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Incluso si el mundo se acaba, seguiré contigo por KuroAshi_ZxS

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Notas del capitulo:

¡Hola a todos! Un gusto volver a verlos, como siempre. He notado que este fic ha tenido bastantes visitas, por lo que me siento muy contenta. Por ello, logré traer la continuación un poco antes de lo planeado, con el reencuentro que me pidieron en los review.

Como había mencionado, desde este capítulo cada uno tendrá más palabras, excepto en ciertos casos. Espero les guste, y si prestan atención, quizás encuentren los dos detalles que agregué jaja

Este cap va dedicado a una buena amiga, a quién quiero mucho, y espero se recupere pronto.

Agradecimientos especiales a: alexayaoi23 y Lunaz ¡Muchas gracias por comentar!

Los Vengadores, los Guardianes de la Galaxia y el resto de los personajes pertenecen a Marvel. Disculpen las posibles faltar ortográficas.

“Debes venir a la Tierra, Tony, cuanto antes” la voz del doctor sonaba sorpresivamente seria, pero antes que pudiera hacer alguna pregunta, interrogarle por el resto, volvió a hablar “Espera, iré donde se encuentran los chicos. La princesa Shuri y Rocket deben ser capaces de ayudarles con las coordenadas” casi podía sentir la sonrisa en la voz de Bruce, una leve mueca teñida por un brillo maniaco “el mayor genio y millonario de la Tierra viene de regreso. Una buena noticia en medio de esta tempestad”

Bruce tiene razón, pensó Tony, con una sonrisa igualmente salvaje decorando su maltrecho rostro. Se había encontrado perdido en el espacio, pero ahora, finalmente había tenía un camino hacia su hogar. Hacia los Vengadores.

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“Me siento ridículo”

“Deja de comportarte como un niño pequeño, Rogers. Es necesario”

“Lo sé, lo sé perfectamente. Pero eso no evita que vuelva a sentirme como el payaso que era en mis giras de la USO” Steve frunció el ceño, pero permitió de todos modos que Natasha arreglara su corbata. Era aún temprano, poco más de las seis de la madrugada, pero debía abordar el jet que Shuri le había prestado en menos de media hora. Al menos, si quería estar a tiempo para la reunión de las Naciones Unidas en París “no he vuelto a ponerme un traje como este desde…ya sabes…”

“Desde el funeral de Peggy” con suavidad, la espía mencionó su nombre, con tanto tacto que Steve no pudo menos que agradecerle profundamente. Sabía que la chica no era alguien que se fuera por las ramas y ocultara lo que pensaba, a no ser que fuera un asunto de inteligencia. Pero, aunque habían pasado cerca de tres años desde que Peggy se había ido, aún era un dolor constante en su pecho. Era reconfortante saber que Natasha era tan consciente de sus emociones y lo que necesitaba “Piénsalo de este modo: estás vestido para impresionar. Los líderes restantes no podrán resistirse a ti”

“Al menos espero que entiendan el mensaje que espero transmitirles” Su traje era completamente negro, hecho a la medida para él. Ni siquiera la camisa, por lo general de un blanco prístino, se había salvado: aún estaba de luto por sus amigos, por todos los que había perdido. Por todo lo que su familia había perdido. Y quería que los altos mandos entendieran que intentaría poner su confianza en ellos una vez más, pero que como ocurrió con los acuerdos, los Vengadores y ahora, Wakanda, eran su prioridad. Sin ellos, no existiría posibilidad alguna de una salvación para los que se habían ido.

“Lo harán, ten más confianza”

“Pero creí que no tendría que volver a ponerme uno, no después de convertirme en fugitivo” Steve siguió con su diatriba, mirando de reojo a la espía. Envidiaba profundamente a Natasha en ese momento, quién aun usaba su ropa de dormir, cubierta por una fina bata de seda. En Wakanda las noches eran sumamente calurosas, y ya sentía la opresión de la tela y el sudor incomodando su piel.

Debía agradecer que la chica le hubiese ayudado a vestirse, de otro modo seguiría inventando excusas para no asistir. Se sentía demasiado agotado, perdido, sin una meta clara. Y sin Bucky y Sam, sus principales confidentes para apoyarle, al menos tenía la amistad de Natasha para seguir adelante “Son demasiado incómodos” comentó, intentando que ella cambiara de opinión.

“Que sigas quejándote no cambiará nada. Y no puedes aparecer con tu traje de combate, parecerías un mendigo”

“Pero les mostraría la realidad de golpe, lo que está pasando. Allí hay cámaras, Tasha, transmitirán en todo el mundo este encuentro”

“No es lo que el mundo necesita ahora, ni lo que queremos” respondió con fiereza, para luego acercarse a él, abrazándolo “necesitamos que la gente confié en nosotros. Entiendo tu descontento, y de haber sido otra la ocasión, te habría apoyado en que lo hicieras. Pero necesitamos un líder dispuesto a negociar, y eres el más indicado. Muchos no te toman en consideración porque creen que eres un idiota musculoso, pero tienes una de las mentes más brillantes que he conocido para la política. Un estratega puede funcionar en todo tipo de ambientes, tú mismo me lo dijiste una vez”

Steve se mantuvo en silencio, simplemente acogiéndose a ese abrazo, permitiéndose respirar. Realmente Natasha parecía saber lo que necesitaba; y aunque no era de las personas que mostraran cariño tan abiertamente, cuando se encontraban a solas siempre conseguía animarlo.

Había respetado su duelo, dejándole en paz los primeros días, sabiendo que necesitaba encontrarse libre de toda presión del escrutinio, ser solo Steve Rogers por un momento.

El funeral había sido sumamente doloroso, primero dando sepultura a Vision en el cuidado cementerio wakandiano. Era un lugar precioso, donde el verdor reinaba por doquier. Decorado con flores y árboles que otorgaban cierta paz, era reconfortante. Si bien no había tiempo para crear sepulturas para todos, y dado que el androide era el único cuerpo que podían enterrar, se había erguido bajo la sombra de un enorme manzano una placa conmemorativa con los caídos. Cuando las cosas se calmaran, lo harían como sus muertos lo merecían. Pero mientras, todos necesitaban una tarde de duelo para seguir adelante con su misión.

Steve había reído, sin poder evitarlo, ante los epitafios bajo cada nombre. El de Bucky, pensaba, seguro había sido idea de la princesa, quien había pasado mucho tiempo con él mientras se recuperaba: “para el lobo blanco que, en vez de cazar presas, prefiere meterse en líos por sus ciruelas”. Ambos se habían llevado bien, tenían un humor similar, que el castaño había recuperado conforme perdía los controles mentales y sus recuerdos regresaban.

Bajo su petición, también se encontraba allí los nombres de los compañeros con los que había peleado Tony: Peter Quill, Drax, Mantis, Stephen Strange y…Peter Parker. Gamora, la hija de Thanos estaba también en la lista, así como Groot. Todos ellos habían luchado bajo la misma causa, lo mínimo que podía hacer, era asegurarse que todos los recordaran.

Desde entonces, había pasado la mitad de su tiempo en teleconferencias con los líderes mundiales, organizando una junta, la cual se llevaría a cabo ese medio día. El resto de los días, había ayudado con la reconstrucción wakandiana, teniendo sesiones informativas con Thor y Rhodes, además de entrenamiento con sus compañeros y algunos miembros de las Dora Milaje y la tribu Yabari. Todo había servido para mantenerle ocupado, pero en momentos así, donde el cansancio y la tristeza le embargaban, era bueno contar con una amiga en la que sabía que podía confiar. En quien habia aprendido a volver a confiar tras los eventos de la Guerra Civil.

En un momento, seguramente desde el ensamblaje de los Vengadores y poco antes de la supuesta muerte de Fury y el reencuentro con Bucky, había creído poder enamorarse de ella. Era demasiado parecida a Peggy, el tipo de chica que le gustaba: ruda, segura de sí misma, peligrosa en el campo de batalla. Pero tras ese beso accidentado cuando se ocultaban de Rumlow, se había dado cuenta que era más un cariño fraternal, y que su corazón, irremediablemente, estaba cayendo por otra persona…

Sacudió su cabeza, intentando despejar sus pensamientos. Al menos ahora tenía el consuelo que Tasha estaba volviendo a hablar con Bruce, se estaban acercando, y que el tiempo en que habían pasado separados había terminado con las inseguridades de ambos. Ninguno quería perder más tiempo, y se alegraba que el buen doctor también fuera capaz de encontrar la felicidad en medio de aquel desastre.

Aguzó su oído, sintiendo como alguien se acercaba a la habitación, abriendo la puerta sin tocar. Solo con escuchar sus pasos ya sabía de quien se trataba, pero por si eso no fuera lo suficientemente claro, el modo en que entró a su cuarto le dijo todo lo que necesitaba. Cuando se encontraran, seguro Tony y él se llevarían demasiado bien. Sería un verdadero dolor de cabeza para lidiar, pero pensaría en ello cuando llegara el momento.

“¿Qué puedo hacer por ti, Rocket?” preguntó mientras se miraba una última vez al espejo, arreglando su cabello hasta quedar conforme con el resultado. Siendo un forajido, no había tenido mucho tiempo de arreglar su apariencia. Y si era sincero consigo mismo, se sentía mucho más cómodo de esa manera. Dejar el porte militar era un alivio, y si bien había mantenido el traje dado que era la mejor protección con la que contaba, no planeaba cortar su largo cabello rubio o su barba, al menos en una temporada.

“Ya que eres un olvidadizo, vine a traer esto para ti” Con sorprendente fuerza, Rocket le lanzo un paquete, dando un salto y recostándose en su cama “No puedo creer que vayas a asistir a un lugar donde potencialmente intenten matarte, culparte o encarcelarte sin llevar una buena arma. Ellos dijeron que podías ir con una ¿no? Dado que serás el único que se presente, debes evitar meterte en problemas”

Steve parpadeo confundido, sin entender a que se refería. Claro que llevaba sus armas, los guanteletes que le habían dado el día de la batalla contra el Titán, habían sido modificados por Bruce, de tal forma que podría llevarlos ocultos bajo su traje. Eran un peso reconfortante en sus antebrazos, pues no había querido el viejo escudo de regreso, aunque Rhodey se lo había ofrecido tan amablemente.

No, ya no le pertenecía. Ni él ni su identidad. No era más el Capitán América, pero si un líder dispuesto a dar todo por sus amigos. Por eso había decidido aceptar tal oferta, y ponerse en primera línea del escrutinio público.

Curioso, abrió el paquete, sintiendo como su garganta se cerraba y sus ojos se sentían extrañamente humedecidos. Ahí, cubierta por un par de telas, se encontraba la metralleta que había usado Bucky antes de perecer a manos del Guantelete. La había dado por perdida, pues cuando había terminado de ayudar a los heridos, no la había encontrado en el claro. Estaba algo dañada, por lo que no le sorprendía que alguien la desechara, como un arma rota más de esa pelea.

Había escuchado el dialogo entre Rocket y Bucky ese día, cómo este preguntaba por el precio de su brazo y de la metralleta. Incluso había llegado a pesar que de haberla tenido él, al menos encontraría un mejor uso, aunque fueran las piezas que se pudieran rescatar. Pero nunca se había pasado por su mente que la estuviera reparando para él.

A lo lejos escucho la diatriba de Rocket, de las mejoras que había otorgado, de cómo estaba recubierta con vibranium para mayor perdurabilidad. Pero Steve solo tenía cabeza para la pequeña estrella roja pintada a un costado, un recuerdo nítido del brazo del soldado del invierno, pero una marca que siempre le recordaría quien había sido el verdadero dueño.

“Oh, no. Conozco esa cara. Mantente alejado de mí. Odio los abrazos, aunque el ángel pirata aun no lo logre entender” Rocket se puso de pie, despidiéndolo con la mano, tras indicar la hora que brillaba con fuerza en el reloj despertador de su escritorio “vete, o perderás el jet, llegaras con retraso y no le harás un favor a ninguno de nosotros. Largo”

Steve asintió, limpiando rápidamente sus lágrimas antes de colgar el arma en su hombro. Se despidió rápidamente de Natasha, pero en vez de acercarse a Rocket, solo murmuró un suave “gracias, encontraré alguna forma de devolverte este favor”

Cuando estaba segura que el Capitán se encontraba fuera del alcance de su oído mejorado, la espía se enfrentó a él, levantando una fina ceja, ligeramente amenazante. Entendía la pregunta implícita en sus gestos, pero Rocket simplemente se alzó de hombros, abandonando la habitación antes que la chica empezara a interrogarlo.

Había sido un desliz entregar el arma con ella aun en el cuarto, pero la metralleta se encontraba demasiado dañada, y había tomado horas preciosas de cada noche poder restaurarla. Además, no quería que el Capitán abandonara el palacio sin ella, por lo que había tenido que contentarse con esa oportunidad.

Aun se sentía mal, desgarrado, por la muerte de todos los Guardianes. Le había dicho a Thor en su momento que tenía mucho que perder, pues esa pandilla de ineptos era lo único que tenía. Los únicos que le habían aceptado. Ya había sufrido tiempo atrás con la muerte de Yondu, un tipo al que había llegado a apreciar en pocos días. Pero esto casi le había devastado.

Era un extraño ahora, en medio de un grupo tan compenetrado. Era demasiado natural esa camarería, proveniente de años de amistad y peleas juntos, que se sentía incómodo cada vez que se encontraba en la misma habitación con ellos. En un momento había pensado quedarse solo para construir el comunicador, y luego esperar la llegada de Nébula y el chico Stark, hacerse de sus pertenencias que ellos traerían para él, y marcharse.

Pero no podía. Sentía que se los debía.

Por Gamora, que había muerto tan cruelmente a manos de su padre. Por Groot, a quien había visto morir por segunda vez frente a sus ojos. Por Quill, quien había luchado hasta la muerte. Por sus amigos. Y si el grupo de esos idiotas llamados Vengadores, un nombre ridículo por lo demás, intentarían traerlos de regreso, lo mínimo que podía hacer era quedarse y dar una mano en lo que pudiera. Si existía una oportunidad, la tomaría sin dudarlo.

Si bien no era lo mismo, Thor se había mantenido a su lado todo ese tiempo. Cuando no se encontraba ideando nuevas defensas para la tierra o intentando ponerse en contacto con las naves asgardianas que habían logrado escapar del ataque de Thanos; pasaba horas con él en el laboratorio, ayudándolo a Bruce y a él cuando necesitaban de su fuerza o de un poco de corriente eléctrica.

Pero quien le había sorprendido, había sido el Capitán.

Quill le había platicado de él un par de veces, cuando ya confiaba lo suficiente en ellos, para hablar de su vida en la Tierra. Les había relatado las hazañas de un héroe de guerra, fuerte y valiente, que había dado su vida por la de millones. Cuando había cuestionado la veracidad de tales hechos, pensando que el chico podía estar divagando, este le había afirmado que su abuela se había tomado una fotografía con el Capitán durante una de sus giras.

Aunque ahora, y tras conocerlo en persona, entendía mejor la firme admiración que tenía Peter por ese hombre.

Siempre había sido un tipo desconfiado, pero Steven Rogers habia roto con facilidad sus primeras barreras.

No había puesto trabas en ayudarle a conseguir un laboratorio para que contactara con sus amigos, cuando pudo obligarlo a ayudar con la reconstrucción. De haber sido así dudaba que se hubiera negado, aunque intentara suplantar un cargo que solo una persona podía ejercer, dado que entendía que otros le podían necesitar. Pero no, simplemente le había dado la ayuda que necesitaba, entiendo lo desesperado que se encontraba, y sabiendo que tenía una oportunidad en sus manos, no podía dejarla pasar.

Recordaba cómo es tarde, poco antes que terminara con el transmisor, el Capitán se había internado en los laboratorios. No le había sentido entrar, inmerso en la marea de pensamientos que le embargaban, de cómo necesitaba ponerse en contacto con el resto, de cómo afrontar ante ellos la muerte de Groot. Pero ante sus palabras, estuvo seguro que casi se rompió el cuello, dado el sobresalto que sintió al escucharle “Vamos a encontrarlos”

Rocket había entrecerrado los ojos, dándose cuenta que a pesar del imponente porte, sus manos temblaban y sus ojos se encontraban adornados por enormes moretones, delatando su falta de sueño y el cansancio extremo con el que cargaba. Tenía que dárselo, al menos, no cualquiera sería capaz de poder manejar todo aún bajo tanta presión

“A ti solo te importa conseguir mi ayuda para encontrar a tu compañero” gruñó, a la defensiva. Pero la suave sonrisa que le dedico Steve le hizo frenar en seco sus siguientes palabras.

“Puedes ser” admitió sin ningún reparo “pero eso no significa que este mintiendo, ni que me preocupe menos. Tu nos ayudaste aquí, evitaste más bajas, junto con tu amigo. Se los debemos” se acercó un poco más, sentándose en uno de los bancos de trabajo “no todo está perdido, Thor nos lo explico, si nosotros…”

“¡Todos ustedes están locos!” había exclamado, afianzando su agarre en la mesa, como si fuera el único objeto en el mundo que evitaba que se derrumbara en ese mismo instante “perdimos… ¿es que acaso no lo en entiendes? ¡Fuimos masacrados! ¡Ni siquiera pudimos evitar que se adueñara de la última gema!”

“Perdimos porque nos separamos. Porque peleamos contra el mismo enemigo en dos frentes distintos”

“No podemos traerlos de vuelta” volvió a murmurar Rocket con la voz rota

“Si no lo logramos…si no podemos salvarlos, salvar la Tierra, los vengaremos. Evitaremos al menos que esto vuelva a suceder”

Tras esas palabras, Steve le había dejado solo una vez más con sus pensamientos. Quizás ese había sido el motivo por el que, tras escuchar que los Guardianes habían perecido, no se había permitido caer hasta darle las noticias de Stark, el maldito suertudo. Creyó que estaba pagando una deuda, pero pronto se dio cuenta que esta no hacía más que crecer. No con Steve preguntándole a Thor los nombres de cada uno de sus amigos y poniéndolos en el mural conmemorativo, dándole la misma oportunidad que a todos para tener el duelo. No con Rogers llevándole alguna merienda, preocupándose de la misma forma por él que por la princesa o Banner, a quienes conocía por más tiempo.

Creía que por eso había coordinado con Nébula las comunicaciones, guiando a Stark en algunas reparaciones con los restos del Milano; dándoles la oportunidad de regresar a la tierra, aunque con algo de retraso. La nave de Nébula estaba dañada, por lo que solo podrían hacer ciertos saltos. Ello los retrasaría, demorando cerca de seis semanas o más antes de entrar en la atmósfera terrestre. Además, ninguno de ellos se encontraba en las condiciones óptimas para robar una nueva nave sin matarse en el proceso.

Al menos, Stark era un poco mejor que la chica azul, llevando sin muchas protestas sus pertenencias, aunque para ellos fueran completamente innecesarias.

También…fue la razón por la que, tras encerrarse en su laboratorio, no pudo evitar reír con cierta histeria. Steve le había dicho que le debía una, cuando al arreglar la vieja metralleta de Barnes, esperaba al menos darle un respiro a aquel hombre que había hecho tanto por él...

Rocket solo sabría, cuatro días después de aquel episodio, lo mucho que había servido su regalo. Steve había pasado el vuelo al congreso de las Naciones Unidas prácticamente aferrado al arma. Tanto, que había asustado a los guardias pero que hizo reír a carcajadas a Okoye, su única acompañante y representante del Wakanda. Se suponía que ambos irían separados, pero habían preferido viajar en el mismo jet, sobre todo dado que los altos mandos sabían donde había sido la última pelea contra la Orden Oscura.

La chica había sido buena con él, llevándolo cada noche al jet por un ligero entrenamiento, ayudándolo con la energía nerviosa que le consumía hasta que era capaz de ir a dormir sin mayores preocupaciones. No había dejado la metralleta en ningún momento, un suave consuelo que le hacía creer, por efímeros momentos, que el agarre frio del arma era el brazo de su amigo, apoyándolo, aun a su lado.

La discusión fue difícil en un inicio. Tras instalarse en uno de los hoteles de la zona, se había presentado ante los presidentes, en medio de un atril donde todos los ojos estaban sobre él. La luz de las cámaras le había puesto nervioso, pero recurrió a sus tiempos en la gira de la USO, donde sus compañeras de elenco habían sido lo suficientemente dulces como para ayudarle a manejarse en el escenario. Todas sus enseñanzas venían ahora, y le hacían sentirse más tranquilo. Calmado.

“Desde hace poco más de un mes, la Tierra y el mundo completo, han sido sacudidos hasta sus cimientos” Steve se paró derecho, cuadrando los hombros, dejando que su mejor voz de mando llenara cada rincón de esa sala “Un enemigo, el más fuerte que nos hemos encontrado, desapareció la mitad de la vida en la galaxia con un solo chasquido de sus dedos. Todos perdieron al menos a un miembro de su familia y amigos, a seres queridos, esa fatal mañana. Sé que muchos están descontentos con el resultado, pero tras pensarlo detenidamente, era inevitable”

Steve hizo una breve pausa, tragando saliva, sabiendo que sus siguientes palabras no eran algo con lo que estaba del todo de acuerdo, pero eran necesarias “Tras los acuerdos de hace algunos años, los Vengadores desaparecieron. Una iniciativa que se forjó bajo la idea de reunir a un grupo de personas extraordinarias, que podrían defender la Tierra de amenazas que antes no estaba previstas. Pero ustedes a veces olvidan que debajo de los mantos, de los trajes, solo somos personas. Entendimos que buscaban lo mejor para su gente, pero no somos simples armas. Somos iguales que ustedes, intentando luchar por aquello que creemos correcto. Ese día, cuando Thanos invadió la Tierra, y a pesar que todos nos veían como enemigos, intentamos defenderla. Por ello la Tierra perdió a su mejor defensor, y nosotros perdimos contra la llamada Orden Oscura, el ejército de Thanos”

Se adelantó unos pasos, alejándose del atril, sin siquiera percatarse que los guardias le apuntaban con sus armas. Solo se detuvo cuando estuvo frente a frente a los mismos hombres que habían puesto a su equipo tras las rejas, tras de la batalla en el aeropuerto. O al menos, quienes quedaban “Personas como el General Ross, quien pereció junto a otros tantos millones, nos culpó por insubordinarnos. Pero lo que él nunca entendió, es que solo cambiamos el modo en que luchamos, no el fin último de esta”

“Nuestro quipo se fracturó, perdimos tecnología y recursos. Eso causo la derrota. Pero, aunque estamos devastados, solo buscamos vencer a ese ser que nos puso tras las cuerdas, y evitar que tal cosa vuelva a suceder” mencionar que mientras tanto, forjaban un plan para traer a todos de regreso, era su último escape. El as bajo la manga “por eso, necesitamos que sean ustedes quienes cooperen con nosotros. Les prometemos que no pediremos favores imposibles, ni daremos ordenes sin pies ni cabeza. Pero planeamos ayudar a establecer mientras a los gobiernos, como hemos estado haciendo con Wakanda. Formar planes de defensa, y que nosotros seamos la primera línea ofensiva, esta vez sin discusiones. Necesitamos que confíen”

“Ustedes pidieron que regresara, y así mismo pido que me quiten los cargos que me impusieron, al igual que a mis compañeros. Tenemos que reunir a ciertas personas, si nos prestan transporte y alojamiento para llegar a ellas, el avance será aún más rápido” hizo una pequeña pausa, hablando con voz algo más baja, pero no por ello menos cargada de fuerza y pasión “¿planean que algo como esto vuelva a ocurrir, o que la próxima vez que nos ataquen, seamos los primeros en dar el golpe?”

Una ola de vitoreo, aunque proveniente de los periodistas, le dijo que tenía esa batalla ganada. Si tenía a los principales medios de comunicación de su lado, al menos algunos dirigentes terminarían por ceder ante la presión.

Salió del salón prontamente, aprovechando el breve receso del almuerzo para despejarse. En un momento dado, Okoye se sentó frente suyo, hablando en voz baja mientras sostenía su teléfono celular “dado que dejaste el tuyo en tu habitación, creo que deberé darte las buenas noticias” llevó un trozo de carne a su boca, a la vez que le tendía el aparato “Romanov y Rhodes está contentos con tu discurso, y los noticieros al parecer te apoyan. Algunos líderes están dispuestos a cooperar, y muchas personas están haciendo marchas a favor del regreso de los Vengadores. Los tienes comiendo de la palma de tu mano”

“eso…eso es un alivio” admitió Steve, permitiendo que sus tensos músculos finalmente se relajaran “temía que no funcionara”

“pues lo hizo. Ahora entiendo porque te eligieron como líder. Eres carismático, y tus demandas son razonables. Mientras la población y los medios estén de tu lado, los altos mandos no tienen mucho que hacer en tu contra. Bien hecho”

Tras esa breve conversación, y luego de otros tres días agotadores de conferencias, finalmente fue capaz de regresar a Wakanda. Las próximas reuniones serian dentro de dos semanas, pero todos habían aprobado sus medidas, y si bien los Vengadores estaban de regreso y tenían el control, solo era para ayudar a implementar las fuerzas armadas y fortalecer las defensas. Lo que más importaba, los recursos y el pase libre para moverse entre naciones, también estaba de su parte.

Dado que Clint y Scott se encontraban incomunicados, al día siguiente Natasha y Thor partirían en su búsqueda. Era un buen equipo, perfecto para una extracción rápida, si necesitaban el caso. Pero antes de ello, el nerviosismo nuevamente empezaba a vencerle. Y es que poco antes de llegar al país, Bruce les había alertado que la nave donde regresaba Tony estaba a punto de llegar a la Tierra.

Fueron casi dos horas de tensa espera, cuando finalmente una nave bastante destrozada descendió hasta encontrarse frente al palacio real. Rhodey se encontraba en primera fila, retorciendo sus manos con mismo nerviosismo que todos sentían.

Entonces le vio bajar, cojeando, sosteniendo su abdomen con una expresión de dolor adornando su rostro. Una chica con la piel azul y un brazo mecánico le estaba ayudando, pero tan pronto se encontró al alcance de War Machine, le encerró en un abrazo protector. Sintió una punzada de dolor en su pecho, recordando con algo tan pequeño como su brazo, a Bucky y lo que significaba su perdida para él.

Sus ropas se veían un poco grandes para Tony, y si tuviera que adivinar, eran prestadas del líder de los Guardianes. Su rostro estaba cubierto de pequeñas cicatrices que casi habían desaparecido; pero la peor herida, que aún se encontraba sanando, seguro debía estar en su tórax.

Pero a pesar de ello, estaba más hermoso que nunca…

Steve se dio la vuelta, regresando al palacio, sin aminorar su marcha. Era ello lo que había estado esperando, verle sano y salvo. Notaba sin dificultad como los eventos de las últimas semanas le estaban pesando, pero mientras estuviera vivo, aun había cosas que podían hacer.

Y aunque su deseo ir allí y abrazarle le estaba consumiendo, de asegurarle a su mente y su corazón que se encontraba realmente vivo, no era el lugar ni el momento. Por eso, en cambio, se dirigió a su habitación. Cambió aquel estorboso traje negro, poniéndose unos pantalones de entrenamiento y una vieja camiseta. Una ronda en el gimnasio ayudaría a aclarar sus pensamientos.

Pero antes que pudiera hacerlo, justo cuando abrió la puerta, se topó cara a cara con el hombre que por cerca de tres años no había abandonado sus pensamientos “Debemos hablar”

Esas dos simples palabras casi hicieron que Steve jadeara, atónito, sin imaginarse que sería el propio Tony quien lo fuera a buscar. Torpemente, hizo un ademan para que entrara a la habitación, cerrando la puerta y ayudándole a sentarse en el pequeño pero suave sofá de su dormitorio. El ingeniero le lanzó una rápida mirada, pero dado que se dejó hacer, supuso que al menos no estaba tan en contra del contacto, aun cuando la última vez que se habían visto habían estado en medio de una pelea.

El Capitán no pudo evitar pararse en medio del cuarto, sin saber qué hacer con sus manos, si sentarse o no, qué decirle al hombre frente a él. Tony parecía estar sumido en el mismo dilema, cavilando seriamente ante sus opciones. Decantándose finalmente por una, inició la conversación “planeaba llamarte, ya sabes, cuando me encontré con Strange en Nueva York”

“Lo se…Bruce me lo dijo, cuando nos contactó” respondió, sintiéndose aún más inquieto cuando el silencio volvió a bañar la habitación, convirtiéndola en un ambiente fácilmente asfixiante y molesto “entonces…uh ¿querías hablar?”

“Eso estamos haciendo ¿no es así?” preguntó con ironía el castaño, hundiéndose un poco más en el asiento, suspirando con gratitud ante la comodidad “Rhodey me dijo que te estas encargando de todo por aquí, que lograste vencer las Naciones Unidas”

El tono mordaz en su voz le puso en alerta, pues sabía perfectamente que no debía dejarse llevar por las apariencias. Había sido Tony quien le había buscado, pero no había olvidado lo que había hecho, y como eso aun debía afectarle “tú lo hiciste antes, lo menos que podía hacer era tomar tu lugar”

“¿Tomar mi lugar? ¿Eso es todo? Esperabas que regresara ¿no es así? que felizmente siguiera con este acto, asumiendo las consecuencias ¿Cómo si nada hubiera pasado?” con cada palabra, la voz de Tony se elevaba un poco más. Steve sintió como la ira se revolvía en su interior, tentado a seguir la pelea, pero intentando contenerse con dificultad. El ingeniero aún se encontraba herido, agravar sus heridas si él se exaltaba, no estaba dentro de sus planes “¿sabes por lo que he pasado? Eres un maldito egoísta, eso es lo que eres. Primero me dejas ahí, en medio de la nada, con el traje arruinado y te vas con ese desgraciado ¡¿Tienes idea lo que es perder todo lo que te importa?! ¡¿ver cómo quienes creías que eran tu familia, dejarte de lado?!”

Notaba la ira, gastada pero no por ello menos cruel, escapando con cada palabra, como si se estuviera ahogando con ellas. Nada menos alejado de la realidad, pensaba Steve, pues seguro había esperado todo ese tiempo para decírselas.

Eso no evito sentir como cada una era un golpe, retrocediendo lentamente, por primera vez en su vida. Tony debió percatarse de aquel silencio, deteniendo su diatriba. Y debió ver algo en su rostro, pues de sopetón su tez se puso pálida, adquiriendo un tono ceniciento, a la par que intentaba ponerse de pie y extendía una mano, en un mudo gesto, pidiéndole que esperara.

Pero ya no podía hacerlo, tenía que irse de allí, o terminaría por romperse. Sus últimas palabras fueron “lo sé, claro que lo sé” antes de abandonar la habitación, sin escuchar las suplicas y los gritos que resonaban detrás de él.

Notas finales:

Espero les haya gustado, cualquier duda o consulta, pueden dejarla en comentarios. Se que es un reencuentro no tan dulce cómo esperaban, pero este mejorará en los siguientes capítulos, donde también tendremos la mirada de Tony con los acontecimientos.

Nos vemos en la próxima ¡Hasta entonces!


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