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La mujer más linda del mundo. por Yukino

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Notas del capitulo:

Capítulo 8 Wattpad

LA MUJER MÁS LINDA DEL MUNDO

Fanfic por Yukino

Viktor x Yuuri

Capítulo 8.

 

«Es el tipo de lugar equivocado, para estar pensando en ti…» (*)

 

 

Lo que parecía ser el ruido de un auto muy a lo lejos, lo despertó. Abrió los ojos y lo primero que vio fue el cabello negro y ahora alborotado de su amante, se vio a sí mismo abrazándolo con mucha fuerza, mientras el otro dormía profundamente. Acercó un poco más su nariz a su hombre, y de nuevo ese olor maravilloso heredado de la tierra del Sol Naciente, le embargó por completo los sentidos.

Estaban apenas cubiertos por una sábana, y sólo en la parte del abdomen. Viktor se incorporó lentamente, y cubrió un poco más a Yuuri, a pesar que en ese lugar no hacía frío, no deseaba que estuviera expuesto. Se levantó por completo y sintió dolor por todo el cuerpo, era lógico, la jornada de amor había estado muy intensa. Se dio cuenta que aún estaba salpicado de muchos fluidos que limpió rápidamente con una de las toallas del salón. Vio a su alrededor y sabía que tenía que ordenar el sitio rápidamente y deshacerse de todo lo que había tomado «prestado» del salón de artes escénicas; sábanas, velas, porta velas. El ambiente romántico fue patrocinado por los futuros actores teatrales de Rusia. Mientas limpiaba sus piernas, sonrió mirando a Yuuri, que estaba tan profundo, tan sonrojado, tan tremendamente exquisito. Tenerlo entre sus brazos lo había sentido como la explosión del cielo en miles de estrellas cayendo a su alrededor, calientes y mortales, pero a las cuales no les tenía miedo. Estaba sorprendido consigo mismo, no imaginaba que lo deseaba tanto.

 

Con agilidad metió todo en bolsas negras las cuales tiraría a la basura de su edificio. Llegó entonces el momento en que tenía que despertar a Yuuri para salir de ahí. Se acercó ya vestido, y lo empezó a mover con delicadeza por un hombro para que despertara. Era preciso también tirar sábanas y almohadas, las colchonetas eran del salón de Ballet así que no había problema.

— ¿Qué hora es? —Preguntó Yuuri tanteando intentando ubicar sus lentes

—Son las 3:45 de la mañana. Creo que nos hemos pasado —dijo Viktor con una sonrisa algo pícara en su rostro. Yuuri en cambio cuando escuchó la hora se sentó de golpe y un grito salió de su boca, cosa que asustó a Viktor. Yuuri volvió a acostarse de medio lado llevando su mano derecha a su espalda baja. Viktor comprendió el motivo de su dolor y le ayudó lentamente a sentarse, pero esta vez un poco más prudente.

—Lo siento, estoy haciendo un espectáculo de mí mismo —dijo Yuuri sonriendo un poco. —Ahora me vestiré.

—Lo siento mucho, pero debemos salir de aquí lo más pronto posible —Viktor vio cómo al incorporarse Yuuri,  también por las piernas de éste corría algo de líquido. Tomó la toalla y empezó a limpiarlo, él ahí de rodillas. Yuuri se sonrojó, y Viktor por cada espacio que limpiaba, le regalaba un beso. Por supuesto Yuuri empezaba a excitarse, más cuando una de esas manos llegó directo a lo más profundo de su trasero. Ahí tuvo que parar a su amante, lo primordial era salir de ahí. Ya tendrían mil oportunidades más de hacer el amor.

 

Como pudo Yuuri se vistió y arregló un poco. Limpiaron lo mejor que pudieron el lugar y salieron de ahí. Viktor llevaba las bolsas gigantes y Yuuri le sugirió que las tirara en uno de los contenedores de la Universidad, que los camiones de basura pasaban muy temprano así que no había peligro. Viktor más cansado que otra cosa, hizo caso y los tiró en los contenedores con más basura acumulada, no sin antes asegurarse que las bolsas estuvieran bien cerradas. Yuuri apenas si podía caminar, el dolor en sus caderas era insoportable, sabía que debía llegar a su casa y tomar un analgésico.  Al pasar por la puerta principal, un guardia algo sorprendido les preguntó si se iban o llegaban.

—Hemos estado trabajando hasta muy tarde, debemos ir a nuestras casas a alistarnos —respondió Yuuri muy alegre —Nos veremos más tarde—. Levantó una mano para despedirse, pero el dolor lo hizo tropezar, afortunadamente Viktor lo tomó y le ayudó a sostenerse. El amable guardia se acercó y le ayudó también y les sugirió no trabajar hasta tan tarde, que eso podría afectarles tremendamente en la salud. El hombre por supuesto hablaba desde toda su ignorancia en el romance de ese par, pues no era para nada extraño que los maestros se quedaran ahí hasta muy tarde, arreglando o preparando asuntos de sus respectivas clases. Las cosas empeoraban en exámenes finales, pues no sólo eran profesores sino también alumnos los que ahí amanecían.

 

Viktor y Yuuri salieron de ahí, cada uno en taxis diferentes. No se dijeron mucho, sólo un «hasta más tarde» les adornó los labios. Pero el tema tendría que hablarse y definir las pautas a seguir. Todo para Viktor debía estar como en el perfecto esquema y programa de una clase.

 

Yuuri quien vivía muy cerca estaba por explotar de dicha. A pesar del horroroso dolor que llevaba encima, podía sentir los dedos de Viktor aún recorriéndole todo el cuerpo y entrando intrusos en su trasero. Aún tenía la sensación de la lengua caliente que no le dejó un centímetro de su cuerpo sin recorrer, literalmente Viktor le había lamido hasta el cabello. Aún podía sentir esos dientes en sus propios pezones, queriendo seguramente arrancárselos y tragárselos. Y sonrió. Se quitaba la ropa para entrar a la ducha y sonrió mientras se tocaba el pecho, sabiendo que el primer paso a algo serio estaba dado. Había hecho el amor con Viktor Nikiforov, y era hacer el amor, porque se sintió así, amado. No fue sexo casual, fue amor. O al menos eso quería creer.

 

Había de todas formas, algo que lo tenía inquieto. Mientras el agua le recorría el cuerpo, recordó lo insistente que había sido Viktor, además de violento, mientras le decía una y otra vez que sólo podría ser de él. Que nadie más le tocaría nunca, que no permitiría que jamás nadie más lo tomara.

—Se escuchó muy lindo, pero no creo que sea cierto. —Se dijo para sí mismo Yuuri tomando la toalla para secarse. Ya empezaba a asomarse el sol, supo que apenas tendría tiempo para alistar sus cosas de la clase y salir de ahí de nuevo a la Universidad. Se miró al espejo para lavarse los dientes y abrió la boca tamaño universo: Tenía marcas de chupones por todo el pecho, y parte del cuello. Igual había en sus brazos y piernas. No se había dado cuenta de lo excitado que estaba, de cada una de las «firmas» que Viktor había dejado en su cuerpo. Sonrió un poco y siguió en su labor.

 

Viktor al contrario de Yuuri llegó directo a la cama a dormir la hora y media quizás que le quedaba de sueño. Puso la alarma de su celular, pero estaba muy cansado y lo hizo mal. Cuando abrió los ojos de nuevo, ya era la hora de estar saliendo al campus para su primera clase. Se levantó asustado, no tenía tiempo para una ducha o para siquiera comer algo. Se cambió rápido de ropa, pero sintió un malestar cuando la camisa se le deslizó por la espalda. Se miró a un espejo y vio también las marcas que Yuuri había dejado en su cuerpo. Y también sonrió. Esas uñas que le habían dejado hecho un mapa, le recordaban el estar sobre Yuuri y el haberle penetrado tan profundo. Sólo en ese instante tuvo en su pene la sensación del interior caliente de ese hombre, y las ganas de no haber salido nunca de él. Recordó lo mucho que había embestido en su interior, mientras Yuuri le arañaba tal vez intentando mitigar el dolor. Recordó cuando la saliva se le deslizaba por las comisuras de la boca pidiéndole más, suplicándole que lo hiciera con más fuerza, que lo destrozara por dentro. No habían bebido una sola copa y estaban ebrios de amor, a más no poder. Empezó a excitarse, así que se acabó de vestir lo más rápido que pudo. Esa noche tal vez tuviera otra oportunidad con su novio, de tomarlo de nuevo.

 

El día pasó sin mayores contratiempos. Nada fuera de lo común. El odioso visitante francés estaba de tour en otra universidad, pero ya había dejado dicho que esa semana volvería para definir a los prospectos. La hora del almuerzo llegó como siempre, taciturna y sin sorpresas. Chris se había encontrado de casualidad a Yuuri, le saludó pero notó que caminaba muy despacio. Le preguntó si se sentía bien y Yuuri inventando una mentira, le dijo que se había caído en la ducha. Chris le acompañó  hasta la cafetería, caminando tan despacio como él. Por el cuello de su camisa, notó un morado, y creyó que había sido producto del golpe. Otabek llegó junto a Yuuri, saludó muy educado a Chris y juntos entraron a la cafetería. Sin embargo Chris les dijo que esperaría a Viktor para comprar su almuerzo.

 

Beka se burló mucho del supuesto accidente de Yuuri. Compraron el almuerzo y comieron a gusto, Yuuri se lo devoró en segundos, al parecer tenía mucha hambre. Esa actitud sorprendió mucho a su amigo, pues él sólo comía de esa forma cuando se sentía ansioso. Pero esta vez no veía esa cara llena de angustia, si no una expresión total de relajación y gusto. Y se sintió por un momento feliz por Yuuri.

Chris vio llegar a Viktor con cara de mala noche y refunfuñando de hambre. Hicieron con paciencia la fila que en ese momento estaba algo larga. Chris se inclinó un poco para tomar la fruta y pasó muy cerca del cabello de Viktor. Y por segundos se quedó como paralizado. Se acercó como pudo lo suficiente para oler de nuevo sus cabellos y luego dirigió su vista a la mesa donde estaba Yuuri. Viktor que estaba frente a él en la fila no parecía darse cuenta de nada. Ya en el momento de pagar, cada uno pasó su tarjeta y mientras esperaban que les fuera devuelta, Chris se acercó al oído de Viktor, cosa que pareció incomodarlo.

— ¿Hace cuanto te acuestas con el profesor Katsuki, Viktor?

 

Y Viktor viró a ver a Chris, con el rostro ardiendo y la expresión de culpa. Chris en cambio le veía molesto, decepcionado. Viktor empezó a caminar con su bandeja a la mesa más cercana ignorando por completo que la cajera le llamaba para entregarle su tarjeta. Chris tomó las de ambos y se sentó de frente a él en la minúscula mesa. Viktor aún no parecía reaccionar. Pero se atrevió a hablar.

— ¿Qué diablos dices? Cómo puedes pensar una cosa así…

—Por favor Nikiforov, dame algo de crédito. Llevas el olor de ese hombre de cabeza a pies. Y no creo que sólo con un saludo te hubieras impregnado de su aroma de esa manera—.  Viktor cerró muy fuerte los ojos, recordando que no se había tomado una ducha y que Chris lo conocía como la palma de su mano. Encogió los hombros y agachó su cabeza como un niño regañado. En ese momento ya no sabía que decir, pues todo parecería una estúpida excusa. —Eres un maldito hipócrita. Un falso. Todo este tiempo lograste engañar a todo el mundo que querías a una mujer a tu lado y peor aún, que odiabas a Yuuri Katsuki. Pero mírate, resultaste todo un maricón…

—Chris por favor… —Dijo Viktor muy bajo esperando que se detuviera

—Me engañaste y eso es lo que más me molesta y me duele. Si te gustaba ¿porqué no me lo dijiste? En lugar de eso, te empeñaste en intentar demostrar tu hombría y machismo buscando una mujer que nunca iba a ser él —Chris no imaginaba la ironía en el asunto, menos Viktor — entonces los rumores de cuando eras más joven, son ciertos ¿no? Maldito idiota, te odio tanto en este momento. ¿Y qué pretendes hacer con el profesor Katsuki? ¿Casarte con él? Quisiera ver la cara del General cuando vea la orgullosa pareja de su hijo, la que lo llenará de nietos…

— ¡Basta por favor ya basta! —Dijo Viktor intentando subir la voz para detener a Chris. Apoyó los codos en la mesa y llevó las manos a su rostro —Por favor, no es algo que yo haya planeado; de verdad lo quise alejar, pero no fue posible, y te suplico que no menciones a ese hombre en este momento.

—Dime ¿al menos te protegiste?  ¿Sabes con cuantos otros ha estado el profesor Katsuki? —Viktor hizo un rostro que respondía la pregunta, por supuesto que no se había protegido, los condones estuvieron fuera de toda caricia la noche anterior. Y no tenía idea de cuántos otros habían estado con Yuuri, el sólo pensarlo lo llenaba de rabia y celos. —Vaya, entonces anoche, porque seguro fue anoche, todo fue un bonito cuento de hadas gay, donde sólo importaban los sentimientos y el deseo y bla, bla, bla.

 

Chris vio  como temblaba Viktor, lleno de angustia y terror. Lo tomó por una mano y le pidió que levantara la vista y mirara a Yuuri. Viktor no entendió la petición pero lo hizo. En la otra mesa algo alejada Viktor sudando frío miró a Yuuri quien estaba entretenido con su amigo Otabek. Pero su mirada se relajó de repente. No parecía que hubiera miedo alguno. Chris se dio cuenta que el imbécil de su amigo se había enamorado.

—Es ahora, en este momento Viktor Nikiforov, que me dirás exactamente lo que sucedió hace seis años, lo que hizo que te retiraras del patinaje y desaparecieras. Y si yo creo que algo de ese pasado va a lastimar a Yuuri Katsuki, haré que lo expulsen de la Universidad, para que no vuelvas a verlo nunca.

 

Viktor miró fijo a Chris, quien esperaba de su boca una respuesta. La sola idea que Yuuri saliera lastimado de todo aquello lo empezó a perturbar. La sola idea que el General se enterara lo estaba matando. Y no volverlo a ver, sería su muerte. El futuro ahora era una difusa capa de polvo que encontraba su primer muro en los enormes y furiosos ojos verdes de Chris.

 

 

 

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Con amor: Yukino.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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