negros.

 

—Viktor... —Suspiró a penas respirando y tomándolo por el cabello mientras era lamido por encima del pantanlón, justo en su miembro.

 

—Así quiero que gimas toda la noche. Quiero que en cada suspiro sea mi nombre el que pronuncies... Yuuri... —el profesor de Historia le miró sonrojado y abrió las piernas de manera casi obscena para que Viktor no se detuviera. Pero el de cabellos cenizos mandó con fuerza su mano a la hebilla del cinturón y se lo quitó de un jalón. Luego con deseo puro, metió su mano por debajo para poder acariciar la piel de su pene. Yuuri se contorsionaba ante cada caricia, ante cada movimiento que hacía que su miembro creciera. Viktor instintivamente movía las caderas, queriendo ya estar dentro de su hombre. Pero debía ser paciente, ese momento tenía que ser para recordar cada segundo.

 

Viktor se retiró un poco para empezar a quitarse el pantalón, pero Yuuri se incorporó, quería hacerlo él. Sus manos con suavidad empezaron a deslizarse por el pecho perfecto de Viktor, quien lo miraba mordiéndose los labios. Yuuri sentía que estaba acariciando la seda más fina, el terciopelo más costoso. Con sus manos, le abrió el broche del pantalón  y despacio lo bajó hasta la rodilla. Y lo vio. Ese miembro ya muy erecto, ansioso por poseerlo, por hacerle pedazos el interior del cuerpo y del alma.

 

—Está así, sólo por ti... —Yuuri subió la mirada y le sonrió. Con hambre abrió la boca y se lo metió tanto como pudo, Viktor se estremeció y tomó a Yuuri por la cabeza casi tambaleando. Yuuri succionaba con fuerza y Viktor gemía de igual manera. Sintió que ya no podía estar de pie, así que se acostó en el lecho, el de cabellos negros le terminó de quitar el pantalón y la ropa interior y quedó ahí, desnudo, el cuerpo blanco como esculpido en nieve que estaba deseoso por poseerlo. Yuuri lo miró excitado y de nuevo se dedicó a su labor. Viktor emocionado le tomó muy fuerte por el cabello haciéndole llevar el ritmo, pero recordó que no era así como deseaba acabar.

 

—Ven acá niño del Japón, quiero sentirte entero —hizo que Yuuri se levantara y le abrió la camisa de un jalón. Yuuri echó su cabeza hacia atrás, y gimió el nombre de su amante, cuando éste llevó la lengua caliente a sus pezones. Yuuri le tomó muy fuerte por el cabello, Viktor lo resintió un poco, pero no podía quejarse cuando él mismo había hecho lo mismo momentos atrás. Yuuri sintió que la lengua subía por su pecho y garganta hasta que llegó a su boca. Ahí se dio, el beso. El delicioso beso que los conectaba en ese momento. Ese que alejaba los miedos y traía paz, traía deseo, un deseo que ambos habían perdido en algún lugar del camino, en la desesperanza. Sus corazones en circunstancias tan diferentes que habían sido lastimados, ahora parecía que encontraban el regocijo mientras aquellas pieles se mezclaban.

 

Viktor le terminó de quitar la ropa a Yuuri casi que de un sólo movimiento. Yuuri se puso en cuatro, era la posición adecuada, la habitual, la única que conocía por que los amores furtivos que tuvo nunca quisieron verlo a los ojos mientras le penetraban. Pero Viktor no era uno de tantos. Lo acostó con delicadeza y le levantó una pierna sabiendo lo flexible que era Yuuri, quien estaba sorprendido con el gesto.

 

—No vas a dejar de mirarme un segundo mientras entro en tu cuerpo. Ni siquiera lo intentes. Y ya sabes que quiero que grites mi nombre... quiero de tus labios mi nombre...

 

Yuuri levantó un poco las caderas en un instintivo movimiento, provocando a Viktor. Sintió que algo rozaba su entrada, era el momento, ese que por un año había anhelado detrás de la mirilla de la puerta del estudio de Ballet. Ese que había soñado aún con la indiferencia absoluta de Viktor; ese momento en que aunque fuera fingiendo, serían uno. Yuuri miró a los ojos de su amante que también le observaba. Y se dio. El de cabellos oscuros le tomó con muchísima fuerza por los hombros, estaba doliendo horrores. El pene de Viktor era más grande de lo que hubiera podido imaginar, y gimió el nombre de ese que lo volvía loco, de nuevo.

 

— ¡Viktor! — gritó sabiendo que había entrado por completo. Viktor dejó salir también un gemido casi en la oreja de Yuuri, parecía que era muy estrecho.

 

— ¡Yuuri... es tan, tan caliente...! —Viktor empezó a respirar muy agitado, sentir lo que sentía era la gloria. Empujó un poco y otro grito salió de su amante. Pero no pudo detenerse. Le fue imposible dejar de embestir dentro de ese hombre que le destrozaba la espalda con las uñas y que gemía una y otra vez su nombre. El hombre de ojos azules perfectos estaba totalmente ebrio de deseo y empezó a moverse más rápido y con más brusquedad. Yuuri ya no sabía de qué agarrarse para soportar un poco más la embestida salvaje que estaba recibiendo, y un gemido ronco le salió desde el pecho, él mismo ya había terminado, pero parecía que a Viktor aún le faltaba tiempo.

 

—No permitiré... que nadie jamás... te toque... nadie que no sea yo... —y terminando de decir eso apenas respirando, empujó con tanta fuerza que hizo gritar a Yuuri de dolor. Al parecer no estaba consciente de lo que hacía y mucho menos de lo que decía. Yuuri se arqueó tomando con fuerza la almohada y Viktor por fin en un último movimiento, echando la cabeza hacia atrás, dejaba todo su ser dentro de Yuuri. Por fin sus cuerpos habían estado uno dentro del otro, por fin, parecía que eran uno mismo. Ahora dependía de ambos, el hasta cuándo.

 

 

 

 

 

 

 

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Con amor: Yukino. 

 

(*) Fragmento de la canción Nine Crimes de Damien Rice. 

 

 

 

 


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